Carlos del Pozo, primer electricista venezolano

Carlos del Pozo, primer electricista venezolano

Científico e inventor autodidacta, sobre quien muy poco se ha escrito. Se presume, sin prueba documental alguna, que era guariqueño (c1743-c1813). Alejandro de Humboldt, al visitar Calabozo en 1800, se asombra de encontrar baterías, electrómetros, electróforos, etc., hechos por este ilustre venezolano.

Por Guillermo S. García

A comienzos del siglo XIX, Carlos del Pozo inventó un mecanismo que le proveía electricidad a su pequeña vivienda situada a unos doce kilómetros de la ciudad de Calabozo

A comienzos del siglo XIX, Carlos del Pozo inventó un mecanismo que le proveía electricidad a su pequeña vivienda situada a unos doce kilómetros de la ciudad de Calabozo.

     “El hecho de que subsista la ignorancia para unas cuatro o cinco generaciones de venezolanos, sobre quién fue nuestro primer electricista, inclusive para los que se han dedicado al estudio teórico de la electricidad, y hasta para los que han alcanzado el grado de ingeniero electrónico, se debe más que todo a falta de interés o apatía de carácter investigativo, de quienes en su oportunidad han debido ilustrar nuestros anales patrios, muy especialmente cuando se trata de valores humanos.

     Por esta razón hoy en día se hace difícil lograr fuentes donde encontrar la información que pueda proporcionar el cómo confeccionar un trabajo que permita, con el mayor número de características biográficas, delinear la figura de este ignorado sabio guariqueño, que prestigia la nacionalidad venezolana. Sin embargo, haremos por satisfacer un deseo propio cual es el de bosquejar, en lo posible, con los pocos datos con que contamos, la personalidad de quien es un orgullo para todos los venezolanos y quien debiera de ser hoy en los centros universitarios, símbolo y paradigma para los estudios de la electrónica.

     La clave del descubrimiento del primer electricista venezolano parte desde el 16 de julio de 1799, con el arribo a Cumaná –para entonces capital de Nueva Andalucía– del navío “Pizarro”, el que traía a bordo a las dos más insignes figuras que hayan visitado las colonias españolas a fines del siglo XVII: Alejandro de Humboldt, filósofo, naturalista, astrónomo, físico, sociólogo, geógrafo e historiador alemán, y Aimé Bonpland, médico y naturalista francés. Ambos venían cumpliendo fervorosos deseos de explorar científicamente a la América Latina, y como dijera el libertador Bolívar, le hicieron más bien a la América con su saber que todos los conquistadores. Y decimos que parte de esa fecha el descubrimiento del electricista Carlos del Pozo, porque si a estos cienítficos exploradores no se les hubiera ocurrido visitar a Venezuela, nuestro primer electricista hubiera permanecido ignorado de ese título que como tal le corresponde en la historia.

     Allá en su lar nativo, en el pueblo de Todos los Santos, hoy ciudad de Calabozo del estado Guárico, vivía Carlos del Pozo con la admiración y aprecio de sus coterráneos, cosa que le granjeaba su condición de hombre reposado, de modales cordiales, de múltiples capacidades y sobresaliente inteligencia. Su contextura anatómica semejaba la del célebre hidalgo don Quijote de la Mancha: alto, delgado y de piernas largas, pero con rasgos fisionómicos finos: tez blanca pálida y lampiño.

     Tenía un fundo agrícola y un pequeño rebaño de ganado en la posesión denominada “Gálvis”, a una distancia aproximada de doce kilómetros al suroeste de la ciudad de Calabozo. Estos eran todos sus bienes, con los que vivió modestamente.

     Pero he aquí que aquel hombre, aparte de sus condiciones de agricultor y honrado trabajador, tenía inquietudes de investigador, especialmente en el campo de la física, y con preferencia en los fenómenos de la electricidad, por lo que con pasión escudriñaba sus secretos, aun en pañales para su época. En su casa tenía un cuarto especial, convertido en todo un laberinto de aparatos raros, ideados por su propia imaginación lo que para los legos en la materia que le visitaban y le veían acucioso con tan desconocidos artefactos, le creían de excéntrico espíritu, embebido en extrañas brujerías. No así ocurría para otros que más o menos le entendían sus peroraciones científicas y le vieron colocar, bajo su dirección hacia el Este, Sureste y Suroeste de Calabozo, varios pararrayos para librar a esta ciudad suya de los estragos que todos los años se producían con las tempestades atmosféricas. Igualmente le respetaron, cuando fue él quien dio la idea al Cabildo de la entonces Villa de Todos los Santos, de hacer abrir un canal o zanja por el Este, Sur y Oeste, obra que se realizó por su empeño para salvar a la ciudad de las inundaciones anuales que le ocasionaba las estaciones lluviosas.

     Andando Humboldt en sus exploraciones por la Guayana, en regiones ajenas al movimiento intelectual del mundo civilizado, se sorprende al encontrar salvajes que producían electricidad. “Con gran sorpresa mía –decía el sabio Barón– he podido reconocer que los salvajes de las orillas del Orinoco, una de las razas más degradadas de la Tierra, saben producir electricidad por frotamiento: los chiquillos de esas tribus se divierten en frotar los simientes aplastadas, secas y brillantes, con una especie de planta trepadora hasta que atraen las partículas de algodón o de hoja de caña”. Pero mayormente se soprende cuando llega a Calabozo. Lo primero que le llama su atención es ver protegida la ciudad con una red de pararrayos. Se asombra de que pueda haber nativos tan expertos en electricidad como los estudiosos de ultramar. Se interesa sobremanera en conocer al señor del Pozo, de quien ya le han dado importantes referencias.

Humboldt se asombró con los inventos del venezolano Carlos del Pozo

Humboldt se asombró con los inventos del venezolano Carlos del Pozo.

Visita de Humboldt

     Al enterarse Carlos del Pozo de que el sabio Humboldt le va a visitar, le prepara una de las más inesperadas sorpresas que el físico alemán recibiera en Venezuela: formó un circuito con la carga eléctrica de un Gimnoto o “Temblador”, como vulgarmente llaman a este pez lleno de misterioso fluido, circuito con el que –elaborado con su propia técnica– electrizó la puerta de su casa, la que Humboldr tocaría al llegar a visitarle. Ese fue el saludo de presentación de nuestro ingenioso criollo para admiración del inmortal autor de “Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente” para quien por primera vez en su vida experimentaba en su propio cuerpo el fenomenológico fluido de la electricidad, y como posteriormente él mismo se expresó: “Jamás habré recibido una conmoción tan terrible como la experimentada al poner imprudentemente los pies encima de un Gimnoto acabado de sacar del agua, habiendo padecido todo el día un dolor agudo en las rodillas y en casi todas las articulaciones”.

     Como era lógico, al conocer y tratar Humboldt a Carlos del Pozo, e investigarle sus trabajos, comprobó que indiscutiblemente había dado con uno de sus más valiososo hallazgos en estas aisladas tierras, lo que posteriormente dejó escrito como testimonio de ese descubrimiento que hizo en sus andanzas explorativas por los vericuetos de este hemisferio. He aquí sus testimoniales conceptos:

    “En medio de los Llanos, es decir, en la ciudad de Calabozo, encontramos una máquina eléctrica de discos grandes, electróforos, baterías electrómetros, y una colección de instrumentos, casi tan completa como la de uno de nuestros físicos europeos. No habían venido todos estos objetos de los Estados Unidos: eran obra de un hombre que jamás había visto ningún instrumento, que no podía consultar a nadie, y que no conocía los fenómenos de la electricidad sino por la lectura del Tratado de Sigand y de las Memorias de Franklin. El señor Carlos del Pozo, que así se llamaba aquel hombre estimable e ingenioso, había comenzado a hacer máquinas eléctricas de cilindro, sirviéndose de unos grandes frascos de vidrio, a los cuales había cortado el cuello. Nuestra mansión en Calabozo le fue de la mayor satisfacción; y es natural que la tuviese en recibir los sufragios de dos viajeros que podían comparar sus instrumentos a los que se hacen en Europa”.

    “Yo llevaba conmigo electrómetros de paja de bola de sauco y de hojas de oro batido, y aun una botellita de Leyden, que se podía cargar según el método de Ingerbonss, y que me servía para las experiencias fisiológicas. El señor Pozo no cabía de gozo al ver por la primera vez unos instrumentos que él no había hecho y que parecían copiados sobre los suyos. Nosotros le hicimos ver el efecto del contacto de los metales heterogéneos en los nervios de las ranas. Los nombres de Galvani y de Volta no habían llegado todavía a aquellas vastas coledades”.

     Después de las máquinas eléctricas elaboradas por la industriosa sagacidad de los habitantes de los Llanos, nada podía ya fijar nuestra curiosidad en Calabozo, sino en los torpedos y gimnotos, que son otras tantas máquinas eléctricas animadas”.

     Naturalmente, es cierto, que este descubrimiento de Humboldt no se supo acá en Venezuela sino muchos años después, cuando se conoció la nota en referencia, incluida en las narraciones de sus viajes. Para la fecha en que se leen las obras de Humboldt, ya del Pozo hacía tiempo había muerto. A esto se agrega los tantos años que ocuparon toda la atención de los venezolanos con la guerra de la emancipación, y los posteriores vividos en intrigas políticas, que privaban toda acción de investigaciones históricas de nuestros valores humanos, y si las hacían, le daban mayor preferencia a los hechos ocurridos en nuestra contienda independentista.

El merideño Tulio Febres Cordero, tras conocer los hallazgos de Humboldt, fue uno de los primeros historiadores que se ocupó de divulgar los inventos de Carlos del Pozo

El merideño Tulio Febres Cordero, tras conocer los hallazgos de Humboldt, fue uno de los primeros historiadores que se ocupó de divulgar los inventos de Carlos del Pozo.

Febres Cordero y del Pozo

   El primer historiador nativo que se ocupa de Carlos del Pozo, luego de haber conocido el testimonio de Humboldt, es nuestro insigne Tulio Febres Cordero, quien en el periódico El Lápiz del año de 1891, publicó un breve opúsculo titulado “Un Telegrafista del Siglo Pasado”, donde además de hacer resaltar los comentarios del notable físico guariqueño, descubierto por Humboldt y Bonpland, trata de las observaciones y experiencias realizadas por estos sabios con el pez eléctrico Gimnoto, propio de nuestros ríos. Tal vez Tulio Febres Cordero denominó a del Pozo como telegrafista, porque la electricidad donde vino a dar sus primeros frutos fue con los sistemas de aparatos telegráficos, que se inventaron aprovechando la electricidad estática por frotamiento, como fueron los sistemas del escocés Marshall, del ginebrino Lesage y del español Salvá a mediados y fines del Siglo XVIII, no tuvieron alcance positivo, más aún cuando, los aparatos eléctricos ideados por del Pozo, distaban mucho de los sistemas telegráficos aludidos, y para cuando tuvieron éxito los sistemas telegráficos con el triunfo del descubrimiento de la electricidad dinámica, ya Carlos del Pozo no existía.

     Después, en 1910, Luis Antonio Díaz publicó en el periódico El Bazar un artículo sobre la personalidad de Carlos del Pozo, donde además de citar los comentarios de Humboldt, dice que, aun cuando se ignora por completo las fechas de nacimiento y muerte de tan ilustre guariqueño , es muy probable que haya nacido por los años de 1750 a 1775, y su muerte haya acaecido a fines del primer cuarto del siglo XIX, pero lo que sí se sabía con certeza era de que descendía de los primitivos pobladores del entonces pueblo de Todos los Santos, hoy Calabozo, y de donde era oriundo. Además, informa Díaz que, “en el año de 1810, fue Teniente Justicia y Mayor Corregidor del pueblo de Camaguán según aparece de una certificación que con tal carácter expidió ahí en aquella fecha”.

     Respecto a este último dato, Carlos del Pozo fue colaborador del gobierno real, pues Enrique Bernardo Núñez, también lo afirma, cuando en relación a su obra de “Calles y Esquinas de Caracas”, en 1949 escribió una nota que trataba sobre las construcciones de los antiguos teatros den Caracas y nuestro primer electricista aparece destacado al decir Núñez:

     “. . . El proyecto de poner techo al Coliseo forma larguísimo expediente y por ellos se ve pasar la figura escurridiza de Carlos del Pozo, subdelegado de la Real Hacienda de la Villa de Calabozo, el mismo que sorprende a Humboldt con sus máquinas eléctricas y le hace sentir la experiencia de los peces tembladores. En noviembre de 1805 se hace nuevo reconocimiento, pues no estaba aún comenzado el techo. Parreño se hallaba ausente. Francisco Jacot se disculpa en virtud de cierto artículo del Reglamento del real Cuerpo de Ingenieros. El ayuntamiento designa a Carlos del Pozo “por cuyos notorios conocimientos espera se realice aquella operación”. Pero del Pozo se había marchado a su Villa de Calabozo. Otro guariqueño, don Luis Corrales, preocupado en 1911 en recopilar datos de sus ilustres coterráneos, indagó, escudriñó archivos e hizo todo a su alcance por lograr una fotografía del notable físico Carlos del Pozo y lo único que apenas pudo adquirir fue, solamente, la información de que una honorable matrona calaboceña dijo haber visto un retrato de tan célebre personaje así: “casaca negra, chaleco morado mapuey, pantalón azul ajustado a la pierna bajo la rodilla con medias blancas y zapatos bajos, traje que se usaba en aquella época, como lo vemos en antiguos retratos y en el cuadro de nuestra independencia”. Además, logró don Luis Corrales los otros datos de ser “alto, de cuerpo delgado, de largas piernas, etc., y de algo tan valioso, como el único recuerdo de la existencia de este ilustrísimo venezolano, como es un facsímil de su firma, que publicamos en este trabajo”.

     Concluyendo hacia un análisis de lo que para el mundo civilizado constituyen los precursores de la electricidad desde sus orígenes en la época de filósofo Tales de Mileto, en donde en cada país o región del globo terráqueo se vanagloria de haber sido cuna de aquellos genios de la humanidad, como de ellos Inglaterra engalana las páginas de su historia con Guillermo Gilber, Roberto Boyle, Esteban  Garay, Guillermo Watson y Miguel Faraday; como Holanda se hace eco con su catedrático Muschanbroek; Italia se siente complacida con el aporte con sus dos predilectos hijos, célebres en la materia: Galvani y Volta; como igualmente a Dinamarca se le reconoce la fecunda imaginación de su Profesor Juan Cristian Oerste; Francia se asoma orgullosa por este ventanal de la ciencia con su extraordinario Andrés María Ampere; y Alemania con sus tantos físicos y químicos de renombre contribuye con el mayor de los teóricos de las corrientes eléctricas: Jorge Simón Ohm.

     Y así como Norte América expande su nombre a través de los tiempos, con la singular figura de Benjamín Franklin, que le robó al cielo los rayos eléctricos mediante su ingenioso cometa asimismo, se hayan o no se haya divulgado ante el mundo, América Latina también tiene su timbre de orgulloso, su puesto honroso en la galería de las grandes celebridades de la electricidad ya no con el instinto travieso de los indios de las orillas del Orinoco, sino con el nombre propio e ilustre de Carlos del Pozo, eminente físico venezolano que como electricista avanzado en su época, Humboldt y Bonpland no encontraron en sus célebres viajes otro igual en parte alguna de Oriente a Occidente”.

FUENTES CONSULTADAS

  • Pérez Marchelli, Héctor. Carlos del Pozo y Sucre. En: Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas: fundación Polar, 1989

  • Díaz, Luis Antonio. Don Carlos del Pozo. En: Revista Telegráfica de Venezuela. Caracas, 5 de julio de 1911

  • Elite. Caracas, núm. 2064, 17 de abril de 1964; págs. 30-32

Abril – Mayo de 1992

Abril – Mayo de 1992

REVISTA PRODUCCIÓN

Abril – Mayo de 1992

Sinopsis

Por: Esther Mobilia

     El titular de la edición reseña el tema del contrabando y el ilícito aduanero. En el editorial se hace una presentación sobre los temas a tratar: integración con Colombia y el delito aduanero. En la sección Vínculos se reseñan noticias breves sobre el mundo de los negocios a nivel global.

     Se publica un artículo acerca de las nuevas estrategias a desarrollar en el marco del proyecto de integración con Colombia. Continuando con el tema, se analizan las potencialidades del mercado colombiano a través de la óptica venezolana. El empresario Ernesto Navarro explica el enfoque de calidad total y cómo puede impulsar el desarrollo del país.

     Con respecto al tema del contrabando, se analizan las consecuencias del ilícito aduanero para la economía venezolana a partir de testimonios de diversos empresarios. En temas de exportación se desarrolla un artículo acerca de las claves del éxito a partir de las categorías de infraestructura y mentalidad. En la sección Encuentros se reseñan diversos eventos en el sector de producción y negocios desarrollados a nivel mundial.

     Diversos empresarios y economistas reflexionan acerca del año 1992 y las proyecciones a futuro sobre el posible despegue económico del país. Se publica un artículo relacionado con el proceso de automatización de la industria venezolana. Leandro Cantó explica cuál es la verdadera función del empresario: producir, competir e innovar. Se reseña la agenda para las próximas semanas. La edición termina con las direcciones y contactos de diversos miembros de la Cámara.

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Más revistas

Enero de 2002

La edición está dedicada a la solicitud hecha por parte de los empresarios de que se concreten avances en seguridad social.

Septiembre de 1968

En este número inicia con la presentación de las Gacetas Oficiales de carácter económico publicadas en la legislación venezolana.

Febrero de 1969

Esta edición está dedicada al 25 aniversario de la Asociación de Industriales de Artes Gráficas.

Boletín – Volumen 97

Boletín – Volumen 97

BOLETINES

Boletín – Volumen 97

Sinopsis

Por: Dr. Jorge Bracho

     Para este número 97, fechado diciembre 1 de 1921, apareció en primer lugar “Situación mercantil” (Pp. 1333-1334) en que se reseñó acerca de una paralización entre compradores y vendedores de mercancía “seca”, debido a la disparidad de criterios en cuanto a los precios de compra y venta. Sin embargo, la producción daba muestras de recuperación y se esperaba que esta evolución continuara. Se informa, además, de la producción y exportación de café, cacao y ganado desde Venezuela, así como la cotización del dólar desde meses anteriores y su declinación en Europa. En la página 1334 se presenta una información sobre una misión belga que llegó a Venezuela y la Cámara de Comercio le dio recibimiento.      De la carilla 1334 a la 1335 se dio a conocer “Comentario sobre operaciones bancarias”. Continúa, de la página 1336 a la 1338 un escrito de un economista colombiano, J. Corredor La Torre, donde aborda la crisis en Europa y la responsabilidad en ella de países como Alemania, Francia y Rusia. Asimismo, examina las posibles medidas que Brasil, Colombia, Ecuador y Venezuela debían poner en práctica para un mejor aprovechamiento de sus bienes primarios. 

Boletín 92

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     El título de este trabajo es “Solidaridad económica de los países americanos productores de materias primas”. En carillas subsiguientes, de la 1338 a 1339 se editó “Estado actual de la cría de ganado en el estado Zamora”, suscrito por el gobernador del estado, el general Isidro Febres Cordero. A continuación, “Observaciones referentes a los Llanos de Venezuela” (Pp. 1339-1341) el que da continuidad a uno publicado con anterioridad y firmado por Rafael Ruíz. En “Sobre desinfección de cueros y pieles colombianos en Maracaibo y Ciudad Bolívar. Sección Venezolana de la Alta Comisión Interamericana” (Pp. 1341-1342) se estableció que el proceso de desinfección correspondía a la aduana de transito de Orocué y Cúcuta llevarlo a cabo y no como lo estaban practicando cónsules estadounidenses en territorio de Venezuela.

     El inspector del Banco de Venezuela, Julio Sánchez – Vegas, presentó un diagnóstico titulado “Estudio relativo al comercio e industrias del estado Táchira” (Pp. 1342-1345), donde se informa sobre el comercio con espacios territoriales de Colombia y Venezuela, la producción de café, cacao, productos provenientes de la caña de azúcar, oleaginosas, tabaco y cabezas de ganado de diversos géneros. Entre las páginas 1345 y 1346 a un comerciante de Tucupita, Oscar Engelhardt, le fue publicado “Informe sobre la situación agrícola del Territorio Delta – Amacuro”.

     De la carilla 1346 a la 1347 en “Proyecto de Banco Mundial” se consideró la salida del empobrecimiento europeo y las posibilidades de sustentar la emisión de billetes respaldados por el patrón de oro o de papel moneda y la existencia de un banco que cubriera esta necesidad. Entre la 1347 a la página 1348 la ocupa “Noticias acerca de algunas compañías anónimas de Maracaibo”. “Informe relativo a un viaje de estudio a una sección de Venezuela”, suscrito por J. W. Gonggrijp, un explorador proveniente de Surinam, describió algunos aspectos geográficos del Orinoco, entre las regiones del Yuruary y el Yuruan. Aparece entre las páginas 1348 y 1354.

     Los artículos de carácter histórico continúan como es el caso del historiador estadounidense C. H. Haring con “El comercio y navegación entre España y las Indias en época de los Habsburgo” (Pp. 1354-1365). En “Carta de la Federación de Industrias Británicas” (P. 1365), en que se informa acerca de una nueva agrupación constituida en Gran Bretaña. Luego (Pp.1365-1366) viene “Cálculo de la producción y desenvolvimiento de algunos productos venezolanos”. En la página 1366 aparece una propuesta de negocios comerciales desde Suecia.

     En “Sección de correspondencia” se ofrecen intercambios desde La Habana, Adolfstrasse, Astien, Berlín, Rhein, Shanghái, San Juan, Washington, Nueva York y Yokohama. Le sigue “Deuda exterior de algunos países de América”, “Exportación de pieles de chivo de Puerto Cabello en octubre de 1921”, un cuadro correspondiente a “Exportación de café de Puerto Cabello en octubre de 1921”. “Progresos de la Cámara de Comercio de Maracaibo”, en que se informa de la adquisición de una edificación para su funcionamiento, “Precios de productos en diversos lugares de Venezuela en noviembre de 1921”, “Movimiento de valores públicos en la Bolsa de Caracas y en la de Maracaibo en noviembre de 1921 y “Alcance al Boletín” donde se informa sobre el recibimiento de la delegación belga (Pp. 1366-1375).

     Al final de esta edición se presenta un índice de todos los números correspondientes al año 1921.

Más boletines

Boletín – Volumen 148

En primera lugar aparece “Situación mercantil”.

Boletín – Volumen 135

Abre este número de febrero de 1925 con “Situación mercantil”.

Boletín – Volumen 72

Apuntes sobre la riqueza mineralógica de Venezuela.

Las torres del Centro Simón Bolívar

Las torres del Centro Simón Bolívar

Conocidas también como las Torres de El Silencio, fueron el corazón y símbolo de la Caracas de los años 50 hasta la construcción de las Torres del Parque Central, en la década de 1970. El Centro Simón Bolívar contaba con más de 300 locales comerciales, restaurantes, salas de fiestas, oficinas, garajes y muchas otras instalaciones. Era el referente comercial más importante de la época.

     Con la inauguración de las dos Torres, el domingo 5 de diciembre de 1954, que las unió con la prolongación de la Avenida Bolívar hasta conectarla con la Autopista del Este, la ciudad capital adquirió un nítido rostro de modernidad.

     Diseñadas por el arquitecto venezolano Cipriano Domínguez, sus primeros esbozos datan de 1948, cuando el entonces presidente de la República, Rómulo Gallegos, ordenó la construcción de dicha obra, contemplada en lo que se conoce como Plan Rotival, proyecto de transformación urbana de Caracas, presentado en 1938 por el arquitecto francés Maurice Rotival.  

     Tras el derrocamiento de Gallegos, en noviembre de ese año 1948, la Junta Militar de Gobierno que asumió el poder, le dio continuidad a la cimentación de dichos edificios, los cuales, finalmente, fueron concluido en el segundo año de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. 

Conocidas también como las Torres de El Silencio, fueron el corazón y símbolo de la Caracas de los años 50 hasta la construcción de las Torres del Parque Central, en la década de 1970

Conocidas también como las Torres de El Silencio, fueron el corazón y símbolo de la Caracas de los años 50 hasta la construcción de las Torres del Parque Central, en la década de 1970

Características de la obra

     “Dentro de las características esenciales del estilo moderno, las Torres del Centro Simón Bolívar ofrece un conjunto arquitectónico en el que están combinados los volúmenes y los colores, el sentido funcional y el aspecto decorativo, para fundir lo bello y lo útil en una composición equilibrada que merece parangonarse con las mejores realizaciones del urbanismo continental contemporáneo.

     Al terminarse el revestimiento de las Torres y la construcción del edificio-puente que las une, apareció en todo su valor el imponente aspecto general, que mantiene la unidad en medio de la diversidad de ángulos y perspectivas que caracteriza al conjunto. Bajo los rascacielos de 103 metros de altura, la horizontal arquitectónica del puente le da armonía y solidez a su doble silueta. Es el Centro Simón Bolívar un adorno de Caracas y al mismo tiempo un organismo funcional, con sus edificios, sus avenidas exteriores y sus vías subterráneas y con sus diversos planos de sótanos en donde ha nacido una ciudad bajo techo de intensa actividad comercial.

     Las Torres tienen 30 pisos fuera de tierra y 3 en los sótanos. El techo del piso 30 marca la cota 1.007,25. Sus estructuras de acero pesan 7.397 toneladas y, en las placas, escaleras y obras de concreto se utilizaron 14.682 metros cúbicos de material y 2.797 toneladas de cabilla. La superficie útil de la Torre Sur es de 57.122 metros cuadrados, la de la Torre Norte de 53.105, y la del puente que las une 14.193. El área total de las torres tiene capacidad para 18.000 personas.

     La obra de revestimiento de las torres se comenzó el 3 de febrero de 1954 y sus estructuras fueron cubiertas con 71.200 metros cuadrados de vermiculite. En el enchapamiento de las fachadas se invirtieron 39.919 metros cuadrados de cerámica y en el de los plafones y pisos 23.000.

     Las paredes, parte de los pisos y las columnas fueron revestidos con 26.000 metros cuadrados de mármol. Tienen sus propios depósitos de agua, uno en el sótano de cada edificio con capacidad para 230.000 litros y otro en cada piso 29–, para 130.000 litros. Las tuberías de agua y desagües alcanzan a 3.500 metros en cada Torre.

     La corriente eléctrica que consume cada Torre es de 3.000 KW., que serían suficientes para una población de 40.000 almas. Esta carga circula por 200 kilómetros de cables, mueve en cada Torre 12 ascensores y alimenta 7.000 puntos de luz.

     Los edificios Norte y Sur fueron completamente terminados, son grandes construcciones de ocho plantas, con sus juegos de ascensores, vestíbulos, pasillos y salones.

Diseñadas por el arquitecto venezolano Cipriano Domínguez, sus primeros esbozos datan de 1948, cuando el entonces presidente de la República, Rómulo Gallegos, ordenó la construcción de dicha obra

Diseñadas por el arquitecto venezolano Cipriano Domínguez, sus primeros esbozos datan de 1948, cuando el entonces presidente de la República, Rómulo Gallegos, ordenó la construcción de dicha obra.

Las Torres tienen una altura de 102 metros, con 30 pisos fuera de tierra y 3 en los sótanos. Sus estructuras de acero pesan 7.397 toneladas y, en las placas, escaleras y obras de concreto se utilizaron 14.682 metros cúbicos de material y 2.797 toneladas de cabilla.

Las Torres tienen una altura de 102 metros, con 30 pisos fuera de tierra y 3 en los sótanos. Sus estructuras de acero pesan 7.397 toneladas y, en las placas, escaleras y obras de concreto se utilizaron 14.682 metros cúbicos de material y 2.797 toneladas de cabilla.

El Centro Simón Bolívar cuenta con restaurantes, salas de fiestas, locales comerciales, oficinas, servicios de todo tipo, garajes y muchas otras instalaciones en su interior

El Centro Simón Bolívar cuenta con restaurantes, salas de fiestas, locales comerciales, oficinas, servicios de todo tipo, garajes y muchas otras instalaciones en su interior.

     La prolongación de la Avenida Bolívar, desde la calle Sur 11 hasta la calle Sur 25, en donde se conecta con la Autopista del Este a través de un trébol y dos puentes sobre el Guaire, costó Bs. 10.264.423 en sus obras estructurales, sin contar el valor de los inmuebles adquiridos para despejar la zona en el barrio de El Conde, que fue de Bs. 41.939.308. La longitud de las prolongaciones de 1.030 metros en los cuales se conserva la anchura y demás características del primer sector de la Avenida. La obra requirió puentes, muros de contención, rellenos, demoliciones, acondicionamiento de subrasantes, tuberías, pavimentos, brocales, cloacas, alcantarillas, impermeabilización e iluminación.

     Las obras, que practicaron el enlace de la Avenida Bolívar, por una parte, con la Autopista Caracas-La Guaira y con la Avenida San Martín, y por la otra con la Autopista del Este, resuelven el problema vial de Caracas a todo o largo del sinclinal del río Guaire y en el cuerpo central de la ciudad, permitiendo comunicaciones ininterrumpidas desde Petare y desde el Sur en busca de la salida hacia el Litoral. La Avenida Bolívar es, por tanto, la parte fundamental de esta red de comunicaciones urbana.

     El costo de las Torres Norte y Sur, el puente de unión entre las torres, la prolongación de los edificios Norte y Sur y el paso para peatones fue de Bs. 107.539.134,27. La prolongación de la Avenida hasta la calle 25 sur tuvo un costo de Bs. 52.614.676,05”.

     En muy poco tiempo, el Centro Simón Bolívar contó con restaurantes, salas de fiestas, locales comerciales, servicios de todo tipo, garajes y muchas otras instalaciones en su interior. Los espacios de oficinas fueron ocupados por instituciones del Estado y por algunas de las empresas de mayor prestigio en Venezuela.

FUENTES CONSULTADAS

  • El Universal. Caracas, 6 de diciembre de 1954

  • La Esfera. Caracas, 6 de diciembre de 1954

  • El Heraldo. Caracas, 4, 5, 6 y 7 de diciembre de 1954

Abril – Mayo de 1992

Agosto de 1968

REVISTA PRODUCCIÓN

Agosto de 1968

Sinopsis

Por: Esther Mobilia

     Esta edición está dedicada a los sectores transporte y turismo. Inicia con la presentación de las Gacetas Oficiales de carácter económico publicadas en la legislación venezolana. En el editorial se envían los saludos de fin de año. El editorial se centra en el proyecto de discusión del acuerdo subregional, conocido luego como Pacto Andino. Fedecámaras expone su posición con respecto a este acuerdo en una carta reproducida en la edición y dirigida al Presidente de la República. Vicencio Baez Finol, secretario ejecutivo de Fedecámaras profundiza acerca de este acuerdo y las disonancias entre la comisión de expertos y los acuerdos concretados por los cancilleres de los Estados involucrados. El director de turismo, Antonio Barrera M., expone las perspectivas favorables que tendría el desarrollo del turismo en Venezuela. Según Oscar Machado Zuloaga, presidente de Viasa, las perspectivas de la aviación mundial resultan “intrigantes”. Roberto Varsavsky y Pastor Martínez Leal publican un artículo sobre cómo la integración podría impulsar un programa de reducción de costos. Se presentan una serie de imágenes que registran el homenaje rendido a Federico Vegas, expresidente de la Cámara de Industriales. En noticias sobre el Instituto Venezolano de Seguros Sociales, se informa acerca de la culminación del curso de bibliotecarios de historias médicas. Se informa acerca de la cena de fraternidad en la Asociación Venezolana de Industrias Plásticas (AVIPLA). La jefa de la División de Transporte del ministerio de Fomento, Celia Benchimol, informa que es necesario conocer las cifras de los vehículos que operan en el país, dado que no existe un censo del sector transporte. Se presentan los avances en el empleo de tuberías de asbesto cemento en Venezuela. El periodista J. Sanjuán escribe un artículo de opinión en el que hace un balance de la economía venezolana a lo largo del mes transcurrido. Se registra la conmemoración del X aniversario de Pro-Venezuela. Según Leandro Suárez Hinojosa, la economía del transporte en Venezuela genera unos ingresos anuales por el orden de los 2.341 millones de bolívares. Nazario Villarroel escribe que el ministro de Hacienda presentó un proyecto de presupuesto fiscal para 1969 por el orden de 9.280 millones de bolívares. 

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     En noticias breves, Alejandro Rodríguez explica en la industria del transporte se libra una encarnizada competencia, mientras que, por otro lado, la Corporación Venezolana de Fomento acordó otorgar 103 millones de bolívares en financiamientos turísticos por un plazo de diez años. Narciso Pérez Núñez analiza el caso del decreto 512: “compre venezolano”, considerando que no se cumple tan como se había concebido.

     Continuando con noticias breves, se informa acerca de los diversos subsidios e inversiones que se aplicarán en el país durante 1969. Posteriormente se reseñan noticias globales sobre temas de innovación tecnológica. Richard Felver, en materia de producción, explica la importancia del diseño del producto. F. Raison escribe sobre la agrupación de empresas como medio de estabilización y aumento de la producción. Antonio González se pregunta por qué no alcanza mayor auge el turismo en Venezuela. La asociación de distribuidores de automóviles y maquinarias (ADAM) propone la aplicación de placa permanente para vehículos. Culmina la edición con las direcciones y los contactos de los asociados a la Cámara de Industriales de Caracas.

Más revistas

Mayo de 1968 – N192

Esta edición está dedicada a la Asamblea de Fedecámaras y la industria de los alimentos.

Noviembre – Diciembre de 1992

El número inicia con el editorial, en donde se precisan las actividades de formación realizadas por la Cámara de Industriales de Caracas.

Julio de 1968

Esta edición está dedicada al tema de la integración del desarrollo.

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