La india de El Paraíso cumple 110 años

La india de El Paraíso cumple 110 años

CRÓNICAS DE LA CIUDAD

La india de El Paraíso cumple 110 años

     La famosa estatua de La India en la urbanización caraqueña de El Paraíso fue colocada hace 110 años.

     La obra diseñada por el escultor Eloy Palacios se programó originalmente para ser inaugurada por Juan Vicente Gómez el 5 de julio de 1911, con ocasión del centenario de la Independencia, pero de acuerdo a un comentario publicado en la revista El Cojo Ilustrado, el dictador se empeñó en que debía llevar el lema de su gobierno (Unión, Paz y Trabajo), lo cual demoró la instalación. Finalmente, la inauguración de la escultura se efectuó el 21 de agosto.

     Gómez también se negó a que el monumento fuese erigido en el Campo de Carabobo, donde se libró la batalla decisiva de la independencia venezolana, debido a que consideró que la desnudez de la india era un irrespeto a la majestad de los próceres que participaron en la Batalla de Carabobo.

     A lo largo de estas once décadas la estatua de la India ha tenido dos ubicaciones en la caraqueñísima urbanización del suroeste de la ciudad.

     Primero estuvo frente al Hipódromo Nacional, a la altura del Instituto Pedagógico, en la avenida La Vega o 19 de diciembre (hoy José Antonio Páez). Luego, en 1966, fue trasladada al lugar donde se encuentra actualmente, al final de la misma avenida, en la entrada de La Vega, para darle paso a la construcción del ramal del Distribuidor La Araña que da acceso a los túneles que comunican con la autopista sur que conduce al Cementerio, a El Valle y Coche.

     Raúl S. Esteves escribió en la revista Líneas, en la edición de junio de 1972, un amplio reportaje con minuciosos detalles acerca del concepto de la obra, incluidos costos y escogencia de los candidatos a diseñar el monumento concebido para perpetuar la victoria obtenida frente España, que selló la independencia de Venezuela, el cual presentamos a continuación:

EL PRIMER MONUMENTO A LA BATALLA DE CARABOBO QUEDÓ EN CARACAS, ES LA POPULAR “INDIA DEL PARAÍSO”, SU ESCULTOR FUE ELOY PALACIOS Y COSTÓ 189.900 BOLÍVARES

     Antes de que en la llanura de Carabobo, donde en 1821 fueron libradas gloriosas acciones por el Ejército Libertador, quedara instalado el monumento alegórico hecho por el escultor español Rodríguez del Villar ̶ fallecido hace años en Valencia̶ ̶ fue decretada la erección de otros conjuntos escultóricos, para dar cumplimiento a un Decreto del Parlamento de Colombia fechado el 23 de julio de 1821.

Boceto del Monumento a Carabobo, elaborado por el escultor Eloy Palacios (Maturín, estado Monagas, 1847 - La Habana, 1919)

     El 21 de septiembre de 1887, cuando ejercía funciones de Presidente Provisional de la República el general Hermógenes López, hubo una disposición presidencial mediante la cual se ordenaba colocar en la Plaza Bolívar de Valencia una columna de mármol de diez metros de altura ̶ es la que ahora se conoce como El Monolito ̶ “destinada a perpetuar la última gran victoria obtenida por los ilustres Próceres de la Independencia en territorio de Venezuela”, como se manifestaba en el único Considerando del decreto mencionado.

Otro monumento conmemorativo

     En la Memoria del Ministerio de Obras Pública correspondiente al año de la inauguración, se informa que por Decreto de fecha 5 de julio de 1904, se ordenó la creación de un Monumento en la llanura de Carabobo, y para llevar a cabo su ejecución, fue promovido por ese Ministerio un concurso entre los ingenieros y escultores venezolanos. Escogido el proyecto que resultó ser el mejor entre los que fueron presentados, se confió al escultor Eloy Palacios su realización.

     Palacios ̶ autor también del conjunto escultórico erigido en La Victoria para rendir tributo al reconocimiento a la heroica batalla que fue librada en esa población aragüeña por las fuerzas patrióticas al mando de José Félix Ribas ̶ quiso dar a su obra un estilo original y para ello ideó un nuevo proyecto que fue aprobado por los representantes del Gobierno Nacional. El escultor dijo ante un grupo de amigos que había logrado inspiración en el medio tropical, fundamentalmente en una expresión de la llanura venezolana: la palma real, tres de cuyos troncos unidos sustituyeron la columna clásica que era tradicional en ese tipo de esculturas. Expresó también que había recordado una bella leyenda indígena que pone en el penacho de las palmeras la habitación de los dioses y para lograr tal simbolismo, hizo surgir del mismo capullo de la enorme palmera al genio de la independencia, con la bandera de la libertad en su diestra, y una antorcha en su mano izquierda.

     Los ciudadanos que fueron comisionados por el gobierno nacional para diligenciar todo lo relacionado con el Monumento resolvieron hacer algunas modificaciones al respecto y con fecha 10 de diciembre de 1909 hubo un decreto mediante el cual eran reformadas las inscripciones que debía llevar el grupo escultórico y se ordenaba hacer la erección del conjunto en el Paseo Independencia de Caracas.

     Pero, considerándose que la obra había sido concebida para ser levantada en una llanura ̶ la de Carabobo ̶ y que aquel sitio había sido desechado por inconvenientes surgidos después de la fecha del primer Decreto, se escogió la para aquella época llamada Avenida de La Vega, en Caracas, como sitio adecuado donde podía destacarse el hermoso grupo de Palmeras.

     En cuanto a las inscripciones, éstas quedaron dedicadas a inmortalizar el 24 de junio de 1821 y a los héroes que surgieron de la Batalla de Carabobo, y finalizaba así: “El gobierno de la República, bajo la Presidencia Constitucional del General Juan Vicente Gómez, erige este monumento – 1911”.

     Bajo relieves representativos de acciones épicas, y en el sitio donde nace la palmera tridimensional destacan tres figuras femeninas tocadas con gorros frigios en representación de Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, en una trinidad que sería eterna para el Escudo de Armas de la Gran Colombia, decretado por el Congreso de Cúcuta el 4 de octubre de 1821.

La inauguración

     Para la inauguración del Monumento había sido fijado el 24 de junio, pero tal acto no pudo realizarse sino el 21 de agosto de 1911, y en aquella oportunidad pronunció un discurso el doctor José Gil Fortoul, Ministro de Instrucción Pública, quien señaló que con esa ceremonia se ofrecía una prolongación de las festividades del Centenario y se daba cumplimiento a un Decreto del año 21, que ordenaba tributar en Caracas los honores del triunfo al Ejército de la Independencia. Emocionado el doctor Gil Fortoul expresó “. . . en el centro del paisaje de incomparable belleza, armoniosamente cercado por montañas que, al amanecer, se visten de cálidas nieblas que ve luego el sol a acariciar con matices de nácar y rosa, en este valle de El Paraíso, donde verdea la inmortal caña dulce y agita amorosamente su verde penacho el chaguaramo, aquí, en este paseo donde por las tardes de oro y púrpura, viene a derramarse, bulliciosa la ciudad. . .” 

Otras características del monumento

     De conformidad con lo establecido en un Decreto Ejecutivo de fecha 30 de junio de 1905, el Gobierno Nacional asumió la responsabilidad de realizar el Monumento y fue nombrada ̶ por resolución de ese mismo día ̶ un Jurado que formaron los doctores Jesús Muñoz Tébar, Alejandro Chataing y Emilio J. Maury, el cual debía conocer del mérito artístico de los proyectos que fueron presentados. Estos señores hicieron público el Veredicto correspondiente el día 15 de julio.

     Hubo seis proyectos y se declaró mejor el que fue ejecutado por el ingeniero Manuel Cipriano Pérez, ya que tanto en su aspecto monumental como en el artístico, reunía las condiciones exigidas en el Decreto Ejecutivo de 1904. A este proyecto, según declaración de los miembros del Jurado, siguieron en mérito los que fueron enviados por los ciudadanos Andrés Pérez Mujica y Lorenzo González, quienes estudiaban con notorio provecho el arte de la escultura en París, pensionados por el Gobierno Nacional.

     El día 6 de julio fue escogido el presupuesto para la realización de la obra y resultó favorecido el de Eloy G. Palacios, cuyo monto fue de 189.900 bolívares.

     En justa medida de retribución por el mérito concedido a los trabajos de Pérez Mujica y de González, se resolvió que estos escultores realizaran dos de las estatuas que figuran en el basamento del conjunto. El primero haría la de Colombia y el segundo, la de Ecuador.

     El documento fue firmado el 20 de julio de 1905, y Palacios se obligaba a entregar ̶ montado de un todo ̶ el Monumento el 24 de julio de 1907, pero no pudo cumplir tal compromiso y solicitó un año de plazo.

     Adujo Palacios que no le era posible dar por terminada su obra sino en 1908, por haberse visto obligado a recomenzar varias veces el trabajo, para mejorar algunos detalles, y porque buscaba la más apropiada armonía del conjunto en su deseo de hacer algo que resultara digno de su objeto y con la mayor perfección artística.

     El Monumento a la India, o simplemente “La India de El Paraíso”, como se le conoce popularmente, estuvo frente al Instituto Pedagógico hasta el año 1966, cuando fue trasladado hasta la redoma que está en la entrada de La Vega, su ubicación actual, para dar paso a las obras de construcción de la autopista que enlaza el sur de la ciudad con la vía que lleva al litoral guaireño.

     El original grupo escultórico, exponente del refinado simbolismo artístico que era característico en aquel tiempo, con sus relieves alegóricos custodiados por cóndores, con la hermosa mujer india que conserva el gorro frigio y una antorcha en su mano izquierda, pero que no tiene la bandera originalmente señalada por el autor para que la llevara en su mano derecha, no fue nunca a Carabobo, aunque sí representó el primer monumento concebido para inmortalizar en bronce y piedra esculpidos, la acción gloriosa de quienes participaron con las armas de la República en la batalla libertadora de 1821.

La India en la redoma de La Vega, 2020
Eloy Palacios, escultor y pintor, autor del Monumento a la Batalla de Carabobo, conocido popularmente como “La India del Paraíso”
Traslado de la India del Paraiso, del Pedagógico a la redoma de La Vega, 1966

Atomización de la Economía Venezolana

Atomización de la Economía Venezolana

Atomización de la Economía Venezolana

Abg. Juan Cristóbal Carmona Borjas
Especialista en Derecho Financiero

 

     El evidente debilitamiento del Estado venezolano que arrastra consigo al proyecto político iniciado por Hugo Rafael Chávez Frías, ha obligado a su sucesor Nicolás Maduro a buscar oxígeno en fórmulas que involucran al sector privado nacional y extranjero al que tanto adversó por años.

     La destrucción del sector de los hidrocarburos líquidos y gaseosos, la depredación del sector minero, la devastación del parque industrial local, el repudio a la inversión privada extranjera y la exterminación del sistema monetario patrio, con la consiguiente pérdida del poder adquisitivo del venezolano, son algunas expresiones de la lamentable gestión que en el ámbito económico registra el llamado Socialismo del Siglo XXI.

     Tan dañinos resultados se alcanzaron a través de numerosas actuaciones gubernamentales al margen del estado de derecho, destacando entre ellas, una ola de expropiaciones arbitrarias, tornadas en confiscaciones; la estatización y publicalización irracional de numerosos sectores; la extinción del crédito bancario y la hiper-regulación de las actividades económicas, con los abusos de poder que ella supone.

     Esa política, como resulta evidente, percoló el resto de los ámbitos de la vida nacional, generando la mayor abrasión institucional y moral registrada en la historia republicana del país, al punto de conducirnos a escenarios propios de un Estado fallido. Tan lamentable situación generó reacciones de rechazo en buena parte del mundo democrático que se aunaron a las que internamente se habían registrado desde comienzos del “proceso revolucionario chavista”. Fue así como a partir del año 2015 los EE.UU., la Unión Europea y algunos países de la región latinoamericana, adoptaron medidas concretas que se tradujeron en las llamadas “sanciones”, impuestas, por una parte, a individuos considerados violadores de derechos humanos e involucrados en actos de corrupción y, por otra parte, a un gobierno considerado responsable de la mayor crisis humanitaria vivida en la región, cuya más clara expresión la representa la pavorosa emigración de más de cinco millones de compatriotas.

     El proyecto revolucionario implementado en estos últimos veinte años terminó por atomizar al sector productivo nacional, así como a la inversión extranjera existente en Venezuela, lo que obedeció, en opinión de muchos, a un plan premeditado bajo la consigna “divide y vencerás”. No contaban sus propulsores, que terminarían siendo víctima de su propia gestión.

     En la actual realidad venezolana, las labores de exploración y extracción de recursos naturales suponen ingentes inversiones financieras; la recuperación del parque industrial, público y privado, para alcanzar niveles aceptables de productividad y actualización tecnológica, exige igualmente de enormes recursos; el pleno abastecimiento interno en los ámbitos alimentarios y de servicios esenciales, requiere de cuantiosas sumas de dinero. El logro de tales objetivos demanda no sólo de medios financieros, sino también de recursos humanos con conocimiento técnico y confianza en el futuro del país, elementos estos que también ha perdido significativamente Venezuela.

     Dejó de contar nuestro Estado con los recursos que aportaba la actividad petrolera, gracias a los cuales pudieron los gobernantes de estos últimos años conducir el país de manera hegemónica. Tras más de veinte años de gestión, de nada le vale al gobierno seguir haciendo alarde de las potencialidades que representa Venezuela, si no se pasa de la retórica a los hechos.

     Muchos han dado por concluida la etapa del rentismo petrolero que acompañó a Venezuela por más de 100 años y ven en ello la gran oportunidad de la diversificación de la economía nacional. Al respecto, valga precisar que, una cosa es procurar superar el modelo rentista y, otra muy distinta, pensar que no debe ser prioritaria la recuperación de la industria petrolera y hacer de ella, por fin, un real soporte del desarrollo económico, en lugar de una simple plataforma financiera de proyectos políticos y personales. Ese trascendental paso y el resto de los que supone la recuperación de la economía nacional, más allá de recursos materiales y humanos, demanda también de institucionalidad y seguridad jurídica.

     Encontrándose el gobierno actual “entre las cuerdas del ring de boxeo” en que se desplazó por décadas, sin respetar reglas ni referees, ha iniciado un coqueteo con el sector privado, a quien pareciera haber dejado de considerar como su contrincante, para comenzar a verlo como un aliado o quizá, como su única tabla de salvación, aquella a la que no le queda otra opción que abrazarse porque las piernas comienzan a fallar inexorablemente.

     Parecieran ver las autoridades gubernamentales actuales al sector privado, nacional y extranjero, como el capaz de aportar parte de los insumos requeridos para reactivar la economía, ya que procurarlos por intermedio de los organismos multilaterales se torna más remoto, en tanto para ellos, en principio, lo estrictamente comercial pesa menos en la ecuación que lo institucional.

     El verdadero retorno de capitales privados al país dependerá en buena medida de la confianza, esa que se sustenta en la legitimidad de las autoridades y en seguridad que ofrezca su gestión. A ellas también prestan especial atención la mayoría de los particulares. Pasar de la economía de bodegones a la que realmente requiere Venezuela, aquella que construye infraestructura, genera empleo y perdura en el tiempo, demanda mucho más que una oportunidad coyuntural de ganar dinero.

     Los ofrecimientos realizados hasta el momento por el Poder Público Nacional al sector privado se sustentan, entre otras, en medidas a ser dictadas con fundamento en la llamada “Ley Antibloqueo”, la implementación de políticas dirigidas a la compra de productos nacionales, el restablecimiento selectivo del financiamiento bancario y el relajamiento de facto, que no formal, de numerosos controles (cambio y precios). Respecto de la gran mayoría de esas medidas existen fundadas razones para dudar de su constitucionalidad y legalidad.

     A la par de aquellas cuestionables iniciativas, la Asamblea Nacional instalada el 5 de enero de 2021, ha presentado al país una amplia agenda legislativa en la que destacan proyectos de leyes que como los de Zonas Económicas Especiales y de las Ciudades Comunales pretenden crear “oasis” en medio del desierto. Esos espacios territoriales, concebidos en unos casos bajo modelos económicos socialistas y, en otros, capitalistas, implican una alteración de la organización político territorial y del régimen jurídico consagrado en la Carta Magna. Tales medidas, de concretarse, acrecentarán la inseguridad jurídica reinante. Se trataría de modelos diametralmente opuestos entre sí y a la realidad generalizada que impera en el resto del país. La atomización del territorio, la economía, el régimen jurídico y de los venezolanos, lejos de resolver problemas los potenciará.

     Las propuestas efectuadas por el Poder Público Nacional al sector privado nacional y extranjero resultan incompatibles con el discurso conciliador y esperanzador que intenta transmitirse. La recuperación del país amerita de una visión y actuación política global que genere confianza y se mantenga en el tiempo. La seguridad jurídica a esos efectos es condición sine qua non, ella, sin embargo, continúa muy lejos en la propuesta gubernamental.

     Junto a aquel escenario se presenta de nuevo un esfuerzo de negociación entre personeros del gobierno y factores opositores cuyo espectro debe trascender lo estrictamente político-electoral, sin que se desconozca que de ello depende el resto, incluido lo económico. De nada valdrá elegir gobernadores y alcaldes para que a los pocos días de los comicios entre en vigencia la Ley de las Ciudades Comunales, vaciando de contenido los ámbitos competenciales y financieros de las instancias estadales y municipales. De qué valdrá sancionar una Ley de Zonas Económicas Especiales, si el resto del país seguirá ahogado en la anarquía, agobiado con cargas impositivas irracionales y bajo los feroces embates de la hiperinflación.

     Venezuela ha llegado a un punto en el que todas las materias son urgentes y deben ser tenidas en cuenta como una unidad, no sólo por los gobernantes, sino también por el empresariado y la ciudadanía. En la atención de la crisis nacional, seguir atomizando territorios, actores, reglas, materias y procesos para resolver la problemática solo contribuirá a que quienes ocupan el cuadrilátero en el que se ha convertido el país alivien el cansancio de sus desgastados músculos hasta que finalmente los más débiles o desprevenidos pierdan el round o la pelea, además, por nocaut. A estas alturas del combate, las salvadas de campana sólo son un milagro que genera alivios pasajeros y tirar la toalla no es una opción. Es hora de ofrecerle al mundo un espectáculo digno en el que el país deje de ser un escenario en el que unos y otros se golpean, para convertirlo en la pista en la que podamos saltar tan lejos como nos demostró Yulimar Rojas puede hacerse.

La Sociedad Venezolana de compliance promueve la cultura de cumplimiento

La Sociedad Venezolana de compliance promueve la cultura de cumplimiento

La Sociedad Venezolana de compliance promueve la cultura de cumplimiento

     “Nociones básicas del Corporate Compliance” aspectos y beneficios para los empresarios, fue una videoconferencia realizada por nuestro Comité de Asuntos Legales en conjunto con la Sociedad Venezolana de Compliance (SVC). Nos acompañaron Milangela Tachón Scopazzo, asociada de número de la SVC, Samuel Acuña, secretario de la Junta Directiva de la SVC y Carlos Liendo, presidente de la SVC.

     Scopazzo inició su ponencia destacando que la misión de la Sociedad Venezolana de Compliance es promover la cultura de cumplimiento en Venezuela y que seamos un referente internacional. Explicó que el Corporate Compliance abarca el riesgo de sanciones legales o regulatorias, pérdidas financieras o pérdida de reputación que una organización puede sufrir como resultado del incumplimiento de las leyes, regulaciones, normas de autorregulación y códigos de conducta que son de aplicación a sus actividades.

     En materia de Compliance son múltiples los estándares internacionales, como el marco COSO, ISO (3700-3701), US Sentences Guidelines, directrices FCPA y UK Bribery. Todas tienen como objetivo ordenar modelos, tanto genéricos (transversales) como específicos.

     Samuel Acuña, aseguró que algunas instituciones empresariales en Venezuela ya están aplicando las normas del Compliance, lo que es un proceso lento pero con resultados satisfactorios a la hora de hacer negocios con empresas internacionales.

     También diferenció los conceptos de Compliance Regulatorio y Corporate Compliance. En el caso de Compliance Regulatorio se entiende que es un modelo global complemento del Corporate Compliance. Sobre el entorno empresarial, específicamente el Regulatorio, se encuentra enmarcado en el entorno extramercado en el que las empresas sufren las acciones del mercado como el regulador sectorial que rige sus actividades, que son llamadas normas componentes del Compliance Regulatorio.

     Carlos Liendo, presidente de la Sociedad Venezolana de Compliance, insistió en que no hay una una cultura de cumplimiento en Venezuela y vivimos un contexto país para la actividad empresarial complicado. En el país con la creación del Registro Unificado de Sujetos Obligados, una Providencia Administrativa emanada por la Oficina Nacional Contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo, ya es una obligación tener normas de control.

     Liendo resaltó que en la mayoría de los países vecinos de Latinoamérica ya se han adoptado las normas de ética, principios y valores. Hizo hincapié en que “No tener un programa de cumplimiento genera un riesgo reputacional intangible… Es una sentencia de muerte para la organización…Posiblemente es el riesgo que más debe cuidarse y el más perjudicial”

     En nuestro canal de Youtube: Cámara de Caracas puede ver esta videoconferencia.

Acuerdo arbitral y sus patologías

Acuerdo arbitral y sus patologías

Acuerdo arbitral y sus patologías

     “El acuerdo arbitral y sus patologías” fue analizado por la doctora Claudia Madrid, árbitro de nuestro Centro de Arbitraje.

     Un buen acuerdo arbitral bien hecho permitirá que el arbitraje se inicie y conduzca de la mejor manera. Con esta afirmación la doctora Claudia Madrid comenzó su exposición en la videoconferencia en torno al acuerdo arbitral, realizada por el Centro de Arbitraje de la Cámara de Caracas.

     Madrid explicó la importancia de un acuerdo “sano” para el desarrollo del proceso de arbitraje y citó la definición que hace el doctor Ramón Escovar Alvarado, árbitro del CACC, en cuanto a que un acuerdo patológico es aquel que tiene defectos capaces de generar obstáculos para llegar al arbitraje.

     Cuando se presenta este problema dependerá de la voluntad de las partes de cumplir su compromiso de hacer uso de la resolución de conflictos, el poder “curar” el acuerdo, afirma la especialista en Derecho Internacional Privado y Comparado. “La patología per se no genera nulidad, pero la interpretación que se puede hacer en sede judicial puede conducir a la nulidad de estos acuerdos patológicos”.

     Durante su exposición Madrid, quien es profesora del Programa de Estudios Avanzados de Arbitraje, PREAA, que dicta el CACC en convenio con la Universidad Monteávila, hizo referencia a todos los elementos que debe tener un acuerdo para desempeñar su función, y también a las formas de resolver alguna falla que presente.

     Considera que entre las reglas importantes, está utilizar una redacción clara y precisa. Recomienda que si no existe experiencia redactando este tipo de acuerdo, lo mejor es tomar un modelo probado de los Centros de Arbitraje, que han sido hechas por expertos que han sido probadas en la práctica y cuya efectividad no se pone en duda, como por ejemplo la cláusula arbitral del CACC.

     La videoconferencia que tuvo como ponente a la doctora Madrid fue moderada por Diana Trías, directora ejecutiva del CACC, quien destacó que el acuerdo arbitral es un tema medular en la resolución alternativa de conflictos.

     Los invitamos a ver en nuestro canal de Youtube la ponencia de la doctora Claudia Madrid.

El Helicoide de la Roca Tarpeya

El Helicoide de la Roca Tarpeya

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El Helicoide de la Roca Tarpeya

Moderno centro comercial al servicio de Caracas Se levantó alrededor de una roca, con una superficie de construcción de 60.000 m2, iba a tener un helipuerto, un hotel, un gran domo en la parte superior, tecnología de punta, 300 tiendas, estacionamiento y ascensores fabricados en Viena. La complejidad y la escala del edificio, concebido por el arquitecto venezolano Jorge Romero Gutiérrez, fue plasmada en 12.000 planos.
El centro comercial nunca abrió sus puertas

El Helicoide se construyó sobre una inmensa roca

     En el transcurso del año 1957, el cerro conocido con el nombre de Roca Tarpeya comenzó a experimentar una profunda transformación. Ante el empuje de los tractores, la roca, aparentemente inaprovechada, se fue convirtiendo en sólida base sobre la cual comenzó a erigirse una de las obras arquitectónicas más audaz y novedosa que se haya concebido en país alguno: El Helicoide de la Roca Tarpeya.

     En 1952 fue fundada la firma Inversiones Planificadas C. A., con el objeto de construir el Centro Profesional del Este, obra que se llevó a feliz término tres años más tarde, en 1955. Dicha firma es la propietaria de Helicoide C. A., empresa que asumió el extraordinario reto de construir el más moderno centro comercial de América Latina.

     En 1956 se comenzaron los estudios del Helicoide, para plasmar en la realidad la idea concebida por el arquitecto Jorge Romero Gutiérrez, de dotar a Caracas de un centro integral de comercio y exposiciones de industrias, de acuerdo con la entonces moderna tendencia de zonificar o agrupar, mediante conjuntos arquitectónicos funcionales las distintas actividades económicas, culturales y recreativas que se desarrollan en los grandes centros urbanos.

     La idea era que el Helicoide funcionara como un gran centro mercantil de departamentos cooperativos, integrados por 300 locales comerciales, un palacio de ferias y exposiciones, un multicinema, un centro automotriz y comodidades complementarias tales como un estacionamiento para más de dos mil vehículos, un bien dotado preescolar, abundantes zonas verdes, etc.

     Tanto los locales comerciales como los espacios destinados a otras actividades, serían vendidos mediante el régimen de propiedad horizontal. La comercialización inicial permitió que más de 170 importantes firmas adquirieran locales en el Helicoide, lo cual le dio mayor impulso al audaz proyecto.

     Las pautas arquitectónicas del Helicoide, así como la acertada concepción de dar aprovechamiento útil, a la par que monumental, a un terreno que, por sus características topográficas, parecía destinado a un uso marginal, provocaron miles de comentarios favorables en más de seis mil periódicos y revistas especializadas, publicadas en la mayoría de los países de América y Europa. El Helicoide, en definitiva, tenía también el objetivo que constituirse en un importante y atractivo lugar turístico que simbolizara a Caracas, como la torre Eiffel lo es para París o el Rockefeller Center para Nueva York. 

Maqueta del Helicoide

     En sentido económico, la concepción del Helicoide permitió asimilar las enormes ventajas que la moderna sistematización en conjuntos arquitectónicos (urbanizaciones, centros profesionales, etc.) aporta a la comunidad: vías y estacionamientos adecuados al desarrollo de los medios de transporte, proximidad espacial de actividades similares con el consiguiente ahorro de tiempo, facilidades de conservación, mantenimiento, operación y disfrute de los espacios privados y comunes, posibilidades de planificación funcional y estética, etc.

El Helicoide fue concebido como un moderno centro comercial, con 300 locales comerciales, estacionamiento, hotel, helipuerto, etc. Nunca abrió sus puertas.

     En el Helicoide, el público puede seleccionar sus compras, rodeado de atractivos complementarios y sin dificultades de acceso o de estacionamiento, y el comercio podrá, a la vez, desplegar sus actividades en un medio altamente propicio para el éxito de sus operaciones.

     La contribución del Helicoide al mantenimiento o desarrollo de los niveles de la actividad económica en el país, presenta dos aspectos, igualmente positivos, aunque orden diferente.

     En primer lugar, los trabajos de construcción requieren, por su volumen, una inversión total cercana a los cien millones de bolívares. La intensidad de esta inversión ha de tener directamente y por la vía del multiplicador económico, una repercusión sumamente favorable en los niveles de actividad de un sector de nuestra económica que, como el de la construcción, es una de las mayores fuentes de ocupación del país. Se estimó que durante el tiempo de ejecución de la obra, directamente o indirectamente, se generaran empleos para unos 100 técnicos (ingenieros, arquitectos, administradores, etc.) y unos mil obreros.

     En segundo término, la realización por iniciativa privada de una obra del volumen y característica del Helicoide, constituyó un importante estímulo a la economía de la ciudad.

     El derrocamiento de la dictadura no provocó, en un principio, que se interrumpieran los trabajos de tan representativa obra, por lo que, la primera etapa de construcción del Helicoide concluyó sin mayores sobresaltos en 1961, año en que la situación económica del país requirió de una serie de medidas por parte del Estado, que impidieron la continuidad de la obra. La construcción del Helicoide se paralizó hasta 1965, cuando se intentan retomar los trabajos para concluirlos en 1967, pero no fue posible porque no hubo flujo de capitales. En consecuencia, la obra se paralizó por completo y su estructura se convirtió en un gigantesco “elefante blanco”.

     En 1982, el gobierno rescató de los depósitos de la aduna de La Guaira la cúpula geodésica de aluminio, la cual fue instalada en la parte superior del Helicoide. Ese año, comienzan a instalarse algunas dependencias oficiales, entre ellas, la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP, hoy SEBIN). En esa década, parte de las instalaciones del Helicoide sirvieron de refugio para damnificados de inundaciones y deslizamientos de tierra ocurridos en sectores populares. 

El Helicoide, un elefante blanco en Caracas

     Desde entonces, la historia del Helicoide ha estado ligada a los gobiernos de turno y a la fluctuante situación económica del país. Han existido varios intentos por regenerarlo y convertirlo en un centro cultural. En una época se habló de mudar allí a la Biblioteca Nacional, pero esa propuesta no pasó de ser una promesa.

 

 

FUENTE CONSULTADA
  • Armiñana, Miguel. El Helicoide de la Roca Tarpeya. El Mes Económico. Caracas, número 5, noviembre-diciembre, 1958
  • El Helicoide. Elite. Caracas, número 1984, octubre de 1963

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