La Caracas de comienzos del siglo XIX

La Caracas de comienzos del siglo XIX

     Entre 1822 y 1823, Richard Bache (1784-1848), teniente de artillería del ejército de los Estados Unidos de Norteamérica, recorrió Venezuela y Colombia, tras lo cual publicó sus impresiones de viaje en un libro titulado “Notas de Colombia en los años 1822-23”, donde destaca con precisión los acontecimientos observados.

En 1827, el militar norteamericano Richard Bache (1784-1848), publicó un libro con sus impresiones de viaje por Colombia y Venezuela, en los años 1822-23”, donde destaca con precisión los acontecimientos observados en Caracas
En 1827, el militar norteamericano Richard Bache (1784-1848), publicó un libro con sus impresiones de viaje por Colombia y Venezuela, en los años 1822-23”, donde destaca con precisión los acontecimientos observados en Caracas

     Escribió que la extensión de la ciudad era mayor que el ancho que ocupaba de terreno. Los ríos Anauco y Caroata se encontraban del lado este y del lado sur estaba el Guaire, cruzados por “excelentes puentes de piedra”. El agua que consumían sus habitantes provenía del río Catuche que atravesaba a toda la ciudad. “Tiene cinco puentes, pero como sus ribazos se encuentran en la misma forma en que los diseñó la naturaleza – escarpados, irregulares y cubiertos de matorrales – este riachuelo, aunque presta útiles servicios, afea notablemente el aspecto de la ciudad”.

     Hizo notar que las calles estaban “bien pavimentadas con lajas”. Aunque por muchas de ellas corría un “agua clara”. Las aceras estaban en el mismo nivel que la calle, lo que las hacía de difícil circulación para las personas en vista del empedrado y varias protuberancias y “del posible encuentro con acémilas (mulas) que pasan rozando con las paredes”. Un mejor empedrado lo pudo constatar frente a edificios públicos y de algunas viviendas.

     Puso de relieve la colocación de guijarros blancos y negros que se mostraban de forma tal que servían para la colocación de un nombre, un escudo o un signo patriótico. “En el atrio de algunas iglesias frecuentemente nos da la bienvenida un fúnebre recordatorio, formado por un cráneo y huesos teñidos de sangre”. Puso de relieve que se usaban con frecuencia tibias de animales que se colocaban de forma vertical para que destacaran, “en la cavidad bajo la rótula, las piedras y conchas allí incrustadas, de varias formas y colores”.

     Consideró que las calles presentaban un ancho disminuido debido a la proyección de las ventanas lo que obligaba a las personas a lanzarse a la vía para seguir su camino. “En la noche los forasteros deberán proceder con cierta cautela para sacarles el cuerpo, por carecer las calles de alumbrado”. También identificó ocho plazas públicas en Caracas. Describió que la Plaza Mayor servía para el mercado de víveres. 

     A un costado de ella se encontraba la Catedral de la que describió que el coro ocupaba la mitad de la gran nave, “obstruyéndola en forma bastante incómoda”, además escribió que el aspecto exterior de esta edificación se notaba poco favorable “por enormes estribos de piedra, que refuerzan la fachada, a fin de preservarlo del efecto de los terremotos”.

     Respecto al mercado, que funcionaba en la Plaza Mayor, era muy concurrido en horas tempranas de la mañana porque así los concurrentes podían evitar “los calores del día”. El espacio ocupado carecía de casillas, puertos o cobertizos lo que obligaba a los vendedores a colocarse a lo largo de improvisados pasadizos donde ofertaban la mercancía. “En su mayor parte, las ventas están a cargo de mujeres de color, en cuya piel se combinan todos los tintes intermedios de la sangre europea, africana e indígena, y que son sirvientas o esclavas de los dueños de las grandes plantaciones vecinas; o también de pequeños agricultores, que cultivan parcelas por su cuenta”.

     De estas vendedoras puso en evidencia que solían esperar a su clientela en cuclillas. De ellas anotó que mostraban gran ingenio, gracia, cortesía y afabilidad de modales en la actividad comercial que practicaban, “muy distinto del rústico descaro que caracteriza a la mayoría de las mujeres de su clase en otros países”. En la comarca caraqueña destacó que no mostraban los sonidos “marimachos” de Billingsgate, “aquí se oye el lánguido, ceceoso y melódico acento de féminas llenas de amabilidad”. Su vestimenta la comparó con aquella propia de los lugares calurosos. El mismo consistía en una blusa que dejaba al descubierto ambos hombros y con faldas, por lo general andaban descalzas y con un sombrero igual al usado por los hombres. Los hombres vestían con pantalones hasta las rodillas, camisa y un sombrero de cogollo. Éstos portaban un machete en uno de sus muslos.

Bache hizo notar que las calles de Caracas estaban “bien pavimentadas con lajas”
Bache hizo notar que las calles de Caracas estaban “bien pavimentadas con lajas”

     Corroboró haber observado algunos artículos que se ofertaban al público como naranjas, limones, plátanos, bananos, guanábanas, aguacates, granadas, chirimoyas, uvas, higos, manzanas, melocotones, ciruelas, albaricoques, melones, tamarindos, guayabas, piñas, papas, remolachas, zanahorias, repollos, coliflores, lechugas, calabazas, ñames, alcachofas, nabos, batatas, “y una raíz amarillenta llamada apio”. De este último agregó que la parte superior se parecía mucho, en olor y sabor, al celery que se consumía en su país.

     En cuanto a los derivados alimenticios provenientes de animales describió la carne seca que se ofrecía cortada en lajas ahumada, “resultando muy poco apetecible”. Precisó que se conseguía carne de cordero y pescado, pero no carne de ternera. Se expendía manteca de cerdo envuelta en hojas de plátano que para Bache se utilizaba de manera exagerada en la preparación de los alimentos y que también se la utilizaba para aliviar los dolores de cabeza, untándola sobre un pedazo de seda negra y que las personas se la colocaban en las sienes. Del cazabe expresó que no gustaba a los estadounidenses así como la arepa a los europeos.

De una planta denominada cocuiza, agregó Bache, se podían elaborar sandalias y también cables, cuerdas y tejidos diversos. 

     El calzado que con ella se elaboraba era muy utilizado, especialmente en zonas fuera de Caracas. Acá la llevaban  artesanos, personas del servicio doméstico y arrieros. En los parajes interioranos las alpargatas la utilizaban “desde el alcalde y su esposa (y por lo común sin medias) hasta los individuos de ínfima condición social. Un par cuesta unos veinticinco centavos”. La pulpa de esta planta, redactó, servía para hacer jabones y la madera porosa del tallo, al secarse “es un excelente asentador para instrumentos cortantes, a causa del buen asperón que contiene”.

     El circulante general estaba conformado por cuartos, octavos, dieciseisavos y treintaidosavos de peso, eran piezas cortadas de manera irregular, por su forma y tamaño distintos. El nombre era de Macuquinas. Según consignó era aceptada sin inconvenientes en las transacciones que la requerían. Para intercambios de mayores sumas se utilizaban pesos y doblones. Citó a Humboldt para reseñar algunos aspectos de la sociedad caraqueña. Ésta no ofrecía mayores lugares variados, pero la calidez y sentimiento de bienestar se experimentaba con la jovialidad, cordialidad y cortesía de modales de los lugareños, según su experiencia. Escribió que entre los caraqueños existían dos clases de personas o generaciones muy distintas, propias de sociedades en que se estaban gestando cambios en sus ideas. Agregó que las consideraciones del naturalista alemán resultaban muy pertinentes, tal cual el mismo Bache lo había corroborado al conocer a varios caraqueños.

La Plaza Mayor servía para el mercado de víveres. Era muy concurrida en horas tempranas de la mañana, porque así los asistentes podían evitar “los calores del día”
La Plaza Mayor servía para el mercado de víveres. Era muy concurrida en horas tempranas de la mañana, porque así los asistentes podían evitar “los calores del día”

     Agregó a estas consideraciones que luego de 1804 habían estallado conflictos en esta comarca y que habían dejado en desolación varios lugares de ella. Pero su fuerza ya había disminuido para el momento cuando Bache conoció la ciudad. “La paz que pronto habrá de sobrevenir será doblemente apreciada al compararla con los horrores acarreados por el conflicto”. En este orden de ideas, se mostró con gran optimismo al subrayar que se estaba labrando un camino hacia la libertad más duradera, valorada y defendida. “No puede negarse, sin embargo – por mucho que lo deploren los partidarios del orden social y de las libertades civiles – que tienen excesiva figuración muchos de aquellos individuos que forman los grupos menos dignos de la clase que Humboldt designa como ‘la segunda generación’”.

     A este respecto indicó que esta era una realidad ineludible y que no debía sorprender a nadie. Porque era difícil no tropezar con el daño mientras se buscaba con afán el beneficio. Escribió que el bien estaba representado con el establecimiento de un gobierno libre, fundado en los derechos ciudadanos, y con la posibilidad de extender el pleno desarrollo de las facultades de los gobernados, en su vertiente física y moral.

     Las nuevas autoridades se habían constituido frente a las que negaban estas posibilidades y derechos. Por tal motivo, anotó con convencimiento que, el país había sido objeto de un cambio al instituir una forma de gobierno que favorecía la libertad y no la sumisión del individuo al Estado dominante. Convencimiento a partir del cual no temía que se le tildara de fariseo republicano.

     Puso a la vista del lector un mal que él percibió frente a lo que denominó el efímero encumbramiento de “ciertos hombres” de quienes no era posible esperar que contribuyeran al ornato y al perfeccionamiento de la vida en común de un país nuevo. 

Las monedas que circulaban en la época eran piezas de plata cortadas de manera irregular, llamadas Macuquinas
Las monedas que circulaban en la época eran piezas de plata cortadas de manera irregular, llamadas Macuquinas

     Muchos eran propensos, de acuerdo con su percepción, a perjudicarla gracias al lugar de poder que habían obtenido. “No obstante, semejante mal – como ya fue apuntado – es sólo pasajero, mientras que los beneficios obtenidos serán permanentes. Los méritos de un soldado intrépido, pronto para ejecutar o morir, no van siempre unidos a los que convienen a un ciudadano ejemplar y pacífico”. Para un soldado, tal como el bien lo conocía puesto que su oficio así le daba licencia para opinar a este respecto, en la batalla y la guerra lo requerido eran individuos valientes de disposición y con brazos bien dispuestos. En la paz, en cambio, los requisitos eran otros.

     Su visión plagada de optimismo la mostró con cierto afán apasionado e ingenuo. Pensó que una disposición positiva llevaría a los dirigentes a adecuarse a las nuevas condiciones de libertad y de justicia. “Después que hayan transcurrido algunos años de paz, el mílite rústico e iletrado tendrá que ceder su puesto al ciudadano culto e inteligente. En consecuencia, aquellos novi homines que sólo se recomiendan por su inclinación a contiendas y a situaciones irregulares, perderán prontamente su influjo; y a medida que se vaya apaciguando la tormenta que en otro tiempo desataron, se hundirán en el olvido y la desestimación”.

     A pesar de haber presenciado la existencia de admiradores de la monarquía el nuevo orden se desplegaba con los nuevos derechos adquiridos con la república. Escribió que para el momento de su visita no se daba a nadie el título de Don en la República de Colombia. “Lo corriente, para dirigirse a los criados, es utilizar el de ´usted’, abreviatura de su ´merced´”.

     Llamó la atención respecto a la vestimenta utilizada por los caballeros en Caracas quienes mostraban una indumentaria muy al estilo europeo, con preferencia el género europeo. “La única modificación consiste en el aditamento casi constante de una capa, sin mangas ni capuchón” cuya finalidad era la de encubrir cualquier falta de limpieza en su ropaje, “si tienen que aparecer repentinamente en público”. Los miembros de las iglesias y congregaciones religiosas lucían un hábito propio de sus congregaciones cuya diferencia estaba en la forma y los colores que usaban. Consistía en una sotana de seda negra, “aunque los Carmelitas la llevan blanca o un tanto amarillenta”, mientras los franciscanos la llevaban de color gris. El sombrero que llevaban consigo lo encontró semejante al utilizado por los cuáqueros anglosajones. En cuanto a las características físicas y fenotípicas de los hombres de Caracas señaló que eran de “estatura menor que la corriente”, de piel cetrina, entre amarillenta y oscura, con cabello y ojos negros, y “bien conformada contextura”.

La Caracas del primer lustro de 1830

La Caracas del primer lustro de 1830

El ingeniero inglés, John Hawkshaw, estuvo trabajando en Venezuela entre 1832 y 1834, tras lo cual publicó, en 1838, un libro titulado Reminiscencias de Sudamérica. Dos años y medio de Residencia en Venezuela, donde describe sus impresiones sobre este país
El ingeniero inglés, John Hawkshaw, estuvo trabajando en Venezuela entre 1832 y 1834, tras lo cual publicó, en 1838, un libro titulado Reminiscencias de Sudamérica. Dos años y medio de Residencia en Venezuela, donde describe sus impresiones sobre este país

     Sir John Hawkshaw (1811-1891) nació en Leeds, Inglaterra, y estuvo en Venezuela entre 1832 y 1834, trabajando en las famosas minas de cobre que habían pertenecido al Libertador, Simón Bolívar, bajo un contrato firmado con la Asociación Minera de Aroa. Se destacó como un importante ingeniero civil en Inglaterra donde fue uno de los especialistas en la construcción del ferrocarril de Manchester y Leeds. Durante 1845 y 1850 fue ingeniero consultor en Londres. En 1863 expresó sus favorables opiniones para la construcción del Canal de Suez. Respecto de un canal interoceánico en América propuso su construcción en tierras nicaragüenses. En el año de 1855 fue incorporado como miembro de la Royal Society y fue hecho caballero en 1873.

     Hawkshaw inició su escrito haciendo referencia a la poca literatura existente sobre Venezuela. Confesó que al enterarse del trabajo que se le encomendó, en esta tierra americana, se dedicó a buscar literatura referente a un país nuevo, pero solo había encontrado lo redactado por Alexander von Humboldt quien había hecho referencia a este país cuando era una colonia española y cuando la población del territorio era el doble de la de 1838, año este en el que Hawkshaw publicó su libro Reminiscencias de Sudamérica. Dos años y medio de Residencia en Venezuela. Expuso que, si lo escrito en este texto le servía a cualquier persona que pretendiera visitar Venezuela, estaría satisfecho. “Pero me satisfará aún más si sirven para inducir a algunas de las Sociedades Misioneras a enviar la luz del Evangelio a un país cubierto por una densa nube negra”.

     Luego de transitar por cuatro horas el camino que iba de La Guaira a Caracas al estar cerca de ésta, contó “Todo cuanto nos rodeaba era hermoso. Los brillantes tintes de las flores y el oscuro matiz de las hojas distinguían este paisaje del paisaje inglés, casi tan definitivamente como las oscuras y bronceadas pieles de sus habitantes los distinguen de los ingleses”. 

     Desde la cima de la montaña, a unos 5.000 pies de altura, observó la ciudad de Caracas de la que escribió “Nada puede ser más estupendo que la situación de esta ciudad”. De ella expresó que estaba edificada en una especie de anfiteatro o hemiciclo, “un hermoso valle, rodeado por todos lados por altas y fragosas montañas”.

     No dejó de expresar la admiración que le provocaba el promontorio denominado La Silla. De la que admiró su presencia frente a las obras realizadas por los hombres en la ciudad construida. Recordó que Alexander von Humboldt había escrito que La Silla algún día pudiera llegar a convertirse en un volcán. Por tal noticia refirió que Caracas podía tener el mismo destino que Pompeya. Concluyó que lo expresado por el naturalista alemán pudiera suceder. Pero para él tenían mayor posibilidad de alcanzar el nivel de volcán Las Cocuizas y Naiguatá.

     Luego de cuatro horas de camino alcanzó su destino. Ya en la ciudad contó haberse alojado con un caballero con quien tenía relaciones de negocios. De él expresó que residía en una isla de Las Antillas desde muy temprana edad y que “mantenía suficiente nacionalidad de carácter para constituirse en un genuino espécimen de la hospitalidad y la rectitud inglesas”.

     Según lo escrito por Hawkshaw, Caracas había adquirido fama debido al terremoto de 1812. De acuerdo con las cifras que obtuvo habrían muerto cerca de 12.000 personas, también hubo pérdidas de vida en La Guaira y en poblaciones cercanas a la cordillera. Comparó el número de pobladores de Caracas existentes antes del terremoto y de la guerra contra España. De acuerdo con sus cálculos la cantidad de habitantes era el doble de la que existía al momento de escribir su libro. Lo que observó de los restos que aún estaban presentes de ambos cataclismos, el natural y el bélico, despertaron en él la desilusión que dejan la devastación y la destrucción. “Vivir en un país donde el demonio de la destrucción se ha desatado, y donde tan furiosamente ha actuado por tanto tiempo y tan universalmente como en esta infeliz tierra”, llegó a escribir que tal escenario llevaba a tristes y deprimentes reflexiones, en especial por ser las guerras uno de los males que las producía.

Portada del libro Reminiscencias de Sudamérica. Dos años y medio de Residencia en Venezuela, versión en español, 1975
Portada del libro Reminiscencias de Sudamérica. Dos años y medio de Residencia en Venezuela, versión en español, 1975

     Pasó de inmediato a reflexionar sobre la carga infrahumana representada en los conflictos bélicos y escribió que la forma como se desarrolló la guerra en Sudamérica merecía la reprobación de la humanidad en general. Recordó que le habían narrado cómo en La Guaira se lanzaron prisioneros aún vivos en candela viva con la justificación de ser enemigos de la república. Anotó que Inglaterra debía haber intervenido para obligar a los contrincantes a que libraran una guerra con la “mayor humanidad posible”.

     En su relato destacó que la disminución del número de pobladores en Venezuela era notable en cualquier lugar de ella. “Fincas y haciendas cultivadas han sido abandonadas para que recaigan en su estado natural; y rastrojos y vegetación exuberante están cubriendo lo que una vez fueron escenas de productividad y prosperidad”. A esta visión pesarosa agregó que en la fecha que visitó el país éste mostraba recuperación y que con trabajo tesonero se podría recuperar. Valoró la cercanía con la proximidad de los Estados Unidos, un país con el que se podrían establecer alianzas comerciales. Las largas costas y ríos navegables de Venezuela guardaban un valioso potencial de progreso. “Tiene un suelo que en muchos de sus valles es maravillosamente productivo; y tiene tesoros minerales que, al ser plenamente explorados, pueden volverse más valiosos aún que el oro y la plata del Perú”.

     Luego de esta digresión retomó la descripción de Caracas. De ella señaló que tenía mucho parecido con otras ciudades de la América española, con largas calles que se cruzaban en ángulos rectos y constituidos por plazas. En la capital de Venezuela la principal plaza era donde funcionaba el mercado donde se expendían diversidad de frutos y bienes. “Las calles están toscamente pavimentadas, y algunas tienen aceras muy estrechas, formadas por piedras más anchas y más planas, que difícilmente podrían llamarse losas”.

     De las casas destacó que las mejor construidas contaban con un gran salón y que uno de sus lados daba hacia un patio de forma rectangular. Los tres lados restantes del patio lindaban con dormitorios y los otros dos daban a los cuartos de servicio y al comedor. Por lo general observó que en algunas casas la cocina estaba en la parte de atrás y contaba con un pequeño jardín. “Una galería, formada por columnas y arcos ligeros, rodea el patio principal, sin lo cual, los cuartos, que dan todos al patio, serían inaccesibles en la estación lluviosa”. Puso en evidencia que había varias iglesias “algunas de buen exterior”. El estilo de su arquitectura lo calificó como moro – español. En cuanto a los edificios observó que se habían edificado con piedras, adobe y cubiertos de una mezcla de tierra y paja, “son generalmente blancos y nunca más de dos pisos”. Comparó su apariencia exterior con un edificio enyesado o enlucido de Inglaterra.

     En lo atinente al clima expresó que lo había disfrutado con agrado. “A una persona recién llegada de Inglaterra le parece una eterna primavera”. De la brisa que se experimentaba en el espacio territorial caraqueño no era especialmente fría, pero para quien estaba acostumbrado a otro clima le causaba temor. Hizo notar que los estudios de Derecho eran muy apetecidos por las personas que estaban en edad escolar, similar a preferencias en otros lugares de Suramérica.

A su llegada a Caracas, en 1832, los restos dejados por el terremoto de 1812 y la guerra emancipadora, despertaron en John Hawkshaw la desilusión que dejan la devastación y la destrucción
A su llegada a Caracas, en 1832, los restos dejados por el terremoto de 1812 y la guerra emancipadora, despertaron en John Hawkshaw la desilusión que dejan la devastación y la destrucción

     La parte interna de las iglesias le pareció “pobre”. Expresó que como acostumbraban los católicos, “los altares tienen muchos adornos; pero es pura basura mezclada con malas pinturas”. Según escribió, las piezas de mayor valor que en ellas estaban expuestas habían sido sustraídas con la revolución. Puso en evidencia que a las misas de los domingos asistían unas pocas mujeres, “pero en general el catolicismo está en estado de decadencia”. Esto lo evidenció a raíz de haber sido sometidas las iglesias a un nuevo rol en las repúblicas recién instauradas, debido a que muchas de ellas habían sido despojadas de bienes y era el Estado el encargado de la manutención de las principales figuras eclesiásticas. “Es evidente que el país está rápidamente virando hacia una situación que lo hará adecuado para recibir un más puro evangelio, o lo dejará sin religión alguna”. 

     Las procesiones que presenció las describió como aglomeraciones en que una “inmensa muñeca” representaba a la Virgen. 

     Ésta, a su vez, era llevada en hombros por algunos hombres, precedida y seguida por sacerdotes. Iban niños que entonaban canciones junto a otros que sólo llevaban cirios, “pero esto excita muy poco respeto; creo que hubo una época cuando una persona que no se quitara el sombrero al paso de una procesión corría el riesgo de recibir un bayonetazo en el sitio, en vez de un más prolongado acto de fe”.

     Observó que los estudiantes de derecho utilizaban una capa parecida a las usadas entre los ingleses de la misma condición universitaria. Hizo notar que la presencia de mendigos no era tan pronunciada “como debieron haberlo sido en una época anterior. Los que vi eran individuos enfermos, a menudo de elefantiasis”. Justificó esta situación a la prodigalidad de recursos alimentarios proveídos de manera natural por una tierra pródiga. Subrayó que cuando los españoles gobernaban el caso de los mendigos y su presencia en las calles era notorio.

     De su vuelta de una excursión por el centro del país regresó a Caracas en 1833. En su trayecto de regreso expuso ante el lector sus impresiones acerca de las pulperías que había conocido en los distintos parajes que visitó. De la pulpería destacó que eran especie de casas de posta al estilo sudamericano, un lugar en que se combinaba un almacén y una taberna. Describió que ellas consistían en una casa de estilo alargado y con dos salones, ambos en la parte baja de una edificación. Contaban con un techo que se extendía por ambos lados de la casa y que formaba una especie de corredor. Uno de los salones era el lugar donde se alojaba la familia y el otro era el espacio dedicado al almacén como tal, “en que todas las cosas están aglomeradas”. Puso de relieve que la mayoría de las pulperías que visitó, dentro y fuera de Caracas, contaban con una ventana cuadrada, por medio de la cual las personas demandaban y recibían sus pedidos, puesto que “no había sitio adentro para estar de pie o sentarse, si tal cosa fuera deseable en un país donde no se desea otro techo que el cielo, a no ser como protección contra el sol”.

     De las mismas pulperías expuso que en ellas, por lo general, se alcanzaba a satisfacer sólo una parte de lo que requería cualquier comprador. “No hay, señor. Son las palabras más comunes en boca del dueño de una pulpería, y las pronuncia con la mayor indiferencia; a veces como si le fastidiara el esfuerzo que tiene que hacer para decirlas”. Igual daba si alcanzaba encontrar un guarapo para saciar la sed o lo fuera otro bien porque no había regularidad en las provisiones o las reposiciones dentro de cada uno de estos establecimientos. Cerró este tema aduciendo que si el dueño de alguno de estos establecimientos había recién surtido su negocio, ya fuera en Puerto Cabello, Valencia o La Guaira, el cliente podría con suerte conseguir la mayor parte de lo exigido. En fin, podía tener la suerte de encontrar variedad para satisfacer una demanda, “o puede no haber nada, como no sea ratas y carne cruda, tabaco y papelón”. 

La muerte de Ugarte Pelayo

La muerte de Ugarte Pelayo

Alirio José Ugarte Pelayo, líder político del partido Unión Republicana Democrática (URD).
Alirio José Ugarte Pelayo, líder político del partido Unión Republicana Democrática (URD).

     “Alirio Ugarte Pelayo* había estado reunido la noche anterior hasta después de la una y media de la madrugada, hablando sobre la fundación del nuevo partido político Movimiento Demócrata Independiente. Alirio vacilaba un poco. Prefería mantenerse independiente, como lo había anunciado, pero sus amigos le decían que la formación de un grupo definido era necesario.

     La noche del miércoles había discutido eso con sus amigos, una vez más. Caridad Sperandio, su esposa, con la cual se casó en 1949, lo notaba cansado y le decía: “Alirio, te estás fatigando demasiado. Debes dormir un poco”.

     Pero a Alirio, desde antes del 26 de abril que fue cuando los suspendieron en URD por 16 votos contra 12, no podía dormir tranquilo. Se mantenía despierto con pastillas de Bellergal y con café.

     El jueves 16 de mayo de 1966, los reporteros que acudieron a la residencia de Alirio Ugarte Pelayo para dar cobertura a la rueda de prensa en la que anunciaría el lanzamiento de un nuevo partido político (Movimiento Demócrata Independiente), se vieron obligados a cambiar la razón de la pauta periodística, de política a sucesos. Estando todos reunidos en su casa, y solo a minutos de comenzar la presentación, se escuchó un disparó.

     El dirigente político de 43 años de edad, fue hallado en la biblioteca de su casa (Quinta Claudelí) de la urbanización Los Chorros, en Caracas, con un disparo de revólver en la sien derecha y debió ser trasladado de emergencia a la Clínica Avila, de Altamira, donde falleció cuando era atendido en el quirófano.

     Aunque la Policía Técnica Judicial (PTJ) determinó que se trató de un suicidio, muchas fueron las especulaciones  que se ventilaron en torno a la posibilidad de un asesinato, por las circuntancias que rodearon la rutina del político que por esos días, ya que  fue suspendido de actividad de militancia en el partido Unión Republicana Democrática (URD), por serias diferencias con el máximo dirigente de esa tolda, Jóvito Villalba, quien se negaba a no aceptar que lo retaran en la nominación de la candidatura presidencial para las elecciones de 1968.

      Un par de semanas después de la desaparición física de Ugarte Pelayo, en la edición del 18 de junio de 1966 de la revista Élite, el periodista Félix Hache analizó los diferentes escenarios que rodearon la muerte del joven dirigente político.

 

Suicidio premeditado

     En el trágico epílogo de la vida del Dr. Alirio Ugarte Pelayo conmovió a la nación y dará tema por mucho tiempo a los comentarios políticos. Todo lo que se diga para explicar el drama del joven y relevante líder quedará en el aire, sin bases documentales. No obstante, a los pocos días de su muerte ya corrían por la calle multitud de versiones, muchas de ellas montadas sobre aparentes bases lógicas. Aquí recogemos, con difícil objetividad, las que nos han parecido más verosímiles. Las otras, por descabelladas, no son de tomarse en cuenta.

Los amigos se disputaban el honor póstumo de cargar sobre sus hombros los restos de Alirio
Los amigos se disputaban el honor póstumo de cargar sobre sus hombros los restos de Alirio

     Alirio quiso romper con el estilo político imperante y esto lo llevó a ubicarse en la peculiar posición de hacerse líder y factor de una concordia que acercara a ciertos sectores políticos, afines o no. La recepción que dio a comienzos de año en su residencia de Los Chorros, a la cual fueron invitados personeros de todas las gamas partidistas ̶ desde el perejimenizmo hasta la extrema izquierda ̶ y de las llamadas fuerzas vivas, es una prueba de esa intención cordial. Que aquella cromática recepción fue hecha con fines políticos no cabe la menor duda, pero esos fines fueron honestos y respetables. No lo interpretaron así los tercerones de Jóvito, quienes dieron la voz de alerta. “¡Alirio tiene aspiraciones presidenciales!”. Tácitamente fueron ellos los que lanzaron así, sin proponérselo, el nombre de Alirio sobre el tapete de los candidatos presidenciales. Ya para ese entonces el doctor Ugarte Pelayo era un político presidenciable. Y es de advertir que en este país son muchos los candidatos presidenciales. Un hombre de su brillo intelectual, hábil expositor que a su facilidad de palabra unía cierta emoción, bastante sinceridad y un poco común don de gentes, fue convertido, sin su anuencia, en un potencial candidato a la Presidencia de la República. Su interés por la concordia, paradójicamente, le ganó la animadversión de algunos dirigentes de su propio partido. 

     En URD se le ha rendido un permanente culto a la personalidad de Jóvito Villalba ̶ culto en el que participó el propio Alirio sin reservas y con una sinceridad que no convenció a los tercerones del Maestro ̶, quien jamás admitió a su lado a segundos que pudieran opacarlo. Esta cualidad de Jóvito la prueban hechos históricos tales como su salida voluntaria del PDN, cuando Rómulo Betancourt se ganó en la clandestinidad el puesto de jefe indiscutible del partido, y el mutis que hicieron los fundadores de URD ̶ Elías Toro, Isaac Pardo, Mariano Picón Salas, Inocente Palacios ̶, hombres de fuerte personalidad que no podían tolerar a un jefe único y vitalicio dentro de una organización democrática. 

     No se ha comprobado que el doctor Ugarte Pelayo moviera resorte alguno, ni dentro ni fuera de URD, en favor de su pre-candidatura presidencial, actitud  que, de haberla asumido, hubiera sido perfectamente lícita. La campaña que contra él desataron los tercerones de Villalba, movidos por el celo y con un encono igual al de un  monárquico en venganza de una lesa majestad, tuvo su culminación con el pase del líder al Tribunal Disciplinario y su posterior salida de URD. Esta crisis fue observada paso a paso, por medio de la prensa y la televisión, en las voces de sus principales protagonistas, por el pueblo venezolano. Jóvito y Alirio expusieron sus razones con un lenguaje de altura. El Dr. Ugarte Pelayo fue más lejos aun y en cada una de sus intervenciones, casi con humildad, además de exponer sus conceptos, elogio e hizo protestas de amistad y respeto hacia el Maestro, con lo cual dio un ejemplo de tolerancia y de convivencia. Durante esos sucesos Alirio fue la imagen clásica del político sereno y seguro de sí mismo, reflexivo y desapasionado, pero firme. Nunca como en esos días se ganó A. U. P. tantos adeptos al exhibir sus dos relevantes personalidades: la humana y la política. Pero el Maestro se salió del marco de la altura política y el lunes, tres días antes del suicidio, en la casa distrital urredista, desató un lenguaje del más puro y feroz canibalismo político. Los insultos fueron publicados el martes, a toda página, en casi todos los diarios. Desde acusarlo de estar en combinación con “lo más podrido del perejimenizmo”, hasta presentarlo como mezquino personaje al asumir una actitud anti-adeca por haber sido vetado para el cargo de Ministro del Trabajo por el Presidente Leoni, pasando por el señalamiento de pretéritos errores políticos, el Dr. Villalba lo escarneció sin compasión.

Poco antes de comenzar la rueda de prensa que había convocado en su casa, para anunciar la fundación de un nuevo partido político, Alirio Ugarte Pelayo se quitó la vida disparándose un tiro de revólver en la sien derecha
Poco antes de comenzar la rueda de prensa que había convocado en su casa, para anunciar la fundación de un nuevo partido político, Alirio Ugarte Pelayo se quitó la vida disparándose un tiro de revólver en la sien derecha

     ¿Hasta qué punto rompieron el equilibrio emocional de Alirio los insultos de Jóvito, a quien él dio inequívocas muestras de respeto y aprecio, aun en lo más agudo de la crisis que los distanció? El doctor Ugarte Pelayo nunca fue, ni personal ni políticamente, un hombre de combate. Era idealista y poeta, de temperamento amable, cariñoso, pródigo en actitudes afectuosas. Contaba con amigos verdaderos aun dentro de los sectores antagónicos a él. La crisis partidista de la que fue eje, quizá contra su voluntad, le crearon compromisos que no buscó. En torno a su persona se Produjo un reajuste político y de opinión de alcances y trascendencia nacionales que lo envolvió en inesperadas responsabilidades. Posiblemente su mayor problema fue el de violentar su pensamiento y sus propios planes al verse obligado a establecer una nueva fracción política, él, que no propiciaba el fraccionamiento del país político y sí una reagrupación de voluntades.

     El miércoles fue un día decisivo. Perdido su equilibrio emocional optó por el suicidio, una solución romántica trascendente. Preparó la escena y una rueda de prensa para que el impacto fuera mayor. Hombre de muchas luces, se abstuvo de dejar un testamento o algún otro documento que disminuiría la repercusión de su voluntario sacrificio.

     Esta es una de las versiones, pero alrededor de ella surgen dudas. Alirio no era rencoroso y sabía que un acto suicida repercutiría con fuerza destructora en URD. Para un hombre de su inteligencia, de sus recursos y de su serenidad, no era admisible como móvil la venganza y menos a costa de su propia vida. ¿Hizo presa de él el desaliento al no sentirse capaz de usar las armas del insulto y la diatriba para defenderse y atacar y optó por hacer un mutis definitivo? No lo creemos. Ugarte Pelayo   ̶ lo dijo poco antes de morir al responder a un periodista que requirió su opinión sobre los ataques personales de que era objeto ̶ conceptuaba los insultos a él dirigidos como dañinos para quien los profería.

     Lo cierto es que el suicidio de Alirio Ugarte Pelayo, pese a la ausencia de un documento escrito o hablado, es un desgarrador mensaje político lanzado a una Venezuela que se debate en menudas y estériles pugnas y, sin que esto haya sido su postrera intención, el rostro de quienes lo escarnecieron y no creyeron en su desprendimiento, en su sinceridad, en su bondad.

 

El chantaje

     Otra versión es la del chantaje y ella gira en torno a la última llamada telefónica que recibió Alirio, minutos antes de dispararse un revólver en el parietal. El líder, mental y moralmente golpeado durante más de 20 días y ya al borde de una crisis nerviosa debido a las presiones a que lo sometieron los sucesos que venían desarrollándose, teniéndolo a él como eje, habló por teléfono y después se mató. ¿Quién fue el autor de esa llamada? ¿Qué grave noticia le comunicó? ¿Qué amenaza le hizo? Las perspectivas políticas de A. U. P. eran prometedoras. Militantes del que fue su partido y muchos otros adeptos que le llovieron en toda la República, le daban humano caudal para fundar un nuevo y poderoso grupo político. Su presencia en el escenario político, sin las trabas egoístas y mezquinas que trataron de frenar su ascenso, modificaba varios aspectos del panorama partidista y lesionaba intereses. Su estilo era nuevo, avasallante y amenazaba con provocar cambios en las combinaciones presentes y en las estructuras futuras del país. Nada tuvo de extraño que quienes ya lo combatían y los que se aprestaban a combatirlo con el uso de desleales armas, tales como el insulto y el infundio, hayan apelado al chantaje para detenerlo en sus propósitos. Pero, ¿qué cosa tan extraordinariamente grave e indestructible esgrimieron para cometer el chantaje? Alirio tuvo deslices y errores políticos, como los han tenido todos los actuales dirigentes políticos, y para esos errores tuvo justificación. No hubo programa televisado al que él asistiera en el que, cual disco rayado, dejaran de preguntarle: ¿Cómo explica usted su actuación como director de Política del Ministerio de Relaciones Interiores y como Gobernador de Monagas durante el régimen dictatorial? Su respuesta llena de lógica sonaba también como disco rayado. De tal manera que hay que descartar, como arma chantajista, algo que se relacione con su actuación política entre 1948 y 1952. ¿Apareció algún documento que sobre el infundio de los cuarenta millones de bolívares que oscuras fuerzas políticas nunca nombradas por sus nombres y apellidos, le ofrecieron para su presunta campaña presidencial? Tal hipótesis es increíble. Si ese documento existiera sus enemigos lo hubieran hecho público sin tener la delicadeza de participárselo; es más, lo hubieran publicado aun después de muerto. Alirio, quien si antes, vivo, fue un formidable adversario, ahora, después de muerto, es una gigantesca sombra acusadora para unos cuantos y una luz orientadora para muchos.

     Es difícil admitir el chantaje como factor determinante del suicidio de A.U.P. Si esa llamada telefónica fue la última gota que desbordó el vaso de su emotividad y lo impulsó a accionar el gatillo, por el hilo telefónico no vino una amenaza ni un chantaje, sino cualquiera otra de esas noticias que sí eran capaces de conmoverlo, como, por ejemplo: la defección de un amigo o un nuevo rastrero ataque de quienes unos días antes figuraron en la, para él muy respetable, lista de sus afectos.

En el trágico epílogo de la vida del Dr. Alirio Ugarte Pelayo conmovió a la nación y dará tema por mucho tiempo a los comentarios políticos
En el trágico epílogo de la vida del Dr. Alirio Ugarte Pelayo conmovió a la nación y dará tema por mucho tiempo a los comentarios políticos

Decepciones

     El Dr. Ugarte Pelayo renunció a la vida, a n hermoso hogar y a un porvenir político que era francamente prometedor. Las banderas de la angustia y de la esperanza de muchos venezolanos estaban en sus manos y prueba de ello fueron los ojos, anegados en llanto, de las humildes gentes que, en apretada multitud, acudieron a su imponente cortejo fúnebre. Su inteligencia fue un desafío a los intrigantes de la política, a los que no juegan limpio. Fue un hombre de gran sensibilidad   ̶ amaba el arte, la poesía y todas las cosas hermosas ̶, cuyo estilo era la cordialidad, el culto a la amistad. Tenía amigos, muchos amigos en todos los partidos políticos. Quizás fue esta personal característica suya lo que indujo a sus pequeños y mezquinos detractores a sospechar que Alirio buscaba contacto con líderes de otros sectores con fines personalistas. La dispersión ideológica y la inquina personal han contribuido a la fragmentación de nuestro mosaico político. Esto lo sabía Alirio y por eso trató y buscó un acercamiento con dirigentes de otras toldas, con el generoso deseo de superar el más grave problema político de este país: la desunión. Ese signo amistoso de su personalidad humana y política le ganó sinceros afectos y muchos adeptos. Es muy posible que durante y después de la crisis que produjo su salida de URD, algunos de esos amigos, dirigentes de otros partidos, le hayan prometido formal e informalmente apoyo para su futuro político, pero luego, después de hacer sus cálculos, desistieron por temor a verse desplazados de sus posiciones de comando por la descollante personalidad de A.U. P., lo que sin duda hubiera ocurrido a corto plazo, tal como sucedió en URD. Es un signo fatal de este país el que sus dirigentes, casi todos, se crean predestinados a misiones salvadoras exclusivas. De ahí el celo que en ellos provocan hombres de las dimensiones de Ugarte Pelayo, capaces de lograr amplios objetivos. 

     Poco importaba el contingente humano que Alirio pudiera aportar a una organización política ya existente, además de su caudal ideológico, si su talla de líder estaba llamada a opacar a los viejos ductores. A. U. P. no se mostró, en principio, dispuesto a fundar un nuevo grupo político. Consideraba el fraccionalismo como negativo para el movimiento democrático y por tal razón hubiera preferido sumarse a un partido ya existente a agruparse en una nueva fracción. ¿Qué le hizo dar marcha atrás en ese propósito? Los urredistas que espontáneamente lo siguieron a su salida del partido fueron muchos, varios millares, entre ellos centenares de dirigentes, mayores y menores, que con él tenían frecuente o diario contacto. Es de presumir la influencia que este hecho ha debido ejercer sobre sus intenciones. ¿Le creó esta situación una sensación de frustración, que se añadió a las desazones que en todo ser humano se producen al ser víctima de una injusticia y encima ser agredido con encono? ¿Se vio metido en un atolladero sin salida en el que por un lado corría el riesgo de contradecir sus manifestaciones públicas sobre el fraccionalismo político, así éste fuera honorable y justificado, y por el otro su conciencia de hombre bondadoso le reclamaba no defraudar a sus espontáneos seguidores? ¿Qué camino seguir? Quizás A.U. P., en medio de las intensas presiones a que estaba sometido, perdiera su ponderado discernimiento y no viera otra salida que la heroica del propio y voluntario sacrificio.

 

Complejo de cuna y frustración

     Es otra de las versiones. Tiene facetas científicas y tendría que ser explicada por un psiquiatra, pero para los que conocían al Dr. Ugarte Pelayo es inadmisible. El origen, en nuestro país, no es traba que impida a nadie surgir en cualquier actividad. Más aun, cuando el nivel de una cuna sin apellidos, pasando por una adopción de terceros, se llega a escalar las altas posiciones que desde muy joven tuvo Alirio, lejos de ser un baldón ello constituye un mérito y es motivo de admiración. Ugarte Pelayo jamás ocultó su origen y no se avergonzaba de él. Sin amargura, con su característica generosidad, alguna vez narró a los periodistas las alternativas de su infancia y se refirió con respeto y amor a sus padres naturales y a los adoptivos que le dieron sus apellidos. Allí está, para probarlo, la gran entrevista que le hizo Élite en febrero de este año, en la cual Alirio contó, con lujo de detalles, la historia de su nacimiento. En la misma oportunidad se quejó de ser un hombre que provocaba controversias sin él proponérselo. Sus más diáfanas actitudes eran interpretadas caprichosamente y, muy frecuentemente, en sentido diametralmente opuesto a lo que él se proponía. Ciertamente que no le fue fácil obtener lo que otros tuvieron y tienen como llovido del cielo.

     Supo vencer obstáculos y convencer a sus adversarios. Su voluntad de vencer ha debido desarrollar en él una disciplina como muy pocas y adquirir un adecuado sentido de su proyección personal y política en el destino de su país. Su emotividad de poeta ̶ “soy un poeta frustrado”, declaró en una entrevista a un reportero ̶ fue superada por su brillante inteligencia de político y logró así un equilibrio entre lo idealista y lo práctico. ¿Dónde está entonces su frustración?  Alirio se propuso una meta difícil y estaba en el camino, lleno de obstáculos, pero con promisoras perspectivas, a recorrer para alcanzarla. Joven, con indudables y brillantes condiciones de dirigente, con densos conceptos sobre una realidad nacional imperante y otra por alcanzar, con ideas muy claras sobre los problemas nacionales, con un apoyo que nació espontáneo en diversos sectores y, por último, con una natural inclinación a sumar y multiplicar y no a sustraer y a dividir, tenía ante sí un panorama como para sentirse optimista y no frustrado.

     Sean cual fueren los motivos y las causas que impulsaron el suicidio del doctor Alirio Ugarte Pelayo, lo único cierto es que fue una víctima más de esa vorágine política que destruye hombres y vidas, pulveriza prestigios y tiene sumida a Venezuela en un angustioso suspenso”.

FUENTES CONSULTADAS

  • Elite. Caracas, 28 de mayo de 1966

  • Elite. Caracas, 18 de junio de 1966

    * Alirio José Ugarte Pelayo, líder político del partido Unión Republicana Democrática (URD). Nacido en la Hacienda Palmira, cerca de Anzoátegui, población del estado Lara, Alirio era hijo natural del general José Rafael Gabaldón y de Romelia Tamayo Anzola, pero que tuvo como padres adoptivos a Luis Horacio Ugarte y Hercilia Pelayo, ambos de Guanare y compadres de Gabaldón.

Inauguración de la Avenida Bolívar

Inauguración de la Avenida Bolívar

Construida entre el 25 de julio de 1945 y el 31 de diciembre de 1949, la Avenida Bolívar coloca a Caracas a la altura de Roma, Paris, Londres y Nueva York. Por supuesto que la moderna vía caraqueña no será superior a la Quinta Avenida o a la Calle Corrientes o a la Avenida de los Campos Elíseos. Pero todas esas vías no supusieron más trabajo que el de construirlas, mientras que la nuestra ha tenido que comenzar por destruir intensamente, rompiendo la ciudad, trastornando su vida, para llegar a resolver su tránsito, en principio, y, en gran parte más tarde, el duro problema de la vivienda

La Avenida Bolívar fue construida entre 1945 y 1949, e inaugurada por el presidente de la Junta Militar de Gobierno, teniente coronel Carlos Delgado Chalbaud
La Avenida Bolívar fue construida entre 1945 y 1949, e inaugurada por el presidente de la Junta Militar de Gobierno, teniente coronel Carlos Delgado Chalbaud

     “Ante distinguidas, así como de numeroso público, el presidente de la Junta Militar de Gobierno, teniente coronel Carlos Delgado Chalbaud, procedió a las doce del mediodía a cortar el cordón que dejó abierto definitivamente el transito por la Avenida Bolívar.

     El tramo inaugurado es de aproximadamente unos 1.600 metros. Tiene unos 33 metros de ancho en toda su extensión, pero según se informó, en algunos sitios será ensanchada para que permita el estacionamiento de vehículos a ambos lados.

     La hora marcada por el meridiano ese 31 de diciembre de 1949 fue para Venezuela el momento cumbre de su historia progresista en el medio siglo que ese día terminó.

     Caracas entera, asombrada ante la realidad de lo que constituía su mayor preocupación, acompañó emocionada a la Junta de Gobierno y los técnicos dirigentes de la Avenida en los actos inaugurales.

     Realizado el mencionado corte de la cinta por el presidente de la Junta Militar de Gobierno, quedó abierta al público para el tráfico de vehículos una espléndida vía que supone una capacidad por lo menos de seis calles, con lo que Caracas verá satisfecha que el arduo problema de la circulación tiende desde este momento a mejorar y van desapareciendo las causas que motivaban el atascamiento que constantemente se producía.

     La visión de la Avenida, perfecta y bellísima en toda su extensión, desde su apertura y todo el día 1° de enero del recién nacido año 1950, fue la contemplación obligada de la ciudadanía, que, con exaltación entusiasta y asombrada, circuló por ella incansable y orgullosa de la obra realizada por Venezuela en beneficio de la urbe capitalina.

     Uno de los momentos culminante de la inauguración fue cuando el presidente de la Junta de Gobierno impuso al Dr. Oscar Rodríguez, gerente de la Cía. Anónima Obras de la Avenida Bolívar, la Cruz de la orden Francisco de Miranda en Segunda Clase.

     La numerosísima asistencia de invitados fue obsequiada con un lunch durante el cual se repartió con la mayor profusión un cuaderno descriptivo de la Avenida que fue aceptado por el público con el mayor entusiasmo, dedicándose de inmediato a recoger los autógrafos de los miembros del Gobierno y técnicos dirigentes de la Avenida, haciendo así del cuaderno un documento histórico de inapreciable valor.

La Avenida contaba con aproximadamente unos 1.600 metros de longitud, y unos 33 metros de ancho en toda su extensión
La Avenida contaba con aproximadamente unos 1.600 metros de longitud, y unos 33 metros de ancho en toda su extensión

Caracas a la atura de Roma, Paris, Londres y Nueva York

     Más de uno sonreirá maliciosamente ante lo que considerará como pretensión atrevida cuando estampamos los enunciados contenidos en el intertítulo de este párrafo los títulos.

     Sin embargo, al escribirlos los hemos considerado cuidadosamente para no vernos atrapados por la crítica de posibles contradictores.

     Evidentemente no trataremos de comparar a Caracas con la admirable grandiosidad de aquellas ciudades del Viejo Mundo, en las que la historia por milenios se ha hecho piedra, perspectiva y vía; tampoco tratamos de ponerla en parangón con la gigantesca acumulación de técnica y economía que son las grandes metrópolis del Nuevo Continente.

     Más modestamente, queremos señalar, que Caracas abandonando sus encantos coloniales de princesa olvidada en el maternal regazo del Ávila, despierta y se acompasa al ritmo marcado por una civilización inexorable en sus leyes económicas, técnicas, demográficas, etc.

     Por obra y gracia de la Avenida Bolívar, nuestra otrora dormida ciudad del Ávila entra en los términos que la permiten establecer cierto orden de comparación entre las metrópolis mundiales.

Caracas

     La Avenida Bolívar es necesariamente exponente de la técnica más moderna y su belleza es de orden funcional. Su utilidad funcional, tanto como su belleza urbanística, queda reflejada como área de pulmón de la ciudad al estar acompañada del parque Los Caobos.

 

Paris

     La Avenida de los Campos Elíseos correspondería a la Avenida Bolívar y el Jardín de la Tullerías al Parque Los Caobos. Sus magníficas proporciones equilibradas, la arquitectura de sus monumentos y edificios, su inigualable perspectiva, hacen merecedora a la vía parisina del primer puesto entre las grandes avenidas del mundo.

 

Londres

     Hyde Park es, sin duda, el pulmón por excelencia y difícilmente podrá ser aventajada en el mundo. La elección de Grosvenor PL y Vauxhall Bge. Road hasta el río ha sido hecha pensando en Buckingham Palace y la Estación Victoria, las cuales llenan el trayecto con la grandeza característica y propia de Londres, la capital del más grande Imperio.  

 

Roma

     La Vía del Corso, que se inicia en la Plaza Venecia, para llegar a la del Popolo, antes de entrar al grandioso parque de Villa Borghese, el pulmón romano, presenta un sorprendente paralelo en diseño con la vía de la Avenida Bolívar y el amplio parque de Los Caobos, hecha la salvedad de que el gigantesco parque de Roma está considerado como uno de los más hermosos de Europa 

 

Nueva York

     La Quinta Avenida es por antonomasia la avenida del siglo XX. Parte de Washington Square para verterse en Central Park, el pulmón de Manhattan.

     Sus características son las propias de la ciudad americana: estructura rectilínea en un diagrama de calles a ángulo recto. Cubos esbeltos que se elevan al cielo que limitan la calle y la perspectiva que ofrece al viandante haciéndole sentirse pequeño ante la magnitud de los universalmente conocidos rascacielos. La europea es la belleza clásica y equilibrada de Roma, espiritualizada en Paris y Londres; América es la belleza de la forma creada por las técnicas aplicadas sociales y económicas de la hora actual de la civilización.

En su época, la moderna vía caraqueña fue comparada con la Quinta Avenida de Nueva York, con la Calle Corrientes de Buenos Aires, la Vía del Corso de Roma y con la Avenida de los Campos Elíseos de París
En su época, la moderna vía caraqueña fue comparada con la Quinta Avenida de Nueva York, con la Calle Corrientes de Buenos Aires, la Vía del Corso de Roma y con la Avenida de los Campos Elíseos de París
Los trabajos de la Avenida Bolívar requirieron el empleo de un crecidísimo número de trabajadores y de las máquinas más modernas y potentes de la época
Los trabajos de la Avenida Bolívar requirieron el empleo de un crecidísimo número de trabajadores y de las máquinas más modernas y potentes de la época

Los “Caterpillar” en la Avenida Bolívar

     Los trabajos llevados a cabo en las obras de la Avenida Bolívar proporcionaron cuatrocientas mil toneladas de tierra, las cuales fueron transportadas en ochenta mil camiones.

     La tierra de la Avenida Bolívar sirvió para rellenar las quebradas del Este, donde con ayuda de las máquinas “Caterpillar” se construyó otra gran avenida.

     Esas cifras muestran la ingente obra que se realizó. Jamás se había emprendido obra urbana de igual envergadura, no ya en Caracas, sino en el mundo entero.

     Evidentemente, las magníficas avenidas de los grandes países tuvieron que hacerse. No podemos decir que la Avenida Bolívar es superior a la Quinta Avenida o a la Calle Corrientes o a la Avenida de los Campos Elíseos. Pero todas esas vías no supusieron más trabajo que el de construirlas, mientras que nuestra Avenida Bolívar ha tenido que comenzar por destruir intensamente, rompiendo la ciudad, trastornando su vida, para llegar a resolver su tránsito, en principio, y, en gran parte más tarde, el duro problema de la vivienda.

     La Avenida Bolívar es un ejemplo de actividad y un lujo que solo pueden permitirse los países jóvenes y en plena prosperidad.

     Los trabajos de la Avenida Bolívar requirieron el empleo de un crecidísimo número de trabajadores y de las máquinas más modernas y potentes. La célebre “bola” que derrumbó el Hotel Majestic en una noche fue una innovación realmente “enérgica” en materia de demoliciones.

     En cuanto a los trabajos de excavación, remoción y carga de tierra, y a otros muchos, como el de los célebres pilotes hundidos por potentes grúas para proteger los edificios que no habían de ser derrumbados y para preparar los puentes provisionales que mantuvieron la continuidad en el tránsito, los famosos motores Diesel y los tractores y grúas, palas mecánicas.

     “Traxcavatores”, traíllas y otras máquinas de la marca “Caterpillar”, prestaron el mayor concurso para conseguir la seguridad en el trabajo y la rapidez que ha caracterizado todo cuanto se ha hecho en la Avenida Bolívar.

     Alcanzar la ciudad en tres minutos, desde El Silencio al Parque Carabobo, parece un milagro.

FUENTES CONSULTADAS

  • Elite. Caracas, 7 de enero de 1950

  • Últimas Noticias. Caracas, 2 de enero de 1950

Primera transmisión radial deportiva

Primera transmisión radial deportiva

Esteban Ballesté fue el primero que narró en Venezuela, a través de la radio, las incidencias de un evento deportivo. Se trató de una pelea de boxeo que se llevó a cabo en el Nuevo Circo de Caracas, el 22 de marzo de 1931
Esteban Ballesté fue el primero que narró en Venezuela, a través de la radio, las incidencias de un evento deportivo. Se trató de una pelea de boxeo que se llevó a cabo en el Nuevo Circo de Caracas, el 22 de marzo de 1931

     El domingo 22 de marzo de 1931, cuando en Barranquilla, Colombia, un grupo de venezolanos, exiliados políticos, firmaba lo que se conoció luego en la historia como “El Plan de Barranquilla”, documento en el que se criticaba a la dictadura del general Juan Vicente Gómez, en la ciudad de Caracas se transmitía por primera vez, a través de la radio, un evento deportivo.

     Era la época en la que el beisbol, las carreras de caballos y el boxeo acaparaban la atención de los venezolanos. Entonces, los peleadores Simón Chávez, Sixto Escobar, Firpo Zuliano, y Héctor Chaffardet, entre otros, acrecentaban el fanatismo de los caraqueños.

     Ese 22 de marzo, Esteban Ballesté, hijo, narró desde el Nuevo Circo, a través de la emisora Broadcasting Caracas (Radio Caracas Radio RCR, hoy inactiva en el dial 750 am. Pero al aire a través de Internet), las incidencias de la pelea por el título welter entre el puertorriqueño Pedro Malavé, conocido en los medios deportivos como Pete Martín, y el norteamericano Tommy White, el Gato Salvaje de Arizona.

     Un mes más tarde, el domingo 26 de abril, Ballesté narraría por primera vez en el país, también por la Broadcasting Caracas, los acontecimientos de un emocionante juego de pelota de primera división, entre los “Eternos rivales”, Royal Criollos y Magallanes, desde la entonces mezquita del beisbol, el estadio San Agustín.

     Ballesté fue igualmente el primero que, junto con Miguel Alcides Toro, narró desde el exterior un combate de boxeo para Venezuela.

     El viernes 22 de diciembre de 1939, se transmitió en vivo por Radio Caracas Radio, desde el Madison Square Garden de Nueva York, la pelea entre el venezolano Simón Chávez (El Pollo de la Palmita), quien perdió por decisión, y el norteamericano Pete Scalzo.

     Esa fue la primera vez también en la que un venezolano peleó en el histórico coso neoyorkino y la primera transmisión radial, en vivo, desde el exterior para nuestro país, de un evento deportivo. 

     Ballesté nació en Caracas en 1907 y falleció en Nueva York, tras caerse de un caballo, en 1946. Su padre, de igual nombre, fue un conocido comerciante cubano, fundador del Automóvil Touring Club de Venezuela, en 1913.

El Nuevo Circo de Caracas, fue el escenario desde donde se transmitió por radio, por primera vez en el país, un evento deportivo. Ese día, se enfrentaron el puertorriqueño Pete Martín y el norteamericano Tommy White
El Nuevo Circo de Caracas, fue el escenario desde donde se transmitió por radio, por primera vez en el país, un evento deportivo. Ese día, se enfrentaron el puertorriqueño Pete Martín y el norteamericano Tommy White
La primera emisora radial de Venezuela fue AYRE, fundada en 1926, pero la primera que transmitió un evento deportivo fue la Broadcasting Caracas (Radio Caracas Radio RCR)
La primera emisora radial de Venezuela fue AYRE, fundada en 1926, pero la primera que transmitió un evento deportivo fue la Broadcasting Caracas (Radio Caracas Radio RCR)

Una tarde histórica

     La prensa de la época recogió este histórico acontecimiento, acaecido apenas cinco años después de la puesta al aire de la primera emisora de radio del país: AYRE (1926). El lunes 23 de marzo de 1931, El Nuevo Diario relató el evento de la siguiente manera:

     “Qué soberbio aspecto presentaba nuestro estadio pugilístico en la tarde de ayer (…) Todos los detalles de un coliseo norteamericano: lleno completo (…), mucho ajetreo en las apuestas; lentes cinematográficos por distintos sitios; la voz sonora del señor Ballesté, hijo, speaker de la Broadcasting Caracas, transmitiendo el curso de la pelea (…), un éxito completo para la Radio”.

     El periodista Juan Antillano Valarino (AVJota) también se hizo eco de tan magno acontecimiento, desde las páginas del diario El Heraldo, en la edición correspondiente al 23 de marzo, dijo que: “La Estación de Radio I.B.C. Broadcasting Caracas perifoneó de manera magistral a Puerto Rico y otras ciudades del exterior, las incidencias de la gran tarde de boxeo de ayer, la cual será de grata recordación para los anales del boxeo en Venezuela”.

     Sin duda, que este evento marcó un hito en la historia deportiva del país. Fue la primera transmisión directa y a su vez llevada en vivo al exterior. Como cosa curiosa, pero normal para entonces, dos peleadores extranjeros disputaban un campeonato venezolano.

     La victoria del nuevo campeón Tommy White se produjo tras diez encarnizados asaltos, donde él llevó la mejor parte, por lo que la Comisión de Boxeo del Distrito Federal, luego de leída las tarjetas, le entregó la faja que llevaba el escudo nacional, que fue besado por el norteamericano en gesto emocionado recogido por las cámaras cinematográficas que filmaron por primera vez para los cines de Venezuela un programa boxístico, el cual incluyó dos peleas preliminares, una entre José Rafael Cueche y el puertorriqueño Villa y el también boricua “Moralito” contra Luis Liscano, así como un combate de semifondo entre el español Franklin Martínez y el italiano Max Izane.

     Fue una velada deportiva que pasó a la historia, y que jamás deberá ser olvidada.

Loading
Abrir chat
1
Contacta a nuestro equipo.
Escanea el código
Contacta a nuestro equipo para aclarar tus dudas o solicitar información.