José Gregorio en los altares de las iglesias de Venezuela – Parte I

José Gregorio en los altares de las iglesias de Venezuela – Parte I

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José Gregorio en los altares de las iglesias de Venezuela – Parte I

     Tras 72 años de largo proceso de trámites ante las máximas autoridades de la iglesia católica, finalmente el 30 de abril de 2021 todo el pueblo venezolano celebró el ascenso a los altares de José Gregorio Hernández, al materializarse su beatificación. La causa del llamado “Médico de los pobres” inició en 1949, treinta años después de su desaparición física en un accidente de tránsito, ocurrido en Caracas, el domingo 29 de junio de 1919. 

     Lucas Guillermo Castillo, quien entonces era el arzobispo de Caracas, presentó ante el Papa Pio XII la primera documentación que ofrecía testimonio de creyentes sobre las virtudes de Hernández. Veintidós años después, en 1972, se reconocieron los valores cristianos del médico trujillano, por lo que el Papa Pablo VI lo declaró Siervo de Dios. Más tarde, el 16 de enero de 1986, el Papa Juan Pablo II le otorgó méritos como Venerable al reconocer sus virtudes heroicas. Y el 18 de junio de 2020, el Papa Francisco aprobó el decreto de Beatificación, tras comprobarse el milagro de sanación de la niña Yaxury Solórzano.

     El acto de Beatificación de José Gregorio Hernández, quien nació en la población de Isnotú, en la región andina del estado Trujillo, el miércoles 26 de octubre de 1864 y al momento de su muerte contaba 54 años de edad, se celebró en los espacios abiertos del colegio La Salle de La Colina, en Caracas, con restricciones de asistencia impuestas por medidas biosanitarias, debido a la pandemia de coronavirus. Sin embargo, fue una hermosa ceremonia austera, sobria, sencilla y cargada de mucha espiritualidad, seguida por audiencia récord en Venezuela y el mundo a través de transmisiones de televisión en vivo y por las diversas redes sociales.

     Que el acontecimiento de la elevación a los altares del adorado personaje se haya producido en medio de la pandemia que se ha prolongado por más de un año, le dio un especial significado al acto, toda vez que José Gregorio Hernández fue uno de los médicos venezolanos que se fajaron a combatir la epidemia de Gripe española que azotó a Venezuela en los años 1918 y 1919.

El pueblo caraqueño se volcó a las calles para darle el último adiós al Dr. Jose Gregorio Hernandez

Un milagro más y será santo

     La presencia de la niña de catorce años Yaxury Solórzano Ortega fue uno de los elementos que llenó de alegría y esperanza a quienes siguieron la ceremonia. Su caso le dio el impulso definitivo a la beatificación.

     A la edad de 10 años, en la tarde del 10 de marzo de 2017, recibió un balazo en la cabeza en momentos en que su padre era sometido a un atraco en un caserío ubicado en los límites de los estados Guárico y Apure. Ante la gravedad de la herida, con pérdida de masa encefálica, hubo que trasladarla de emergencia a la ciudad de San Fernando para intentar salvarle la vida. 

José Gregorio Hernández, cuarto beato venezolano

     Luego de dos días, se presentó desde Caracas, el neurocirujano Alexander Krinitzky, quien luego de evaluar el caso con el equipo médico, declaró que existían muy pocas esperanzas de que Yaxury alcanzara completa recuperación motriz luego de una operación.

     Carmen Ortega, madre de Yaxury, devota desde niña del Siervo de Dios, le encomendó la vida de su hija, con la plena seguridad de que la ayudaría en tan terrible momento.

     El “Médico de los pobres” se presentó en la habitación. “Tocó a la niña de la cabeza a los pies y luego de los pies a la cabeza. Me dijo: tranquila, no le va a pasar nada. Ese doctor que vino (Krinitzky) soy yo, sus manos son las mías. Ten fe que la niña va a salir bien”, declaró a los periodistas la señora Ortega.

     Nadie se enteró de la conversación hasta cinco días después de la intervención cuando el equipo médico quedó sorprendido por la forma como reaccionó la niña, con normalidad.

     “Casi dos semanas después de la operación, Yaxury se presenta totalmente asintomática, fue una sorpresa. “Esto nos ratifica que ciencia y fe van de la mano, que un bien lleva al otro bien, de verdad nos ha enseñado mucho. Yo me siento honrado, complacido cada vez que veo a Yaxury sonriendo”, afirmó el doctor Krinitzky.

     Las autoridades de la iglesia indicaron durante la ceremonia de beatificación que la documentación de otro milagro completará el proceso de canonización para elevarlo al rango superior, la categoría de Santo.

Una bendición de Dios para Venezuela

     Desde Ciudad del Vaticano, el Papa Francisco se mostró complacido con la elevación a los altares de José Gregorio Hernández.

     Esta beatificación es una bendición especial de Dios para Venezuela” dijo el Pontífice.

     “Nos invita a la conversión hacia una mayor solidaridad de unos con otros, para producir entre todos la respuesta del bien común tan necesitada para que el país reviva, renazca después de la pandemia, con espíritu de reconciliación. Es una gracia que hay que pedir: el espíritu de reconciliación; porque siempre hay problemas en las familias, en las ciudades, en la sociedad, hay gente que se mira un poco de costado, que se mira mal, y hace falta la reconciliación siempre, ¡la mano tendida! Y es una buena inversión social la mano tendida”, señaló la máxima autoridad de la iglesia católica.

     Destacó las virtudes del beato venezolano como “alguien que se nos ofrece a los cristianos y a todas las personas de buena voluntad, como ejemplo de creyente discípulo de Cristo, que hizo del Evangelio el criterio de su vida, buscó su vocación, observó los mandamientos, participó cotidianamente en la Eucaristía, dedicó tiempo a la oración y creyó en la vida eterna, como dechado de bonhomía personal y de virtudes cívicas y religiosas, de apertura, de sensibilidad ante el dolor, de modestia y humildad en su vida y ejercicio profesional, y también como un hombre amante de la sabiduría, de la investigación, de la ciencia, al servicio de la salud y de la docencia”. Y añade: “Es un modelo de santidad comprometida con la defensa de la vida, con los desafíos de la historia y, particularmente, como paradigma de servicio al prójimo, como un Buen Samaritano, sin excluir a nadie”. José Gregorio Hernández es un hombre de servicio universal”.

Un médico muy generoso

     Desde que se incorporó al sistema escolar a finales del siglo XIX, en su nativo Isnotú, José Gregorio Hernández asomó que sería un estudiante de cualidades sobresalientes.

     A la edad de 14 años, en 1878, se traslada a Caracas para seguir estudios de educación media en el Colegio Villegas, institución de la que egresa en 1882 como bachiller en filosofía.

     En la Universidad Central Venezuela se inscribe con 17 años de edad, en 1882. Finaliza la carrera de seis años, con excelentes notas el 29 de junio de 1888, con el título de doctor en medicina.

     Una vez graduado decide, tal y como le había prometido a su señora madre, Josefa Antonia Cisneros Mansilla, regresar a su pueblo natal para atender a la gente necesitada de Trujillo y sus alrededores. Los médicos rurales de finales del siglo XIX debían lidiar con el azote del paludismo o malaria, enfermedad muy extendida entre la población.

     La experiencia como médico rural duró muy poco. A mediados de julio de 1889, por recomendación del profesor de la escuela de medicina Calisto González, el entonces presidente de la República, Juan Pablo Rojas Paúl, aprueba otorgarle una beca para que viaje a Europa a seguir cursos en materias que permitan modernizar la medicina en Venezuela.

     Ya para finales de ese mismo año está matriculado en la cátedra del profesor Charles Robert Richet, famoso por los cursos que dicta en su laboratorio de París sobre materias como Bacteriología, Histología, Microscopía y Fisiología experimental.

     Un par de años después, en 1891, el doctor Hernández está de vuelta en Caracas. Entonces se incorpora como profesor de la UCV, en las cátedras de Bacteriología, Fisiología e Histología, al tiempo que funda el Instituto de Medicina Experimental y el laboratorio del Hospital Vargas. 

     En el año de 1904 consigue el honor de ser aceptado como Individuo de Número en la Academia Nacional de Medicina.

     A pesar de sus compromisos como médico y docente, el doctor Hernández jamás se aparta del aspecto espiritual. En 1908 renuncia a todos sus cargos en Venezuela y decide viajar a Italia. Ingresa al monasterio de la Cartuja de Farneta, como miembro de la orden de San Bruno. Problemas de salud lo obligan a regresar en abril de 1909 y se reincorpora a las actividades académicas en la UCV.

     En el año 1914 vuelve a Europa e ingresa a un seminario en Roma, pero nuevamente presenta inconvenientes de salud por síntomas de tuberculosis que lo obligan a emprender el regreso y reintegrarse al ejercicio profesional y la actividad académica y docente.

Un embalsamador alemán en Galipán

Un embalsamador alemán en Galipán

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Un embalsamador alemán en Galipán

     En el siglo XIX se radicó en La Guaira, el médico alemán Gottfried August Knoche, quien se hizo muy famoso por haber inventado un líquido embalsamador con el que momificó docenas de cuerpos en su laboratorio ubicado en el cerro Ávila. Knoche es uno de los personajes más misteriosos y enigmáticos relacionados con la historia del parque nacional Waraira Repano. El fallecido cronista de Caracas, Guillermo José Schael, publicó en su muy bien documentado libro “Caracas de siglo a siglo” (Caracas, 1967), una estupenda semblanza del mencionado médico alemán, la cual reproducimos en este portal.

La extraña personalidad de Gottfried Knoche despertó diversas controversias

El Doctor Knoche

Gottfried Knoche, nacido en Halberstadt en 1813, obtiene su grado en la Universidad de Freiburg, Alemania, el año 1837. Invitado por miembros de la comunidad de su país, residentes en La Guaira, desembarca en este puerto en 1840 y empieza a ejercer su profesión. Era médico y cirujano. Poco después trajo a Venezuela a su esposa, así como a dos enfermeras que habían trabajado con él en el hospital de Freiburg. Eran aquéllas muy competentes y le ayudaban en los actos quirúrgicos.

Tuvo una hija de nombre Anna (1840-1879), quien casó con Heinrich Müller (1822-1881), un hijo que años más tarde vino desde Alemania. Médico como su padre, se radicó en Puerto Cabello. No se conocen mayores detalles acerca de su destino.

Amante de la naturaleza durante sus primeros tiempos en La Guaira solía el Dr. Knoche hacer largas excursiones a caballo hasta las montañas de Galipán. La perspectiva fascinante que ofrece el Litoral desde lo alto del picacho, y su fresco clima debieron ejercer en él fuerte atracción.

Quizá fue así como nació su idea de adquirir alguna posesión en los alrededores. No muy lejos existían pequeñas fincas destinadas desde la época colonial al cultivo del café y frutales.

     Knoche fijó su atención de manera preferente en una y la adquirió a bajo precio, con el fin de pasar en ella los fines de semana. Más tarde, con el pretexto de que a su esposa no le prestaba el calor de La Guaira, se mudó definitivamente a tan pintoresco lugar. Le acompañaron su esposa, su hija Anna, Heinrich Müller y las dos enfermeras Josefina y Amalia Weismann. Esta última sobreviviría a todos. Murió en 1926.

     Se dispuso entonces a edificar una casa como las de la Selva Negra, dotada de un gran salón o “hall” revestido de madera, con su chimenea y gradería de rústico en la entrada. Casi todo el material fue transportado desde La Guaira a lomo de mulas. Las habitaciones estaban dotadas de amplios ventanales que daban al mar. Personas que tuvieron la suerte o el privilegio de conocer aquella posesión a fines del siglo pasado, elogiaron el buen gusto con que estaba decorada. Hacia la parte posterior tenía el doctor Knoche su laboratorio de experimentación, muy ventilado y espacioso. Trabajaba intensamente en la preparación de un líquido de su propia invención para ser inyectado en los cadáveres y preservarlos de la descomposición, sin necesidad de extraer las vísceras. Se cuenta que nuestro personaje lograba retirar durante la noche, para no alarmar al vecindario, algunos cuerpos de la morgue del Hospital San Juan de Dios y los hacía subir a lomo de mulas al cerro con un sirviente de confianza, para someterlos a su procesamiento.

     Cuéntase en Galipán que cierta noche el cadáver de un sujeto apodado “Pescado de Oro” cayó de la mula que lo transportaba y se desprendió la cabeza que rodó por el barranco. Como el cuerpo quedó inservible para los experimentos, fue enterrado en un canjilón, cerca del “Palmar de Cariaco”.

     Knoche debía tener autorización del hospital por su condición de médico. A la entrada de su residencia y a la intemperie estaba el cadáver uniformado de José Pérez, antiguo soldado de la Federación. Sólo al acercarse los visitantes a la tétrica posesión de “Buena Vista”, podían percatarse de que el portero era una momia.

     La intriga y las habladurías de algunos vecinos hicieron correr el rumor de que el Dr. Knoche practicaba “brujerías”, lo cual, desde luego, no parece cierto.

     El escritor Miguel Aristeguieta visitó la posesión de Knoche en 1925, viva aun la antigua y fiel ama de llaves Amalia Weismann, quien le enseña algunos de los departamentos de la casa.

     “Cuando penetré al salón principal   ̶  dice ̶  creía que me hallaba en la galería de algún castillo erigido en el Gran Ducado de Baden. El mueblaje y los cuadros que pudimos ver en la galería de Knoche parecían pregonar episodios culminantes del antiguo imperio germano. En uno de los muros colgaba copia de la famosa pintura que representa la entrevista en el campo de Waterloo sostenida entre el Duque de Wellington y Blucher. Más allá, y a la derecha de la chimenea, se hallaba el retrato de Federico el Grande, el Húsar Rojo, y otros que correspondían a los príncipes famosos de la Casa de Prusia.

     Eduardo Rooswaag, quien visitara “Buena Vista” a mediados del mismo año 1925, junto con un grupo de excursionistas, nos hizo una interesante descripción de las hermosas plantaciones que rodeaban la casa, naranjos en flor, toronjas, aguacates, tamarindos y una variedad de catleyas en su invernadero, rosas y claveles.

Vista de la edificación ubicada en el carro Ávila, donde el médico alemán conservaba la mayoría de los restos momificados con un líquido de su i

     Aquel grupo está integrado por Sofía Wallis, Eva Melchert, Roberto Montemayor, Alex Melchert, Graciela Machado, Eduardo Wickelmann, Josef van Hoffen, Hans Raibrer, el poeta y escritor Miguel Ángel Aristeguieta y el mismo señor Eduardo Rooswaag, presidente y miembro fundador del Centro Excursionista.

     Refiere Rooswaag que después de la muerte de Amalia Weismann, no presentándose ningún heredero, la finca fue saqueada sistemáticamente. Atraídos por la leyenda, buscadores de oro cavaron infinidad de hoyos para destruir completamente la casa. Sobre aquellas ruinas alguien levantó posteriormente un rancho. Lo que aún quedaba de la vieja estructura fue poco a poco invadido por la maleza. Algunas de las paredes exteriores, los marcos de las puertas de la entrada principal, la caballeriza, un tanque, el laboratorio y el horno de la cocina son los últimos vestigios de la misteriosa posesión del Ávila.

     La extraña personalidad de Gottfried Knoche despertó diversas controversias. Cierta gente creó una atmósfera tétrica alrededor del médico alemán.

     No tenían noción acerca de sus experimentos basados en la aplicación de un líquido momificador a los cadáveres. En contraposición con esa actitud, fueron muchos los que se preocuparon por destacar los aspectos positivos de la existencia del propietario de “Buena Vista”.

     Testimonio de ello serían las declaraciones suministradas por el Sr. Carlos Henrique Reverón, una de las personas que vieron por última vez al Dr. Knoche en La Guaira, a principios de 1901.

     “Era caritativo y humanitario, no cobraba a los pobres y, en cuanto a sus operaciones y diagnósticos, por su técnica y acierto   ̶   dijo  ̶  eran casi perfectos”. El famoso médico murió en su finca del Ávila el 2 de enero de 1901.

     Por su parte, el Dr. Eduardo Rohl, durante muchos años director del Observatorio Cajigal y miembro de la Sociedad de Ciencias, inserta en su libro “Exploradores Famosos de la Naturaleza”, un apunte biográfico de nuestro personaje: “Fue un médico práctico y hábil cirujano   ̶   dice  ̶ , según los gratos recuerdos que de sus actividades profesionales se conservan. Durante la terrible epidemia de cólera que azotó al país en los años 1854-1856, figuró entre los médicos que lucharon en La Guaira contra dicha peste”.   

     A mediados de 1929 subió a la mansión de Knoche el doctor Federico Milá de la Roca, quien hizo cuidadosas observaciones del lugar, principalmente en el anfiteatro. Muchos de estos apuntes o anotaciones serán publicados por el Dr. Milá de la Roca, junto con otras apreciaciones acerca de distancias y altitudes tomadas a lo largo de más de un cuarto de siglo de estar realizando excursiones a la montaña.

A la entrada de su residencia y a la intemperie, el Dr. Knoche colocó el cadáver uniformado de José Pérez, antiguo soldado de la Federación

     En aquella ocasión se apreciaba la siguiente disposición de las momias con sus respectivas inscripciones:

  1. Un nicho de mármol sin la tapa, con parte del esqueleto solamente. Se supone perteneció a la esposa del doctor Knoche.
  2. Anna Müller geb Knoche: nació 10… de 1840, falleció 23… 1879 (hija del Dr. Knoche).
  3. Heinrich Müller, nació el 26-11-1812 en Liebnau, falleció el 7-4-1881
  4. Josefina Weismann: 29-6-1830 en Halberstadt, destruida la parte de la placa con la f echa de fallecimiento.
  5. A la entrada de la finca la momia o cadáver de José Pérez.

Primeras elecciones secretas y universales

Primeras elecciones secretas y universales

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Primeras elecciones secretas y universales

     En 1944, con ocasión de la celebración en Caracas de la VII Serie Mundial de Béisbol Amateur, los organizadores decidieron que la reina del evento fuera escogida por votación popular. Fue así como los venezolanos tuvieron la oportunidad, por primera vez en su vida, de ejercer el derecho al voto de manera universal y secreta. Una maestra de escuela se enfrentaba a jovencitas de sociedad en una apasionada contienda.

     A casi nueve años de la desaparición del general Juan Vicente Gómez, quien estuvo al mando del país durante 27 años entre 1908 y 1935, eran los tiempos del general Isaías Medina Angarita, quien intentaba conducir a la nación hacia un régimen democrático por lo que en diversas ciudades del país la escogencia de la reina de este importantísimo campeonato de pelota internacional, significó la posibilidad de hacer realidad la inquietud del pueblo de ejercer por primera vez en la historia el derecho al voto, en una elección en la que intervinieron como candidatas las señoritas Yolanda Leal, Oly Clemente (hija del secretario del presidente Medina Angarita), Nelly Blanco Yépez y Rosario Gómez Ruiz.

     La elección de la reina atrapó tanto la atención del país, que los diarios capitalinos se sumaron a la campaña. Últimas Noticias orientó sus preferencias hacia Leal y El Nacional se “cuadró” con Clemente. El pueblo también tomó partida por una y otra candidata. Los ojos claros de Oly y la piel morena de Yolanda congregaron multitudes. “Imagínate que inventaron un slogan que decía: Yolanda Leal para la gente vulgar, Oly Clemente para la gente decente”, recordaba en 1996, en las páginas de farándula de El Universal la señora Leal, quien está considerada la primera gran reina de belleza del país.

     El Comité Organizador del Concurso de la VII Serie Mundial de Béisbol Amateur acordó que la elección de la Reina se haría por votación universal, directa y secreta. Además, convino que los comicios se realizarían el domingo primero de octubre de 1944, desde las 9 de la mañana hasta las 4 de la tarde, y no se cerrarían las mesas mientras haya gente en las colas. También se acordó que todos los mayores de 15 años, sepan o no escribir, tendrán acceso a los locales de votación, que contarán con un espacio reservado, para evitar que cada persona pueda ser influenciada o presionada. Los votos válidos para la elección se repartirán a la entrada de cada local y estarán firmados por los miembros del Comité en representación de cada una de las candidatas.

En los escrutinios finales de Caracas, Yolanda Leal obtuvo 23.000 votos contra 8.000 de Oly Clemente

     La campaña electoral se inició el 15 de octubre. Se dijo entonces que estos comicios eran una gran oportunidad para inculcar en los venezolanos el afecto a la democracia, porque el pueblo nunca ha participado en elecciones directas y aspira a elegir a un nuevo Presidente de la República depositando un voto.

     El domingo 1 de octubre se celebraron las esperadas elecciones. Aunque las votaciones comenzaban a las nueve de la mañana, la gente ya estaba haciendo cola desde la seis.

     En la capital se votó en el estadio Cerveza Caracas, en la parroquia San Agustín; en el Estadio Nacional de El Paraíso y en numerosos teatros y cines.

Yolanda Leal (izq.) felicita a Oly Clemente la nueva reina del Voleibol.

     Tenían derecho al voto todos los mayores de 15 años, sepan o no leer y escribir. Por primera vez se vio una fila de personas con dimensiones de un kilómetro de largo, desde la esquina de San Mateo, cercana al Nuevo Circo, hasta las taquillas del estadio en la esquina de Bomboná de San Agustín del Norte. Igual sucedió en el Estadio Nacional de El Paraíso. Todos los teatros y cines donde había urnas se colmaron de votantes. En horas de la tarde se conocieron los primeros resultados.

     En los escrutinios finales de Caracas, Leal obtuvo 23.000 votos contra 8.000 de Clemente. En Barquisimeto, Valencia, Maracay, Cumaná, Ciudad Bolívar y Maracaibo también hubo largas colas en los centros de votación. Entrada la noche, los periodistas de El Nacional y los representantes de Oly admitieron la derrota de ésta. 

     Hubo cohetes en todos los rincones del país. Fiesta en las calles. ¡Con Yolanda Leal ganaremos la Serie Mundial!… y así fue. 

     ¿A qué atribuyes el delirante entusiasmo del pueblo a la hora de votar?- , le preguntó la periodista María Teresa Castillo, a pocos días de su victoria a la reina deportiva. Y la joven afirmó: “A un reflejo de la delirante afición que ese mismo pueblo siente por el beisbol”.

     En el año 2010 se amplió la historia del triunfo de Yolanda Leal por intermedio de la pieza documental La Reina del Pueblo, dirigido pre lm cineasta Juan André bello, con el auspicio del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía. Este trabajo fue galardonado con el Lasa Award of Merito Film, en el festival de Cine de Toronto, Canadá. Yolanda Leal, la mujer que personificó al pueblo llano en esa primera elección popular en Venezuela, se dedicó posteriormente a la carrera de docente en liceos de la capital. El 20 de enero de 2013, falleció a la edad de 89 años.

     El escritor Miguel Otero Silva le dedicó unos hermosos versos bajo el título de “Yolanda de Venezuela”:

Yolanda Leal, reina de la Serie Mundial de Béisbol Amateur VII 1944.

“Yolanda de Venezuela
mi pueblo te necesita
por morena y por bonita
y por maestra de escuela
El estrai de tu sonrisa
rompió su curva en mi pecho
y yo me quedé maltrecho
y abanicando la brisa.
Corredor con mucha prisa
mi corazón sin cautela
salió en busca de tu escuela
y tu mirada profunda /

lo puso fuera en segunda
Yolanda de Venezuela
¡Quién fuera rolín sin pena
para tu pie acanelado!
¡Quién fuera flai elevado
para tu mano morena!
En la tribuna más llena
donde Juan Bimba más grita,
con tu voz de agua bendita
proclamando la victoria,
para cubrirse de gloria
mi pueblo te necesita.
Cuando para mi desgracia
te alargué la mano terca

tú me volaste la cerca
con el jonrón de tu gracia.
Reina de mi democracia,
soberana de Pagüita,

en la clara nochecita de tus ojos retrecheros
me anotaste nueve ceros
por morena y por bonita.
Fuiste línea disparada
hacia tu pueblo, de frente,
y en ti el pueblo valiente
logró su mejor jugada.
Así quedaste engarzada
en manos de Venezuela,
manojito de canela,
Reina la más majestuosa
por morena y por hermosa
y por maestra de escuela”.

Orígenes de la rivalidad Caracas-Magallanes – Parte II

Orígenes de la rivalidad Caracas-Magallanes – Parte II

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Orígenes de la rivalidad Caracas-Magallanes – Parte II

Royal en la cúspide

 

     Ante la posibilidad de que se reanudara la serie de primera división, con la dura experiencia de haber sucumbido frente a los muchachos del Royal, la directiva del equipo Magallanes decidió emprender la búsqueda de refuerzos provenientes de equipos de la provincia. Fue así como consiguieron que el equipo Latinos de la ciudad de Valencia les cediera al lanzador Balbino Inojosa, al receptor Manuel Malpica y al antesalista Gustavo Coronel.

     En octubre de 1929, Magallanes retó al Royal a jugar una serie de cinco encuentros, pero Corao les respondió que “primero debían alargarse los pantalones”. El conjunto de Sarria elevaba cada día más la popularidad gracias a sus frecuentes éxitos con jugadores venezolanos. Por esos días se disponían a estrenar nuevos uniformes, encargados a una tienda en Estados Unidos y en los que por primera vez exhibía el nombre Royal Criollos en la camiseta. Magallanes entonces no tuvo más remedio que buscarse otro rival. Fue así como retaron al Santa Marta de La Guaira, otro equipo de buenas credenciales en la época, que se preparaba con algunos refuerzos extranjeros. Los litoralenses aceptaron jugar dos encuentros en el Stand Nacional los días 15 y 28 de noviembre. Magallanes ganó los dos partidos, con sobresaliente desempeño monticular de Inojosa en ambas oportunidades. “El Indio” de Puerto Cabello ponchó a 10 y conectó de 4-3 con dos remolcadas en el primer choque y en el segundo juego lanzó blanqueada de dos hits, fusiló a 14 enemigos y bateó de 4-2. Eso le dio elementos a Lord para destacar, a ocho columnas, en la sección deportiva de El Nuevo Diario, el siguiente titular: “INOJOSA BBC”.

     Desde luego que esta actuación animó a jugadores y directivos magallaneros a lanzarle un nuevo reto al Royal Criollos.

     El cual fue aceptado por Corao en los siguientes términos: “En virtud de haber arrendado el antiguo Stand Nacional, que en lo adelante se denominará Stand Royal, no tenemos ningún inconveniente en aceptar el reto que nos lanzó el Magallanes. El Royal tan solo exige que los cinco partidos se efectúen en su feudo”.

Magallanes sobrado

 

      El equipo de Catia necesitó cuatro juegos para despachar al Royal Criollos en la serie y llevarse a su vitrina el hermoso trofeo donado por los señores Felipe Landáez y Andrés Hasen, dueños de la Sastrería Londres.

     El domingo 12 de enero de 1930 se jugó el único partido en el Stand Royal. El hermético pitcheo de Inojosa y un jonrón del puertorriqueño Benito Torrens “Juey”, fueron suficientes para que el Magallanes se impusiera con marcador de 2 carreras por 0.

     El segundo encuentro se fijó para el domingo 2 de febrero, pero desde varios días antes se dio a conocer que, debido al alto interés despertado en la fanaticada capitalina, la serie se trasladaba al Stadium San Agustín y que los organizadores se veían obligados a cobrar entrada para controlar la cantidad de público. Nuevamente Inojosa sobresalió desde el montículo y con el madero para llevar al Magallanes a imponerse por tremenda paliza de 10 carreras a 2. AVJota en tono sarcástico, deslizaba en su crónica que el agua de la laguna de Catia había “sacado la mabita” (pava) del cuerpo de los peloteros del Magallanes, mientras que, a propósito del segundo revés, Lord atribuía al mal estado del campo de San Agustín la segunda derrota de los de Sarria.

Aviso juego Royal Criollos vs. Magallanes, 1932

     El domingo 9 de febrero Royal Criollos ganó por primera vez en la serie, gracias a la excelente labor del pitcher Francisco Hernández y al bate del camarero Manuel Arratia, quien sonó par de dobles, anotó dos veces, remolcó dos carreras y se robó dos bases para conducir a los del equipo de Sarria a victoria de 6 por 4. Balbino Inojosa perdió por primera vez con la camisa del Magallanes.

     El domingo 16 de febrero los de Catia le pusieron fin a la serie. Unas 12 mil personas se dieron cita en los grounds de San Agustín para ver a Inojosa nuevamente sobrado en la lomita. En esta ocasión el carabobeño aceptó apenas dos hits y se apuntó su segundo blanqueo de la serie para alzar orgullosamente la Copa Londres y alargar los pantalones de un Magallanes que se ganaba el corazón de muchos aficionados y con este resultado daba gran empuje a la naciente rivalidad con el Royal Criollos de Sarria.

Reseña del primer juego entre Royal y Magallanes, publicada en El Nuevo Diario, 22 de julio de 1929

     La serie sirvió también de preparación a ambos elencos para la que sería su primera competencia de envergadura, ya que por primera vez, entre abril y septiembre de 1930, se verían las caras en el campeonato de Primera División. La única diferencia estaría en que, gracias a la audacia de Jesús Corao, Inojosa pasaría a las filas del Royal Criollos, atraído por un contrato de 300 bolívares mensuales.

     El sábado 19 de abril de 1930, Magallanes se impuso 5 carreras por 1 al Royal en el primer encuentro entre ambos equipos en la Serie Nacional de Primera División. El puertorriqueño Francisco “Pancho” Coimbre superó a Inojosa en gran duelo monticular. Los de Catia consiguieron el primero de los dos títulos que obtuvieron en ocho incursiones de la categoría y dividieron 2-2 en los cuatro compromisos que sostuvieron ante los de Sarria.

Debut como “eternos rivales”

     La atracción por los encuentros entre Royal Criollos y Magallanes continuó creciendo. Al punto que la Asociación Venezolana de Base Ball (AVB) decidió abrir el calendario de la temporada de 1931 con un derbi entre estos equipos.

     El 26 de abril de 1931, Magallanes triunfó 2-1 en tremendo duelo en el que “Nestico” Sánchez doblegó a Balbino Inojosa. Este juego tuvo la particularidad de ser el primero en transmitirse a través de la radio en el país. Correspondió al narrador cubano Esteban Ballesté perifonear las incidencias a través de la emisora Broadcasting Caracas YV1BC, en tanto que Tommy Bitter, cronista de la revista Stadium, acuñó por primera vez el calificativo de “eternos rivales” a esos dos elencos. La serie de ese año 1931 finalizó 2-1 a favor del Royal, conjunto que ganó el primero de sus tres gallardetes en los campeonatos de primera categoría.

     Para 1932, las fanaticadas de Sarria y Catia se llenaron de apasionada expectativa por la oportunidad que tenían sus divisas de llevarse la corona para probar la superioridad del uno sobre el otro. Pero inesperadamente el Royal se retiró del torneo por problemas económicos debido a que perdió el respaldo del coronel Gonzalo Gómez, quien acababa de fundar su propio equipo, Águilas del Concordia.

     Para sorpresa de muchos, ni Royal, ni Magallanes, ni Concordia consiguieron titularse. Entre los diez clubes participantes ̶ cifra récord ̶ sobresalió el equipo Caribes, en el que destacaron los cubanos Manuel “Cocaína” García y Pelayo Chacón.

     En la serie de 1933 reapareció el Royal. Los de Sarria ganaron sus dos encuentros ante Magallanes, y este conjunto de Catia, agobiado por las deudas, se retiró.

     En enero de 1936, un mes después del fallecimiento del general Juan Vicente Gómez, Magallanes y Royal trataron de reanimar el ambiente deportivo capitalino con una serie amistosa. Balbino Inojosa retornó a las huestes de la divisa de Catia, en tanto que con los del equipo de Sarria debutaba la joven promesa barloventeña Vidal López, pitcher que condujo al Royal Criollos a ganar 4-0. Ese día aceptó apenas un hit que se lo conectó Inojosa. La serie de cuatro juegos quedó pareja 2-2.

     En 1940 intentaron reanimar la rivalidad Magallanes-Royal una vez más con un encuentro destinado a recaudar fondos para la selección nacional que se disponía a asistir por primera vez al Campeonato Mundial Amateur, en La Habana, Cuba. El domingo 25 de agosto, el club de Sarria se impuso 5-1 en lo que fue el último choque en la historia de estos dos equipos.

Rivalidad reanimada

 

     El 31 de octubre de 1942 ̶̶ por iniciativa de Jesús Corao, animado por rescatar la pugna de los años 30 entre Royal y Magallanes y como parte de la preparación para el torneo 1942- 43 de Primera División ̶, en el Stadium San Agustín se produjo el primer encuentro entre el Magallanes y el equipo Cervecería Caracas, recién fundado por Martín Tovar Lange, y en cuyo plantel estaba buena parte de la selección nacional que ganó la Serie Mundial Amateur de 1941 en Cuba.

     Ese sábado Magallanes ganó 4 a 0, gracias a la labor monticular de Vidal López, quien facturó lechada de cinco hits. En la lomita contraria, Alejandro “Patón” Carrasquel fue castigado con 10 imparables y regaló cuatro pasaportes.

     Casi dos meses más tarde, en el marco de la eliminatoria del torneo de máxima clasificación, se produjo la primera confrontación entre ambos elencos.

Fanáticos en un juego Royal Criollos vs. Magallanes, en el estadio San Agustín, 1930

    Ya Corao había convencido a López para que se incorporara a las filas lupulosas. Desde donde logró blanqueada de 3-0 ante sus ex compañeros del Magallanes. Y, de paso, como cuarto bate, ligó de 4-3 y pisó la goma en par de oportunidades.

     En total, entre 1942 y 1945, Magallanes y cervecería se midieron en 14 ocasiones en encuentros de la primera división con balance de 8-6 a favor del conjunto de Catia.

     La historia continuó a partir del 24 de enero de 1946. En el primero de más de 800 juegos que han disputado estos clubes en las últimas ocho décadas, el Cervecería Caracas se impuso 8-6.

     El balance entre enero de 1946 y enero de 2021 arroja que en temporada regular los eternos rivales han jugado bien parejo en las eliminatorias de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP). De 809 juegos Magallanes ha ganado 402 y Caracas se ha impuesto en 393, mientras que 14 choques han terminado empatados. De 67 series, Magallanes se ha impuesto en 33 y Caracas en 29. Y Magallanes se ha coronado en dos de las tres finales que han protagonizado los eternos rivales.

 

Orígenes de la rivalidad Caracas-Magallanes – Parte I

Orígenes de la rivalidad Caracas-Magallanes – Parte I

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Orígenes de la rivalidad Caracas-Magallanes – Parte I

     Los clubes Royal Criollos y Magallanes iniciaron en 1928, a través de las páginas deportivas de dos diarios capitalinos, lo que se considera como la máxima expresión de la pasión por la pelota en Venezuela. Ahí está el embrión de la pugna que hoy día sostienen Leones y Navegantes. Rivalidad deportiva que mayor pasión y entusiasmo produce en Venezuela, vale decir, el entusiasmo y locura que se genera en el país cada vez que se enfrentan los equipos Caracas y Magallanes en la pelota profesional, está muy cerca de llegar a un siglo.

     Mucha gente se pregunta por el origen de las hostilidades entre estos dos clubes, es decir, ¿cómo se dieron los primeros enfrentamientos que generaron tanto ánimo y locura en la fanaticada?

     Para conocer la leyenda de la bien llamada eterna rivalidad es necesario revisar muchos diarios y revistas, hay que ir un poco más atrás del nacimiento del club Cervecería Caracas, surgido en el año 1942, al calor de la victoria que consiguió la selección nacional en la Serie Mundial Amateur de La Habana, en octubre de 1941.

     El punto de partida de la investigación está en el año 1928, cuando abrió sus puertas el legendario Stadium San Agustín. Con la inauguración de esa primera gran catedral de la pelota caraqueña, los amantes del béisbol de máxima categoría aseguraron que el interés por esta disciplina deportiva se desbordaría por completo, más del que se generaba unas cuantas cuadras hacia el norte, en el Nuevo Circo de Caracas, cada vez que se presentaba una atractiva corrida de toros.

     Pero el elemento político se atravesó para afectar los planes, ya que por los días previos a la apertura del nuevo estadio se produjo una manifestación, encabezada por jóvenes líderes del movimiento estudiantil universitario, como Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Raúl Leoni y Guillermo Prince Lara, entre otros, quienes reclamaban cambios a la dictadura del general Juan Vicente Gómez, quien ordenó una cruel ola de represión que condujo a varios de estos muchachos a la cárcel.

     Esta manifestación, cuyos convocantes fueron conocidos como la Generación del 28, obligó a paralizar por varios meses las actividades deportivas, culturales, de entretenimiento y las reuniones públicas en las principales ciudades del país.

     No fue hasta el mes de mayo de 1928 que comenzó a moverse nuevamente la actividad de la pelota en San Agustín, pero sin la presencia del club Royal, divisa que había nacido en el año 1918 por iniciativa de Fernando Pacheco, un año después del nacimiento del Magallanes. Ambos equipos desaparecieron casi inmediatamente y volvieron a surgir en la década de 1920: Royal en 1922 y Magallanes en 1927.

Bolas y strikes en los periódicos

     Con la revuelta del año 28 fueron a parar a los fríos y lúgubres calabozos de la cárcel caraqueña de La Rotunda varios peloteros del Royal. Entre ellos Jesús Corao, mientras que otros se vieron obligados a huir del país, por lo que el equipo quedó completamente desmantelado.

     De igual manera, el Magallanes trataba de reclutar talento con la intención de volver a retar al Miranda, que entonces se ufanaba de ser el mejor equipo del oeste de la ciudad, al cual logró vencer por primera vez, por paliza de 31 a 2, el 29 de julio, con extraordinario pitcheo de Carlos Alvarado. De esta manera Magallanes comenzó a ganar prestigio. La victoria ante el Miranda de Pagüita alborotó a otros buenos equipos de la zona de Catia, como el Sucre de Caño Amarillo, para alzar la copa Las Tres Lunas y ganarse el principal titular de la página deportiva del diario La Esfera ̶ periódico caraqueño de intereses generales ̶ , en su edición del 11 de septiembre de 1928.

     El cronista Juan Antillano Valarino (AVJota) llamó entonces al Magallanes, club por el que  comenzaba a mostrar cierta inclinación, como “Ídolo de Tres Parroquias”: Caño Amarillo, Pagüita y Camino Nuevo. De inmediato, el 12 de septiembre de 1928, los lectores fueron testigos de la respuesta de Luis Manuel Hernández (Lord), jefe de la sección deportiva de El Nuevo Diario, el rotativo de más alta circulación del país e identificado hasta los tuétanos con el régimen gomecista, quien señaló lo siguiente: “hay que ser bien neófito en el béisbol para afirmar que ese esperpento de equipo llamado Magallanes, es ídolo de no sé qué cosa. De nada, ese club no es ídolo de nada. Aquí el único equipo que se ha ganado el amor de los venezolanos es el Royal, novena que hoy, desafortunadamente, duerme la siesta, pero que pronto despertará para darnos nuevamente grandes satisfacciones en los campos de pelota. Así me lo informaron recientemente algunos antiguos integrantes de esa novena. Amanecerá y veremos”.

     Tres días después, en la edición de La Esfera del 15 de septiembre de 1928, AVJota le respondió a su colega Lord: “Eso de alabar muertos es pavoso. Magallanes es un ídolo que viene en ascenso. Comenzó siendo el amuleto de tres esquinas: Camino Nuevo, Solís y Marcos Parra, para convertirse en el ídolo de tres parroquias: Agua Salud, Caño Amarillo y  Pagüita. Esa es la verdad, duélale a quien le duela. Lo demás es pamplina de aficionado embriagado”.

Reseña del primer juego entre Royal y Magallanes, publicada en El Nuevo Diario, 22 de julio de 1929

     Tres días después, en la edición de La Esfera del 15 de septiembre de 1928, AVJota le respondió a su colega Lord: “Eso de alabar muertos es pavoso. Magallanes es un ídolo que viene en ascenso. Comenzó siendo el amuleto de tres esquinas: Camino Nuevo, Solís y Marcos Parra, para convertirse en el ídolo de tres parroquias: Agua Salud, Caño Amarillo y  Pagüita. Esa es la verdad, duélale a quien le duela. Lo demás es pamplina de aficionado embriagado”.

     El contrapunteo entre los dos cronistas de los más importantes periódicos caraqueños de finales de los años veinte, se hizo cada vez más frecuente y ácido. Lord llegó a calificar al Magallanes como un “equipo de medio pelo”, mientras que AVJota respondía llamándolo “hablador de pamplinas y defensor de un club que estaba muerto”.

La gran popularidad del Magallanes se debe, en gran medida, al estelar lanzador carabobeño Balbino Inojosa

Primer juego Royal-Magallanes

 

     En medio de esta polémica ventilada en las páginas deportivas de los diarios caraqueños, reapareció el Royal con el apoyo de Jesús Corao, quien al abandonar la prisión de La Rotunda se propuso reorganizar el equipo y convertirlo en una maquinaria conformada de jugadores venezolanos.

     En los primeros meses de 1929 se dedicó Corao a reclutar el mejor talento criollo disponible. Convenció a muchachos de varios clubes para que se incorporaran a las filas del Royal y fue probando a los aspirantes en juegos amistosos o de fogueo. Uno de esos choques preliminares fue contra el Magallanes, el domingo 29 de julio de 1929, en el Stand Nacional de Sarría, sede del club royón. En esa oportunidad consiguieron contundente victoria de 11 carreras por 6 ante la novena de Catia.

     Este primer desafío entre el Royal y el Magallanes renovó la polémica entre los cronistas en las páginas de El Nuevo Diario y La Esfera. Lord hizo chanza en su comentario al decir que Magallanes había perdido con la sombra del Royal, debido a que el conjunto de Corao presentó puros novatos en su nómina y los jugadores magallaneros eran muy experimentados. Incluso le recomendó a los magallaneros que se fueran a descansar al parque de El Calvario, tras pasar todo el encuentro corriendo detrás de la bola y que luego se dieran un baño en la laguna de Catia para ver si se sacudían la pava.

     El 1° de agosto AVJota respondió en La Esfera: “Un traspié lo da cualquiera. Magallanes tiene una gran virtud, sabe perder y lo que es más grande aún, sabe respetar”.

La tragedia de Tacoa

La tragedia de Tacoa

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La tragedia de Tacoa

En 1982 ocurrió el terrible incendio de la planta termoeléctrica “Ricardo Zuloaga” de Tacoa

     El pasado 19 de diciembre de 2020 se recordaron los 39 años del terrible incendio de la planta termoeléctrica “Ricardo Zuloaga” de Tacoa, en la localidad de Arrecife, entonces Departamento Vargas del Distrito Federal, en el cual perdieron la vida centenares de personas.

     Aquella mañana dominical el combustible ardiente que se desbordó tras la explosión de uno de los tanques (identificado con el número 9), avanzó cual lava de volcán por cuanto sendero cercano encontró, acabando a su paso con todo tipo de vida humana, animal y vegetal.

     Previamente (6:15 am) estalló el depósito número 8 cuando recibía 15 mil litros de combustible pesado (fuel oil) desde el barco tanquero “Murachí”, perteneciente a la flota de la empresa Maraven, anclado costa afuera.

     De acuerdo con el primer comunicado que dio a conocer la empresa Cadafe, “un error de operación provocó el primer estallido”. La acción del fuego arrasó con todas las personas que estaban cerca del tanque siniestrado: trabajadores, bomberos, policías, efectivos de la Guardia Nacional, personal de diarios y televisoras capitalinas y humildes viviendas que inexplicablemente permitieron construir en esa zona.

     Entre los profesionales de los medios de comunicación que llegaron primero al sitio del siniestro figuraron la reportera del diario Últimas Noticias, Miriam Morillo, junto con el fotoperiodista Román Rosales, la periodista enviada por Venezolana de Televisión, Canal 8, María Adela Russo, junto con su equipos de camarógrafos y asistentes, integrado por José Carrillo, Oscar Guerra y Oswaldo Silva; Carlos Moros y Salvatore Veneziano conformaban la dupla periodista-fotógrafo del diario El Universal y por el canal 2, RCTV, se encontraban el camarógrafo José Machado y el asistente Manuel Osorio.

     Pendientes de captar el mejor ángulo, los equipos reporteriles se acercaron demasiado al tanque que acababa de arder, sin percatarse que el depósito de al lado, totalmente lleno de combustible, estaba a punto de explotar. En total, fallecieron diez comunicadores sociales, según la lista de 160 víctimas que presentaron las autoridades en el informe de la que se considera la peor tragedia ocurrida en La Guaira antes del deslave de diciembre del año 1999.

     Ernesto Estévez sobrevivió a esta tragedia. Formaba parte del Grupo Rescate Venezuela (GRV). Junto con sus compañeros Edgar Palacios, Frank Suárez y Carlos Antolín se trasladaron desde la sede de la institución en Los Palos Grandes, Caracas, al litoral para prestar apoyo. Sus tres compañeros desaparecieron.

     En la última edición de la revista Bohemia de ese año, Estévez contó la experiencia que vivió aquel aciago domingo19 de diciembre de 1982:

     «Llegamos al cruce de la carretera que sigue a Carayaca y la que baja hacia Arrecife y Tacoa. Ya la Guardia Nacional tiene montada una alcabala pero al ver que se trata de una ambulancia nos deja pasar sin inconvenientes.

     Bajamos por la carretera hacia Tacoa. Ya cerca del lugar del incendio, pasamos frente a varios camiones de bomberos y otros vehículos de emergencia. Veo una unidad del CRE (organización voluntaria para-bomberil) y algunos vehículos de medios de comunicación. Seguimos hasta un cruce, antes de llegar abajo del todo, y que a mano derecha (este) permite llegar a la playa por una bajada bastante pronunciada. En el cruce hay buen espacio para estacionar la camioneta, hay árboles que le dan sombra y estamos relativamente cerca de la escena. Conversamos y acordamos dejar todo el equipo dentro del vehículo mientras reconocemos el área y nos ponemos a la orden de las autoridades presentes para definir lo que podemos hacer.

     Por norma interna del GRV, para garantizar la seguridad del vehículo y el equipo, instituimos que siempre alguien debe quedarse con la camioneta. Así que por haber sido el chofer, me ofrezco. 

La gigantesca columna de humo negro indicaba la magnitud del incendio

     Edgar, Carlos y Frank suben por una pequeña carretera de tierra, justo al lado del Tanque Nro. 9, hacia donde solo se ve el humo, ya bastante gris claro. Los sigo un rato con la vista y les hago un ademán. Los pierdo de vista cuando pasan al otro lado de la ladera. Debe ser muy cerca de las 12:30 p.m.

     Busco la mejor vista desde el borde del cruce. Veo hacia arriba la columna de humo que sale desde el otro lado de la ladera, hacia abajo la playa y la Planta de Tacoa. Al frente, nuestra camioneta bajo la sombra.

     Mientras observo y espero, llega un helicóptero Bell Ranger de la Policía Metropolitana (PM). Luego de hacer un corto círculo aterriza en la playa, al lado oeste de la Planta y apaga la turbina. En poco tiempo pasa ante mí un Ford Zephir blanco con placas de la PM que sube desde Arrecifes. Identificó al Cap. Díaz Santamaría (piloto del helicóptero) como uno de los ocupantes del carro.  

     Unos minutos después la columna de humo comienza a crecer, tornarse más oscura, densa y llena de llamas. Siento que la radiación comienza a calentar mis brazos y cara. Ya es inaguantable. Cruzo rápidamente la calle y me protejo con el muro de una de las casas que está un poquito más abajo. No entiendo qué está pasando pero el calor y el ruido se incrementan notablemente. No escucho ninguna explosión, solo un intenso ruido. 

     Agachado y detrás del muro no veo lo que pasa arriba, así que de alguna manera me asomo, tengo que ver qué pasa. Con horror veo como viene descendiendo por la pendiente y hacia mí una capa de líquido negro ardiendo. Parece como una erupción, una película de desastres.

     Las casas que están más arriba ya están envueltas en llamas. Rápidamente y sin dudar opto por correr carretera abajo, hacia la playa. Presiento que detrás de mí viene bajando el líquido hirviente. Pienso en la camioneta y me da mucha rabia. Si hubiera estado más cerca de ella tal vez pudiera haberla salvado.

     La calle por donde corro termina en unas casitas que están muy cerca de la playa. En ellas hay todavía mujeres, niños y hombres. Les grito que corran, que dejen todo, que corran hacia el extremo este de la playa. La gente presiente que algo malo está pasando pero están nerviosos. Algunos tratan de entrar todos en un pequeño carro rojo. Les ordeno que lo dejen y se vayan al otro lado de la playa. Un pequeño hilo de petróleo corre por el medio de la calle de tierra. 

     El petróleo ardiente que escurre por la ladera, donde yo estaba, llega a la playa. Avanza lentamente por la arena pero con llamas intensas. Finalmente alcanza el helicóptero y lo engulle. Las llamas llegan a quemar un par de peñeros que están anclados cerca de la orilla.

     Varias de las personas que están en la playa corren hacia el malecón que está del lado este de la planta.  Llegan hasta el final y varios, por el desespero, se lanzan al mar para nadar hasta el otro lado de la pequeña bahía. Algunos hombres se cansan en la mitad y piden auxilio. Gritan que se están ahogando.

     Luego de orientar a las personas de las casas, trato de ayudar a los que están en el agua. No hay tiempo para quitarse todo el uniforme. Me meto al mar y entre gritos de consternación de la gente, me quito el chaquetón amarillo -no quiero arriesgarme a que se agarren directamente a mi cuerpo y me hundan por desesperación- y entonces arrastro a tres para que lleguen a salvo a la orilla.

     Luego de ayudar a los que estaban en el mar, me voy hasta el malecón a calmar a los que todavía están ahí. Ya el petróleo no tiene llamas y junto con algunos bomberos los evacuamos hacia el lado seguro de la playa. No he dejado de pensar en mis compañeros. Regreso a la zona de las casitas, subo por entre casas y la montaña hasta la carretera principal.

     Llego al pie del «Castillo» que queda cerca de los depósitos de combustible pero que no ha sido alcanzado por la «erupción». Hay muchos bomberos, ambulancias y guardias que llegan desde la vía de Carayaca. Con ellos bajo hasta donde el baño de petróleo lo permite y luego de que apagan un poco las llamas, veo la destrucción y los vehículos calcinados que ha dejado el evento. Un tramo de carretera por donde habíamos pasado poco tiempo atrás con la camioneta del GRV.

     Busco en medio de toda la gente a mis compañeros, sigo buscando a ver si veo algún chaquetón amarillo –color de nuestro uniforme-. No los veo y presiento lo peor. La destrucción es bárbara. Bordeo la zona quemada pendiente arriba, paso por medio de los jardines de las casas. Subo hasta una terraza donde están unos tanques verdes y veo un camión de bomberos quemado desde adelante hacia atrás. Me asomo al borde del terraplén y veo una escalera que conduce a otros tanques que están más abajo. Todo está negro. Puedo apreciar los cuerpos quemados de siete personas que posiblemente trataron de subir por la escalera. No les dio tiempo. Pienso que si así quedaron estas personas, que estaban más lejos del tanque que vomitó su contenido, los que estaban más cerca deben estar muertos. Empiezo a perder las esperanzas de encontrar con vida a Carlos, Frank y Edgar.

Decenas de bomberos fallecieron en la tragedia de Tacoa

     Bajo de nuevo a la carretera principal, quiero llegar hasta donde los vi por última vez. Siguen llegando bomberos, policías, guardias, gente; pero es imposible entrar a la zona bañada de petróleo. Todos quieren hacer algo pero nadie sabe bien qué hacer. De repente alguien indica que otro tanque está a punto de explotar y se produce una estampida general. La gente y los vehículos corren carretera arriba. Dudo unos segundos y los busco en medio del gentío pero me resigno. Asumo que no sobrevivieron. Salto dentro de un Jeep blanco de los bomberos del Distrito Federal y llego hasta el cruce de la carretera que va hacia Carayaca y la que baja a Arrecife, Tacoa.

     En ese sitio se van concentrando la gente y la ayuda que llega. Se monta un centro de operaciones. Me encuentro a Manuel Santana, oficial de los Bomberos del Dtto. Federal y amigo. Aprovecho que tiene radio HF en su vehículo y le pido que llame al GRV, a través de DC, indicando que yo estoy bien y que los demás no aparecen. Me quedo ahí, esperando y viendo Tacoa desde lejos. Me encuentro a un miembro del Grupo de Rescate Vargas.

     A eso de las 6:00 p.m., alguien informa por radio que un helicóptero se cayó en Camurí Chico. Santana me pide que vaya hasta allá por conocer del asunto. Con un poco de desagrado me monto en una pick-up del Cuerpo de Transmisiones y Emergencia (CTE) y me voy. Llegamos a Camurí y luego de dar algunas vueltas y preguntar nos damos cuenta que resulta ser una falsa alarma.  De regreso nos detenemos en el cuartel de los Bomberos Aeronáuticos en Maiquetía.  Aprovecho que hay teléfono y llamo al GRV. Hablo con Gonzalo Núñez, le ratifico que estoy bien pero que no sé nada de los otros tres, que sospecho que fallecieron. A las 7:00 p.m. regreso al cruce de la carretera de Carayaca en compañía de Luís Díaz Curvelo, el Tte. López del Grupo 10 (FAV) y un bombero aeronáutico. Llevamos varias bolsas para cadáveres.

     Al llegar al cruce me encuentro a Blas González y Andrés Fernández (miembros del GRV) que habían bajado desde Caracas y nos estaban buscando. Les cuento lo ocurrido y junto a George Simon y Gerardo Della Fera, también miembros del GRV, salimos hacia un hospital de campaña que la Cruz Roja había instalado en Mamo. Preguntamos si han visto o atendido a alguien del GRV. No están. Salimos entonces hacia Caracas.

     Llego al GRV y en una reunión donde estaban bastantes miembros, cuento los detalles de lo sucedido y transmito mis conjeturas. Están preparando el plan a seguir. Creo que son cerca de las 10:00 p.m. cuando llego a mi casa. Ya mi familia sabe parte de la información. Yo me acuesto con mucha rabia y la triste sensación de que por alguna razón no fui uno de los elegidos. Los siguientes días son muy, muy duros».

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