En la parte introductoria de La vida y correspondencia general del Libertador Simón Bolívar (1863) escribió Larrazábal que no se podían perder de mengua, “los datos y noticias más exactas; las apreciaciones más interesantes, que están en nuestras manos”. Durante su exilio se propuso como meta hacer llegar al público lo que él consideraba testimonios cruciales y así dar a conocer lo que en vida había se cristalizado con las acciones del Libertador.
Desde Curazao emprendió la marcha hacia otros rumbos, donde pudiese encontrar el impresor adecuado para la tarea impuesta. Desde esta isla se trasladó a la ciudad de Nueva York, en donde permaneció una corta temporada para de ahí dirigirse a Francia, donde se llevaría a cabo la impresión de las cartas de Bolívar y la biografía preparada acerca de Sucre. El año de 1873 se embarcó en el bajel Ville du Havre. Sin embargo, la embarcación chocó en Alta Mar con otra nave y se hundieron en sus aguas las cartas que desde joven se dedicó a coleccionar y con ellas la vida de Larrazábal. Esto sucedió el 23 de noviembre de aquel año.
Cuando se habla de letrados y publicistas venezolanos del 1800, se recuerdan los casos emblemáticos de Francisco Javier Yanes, Rafael María Baralt, Juan Vicente González y el propio de Felipe Larrazábal. Como sucedió en el decimonono la biografía se convirtió en la narrativa predilecta de quienes se dedicaron a la historia en tiempos de edificación republicana. Durante este período la biografía jugó un importante papel en la creación de una conciencia histórica, cuya mejor característica fue la exaltación heroica y el enaltecimiento de la gloria y el honor. Se pensaba, en este tiempo, que la historia sería el baluarte fundamental para fortalecer el denominado carácter nacional del venezolano.
Lo que se suele destacar de Larrazábal fue su actitud combativa en la querella política, un destacado músico y un dedicado jurista. Sus progenitores eran originarios de Bilbao, España. Por circunstancias que se presentaron entre los años de 1814 y 1816 en Venezuela, los padres de Larrazábal decidieron volver a España, donde de Cádiz pasaron a Madrid y fijaron residencia en la capital española. En esta ciudad Felipe Larrazábal, al lado de sus hermanos, Juan Manuel y Juan Antonio comenzaron sus estudios de música. De vuelta en Venezuela, para 1830, continuarían sus estudios musicales bajo la orientación de Atanasio Bello, quien fue uno de los fundadores, junto con José María Izaza, de la Sociedad Filarmónica en 1831 a petición de José Antonio Páez. Felipe Larrazábal también fue discípulo de un laureado flautista, Juan Meserón, al igual que de Juan José Tovar en el Colegio de la Independencia cuyo diseñador fue Feliciano Montenegro Colón.
Junto con sus hermanos tocaba en la Orquesta Filarmónica de Caracas, bajo la batuta de Toribio Segura. En conjunto con la actividad musical, Felipe Larrazábal ejecutaba trabajos de traducción de libros porque conocía el latín, el griego, el inglés, el francés y el italiano. Entretanto, estudiaba derecho en la Universidad Central y redactaba artículos de prensa para el periódico La Bandera Nacional. En 1842 recibió el título de Doctor en Derecho y pronto comenzó a ejercer su profesión en la ciudad de Caracas. También ejercicio la docencia en el Colegio de la Independencia donde dictó clases en la cátedra de Derecho Natural, a la cual se ofreció a impartir sin compensación económica.
Larrazábal figuró entre los fundadores de la agrupación política denominada La sociedad Liberal, creada en 1840. Uno de los propósitos de esta organización fue enfrentar a quienes propulsaron la Ley de abril de 1834. Como varios de sus coetáneos abrazó algunas propuestas del credo liberal en su vertiente política, aunque las combinó con ideas provenientes del cristianismo, en especial, lo relacionado con la fraternidad y la igualdad natural de los seres humanos. En lo referente al liberalismo político rechazó varios de sus principios.
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