No hubo culpable del secuestro de Domínguez

No hubo culpable del secuestro de Domínguez

El primero de junio de 1972, fue secuestrado en Caracas, por un comando guerrillero, el empresario Carlos Domínguez, Originalmente se planificó secuestrar al hijo, pero, por una confusión, se llevaron al “Rey de la hojalata”, como se le conocía a Domínguez por sus fábricas de envases de metal; más de un millón de dólares pidieron por su liberación. Primer secuestro en Venezuela por el que se solicitó rescate.

Carlos Domínguez Chávez fue secuestrado en Caracas, el primero de junio de 1972, por un comando guerrillero, por el cual se pediría, por primera vez, rescate en Venezuela. El empresario era conocido como el Rey de la Hojalata por sus fábricas de envases de metal.
Carlos Domínguez Chávez fue secuestrado en Caracas, el primero de junio de 1972, por un comando guerrillero, por el cual se pediría, por primera vez, rescate en Venezuela. El empresario era conocido como el Rey de la Hojalata por sus fábricas de envases de metal.

     Durante casi dos semanas, a principios de junio de 1972, estuvo en manos de una organización criminal, aparentemente vinculada con movimientos guerrilleros, el empresario Carlos Domínguez Chávez.

     Conocido como uno de los secuestros más costosos en la historia del país, los familiares del industrial se vieron obligados a reunir cinco millones de bolívares (más de un millón de dólares al cambio de la época) para conseguir su liberación.

     El caso del “Rey de la Hojalata”, así llamaron al empresario, dueño de la fábrica de envases metálicos más importante de Venezuela, movilizó a todos los cuerpos policiales del país y obligó a crear por primera vez el denominado Comando Unificado –Policía Técnica Judicial (PTJ), Dirección de Servicios de Inteligencia Policial (DISIP), Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (SIFA) y Policía Metropolitana (PM), así como a los diversos medios de comunicación que dieron cobertura permanente al secuestro.

     Por 13 días continuos, los periódicos capitalinos y de provincia, así como estaciones de radio y TV dedicaron amplio espacio y segmentos para informar sobre el secuestro y el curso que seguían las investigaciones. Cada día aparecían noticias contradictorias, manteniendo el suspenso, como en las series de misterio, donde cada nuevo capítulo trae un desenlace diferente, acelerando el ritmo cardíaco de los espectadores.

     El 15 de junio de 1972, Domínguez fue liberado. En horas de la madrugada llegó en un taxi a su residencia en la urbanización El Paraíso. Los secuestradores lo liberaron después de cobrar el rescate, un millón de dólares en billetes y el resto en papel moneda nacional, totalizando el monto exigido. Y luego se salieron con la suya porque, pese al enorme operativo de investigación y gran despliegue policial, jamás fueron capturados los autores del hecho. 

     Con cierta frecuencia se especuló que las investigaciones estaban a punto de dar con la captura de los culpables, pero nunca se dio a conocer la identidad de los secuestradores.

     En la edición del 16 de junio de 1972 de la revista Élite, en reportaje del periodista Humberto J., González, titulado Domínguez: El Secuestro más caro de Venezuela, se ofrecen interesantísimos detalles del caso: “El viernes 2 de junio, dos periodistas conversaban parsimoniosamente en uno de los bancos de la plaza interior del Congreso Nacional. La mañana había amanecido fresca y a excepción del caso del estudiante Mervin Marín Sánchez, quien el día anterior había sido gravemente herido por una bomba lacrimógena que le estallara en la cabeza, y cuya vida se le iba escapando irremediablemente, los periodistas parecían haberse encontrado con uno de esos terriblemente vacíos días en los que nada ocurre: “no hay noticias”.

     Poco antes del mediodía comenzó a difundirse un rumor: “el industrial Carlos Domínguez, uno de los hombres más ricos de Venezuela, fue secuestrado en La Victoria, Estado Aragua”.

     Al principio muy pocos periodistas prestaron atención al rumor. Nadie se imaginaba que en pocas horas esta “bola” llegaría a convertirse en el caso de secuestro más increíble y sensacional de su tipo cometido hasta el presente en el país. Y el más caro también.

     A medida que el rumor se fue afianzando, comenzó a tomar cuerpo como noticia. Dos emisoras de radio lanzaron la información al aire. En la tarde un vespertino dio una información bastante detallada, señalando que una organización de guerrillas urbanas había realizado el secuestro, el cual habría ocurrido en la población antes mencionada. La información se había originado en Caracas como una noticia local. En posteriores ediciones del mismo diario, la misma tarde, fue corregida y se indicó que la acción había tenido lugar en Caracas. Una organización guerrillera, “Bandera Roja”, en llamada telefónica al vespertino “El Mundo”, se atribuyó la acción y dijo que se debió en protesta contra el atentado policial del miércoles en la UCV, en el cual resultó herido de muerte el estudiante Marín Sánchez.

      Para entonces, ya se había puesto en funcionamiento, en medio de una increíble cantidad de informaciones, desinformaciones, contra-informaciones y presuntas indiscreciones calculadas, todo el aparato periodístico y policial que haría del secuestro del industrial Carlos Domínguez Chávez uno de los casos más extraños de su naturaleza que jamás hayan ocurrido en Venezuela.

     Para el momento de cerrar esta edición de Elite, una semana y dos días después de ocurrido el secuestro, tanto las policías integradas por el “comando anti-secuestro”, como los familiares y la prensa, no habían avanzado más que en la formulación de absurdas y contradictorias hipótesis, que de ninguna manera ayudaban a aclarar las sombrías perspectivas del caso.

     No obstante, el análisis de la inmensa cantidad de datos presentados por la prensa, así como informaciones estrictamente confidenciales logradas en diversas fuentes por el equipo investigativo de ELITE, ha permitido establecer con cierta precisión algunos detalles del caso.

Domínguez apareció en su casa tan repentinamente como había desaparecido hacía 13 días y nueve horas. Desde la reja gritó en varias oportunidades: “Ey… ¡Los de la casa! Abran la puerta”.
Domínguez apareció en su casa tan repentinamente como había desaparecido hacía 13 días y nueve horas. Desde la reja gritó en varias oportunidades: “Ey… ¡Los de la casa! Abran la puerta”.

El secuestro

     De acuerdo con las informaciones obtenidas por Elite, el secuestro del industrial Domínguez obedece a un plan maestro en el cual están incluidos altos personeros del país, así como algunos de sus más inmediatos allegados.

     En este caso particular, el objetivo fundamental no era Carlos Domínguez, padre, sino Carlos Domínguez, hijo. Este, quien regularmente viaja a La Victoria a supervisar la producción de la fábrica, debía haber sido interceptado a su regreso y secuestrado, con el fin de exigir el rescate de los cinco millones de bolívares a su padre.

     La lógica del plan era sencilla: secuestrar al hijo con el fin de lograr que el padre, que es quien posee el dinero, pudiera pagar el rescate inmediatamente. Los secuestradores tenían, además, un plan alterno que debía llevarse a cabo en caso de que el primero fallara: secuestrar al industria|l Domínguez en Caracas. Los secuestradores conocían perfectamente todas las posibles alternativas que pudieran presentarse, y es probable que hubieran emplazado comandos tácticos en los, lugares más frecuentados por ambos.

     Aunque no fue posible establecerlo de manera absoluta, pudo saberse que la noche en que Carlitos Domínguez debía haber permanecido en La Victoria, junto con un primo suyo, decidió regresar antes a Caracas, por lo que el secuestro no pudo realizarse tal como estaba previsto. Esto hizo entrar en acción al plan alterno.

     El jueves a las 7 de la noche, el Sr. Domínguez salió de su casa para visitar algunas amistades suyas. A las 8:45 pm salió de la quinta “Eurídice”, donde había estado conversando con su amigo Bernardo Fernández, a quien pocos minutos antes había dicho que se iba porque sentía un fuerte dolor en el pecho. 

     Inmediatamente se embarcó en su Cadillac para dirigirse a su residencia, la quinta “Anacar”, en la Avenida Páez, situada a unas ocho cuadras de distancia. El comando lo estaba esperando en el angosto callejón a la salida de las residencias “Edén”. Al efectuar la curva para tomar la avenida principal, frente a la escuela de enfermeras “María de Almenar”, en el Callejón Miranda, los secuestradores le salieron al paso y con sus pistolas preparadas para cualquier emergencia, lo conminaron a entregarse. El automóvil placas 1A-52-22 fue encontrado después en la urbanización “Los Laureles”, entre la Universidad Santa María y la Cota 905, el viernes al mediodía.

     El mismo jueves, a las 11:30 de la noche, el teléfono de la quinta “Anacar” repicó insistentemente. Una voz que no se identificó dio un conciso mensaje. El Sr. Domínguez había sido secuestrado por un grupo guerrillero que exigía como condición para devolverlo sano y salvo la entrega inmediata de cinco millones de bolívares. Él se encontraba bien atendido y todas las precauciones habían sido tomadas para evitar que sufriera el menor daño. Sin embargo, y en esto la voz fue muy enfática, era necesario mantener toda la prudencia posible, evitando informar a la policía y a la prensa. Los familiares trataron de lograr mayores detalles, pero la persona que llamaba dijo que muy pronto volverían a entrar en contacto con ellos. Les recordó nuevamente guardar la mayor discreción para evitar peligros innecesarios y colgó.

 

La policía entra en acción

     A las tres de la mañana del viernes 2 de junio, una llamada telefónica alertó a la PTJ de lo que estaba ocurriendo. Inmediatamente el cuerpo trató de establecer contacto con la familia Domínguez.

     Aunque se ha sugerido la posibilidad de que algún familiar preocupado fuera quien dio la

información a la PTJ, esta hipótesis se ha desvirtuado un poco debido a la resistencia mostrada por la familia o que el organismo policial interviniera directamente en el caso, llegándose incluso al extremo de que se hubiera impedido la conexión de un grabador con el teléfono de la quinta “Anacar”.

     El viernes por la mañana la noticia que se “filtró” a la prensa y dos estaciones de radio la dieron disputándose la primicia. En horas de la tarde, un vespertino la terminó de hacer pública, con detalles que revelaban un íntimo conocimiento de cómo se iba a realizar la operación.

    Aun no se ha podido establecer de dónde surgió la información. Se ha especulado que alguno de los organismos policiales que ahora integran el llamado “comando de rescate” tuviera información confidencial acerca del plan operativo que la semana pasada fuera descubierto en Los Teques, y que de alguna manera esta información hubiera sido “filtrada” a los medios de comunicación, de manera que cuando el secuestro ocurrió, el organismo hubiera pensado que el plan se había ejecutado como estaba previsto, antes que se descubriera el carro abandonado con una nota en el volante en la que se exigían los cinco millones de bolívares. Los analistas piensan que esta hipótesis no debe ser totalmente abandonada hasta que se sepa cómo habiendo ocurrido el secuestro en Caracas, los medios transmitieron la información correcta de acuerdo con el plan principal.

Casa del industrial Carlos Domínguez, ubicada en el callejón Monteverde de la Urbanización El Paraíso, en Caracas.
Casa del industrial Carlos Domínguez, ubicada en el callejón Monteverde de la Urbanización El Paraíso, en Caracas.

Punto Cero

     Desde altas horas de la noche del jueves, decenas de periodistas y centenares de curiosos se habían aglomerado frente a la quinta “Anacar”, con el fin de obtener la mayor información posible acerca del secuestro. El viernes por la mañana, la familia Domínguez dio a conocer que los cinco millones ya habían sido retirados de un banco local y que solo esperaban las instrucciones de los secuestradores para establecer contacto y entregar el dinero, después de lo cual, unas 72 horas más tarde, según lo exigían los raptores, el Sr. Domínguez sería puesto en libertad.

     Mientras tanto, el comando unificado de rescate había delegado en la PTJ la investigación básica del suceso. Esta había comenzado en la llamada “Curva Siete Machos”, cerca de La Victoria, donde tres personas que se desplazaban en un automóvil Hillman, color verde, habían sido observadas en actitudes sospechosas, cerca de la Plaza Bolívar, el jueves primero, pasadas las diez de la noche. Evidentemente, ellos integraban el comando que tenía como objetivo secuestrar al joven Domínguez, cosa que como ya sabemos no se pudo lograr.

    Aparentemente en La Victoria y las zonas adyacentes estaba operando más de un comando de intercepción, puesto que también fue observado un Oldsmobile gris el viernes 3 a eso de las 7:30 de la mañana, también en forma que despertó sospechas más tarde cuando comenzaron las investigaciones. A las dos de la tarde del viernes ocurrió un incidente que haría cambiar el rumbo de las averiguaciones que el “comando unificado de rescate” estaba realizando. Justo frente a la quinta “Anacar”, en el edificio donde está ubicada la sucursal del Banco del Centro Consolidado, ocurrió una balacera en la que resultaron muertos los dos ocupantes de un Hillman placas 2D-5683, en todo semejante al observado con anterioridad en La Victoria.

     A pesar de que la acción ocurrió delante de los asombrados ojos de los periodistas y reporteros gráficos, muchos de los cuales lograron captar en sus placas fotográficas los relampagueantes eventos que se desarrollaban ante ellos, todo ocurrió con una rapidez tan vertiginosa que es muy difícil dar un detallado recuento de la secuencia de sucesos.

     Los dos ocupantes del vehículo fueron identificados como Ramón Antonio Álvarez y Rafael Botini Marín. Ambos tenían un amplio prontuario como guerrilleros en los organismos policiales. El primero fungía como jefe de un grupo guerrillero, y el segundo como segundo jefe del mismo grupo que entonces se llegó a conocer era la organización llamada “Punto Cero”.

     Parece ser –a pesar de que los organismos policiales han tratado de demostrar que no existe ninguna vinculación lógica entre ellos y el secuestro del industrial Domínguez– que ellos eran los encargados de establecer el primer contacto con la familia del secuestrado.

     De acuerdo con algunas informaciones obtenidas confidencialmente, Álvarez y Botini debían haber establecido un contacto en la autopista Caracas-Valencia para deshacerse de las armas y poder penetrar sin peligro en la capital. Ese contacto, por cualquier motivo, no se realizó y en algún momento fueron avistados por los integrantes de una patrulla de la DISIP quienes inmediatamente se lanzaron detrás de ellos. Los guerrilleros fueron alcanzados probablemente sin que hasta ese momento se hubieran dado cuenta de que los estaban siguiendo, cuando llegaron a su destino, o sea, frente a la quinta del industrial secuestrado.

     En cuanto a lo que pasó después, existen varias versiones, entre las que predomina la versión oficial: los guerrilleros resistieron la voz de alto e intentaron hacer uso de sus poderosas armas que traían guardadas en un maletín. La versión oficial señala que traían sus pistolas automáticas listas para disparar y varias cacerinas en sus bolsillos. Sin embargo, es curioso comprobar que las fotografías que fueron tomadas por los reporteros gráficos de los diferentes diarios, en cada una de ellas las posiciones de los brazos y del cuerpo son ligeramente diferentes y por lo menos en una de ellas (publicada por El Nacional en su última página) no puede apreciarse ni la pistola ni el abultamiento producido por ella.

     Otro detalle que se suma a los anteriores para establecer una vinculación entre Álvarez y Botini, por una parte y el industrial Domínguez, es el hecho de que en una residencia ubicada en la urbanización “El Trigal”, en Los Teques, donde residía Carlos Rafael Botini Marín junto con su esposa y la cual fue allanada por las autoridades, se encontró un plan operacional en el que había una lista de personalidades que iban a ser secuestradas en el mes de junio, y en el que se especificaban los hábitos de las potenciales víctimas, sus rutas, nexos de amistad y de familia, etc.

Un momento culminante fue cuando padre e hijo se unieron en un abrazo tras casi 14 días de suspenso y angustia.
Un momento culminante fue cuando padre e hijo se unieron en un abrazo tras casi 14 días de suspenso y angustia.

     Parece ser bastante obvio que la misión de los jefes de “Punto Cero” –que, dicho sea de paso, el término implica un objeto o persona sobre el cual se centraliza una acción, tal como las coordenadas de la mirilla de un rifle telescópico– era esencialmente de contacto, más que de ataque. De otra manera hubieran venido mejor preparados, y no tan al descubierto como se presentaron, justamente para caer en la “boca del lobo”.

     El hecho de que hubieran caído tan inocentemente en manos de las autoridades ha despistado, aparentemente a las mismas, que basan su explicación en que no existe vinculación alguna entre ellos y el secuestro en que sabiendo como sabían cuán buscados eran por las diferentes policías del país, parece absurdo pensar que fueron tan cándidos como para arriesgarse en una operación de tal naturaleza. Esta presunción de las autoridades tiene bastante peso, pero, de todas maneras, la evidencia parece apuntar en el sentido contrario.

Los guerrilleros de La Victoria

     Mientras tanto, las averiguaciones del “comando unificado” habían llevado a los investigadores a La Victoria, donde se descubrió un pequeño nido de guerrilleros, el cual –después de sufrir un ataque de varias horas– dio como resultado cuatro guerrilleros muertos, tres detectives heridos y el incautamiento de una cantidad de armas y literatura de izquierda. En esta acción participó además el batallón de “cazadores” del ejército. La DISIP dio a conocer que, aunque pertenecían a “Punto Cero”, no estaban envueltos de ninguna manera en el secuestro.

5 millones de rescate

     Mientras que por la prensa y la opinión pública esperaban la liberación del industrial Domínguez, a cambio de los 5 millones de bolívares que, supuestamente, habían sido entregados en dos maletas, una de 35 kilos de peso y la otra de 40 kilos, por uno de los hijos naturales del señor Domínguez, en un sitio no especificado de Caracas, entre las 11 y las 12 de la noche, los organismos policiales especulaban si el secuestro había sido organizado por el hampa internacional, por el hampa común o por las guerrillas urbanas. 

     Las especulaciones periodísticas iban en aumento también y a ellas se agregaban los contactos que los guerrilleros o tal vez otros grupos también interesados en los cinco millones, establecían con los diferentes medios de comunicación.

     Los secuestradores hicieron saber que necesitaban saber el nombre de los medicamentos que necesitaba el señor Domínguez. La estación de televisión del gobierno hizo un pequeño trabajo documental explicando cuáles eran esos medicamentos y cómo se usaban.

     La idea de que los secuestradores liberarían al industrial desapareció cuando la prensa comenzó a sospechar que la entrega del dinero jamás había ocurrido. En primer lugar, una expresión atribuida a Carlitos Domínguez –“si no lo sueltan hoy no hay dinero”– que después fue presentada también en boca de su esposa, y después una carta escrita en tono bastante grave y firmada por “Júpiter”, en la que alertaba a los familiares de que habían violado todos los convenios establecidos, descubrieron la realidad de las cosas.

     Después, el hijo del industrial explicó que la persona que iba a actuar como contacto se había negado. El señor Gásperi, quien hubiera realizado tal operación, devolvió los cinco millones, y Carlitos Domínguez pidió a los secuestradores que aceptaran lo involuntario de la situación. El joven propuso buscar otro mediador y hacer de lo ocurrido “borrón y cuenta nueva”.

 

La historia se repite

     Será necesario volver a comenzar desde el principio. Para la policía significa un margen relativamente grande, pero parece ser que los secuestradores se sienten bastante seguros. Aunque no han dado ninguna señal acerca de la seguridad personal del industrial Domínguez, se nota como un cierto interés en resguardarle su vida, porque de ello dependerá que se cobren los cinco millones de bolívares. Por otra parte, la policía parece haber descubierto un escape en su sistema de comunicaciones y ya se han señalado a dos presuntos implicados, Francisco Antonio Peña Salazar y Juan Alberto Agreda, quienes hasta hace unos pocos meses estuvieron empleados como técnicos de comunicaciones de un organismo de seguridad.

     También se ha señalado que mientras que la policía se ha abstenido por lo menos parcialmente de perseguir a los secuestradores, ya se está planificando ante el Ministerio de Justicia y la PTJ la inmediata acción a seguir una vez que el industrial sea liberado. En la edición de la revista Élite del 23 de junio, el reportero Humberto González elabora una crónica ilustrada con gráficas de la liberación de Domínguez con gráficas exclusivas de José Luis Blasco.

     “A las cinco y media de la mañana aproximadamente, un auto color crema pasó frente a la residencia. El auto hizo unos movimientos que parecieron extraños y Freddy Urbina pensó que la larga espera llegaba a su fin. Rápidamente sacó su libreta de notas y escribió el número de la placa. El carro desapareció velozmente. Poco después, mientras Freddy llamaba a la PTJ para comunicar lo que había visto, se acercó otro carro a la residencia. Era un auto de alquiler. Un anciano de cabellos plateados se bajó, se metió la mano en el bolsillo para pagar. Le faltaba un real. El chofer lo dejó así. El anciano tembloroso seguramente por la debilidad y por el frío de la mañana, se dirigió a la quinta “Anacar”.

Repentinamente los periodistas despertaron y alguien gritó: “¡Es Domínguez!” y todos corrieron a su encuentro. La larga espera había terminado”.

 

¡Ey! los de casa ¡abran!

–¿Es usted el señor Domínguez? – preguntaron los reporteros.

–Si. Soy yo.

     El industrial secuestrado había aparecido tan repentinamente como había desaparecido hacía 13 días y nueve horas. Se acercó a la verja de su mansión. Mientras los reporteros trataban de interrogarle, los fotógrafos disparaban sus cámaras tomando las fotografías del caso más sensacional ocurrido en los últimos diez años.

     ¡Ey! los de casa ¡Abran la puerta! El millonario quería entrar a su casa, pero a esa hora todos dormían. Entretanto, los periodistas trataban de sacarle alguna información acerca del secuestro de que fuera víctima.

     Domínguez relató con palabras entrecortadas, cómo fue dejado en libertad. Los secuestradores le vendaron los ojos y por aproximadamente dos horas lo condujeron en un vehículo hasta un lugar cerca de Los Chaguaramos. Antes de salir del refugio donde estuvo prisionero le aplicaron una inyección en el muslo de la pierna derecha con el fin de adormecerlo.

     Después, aparentemente, perdió el conocimiento. Transcurrido cierto tiempo, al despertar de su letargo, se encontró en el lugar mencionado, tendido en el suelo, con una cobija que lo protegía del frío. El industrial relató que un desconocido lo había auxiliado y le había ayudado a encontrar un carro de alquiler en el cual se había trasladado hasta su residencia.

El viejo cementerio de San Francisco

El viejo cementerio de San Francisco

Días de noviembre neblinosos, grises, enguantados de humedad. Noviembre de los muertos, propicio a las rememoraciones, a los recuerdos de los que han traspuesto la plataforma de su viaje final. Días para evocar tradiciones, leyendas, cuentos, consejos de abuelas o historias de fantasmas. Bajo este mes de nieblas, bajo estos días de duelo nació esta crónica de Alberto Caminos sobre el viejo cementerio de San Francisco, ubicado en pleno corazón de Caracas.

Bóvedas en el antiguo convento de San Francisco.

Bóvedas en el antiguo convento de San Francisco.

“Los cementerios particulares”

     Cosas del tiempo y de los hombres de ese tiempo era costumbre antaño, en nuestros días iniciales de la colonia, el poseer Cementerios particulares.

     Con un simple impuesto, con el pago de tal o cual renta, tenían su vida de polvo y hueso los Cementerios de Asociaciones, cuerpos, conventos, etc.

     De ahí este viejo Cementerio del Templo de San Francisco (antiguo convento del mismo nombre), el de la esquina de Los Canónigos, el de San Pedro y tanto otro fácil de señalar por medio de viejas lecturas, en el lomo polvoriento de los textos.

     De ahí que no haya por qué extrañarse el que hoy en pleno Siglo XX, y en pleno corazón de Caracas, la cámara del Repórter haya podido enfocar estos aspectos macabros que más bien parecen estar ubicados en sitios desolados, áridos, tristes, lejos de los bocinazos de los automóviles, de los cláxones de los carros de paseo, de la campanilla lenta de los tranvías eléctricos y de la voz chillona del billetero o el pregonero por menor.

Los franciscanos en caracas

     Obra de auténtico valor, labor de cultura, de enseñanza, la de las Misiones Religiosas en tierras caribes. De ellas resalta por su apostolado y perseverancia a pesar de malos fracasos y pérdidas de vidas, la de los Franciscanos.

     Acerca de la fecha en que llegaron a Caracas los primeros franciscanos se menciona (Padre Lodares) el que un empleado del Archivo Nacional encontrara una nota que decía: “Haber sido el capitán Díaz Alfaro quien trajo los primeros franciscanos a Caracas en el año 1569”.

     Otros autores dicen que fue ese mismo año el valeroso Garci González de Silva y es hasta casi posible que intervinieran los dos, pues el primero de los nombrados vivía en Caracas para el año en cuestión, y el segundo colaboró eficazmente en este asunto de las Misiones Franciscanas. Sin embargo, se cree que el convento no se comenzó a fundar sino hasta el año de 1574, ya que en la memoria presentada por el gobernador de Caracas Don Juan de Pimentel, que llegó a esta ciudad el año de 1577, dice a este respecto: “En esta ciudad de Santiago de León hay un Monasterio de San Francisco, de tapias no durables; comenzóle a fundar Fray Alonso Vidal que vino de Santo Domingo con otros frailes (ha) tres años a el dicho efecto, en cuya fundación le halló Fr. Francisco de Arta, Comisario que por orden de V. Majestad vino con siete religiosos y él ocho, los cuales están de presente en este Monasterio y en las doctrinas de los naturales”. Y todavía como para darle mayor consistencia a estas afirmaciones añade un plano de la ciudad en el cual no aparece ningún otro convento sino el de San Francisco y precisamente en el lugar que actualmente ocupa el Templo del mismo nombre.

Ataúdes antiguos roídos por la furia del tiempo.

Ataúdes antiguos roídos por la furia del tiempo.

     Como ya hemos dicho era costumbre sancionada por la ley esto de los cementerios particulares. Debido a eso el Convento de San Francisco poseía el suyo, donde eran enterrados no tan solo los frailes sino todo aquel elemento pudiente, de significación, que se hiciera acreedor a tal honor o que pudiera hacerlo.

     Buena prueba de ello nos la da la visita que hemos hecho al viejo cementerio del Convento franciscano de Caracas, ubicado en la esquina de San Francisco ocupada actualmente por el Templo del mismo nombre.

     Apellidos conocidos y de relieve en la Colonia. Nombres ilustres de elementos españoles de la época, se pueden advertir en las lápidas que cubren las bóvedas que han resistido el embate de los años. penetra el espíritu una especia de recogimiento mezclado con su poco de pavor el presenciar los sótanos del Templo de San Francisco. 

Bóvedas en el antiguo convento de San Francisco.

Bóvedas en el antiguo convento de San Francisco.

     Ataúdes ruinosos, esqueletos que solo esperan la caricia del viento para espolvorear su hueso centenario, viejas maderas que han probado su calidad, asombran las pupilas del explorador que ignorara la cercanía de paisaje tan grave y tan secular.

     Estrechos pasadizos conducen a los departamentos de los sótanos. Después de la amplia sacristía, caminando poco trecho estamos en ellos. El creyente que reza, el paseante que escampa a las puertas del templo, la muchacha que vino a cumplir la promesa, ninguno quizás sospechará que a pocos pasos suyos se levanta este pequeño cementerio secular, combatido por los años que han hecho mella en su vida de huesos y polvo.

     Los momentos pasados en la tétrica compañía nos han ensombrecido los rostros. Meditaciones, pensamientos, imaginación. Salimos al aire fresco de la calle y ante el paisaje pujante y vigoroso de la vida que ríe y vibra, lo otro parece un sueño”.

FUENTE CONSULTADA

  • Caminos, Alberto. El viejo cementerio de San Francisco. Elite. Caracas, 22 de noviembre de 1949; Páginas 44-45 y 60
Caracas vista por un periodista norteamericano

Caracas vista por un periodista norteamericano

Para William Eleroy Curtis el río Guaire “es uno de los más bellos, así como uno de los más fértiles del mundo.

Para William Eleroy Curtis el río Guaire “es uno de los más bellos, así como uno de los más fértiles del mundo.

     En el largo reportaje realizado en 1896 por el periodista estadounidense William Eleroy Curtis, este expresó que la capital de Venezuela estaba asentada sobre la vertiente meridional de la “montaña La Silla”. Comparó su longitud con la de Boston por lo similar de sus dimensiones. Del río Guaire señaló que existía la creencia según la cual había sido un lago que desaguó en el mar debido a un movimiento telúrico y “es uno de los más bellos, así como uno de los más fértiles del mundo”.

     Señaló que, a lo largo de donde se asentaban las colinas, existía un acueducto que había sido construido bajo el gobierno de Antonio Guzmán Blanco en el año de 1874. Se puso en funcionamiento para aprovechar el agua que provenía de las montañas, cuyo depósito se encontraba en el cerro El Calvario. Hacia el lado este del valle caraqueño puso a la vista del lector la existencia de distintos cultivos de café cuyo verdor contrastaba con las plantaciones de caña de azúcar. Agregó que existía una vía férrea que se dirigía a un pueblo denominado El Encantado. 

     Vía que había sido construida para conectarse con otra línea proyectada por el litoral caraqueño. “Pero ha ido avanzando muy lentamente – sólo unas millas al año – y necesitaría un siglo, al paso que va, para alcanzar su destino final en el valle de Aragua”.

     En relación con la cantidad de habitantes de la ciudad expresó que no existían cifras confiables. Aunque se había realizado un censo en 1888, tampoco arrojaba un número fiable debido a que muchos, en especial “peones o clase trabajadora”, emplearon artimañas para evitar a los que realizaban el censo. Esto lo hicieron por temor a que el censo sirviera para su ingreso al ejército, al cual no deseaban pertenecer. Las cifras que arrojó este censo no eran dignas de confianza, según sus anotaciones. “De acuerdo al censo de 1886, se verificaron 498 mellizos, catorce personas de más de cien años de edad y 6.603 extranjeros de todas las nacionalidades. Otro hecho que demuestra la inexactitud del censo es que la población votante en el valle es de 15.608, un número muy grande en proporción a los habitantes”.

     Adujo que la razón por la cual la población no aumentaba se debía a los constantes conflictos armados suscitados desde 1810. Según escribió, estos conflictos “acabaron en una enorme mortandad”. Para Curtis mientras no existiera una paz duradera era imposible el crecimiento de la población, así como el ingreso de inmigrantes a los que se les pueda garantizar el respeto a sus propiedades y el derecho a la vida. De acuerdo con sus palabras, “Una de las influencias más eficaces para preservar la paz de la nación sería la educación de las masas”.

     Relacionado con este tema añadió que, Guzmán Blanco, al poco tiempo de tomar el poder el año de 1871, había expulsado a sacerdotes y monjas del territorio nacional, expropió conventos y monasterios y los transformó en colegios amparado en una ley de educación de obligatoria aplicación. A partir de este momento quienes recibían educación no sólo lo harían de manos de sacerdotes y monjas, en especial los niños entre los ocho y catorce años recibirían instrucción en colegios laicos. Con esta ley y las reformas gubernamentales se había alcanzado un promedio de 452 escolares por cada mil habitantes. Más adelante ofreció algunos detalles relacionados con otros institutos escolares.

La Universidad Central de Venezuela es una de las más grandes de la América del Sur. Su sede se encuentra ubicada frente al Capitolio, en el corazón de la ciudad.

La Universidad Central de Venezuela es una de las más grandes de la América del Sur. Su sede se encuentra ubicada frente al Capitolio, en el corazón de la ciudad.

De la Universidad Central expresó que era una de las más grandes de la América del Sur. “Dependen de ella un colegio de estudios clásicos y las escuelas de derecho, medicina, teología, ciencias e ingeniería. El edificio de la universidad que se encuentra opuesto al Capitolio, en el corazón de la ciudad, es una bellísima estructura de franco estilo gótico y que ocupa casi toda una cuadra”.

     En el mismo lugar se encuentra la Biblioteca Nacional, dirigida por el alemán Adolfo Ernst de quien expresó que era un eminente científico y con reconocimiento mundial. “A lo largo de las incontables revoluciones y mutaciones políticas en Venezuela, el Dr. Ernst ha conservado su lugar a la cabeza de los hombres ilustres de ese país, independientemente de cualquier partido y es respetado por todos”. Además, señaló que Ernst era el “único hombre capaz de preparar una historia verdadera de Venezuela, algo que nunca se ha escrito”.

     De la prensa escrita dejó dicho que era poco confiable y que servía más para desorientar a la población que a enseñar historia. Sus dueños cambiaban sus opiniones de acuerdo con el gobernante de turno. Temían a confiscaciones o encarcelamientos. Por otro lado, se refirió a algunos textos que habían sido redactados, por iniciativas diferentes, y que hacían referencia a la capital venezolana. Entre éstos rememoró al redactado por Edward B. Eastwick quien visitó el país a propósito del empréstito venezolano de 1864. De lo redactado por éste, Curtis escribió que había sido enviado como agente de la Asociación inglesa de accionistas, “… para saldar la deuda pública y al fracasar, se vengó ridiculizando al pueblo y condenando al país en términos generales”.

     Reseñó lo acontecido con el terremoto de 1812 y el de 1826 en Caracas. Expresó, a este respecto, que en el ánimo de los caraqueños existía inquietud, pero que comparaban otros movimientos telúricos, sucedidos luego de estos años, los cuales no dejaron tantos daños como el gran incendio de Chicago. Éste comenzó un 8 de octubre y duró hasta el 10 del mismo mes en 1871, en el que murieron trescientas personas y más de cien mil perdieron sus propiedades.

     De acuerdo con las apreciaciones de Curtis, el caraqueño mostraba, si bien preocupación, poco temor de otro sismo. Esto se debía a que las casas estaban construidas con gruesas paredes de adobe a prueba de terremotos y eran edificaciones de una sola planta. “Es un hecho que en relación con la población se destruyen más propiedades y más vidas se pierden anualmente en los incendios de los Estados Unidos”.

     Respecto a los incendios de Caracas anotó que los habitantes de esta ciudad solo recordaban el de un aserradero que había sido administrado por un irlandés norteamericano. Describió que en Caracas no había ninguna casa que poseyera una estufa o una cocinilla. “Uno puede pasear la vista sobre los techos desde lo alto de la torre de la Catedral o desde la colina de El Calvario en cualquier dirección sin que vea una columna de humo ni una chimenea. Y no hay un solo carro de bomberos ni hidratantes en las calles, ni extensiones de manguera colgados de manera sugerente en ninguno de los hoteles o edificios públicos”. Según su apreciación una compañía aseguradora contra incendios no era necesaria en condiciones como las de Caracas. En caso de un incendio sólo afectaría la parte interna de las edificaciones y no su exterior gracias al material con el que se habían construido las paredes.

En Caracas, las casas estaban construidas con gruesas paredes de adobe a prueba de terremotos y eran edificaciones de una sola planta.

En Caracas, las casas estaban construidas con gruesas paredes de adobe a prueba de terremotos y eran edificaciones de una sola planta.

     De Caracas y su diseño urbanístico, como el trazado en manzanas, era similar al de otras ciudades hispanoamericanas. Cada manzana estaba dividida por estrechas calles empedradas con pequeños guijarros. Cada calle estaba numerada a partir de la Plaza Bolívar. En lo atinente a la arquitectura indicó “no hay mayor variedad ni despliegue de buen gusto”. Para ratificar esta aseveración agregó que, las casas construidas eran iguales las unas de las otras, la diferencia más ostensible era su tamaño, o más alta o más ancha una de otra. En su descripción agregó que alguna podía estar pintada de verde, rosado o azul y de acuerdo con el gusto de sus dueños. De los enrejados no dejó de destacar que sobresalían a las aceras. “Pero estas casas de tan feo aspecto siempre muestran su peor lado a la calle, y nadie jamás podría juzgar por su apariencia exterior las comodidades y los lujos que contienen. La ciudad fue fundada en los tiempos en que la casa de todo hombre era como su castillo y debía asegurarse como tal. También compensan en anchura y en largo lo que les falta en altura. 

     Quizá la casa más fea de toda Caracas, vista desde afuera sea la del desaparecido Mr. Henry Boulton, un respetado y próspero comerciante”.

     Según Curtis, la parte exterior de esta vivienda dejaba la impresión que detrás de sus paredes estaba un establo o corral para ganado. Pero al atravesar hacia su interior todo aspecto exterior contrastaba con la magnificencia del interior de la vivienda. De esta situación escribió: “sólo entonces se comprende que la costumbre del millonario hispano – americano no es la de gastar su dinero en embellecer las calles sino utilizarlo por completo dentro de sus residencias”. Del mobiliario que observó en la casa de Boulton dijo que era tan vistoso y lujoso como los que se podían encontrar en Londres o Nueva York, en casa de cualquier príncipe comerciante. La extensión o territorio ocupado por casas como lo señalada le produjeron sentimientos encontrados.

     En este orden de ideas, pasó a describir una casa en Caracas, de las “mejores entre su tipo”, y que estaba ocupada por dos solterones. Los detalles los delineó así: la parte frontal consistía en una pared de adobe, como protección un techo inclinado cubierto de tejas rojas. Tenía una pesada puerta de roble y dos ventanas anchas cubiertas “de barrotes de hierro como los que protegen las prisiones. La puerta principal, que se abría en contadas ocasiones, estaba compuesta de una más pequeña, por la que apenas cabía una persona. La casa contaba con un timbre eléctrico el cual, cuando se activaba, servía para que un sirviente acudiera a abrir la puerta pequeña. Al traspasar ésta encontró un pasadizo ancho, alto y de gran amplitud que Curtis lo comparó con la nave de una iglesia.

El diseño urbanístico de Caracas, así como el trazado en manzanas, era similar al de otras ciudades hispanoamericanas. Sus casas son todas muy parecidas, con un techo inclinado cubierto de tejas rojas.

El diseño urbanístico de Caracas, así como el trazado en manzanas, era similar al de otras ciudades hispanoamericanas. Sus casas son todas muy parecidas, con un techo inclinado cubierto de tejas rojas.

     “Al pasar se llega a una escena de encanto tropical, un patio o solar sin más techo que el cielo estrellado, donde crecen y florecen en su exuberancia natural plantas que superan a todas cuantas puedan hallarse en los jardines botánicos de las latitudes septentrionales”.

     De seguida agregó que el ambiente estaba saturado del aroma de las flores con una fuente de agua que estimulaba una sensación de música perpetua. Esta parte de la casa estaba rodeada de un corredor desde donde pudo observar grandes ventanas dentro de cada uno de los cuartos que lo componían. Indicó que no había molduras ni cristales en los marcos, pero la privacidad se lograba con el uso de persianas de Venecia. El corredor, además, estaba enlosado con mosaicos de mármol azul y blanco, cubierto de alfombras persas.

     El cuarto de enfrente, que daba a la calle, de gran dimensión servía para recibir las visitas. El piso de éste era de mosaico y estaba cubierto con una gran alfombra. En el centro de este ambiente estaba una mesa copada de libros y distintos adornos y, sobre ella, había una lámpara de quinqué. Puso de relieve que, en un rincón, había un piano de cola y a sus lados estaban divanes, sillones, canapés, atriles y en las paredes cuadros y grabados enmarcados con elegancia.

     Del techo de la misma casa, añadió que era peculiar y que estimulaba la sensación de arquearse en el centro. Pero al ser observado de cerca logró descubrir que estaba cubierto de una pesada lona, fijada a una cornisa y forrado en papel tapiz. Indicó que entre la lona y las vigas que sostenían el techo había un espacio abierto. A este respecto anotó que este tipo de techo era muy común en países como Venezuela. La casa contaba con una biblioteca, además de las habitaciones para dormir, había una sala de billar y un gimnasio. El comedor también mostraba sus excelencias mobiliarias, más adentro de la casa estaba un pequeño espacio donde funcionaba la cocina y el lavandero, así como pequeñas habitaciones donde pernoctaban los criados. Del baño agregó que tenía una bañera a ras del piso y contaba con una regadera “que lanza un baño de ducha como si se tratara de un pequeño diluvio”.

Pacto de Punto Fijo

Pacto de Punto Fijo

El viernes 31 de octubre de 1958, diez meses después del derrocamiento de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, se firmó el histórico “Pacto de Punto Fijo”, mediante el cual el liderazgo político de la época pretendió y posteriormente logró darle viabilidad y gobernabilidad a la naciente democracia, además de enterrar los demonios del militarismo que azotaban al país desde el siglo XIX. El compromiso lo suscriben los partidos políticos URD, COPEI y AD. El acuerdo se firmó en la residencia de Rafael Caldera llamada “Punto Fijo”, ubicada en la urbanización Las Delicias de Sabana Grande, en Caracas.

Jóvito Villalba firmando el documento que luego se conocería con el nombre de “Pacto de Punto Fijo”; observan Rafael Caldera y Rómulo Betancourt.

Jóvito Villalba firmando el documento que luego se conocería con el nombre de “Pacto de Punto Fijo”; observan Rafael Caldera y Rómulo Betancourt.

     Los partidos Acción Democrática, Social Cristiano Copei y Unión Republicana Democrática, previa detenida y ponderada consideración de todos los elementos que integran la realidad histórica nacional y la problemática electoral del país, y ante la responsabilidad de orientar la opinión pública para la consolidación de los principios democráticos, han llegado a un pleno acuerdo de unidad y cooperación sobre las bases y mediante las consideraciones siguientes:

    1ra Como es del conocimiento público, durante varios meses las distintas fuerzas políticas que han participado en las acciones unitarias para la defensa del régimen democrático han mantenido conversaciones destinadas a asegurar la inteligencia, mutuo respeto y cooperación entre ellas, interesadas por igual en la consolidación de la unidad y la garantía, de la tregua política, sin perjuicio de la autonomía organizativa y caracterización ideológica de cada uno, conforme se declaró expresamente en el acta de ampliación de la Junta Patriótica firmada el 25 de Enero de 1958 por los partidos políticos que la integraban inicialmente. El resultado obtenido es favorable, toda vez que las naturales divergencias entre 198 partidos, tan distintas de uno mismo impuesto por el despotismo, se han canalizado dentro de pautas de convivencia que hoy más que nunca es menester ampliar y garantizar. 

     El análisis cabal de los antecedentes, de las características actuales y de las perspectivas de nuestro movimiento democrático; la ponderación comprensiva de los intereses legítimamente representados por los partidos a nombre de los centenares de miles de sus militantes; el reconocimiento de la existencia de amplios sectores independientes que constituyen factor importante de la vida nacional; el respaldo de las Fuerzas Armadas al proceso de afirmación de la República como elemento institucional del Estado sometido al control de las autoridades constitucionales, y el firme propósito de auspiciar la unión de todas las fuerzas ciudadanas en el esfuerzo de lograr organización de la Nación venezolana, han estado presentes en el estudio de las diferentes fórmulas propuestas. La sincera definición y defensa de los derechos que asisten a los partidos como representantes de grandes núcleos nacionales y la preocupación común de atender en conjunto a los intereses perdurables de la Nación, si bien han podido en forma ocasional provocar la generosa impaciencia de calificados valores de la opinión, son la garantía de que las deliberaciones han respondido a un serio y responsable enfoque de las urgencias del país.

2da Las minuciosas y largas conversaciones han servido para comprometer a las organizaciones unitarias en una política nacional de largo alcance, cuyos dos polos podemos definir así:

     a) Seguridad de que el proceso electoral y los Poderes Públicos que de él van a surgir respondan a las pautas democráticas de la libertad del sufragio.

     b) Garantía de que el proceso electoral no solamente evite la ruptura del frente unitario, sino que la fortalezca mediante la prolongación de la tregua política, la despersonalización del debate, la erradicación de la violencia interpartidista y la definición de normas que faciliten la formación del Gobierno y de los cuerpos deliberantes de modo que ambos agrupen equitativamente a todos los sectores de la sociedad venezolana interesados en la estabilidad de la República como sistema popular de Gobierno.

El acuerdo se firmó en la residencia de Rafael Caldera llamada “Punto Fijo”, ubicada en la urbanización Las Delicias de Sabana Grande, en Caracas. En la gráfica, Caldera junto a Rómulo Betancourt y Jóvito Villaba.

El acuerdo se firmó en la residencia de Rafael Caldera llamada “Punto Fijo”, ubicada en la urbanización Las Delicias de Sabana Grande, en Caracas. En la gráfica, Caldera junto a Rómulo Betancourt y Jóvito Villaba.

     3ra Establecidos esos principios de carácter general, COPEI, AD Y URD comprometen su acción y responsabilidad en los términos siguientes:

     a) Defensa de la Constitucionalidad del derecho a gobernar conforme al resultado electoral. Las elecciones determinarán la responsabilidad en el ejercicio de los Poderes Públicos, durante el período constitucional 1959- 1964; intervención de la Fuerza contra las autoridades surgidas de las votaciones es delito contra la patria. Todas las organizaciones políticas están obligadas a actuar en defensa de las autoridades constitucionales en caso de intentarse o producirse un golpe de Estado, aun cuando durante el transcurso de los cinco años las circunstancias de la autonomía que se reservan dichas organizaciones hayan podido colocar a cualquiera de ellas en la oposición legal y democrática al Gobierno. Se declara el cumplimiento de un deber patriótico la resistencia permanente contra cualquier situación de fuerza que pudiese surgir de un hecho subversivo y su colaboración con ella también como delito de lesa patria.

     b) Gobierno de Unidad Nacional. Si bien el ejercicio del Poder por un partido es consecuencia legítima de una mayoría electoral, la suerte de la democracia venezolana y la estabilidad del Estado de derecho entre nosotros imponen convertir la unidad popular defensiva en gobierno unitario cuando menos por tanto tiempo como perduren los factores que amenazan el ensayo republicano iniciado el 23 de enero; el gobierno de Unidad Nacional es el camino para canalizar las energías partidistas y evitar una. oposición sistemática que debilitarla el movimiento democrático. Se deja claramente sentado que ninguna de las organizaciones signatarias aspira ni acepta hegemonía en el Gabinete Ejecutivo, en el cual deben estar representadas las corrientes políticas nacionales y los sectores independientes del país, mediante una leal selección de capacidades.

     c) Programa mínimo común. Para facilitar la cooperación entre las organizaciones políticas durante el proceso electoral y su colaboración en el Gobierno Constitucional los partidos signatarios acuerdan concurrir a dicho proceso sosteniendo un programa mínimo común, cuya ejecución sea el punto de partida de una administración nacional patriótica y del afianzamiento de la democracia como sistema. Dicho programa se redactará por separado, sobre las bases generales, ya convenidas, y se considerará un anexo del presente acuerdo como este programa no excluye el derecho de las organizaciones políticas a defender otros puntos no comprendidos en él, se acuerda para estos casos la norma siguiente: Ningún partido unitario incluirá partido unitario incluirá en su programa particular puntos contrarios a los comunes del programa mínimo y, en todo caso, la discusión pública en los puntos no comunes se mantendrá dentro de los límites de tolerancia y del mutuo respeto a que obligan los intereses superiores de la unidad popular y de la tregua política. 

De izq. a der., los dirigentes políticos Raúl Leoni, Pedro del Corral, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Rafael Caldera y Lorenzo Fernández, todos firmantes del Pacto de Punto Fijo.

De izq. a der., los dirigentes políticos Raúl Leoni, Pedro del Corral, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Rafael Caldera y Lorenzo Fernández, todos firmantes del Pacto de Punto Fijo.

     4ta El ideal de la unidad como instrumento de lucha contra la tiranía y contra las fuerzas en aptitud de reagruparse para auspiciar otra aventura despótica, sería la selección de un candidato presidencial democrático único, la formación de planchas únicas para los cuerpos colegiados y la formación de un frente único a base de un solo programa integral de Gobierno. En la práctica había evidenciado que diversos factores reales contradicen esa perspectiva Histórica, más, Afortunadamente, hay otros medios idóneos de preservar la Unidad Nacional por consiguiente, lejos de considerar comprometida la unidad por la comprobación de naturales contradicciones interpartidistas que se corresponden con la esencia de la actividad democrática, las organizaciones signatarias después de confrontar sus distintas opiniones entre sí y con las emitidas por voceros independientes autorizados, de la prensa y de otros factores nacionales define:

1) Los requerimientos de la unidad son compatibles con la eventualidad de diversas candidaturas y planchas legislativas.

     2) Para que la presentación de varias candidaturas presidenciales y diversas planchas legislativas pueda verificarse sin menoscabo de la unidad y sin ruptura de la tregua interpartidista, es indispensable fortalecer el sentimiento de común interés patriótico y la tolerancia y mutilo respeto entre las fuerzas unitarias, base de lo cual debe ser la sincera y solemne adhesión de todas las fuerzas democráticas a los puntos contenidos en esta declaración y al espíritu que la anima, tal como hoy se consagra con la firma de este documento.

     3) Para garantizar la tregua política y la tregua política y la convivencia unitaria de las organizaciones democráticas, se crea una Comisión Interpartidista de Unidad encargada de vigilar el cumplimiento de este acuerdo. Dicha Comisión estará encargada de orientar la convivencia interpartidista, de conocer las quejas que se produzcan contra las desviaciones personalistas o sectarias en la campaña electoral y de diligenciar ante cualquiera de los signatarios, y a nombre de todos, la morigeración y control en lo que pudiera comprometer la convivencia democrática.

     5ta Para garantizar que varias postulaciones presidenciales y varias planchas legislativas sean en todo momento expresiones de la voluntad nacional de celebrar elecciones que en definitiva se traduzcan en fortalecimiento de la democracia, se proclama:

     I. Cada organización queda en libertad de sustentar su propio candidato presidencial y sus propias planchas para los cuerpos colegidos dentro del concepto de unidad aquí consagrado y en el sentido de que garanticen la tolerancia mutua durante la campaña y el cumplimiento de los compromisos generales convenidos en esta declaración cualquiera que sea la candidatura o plancha que obtuviera mayor número de votos.

     II. Todos los votos emitidos a favor de las diversas candidaturas democráticas, serán considerados como votos unitarios y la suma de los votos por los distintos colores como una afirmación de la voluntad popular a favor del régimen constitucional y de la consolidación del Estado de derecho.

     III. La postulación de los candidatos presidenciales y de las planchas legislativas es de la responsabilidad de cada partido o coalición. Será el pueblo elector a quien le corresponda calificar con el voto cualquier postulación. Los partidos que suscriben este documento garantizan la adhesión de los principios y normas aquí consagrados de sus respectivos candidatos a la Presidencia de la República.

     IV. Los partidos signatarios se comprometen a realizar una campaña positiva de afirmación de sus candidatos y programas dentro del espíritu de la unidad, evitando planteamientos y discusiones que pueden precipitar la pugna interpartidista, la desviación personalista del debate y divisiones profundas que luego pudieran comprometer la formación del Gobierno de Unidad Nacional.

     V. Después de publicado el resultado oficial de las elecciones, tendrá lugar en Caracas un gran acto popular encargado de ratificar los siguientes principios:

     a) Pública adhesión de todas las organizaciones y candidatos participantes al resultado de las elecciones, como expresión de la soberana voluntad popular.

     b) Ratificación por parte de las organizaciones signatarias de su sincero propósito de respaldar al Gobierno de Unidad Nacional, al cual prestarán leal y democrática colaboración. Consideran las organizaciones signatarias que la adhesión de todas las fuerzas políticas a los principios y puntos fijados en esta declaración es una garantía eficaz para el ejercicio del derecho electoral democrático dentro de un clima de unidad. La cooperación de los organismos profesionales gremiales, cívicos y culturales, de la prensa y de personalidades independientes, con los fines así precisados, consolidarán la convivencia nacional y permitirán el desarrollo de una constitucionalidad estable que tenga en sus bases la sinceridad política, el equilibrio democrático, la honestidad administrativa y la norma institucional que son la esencia de la voluntad patriótica del pueblo venezolano. Como este acuerdo no fija principio o condición contrarios al derecho de las otras organizaciones existentes en el país, y su leal cumplimiento no limita ni condiciona el natural ejercicio por ellas de cuantas facultades pueden y quieren poner al servicio de las altas finalidades perseguidas, se invita a todos los organismos democráticos a respaldar, sin perjuicio de sus concepciones específicas, el esfuerzo comprometido en pro de la celebración del proceso electoral en un clima que demuestre la aptitud de Venezuela para la práctica ordenada y pacífica de la democracia.

Caracas, viernes 31 de octubre de 1958

(Firmado)
Por Unión Republicana Democrática: Jóvito Villalba, Ignacio Luis Arcaya y Manuel López Rivas

(Firmado)
Por Partido Social Cristiano COPEI: Rafael Caldera, Pedro del Corral y Lorenzo Fernández

(Firmado)
Por Acción Democrática: Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Gonzalo Barrios

Los antiguos patrones de Caracas

Los antiguos patrones de Caracas

Antes de su fundación, Caracas tenía sus santos patronos protectores, a los que la población ha recurrido en busca de ayuda en momentos de zozobras. En esta crónica, Arístides Rojas nos relata la extensa historia de los Santos de la ciudad.

Nuestra Señora de Caracas, obra atribuida a Juan Pedro López (1766), en ella se pueden apreciar, a la derecha de María, Santiago y Santa Ana; y a su izquierda, Santa Rosalía y Santa Rosa de Lima.

Nuestra Señora de Caracas, obra atribuida a Juan Pedro López (1766), en ella se pueden apreciar, a la derecha de María, Santiago y Santa Ana; y a su izquierda, Santa Rosalía y Santa Rosa de Lima.

     “Caracas, así como las demás ciudades de la América española, tuvo también sus patronos y santos tutelares, y sus vírgenes milagrosas. Antes de ser fundada y desde que se pensó en conquistar la belicosa nación indígena de los Caracas, ya en la mente del conquistador Losada bullía, la idea de ofrecer una ermita a San Sebastián, si le libraba de las flechas envenenadas en la empresa que iba a cometer. Y así sucedió en efecto, pues en 1567 se fundó a Santiago de León de Caracas y se colocó la primera piedra de San Sebastián en el lugar que ocupa hoy la Santa Capilla.

     Pero al mismo tiempo que se levantaba esta ermita, se daba comienzo al templo que debía servir más tarde de Catedral, nombrado por patrón de la ciudad al Apóstol Santiago. ¿Y qué patrón más noble podía ambicionarse invocado siempre por el pueblo español, que le reconoció como mensajero de Dios en todos sus aprietos, conquistas y batallas? Desde las orillas del mar hasta las cimas nevadas, jamás santo alguno llego a alcanzar culto más grande ni proporcionó frutos más copiosos al hombre. La primera fiesta dedicada al patrón de Caracas fue celebrada el 25 de julio de 1568, poco antes de perder Losada la conquista adquirida.

     Los conquistadores continuaban con feliz éxito, y vencidas eran las tribus enemigas, cuando en 1574 visitó la langosta los primeros campos cultivados de la triste ciudad. Nueva ermita es entonces construida al Norte de la de San Sebastián, dedicada a San Mauricio, nombrado al efecto abogado de la langosta. Esta desaparece, pero el pajizo templo es a poco devorado por las llamas, logrando el patrón salvarse del incendio y encontrar refugio en la ermita de San Sebastián.

     Tras de Santiago, Sebastián y Mauricio, viene Pablo el Ermitaño, como abogado contra la peste de viruela que azota a Caracas en 1580. El Ayuntamiento de la ciudad dispone levantarle un templo, y antes de que este comenzara, se ordena que el nuevo patrón fuera festejado con fiesta anual en la Iglesia Mayor, con asistencia de los dos Cabildos. A pesar de esto las viruelas volvieron, y en el cementerio que se construyó contiguo a San Pablo fueron enterradas las numerosas víctimas. San Pablo ha dejado su puesta a Talía. Tras de San Pablo debía asomarse la primera Virgen de origen indiano: la Copacabana, de la cual hablaremos más adelante.

     No debía rematar el siglo décimo sexto sin que Caracas enriqueciera con un santo más la lista de sus patrones. Tristes y llorosos andaban los habitantes de la ciudad por los robos que en la costa hacían los piratas, cuando de repente las sementeras de trigo aparecen, en cierta mañana, cubiertas de gusanos que en pocas horas devoran las espiga y despojan a los árboles de sus hojas. Al verse arruinados aquellos pobres moradores, elevan sus oraciones a Dios, y le piden con lágrimas y promesas les salve de aquel ataque destructor. Reúnese el Ayuntamiento, y resuelve que, antes de abrirse la siguiente sesión, escuchen los pobladores una misa dedicada al Espíritu Santo, de quien esperaban les inspirase la manera de salir de tan comprometido trance. En efecto, el Ayuntamiento abre la sesión después de rezada la misa y dispone que se inscriban en tarjetas los nombres de cien santos, y que el favorecido por la suerte sea el patriarca y abogado de las sementeras de trigo. Sale el nombre de San Jorge, y el Ayuntamiento decreta al instante que la fiesta anual de este santo pertenezca exclusivamente a dicho Cuerpo, no pudiendo ingerirse en ella ni el Gobernador ni el prelado. Desde entonces San Jorge fue celebrado anualmente en la Capilla Metropolitana que lleva su nombre.

Pablo el Ermitaño, fue el protector contra la peste de viruela que azotó a Caracas en 1580.

Pablo el Ermitaño, fue el protector contra la peste de viruela que azotó a Caracas en 1580.

     Al comenzar el siglo decimoséptimo aparecen en Caracas dos santos varones de mérito relevante: San Francisco de Asís y San Jacinto; y en 1636, la Virgen de la Concepción. Eran tres templos más, con sus comunidades que venían a aumentar el cortejo religioso de la ciudad de Losada. Y no contenta todavía la población con tres templos, levanta otro en 1656, que dedica a la Virgen de Altagracia, y recibe una Santa americana, Rosa de Lima, que se pone a la cabeza del primer instituto de educación que tenía la ciudad: el Seminario Tridentino, en 1673.

     En una ocasión, por los anos de 1636 a 1637, los agricultores de cacao vieron desaparecer sus arboledas, devoradas por un parásito llamado entonces candelilla, el cual destruía la corteza de los árboles. Deseosos los caraqueños de tener una patrona que protegiera las hermosas siembras del rico fruto en la costa y valles cercanos a la capital, fijan sus miradas en la Virgen de las Mercedes, a la cual levantan un templo en 1638 y le ofrecen una fiesta anual. Rumbosa era esta y con constancia celebrábase todos los años a la Virgen protectora del cacao, al mismo tiempo nombrada abogada de Caracas, y más tarde en 1766 abogada de los terremotos.

Santiago de León de Caracas, la capital de Venezuela, fue fundada el 25 de julio de 1567, día de Santiago Apóstol, primer patrono de la ciudad.

Santiago de León de Caracas, la capital de Venezuela, fue fundada el 25 de julio de 1567, día de Santiago Apóstol, primer patrono de la ciudad.

     Al rematar aquel siglo, en 1696, Caracas es víctima de la fiebre amarilla, que llega a diezmar la población. En medio de la más triste orfandad, una inspiración se apodera de lo poco que había dejado la epidemia. Piensan en Rosalía de Palermo, a la cual llaman con súplicas y esperanzas. La santa acude a la llamada de los desgraciados, y estos le levantan un templo. Era una nueva patrona que venía a sentarse en 1a asamblea caraqueña, donde figuraban Santiago, Santa Ana, Mauricio, Pablo el Ermitaño, Jorge, Jacinto, Francisco, varias vírgenes y Rosa de Lima, que aceptaba la capital donde era venerada su compatriota, la Virgencita de Copacabana.

     Durante el siglo décimo octavo, una nueva Virgen, la del Carmelo, visita a Caracas en 1732 y se hace dedicar un convento. Casi en los mismos días, aparece en Caracas una Virgen más; la de la Pastora, que se hace construir un templo en los extremos de la capital, y en la misma época, al Norte de la Ciudad, se levanta el de la Santísima Trinidad rematado en 1783, después de cuarenta y dos años de trabajo. En 1759 llega San Lázaro a socorrer a los leprosos. Últimamente llegaron los neristas y capuchinos, en 1774 y 1783, para levantar dos templos más, a San Felipe y San Juan, y entrar en competencia religiosa con los franciscanos, dominicos, mercedarios, y la colonia isleña que había levantado a la Virgen de Candelaria un templo en 1708.

     Hasta la época del Obispo Diez Madroñero, 1757-1769, no se conocía en Caracas una patrona que llevase el nombre indígena de la capital. Ya veremos cuanto hizo el prelado al bautizar a esta con el nombre de Ciudad Mariana y ponerla bajo el patrocinio de Nuestra Señora Mariana de Caracas.

     Otra Virgen protectora debía surgir igualmente en esta época, la de las Mercedes que llegó a figurar como abogada de los terremotos. Y tanto fue el entusiasmo del Obispo por la creación de vírgenes protectoras de la ciudad, que llegó a pensar en Nuestra Señora de Venezuela, bautizando con este nombre la calle que esta entre la Metropolitana y la Obispalía, dando el nombre de Nuestra Señora Mariana de Caracas a la que corre de la Metropolitana a la Casa Amarilla.

     Pero el culto al cual se decidió el Obispo con todas sus fuerzas, fue el del rosario. No hubo durante su apostolado, semana en que no se rezara públicamente, ni casa de Caracas y de los vecinos campos, donde las familias no cumpliesen diariamente, a las tres de la tarde o a las siete de la noche, con aquel deseo y mandato del Obispo”.


FUENTE CONSULTADA

  • Rojas, Arístides. Crónicas de Caracas. Caracas: Ministerio de Educación Nacional, 1946. Colección Biblioteca Popular Nº 16.
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