Inauguración del primer bloque de El Silencio
El Bloque número 7 está construido frente a la Plaza Miranda y el Circo Metropolitano. El costo del edificio fue 7.000.000 de bolívares. Consta de 106 apartamentos residenciales y 100 locales destinados a comercios. Carlos Raúl Villanueva, el admirable arquitecto venezolano, de la Escuela de Ciencias y Artes de París, fue el autor del proyecto de la Urbanización
El 5 de julio de 1944, se inauguró el Bloque 7, primer edificio de la Urbanización El Silencio que se construyó; está ubicado frente a la Plaza Miranda.
“A las personas que gustamos de los libros, de los papeles, de las máquinas de escribir, de las ideas y de los movidos sucesos de cada día, no nos place, en general, el contacto con los números. Nos parecen las cifras algo seco, duro, poco relacionado con la vida tumultuosa y amable, con el torrente poderoso de la humana existencia, que es precisamente el objeto de nuestro trabajo y de nuestro interés.
Verdad es que los números pueden teñirse de luz cuando se refieren al poder de las estrellas o al calor del sol; verdad es que se miden las sílabas de los versos y un endecasílabo puede ser tan cercano a las matemáticas como la más sencilla operación de sumar; verdad es que los cálculos toman signos de afirmación viva en los ritmos de la música; verdad es todo ello, pero seguimos demostrando la más profunda desconfianza hacia las cifras. Exceptuando, por supuesto, las que nos marcan el monto del salario o, para los afortunados de la tierra, el monto de la renta: de la tan vilipendiada y sufrida renta, de la tan deseada y terrible renta, de la Renta –con mayúscula– enemiga del ministro de Hacienda y del impuesto que sobre ella gravita insistente e incisivo.
Hablábamos de los números. Los que con la vida tratamos y de la vida hacemos centro y objeto de nuestro trabajo, solemos mirarlos con despectiva indiferencia. Nos encogemos de hombros ante los números: ¿Qué importan los millones si lo que nos interesa no es el dato en sí mismo sino lo que él pudiera encerrar de humana forma huidiza, eterna, poderosa? . . .
Y nos sorprenden, a veces, los números con su carga de gigante significación. Y nos dicen los números con gritos de indiscutible fuerza la violenta sinceridad de las cosas que –también ellos– expresan escueta y simplemente, en el estilo sagaz y exacto de un novelista minucioso.
A propósito de El Silencio –de la reurbanización de El Silencio, del Bloque número 7, inaugurado el miércoles 5 de julio de 1944– los números han cumplido para nosotros admirable papel de indicadores.
Se ha vuelto personaje central de un cuento en el que jamás creímos que pudiera intervenir la Aritmética. Porque nosotros íbamos a hablar del milagroso caso de la reconstrucción o reurbanización del barrio de “El Silencio” y pensábamos decir cómo la gigantesca colmena de prostitutas y hampones que era “El Silencio”, habíase convertido en este admirable conjunto de edificios soberbios entre cuyas paredes se encierran nya unos cuantos cientos de vidas trabajadoras.
El Bloque número 7 de El Silencio –inaugurado, como dijimos, el pasado 5 de julio– está construido frente a la Plaza Miranda, frente al Circo Metropolitano. En lo que es hoy Bloque número 7 –apartamentos, comercio, plaza, jardines infantiles– estaban las prostitutas francesas del llamado Callejón de las Chayotas. En los terrenos de este Bloque número 7 se alzaba antes la casa de juego –montidao y ruleta, bacarat y ajilei y sietimedio– de Chingüinga. En lo que es hoy el Bloque número 7 se encendían, hace ya mucho, mucho tiempo, bailoteos, disfrazaderas y heroicas juergas del Molino Rojo.
Los alquileres de los apartamentos residenciales de la Urbanización El Silencio fluctuaban entre los 100 y 150 bolívares.
Ya sabemos todos los caraqueños cómo era de febril y canalla la parranda pobre y miserable en los alrededores de “El Silencio”. Ya sabemos los caraqueños todos cómo la enfermedad y el vicio y la miseria se unían para formar en el brasero de la prostitución una sombría llama que encendía en resplandores desvergonzados el costado que Caracas ofrece a la cercana colinilla de El Calvario.
De ello pensábamos hablar: decir y recordar la atmósfera de pantomima dramática y burlesca desarrollada en aquellos sitios. Pensábamos describir la escena brillante y podrida de la casa de juego, de los centavos hurtados al jornal del trabajador en el truco pintoresco y ladino del tahúr. Pensábamos pintar las sucias cintas colgadas de las greñas de las prostitutas estridentemente pintadas y expresar cómo dolía al buen caraqueño aquel pequeño y sucio rincón donde podía encontrarse cara a cara todo lo que de más asqueante tiene la familia humana. Pensábamos decir la comparación entre dos épocas caraqueñas y hablar de la prodigiosa obra ejecutada por el Banco Obrero en poco más de un año gastado en los trabajos de demolición y reconstrucción. Los números nos han dado el mejor medio de expresión y de ellos nos valemos gustosamente.
La reurbanización de El Silencio es una de las grandes obras que contribuyeron notablemente con la transformación de Caracas.
Para afirmar la capacidad expresiva de las cifras basta saber que los alquileres de los apartamentos residenciales serán de 100 a 150 bolívares. Lo que equivale a poner delante de nuestros ojos el comienzo de la solución del problema de la vivienda para las clases pobres caraqueñas.
Pero comencemos seriamente con las cifras, y dejemos al lector la apreciación y las consecuencias de los guarismos.
Los terrenos donde se está haciendo la reurbanización “El Silencio” costaron 10.000.000 de bolívares. El terreno donde está el trozo destinado a jardín y plaza, en el centro del Bloque número 7, cuesta 1.750.000 bolívares.
El costo del edificio inaugurado el miércoles es de 7.000.000 de bolívares. Hay en este edificio 1.391 habitaciones, las cuales componen 106 apartamentos residenciales y 100 locales destinados a comercios.
En la construcción del Bloque número 7 se trabajó durante 345 días lo cual da 1.048.160 horas de trabajo, por las que se pagó en jornales 1.195.000 de bolívares. El Bloque número 7 tiene en su armazón 56.348 sacos de cemento: 421.024 kilogramos de hierro y acero; 17.000 toneladas de granzón y arena; 20.000 metros cuadrados de granito; 155.064 pies de tuberías para conducciones eléctricas; las paredes se llevaron 85.450 metros cuadrados de pintura y en las vidrieras de los locales destinados a comercio hay 4.245 metros cuadrados de cristal. El Bloque número 7 tiene 28.563 unidades de herrajes.
Gráficas del acto inaugural del primer bloque (7) de la urbanización El Silencio, en 1944. En total eran siete edificios.
En toda la obra de reurbanización de El Silencio se utilizarán 660.000 metros cúbicos de cemento; 9.000.000 de kilogramos de hierro y acero; 5.000.000 de pies de tuberías sanitarias; 685.450 metros cuadrados de pintura; 157.545 metros de granito para los pisos: 1.475.378 pies de tuberías para conducción eléctrica; 8.109 puertas; 5.357 ventanas; 9.245 metros cuadrados de vidrieras para locales de comercio.
Al hacer estas obras serán movilizados 76.420 metros cúbicos de tierra y, cuando se llegue al término de ellas estarán a la orden de la ciudadanía 10.457 habitaciones las cuales formarán 1.990 apartamentos residenciales y de comercio.
Carlos Raúl Villanueva, el admirable arquitecto venezolano, de la Escuela de Ciencias y Artes de París, fue el autor del proyecto, a todas luces magnífico de la Urbanización. La Construcción está de acuerdo con el Plan Urbanizador de Caracas original de Rotival; en materia de higiene sigue las normas establecidas por el Congreso Panamericano de la Vivienda celebrado en Buenos Aires y, también, sigue las pautas urbanísticas del Congreso Interamericano de Municipios.
En anterior ocasión dijimos que la obra de reurbanización de El Silencio sólo puede compararse por su importancia a las más grandes que se hayan emprendido en Venezuela por el Gobierno Nacional. Recordábamos las que emprendiera Antonio Guzmán Blanco, único presidente que ha dejado marca por muchos años en la viva historia de nuestro país.
Sólo las obras de Guzmán Blanco se utilizan todavía por las generaciones actuales y, de las que se finalicen durante el período presidencial del general Isaías Medina Angarita, será esta de El Silencio una de las que mejor expresen la voluntad gubernamental puesta al servicio del pueblo, destinada a la solución de los más esenciales problemas, con mirada realmente amplia, no circunscrita al cercano interés del grupo, del terreno del tiempo más inmediato y pequeño. La reurbanización de El Silencio es obra que resistirá el paso de los años. Estará terminada en el primer semestre de 1945.
El nombre de Diego Nucete Sardi, director-gerente del Banco Obrero, organismo al cual fue encomendado el trabajo de reconstrucción de El Silencio, será bien recordado a través de unas cuantas generaciones de venezolanos, cuando se hable de esta gigantesca obra, pensada para mucho tiempo y para muchas gentes venezolanas.
Como se dice en la frase ritual de las ceremonias oficiales venezolanas, “Dios y la Patria lo reconocerán”.
FUENTE CONSULTADA
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Élite. Caracas, Núm. 74, 8 de julio de 1944; Págs. 23-25.
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