La dramática historia de la primera Ley del Trabajo

La dramática historia de la primera Ley del Trabajo

Su proponente fue el bachiller y coronel Adán Hermoso Tellería (1882-1920), quien después de uno de los debates fue llevado en hombros desde el Congreso hasta el Hotel Klindt, en la Plaza Bolívar. 

Por Rafael Caldera

Adán Hermoso Tellería (1882-1920), diputado del estado Falcón, fue el primer venezolano en presentar en el Congreso Nacional, en 1916, un proyecto de Ley del Trabajo.

Adán Hermoso Tellería (1882-1920), diputado del estado Falcón, fue el primer venezolano en presentar en el Congreso Nacional, en 1916, un proyecto de Ley del Trabajo.

     “El 29 de abril de 1916, durante la dictadura del general Juan Vicente Gómez, corrió súbitamente un viento fresco de inquietud política y social en la Cámara de Diputados. Es difícil de imaginarlo. Tenía ya el general Gómez más de siete años en el ejercicio del poder y su autoridad se había consolidado. Pero no había muerto totalmente el espíritu parlamentario.

     Aquel 29 de abril ocurrió ante la Cámara un hecho inusitado. Presidía Rafael Cayama Martínez, diputado falconiano, escritor, orador y político, con título de General no emanado de ninguna escuela, sino obtenido en las contingencias político-militares de nuestras frecuentes contiendas intestinas. Y el acto de la sesión menciona escuetamente: “Concedido el derecho de palabra, el diputado Hermoso Tellería hizo uso de él para hablar sobre una ley protectora de obreros, proponiendo . . . que se designe una Comisión de siete miembros nombrados por la Presidencia para que, a la brevedad posible, presente un proyecto de Ley sobre protección de Obreros. El diputado doctor Planchart dio su voto aprobatorio a la proposición de Hermoso Tellería. Puesta en discusión y votada, se aprobó por unanimidad.

     La Presidencia nombró a los diputados Hermoso Tellería, Planchart, Crespo Vivas, Arcaya, Ron Pedrique, Baptista Galindo y Peña para constituir la Comisión a que se refiere la proposición”.

     En aquel mismo año 1916, el ministro de Relaciones Interiores, doctor Pedro Manuel Arcaya, había enviado a las Cámaras un proyecto de Código Civil. Contenía algunas innovaciones, entre ellas el establecimiento de la inquisición de la paternidad ilegítima, la cual alarmó tanto al dictador, ante los comentarios que le hicieron, que motivó la reforma del Código en 1922. 

     Pero el proyecto de Arcaya no innovaba prácticamente nada en materia de relaciones obrero-patronales. El arrendamiento de servicios continuaba rigiéndose, en sustancia, por las normas napoleónicas, las cuales subsistirían en aquel instrumento fundamental hasta la reforma efectuada en 1942. La nueva Ley propuesta por el diputado Hermoso Tellería pretendía que se diera entrada en nuestro derecho positivo al principio de la responsabilidad por accidentes de trabajo.

 

¿Quién era el proponente?

     Adán Hermoso Tellería era un hombre de 23 años. Usaba el título de Coronel, ganado –como el generalato del Presidente de la Cámara para aquel momento– en nuestra peripecia incivil. Había nacido en Coro en 1892. Era hijo del General Claudio Hermoso Tellería, cuyos dos apellidos usaba –lo mismo que sus hermanos– tal vez para evitar el simbolismo de unir el patronímico paterno y el materno, ya que su señora madre fue doña María Ramos Ramos y no querían que los llamaran los “hermosos ramos” …

     Se graduó de bachiller en Falcón y vino a Caracas a estudiar derecho, pero prefirió la política y entró en ella al estilo de los tiempos. Al lado del general León Jurado participó en alguna acción de nuestras luchas, y peleando salió de acuerdo a la usanza de la época, con el título de Coronel. Fue luego secretario de Gobierno en el Guárico, y muy pronto se le designó Diputado al Congreso, donde, a pesar de su juventud, llegó a estar encargado de la Presidencia de Diputados.

     Debió ser un orador de mucha fibra. De él se cuenta que después de uno de los debates ardorosos sobre la Ley de Protección de Obreros, fue llevado en hombros a la salida de la Cámara hasta su residencia en el Hotel Klindt, situado entonces frente a la Plaza Bolívar. En volumen impreso en la Tipografía Ramírez de Coro, bajo el título “Por Senderos de Justicia”. Hermoso Tellería recogió la historia del proyecto. Y en otro volumen, también impreso en la Tipografía Ramírez y titulado “Labor Parlamentaria”, recogió después una serie de incidencias de su actuación en el Congreso, las cuales emparentan con su proyecto de 1916 la llamada Ley de talleres y Establecimientos Públicos, tímido texto sancionado en 1917 que viene a resultar el corolario de los momentos de tensión vividos en la Cámara de Diputados el año anterior.

     Casó el 31 de mayo de 1919 con una distinguida dama, doña Ana Luisa Centeno Vallenilla. Murió el 5 de enero de 1920, cegado por el paludismo, bajo la forma de una “fiebre económica”. Su hijo, fue un profesional destacado de la medicina, nació a los tres meses de la muerte de Hermoso Tellería.

Rafael Caldera, presidente de la República de 1969 a 1974, reelecto en 1993 para el período 1994-1999, fue un gran estudioso del derecho laboral y uno de los primeros en evidenciar la necesidad de instaurar en Venezuela una legislación obrera moderna.

Rafael Caldera, presidente de la República de 1969 a 1974, reelecto en 1993 para el período 1994-1999, fue un gran estudioso del derecho laboral y uno de los primeros en evidenciar la necesidad de instaurar en Venezuela una legislación obrera moderna.

Dedicatoria obligada: “Al respetado jefe y amigo”

 

     Curiosa, esta rápida parábola biográfica de un hombre que fue expresión del medio y de las circunstancias, y que, a pesar de no haber llegado a vivir 30 años, dio extraordinarias anotaciones de una inquietud social casi imposible de creer en el momento y características históricas dentro de las cuales le tocó vivir. De ellas –y como indispensable defensa– da testimonio la dedicatoria del librito “Por Senderos de Justicia” al General Juan Vicente Gómez, “respetado jefe y amigo”, buscando hacerlo a su causa o neutralizar por lo menos su posible mala voluntad con las palabras iniciales: “Como sé de los nobles sentimientos que animan a usted por nuestras clases proletarias, a las cuales ha dado siempre su valioso apoyo, era mi anhelo ofrecerle, convertido en ley, el proyecto de Protección Obrera que figura en estas páginas; pero ya que el deseo de mi partidarismo no pudo realizarse, dígnese permitirme que coloque el prestigio de su nombre al frente de este libro en donde encontrará usted las opiniones que fueron emitidas en el seno de la Cámara de Diputados en los numerosos debates del proyecto”.

     Para enfrentar la conmoción que seguramente había causado su actitud, y para hacerse perdonar los aplausos de las barras y la salida en hombros hasta el Hotel Klindt, Hermoso Tellería no tuvo más remedio que añadir: “Tanto los defensores como los adversarios de la Ley, servidores decididos de la gloriosa Causa de Diciembre y leales amigos de usted, no tuvimos en nuestros discursos otros propósitos que los de contribuir de acuerdo con nuestro modo de pensar, a la magnífica obra de progreso que usted realiza con admirable patriotismo”.

Cómo era el proyecto de ley

     El día 17 de mayo la Comisión nombrada presentaba el proyecto. Mucho más habría deseado sin duda el proponente, si nos atenemos a sus palabras en la sesión del 29 de abril: “El asunto de que voy a hablar ha sido detenidamente estudiado por mi colega el diputado Planchart y por mí, fundándonos en leyes análogas que tenemos sobre los pupitres. Me refiero al vacío que hay en la legislación por falta de una ley protectora de los obreros, de esos seres humildes, que, tomando parte importante de todos los actos de la vida progresiva, son las más de las veces extorsionados por propietarios indolentes, que solo aspiran aumentar la fortuna con el sudor de los infelices”. (Aplausos prolongados). “En el mundo entero está reconocido el gremio obrero como una de las columnas más poderosas, y no podía ser de otra manera, puesto que sin el obrero el progreso sería un mito”. (Aplausos). “Sancionemos una ley que ponga a salvo a los que a diario nos sirven y habremos cumplido con nuestros propios sentimientos y con los deseos de nuestros comitentes, contribuyendo así a hacer más fácil la obra de rehabilitación que con admirable patriotismo realiza el benemérito General Juan Vicente Gómez”. (Aplausos)

     Pero, en realidad, se trataba de una modesta ley de reparación de accidentes de trabajo y su límite era bastante prudente: solo era aplicable “a los obreros o empleados cuyo salario anual (subrayado nuestro) no excedía de dos mil bolívares”. Es decir, a los trabajadores que ganaran menos de seis bolívares diarios. Los que ganaban más tendrían la opción de acogerse al derecho común o aceptar las indemnizaciones correspondientes hasta el límite protegido por la Ley.

     Los proyectistas fueron los diputados Adán Hermoso Tellería, Antonio Peña hijo, Raúl Crespo Vivas, Francisco Baptista Galindo, Antonio María Planchart, Camilo Arcaya y M. L. Ron Pedrique.

     El proyecto, a proposición del diputado, general R. Rojas Hernández, fue acogido y mandado a imprimir para estudiarlo y darle la primera discusión. En el discurso de aquel día, 17 de mayo, se citaron como fuentes la legislación alemana de 1883 y 1884, con mención de la inglesa de 1887, de la peruana de 1910, de la argentina de 1915, etc. “En los actuales momentos en que es aceptada por todas las legislaciones del mundo entero la sabia doctrina del riesgo profesional, se impone como una necesidad imperiosa el sancionamiento de esta ley”.

     Hacía justicia el proponente, por cierto, a un trabajo al que todavía no se ha dado en Venezuela debido reconocimiento: el discurso de incorporación a la Academia Nacional de Medicina presentado en 1914 por el doctor H. Rivero Saldivia, que, por cierto, mencionamos en una nota en la segunda edición de nuestro derecho del Trabajo. Hermoso Tellería hizo constatar que aquel distinguido médico (a quien recordamos ya de edad avanzada examinando todavía en la Universidad Central, y quien por cierto ingresó inconcebiblemente, a una actividad gubernamental y ejerció la Secretaría General de Gobierno en el Estado Portuguesa durante la Presidencia del señor Josué Gómez) había dado entusiasta colaboración a los proyectistas, pues según las propias palabras del orador, “sus vastos conocimientos en la materia estuvieron siempre en favor de nuestra humanitaria obra”.

En 1916, durante la dictadura del general Juan Vicente Gómez, se propuso por primera vez en el país un proyecto de Ley del Trabajo.

En 1916, durante la dictadura del general Juan Vicente Gómez, se propuso por primera vez en el país un proyecto de Ley del Trabajo.

La oposición contra el proyecto

     Pero la alborozada alegría con que fue recibida la modesta iniciativa del diputado Hermoso Tellería y de sus seis compañeros de Comisión se encontró inesperadamente frustrada en la sesión del 25 de mayo.

     Los proponentes se dieron cuenta de aquella situación y trataron de conjurarla mediante un recurso formal: proponer un cambio de nombre a la Ley. El diputado Luis Olavarría Matos propuso que fuese llamada “Ley de Accidentes de Obreros”; el diputado Ron Pedrique propuso: “Ley que trata de los accidentes de trabajo de los obreros”, modificación aceptada por Olavarría; el diputado Hermoso Tellería la modificó, proponiendo este nombre que era, en verdad, más adecuado: “Ley de Responsabilidad por Accidentes de Trabajo”. Todas estas proposiciones fueron votadas. . . y negadas.

     El curso del proyecto durante la sesión parecía estar siguiendo normalmente. Pero en forma inesperada, comenzaron a aparecer razones contra él. Se propuso aplazarlo indefinidamente. El debate se hizo tan ardoroso como no podría uno imaginarlo en un Congreso de la dictadura, y el resultado de la votación fue aplastante: 22 votos porque se difiriera, 12 porque no fuera diferida y 3 en blanco. “En consecuencia”, dice el acta, “se declara diferida indefinidamente la ley de Protección de Obreros”.

     El doctor Antonio María Planchart afirmaba, cuando se veía que ya no iba a haber remedio: “Tengo motivos para sospechar que algo siniestro se prepara contra la ley. Suficiente tiempo han tenido mis honorables colegas para formarse un criterio claro de la ley que discutimos. Todos palpamos las dos corrientes de la Cámara con respecto a la Ley de protección de Obreros. Una que tiende a negarla o a aplazarla indefinidamente, y la otra, de la cual formo parte, por sancionarla”. 

     La afirmación de Planchart era exacta. Dentro de aquella pequeña Cámara, donde el número de miembros presente, según el escrutinio de los votos era apenas de 37, había 22 votos comprometidos a hacer que el proyecto desapareciera.

 

Los argumentos del rechazo

     Es muy interesante la lectura de los discursos en favor y en contra del proyecto. Se oyó en Venezuela lo que en circunstancias similares se había dicho muchos años atrás en algunos países de Europa. Los argumentos empleados parecerían hoy inconcebibles, si no fuera porque a veces, para enfrentar otras instituciones, se utilizan razonamientos parecidos. Lo que resulta más extraño es que entre los proponentes del diferimiento indefinido el proyecto y entre los más ardorosos opositores del mismo estaban personas que por otros respectos tienen ganados títulos positivos de la ciencia jurídica y de la vida venezolana en general.

     Por esto nos sorprende escuchar al doctor Ramiro Antonio Parra decir: “Es una Ley que se propone un bien, es verdad, pero por un camino cerrado que viola derechos naturales” . . .

“Esa Ley es mala porque impone a los propietarios la obligación de hacer caridad y la caridad es un derecho que tienen los que necesitan de ella”.

     Lamentable confusión, sin duda, entre justicia social y caridad; lamentable idea de lo que son derechos naturales. Pero esta confusión tuvo profundas raíces en la historia del pensamiento y de la vida social de Europa y América.

     A los que hemos leído alguna historia de los orígenes de la legislación del trabajo en Francia e Inglaterra, de los argumentos que se les opusieron desde registros manchesterianos, no nos era desconocida esta argumentación: “Repito lo que dije al principio; que esta Ley se propone hacer un bien pero que hace un mal por el camino que lleva. Esta Ley impone una obligación que ataca directamente la libertad del obrero”.

     Pero no fueron estos los únicos argumentos, sino que hubo otros, también con raíz en la posición manchesteriana europea. Así, por ejemplo, se dice: “Nosotros no necesitamos de esta Ley porque el Código Civil establece cómo se indemnizan los daños que sufra cualquier ciudadano”. (Aplausos).

 

Los alegatos de los defensores

     Fueron estos mismos argumentos los que dieron lugar a que se afirmaran las razones en favor del proyecto, en las cuales, a pesar de notarse en algunos casos tal vez cierta carencia de más abundante información jurídica, luce un criterio claro del curso que debía tomar más adelante el Derecho del Trabajo. Así, por ejemplo, el diputado Cayama Martínez, orador, literato y general, luce –sin embargo– bien centrado en la argumentación jurídico-social: “Entre los varios argumentos que he oído por aquí –dice– está en primer término el de que esta ley es prematura. Es el eterno argumento de los que, ya se trate de pueblos o individuos se creen siempre débiles para las grandes transformaciones políticas sociales y económicas.” (Aplausos)

“Que no tenemos densidad de obreros” es otro argumento esgrimido por el grupo opositor. Valdría esto tanto como decir que no teniendo un ejército de medio millón de soldados, no existe el soldado, que, no teniendo un poderoso gremio de industriales, no existe el industrial; que, no teniendo cuatro millones de ciudadanos, no existe el ciudadano” (Aplausos)

“Existe el obrero y hay que protegerlo. Yo estaré porque la ley se discuta y así llegar al convencimiento de que ella no es prematura y que de su cumplimiento se derivarán grandes beneficios para el país”. (aplausos) “Causaría una tristeza profunda que mañana se dijera en el seno de la representación de los pueblos, en el seno de la genuina representación de nuestra democracia, se ha rechazado una ley de protección al obrero”.

     El diputado Ron Pedrique se apasiona en la defensa del proyecto. Recuerda la oposición a la Ley de Libertad de los Esclavos y dice, en un momento de inspiración: “Sancionemos esa Ley que unirá más íntimamente esos dos motores del progreso humano que se llaman el capital y el obrero, haciéndolos que se den un abrazo de amor y de caridad sobre un lecho de dolor”. (Grandes aplausos)

     El proponente inicial de la Ley el diputado Hermoso Tellería esgrimió razonamientos de genuino derecho social. Dijo, entre otras cosas: “Es oportuno advertir a mi distinguido contendor que no ignoro que en el Código Civil de todas las naciones civilizadas se ha establecido que el que ocasiona un daño a otro está en el deber de repararlo; pero esa disposición no está de acuerdo con todos los deseos ni al alcance de todas las manos, porque para obtener la indemnización es preciso recurrir al juicio correspondiente, que consume mucho dinero y mucho tiempo, y el obrero necesita de una reparación inmediata, porque se trata nada menos que del pan que le da la vida”.

     Y este otro argumento es también moderno y convincente. “En las grandes empresas industriales, cuando el uso continuo o la acción del tiempo destruye una polea, rompe un eje o inutiliza una válvula, el empresario o dueño repone inmediatamente la pieza descompuesta; y si en este caso no se omiten gastos de ninguna naturaleza, con menos razón deben omitirse cuando se tratan de las piezas de esta otra máquina, más preciosa porque es invalorable: el obrero”. (Aplausos)

     Pero todo fue en vano. El proyecto resultó aplazado indefinidamente.

En 1916, el ministro de Relaciones Interiores, doctor Pedro Manuel Arcaya, envió al Congreso un proyecto de Código Civil, que tenía algunas innovaciones sociales, pero no contenía nada en materia de relaciones obrero-patronales.

En 1916, el ministro de Relaciones Interiores, doctor Pedro Manuel Arcaya, envió al Congreso un proyecto de Código Civil, que tenía algunas innovaciones sociales, pero no contenía nada en materia de relaciones obrero-patronales.

Nuevos intentos

     Los proponentes, sin embargo, no se dieron fácilmente por derrotados. Y he aquí que surgen los más movidos aspectos de la historia del proyecto. El 26 de mayo, el diputado doctor Rafael Pino Pou, médico de gran reputación, propone el levantamiento de sanción a la proposición del doctor Ramiro Parra, y que siga su curso legal el Proyecto de Ley de Protección Obrera. El diputado doctor Marcial Hernández Salas, toma la iniciativa en contra de la proposición Pino Pou: “Yo voté el diferimiento indefinido de la Ley –dijo– porque no creo que en la práctica produzca los resultados benéficos a que aspira la honorable Comisión que la redactó; antes, por el contrario, le sería altamente perjudicial al mismo gremio que trata de favorecer. ¿Quién será el insensato, nacional o extranjero, que después de publicada esa Ley se atreva a fundar una empresa en el país? ¿Acaso con atemorizar a los capitalistas se fomenta la creación de las empresas? ¿Acaso con ponerle trabas a la fundación de éstas se favorece a los obreros?”

     Y así sigue razonando el orador. Los motivos que invocan suenan iguales a los recogidos en los manuales de la lucha del Derecho Social como recuerdo de los mantenedores de una tradición jurídica individualista. “¿Debemos otorgar al obrero –afirma– el privilegio de atacar leve y sumariamente al dueño de una empresa que si tuvo alguna culpa no fue otra acaso como la imprudencia que cometió al brindarle trabajo en sus talleres? . . . ¿Se quiere efectivamente favorecer a los obreros Díctense en buena hora todas las medidas que la Higiene aconseja para preservarlos de las enfermedades, sobre todo de los lugares malsanos; establézcanse Cajas de Ahorro donde acumule las economías del salario de la semana; hágaseles ver la ,conveniencia de tomar PÓLIZAS DE VIDA para que al morir le dejen asegurado el pan a sus hijos; ciérrese las tabernas desde la tarde del sábado hasta la mañana del lunes para evitarle a los aficionados la tentación del aguardiente y la tentación del juego con todas sus desastrosas consecuencias y ábrase en su lugar, siquiera una hora, la escuela nocturna y la escuela dominical, donde entre otras cosas benéficas, pueda inculcárseles el hábito de la economía”. 

     El Diario de Debates deja constancia de que el orador fue interrumpido numerosas veces por grandes ovaciones. Se aplaudió entusiásticamente, de manera especial el argumento de que debía cerrarse la taberna y de que había de enseñarse en la escuela nocturna y en la escuela dominical a los trabajadores el hábito de la economía.

     El diputado doctor Francisco Ochoa abunda en otra serie de razones, características de la mentalidad del momento: “La creo promotora, como así lo comunique particularmente, porque n nuestro país necesita hoy favorecer las empresas, atraer el capital, traer brazos y si empezamos a poner dificultades de este género, ninguna empresa extranjera ni nacional pensará seriamente en establecerse, ni el capital extranjero vendrá en nuestra ayuda, ni tampoco podrán venir esos brazos que tanta falta nos hacen”. (Grandes aplausos). El orador insiste en que lo que hay que hacer con el obrero es prepararlo, predicarle el ahorro, crearle sociedades de mutuo auxilio, pero que lo contrario es apagar el desarrollo económico.

     Los defensores de la Ley no cejaban en su defensa. El doctor Antonio María Planchart insistía en que los argumentos opuestos eran contradictorios, en que no debía haber motivos para temérsele a la Ley, y agregaba: “Por otra parte, ciudadanos diputados, por el Artículo 249 del Código de Comercio, se impone a las Sociedades Anónima y de Comandita por Acciones repartir anualmente de los beneficios liquidados una cuota de 5% cuando menos para formar un fondo de reserva, el cual no puede ser menos del 10% del capital social, con destino a las necesidades que puedan presentarse, como reparación de máquinas y otras pérdidas, Pues bien, un fondo de reserva pueden aplicárselo también los estatutos de la empresa para indemnizar los accidentes de trabajo”.

“Yo no quiero ni puedo creer que legisladores medrosos quieran hacer de mejor condición a la máquina que al hombre. El hombre inventó la máquina como poderosa aliada, no para hacerla de una clase superior a él, sino como ayuda en las evoluciones infinitas de la producción y del trabajo”. (Grandes aplausos).

     El diputado doctor Ramiro Parra insistió en su actitud. “Nosotros no venimos a legislar con el corazón sino con la cabeza y de acuerdo con los principios del derecho”. (aplausos) “Ayer demostré que esa Ley ataca el derecho de propiedad, ataca a los ricos y ataca también el derecho de libertad de los obreros. Yo no tengo por qué ser enemigo de los peones: Porque soy igual a ellos. Así es que mi oposición no es por tirarle a los peones sino porque no exista una ley mala. A todos los argumentos que hemos hecho los adversarios nos contestan, salen con la caridad y con esto no pueden darle vida. Si esta Cámara aprueba la Ley, yo me prometo solemnemente llevarla ante la Corte Federal para demostrar que es inconstitucional”.

     La amenaza no podía ser más seria. Ello, no obstante, surge nuevos defensores de la Ley. El diputado doctor Luis Olavarría Matos, uno de los abogados que intervinieron en el debate, afirma: “Yo, en verdad, no creo en la inconstitucionalidad de la Ley señalada por el colega. Se ha hablado también en repetidas ocasiones, en el curso del debate surgido sobre este punto, acerca de la derogatoria que hace la Ley, respecto del derecho común. Es bien sabido, y es de principio en materia de legislación de accidentes de trabajo, que es esto precisamente de su esencia”. Afirma que la Ley tiene muchos errores que considera garrafales, y que no tiene una sino muchas modificaciones que proponer. Pero la contraparte está a la ofensiva. El doctor Ochoa, al argumento de la relación entre la máquina y el hombre, se manifiesta mecanista apasionado: “La máquina sustituye al obrero, miles de brazos quedan sin trabajo y sin amparo, y sin embargo, la máquina se impone porque es el resultado del progreso. Los rieles se tensan y la máquina marcha, el tiempo se reduce y el trabajo se centuplica. Este problema ha sido arduo, discutido y es uno de los factores del socialismo”. Y el doctor Parra insiste: “¿Si yo no tengo culpa de un hecho que ha sucedido, cómo se me puede hacer responsable de sus consecuencias?” (Aplausos) Censuraba especialmente la disposición sobre irrenunciabilidad. “De modo que le dan al obrero un derecho del cual no puede disponer. ¿Se ataca o no con esto la libertad del obrero? Si a él le da la gana de trabajar de balde a un amigo, si él no quiere cobrar los daños que ha sufrido, ¿por qué se le obliga a ello? Esta es una disposición atentaroria” (aplausos). Y lo más extraño es que el doctor Olavarría Matos asintió en el argumento y manifestó que era justamente a ese artículo o a esa disposición a la que tenía una de las reformas que pensaba proponer.

     El diputado doctor Fabricio Gabaldón apoya la proposición de diferir para que la Ley sea estudiada mejor. El diputado doctor Juvenal Anzola insiste sobre este argumento: “No veo que sea inminente el problema de nuestros obreros para la urgencia en la aprobación de este Proyecto. Hasta la fecha, lo único que hay, y no con frecuencia, son accidentes de trabajo, los que pueden solucionarse con el Artículo del Código Civil que en este momento se discute en el Senado, y en el cual cabe la protección a los obreros por accidentes y peligros que tengan en las empresas”.

     El diputado Hermoso Tellería reasume el debate con ardor. Sin ser jurista, explica la noción básica de la Ley: “Eso es lo que se llama en la moderna legislación la doctrina del riesgo profesional, reconocida hoy en todos los países del orbe civilizado”. Y apostrofa a la Cámara en térmicos influidos por el apóstrofe de Bolívar en la Sociedad Patriótica: “Que no estábamos adelantados se dijo en estas Cámaras hace más de cincuenta y ocho años, cuando se trataba de abolir la esclavitud”. Lo apoyó el diputado Raúl Crespo Vivas, quien ocupaba ya la Presidencia de la Cámara, y para llover sobre mojado dijo: “Entre los argumentos que se oponen está el muy socorrido y conocido de que no estamos preparados para que esta Ley entre a regir en el país. Pues tampoco, señores, estábamos preparados para proclamar nuestra independencia (aplausos). . . En esta cuestión que se debate, es decir, el contrato de trabajo del obrero, hay algo de aspecto público y mucho de social que debe ser regulado de un modo especial”. E hizo un alegato de mucho efecto al recordar que alguien pretendió que el reglamento sanitario por el cual se obligaba a los dueños de casas a construir servicios higiénicos era contrario al derecho de propiedad, a lo que él invocó que por encima de todas las leyes estaba la salud del pueblo.

     Todavía intervienen esta tarde los diputados Aguilera, Godoy y Cayama Martínez. El general Aguilera, para reforzar la oposición a la Ley: “Aquí no tenemos problema obrero. ¿Para qué abrir campo a las dificultades con la Ley, que dado el medio, sólo servirá a los pica pleitos y a los Jefes Civiles?” (Aplausos)

     El doctor Godoy para presentar en favor de la Ley un argumento muy simpático: “Discutiéndose ésta, de una vez solventaremos esos problemas que sobre la cuestión obrera se han presentado en otros países más adelantados que nosotros, porque entiendo que los tales problemas se presentaron allá, precisamente, por carecer de leyes positivas. Hágase, pues, previsión para cuando tengamos obreros estudiando y discutiendo en gran cantidad esta Ley que sólo comprende los accidentes de trabajo; porque es mucho mejor prever que tener que remediar. He oído decir que no se debe discutir en esos momentos esa Ley, porque lo que necesitamos es que del extranjero nos vengan capitales y brazos. Pues, todo lo contrario, nada más favorable al implantamiento de la Ley, que esa necesidad, puesto que con mayor razón vendrán al país esos brazos que necesitamos cuando sepan que tenemos una Ley que protege el trabajo de los obreros. De esa manera vendrán los capitales al país con mayores garantías, porque garantizado estará el obrero contra las muchas dificultades que en otros países de le presentan”. El general Cayama, ´para insistir en la defensa: “Discutamos la Ley, y si resulta que es mala, que es impracticable, que es prematura, la negaremos, pero al menos habremos cumplido con nuestros deberes de representantes del pueblo, haciendo lo posible en favor del obrero”.

     Lo cierto del caso es que, como podía presumirse, el levantamiento de sanción del diferimiento fue negado.

Luego de uno de los debates ardorosos sobre la Ley de Protección de Obreros, Adán Hermoso Tellería, proponente de la primera Ley del Trabajo, fue llevado en hombros desde el Congreso hasta su residencia en el Hotel Klindt, situado frente a la Plaza Bolívar.

Luego de uno de los debates ardorosos sobre la Ley de Protección de Obreros, Adán Hermoso Tellería, proponente de la primera Ley del Trabajo, fue llevado en hombros desde el Congreso hasta su residencia en el Hotel Klindt, situado frente a la Plaza Bolívar.

Todavía un nuevo proyecto

     Los derrotados volvieron a la carga. El día 27 de mayo, es decir, el siguiente del diferimiento anterior, se presenta un “Proyecto de Ley de responsabilidad sobre accidentes de trabajo”. Uno de los firmantes es el diputado Luis Olavarría Matos, quien se menciona en el debate como el “padre adoptivo” de la nueva Ley.

     El debate gira ahora acerca de si se trata de un proyecto nuevo o de si es el mismo, con distinto nombre, caso en el cual no podría presentarse en el mismo año, por disposición reglamentaria. El doctor Parra propone que se nombre una comisión para que informe acerca de si tiene modificaciones esenciales. La comisión se designa y queda integrada por los diputados Trujillo Durán, Ramiro Parra, Antonio María Planchart, Hermoso Tellería, Aguilera, Cayama Martínez y Olavarría Matos.

     El 6 de junio, Hermoso Tellería ataca de nuevo. Hace leer la disposición reglamentaria, según la cual está en mora la Comisión. El doctor Ramiro Parra, quien la presidía, manifestó que por exceso de trabajo no había podido aún llenar su cometido y tomó la iniciativa de que se nombrara una nueva. Esta fue designada y la integraron los diputados Olavarría Matos, Aguilera, Queremel, Crespo Vivas y Gabaldón.

     El 12 de junio, finalmente, pasa a discutirse el informe. El doctor Parra insiste: “Esa ley, como la otra, tiene por base obligar al propietario a pagar al jornalero los daños que sufra sin culpa del propietario. Mientras no se modifique eso no tiene reformas sustanciales y no puede admitirse a discusión”. El informe de la Comisión fue negado. Correspondió a Hermoso Tellería, quien había sido según su propio dicho, “el mesías de la Ley de Protección de Obreros”, la función de pronunciar, también según su propia frase. “la Oración Fúnebre de ese Proyecto”.

     A una distancia de cincuenta años, no se puede negar que sus palabras aparecen dotadas de una profunda veracidad: “derrotados, pero no vencidos por la resistencia tenaz de los oposicionistas” (ruidosos aplausos)–afirmó en tono grandilocuente–, “recojo la bandera de la protección obrera en nombre de mis compañeros y en el mío para ofrendarle a la historia de nuestra vida parlamentaria, a fin de que decida si fueron ellos los errados o si lo fuimos nosotros. . .” (grandes y estrepitosos aplausos que impiden oír la voz del orador)

“Pero por sobre todos los inconvenientes y por sobre todas las oposiciones, esa Ley volverá y vendrá envuelta en el prestigio que le otorga su injusto rechazo. (prolongados aplausos). Así también el sol se reclina majestuoso en el lecho de la tarde para irradiar más bello el romper del alba; la ola coronada de espuma se estrella contra la playa para revivir luego más sonora; el límpido cielo se viste de negro en las tempestades bravías, para engalanarse después con su mejor traje azul”. (Aplausos ruidosos y prolongados)

     Nos podrá sonar romanticón lo del “reclinarse majestuoso del sol sobre el lecho de la tarde”, o lo de la “ola coronada de espumas” y lo de la “tempestad bravía”, pero lo cierto es que el diputado coronel Hermoso Tellería tenía razón en su afirmación fundamental. La Ley volvió. El año siguiente se aprobó un nuevo texto, muy chiquitico y pobre, la “ley de Talleres y Establecimientos Públicos”, pero que envolvía un reconocimiento moral a la razón que asistía a los proyectistas del 1916. Esta Ley fue superada por un ordenamiento más extenso en 1928. Pero, sobre todo, podemos decir que el espíritu contendido en los argumentos y en la lucha inicial del diputado Hermoso Tellería y de sus compañeros, fue recogido 20 años más tarde en la Ley del Trabajo de 1936. Se puede afirmar sin exageración, que es dramática la historia de ese primer proyecto de ley sobre el trabajo en el siglo XX. Que este cincuentenario merece recordarse y que al leer los Diarios de Debates se experimenta una impresión extraña, porque parecería imposible que en aquel ambiente patriarcal, gamonal, de la Venezuela de 1916, se hubiera podido realizar un debate en el cual, frente a los clásicos argumentos manchesterianos que un siglo atrás habían aparecido en los parlamentos de Inglaterra y de Francia, se afirmaron, un tanto envueltos en nebulosidades, pero inspirados por una orientación firme y segura, los argumentos básicos de la teoría del riesgo profesional, y sobre todo, la idea de que era necesario una legislación especial para proteger a los trabajadores en nombre de la justicia y de la necesidad social”.

La cárcel de El Obispo aterraba a Gómez y a Pérez Jiménez complacía

La cárcel de El Obispo aterraba a Gómez y a Pérez Jiménez complacía

José Rafael Machado, mejor conocido como Juan Vené, el popular periodista deportivo que lleva décadas cubriendo el beisbol de Grandes Ligas para diferentes diarios de América Latina desde Estados Unidos, y que en los últimos años ha generado mucha polémica por posiciones a la hora de votar en la elección anual del Salón de la Fama, cubrió información general en sus inicios en Venezuela, como reportero de diferentes publicaciones de la Cadena Capriles. La siguiente es una breve pero detallada crónica que escribió para la revista Élite, acerca de la cárcel caraqueña de El Obispo, después de un año de derrocada la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

Por Juan Vené

La cárcel de El Obispo fue construida en el cerro del Guarataro, en la Caracas de 1926, durante la dictadura del general Juan Vicente Gómez. La obra estuvo bajo las órdenes del ingeniero Gustavo Wallis.

La cárcel de El Obispo fue construida en el cerro del Guarataro, en la Caracas de 1926, durante la dictadura del general Juan Vicente Gómez. La obra estuvo bajo las órdenes del ingeniero Gustavo Wallis.

     “La cárcel de El Obispo, construida a partir de los primeros días de 1926, bajo las órdenes del ingeniero Gustavo Wallis y con sudor y sangre de presos víctimas de Gómez, ha esperado veintidós años que la furia de la piqueta caiga sobre sus gruesas paredes. Porque en 1936 Eleazar López Contreras dijo que, en seguida, después de derruir La Rotunda, caería el castillo del cerro que vigila Nuevo Mundo. No obstante, parece que ningún gobernante ha encontrado martillos mecánicos lo suficientemente apropiados para acabar con el edificio del penal.

     El obispo, nombre que la cárcel robó a la colina, no fue utilizado por Gómez y fue hasta 1936 –después de diez años de construida– cuando López Contreras decidió abrirla para mantener en el interior de los minúsculos calabozos los presos en calidad de “preventivos” y alegaba que “la desaparición de La Rotunda” le hacía utilizar la cárcel del Obispo porque no había otro retén apropiado.

–Ordenaré su demolición cuanto antes.

     Así lo prometió el presidente en 1936. Pero El Obispo continuó guardando presos. Por allí han pasado los hombres más conocidos e importantes de la política nacional: Rómulo Betancourt, Gustavo Machado, Juan Bautista Fuenmayor, Jóvito Villalba, Gonzalo Barrios, Raúl Leoni, Capitán Bonet, Rodolfo José Cárdenas, Martín Rangel y tantos otros.

     Pero fue desde 1949 cuando la sección “A” del penal del Guarataro comenzó a almacenar presos políticos que vivirían por muchos años allí. Martín Rangel, el estudiante de medicina de Tucupita, permaneció allí cuarenta meses en el calabozo denominado “la nevera”, por el frío intenso que allí debían padecer sus ocupantes; Rodolfo Cárdenas vivió dos años y meses en el primer calabozo que se encuentra al entrar, a mano derecha, y que es el más chico; militares como el capitán Bonet; líderes obreros como Cruz Carneiro; líderes estudiantiles como Otaiza, Loyo, Colombani y muchos más; periodistas como Miguel Ángel Capriles, Manuel Trujillo y Andrés Miranda; inocentes como ese moreno popular, quien se hace llamar “el mejor maraquero de Venezuela” y a quien apodan “El Gardel Venezolano”, un total superior a los 10 mil presos políticos, pasó por el estrecho rincón de los treinta y tres cartuchos.

     Los calabozos de El Obispo miden metro y medio por dos y en cada uno durmieron hasta cuatro hombres, porque en la letra “A” casi siempre hubo más de ciento veinte presos. En la planta baja hay diecisiete calabozos y en la superior, dieciséis, todos con frente a un triángulo, lo que hace decir a los recluidos allí:

–Ni siquiera tenemos el consuelo de estar entre cuatro paredes. . .

Aquí solamente hay tres. . .”

     Los presos de la letra “A” en El Obispo, nunca descuidaron la vida política del país. Seguridad Nacional pretendía asegurarse de la inactividad del centenar y medio de hombres allí mantenidos, prohibiendo toda clase de comunicación con el mundo exterior. Martín Rangel, en cuatro años, pudo lograr una sola visita de su mamá.

En la cárcel de El Obispo estuvieron presos los hombres más conocidos e importantes de la política nacional: Rómulo Betancourt, Gustavo Machado, Juan Bautista Fuenmayor, Jóvito Villalba, Gonzalo Barrios y Raúl Leoni, entre muchos otros.

     En la cárcel de El Obispo estuvieron presos los hombres más conocidos e importantes de la política nacional: Rómulo Betancourt, Gustavo Machado, Juan Bautista Fuenmayor, Jóvito Villalba, Gonzalo Barrios y Raúl Leoni, entre muchos otros.

En enero de 1959, el dirigente político Rafael Caldera, acompañado del entonces presidente de la Junta de Gobierno, Edgar Sanabria, dio el picotazo con el que se inició la demolición de la cárcel de El-Obispo.

En enero de 1959, el dirigente político Rafael Caldera, acompañado del entonces presidente de la Junta de Gobierno, Edgar Sanabria, dio el picotazo con el que se inició la demolición de la cárcel de El-Obispo.

     No obstante, esta gente siempre luchó contra las injusticias del régimen de Pérez Jiménez. Los cálculos de los ex reclusos políticos de ese penal señalan que solamente un diez por ciento de los hombres que llevaban allí por primera vez eran realmente trabajadores de la clandestinidad, pero al reunirse con los políticos se convertían por lo menos en enemigos del Gobierno.

     Así fue aumentando la oposición y cada preso que lograba salir de El Obispo era una cifra valiosa para el movimiento. Pedro Estrada fabricó su propio centro de reuniones para adiestramiento en el trabajo de oposición.

 

A fines de mayo adiós a el obispo

     La gobernación del Distrito Federal, por medio de uno de sus voceros, anunció que, a partir de mayo de 1958, comenzará la demolición de la cárcel de El Obispo. Cuando el martillo mecánico caiga sobre los muros y las garitas, habrá desaparecido una de las cárceles que junto con la Rotunda y los edificios de Seguridad Nacional en El Paraíso y la Avenida México, han constituido los centros de injusticias y peligros más grandes de Venezuela”.

     No obstante, pasaría un año para que, efectivamente, la temible cárcel de El Obispo fuera derribada. En enero de 1959, el dirigente político Rafael Caldera, acompañado del entonces presidente de la Junta de Gobierno, Edgar Sanabria, y otros dirigentes, dio el primer picotazo.

El automóvil en Venezuela

El automóvil en Venezuela

En 1962, el escritor José García de la Concha publicó un estupendo libro titulado Reminiscencias, vida y costumbres de la vieja Caracas, en el que relata hechos de la cotidianidad capitalina de comienzos del siglo XX. Entre ellos, destaca un capítulo dedicado a William Phelps y el papel que jugó su negocio llamado Almacén Americano en la importación y venta de artículos que marcaran la vida de los venezolanos, entre ellos, el automóvil.

En 1911, William Phelps se asoció con Henrique Arvelo y fundó en Caracas “Almacén Americano”, uno de los primeros negocios de importación de automóviles en Venezuela.

En 1911, William Phelps se asoció con Henrique Arvelo y fundó en Caracas “Almacén Americano”, uno de los primeros negocios de importación de automóviles en Venezuela.

     “Caracas en su vida íntima, ha contado con hombres que verdaderamente deben remarcarse en su historia. Si bien hay quienes ocupan páginas en su interesante vida militar y política en las letras y en las artes, en la ciencia y en la industria. En su vida social y filantrópica, de la que tanto se debe enorgullecer, uno de estos hombres debe ser don William H. Phelps, uno de tantos ilustres extranjeros que, llegados a nuestro país, se han enamorado de nuestra tierra, de nuestras costumbres, de nuestras gentes, de nuestro cielo, de nuestra flora, y con un cariño y un gran interés han dedicado sus talentos y actividades en pro del bienestar nacional, haciéndose hijos amorosos de una patria que les brinda cordial acogida.

     William H. Phelps entra al país humilde, silente; se dedica a trabajar tesoneramente, con inteligencia, con cálculo y economía, con método, y va agigantándose tanto en sus labores, que pasados unos años ve fructificados todos sus empeños, amasados en una sólida fortuna que no empleará en satisfacciones de su holgada vida. Ahora trabajara más, pero esta vez por el desvalido, por el huérfano, por el menesteroso. Hombre dotado de sensibilidad, altruismo y filantropía, no desmaya en figurar en cuantas sociedades, juntas y recolecciones caritativas se organizan en Caracas, y particularmente trabaja por el bienestar del prójimo.

     A comienzos del siglo, entre las esquinas de Traposos y Colón, hay un pequeño taller de reparaciones de máquinas de coser y de escribir (escasas en aquel tiempo), y creo que hasta relojes. William H. Phelps es un joven alto, delgado, de ojos azules y pelo rubio, agradable, simpático; con un overall azul de trabajo, un alicate y un largo destornillador, atiende a sus clientes. Más tarde importa sus máquinas de escribir y algunos artefactos americanos.

     Para 1911 ya lo tendremos asociado con el señor Henrique Arvelo en el ángulo sudeste de la esquina de Sociedad: “Almacén Americano”, de Arvelo & Phelps. Allí se comienza la importación de automóviles en Caracas. Y viene el Ford modelo 1912, y llegan las máquinas registradoras, que ningún pulpero quiere quedarse sin ellas. Y comienzan a instruirse jóvenes en el desempeño de las funciones de vendedores ambulantes. Y llegan las pianolas y las cajas fuertes, y bicicletas, máquinas de escribir, de moler carne y hacer salchichas; cajas de hielo, bocinas y cornetas, acumuladores y bujías para autos y toda clase de repuestos para Ford.

     Phelps es el alma del negocio, que marcha como dicen los marinos, “viento en popa, a toda vela”. También comienzan sus actividades sociales y filantrópicas, pues ya casado con doña Trina Ticker, de origen inglés, pero gran dama y señora de la más culta raigambre venezolana, ya en holgada situación, no deja de imponer su espíritu altruista y de interés por la cultura, artes y ciencias nacionales.

     Y la firma Arvelo & Phelps inunda el comercio con sus máquinas registradoras; inunda las oficinas con las máquinas de escribir; ya por todas las esquinas se oyen las cornetas de los automóviles; en las casas se meten botellas de vino o cerveza, o simplemente de agua, a enfriarse en las cajas de hielo y descansa Lozamno Pompa y su ayudante, porque ya las niñitas no quieren bailar sino con la pianola. Si en una casa escucha usted la marcha de “Tannhauser”, en otras los cadenciosos compases del vals “Creola” o partituras de la “viuda alegre”.

Aviso venta de discos Víctor, entre ellos, Alma Llanera, en Almacén Americano, 1925.

Aviso venta de discos Víctor, entre ellos, Alma Llanera, en Almacén Americano, 1925.

Aviso venta de automóviles en el Almacén Americano, 1927.

Aviso venta de automóviles en el Almacén Americano, 1927.

En el Almacén Americano se podía conseguir desde un automóvil Ford hasta máquinas registradoras, pianolas, cajas fuertes, bicicletas, máquinas de escribir, cajas de hielo, bocinas y cornetas, acumuladores y bujías para autos, entre muchas otras cosas más.

En el Almacén Americano se podía conseguir desde un automóvil Ford hasta máquinas registradoras, pianolas, cajas fuertes, bicicletas, máquinas de escribir, cajas de hielo, bocinas y cornetas, acumuladores y bujías para autos, entre muchas otras cosas más.

     Llega el fin del contrato y la separación de los socios. El “Almacén Americano” continúa bajo la razón social de William h. Phelps y Cª. Ahora serán sus socios los empleados. Henrique Arvelo se establecerá de Torre a Madrices con el “Bazar Americano”, bajo la razón social de Arvelo y Cª. Ambos en competencia: si Phelps trajo el Ford, ahora Arvelo trae el Federal y los mismos artículos, pero de diferentes marcas.

     El “Almacén Americano” abre sus puertas entre Pajaritos y la Palma, ensancha sus negocios, comienza el radio e instala la primera estación. Y si en este departamento Edgar J. Anzola hace las delicias de la chiquillería caraqueña con sus oportunas, sanas y graciosas intervenciones. Nino Mosquera atiende otro departamento, Amengual otro y así sucesivamente; son encargados y socios, jóvenes, viejos empleados que, por su tesonera labor y buen comportamiento, discípulos de Phelps, han llegado a integrar el más grande almacén de la época. Ya con sus hijos, fieles retratos de su padre en lo moral, físico y buenas costumbres. Y con estos colaboradores puede el viejo retirarse de los negocios. Pero ahora surge una nueva vida.

     Ciencias, artes y filantropía ocupan su inteligencia y su imaginación. Viste traje de marino, acondiciona una embarcación y se da a estudiar las islas y costas de Venezuela. Se interesa por la pintura y la escultura, por las antigüedades y obras de arte, por la botánica, flora y fauna venezolanas; monta un museo donde la rama ornitológica es una maravilla, organizada por su nuera Kati de Phelps y de la que se puede decir es conocida mundialmente.

     Honor a este ilustre caraqueño de corazón. Caracas, y con Caracas Venezuela entera, te admira y agradece cuanto has hecho en tu meritoria existencia en pro de nuestra cultura y ciencias naturales, por nuestros ricos y nuestros pobres, y por habernos hecho conocer parajes encantadores, unos ignorados y otros recordados”.

Así huyó Juan Vicente Gómez a la gripe española de 1918

Así huyó Juan Vicente Gómez a la gripe española de 1918

La pandemia mató a su hijo más querido (Alí Gómez), pero él no quiso verlo por temor a contagiarse. El general recibía los periódicos previamente desinfectados para enterarse de los “muérganos centrales” que se iban muriendo. . . 

Por José Rafael Pocaterra

Durante la Gripe Española de 1918, el general Juan Vicente Gómez se encerró para evitar el contagio.

Durante la Gripe Española de 1918, el general Juan Vicente Gómez se encerró para evitar el contagio.

     En la extraordinaria obra de José Rafael Pocaterra “Memorias de un venezolano en la decadencia”, consta el capítulo que insertamos en seguida sobre la gripe de 1918 en Venezuela. El gran escritor narra ahí cómo murieron del flagelo mundial, el más querido hijo de Gómez, Alí, y otro miembro de su familia. El dictador se encerró para evitar el contagio; no se tomaron medidas para evitar el contagio; no se tomaron medidas en defensa de la población; hubo hostilidad visible contra Caracas. Todo eso cuenta Pocaterra, en las brillantes frases propias de su estilo; castiga severamente a quienes cree que debe castigar, y fustiga con vehemencia a los responsables de la propagación de la peste.

     “Una mañana la pandemia de gripe que hacía su trágica gira universal, surgida de las miasmas del inmenso campamento europeo o traída en las alas de un soplo de expiación por la vasta iniquidad inútil, apareció en La Guaira. . .  Un caso, dos, tres, seis, cien. Sobre la capital cayó como una niebla. La ráfaga barrió implacable desde los extramuros hasta el centro. Gómez, el amo de los venezolanos, el “hombre fuerte y bueno”, que ama a sus compatriotas y tiene tres lustros sacrificándose por ellos, huyó a refugiarse en su caverna estableciendo prevenciones ridículas. Como la epidemia azotaba a la capital cada vez con mayor furia e iba invadiendo ya los alrededores, el déspota cobarde se aisló aún más severamente en su guarida de Maracay. Allá fue a golpear la muerte. A su puerta. Uno de sus hijos, quizás el más querido, Alí, cayó enfermo y en horas murió. No quiso verle. Temía contagiarse. Luego otro miembro de su familia, Y aquí y allá, enfermos, muertos. 

     La gripe galopaba frenética sobre los nublados de noviembre, caía sobre los villorrios, atravesaba por los valles de Aragua, e iba a hacer presa en Valencia. El “héroe” por falta de abnegación rudimentaria, de noción de responsabilidad, con mayor miedo a las toses que ahogan que a los tiros que oyó siempre de lejos, voló a refugiarse en una aldea de aguas sulfurosas que está ante el abra de los llanos.

     San Juan de los Morros vio a aquel tirano implacable, a aquel hombre tan frío, tan ajeno a la piedad, a la compasión, a la solidaridad humana, refugiarse en las grietas de sus farallones como los jaguares del Bajo Apure que las candelas del llano hacen escapar hacia los riscos. . . Se llevó a su hermano Juancito, Gobernador del Distrito Federal; recogió su tribu y allí se estuvo mientras la ciudad, –de la que el doctor Márquez Bustillos apenas se atrevió a separarse unas cuadras en un burgo vecino, con más miedo de Gómez que de la peste –sucumbía atenida a sus recursos, con una policía brutal que acosaba por temor a motines todas las obras pías de la comunidad, en manos de la parte ejecutiva del gobierno de un tal Delgado Briceño, un pobre diablo aventado a la superficie en aquellos días de descomposición como esos batracios que la creciente arroja a la orilla y engorda de despojos. Ese hombre se volvió loco de inquisición, de enredos, de persecuciones pueriles.

     Un ejemplo, de paso, servirá para dar una idea cómica de ese malhechorete oscuro. Se editaba en Caracas por aquellos días un diario humorístico “Pitorreos”. En cama casi todos los redactores de periódicos hubo semana en que las ediciones se hacían por los cajistas sólo. En esos días había leído una excelente traducción de “la Máscara de la Muerte Roja”, de Edgard Poe, y la di a las cajas del diario citado, de cuya empresa era socio. Y el propietario de la imprenta, el señor Eduardo Coll Núñez, se las vio negras y tuvo que apelar a un Larousse para probarle a aquel infeliz que Poe existía, que había sido un poeta americano. El hombre estaba empeñado en que eso de Poe era un seudónimo mío o de otro “enemigo del gobierno”– y que aquello era una alusión al “general Gómez”.

En la terrible epidemia de gripe que azotó al mundo en 1918, falleció en Maracay el hijo predilecto del general Juan Vicente Gómez, Alí Gómez.

En la terrible epidemia de gripe que azotó al mundo en 1918, falleció en Maracay el hijo predilecto del general Juan Vicente Gómez, Alí Gómez.

     Al fin, entre el prefecto Carvallo y el atribulado Coll pudieron dejarle satisfecho a medias. Detrás de aquella suerte de “Scotland Yard” y del “grand guignol” nuestra labor continuaba enérgica y resuelta. De los nuestros murieron algunos. Una cólera sorda, una indignación general venía en oleajes a chocar con los diques que la reserva misma del proyecto iba imponiendo. El cuadro de la capital abandonaba a la hora de un peligro como aquel y cuyos habitantes en vez de sentir alivio de “la mano fuerte”, sólo conocían los maltratos brutales de los agentes de Pedro García o las sigilosas asechanzas de la prefectura; la actitud insolente del pobrete de la Gobernación en pleno delirio de grandezas, queriendo quedarse con once mil y pico de bolívares de la Junta Recaudadora presidida por el Arzobispo; las historias populares que siempre corren; un tal Véjar, barbero de los Gómez y celador del cementerio, desenterraba los muertos ricos para revender las urnas que como artículo de la primera necesidad estaban por las nubes; la indiferencia, el desdén con que los explotadores de la jarca maracayera escapaban a refugiarse en los pueblecitos recónditos. . . ¡No se les vio en una obra de caridad, en una recaudación pública, en el ejemplo vivo que hasta el último limpiabotas daba llevando víveres y medicinas por los vecindarios! 

En su extraordinaria obra Memorias de un venezolano en la decadencia, José Rafael Pocaterra relata desconocidos acontecimientos ocurridos en Venezuela durante la gripe de 1918.

En su extraordinaria obra Memorias de un venezolano en la decadencia, José Rafael Pocaterra relata desconocidos acontecimientos ocurridos en Venezuela durante la gripe de 1918.

El odio de esta gente a la ciudad revelado de súbito, desenmascarado su deseo recóndito, al fin, en vías de realizarse, de que Caracas sucumbiese y pagase la risa y la ironía de sus epigramas en una tragedia del destino que mataba a los buenos y respetaba la canallocracia, este conjunto de circunstancias hizo erguirse la vieja Caracas que halló en sí misma recursos y que vio a todas sus clases en una como unión sagrada desde el licenciado Aveledo hasta Juan Nadie, arrojarse valientemente a socorrer a los hermanos en desgracia, sin temor al peligro común. Por algunos días ¡fueron la última llamarada de un gran corazón que se iba a consumir en podredumbres insólitas!, vi desfilar en la hora de la catástrofe ante la expectativa de la patria el alma risueña, dolorida y heroica de la ciudad del Libertador.

San Juan de los Morros vio al tirano implacable refugiarse de la pandemia.

San Juan de los Morros vio al tirano implacable refugiarse de la pandemia.

     Aquel castigo formidable hirió todas las fibras, conmovió todos los corazones, unión todas las voluntades. Y respondiendo a los clásicos organizadores de “cruces rojas” decorativas y de cuerpos filantrópicos con reglamento y junta directiva, en un impulso unánime, el heroísmo de los muchachos de la Universidad, perseguidos, disueltos, ultrajados, desposeídos del derecho a una profesión –pues que el bárbaro había clausurado la Universidad desde 7 años antes– aquellos niños, de última reserva de una sociedad que se marchitó sin florecer, aquellos niños que han enterrado sus líderes con marcas de grilletes en las piernas y devorado su angustia ante el prestigio insolente de media docena de indolentes académicos, aquellos adolescentes, blasón de la raza,  orgullo santo de la madre que les parió y de la patria nutriz de sus ideales, mientras conspiraban para la caída del déspota miedoso, cumpliendo dos santos deberes es un solo impulso, lanzáronse al socorro de la ciudad procera.

     Un grupo de niñas valerosas abrió un local y púsose a la obra de preparar medicinas y organizar servicios de alimentación. Mientras Caracas alimentaba y curaba y hasta remitía dinero y recursos para otras poblaciones del interior atacadas ya por la epidemia, Gómez, sus familiares y sus genízaros engullían en San Juan de los Morros tajadas de buey y esperaban los periódicos de la capital, previamente desinfectados, para enterarse de los “muérganos centrales” que se iban muriendo”.

¿Desde cuándo tomamos café?

¿Desde cuándo tomamos café?

Por José Rafael González

     “Sabido es que el arbusto del café es oriundo de Abisinia, que fue traído de París a Cayena en 1720, de donde pasó a Venezuela por medio de los misioneros castellanos en el año de 1750, plantándolo por vez primera a orillas del Orinoco, el Apure y el Guárico.

     En Caracas su plantación se remonta a 1783 en las estancias de Chacao, llamadas para entonces; Blandín y La Floresta, las cuales pertenecían a don Bartolomé Blandín y a los presbíteros Sojo y Mohedano. Cura este último del pueblo de Chacao. 

     Desde 1723 en que se estableció la Compañía Guipuzcoana, no se cultivaba en el valle de Caracas sino trigo, el cual era atacado tenazmente por la plaga; el algodón, tabaco y otros productos que solamente daban abasto a la población. Pero no estaba cifrada la futura riqueza agrícola de Venezuela en aquellas pocas plantaciones, sino en el café que ofrecía grandes perspectivas, y fue el padre Mohedano quien se apresuró a cuidar las pocas plantaciones y concibe luego la idea de fundar un establecimiento normal. Recogió entonces seis mil arbustos y los plantó según el método usado en las Antillas, formó más semillas y luego de algún tiempo pudo contar cincuenta mil arbustos que rindieron copiosa cosecha.

En la hacienda de Domingo Blandín, en Chacao (actual Country Club), se tomó la primera taza de café en Caracas, en 1786.
En la hacienda de Domingo Blandín, en Chacao (actual Country Club), se tomó la primera taza de café en Caracas, en 1786.

     Realizado el cultivo del café como empresa industrial, los dueños antes mencionados idearon celebrar aquel triunfo de la agricultura venezolana señalando la población de Chacao el sitio apropiado para tomar allí la primera taza de café.

     Todo había sido preparado a la sombra de la arboleda de las haciendas para un día festivo, con la asistencia de personas y familias honorables de Caracas y con aficionados a la música.

     Cuando llegó el día fijado desde muy temprano, la familia Blandín decidió esperar los concurrentes, los cuales fueron llegando por grupos, unos en hermosos corceles, bellamente enjaezados, y otros en carretas de bueyes adornadas.

 

     La casa Blandín estaba adornada al estilo campestre, sobre todo la sala: en esta estaba la mesa del almuerzo, en la cual sobresalían tres arbustos de café artísticamente colocados en floreros de porcelana. Era la primera vez que al pie del Ávila iba a celebrarse una fiesta de tal originalidad.

     Maravilloso pareció a los convidados el lugar. Por todas partes sobresalían lujosos muebles de caoba, forrados en damasco; espejos venecianos, cortinas de seda, todo cuanto era de moda para aquella época.

     La fiesta dio comienzo con un paseo por los cafetales, que estaban cargados de frutos rojos. Al regreso, comenzó la música con notas de Beethoven y Mozart, ella dio entusiasmo a la juventud concurrente para entregarse a la danza.

El arbusto del café es oriundo de Abisinia y fue traído a Venezuela por misioneros castellanos en el año de 1750, plantándolo por vez primera a orillas del Orinoco, el Apure y el Guárico.
El arbusto del café es oriundo de Abisinia y fue traído a Venezuela por misioneros castellanos en el año de 1750, plantándolo por vez primera a orillas del Orinoco, el Apure y el Guárico.

     A las doce del día comenzó el almuerzo y concluido éste, se procedió a preparar el origen de la fiesta. Todas las mesas fueron alejadas, menos una, que había quedado en el centro. Luego de ser adornada de flores, fue cubierta por ricos platos oriundos de Japón y de China. Cuando llegó el momento de servir el café, cuyo aroma ya se había esparcido por todo el recinto, se vio a tres sacerdotes, que acompañados del dueño de la fiesta, se acercaron a la mesa. Eran éstos, Machado, Sojo y Domingo Blandín.

     Llegaron a la mesa en el momento en que la primera cafetera vaciaba su precioso contenido en una taza de porcelana, la cual era destinada al virtuoso cura de Chacao, quien, conmovido al apurar el primer sorbo del rico alcaloide, dice: “Bendiga Dios al hombre de los campos, sostenido por la constancia y por la fe. Bendiga Dios al fruto fecundo de la sabia Naturaleza y a los hombres de buena voluntad. Dice San Agustín: El agricultor al conducir el arado y confiar la semilla al campo, no teme a la lluvia que cae ni al viento que sopla, porque el miedo a los rigores de la estación desaparece ante las esperanzas de la cosecha. Así nosotros a pesar del invierno de esta vida mortal, debemos alentar nuestra voluntad y nuestras obras y pensar solo en la dicha que nos proporcionará tan abundante cosecha”.

     El Padre Sojo también habló: “Bendiga Dios esta concurrencia que ha venido a festejar con las armonías del arte musical y con las gracias y virtudes del hogar a esta fiesta campestre, comienzo de una época agrícola que se inaugura hoy, con los auspicios de una fraternidad social”.

     La concurrencia celebró con aplausos la elocuencia de los sacerdotes, entregándose de inmediato al obsequio de la primera taza de café.

     Pasado aquel trascendental momento, la juventud se preparó de nuevo para seguir danzando; entre tanto, el resto de la concurrencia se dividió en grupos para charlar sobre el porvenir del café.

     Así recuerdan las páginas de la historia venezolana esta gran fecha y así lo recordamos hoy a nuestros lectores: “Desde cuándo tomamos café”. Desde cuando vive en nuestra raza la principal de las costumbres venezolanas”.

FUENTE CONSULTADA

  • Élite. Caracas, 19 de agosto de 1944.

Entrevista a Pedro R. Tinoco, hijo

Entrevista a Pedro R. Tinoco, hijo

Pedro R. Tinoco, hijo, a los 38 años, fue el ideólogo de las llamadas “fuerzas vivas” de Venezuela, en la década de 1960

Nada de esto podía escaparse a la poderosa fuerza que hoy rige los destinos del país.

     “Pedro R. Tinoco, hijo, a los 38 años, es el ideólogo de las llamadas “fuerzas vivas” de Venezuela. Él es autor de la Carta de Mérida, y de la tesis de la Planificación Democrática.

     En una entrevista muy completa publicada en la revista “Élite” de 1966, el banquero y dirigente de Acción Venezolana Independiente (AVI) habla de política y de economía. Está por el amplio frente que reemplace a AD en el gobierno. Dice que hay que revisar la política petrolera de concesiones, planteamiento que Fedecámaras hará en Valencia en su próxima convención. La reforma tributaria, el desempleo, todo es analizado por el hombre de empresa que no acepta el calificativo de neo liberal: “Más bien soy pragmático” – afirma.

     Pedro R. Tinoco, hijo, es un abogado y economista cuyas tesis siempre están en discusión. Él fue el redactor del programa de desarrollo aprobado por Fedecámaras y que se conoce como “Carta Económica de Mérida”. Tinoco es el que ha lanzado la tesis de la Planificación Democrática, de la cual Alirio Ugarte Pelayo se ha mostrado partidario.

     Tinoco es también un banquero. Por 3 años, hasta marzo de 1965, fue presidente de la Asociación Bancaria Nacional. Ahora es consejero permanente de esta Asociación; presidente del Instituto de Capacitación Bancaria y miembro activo de la Cámara de Comercio de Caracas. Es también vicepresidente de la Junta Directiva del Banco Mercantil y Agrícola y director de varias compañías nacionales. “No se las voy a mencionar para no hacerles propaganda”, sonrió Tinoco la tarde que lo entrevistamos en su despacho.

     Tinoco no es alto, pero sí un poco gordo y un poco calvo. Le gusta vestir combinaciones y usar mocasines con suela de goma gruesa. Desde su fundación es miembro del comité central de AVI. Presidiendo su escritorio hay un retrato de un hombre de cara delgada y enérgico y con una perla en la corbata. Tinoco hijo también usa la perla en la corbata. “Ese es el retrato de mi padre, el doctor Pedro R. Tinoco, quien fundó este escritorio en 1914 y a todos nos ayudó con sus consejos y con su experiencia en los problemas más difíciles que se nos presentan”, dice Tinoco.

     A los economistas les gusta ser precisos. Y Tinoco se ha convertido en el teórico de las “fuerzas vivas” que se agrupan en Fedecámaras. Cuando le manifestamos nuestro propósito de entrevistarlo, él prefirió que le asomaran las preguntas para contestarlas a un magnetófono, en su casa. Después, sólo discutiríamos lo que faltara, lo que no estuviera claro, pero la semana pasada, cuando fuimos a las 3 y media de la tarde a ver qué tenía, no había hecho nada. Llegó puntual a su oficina con Carmen Josefina Montilla, su esposa. Ella dijo que quería asistir a la entrevista para ver cómo se realizaba, porque le gusta el periodismo. Su marido, después de explicar a quién pertenece el retrato que tiene en su escritorio, salió un instante y volvió con su taquígrafa.

     –Para que vayamos rápido, ella tomará todo lo que conversemos, –dijo.

     Desde ese momento, Pedro R. Tinoco hijo estuvo casi dos horas respondiendo preguntas.

     Entró un peluquero y le cortó el pelo en dos minutos, y él le rogó que no dejara de volver la próxima semana a la misma hora. Mientras duró la entrevista bebimos un café. Su esposa se aburrió un poco. Bostezó. Tinoco dijo, me olvidaba decirles, hablo muy bajito. Estas son sus respuestas:

 

Su padre y formación

–¿Cuáles son las principales lecciones que aprendió usted de su padre?

–Mi formación espiritual se la debo en gran parte a mi padre. Siempre hemos sido muy unidos y él se preocupó desde mi infancia en impartirme algunos principios básicos que me sirvieran de orientación en la vida. Entre éstos puedo mencionar la dedicación al trabajo en forma sistemática y organizada, como el medio más eficaz de alcanzar metas constructivas. Mi padre ha sido siempre opuesto a confiar en la improvisación, por brillante que ello sea, o en la buena suerte. Me enseñó a ser perseverante y metódico en cualquier actividad a que me dedicara. También le debo el sentido que tengo de responsabilidad social. Se opuso siempre a toda actividad exclusivamente egoísta y me señaló en forma clara los deberes que tiene todo hombre hacia sus semejantes y la comunidad social a que pertenece. De inclinación filosófica hacia el socialcristianismo, considera a la caridad, entendida en su amplio sentido de amor y deber de ayudar al prójimo, como la virtud fundamental y a diario nos mostró a todos sus hijos cómo practicarla. Luego me transmitió parte de su vocación para los asuntos públicos y me estimuló a expresar mis ideas en relación a los problemas nacionales.

–Muy bien, ahora me gustaría que me hablara de usted. . .

–Tengo 38 años. Nací en Caracas el 4 de octubre de 1927. No hice estudios formales de economía. Me gradué en la carrera de Derecho en la Universidad Central de Venezuela en 1949. Después de graduado me especialicé en Derecho Fiscal, que es la parte del Derecho más vinculada con la Economía. Comencé a interesarme por los problemas económicos y a estudiar un poco de la teoría que los explica, para poder comprenderla mejor.

–¿Ha hecho Ud. estudios especiales en alguna Universidad venezolana o extranjera, o se califica Ud. de autodidacta de la economía?

Soy autodidacta en Economía en el sentido de que no he asistido a cursos regulares en ninguna Universidad. Sin embargo, he leído y estudiado muchos textos contentivos de cursos generales de teoría económica y en especial de aquella parte de la economía que se relaciona con los problemas monetarios y fiscales. A esto me obligó en cierta forma el haber dictado durante varios años las cátedras de Hacienda Pública y Economía Política en la Escuela de Derecho de la Universidad Central.

–Doctor Tinoco: el hecho de que usted haya sido, tal vez, más un hombre de empresa que un político profesional, ¿se debe a circunstancias o alguna planificación?

–En realidad, más que a esas dos cosas, soy un profesional que ejerce una profesión liberal. La mayor parte de mi tiempo lo dedico a mi escritorio de abogados.

–El que usted haya aparecido en 1963, como uno de los dirigentes de AVI, da la sensación de que se hubiera decidido a participar más efectivamente en la política venezolana.

–Creo una necesidad para el país la de que todos los sectores se vayan incorporando activamente al quehacer político. Una de las fallas de nuestra democracia es que actualmente los partidos no son reflejo de la realidad total del país. Por razones históricas, complementadas con la rápida revolución que ha tenido nuestra economía, la mayor parte de los hombres de empresa, de quienes ejercen funciones ejecutivas o gerenciales, y de quienes ejercen de forma independiente una profesión liberal, no se han afiliado a los partidos y sólo intervienen en la vida política como electores en el momento de una contienda electoral.

Tinoco fue el autor de la tesis de los sectores empresariales para el desarrollo económico conocida como Carta Económica de Mérida, elaborada en 1962

Tinoco fue el autor de la tesis de los sectores empresariales para el desarrollo económico conocida como Carta Económica de Mérida, elaborada en 1962

El AVI no es conservador

     –Doctor, por favor, hablemos de AVI (Acción Venezolana Independiente) En Venezuela, lo que se llama sector económico y en política “derecho económico”, “reacción” y oligarquía, se ha dicho que nunca tuvo necesidad de cohesionarse en una organización política. Y que después de muchos temblores, mientras el país lucha por su estabilidad, el AVI sería la base para que la derecha económica y política se organice. El AVI, se dice, vendría siendo una especie de partido conservador que n o quiere llamarse así. ¿Qué piensa usted de eso?

     –La aspiración del AVI nunca fue ni es la de convertirse en un núcleo precursor de un movimiento político conservador. En su pregunta menciona Ud. varias palabras, muy utilizadas en el lenguaje político actual, que bien merecen ser analizadas. Una de estas es la palabra “reacción” y otra es “oligarquía” y otra “derecho económico”. Con todos ellos se trata de señalar un sector o estamento de la sociedad que ocupa posición privilegiada y que tiene por solo objetivo conservar esa posición.

     Los sectores empresariales venezolanos no tienen las características sociológicas, ideológicas ni políticas de un movimiento conservador. Si algo ha caracterizado a nuestros sectores empresariales, ha sido el ser los abanderados de una política de cambio fecundo hacia mayor desarrollo y mayor progreso social. Creo que por definición debe entenderse como reacción la oposición a la acción. Mal puede entonces calificarse de reaccionarios a quienes piden y reclaman, insistente y coherentemente, más acción positiva, más progreso y la creación de todo un clima que estimule y aliente el esfuerzo positivo. Los reaccionarios son los que frenan el desarrollo, los que impiden el progreso y los que no han permitido que el país alcance el grado de bienestar que podría tener. Para mí, la política de no concesiones es una política reaccionaria, porque es una política de freno a la acción. Para mí lo que ha ocurrido en el campo de la petroquímica, donde el Estado se ha reservado el derecho a la acción para no ejercerlo y dejar estancado ese sector tan vital de nuestra economía, es una política reaccionaria. Para mí el decreto que impide que muchas de las tierras públicas más fértiles del país puedan ser objeto de explotación por empresarios privados, es también una política reaccionaria porque implica frenos e impedimentos a la acción.

Aquí no hay oligarquías

     –Hablar en Venezuela de oligarquías es desconocer nuestra evolución social y la situación actual que vive el país. Aquí hay actualmente tantas oligarquías que nadie puede sentirse legítimamente oligarca. Hay una oligarquía política muy importante, en su mayor parte integrada por los dirigentes políticos de la llamada generación del 28, quienes han venido constituyendo una verdadera valla hacia el ascenso a posiciones políticas de primera magnitud de una nueva y brillante generación de políticos. En nuestro mundo sindical se observa también la creación de una oligarquía que desde hace tiempo viene ocupando con exclusividad las más altas posiciones. En el mundo empresarial hay también múltiples oligarquías. No hay ninguna persona y ni siquiera ningún grupo que por sí solo sea lo suficientemente importante para influir de manera decisiva en los planteamientos y la evolución de nuestro mundo económico privado. Para observar eso basta con analizar a Fedecámaras, donde a cada rato los llamados oligarcas de Caracas salen derrotados en las contiendas electorales por los nuevos oligarcas, si quiere dárseles ese nombre, del interior. Esa proliferación de oligarquías no permite que pueda hablarse con seriedad de una clase oligárquica en Venezuela, o sea, de un grupo reducido de personas que concentre en sus manos el poder económico y el poder político.

     La derecha económica, salvo muy contadas excepciones de fuertes individualidades, tampoco existe. La tendencia general de nuestros empresarios es hacia una posición de centro que acepte las realidades de nuestra vida moderna, comprenda que su destino está ligado a poder comprobar en todo momento que son socialmente útiles y que la mejor defensa de la empresa privada es demostrar que es el instrumento más eficaz de la producción. Lo más positivo que ha adquirido nuestro sector empresarial ha sido un claro concepto de su responsabilidad social y el comprender que a lo largo su prosperidad depende del bienestar general del país.

     Con todas estas explicaciones, quizá un poco largas, le concluyo que AVI no es el germen de un partido de derecha. Lo que aspira a ser AVI es un factor de orientación de la opinión de quienes no siguen consignas de partido para un gran esfuerzo nacional de entendimiento, de convivencia y de desarrollo integral.

 

Empresarios y gobierno

     –Dr. Tinoco, ¿Ud. cree que el sector empresarial venezolano está en desventaja con respecto al Gobierno cuando éste ejecuta obras y trabajos que en otras ocasiones han estado en manos de particulares?

     –Creo que cuando el sector empresarial tiene que competir con empresas que realizan actividades económicas similares del Gobierno, lo ha logrado hacer con mayor eficiencia. Tenemos claros ejemplos de la materia. “Avensa” ha podido competir en el campo del transporte aéreo con la Línea Aeropostal Venezolana con resultados infinitamente mejores. Mientras la LAV es una carga para el fisco, la Avensa, además de prestar mejor servicio, paga impuestos sobre sus beneficios y contribuye a aumentar los recursos fiscales. Otro ejemplo que merece citarse es el de los centrales azucareros privados que pagan en impuesto al año más o menos lo que pierden los centrales azucareros que controla el Estado.

     –Usted ha tocado fondo, hablando de la eficiencia de la empresa privada y la ineficiencia de la pública. Yo no quiero ser abogado del diablo ni del Gobierno, pero tengo entendido que los empresarios siempre buscan cómo ganar más, y el Gobierno, aunque mal comerciante, muchas veces trata de prestar servicios públicos que los particulares no prestarían. Usted citó como ejemplo a la LAV. Esta línea toca una serie de zonas que para la Avensa no son comerciales. Y ahí está el punto. A la hora de tocar las ganancias, el servicio social se pasa por alto. Con esto no quiero justificar las fallas de las empresas administradas por el gobierno.

     –Lo que Ud. dice puede ser cierto en algunos casos. Sin embargo, una consideración objetiva de la experiencia venezolana demuestra que la empresa privada ha sido más eficiente y ha logrado prestar el mismo servicio a menor costo. Refiriéndonos concretamente al caso de la LAV, cuando esta empresa estatal operaba su ruta internacional, sufría en ella cuantiosas pérdidas. En cambio, al constituirse Viasa, empresa mixta, pero bajo administración privada, y darle a ésta las rutas internacionales, ahora produce beneficios y el Fisco recibe no solamente su participación en los mismos como accionista, sino también por pago de impuestos. El argumento citado por Ud. no es aplicable a los centrales azucareros. Podríamos citar también el caso del Instituto Municipal de Transporte del Distrito Federal, que ocasiona cuantiosas pérdidas. Cuando el servicio de transporte municipal en la zona metropolitana de Caracas era prestado por líneas privadas, todas ellas arrojaban buenos beneficios sin que pueda decirse ahora que se están cubriendo puntos o áreas no comerciales.

     Una cosa que convendría hacer para aclarar la situación en la materia, sería la de llevar la contabilidad de las empresas del Estado en forma clara. Presentar un estado contable, que refleje los resultados de la verdadera operación empresarial. Todas aquellas actividades que no correspondan a una actividad legítimamente empresarial deben ser catalogados bajo un rubro de subsidios. Tanto en la empresa privada como en la empresa pública, el factor fundamental debe ser la eficiencia, la prestación del mejor servicio al menor costo y la falta de este factor es tan criticable dentro de uno como dentro de otro.

 

La planificación democrática

     Ha llegado el momento de que hablemos de una cosa que pudiera ser lo principal de la entrevista, o sea, la Planificación Democrática, de la cual Alirio Ugarte Pelayo, político de moda, se ha hecho eco en sus entrevistas de prensa y de televisión. Quiero preguntarle si no es demagógica la Planificación Democrática, al pedir que se pongan de acuerdo gobierno y empresa privada cuando los puntos por conseguir son distintos. Por ejemplo, si el gobierno quiere darle luz a todo el país, de acuerdo con la Planificación Democrática, tengo entendido, qué tendría que preguntarle a la empresa privada, tomarla en cuenta para esa planificación. Sin embargo, la empresa privada, más que interesada en prestar servicios, está interesada en obtener ganancias al prestar el servicio. Lo que yo quiero saber es: ¿cómo se puede conciliar esos intereses que, aunque no se quiera, son diferentes?

     –La tesis de la planificación democrática parte del principio de que puede y debe haber una coincidencia de objetivos entre el sector público y el sector privado del país. No vemos base racional para esa división antagónica que a menudo se plantea entre ambos sectores mencionados. La verdad es otra, sector público y sector privado no son más que expresiones distintas de un mismo tono, que es la nación en su conjunto. Así, al sector público no lo vemos nunca como un ente aparte, separado y distinto del país con fines e intereses propios, sino como un órgano de la colectividad para lograr fines esenciales a la colectividad. Por ello, a cada sector le corresponde realizar tareas complementarias, todas esenciales para el progreso social, actuando respectivamente cada una en el campo donde sea más eficiente y teniendo como norma el mejor aprovechamiento racional de todos los recursos del país.

     La Planificación Democrática no implica en forma alguna pretender usurpar el poder de decisión que corresponde a quienes representan la soberanía popular, pero tampoco involucra la renuncia al deber de criticar en forma objetiva y severa a todas las actuaciones del poder público que se consideren contrarias a lo que debe ser ese esfuerzo común de desarrollo.

     En el caso concreto que Ud. plantea, si se desea planificar en forma democrática un programa de electrificación del país, esto implicaría elaborar una serie de alternativas, tomando en consideración las características de cada zona, y luego las ventajas operacionales de una visión de conjunto, para en definitiva resolver cuáles fases podría realizar eficientemente el sector privado y cuáles fases más eficientemente el sector público. Este estudio inicial no va a ser realizado por el Estado en su nivel político y por el sector privado a nivel de empresa. Debe ser realizado por ambos sectores, a nivel técnico, teniendo como norma orientadora la más eficiente utilización de los recursos y la aplicación de los principios de la más sana administración. Es bueno recordar que los fundamentos básicos de la buena administración son iguales tanto para la actividad pública como para la actividad privada.

     –¿En qué países la Planificación Democrática ha dado mejores resultados?

     –El país donde existe un sistema institucionalizado de Planificación Democrática, que mejores resultados ha dado, es Francia. El plan de la Nación en ese país es elaborado por el sector público en estrecha colaboración con el sector privado a través de un sistema que ellos denominan “de planificación concertada o indicativa” para significar que es producto del consenso y de que no constituye un intento de dirigismo totalitario. En el mundo moderno, la Planificación es una necesidad. No puede negársele la utilidad del aporte que pueden darle a la misma quienes tienen experiencia valiosa en todos los quehaceres de la vida económica y que están en constante contacto con la realidad. Es interesante notar que, en América Latina, Venezuela es el primer país donde se ha planteado la tesis de Planificación Democrática y donde ésta ha tenido favorable acogida en el gobierno. En forma parcial, la Planificación Democrática viene funcionando desde hace tiempo entre nosotros. La comisión nacional para la ALALC, con su secretariado técnico integrado por representantes del sector público y del sector privado, es una manifestación concreta de Planificación Democrática. Así como lo son las Juntas de Producción que con buenos métodos han venido funcionando en el Ministerio de Agricultura y Cría.

Tinoco fue profesor de la catedra Hacienda Pública y Economía Política en la Escuela de Derecho de la UCV

Tinoco fue profesor de la catedra Hacienda Pública y Economía Política en la Escuela de Derecho de la UCV

La construcción: ¿un ejemplo?

     –Dr. Tinoco, en la construcción de Venezuela tal vez se ha dado de forma incoherente el resultado de lo que podría ser la Planificación Democrática. El Gobierno ha hablado de construir viviendas e incluso por intermedio de la Alianza para el Progreso, ha conseguido dinero, y es el sector privado el que ha manejado gran parte de ese dinero y ha pasado un caso que le voy a plantear como interrogación.

     ¿Hasta dónde pueden la empresa pública y la privada dejar satisfecho al país? Resulta que con el dinero prestado al país y en nombre de resolver problemas de la América Latina, en Venezuela los empresarios cobran sumas exorbitantes por cada metro cuadrado de lo que construyen. Eso puede ser un ejemplo a lo que puede conducir la Planificación Democrática. ¿O cree Ud. lo contrario?

      –Los precios actuales de la vivienda no pueden atribuirse exclusivamente al hecho de que el Estado, con fondos propios o provenientes de fuentes externas, ha contribuido en parte al financiamiento de nueva vivienda. La explicación es un poco más compleja, y responde a la acción de factores diversos. Aquí se creó una crisis en la industria de la construcción en los años 1960 y 1961 que frenó el desarrollo de ese sector. El problema lo originó una política punitiva que tuvo el propósito expresado y confeso de frenar lo que se consideraba un desarrollo desmedido y una excesiva prosperidad en esa rama de la actividad económica. Se dictó una Ley de Alquileres que rebajó las tasas de rendimiento de los inmuebles arrendados y que fijó topes máximos para los nuevos que se construyeran. Es un hecho cierto y fácilmente comprobable que después de esa crisis, cuyos efectos se vieron acentuados por los de la Ley de Alquileres, se frenó la construcción de edificios para ser arrendados. Cuando se trató de revitalizar la industria de la construcción, ésta se dirigió hacia la venta de propiedad horizontal para escapar así de las limitaciones de la Ley de Alquileres. Como se había creado, al frenar el desarrollo durante muchos años, una gran escasez, los precios de mercado subieron considerablemente. Todo esto demuestra los problemas que causa la ausencia de una verdadera Planificación Democrática. Si se hubiera estudiado el problema, desde un principio, con un criterio objetivo, no se hubiera frenado el desarrollo de la industria de la construcción, ni se hubiera creado la escasez artificial de vivienda a que antes he hecho referencia. Lo que hubiera podido hacerse es orientar mejor el desarrollo vigoroso de esa industria y al haber abundancia de vivienda, disminuidos los costos tanto de la que se vende en propiedad horizontal, como de las que hoy en día se dedican a arrendamiento. No se daría el caso de que el que quiera arrendar un apartamento tenga que pagar una crecida prima al arrendatario anterior ni se estaría vendiendo la propiedad horizontal a tasas tan altas como las actuales.

     Hay otro factor en la materia que es necesario mencionar y es el del alza habida en los costos de construcción. No debemos olvidar que Venezuela sufrió una devaluación del 40% en el valor de su signo monetario y que esto se ha ido reflejando gradualmente en el costo de muchos de los elementos fundamentales que se requieren para la construcción de un edificio.

 

Fórmulas contra el desempleo

     –Dr. Tinoco, Venezuela, que es uno de los países más ricos de la América Latina, tiene proporcionalmente uno de los más altos porcentajes de desempleo. A menudo, sobre todo en vísperas electorales, se habla de 300.000 y a veces de 500.000 desempleados. ¿Cómo podría ponerse fin al desempleo?

      –La solución práctica del problema del desempleo responde a dos factores fundamentales. El primero y principal es el desarrollo. El incremento de la actividad económica y generar empleo. Esto requiere que se estimule la inversión. Debemos recordar que en promedio la creación de un empleo industrial, en industria liviana o mediana, requiere una inversión de más o menos Bs. 40.000 por empleo y en industria pesada pasa de Bs. 200.000 por empleo. Esto implica la necesidad de tener una política clara de atracción de capitales tanto nacionales como foráneos. Sin una inversión amplia y constante no se logra crear empleo.

      El otro factor lo constituye la capacitación de la población para poder realizar las labores que requiere la industria moderna. Más bien tenemos una cantidad de desempleo que se debe a insuficiente capacitación. En este sentido está realizando una meritoria y eficaz labor el Instituto Nacional de Cooperación Educativa INCE, que se ha dedicado a capacitar la mano de obra no calificada para que pueda ser empleada dentro de las actividades económicas que se vayan desarrollando en el país. Junto con el INCE, en la Banca creamos el Instituto de Capacitación Bancaria, del cual soy presidente desde su fundación. A través de ese instituto hemos venido realizando una labor de capacitación de personas, unas empleadas de los bancos que desean adquirir los conocimientos y facultades para ocupar cargos más elevados y otros sin empleo que desean poder obtener el mínimo de conocimientos para poder emplearse en un banco. La dinámica económica va creando empleo, pero simultáneamente hay que ir capacitando a la población para poder aprovechar las oportunidades que se le abren.

 

La reforma tributaria

     –En relación con la reforma tributaria, ¿por qué los sectores de producción venezolanos no están en capacidad de pagar nuevos impuestos cuando los de Venezuela, en comparación con los de otros países, no son los más altos?

     –El problema de la reforma tributaria no reside exclusivamente en determinar si algunos sectores pueden resistir unas alzas en sus niveles de contribución al Fisco Nacional. Todos los sectores responsables del país reconocen que es indispensable realizar revisiones periódicas de nuestro régimen de impuestos. Estos, sin embargo, no pueden estar dirigidos exclusivamente a suplir ingresos adicionales que por razones circunstanciales requiere el Tesoro Nacional. Ellas deben formar parte integrante de la política social y del estímulo al desarrollo integral del país que tantas veces ha proclamado haber adoptado el Gobierno Nacional. Personalmente considero que es conveniente llevar a cabo, con la participación activa de todos los sectores calificados, un análisis a fondo de nuestro régimen impositivo y determinar las reformas que requiera a fin de convertirlo en un factor más eficaz del desarrollo. Lo que no le conviene a Venezuela es que vayamos a incurrir otra vez en una reforma apresurada e inconsulta del sistema fiscal, con el solo propósito de cubrir un déficit presupuestario inminente que no solucionaría, sino a muy corto plazo, el problema presupuestario y vendría a constituir un freno más a la actividad creadora.

     La capacidad de inversión del país es una. Parte de ella, muy importante, por cierto, ya que es el Estado quien percibe el producto de nuestra mayor fuente de riqueza, la administra el Gobierno. La otra parte la administra la empresa privada. La simple elevación de los niveles de tributación, o sea, el alza de los impuestos, lo que implica en definitiva es una traslación de la capacidad de inversión del sector privado al sector público. Vemos entonces planteada una de las contradicciones que precisamente debe tratar de corregir el sistema racional de planificación. Por un lado, el Estado, a través de la Corporación Venezolana de Fomento, del Banco Agrícola y Pecuario, del Sistema de Ahorro y Préstamo, y de varios otros canales, dedica parte de su capacidad de inversión al otorgamiento de créditos al sector privado para estimular su desarrollo. Y luego, plantea la conveniencia de quitarle recursos de inversión a ese mismo sector, a través de un incremento de los niveles de imposición. Todo esto revela la necesidad de darle un estudio sereno y objetivo a esta materia. Fijar de manera clara cuáles son los propósitos que se desean lograr y entonces determinar cuáles son los factores requeridos para lograr esos propósitos. Solo así es que podrán alcanzarse los mejores resultados para la colectividad.

 

El frente nacional

     –Dr. Tinoco, ¿podemos hablar del Frente Nacional? Aunque faltan 30 meses para las próximas elecciones de acuerdo al calendario venezolano, en estos días se ha hablado por todos lados de cambios, y particularmente de un Frente Nacional, incluso ésta apareció en las páginas de las publicaciones de la Cadena. En esos artículos, incluso, entre los posibles candidatos a la presidencia tengo entendido que se dio su nombre. Quiero que usted me hable del Frente Nacional. Cómo cree Ud. que debe ser ese Frente. Incluso, sin falta de modestia, cómo se siente Ud. con respecto a ser un posible candidato de entendimiento.

     –Hay muchas cosas que decir y aclarar sobre el Frente Nacional. Tengo que comenzar, para evitar cualquier duda al respecto, por expresar que todo lo que voy a decir en la materia es simplemente mi punto de vista personal y no compromete en nada la decisión definitiva que pueda tomar al respecto AVI. Esta materia no ha sido analizada por el Comité Delegado Central y no hay una posición de la organización al respecto. Al fijarse ésta pueden estar seguros de que la acataré como miembro disciplinado de un movimiento. Para poder comprender mejor el planteamiento del Amplio Frente Nacional, hay que hacer un breve análisis de lo que ha estado ocurriendo en nuestro mundo político. Estamos presenciando una etapa de reestructuración de nuestras fuerzas políticas. Ya no hay ninguna fuerza política que sea mayoritaria en el país. Aún las más poderosas no son más que importantes minorías. En las últimas elecciones la fuerza política que sacó más votos, sólo obtuvo el 32 por ciento, y la segunda fuerza sólo alcanzó al 20 por ciento del electorado ha habido procesos de división y fraccionamiento en muchas de nuestras fuerzas políticas. El reajuste o la restructuración comienza por una etapa de disgregación. A esta afortunadamente corresponde correlativamente un deseo, una búsqueda, una aspiración nacional hacia fórmulas de reintegración. A esta inquietud AVI respondió desde su fundación con el planteamiento de la tesis del entendimiento. Buscamos un ideal de unidad que pudiera agrupar a todos los venezolanos de buena voluntad, en una labor eficaz de progreso. Las Publicaciones Capriles reflejaron ese sentimiento colectivo en el planteamiento del Amplio Frente Nacional. Los frentes políticos no son nada nuevo en nuestra América. En lo que va de este año, candidatos frentistas han triunfado en las elecciones de Costa Rica y de Colombia. La ventaja de los frentes es que permite conjugar la lealtad al pequeño grupo, al caudillo de la facción con el sentir nacional de buscar un denominador común. Dentro del frente cada grupo siente que conserva su individualidad y que no está renunciando a los lazos personales que lo unen a su tradicional caudillo, pero a la vez se logra el grado de integración necesario para poner en práctica un programa mínimo, conveniente a los intereses nacionales, en que todos están de acuerdo.

 

Los pro y los contra de ad

      –Mucho se ha dicho que cualquier reestructuración política llámese Amplio Frente Nacional o désele cualquier otro nombre, tiene por único objeto derrotar a Acción Democrática en las próximas elecciones. Personalmente no considero que el problema político nacional pueda o deba plantearse en términos de simpatía o de oposición al partido Acción Democrática o al gobierno que ejerza, por haber triunfado en las últimas elecciones. Ese partido ha cumplido labor útil a favor del país que debe reconocérsele. A sus esfuerzos se debe la consagración constitucional del sufragio universal y del voto directo para la elección del presidente de la república. Junto con otras respetables fuerzas políticas entre las cuales corresponde modesto aporte a AVI, ha logrado la estabilidad constitucional y la vigencia del sistema democrático, el más conveniente a pesar de todas las imperfecciones que actualmente presenta, en nuestra convulsionada Venezuela.

      Sin embargo, la etapa histórica en que le tocó a ese partido ejercer papel preponderante está llegando a su natural terminación. Logradas las conquistas institucionales antes señaladas, el país aspira ahora alcanzar metas de progreso y bienestar que resultarían en un esfuerzo coherente y constante del desarrollo integral. Los hombres de Acción Democrática no han demostrado vocación ni capacidad para esa nueva gran tarea y es normal, dentro de proceso de renovación del sistema democrático a cuya implantación en Venezuela han dedicado ellos tan eficaz labor y tantos abnegados sacrificios, que, a través de los procedimientos electorales previstos en la constitución, sean eventualmente sustituidos por quienes pueden mejor conducir al país hacia los nuevos objetivos de la colectividad. El momento en que a través de la vía electoral sea sustituida Acción Democrática en el ejercicio del poder, después de haber cumplido con honor la misión histórica que ella misma se asignó, representará la culminación de su obra y podrán sus dirigentes sentirse satisfechos de que no solo fueron factor determinante en la consolidación del sistema democrático en Venezuela, sino que además han sido capaces de dar el más elocuente ejemplo de fidelidad a sus instituciones.

      Toda nueva reestructuración política que se intente debe tener signo positivo. No debe ir en contra de un grupo, sino a favor del país. Sus objetivos no pueden jamás ser exclusivamente electorales. La vida de un país no depende exclusivamente de los resultados de los próximos comicios, por importantes que éstos sean en la determinación de nuestro futuro. Lo que debe perseguirse es buen gobierno. Adecuar la gestión pública a las necesidades reales actuales del desarrollo nacional. Buscar soluciones prácticas y concretas a nuestros grandes problemas sociales. Colaborar con quienes gobiernan en todo lo que sea útil a la colectividad y constituir un freno a todo lo que implica demagogia y mala utilización de nuestros recursos.

      Casi no me atrevo a contestar la pregunta que me hace en relación con mis posibilidades como candidato presidencial. Solamente el hablar de ello y negar la posibilidad me parece marcadamente inmodesto. Hay en Venezuela hombres con mucho mayores méritos, mucho mayor experiencia, capacidad y vocación comprobada por el servicio público, a quienes corresponde ese honor. El mayor papel que aspiro jugar es el de leal colaborador de aquél que por lograr aglutinar el mayor número de voluntades represente la esperanza de unidad de los venezolanos en los próximos comicios. Quiero aclarar que al decir “leal colaborador” no implica esto tampoco la aspiración o condicionamiento de mi esfuerzo a una promesa de un cargo público. Creo que muchas veces la mejor colaboración puede darse desde la posición de ciudadano preocupado por su país.

 

La política petrolera

      –Siendo el petróleo la sangre para los pulmones de la economía venezolana, no nos debemos olvidar de él. Mucho se ha dicho acerca de la política de no concesiones. ¿Ud. no c ree que basta con los contratos de servicio?

      –La actual política petrolera, de la cual uno de los elementos fundamentales es la declaración enfática de no otorgar concesiones, fue formulada en el año 1959, o sea, hace ya más de siete años. La situación en esa época del mercado petrolero internacional y del mercado energético internacional, era bastante diferente a la actual. En 1959 la situación mundial del petróleo y en especial del petróleo venezolano, era mucho más favorable. Estábamos beneficiándonos todavía de las consecuencias de una serie de graves perturbaciones ocurridas en el Medio Oriente tales como la nacionalización del Canal de Suez, la nacionalización de la industria petrolera de Persia por el gobierno de Mossadebh y de un clima general de inestabilidad e inseguridad en esa zona. Posteriormente la situación fue cambiando. El Medio Oriente fue adquiriendo mayor estabilidad relativa y solucionando sus problemas. El gobierno egipcio llegó a acuerdos racionales para la indemnización de la compañía propietaria del Canal de Suez y se normalizó el transporte de petróleo por esa importante vía. También el gobierno persa, después de la pérdida de prestigio de la irracional posición de Mossadegh, llegó a acuerdos satisfactorios para la indemnización justa de la empresa nacionalizada y contrató dentro de nuevas modalidades la explotación y mercadeo de su petróleo. En cambio, hubo un deterioro en el clima de inestabilidad política de toda América Latina, que tuvo su más intensa repercusión en los países del área del Caribe. Con la toma del poder de Fidel Castro en Cuba en 1958, se inicia un proceso de comunización de esa hermana república que luego trata de exportar su revolución a los países latinos del continente. El impacto de esa acción subversiva se sintió muy fuertemente en Venezuela y originó en nuestro país un período difícil donde por primera vez bajo influencia ideológica y con propósitos abiertamente xenofóbicos, se inició la voladura de fábricas y oleoductos y en general de atentados contra lo que representara actividad económica extranjera en el país. El surgimiento de las guerrillas, rurales y urbanas, la presencia de un clima de violencia y la consolidación en Cuba de un régimen abiertamente sometido a la internacional comunista, le restaron a Venezuela gran parte de las ventajas comparativas que le otorgaba su mayor estabilidad frente a los países del Medio Oriente.

 

En Valencia analizaremos

      Ante este panorama hubo una tendencia orientada hacia la búsqueda de diversificación de las fuentes de suministro. Se desarrollaron nuevas fuentes productoras que resultaron de alto rendimiento y bajo costo. Vemos entonces cómo se incorpora aceleradamente al mercado petrolero el Norte de África, nuevos productores africanos como Nigeria y nuevos productores en el Mediano Oriente, como Abu Dabi y Oman. La abundancia relativa del petróleo se incrementa cada día y en vez de irse convirtiendo éste en producto cada vez relativamente más escaso, por efecto de la producción, se convierte en relativamente más abundante por el descubrimiento acelerado de nuevas reservas. A esto contribuye también de manera decisiva el proceso de revolución tecnológica que está viviendo el mundo, gracias al cual se facilita el descubrimiento y la explotación del petróleo en áreas tales como las que se encuentran bajo aguas profundas, que antes resultaban de difícil explotación en condiciones económicas competitivas.

      La misma revolución tecnológica va acentuando las posibilidades competitivas de los sucedáneos del petróleo en el mercado energético. Los costos de producción del carbón se logran bajar gracias a una intensa mecanización, a niveles que lo hacen competitivo con el petróleo. El gas natural se sigue desarrollando en gran escala y se encuentran depósitos cuya explotación puede hacerse a bajo costo en zonas muy cercanas a los grandes centros de consumo industrial, tales como el gas de Holanda y el recientemente descubierto en el Mar del Norte que tendrán indudablemente una influencia determinante en el mercado energético europeo.

      Todos estos cambios indican claramente que es indispensable efectuar una nueva evaluación de la situación actual del mercado internacional del petróleo y del mercado internacional de la energía, para poder determinar cuál es la posición que debe asumir Venezuela para lograr el mayor aprovechamiento de su más importante recurso natural. Esta reevaluación debería efectuarla el Consejo Nacional de la Energía, organismo consultivo creado para este fin por el Ejecutivo Nacional en 1960, pero que lamentablemente tiene muchos años que no se convoca y por lo tanto no ha podido cumplir su función fundamental. La Federación de Cámaras en su asamblea de Valencia va a hacer un análisis de la política petrolera. Este análisis tratará de ser objetivo y sincero y se basará en una Ponencia que están presentando conjuntamente la Cámara de Comercio de Caracas, la Cámara de Industriales de Maracaibo, la Cámara de Comercio de Maracaibo, la Cámara de la Industria Eléctrica Privada y la Unión Patronal del Comercio. En este análisis se enfoca el problema petrolero en su aspecto económico para ver si estamos actuando en pleno conocimiento de la realidad del mercado, y en el sentido que más favorezca a los intereses de Venezuela.

      En materia petrolera se están agitando, con fines demagógicos, falsas banderas nacionalistas. Se pretende a veces crear la impresión de que todo el que no apoye en forma incondicional la actual política petrolera del Gobierno le está haciendo el juego a intereses extranjeros. Esta posición es inaceptable y no corresponde a la manera propia de funcionar del sistema democrático. La actividad petrolera es una actividad económica y no puede estar orientada por normas rígidas e inmutables. Pedir que se introduzcan en la misma modificación que se deriven de un estudio serio de la nueva realidad del mercado, es ser nacionalista y desear que el petróleo sea manejado en la forma más conveniente al interés nacional.

      Allí tienen ustedes el pensamiento político de un hombre que, a los 38 años de edad, es una de las figuras más sólidas y más sobresalientes de la Venezuela estudiosa”.

FUENTE CONSULTADA

  • Élite. Caracas, 21 de mayo de 1966.

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