Teatro Municipal, un poco de su historia

Teatro Municipal, un poco de su historia

CRÓNICAS DE LA CIUDAD

Teatro Municipal, un poco de su historia

Teatro Municipal. Caracas (2012), ubicado en la esquina Reducto, en pleno centro de la ciudad

     La historia del Teatro Municipal se remonta a 1876, cuando un decreto del presidente Antonio Guzmán Blanco, de fecha de 6 de abril, dio inicio al proceso de construcción con el propósito de dotar a Caracas de un local adecuado para las representaciones teatrales y de  compañías de óperas más famosas de Europa, con gran lujo, semejante a los suntuosos teatros de París. 

     Se ordenó entonces la construcción del teatro en la parte sur de la Plaza San Pablo, donde yacía en ruinas el antiguo templo de San Pablo destruido a causa del terremoto de 1812. Para esta obra se destinó la suma de noventa mil venezolanos (V. 90.000), según el presupuesto aprobado, cantidad que con el tiempo sufrió modificaciones a causa de la paralización de las obras en diversas ocasiones, las cuales elevaron considerablemente la suma inicial. Es justo reconocer el empeño que puso el presidente Guzmán Blanco en que no se detuvieran en gastos, a fin de que el Teatro resultara con la mayor suntuosidad y capacidad para montar sin dificultad alguna, los mejores espectáculos traídos de Europa.

     En la Memoria del Ministerio de Obras Públicas (MOP) de 1877, se publicó una detallada descripción de la obra. Dice el informe que: “El color general del edificio es el Corinto puro, con basamento Ático y ocupará un área de 2.120 metros cuadrados. 

     Por una notable coincidencia, la forma adoptada para la fabricación de este Teatro, es la misma que ha escogido la comisión francesa para la del que se establecerá en medio del recinto destinado a la próxima gran exposición internacional de París. En efecto, esta forma es una de las más grandes exigencias de su interior.

     “Se ha cuidado de introducir a éste todas las mejoras que ofrece el arte moderno. La acústica, ese gran escollo de la arquitectura teatral, ha sido atendida debidamente al formar planos; al efecto se ha introducido la caja armónica reflectante, debajo de la Orquesta para reforzar los sonidos y otras tantas mejoras que la teoría y la práctica aconsejan”, indica la mencionada publicación ministerial.

     Se confió al ingeniero Esteban Ricard la construcción del Teatro; Ricard estimó los gastos en 450 mil bolívares, pero las reformas que se introdujeron al proyecto inicial y la pérdida de materiales a causa de la prolongada suspensión de los trabajos, al final elevaron el costo a una suma cinco veces mayor.   

     Se terminó la obra en 1881 y el costo final fue de dos millones 402 mil 178 bolívares.      

     Estando, pues, preparado ya el ambiente teatral los pormenores del estudio de la maqueta, aprobación y decreto de la construcción del teatro no se hicieron esperar. . . Y al fin llegó el ansiado día por todos esperado. El teatro “Guzmán Blanco” era inaugurado pomposamente el 1 de enero de 1881 con la ópera de Verdi “El Trovador”. La regia velada la presidió desde su palco el entonces primer mandatario de la República, general Antonio Guzmán Blanco, quien con todo su séquito, sus ministros y sus esposas, se sentaron en los palcos principales del teatro.

     La compañía europea contratada para la inauguración del “Guzmán Blanco”, traída por el empresario Fortunato Corvaia, concluyó su temporada a fines de la primera quincena de abril de ese mismo año (1881). Además de “El Trovador” se representaron también “Fausto”, “Baile de Máscaras”, “La Traviata”, “Favorita”, “Ione” y “La Africana”.

Cambio de nombre

     Desde su inauguración en 1881 hasta entrado 1887, año en que ruidosamente fracasó la compañía de óperas de Teresa Carreño, habían desfilado por el escenario del “Guzmán Blanco”, muchos de los más importantes conjuntos líricos de Europa. Y fue precisamente con el debut en Caracas de una compañía francesa —cuya temporada incluía “Fausto”, “Carmen”, “Mignon” y “Guillermo Tell” — cuando comenzó a llamarse al máximo Coliseo caraqueño, Teatro Municipal. Esto ocurrió exactamente el 9 de noviembre de 1887, sin embargo el nuevo nombre no se arraigaría entre el público sino a partir del año siguiente.

     Muchos años después, en 1993, el Teatro Municipal agregaría a su nombre el del tenor venezolano, Alfredo Sadel: “Teatro Municipal Alfredo Sadel”.

 

Ilumincación

     Para el servicio de luz del Teatro, el Estado tuvo que pagar 80 mil bolívares, según el contrato que firmó el gobierno nacional el 10 de junio de 1882 con el señor Luis Tartaret, para el establecimiento de alumbrado por gasolina.

Teatro Municipal de Caracas

     El presidente acordó cancelarle a dicho señor ocho mil bolívares adicionales al contrato, con motivo de los inconvenientes para la importación de mil galones de gasolina para el ensayo del sistema, debido a las exigencias de las compañías transportadoras hicieran al contratante, por tratarse de una materia inflamable, pidiendo un costo elevadísimo por su traída.

Fracasos, fracasos y más fracasos

     El fiasco artístico y financiero ocurrido a nuestra célebre Teresa Carreño en 1887 fue, a la postre, apenas el primer síntoma con que el público asomaba su inconformidad con la calidad del espectáculo que se les ofrecía. Esta reacción, que iba de la piratería más ensordecedora del auditorio, al más adverso comentario de la crítica, tuvo cierta razón de existir puesto que sin equívoco posible denunciaba el gran negocio que hacían los señores empresarios a costa del gobierno que siempre, con gruesas sumas, financiaba las temporadas. Tal reacción que en mucho se pareció a la promulgada  por las durezas armónicas fue en definitiva favorable para la actividad teatral, ya que desde entonces hubo mejor cuidado en la contratación de las compañías, más exigencia para seleccionar a las principales cantantes y más empeño, relativamente, por ofrecer más calidad teatral, y no, como se venía acostumbrando, montar una temporada con dos o tres cantantes de primera fila agoreramente contratados como figuras centrales de un conjunto de mediocre calidad.

     Los ruidosos fracasos que se sucedieron a raíz de la actuación de la compañía de ópera de Teresa Carreño —la eximia pianista venezolana fue la primera mujer que en Venezuela dirigió una orquesta sinfónica — fueron, pues, de una útil experiencia para el mejor desenvolvimiento de la actividad artística de Caracas. No obstante, otros tropiezos no tardarían en hacerse presentes: la agitación política con sus consabidos saqueadores, la desbandada de artistas y organizadores y muy particularmente el reinado de la zarzuela y la opereta —género menor que tuvo multitud de aficionados a fines del pasado siglo entre nosotros y que aún hoy día aunque en menos cantidad sigue teniéndolos— instalado a todo esplendor en ese entonces en el Teatro Caracas. 

     Puede decirse, pues, que motivado a la intranquilidad y al desasosiego y también a la fuerte acometida que de todo tipo rodearon las actividades del Municipal, inclusive fue prácticamente saqueado, no quedó otro camino que cerrarlo temporalmente. 

Teatro Municipal. Caracas, 1881

Reparaciones del Municipal

     Los trabajos de la primera reparación del Teatro Municipal se iniciaron comenzando el año 1905. Para esa fecha se restauraron totalmente sus localidades, se dotaron los pisos de alfombras, se cambiaron las lámparas eléctricas, se trajeron de Europa juegos completos de mobiliario y decoración y se adquirió también urgentemente un “extenso archivo musical”, que según datos oficiales, más tarde se volvería polilla. 

     La reinauguración del Municipal tuvo lugar a mediados de 1905. Para tal efecto —ya plenamente reformado nuestro primer Coliseo, ofrecía la misma fastuosidad de años atrás— se trajo desde Puerto Rico a la compañía “Scognamiglio”, no por ser la más cotizada del momento, sino por ser la única que se encontraba más próxima a Venezuela para la fecha del centenario de la Independencia (1910). A partir de ese entonces comenzaron a pasar por su escenario los conjuntos líricos más importantes de Europa y América. 

     Fue la época gloriosa en que vinieron la eminente soprano María Barrientos, el extraordinario barítono Titta Ruffo, sin duda uno de los “monstruos sagrados” del pasado siglo,  Hipólito Lázaro, notable tenor, Tina Poli-Randaccio, Anna Fitziu, Miguel Fleta, Franco Alfano, compositor y director muy en boga por esos tiempos y muchos otros cantantes de gran recordación.

     Veinticuatro años más tarde, en 1930, el Municipal cerraría nuevamente sus puertas —esta vez por seis meses— por la urgente necesidad de otra gran reparación que se motivaba por la conmemoración del Centenario de la muerte del Libertador.  

     En  1949 su estructura fue modificada, desapareciendo el peristilo semicircular, el vestíbulo original y la escalera del palco presidencial, esta mutilación se debió a la construcción de la torre Sur del Centro Simón Bolívar, diez años después, en 1959 volvería nuevamente a estar en funcionamiento.

     Posteriormente entre los años 1954-55, se le hicieron otras reparaciones, que no pasaron a ser tal, ya que apenas ligeramente se le reacondicionaron sus paredes y alfombras y, para rematar tan ardua y minuciosa labor, se le pintó totalmente.

     En 1967 nuevamente fue sometido a una restauración por motivo del Cuatricentenario de Caracas, siendo está su última restauración hasta el cierre de la edificación en 1988, año en el cual dejaría de funcionar cinco años. 

     En 1993, se decidió recuperar la edificación y cinco años más tarde culminarían los trabajos. A comienzos de la segunda década del nuevo milenio, la obra fue renovada por Fundapatrimonio dejando la estructura en óptimas condiciones.

 

FUENTES CONSULTADAS

Mago de Chopite, Lila. Caracas y su crecimiento urbano. Caracas: IUPC, 1986; 250 p.

El Mundo. Caracas, 20 de noviembre de 1963; página 9

Memorias del MOP. Caracas, 1877

Memorias del MOP. Caracas, 1888

Arbitraje y franquicias

Arbitraje y franquicias

Arbitraje y franquicias

     El arbitraje es un medio alternativo o adecuado de resolución de conflictos, que puede ser de utilidad en el mundo de las franquicias. Este modelo de negocio de colaboración directa tiene actualmente 90 mil empresas franquiciantes en el mundo y se estima que habrá 250 mil para 2035.

     En la videoconferencia “Arbitraje y franquicias” Alfonso Riera, cofundador de Profranquicias, y Diego Castagnino, árbitro del Centro de Arbitraje de la Cámara de Caracas, abordaron cómo incluir cláusulas arbitrales en los contratos de franquicias y las ventajas que ofrece hacerlo.

     Riera comentó que muchas de las grandes empresas de franquicias de Europa y Estados Unidos, tienen como protocolo la resolución de conflictos y las cláusulas arbitrales, siendo una manera de garantizar soluciones con árbitros calificados, independientemente que el proceso se ventile en el país de destino de la franquicia, tiempo o el resultado del laudo arbitral.

     “El reto que tenemos es proponer estos esquemas de resolución alterna en nuestras franquicias de países latinoamericanos, derivar y transmitir un factor de confianza, la invitación es a que haya mucha mediación, mucha etapa previa, o arbitraje”.

     Diego Castagnino, abogado especialista en Derecho Mercantil, explicó por qué elegir el arbitraje para dirimir conflictos en los contratos de franquicias, cuándo se puede celebrar un acuerdo de arbitraje y cómo hacerlo.

     Recomienda que el acuerdo de las partes de someterse a arbitraje conste por escrito, evidenciando su voluntad de forma independiente al conjunto de normas pre redactadas en el contrato de franquicia.

     Detalló algunas ventajas que ofrece el arbitraje tales como confidencialidad de la información, especialmente útil en este tipo de negocios en los que se da la transmisión de conocimientos comerciales. También la celeridad, porque los tiempos de respuestas son más cortos y el arbitraje, como quedó demostrado durante la pandemia, no se detuvo, adaptándose rápidamente para seguir dando respuestas.

     Los invitamos a ver en nuestro canal de Youtube esta videoconferencia, que contó con la moderación de Diana Trías Bertorelli, directora ejecutiva del Centro de Arbitraje de la Cámara de Caracas, y en la que también se expusieron los tipos de conflictos que pueden surgir entre franquiciante y franquiciado.

Inventario caraqueño de finales del siglo XIX

Inventario caraqueño de finales del siglo XIX

POR AQUÍ PASARON

Inventario caraqueño de finales del siglo XIX

¿Cómo era la ciudad de Caracas de hace casi 130 años?

     El bibliotecario de la Academia Nacional de la Historia, Erasmo Colina, en un interesante artículo publicado en la edición del 15 de julio de 1966, en el diario El Universal, el cual tituló: Aspectos de la Vida Caraqueña 1893-1894, presenta un amplio panorama de la dinámica de la capital venezolana a finales del siglo XIX.

     Colina hace un recorrido, más bien, suerte de inventario, por los nombres de las diferentes autoridades, las empresas de alumbrado y teléfonos que prestaban servicios, el transporte, el telégrafo y sus tarifas, los medios de comunicación impresos, los clubes y lugares de diversión, la red bancaria y precisa, entre otras cosas, que la matrícula de la Universidad de Caracas era de poco más de 400 estudiantes.

     Disfrutemos pues de la pormenorizada descripción

     “Jefe del Poder Ejecutivo de los Estados Unidos de Venezuela, era el General Joaquín Crespo. El Secretario general, Dr. José R. Núñez; Secretarios: Doctores: Alirio Díaz Guerra, Luis F. Castillo y Augusto L. Figueredo. Traductor: Jorge L. Hartmann. Primer Telegrafista, Coronel Pedro María Sucre. 2do Señorita María Carbonell.

      El Cuartel de la Policía estaba ubicado al sur de la Plaza Bolívar. El Arzobispo de Caracas y Venezuela era el Ilustrísimo y Revmo. Sr. Dr. Críspulo Uzcátegui. Secretario de  Cámara del Arzobispado, Pbro. Dr. Gil Martínez. Provisor y Vicario General y Gobernador del Arzobispado, Dean Pro. Dr. Manuel Antonio Briceño. Teniente Provisor, Pro. Dr. Luis Felipe Esteves. Notario de la Curia Eclesiástica, Dr. Francisco Izquierdo Martí.

     Caracas tenía la llamada Empresa de Alumbrado Eléctrico, siendo sus contratistas y empresarios: G. Palacios. La oficina de elaboración estaba en S. 6, al Este del Mercado de San Pablo.

     Había para los años 1893-1894 y siguientes, servicio de ambulancias o sea camillas ad hoc para la traslación inmediata de heridos o enfermos y a disposición de quien desgraciadamente las necesitara, en los lugares siguientes: Sacristía de las Iglesias de Catedral, Santa Teresa, Santa Rosalía, Candelaria, San Juan, Altagracia, La Pastora, San José y Las Mercedes; Asilo de Huérfanos, Aserradero de Ramella y Panadería de Las Gradillas, Ferrenquín, Miranda y la de Zamuro.

     Las calles de Caracas eran transitadas por coches. Los de alquiler, tenían estaciones: de lujo — Boulevard Oeste del Capitolio, de número —Boulevard Este del Capitolio.

     Los coches de plaza estaban libres de patente, y sometidos a la siguiente tarifa: Por cada carrera de la estación o de sus inmediaciones, a cualquier punto de la ciudad, Bs. 1,50. Por cada hora dentro de la ciudad, Bs. 4. Por cada hora fuera de la ciudad, Bs. 5. El recorrido de coches era de 6 de la mañana hasta 10 de la noche. De las 12 en adelante el valor del pasaje era de Bs. 8.

     El Gobernador del D. F. era el doctor Juan Francisco Castillo; Secretario, Emilio Conde; Jefe de la Sección Política, Dr. Rafael Salazar Yanes; de la Sección Administrativa, Agustín García Pompa; de la Sección de Obras Públicas, José Cairós y M. 1er Oficial, Juan Pablo Penzo, 2do id., Juan Bautista Silguero hijo, Achivero General, y Encargado de la Estadística, el Coronel Santiago Carías. Portero, Ramón Ávila.

     Tenía Caracas agencias funerarias: entre Gradillas a San Francisco, Gran Agencia Funeraria; Torre a Veroes, La Nacional; Esquina de Veroes, La Equitativa.

     Estaba encargada del movimiento de vapores y noticias universales la Agencia Pumar. Estaba ubicada entre Principal y Santa Capilla, era su director Carlos Pumar. Existían además Agencias de Mercancías secas; de negocios de seguros, de Repartos (fundada en 1887); de Vapores, y diversas. Había en Caracas, las siguientes fábricas de cigarrillos: “La Legalidad”, “La Libertad”, “El Modelo”, “Chitón”, “Resurrexit”, “Flor de Cuba”, “La Cubana”, “La Fragancia”, “La América”, “La Africana”, “El Cojo”, “La Corona” y “El Espartano”.

     Diversiones: el Circo de Toros, ubicado en Oeste 12, N°5. Maderero a Puente Nuevo. Su Gerente: Heraclio de la Guardia. Circo de caballitos “Venezuela”, situado entre Reducto a Glorieta, propietarios: Benítez Hno., Alfredo Dupouy, Luis González y Guinand Fréres. Allí acudía la chiquillería de entonces, acompañada de sus padres o representantes. Al dirigirse a él, saludaban cortésmente a los transeúntes, y daban la acera a los ancianos y les tendían la mano en caso de haber algún estorbo o hueco en la vía. Lo mismo hacían cada vez que iban al Templo, al Colegio o a su hogar.

     En Caracas de fines del siglo pasado, según vemos en un Anuario de la época, existían los siguientes Clubs: América, Esq. de La Torre; Alemán, Camejo a Pajaritos; Bolívar, Padre Sierra a La Bolsa; Fénix, igual dirección; Unión, Santa Capilla a Mijares; Jockey, Carmelitas a Llaguno; Venezuela, Principal a Conde.

     La Prensa y Boletines en Caracas: Los periódicos que se publicaban para ese tiempo: El Anunciador Filatélico, el Boletín de la Agencia Pumar, el Boletín del Banco Monte Piedad, el Boletín del Ministerio de Obras Públicas, Boletín de la Riqueza Pública, Ciencias y Letras, El Cojo Ilustrado, La Clínica de los Niños Pobres, el Correo de Caracas. El Correo de los Estados, El Cosmopolita, El Deber, La Defensa, El Diario de Avisos, La Época, La Gaceta Forense, La Gaceta Médica de Caracas, La Gaceta Oficial, Guía de Caracas, La Justicia, El Látigo, Lucifer, El Noticiero, El Progreso, La Religión, El Reportero, El Republicano, El Palenque Español, La Revista Mercantil, El Siglo. La Situación, El Sol de América, El Tiempo, Venezuela Postal.

     Los relojes públicos existentes en la capital: el de la Torre de la Catedral, (hora oficial); uno en la torre de la Iglesia de San Juan, 12 eléctricos colocados así: uno en cada Plaza: La Pastora, Miranda, Candelaria, Washington, Santa Rosalía, 19 de Abril, del Teatro Municipal; 3 de Salón, en el Palacio Federal, Casa Amarilla y Concejo Municipal y el normal o regulador en la Torre de la Universidad.

     En los situados de las plazas, existían termómetros de alcohol con escala de Celcius y Farenheit. Se había encargado al señor Carlos D. Lemoine, para el cuido y arreglo de los relojes de Catedral y San José.

     Teléfonos: Había dos compañías: “The Venezuelan Telephone and Electrical Appliances Comp, Limited”. Entre Sociedad y Camejo, y la nueva “American Electric & Manufacturing C.”, de Gradillas a San Jacinto.

     El Telégrafo estaba entre las esquinas de Principal a Conde. Por diez palabras cobraban (según tarifa de la época) Bs. 1. De a 11 a 15 palabras, Bs. 1,25. De 16 a 20, Bs, 1,50, y de 21 a 25, 1,75. Por la noche doblaba el precio de los telegramas.
Universidad situada entre Bolsa a San Francisco, con sus dos amplios patios con las estatuas de Vargas y Cajigal, y los bulliciosos jóvenes que acudían a ella a seguir diversos cursos superiores. Era el Rector el Dr. Elías Rodríguez. El Vice-rector Dr. José Manuel Escalona; el Secretario, Dr. Vicente G. Guánchez; Archivero Adjunto, Carlos Toro Manrique; Adjunto a la Secretaría, Pedro A. Guánchez; Recaudador, Manuel H. Camacho. Contaba la Ilustre Universidad 34 Cátedras y más de 400 alumnos.

     Bancos: Había en Caracas los Bancos: Caracas, Venezuela, Monte Piedad, de Seguro y Economía.

     Tenía la ciudad baños públicos, Bibliotecas Públicas, Billares, Casas de Moneda o Cuño, Colegios, Escuelas, Academias, Boticas, Empresas de Construcción, Ferrocarriles, Dentistas, Doradores, Droguerías, Fábrica de Fósforos, etc.

     La gente era muy cortés, afable y según testigos, la gente se preocupaba por la cultura; la buena educación y urbanidad estaban presentes en todos los actos sociales. Había recato en el vestir y ningún menor era capaz de dirigir la palabra a una persona mayor, si no se le permitía o se le preguntaba algo.

     Pocos robos, pocos asesinatos y raros suicidios. Por las calles iban los vendedores de granjerías y por las ventanas asomaban lindas caras de las caraqueñitas gentiles. Las flores eran traídas de Galipán y de Gamboa. Era corriente el uso de sombrero y del paraguas.

Vivencias  de Teresa Carreño

Vivencias de Teresa Carreño

CRÓNICAS DE LA CIUDAD

Vivencias de Teresa Carreño

     En un interesante reportaje publicado en la edición del 19 de diciembre de 1953 de la revista Élite, la escritora Carmen Clemente Travieso cuenta la vida de la excepcional pianista venezolana María Teresa Gertrudis de Jesús Carreño García, conocida universalmente como Teresa Carreño.

     Nacida el 22 de diciembre de 1853 en Caracas, inició su brillantísima trayectoria como una niña prodigio del piano, aproximadamente a los 8 años de edad, por lo que muchos afamados intérpretes y directores de orquesta de Europa y Estados Unidos la consideraron un genio de la música.

     Por más de cincuenta años se presentó en salas de concierto de las más diversas ciudades del mundo. Falleció en Nueva York, a la edad de 64 años, el 12 de junio de 1917. En el año 1938 sus restos fueron trasladados a Caracas y llevados al Cementerio General del Sur y sesenta años después, el 8 de diciembre de 1977, sus cenizas mortales quedaron en reposo en el Panteón Nacional.

     Seguidamente presentamos el mencionado trabajo periodístico basado en anécdotas de la eximia pianista caraqueña.
Existe un maravilloso y variado anecdotario sobre la vida de Teresa Carreño; anecdotario que ha trascendido hasta el pueblo venezolano, pues la vida de la insigne artista apenas es conocida por algunos privilegiados, ya que ninguno de sus compatriotas se ha detenido a escribirla no obstante ser una vida rica en acontecimientos artísticos, morales e intelectuales, que acusó una noble y elevada condición humana.

     La vida de Teresa Carreño, desde que su padre descubrió que era un genio musical, hasta su muerte, estuvo signada por la lucha, una lucha sin tregua para todo: para triunfar, para imponerse, para aprender, para superarse, para defender su derecho a la felicidad, al amor de los hijos, la paz de su hogar. 

     Luchó contra todo: con la familia, con el medio ambiente prejuiciado y mezquino, con los maridos, con los hijos, con los empresarios y aun con sus propios discípulos que, en ocasiones, se sirvieron de su fama para medrar.

     Leyendo la única biografía de esta insigne venezolana, escrita por su discípula y admiradora Marta Nilinowski, la vemos crecer a través de sus páginas: vemos a aquella tierna niña de 9 años aclamada y aplaudida por los públicos de Estados Unidos y Europa, transformarse en una mujer de gran personalidad, no solo artística, sino humana; de una avasallante simpatía; de un cálido corazón, al extremo de saberse defender ante las asechanzas de la vida sin menoscabar su prestigio de artista genial. Y todo ello en medio de sus fracasos sentimentales, de las cobardías de sus maridos, de pequeñeces e incomprensiones que Teresa sabía sortear y de los que nunca habló ante los extraños.

     Lo acontecido en su propio país silenciado por largos años en los círculos históricos e intelectuales venezolanos, son una demostración de la gran calidad humana de Teresa Carreño. Por ello nunca se supo su gran desengaño, sus sufrimientos, sus lágrimas vertidas en la intimidad de los hogares de las pocas familias venezolanas que la acogieron y demostraron sus simpatía y solidaridad ante la crueldad de una sociedad prejuiciada y llena de convencionalismos, incapacitada para juzgar la grandeza de aquella extraordinaria venezolana que se había presentado ante ella a engrandecerla con su arte; a dejarles algo de lo mucho que ya ella había atesorado para sus públicos de otras latitudes.

     Los críticos de entonces se conformaron con decir que Venezuela estaba muy atrasada en arte, para poder apreciar el de Teresa Carreño no obstante Venezuela guarda una tradición musical como pocos países se pueden vanagloriar de poseer, desde los tiempos de la colonia. Pero la hicieron blanco de sus banderías políticas, llegando hasta la ofensa personal, como si ella tuviera la culpa de que Guzmán Blanco estuviera en el poder contra la voluntad popular.

Destellos de un genio

     La primera anécdota de Teresita Carreño, la niña, surgió cuando tenía siete años de edad.

     Estaba una mañana haciendo travesuras en el piano con sus muñecas, cuando llegó su padre a regañarla. Se quedó sorprendido al ver a Teresita tocando el piano y la emoción le arrancó lágrimas. Teresita se sobrecogió de miedo:

“No, papaíto, te juro que no lo volveré a hacer. . . ”
En otra oportunidad la madre la interroga:
“Teresita, ¿qué quisieras ser una princesa o una artista?”
La niña de inmediato contestó:
“Yo seré una artista toda mi vida”

     Es enternecedor contemplar las fotografías de Teresita cuando era una tierna niña por los años 1863 y 64, En el que aparece en La Habana, después de su concierto, nos muestra una niña inocente y bella, con sus rulos sobre la frente, sus manos cruzadas sobre el pecho, en actitud pensativa. El publicado en Boston el mismo año nos presenta a la niña que lleva en su rostro un reflejo de tristeza y seriedad; la tristeza que sin duda rodeaba su vida incierta, la angustia de la niña que ya, a sus tiernos años, siente el peso del deber sobre sus hombros. Sabido es que Teresa con sus conciertos sostenía el hogar de sus padres y hermanos. En Cincinnati aparece ya la adolescente delicada, pulcra, pálida y sensitiva. Y en Nueva York, el mismo año, sostiene con una mano el rostro enmarcado en los negros cabellos. Su mirada parece perderse en quién sabe qué tristes y dulces pensamientos. Fue esa misma mirada la que sorprende Rafael Pombo, crítico de la “Crónica”, cuando escribe: “Lejos del piano, su expresión es alegre, pero tan pronto como comienza a tocar sus ojos parecen llenarse de sombras y de lágrimas como si el mundo del arte y la tristeza pasaran sobre ellos”.

     Cuando Gottschalk la oyó tocar por primera vez dijo en voz alta ¡Bravo! Y le dio un beso en la frente que fue para ella como una consagración.

     Otro día la oye el gran violinista Theodore Thomas interpretar magistralmente el Nocturno en Mi Bemol de Chopin y las lágrimas le saltan de los ojos. Teresa interroga a su padre: “¿Por qué llora él?”

     Más tarde, ella, emocionada, dijo al interpretar la misma obra: “De aquí al cielo”

¡Yo soy Carreño!

     Una mañana Teresita tocaba con Anton Rubinstein, el genio del piano. Ensayaban en su propia casa. Rubinstein le hacía algunas indicaciones, hasta que llegó el momento en que estalló su mal genio.

“Usted debe tocarlo lo mismo que yo lo toco”, le dijo con voz autoritaria.”
“¿Y por qué debo tocarlo como usted lo toca?”, lo interrumpió Teresita.
Rubinstein dando un golpe contestó:
“¡Yo soy Rubinstein!”
Teresita, imitando su mismo gesto, un poco irónicamente, contestó:
“¡Yo soy Carreño!”

El fracaso anuncia el éxito

     Cuando llegó a Venezuela, Teresa Carreño fue recibida como una reina que regresaba a su hogar. Luego se hicieron sentir los prejuicios de la pacata sociedad, entorpeciendo el bello recibimiento que le tributó el pueblo venezolano a su artista genial. Por medio de cartas y artículos habían llegado a amenazarla. Teresa no se amilanó. Con su proverbial entereza de ánimo salió a conjurar el peligro con la batuta del Director de Orquesta en la mano para dirigir la orquesta, dejando al público perplejo. No temía a nada. “El fracaso anuncia el éxito”, dijo optimista.

La emoción del presidente Lincoln

     Cuando Teresa fue llamada por el presidente Lincoln a la Casa Blanca para que tocara en sesión privada, éste se acercó a la niña al terminar su concierto y colocó las manos sobre la cabeza sin pronunciar una palabra, pero ella notó que estaba llorando de emoción y consideró estas lágrimas del noble libertador de los esclavos de Norteamérica, como el más grande homenaje que jamás recibiera.

     El “Vals Teresita”

     Un día enseñaba a caminar a su hija Teresita. Entonces con esas mismas melodías escribió su “vals Teresita”, que fue obligado “extra” en todos sus conciertos.

“No lo se, lo siento”

     Viajando a Estados Unidos, el barco parece zozobrar. Todos se angustian, lloran, Solo Teresita aparece serena. La madre la llama a su lado.

“Serénate mamaíta que llegaremos sanas y salvas a nuestro destino”
“¿Cómo lo sabes, hija?”, le interrogó la madre.
“No lo sé, lo siento”, contestó Teresa.

El genio de Teresita

     Liszt la oyó tocar en silencio. Al terminar se dirigió donde ella estaba y le dijo: “Pequeña niña. Dios le ha dado a usted el más grande de los dotes: el genio. Trabaja, desarrolla tus talentos. Sobre todo, continúa fiel a ti misma, y con el tiempo serás uno de nosotros”.

     Cuando el gran maestro Rossini la oyó interpretar la “Oración de Moisés”, atravesó el salón aplaudiendo y exclamando: “¡Bravo, hija mía! Eres una gran artista”. Y dirigiéndose a su padre, le dijo: “Yo no comprendo cómo esta pequeña toca así. La igualdad y limpieza de sus arpegios son tan sorprendentes como la claridad con que destaca la melodía de la frase”.

Teresa en la intimidad

     Cuentan que cuando Teresa estaba ensayando, nadie, ni aun sus hijos, podían interrumpirla, lo mismo cuando jugaba su “solitario”, costumbre que tenía muy arraigada. Antes de acostarse cenaba una cena fría en compañía de un amigo íntimo o uno de sus alumnos. Ella entonces abría su corazón ávido de comprensión y de ternura. Dicen que los elegidos eran los únicos que la conocían así en la intimidad. Después que jugaba su “solitario” que le hacía descansar mentalmente, se fumaba un cigarrillo y se iba a la cama.

¡No moriremos!

     En una oportunidad, escribió a su amiga Carrie Keating: “Usted es trabajadora con exceso. Usted y yo hemos hecho de lo elemental lo que nunca muere. ¡Y no moriremos!”

Yo soy una mujer

     En cierta oportunidad, en que tocaba un concierto en beneficio de los huérfanos y viudas de la guerra franco-prusiana, un soldado se le acercó para decirle que: “Su Excelencia”, von Bülow le pedía fuera a su palco para felicitarla y darle las gracias. Teresa se irguió para contestar: “Diga usted a Su Excelencia que no tiene por qué darme las gracias. Yo he dado este concierto en honor a los soldados, y que si me quiere felicitar que venga a mí, porque soy una mujer”.

Una joven colega

Una noche en Londres después de un éxito clamoroso, Teresa atendía en su camerino a sus amigos y admiradores. En esto se fijó en una niña tímida que la miraba arrobada sin poder articular palabra. Teresa le dice: “Y tú, ¿quién eres?”. La niña se acercó tímidamente: “Solo deseaba verla”, le dijo. “Yo también toco el piano. . .” “` Bueno, querida”, contestó Teresa. “Entonces somos colegas. María, toma el nombre y la dirección de esta pequeña artista, le enviaré mi retrato para su estudio. Debes avisarme cuando toques en Berlín y recuerda que nadie llega a ser artista sin trabajar duramente. No es ésta una vida fácil. Buenas noches mi querida. Veo en tus ojos que eres seria, tienes buenas manos para el piano y con valor y perseverancia triunfarás. Buenas noches y auf wiedersehen!”

“Me estoy poniendo vieja”

     Cuando, divorciada, tuvo que firmar su nombre: Teresa Carreño, a secas, se le oyó murmurar: “¡Me estoy poniendo vieja!”

Beethoven

     Cada vez que interpretaba la música de Beethoven le dirigía una oración “para que me conceda la gracia de interpretar su música como él la sentía”.

El lenguaje del corazón

     En 1912 Teresa Carreño celebró sus Bodas de Oro. Le dieron un banquete con 200 invitados: músicos, artistas, escritores, periodistas. . . Un aplauso cerrado la anunció en el salón. A Teresa se le arrasaron los ojos de lágrimas; levantó la copa y brindó por los ausentes. Rodeada de flores y emocionada dio las gracias por el cálido homenaje con estas palabras: “Ustedes saben bien que no domino el alemán, pero hay un idioma que todos hablamos, el del corazón”.

Una misión: Enseñar

     Después de este homenaje se sintió pesimista y dijo a una de sus discípulas cuando iban a un paseo cotidiano: “¿Para qué vivir más? Después de la celebración de este aniversario he obtenido todo cuanto un artista puede desear. Por más que viva no puedo esperar más alto honor, mayor gloria ni más riqueza de lo que tengo hoy. ¡Y llamar a esto una fiesta!”

     Después reflexionó: “Todavía hay algo que puedo hacer, enseñar!”, dijo. “Si un alpinista que ha escalado alturas peligrosas encuentra a otro en busca del camino, ¿no es su deber indicarle el más corto, fácil y seguro?”. Y cuentan que aquel día su bastón sonó más fuertemente en las losas de la calle.

Su gran pena

     Cuando se siente ya decaída por la enfermedad que la consume, escribe a sus hijos: “Siento pena porque mi salud flaquea; pena porque no puedo ayudarlos a ti y a Teresita hasta que alcancen la cumbre. . .”

     Admirando su gran voluntad y energía un periodista la interrogó: “¿No se cansa usted nunca?” A lo que Teresa replicó: “¡Cuando eso suceda no tocaré más!” 

La maestra

     Teresa Carreño, la maestra, decía a sus discípulos con frecuencia: “Para comprender la música se la debe oír, para amar la música se la debe oír y para creer en la música se la debe oír”.

     Teresa Carreño odiaba a los que buscaban en la profesión fines interesados: “El arte y el mercantilismo son enemigos declarados”, decía.

La madre irreemplazable 

     Una tarde en la intimidad de su hogar la entrevistó un periodista, quien le habló de su patria: Venezuela. Teresa Carreño guardó silencio por algunos segundos y luego expresó:

     “La he amado a veces por sus desgracias otras por la generosidad de su naturaleza y siempre como una madre irreemplazable. En su suelo quiero dormir el sueño de la tierra. Es allí donde deseo reposen mis cenizas. . .”

     Y su voz se apagó en el vasto salón. . .

Derecho tributario ante los retos jurídicos de la IA

Derecho tributario ante los retos jurídicos de la IA

Derecho tributario ante los retos jurídicos de la IA

     El desarrollo de tecnologías emergentes, como la Inteligencia Artificial, es centro de interés de las organizaciones de comercio del mundo, atentas a los cambios que introducen en la economía y relaciones de trabajo.

     La evolución planteada por la IA, más allá de lo interno en la empresa que la incorpora y registra una progresiva sustitución de mano de obra, está abriendo debates en áreas como el derecho y la tributación. A las discusiones existentes sobre cómo gravar la economía digital se incorporan nuevos elementos, que traen a la mesa los robots.

     Soraya Rodríguez Losada, profesora de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de Vigo, España, ofreció en una sesión de nuestro Comité de Finanzas e Impuestos, una amplia visión sobre “La adaptación de las normas de Derecho Tributario ante los retos jurídicos de la Inteligencia Aritificial”

     Explicó las consecuencias fiscales que tendrá, por ejemplo en España, la eliminación de puestos de trabajo susceptibles de ser automatizados. Si se tiene en cuenta -dijo- que el impuesto sobre la renta de personas físicas la principal fuente de ingreso del sector público español, ese sería uno de los factores que “están poniendo en grave riesgo la sostenibilidad del sistema fiscal en España”

     La especialista adelantó algunas posibles líneas de actuación del Derecho Tributario que se están evaluando cómo crear un mecanismo que permita que las empresas que sustituyan personas por robots, paguen un impuesto por el hecho de incorporar esta nueva tecnología a los procesos productivos.

     “Estos nos lleva a una siguiente cuestión, qué es plantearnos si tienen los robots personalidad jurídica o si tienen capacidad de contribuir electrónico”.

     La videoconferencia de la doctora Rodríguez Losada, fue ofrecida por la Cámara de Caracas junto a la Asociación Venezolana de Derecho Tributario y la Universidad Católica Andrés Bello. La actividad fue moderada por Leonardo Palacios, presidente de nuestra institución, quien destacó que el objetivo de estos eventos es incentivar el estudio de la fiscalidad y de la adaptación de la normativa tributaria, que ha venido cambiando de manera vertiginosa a nivel internacional.

     Nuestro presidente insistió en la necesidad de que toda la actividad económica y comercial, así como la institucional gremial estén pendientes en los cambios que se vienen suscitando en los ordenamientos jurídicos internacionales para la adaptación y enfrentamiento de los retos en materia de Inteligencia artificial y economía digital.

     Manifestó que la cámara está empecinada en dar las herramientas necesarias para anticipar al sector empresarial y al público general estos aspectos con formación e información relacionadas con el desarrollo de esta tecnología en otros países.

     Los invitamos a ver esta conferencia en nuestro canal de Youtube: Cámara de Caracas.

Loading
Abrir chat
1
Contacta a nuestro equipo.
Escanea el código
Contacta a nuestro equipo para aclarar tus dudas o solicitar información.