Intento de magnicidio contra Rómulo Betancourt – Parte I

Intento de magnicidio contra Rómulo Betancourt – Parte I

OCURRIÓ AQUÍ

Intento de magnicidio contra Rómulo Betancourt – Parte I

El presidente Betancourt fue atendido en el Hospital Universitario de Caracas

     Poco más de un año llevaba Rómulo Betancourt como el 34° presidente de la República de Venezuela cuando fue objeto de un intento de magnicidio en Caracas, ordenado por el dictador dominicano Rafael Leonidas “Chapita” Trujillo y sectores vinculados al tirano Marcos Pérez Jiménez, derrocado del poder en Venezuela en enero de 1958.

     La mañana del viernes 24 de junio de 1960, un año, cuatro meses y once días después de asumir el cargo como primer mandatario de la era democrática venezolana, se produjo el frustrado atentado contra la vida de Betancourt, el cual causó conmoción en toda la nación. Hubo dos muertos: el jefe de la Casa Militar, coronel Ramón Armas Pérez, y Luis Elpidio Rodríguez, un estudiante que transitaba por el lugar al momento de la repudiada acción terrorista.

     Habían pasado las nueve de la mañana cuando el presidente y su comitiva se dirigían hacia la explanada de la Academia Militar, para asistir al desfile militar en conmemoración del 139° aniversario de la Batalla de Carabobo y Día del Ejército. Cuando la caravana oficial formada por tres vehículos Cadillac transitaba metros después del cruce del puente La Nacionalidad, en el paseo de Los Próceres, hizo explosión el material colocado dentro de un vehículo Oldsmobile color verde, estacionado en la vía.

     Dicha bomba fue accionada a control remoto, en el preciso instante en que pasaba el carro que llevaba a Betancourt, al ministro de la Defensa, general Josué López Henríquez y a su señora esposa, Dora de López, y al jefe de la Casa Militar.

     En enero de 2021, a la edad de 93 años, don Manuel Pichardo, quien conducía uno de los vehículos de la caravana presidencial, rememoró interesantes detalles del atentado al primer mandatario.

     “Desde principios de junio el señor presidente guardaba reposo por recomendación médica, por lo que por esos días el equipo de seguridad y escoltas teníamos poca actividad. Para ese día estaba en agenda la parada y desfile militar, pero no se sabía si el presidente asistiría a ese acto”, afirma Pichardo en su anecdotario familiar, facilitado por su sobrino, Rafael García Pichardo, denominado Remembranzas de una vivencia.

     “A eso de las ocho y media de la mañana ordenaron que preparáramos los carros, que el presidente iba a salir y como a las nueve partimos desde la quinta Los Núñez, residencia presidencial situada en la parte alta de la urbanización Altamira. Tomamos ruta hacia el Country Club, luego bajamos por Chacaíto y de allí hacia Las Mercedes. A la altura del puente de Las Mercedes cruzamos a la derecha, bordeando el río Guaire por Bello Monte, hasta que llegamos a la tienda Sears y de allí seguimos hasta el final de la avenida principal de Santa Mónica, donde cruzamos a la derecha para conectar con la avenida Los Próceres y girar hacia la izquierda antes del puente de La Nacionalidad. Como a media cuadra después de hacer ese cruce, ocurrió la explosión de un vehículo que estaba estacionado a la derecha, exactamente cuando nosotros pasábamos”.

     “El carro que yo manejaba era un Cadillac con placas de la Casa Militar, asignado a los edecanes, que siempre iba detrás del carro presidencial. Recuerdo que la guardia de ese día correspondía al capitán Porras, de la Marina, y el capitán Alí Araque Angulo, de la Aviación, que también era uno de los pilotos del presidente. A mi lado iba el doctor Francisco Pinto Salinas, médico del presidente. La escolta estaba conformada por dos motorizados, una camioneta donde iba el comandante de patrulla con cuatro efectivos de la Guardia de Honor, detrás iba el carro presidencial. Luego venía el vehículo de los edecanes que yo conducía. Seguían dos patrullas con ocho efectivos militares y una última camioneta con cinco escoltas civiles, comandada por un hombre de confianza del presidente que se llamaba Héctor del Moral. Todos estos vehículos se comunicaban entre sí por radio transmisores”, evocó Manuel Pichardo pasado un poco más de sesenta años del atentado al presidente Betancourt.

     “Tanto el presidente como los esposos López Henríquez resultaron lesionados, así como el conductor del auto, Azael Valero, el médico personal del presidente, doctor Pinto Salinas, quien viajaba en otro vehículo, y Félix Acosta, motorizado de la comitiva”, reseñó el diario El Nacional.

     El periódico Últimas Noticias publicó en la edición del sábado 25 de junio de 1960, la versión oficial del suceso, revelada por la Oficina de Prensa de la Presidencia:

     “Hoy, a las 9:20 de la mañana, a la altura de la avenida Los Ilustres, cuando el señor Presidente de la República, don Rómulo Betancourt, acompañado del Ministro de la Defensa, General Josué López Henríquez y su esposa, y del Jefe de la Casa Militar, Coronel Ramón Armas Pérez, se dirigía al acto que se celebraba con motivo del día del Ejército, un vehículo que se hallaba estacionado a la parte derecha de la vía estalló por explosión de una carga de gran poder.

     La explosión ocurrida en el automóvil que allí se hallaba abandonado, alcanzó al vehículo donde se encontraba el señor Presidente de la República y sus acompañantes. Así mismo, los de la escolta militar del presidente y el vehículo de la Casa a Militar.

     El estallido produjo un incendio en el auto del señor Presidente, y fragmentos de granada alcanzaron al vigilante motorizado que guiaba los vehículos, y a los autos de la escolta militar y de la Casa Militar.

     La explosión y el incendio provocaron el cierre de las puertas delanteras del automóvil donde viajaba el señor Presidente, impidiendo que los que viajaban en esta parte del vehículo, Coronel Ramón Armas Pérez, Jefe de la Casa Militar, y el chofer del auto, pudieran escapar del incendio.

     Entretanto, el señor Presidente y el Ministro de la defensa y su esposa, pudieron abandonar el auto después de gran esfuerzo, debido a que también las puertas traseras habían sufrido con el impacto”.

     El presidente de la República sufrió leves quemaduras en las manos y su estado de salud se señala en el presente boletín emitido por los médicos que le atienden en el Hospital de la Ciudad Universitaria, donde se encuentra:

     “El señor Presidente de la República se encuentra hospitalizado bajo cuidados médicos por haber sufrido en la mañana de hoy quemaduras de primer grado en manos y cabeza. Sus lesiones no son de gravedad. Su estado general es satisfactorio. Caracas, 24 de junio de 1960.- Víctor Brito, Joel Valencia Parpacén, Carlos Gil Yépez, José Ochoa, Álvaro Benzecry”.

El Cadillac presidencial que transportaba al presidente Rómulo Betancourt

     En cuanto al señor Ministro de la Defensa y su esposa, sufrieron quemaduras leves y se encuentran también hospitalizados en el Hospital de la Ciudad Universitaria.

     Es de lamentar que en el atentado pereciera el coronel Ramón Armas Pérez, quien sufrió gravísimas quemaduras en todo el cuerpo, al producirse el incendio del automóvil del señor Presidente por explosión de la carga que se encontraba dentro del vehículo que estaba estacionado en la vía.

     Desde las once de esta mañana hasta las doce y cuarenta y cinco minutos del mediodía se celebró una reunión del Gabinete Ejecutivo con el Jefe del Estado Mayor Conjunto, general Régulo Pacheco Vivas; el Comandante general del Ejército, General Pedro José Quevedo, y el Contralmirante Ricardo Sosa Ríos, en representación de la Marina. No estuvieron en la reunión el general Antonio Briceño Linares, quien se encuentra en la base aérea de Maracay y el coronel Carlos Luis Araque, quien se encuentra al frente de su comando en las Fuerzas Armadas de Cooperación.

      Estuvieron además en la reunión el Procurador General de la Nación, doctor Pablo Ruggeri Parra, y el Contralor General de la Nación, doctor Luis A. Pietri; los dirigentes políticos doctor Raúl Leoni, presidente del Congreso Nacional y presidente del partido Acción Democrática; doctor Rafael Caldera, vicepresidente del Congreso Nacional y secretario general del partido Social Cristiano Copei; el doctor Jóvito Villalba, secretario general del partido Unión Republicana Democrática, y el señor José González Navarro, presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela.

     Fueron discutidos aspectos generales de la situación y se acordó que una comisión integrada por los doctores Juan Pablo Pérez Alfonso, Ministro de Minas e Hidrocarburos; Lorenzo Fernández, Ministro de Fomento e Ignacio Luis Arcaya, Ministro de Relaciones Exteriores, sostuvieran una entrevista con el señor Presidente de la República en el Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria, para someterle a su consideración las medidas acordadas en principio en esta reunión.

     La mencionada comisión se encuentra reunida con el señor Presidente en el Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria y dentro de poco tiempo se informará al país sobre dichas medidas.

El presidente habló con los medios de comunicación

     El presidente Betancourt fue atendido en el Hospital Universitario de Caracas y allí mismo cumplió el proceso de observación por varias horas. Antes de recibir autorización médica al final de la tarde, atendió varios periodistas, destacó El Nacional en su portada del 25 de junio.

     “Tras las curas de rigor, manifestó deseos de hablar con los periodistas. Virginia Betancourt, su hija, llamó a Miraflores y acompañados por Ramón J. Velásquez, Secretario General de la Presidencia y por el Jefe de Prensa señor Carcavale, más de veinte reporteros pasaron en dos grupos hasta la habitación ocupada por el Jefe de Estado. El presidente había recibido primero la visita de dos periodistas y sonriendo dijo:

      ̶  Así no vale. Yo quiero ver a todos los periodistas.

     El presidente tiene algo hinchada la cara y más pronunciada la hinchazón en el labio superior. Una herida cicatrizada en la mejilla derecha aparece al descubierto. En la sien derecha el pelo que fue quemado aparece cortado. Las dos manos con vendajes que le cubren hasta las muñecas. Está acostado en su cama y una sábana blanca cubre el cuerpo. A su lado permanece constantemente su esposa doña Carmen y su hija Virginia. Fuera, en el pasillo, docenas de personas, guardianes y personal del hospital.

     ̶  ¿Cómo están ustedes?, saludó el presidente antes de que los periodistas hablaran. Ya ven que yo estoy relativamente bien. No tengo afortunadamente lesión orgánica alguna y por mis propios pies salí del carro.

     Hizo una pausa y los periodistas aprovecharon para expresarle sus mejores sentimientos. Henríquez Alvarenga, en nombre de la AVP y del Sindicato de Prensa, dijo al presidente que todos los profesionales de la prensa hacían votos por su pronto restablecimiento y pidió al presidente que creyera en la sinceridad de su apoyo decidido.

     ̶  Gracias, muchas gracias. Yo sé que son sinceros y espero que pronto estaré bien. Si no hubiera sido por esto, el lunes habría vuelto a Miraflores. Pero aun después de lo sucedido pronto me recuperaré.

     El presidente había hablado tres veces con los periodistas y en las tres ocasiones manifestó que sentía mucho las lesiones sufridas por el Ministro de la Defensa y su esposa, algo más delicadas que las suyas sin ser de gravedad.

     ̶  El más grave los heridos es el jefe de mi Casa Militar, coronel Armas Pérez, pero afortunadamente y según me informan los médicos, se está recuperando satisfactoriamente.

     Todos sabían que no debía mostrarse sorpresa ante esta afirmación del presidente. Por prescripción facultativa se ha ocultado al presidente la muerte del coronel Armas Pérez. No se desea en modo alguno que pueda subirle la tensión una noticia de tal naturaleza.

     El presidente llamó por sus nombres a la mayoría de los periodistas. Tenía diferentes anteojos a los que usa normalmente y se supo que habían sido encargados dos pares mientras dormía, por haber quedado mal los que llevaba en la mañana.

     Tremendamente afectada aparecía la primera dama doña Carmen de Betancourt y con ánimo resuelto su hija Virginia.

     El presidente mueve los brazos fuera de la sábana y acciona pausadamente por efecto de los vendajes. Habla pausado, Quizás habló más de lo que habían previsto los médicos quienes esperaban que la visita de los periodistas se limitara a constatar la realidad del estado del Primer Magistrado.

     En resumen el presidente estaba anoche a las diez y cuarto, al recibir a los periodistas, bajo los efectos de la tremenda explosión, pero denotaba toda la entereza de su carácter.

     Según determinaron las experticias practicadas por la Policía Técnica Judicial (PTJ) con asesoría del famoso cuerpo de investigaciones británico Scotland Yard, en el Oldsmobile color verde con matrícula HK-6-ARI, fueron colocados poco más de sesenta kilogramos de dinamita, una mortal carga que fue accionada a control remoto, vía microonda, por Luis Cabrera Sifontes, una vez que Manuel Vicente Yánez Bustamante le transmitiera la señal para detonar, al quitarse el sombrero al momento que pasara la caravana presidencial.

     Cuatro días después del atentado el diario Últimas Noticias publicó que técnicos de PTJ y de la policía inglesa se trasladaron al lugar de los hechos la madrugada del 27 de junio y realizaron la reconstrucción del atentado.

Caracas en el bicentenario de Bolívar, 1883

Caracas en el bicentenario de Bolívar, 1883

CRÓNICAS DE LA CIUDAD

Caracas en el bicentenario de Bolívar, 1883

      A propósito de los cien años del nacimiento del Libertador, Simón Bolívar, se llevó a cabo la Exposición Nacional de 1883 con la que se celebró y rememoró su fecha natalicia. En conjunto, se inauguraron obras públicas, obras de arte y estatuas. Fueron otorgados reconocimientos y premios literarios, se realizaron eventos culturales, se editaron distintas publicaciones, se elaboraron cuadros, se llevaron a cabo ceremonias, desfiles cívicos, elegías y recuerdos. Como acompañamiento, se montó una exposición, muy al estilo de las realizadas en Europa durante el siglo XIX. Fue una ocasión propicia para que el gobernante de turno, Antonio Guzmán Blanco (1829-1898), exhibiera un despliegue de su poder e influencia entre sus adeptos y detractores.

     La celebración del centenario del natalicio del Libertador sirvió de excusa para establecer lo que se denominó La Exposición Nacional de 1883. Fue un evento en el que se dieron cita una gran gama de expresiones, símbolos y emblemas relacionados con localidades y regiones de Venezuela. Sin duda, se trató de un encuentro de expresiones diversas, alrededor de la figura de Simón Bolívar y Guzmán Blanco como su mentor e insigne representante. Lo en ella expuesto sirvió de moldura para mostrar logros materiales y simbólicos del país, también para extender rasgos de lo que se consideraba como el carácter nacional de Venezuela.

     Entre el 2 de agosto y el 4 de septiembre de 1883 se desarrolló en Caracas, la Exposición Nacional de Venezuela en el marco de las actividades conmemorativas del centenario del natalicio de Bolívar. Ella se concibió como una gran oportunidad para exponer una imagen general del país en varios ángulos territoriales. El núcleo central de la celebración lo fue la exposición. El gobierno guzmancista no escatimó esfuerzos y grandes gastos para su financiamiento. Gracias a la actitud arrolladora de Guzmán Blanco quien se propuso, en esta oportunidad, ofrecer una idea, la más “exacta” posible, del estado actual de Venezuela y de un adelanto progresivo en sus distintas épocas el éxito de la empresa fue posible.

El actual Palacio de las Academias fue originalmente sede de la UCV

     Durante un mes fueron exhibidas producciones industriales, espirituales y culturales, hábitos, costumbres y la diversa gama de recursos naturales que el país guardaba en su superficie. Para su preparación, algunas representaciones gubernamentales habían estado en las exposiciones de Londres (1862), París (1867), Viena (1873), Bremen (1874), Santiago de Chile (1875), Filadelfia (1876), de nuevo París (1878) y Buenos Aires (1881). Aunque con una representación muy modesta, la asistencia a ellas sirvió como referencia para la que se hizo en Caracas. Sin embargo, la exposición de 1883 tuvo un talante nacional, con la presentación de algunas producciones provenientes de otras naciones. El objetivo fue mostrar las particularidades regionales y locales del país en lo atinente a sus recursos naturales, logros en el campo agrícola, alcances técnicos e industriales, así como realizaciones espirituales y de arte en general.

     La cifra de compradores de billetes alcanzó las 62.761 personas, más las 3.000 que se habían entregado como pase de cortesía, según lo informó Adolfo Ernst, curador de la exposición. Ella fue instalada en un edificio construido para la ocasión en el centro de la ciudad, al frente del Palacio Legislativo y al lado de la sede de la Universidad Central de Venezuela (UCV). La organización de la exposición fue responsabilidad de la Junta Directiva del Centenario, cuyo presidente fue Antonio Leocadio Guzmán (1801-1884), padre del presidente Guzmán Blanco. El encargado de la Exposición, el alemán Adolfo Ernst, redactó un texto en dos volúmenes en el que presentó el catálogo general con notas y sus respectivos comentarios acerca de los pormenores de ella, en el primer volumen. En el segundo, lo utilizó para publicar cartas y documentos relacionados con el evento de 1883. El título de estas notas fue La Exposición Nacional de Venezuela en 1883 y editada por el Ministerio de Fomento en 1884.

     En la parte introductoria de este texto, Ernst hizo referencia a las intenciones políticas del proyecto nacional del gobierno presidido por Guzmán Blanco, la conformación de la Junta Directiva, bajo cuya responsabilidad se llevó a cabo la Exposición y una escueta descripción del lugar en el que ella se dio a conocer al público. En otro aparte se presentó la enumeración de los diversos agrupamientos de los objetos mostrados en la Exposición Nacional del Centenario, ordenada según las localidades. En el texto se incorporó un escrito delineado por Ramón de la Plaza en el que éste destacó la exhibición de un grupo de obras pictóricas, realizadas para el evento y que resaltaban aspectos importantes de la historia patria. De igual manera, se agregó una colección de objetos científicos, en el que estaban objetos elaborados por algunos grupos aborígenes de Venezuela. En otra sección se llevó a cabo una descripción de los objetos que en vida fueron posesión de Simón Bolívar y las ofrendas con las que se honró su memoria.

     En la introducción, preparada por Adolfo Ernst, expresó que todo pueblo cumplía con un sagrado deber al brindar honores a favor de sus hijos, cuyos grandiosos hechos formaban parte de una historia “pletórica de glorias”. Por tanto, fue un imperativo, como ningún otro, celebrar el centenario del “más ilustre de sus varones” y a quien, con sobrado derecho, el pueblo nacional veneraba como Padre y Libertador. Por ser tal la honra alcanzada no debía ser menos la rememoración en su honor.

     El decreto con el que se selló la celebración fue dado en septiembre 3 de 1881, con el cual el “Ilustre Americano” declaró fiesta nacional el día 24 de julio de 1883, para rendir la primera de las grandes manifestaciones que a cada nuevo siglo se debe manifestar la gratitud de los pueblos americanos, a quien con su afán y empeño les brindó la libertad. Ernst dio a conocer que la idea de presentar una exposición fue ideada por Guzmán Blanco. A partir de allí, la Junta que, además estuvo integrada por Arístides Rojas, Agustín Aveledo, el general Andrés Aurelio Level, Fernando Bolívar y Manuel Vicente Díaz, fue la que dio cuerpo a la Exposición. Fue un objetivo cardinal de la Junta Directiva ofrecer la idea más cercana a los “hechos reales”, en torno a la situación presente en Venezuela y de su “adelanto progresivo en sus distintas épocas, desde el siglo pasado a la fecha”.

     Comentó, además, que denominaron “Feliz” la idea de cerrar el gran evento con una Exposición Nacional a la brillante serie de festividades del primer Centenario del Libertador, porque no sólo era oportuna y de estar en completa armonía con las tendencias de la época, con la que se correspondía de modo “perfecto” el carácter esencial de las fiestas del Centenario. 

     Así, la idea de la Exposición cabía en una verdadera ofrenda en la conmemoración de una figura “providencial”, a quien Venezuela, junto con varias de sus hermanas de América Latina, debía su existencia política y el lugar como países independientes. Insistió que, todo hijo agradecido estaba en la obligación de dedicar, con real gusto, a la venerada memoria de sus progenitores, las realizaciones de sus industrias y las creaciones de sus talentosos hijos. En efecto, Venezuela ofrendaría, a quien sacrificó todo lo que poseía y cuanto era como ser humano, los tesoros de su fértil suelo, las cosechas de sus ubérrimas campiñas, todos los adelantos de su industria, las obras de sus pensadores, artistas y hombres de Estado, “todo, todo lo había de traer al ara de su gratitud hacia el Padre de la Patria”.

     Traer a colación esta Exposición resulta de gran importancia porque requirió la movilización de todo el aparato estatal, con el cual reunir en un espacio bienes naturales, industriales, intelectuales y culturales. Estos fueron exhibidos para que pudiesen ser apreciados bajo una mirada de reconocimientos y con los que los venezolanos alcanzaran a identificarse. Se debe agregar que, en este orden, el guzmanato se caracterizó por la reformulación del Proyecto Nacional ideado desde los inicios republicanos. El acto conmemorativo, muy propio del 1800, fue de suyo mundial, es decir, sirvió de acompañamiento para forjar una conciencia nacional. Lo que en el decimonono se denominó carácter nacional no sólo implicó atributos y especificidades nacionales, también formó parte del uso de una serie de dispositivos con los cuales inventar un sentido de pertenencia con el despliegue de las academias de la lengua y de la historia, así como la generalización de publicaciones, para niños, bajo el título de historia patria.

Presidente de la República, Antonio Guzmán Blanco

     Antes de 1883 Venezuela había formado parte de delegaciones que hicieron acto de presencia en algunas exposiciones internacionales, con lo que ya se habían realizado inventarios respecto a objetos industriales existentes. Sin embargo, para esta oportunidad la muestra fue mayor en cantidad, al no dejar de lado ningún objeto que constituyera los recursos trabajados o por trabajar en el país. Al justificar la Exposición, Ernst explicó que las exposiciones, fuesen nacionales o internacionales, industriales, artísticas o científicas, formaban parte del progreso moderno. Entonces, resultó muy natural que Venezuela diera prueba del “sorprendente progreso” que eran característicos de las “épocas presidenciales del general Guzmán Blanco”, y que, luego de haber participado en varios de los grandes certámenes industriales, en distintos continentes, viese realizado en su capital un torneo del “progreso semejante a aquellas”, aunque circunscrito a las producciones del propio suelo y a las obras de sus propios hijos.

     A pesar del carácter de la Exposición, las pautas contenidas en el reglamento, con las que ella se estableció, permitía la participación de países extranjeros que solicitaran incorporación al evento. El Comité Organizador se rigió de acuerdo con un Sistema General de Clasificación a partir del cual se organizó en ocho secciones, siendo dos de estas denominadas secciones especiales, integrada por: animales domésticos, horticultura y floricultura. La primera sección la integraron los productos naturales y agrícolas, la segunda por máquinas y utensilios, la tercera por productos industriales, la cuarta sección por bellas artes, la quinta por publicaciones oficiales, obras científicas y literarias y la sexta por objetos que pertenecieron al Libertador.

     La concepción general de la Exposición fue dada a conocer por Antonio Leocadio Guzmán en carta fechada en julio 27 de 1882. En ella insistió que debía mostrarse todo lo que se tenía en las distintas localidades del territorio nacional en lo atingente a alimentos, vivienda, vestimenta, educación, instrucción, costumbres, industrias, recursos por explotar, acompañado de estudios especiales, monografías y memorias en las que se ofrecieron detalles explicativos de cada uno de estos componentes.

     En la misma fecha, el presidente de la república había enviado una misiva a los presidentes de cada uno de los estados federales de la república, invitando a la participación en la Exposición. Las palabras tramadas por Guzmán Blanco evocaron la figura del Libertador como referente de identificación y pertenencia, así como que el afán aglutinador fue su propósito axial. Expresó que la Exposición del Centenario, que él había decretado como la “más grande manifestación de la gratitud de la patria a la memoria de su libertador”, simbolizaba una de las más trascendentes aspiraciones del país, en el que estaban cifradas las esperanzas de un importante desarrollo de sus elementos de prosperidad. La idea de nación que se buscó generalizar, entre quienes militaban en las filas del Liberalismo Amarillo, tuvo como modelo de construcción nacional las realizaciones de algunos espacios territoriales europeos y los Estados Unidos de Norteamérica.

     A raíz de esta disposición el espíritu reinante de la Exposición fue el de divulgar elaboraciones concordantes con el progreso material y la concepción de lo moderno en boga. De igual manera, no debe ser olvidado que el 1800 fue el siglo de la edificación de los Estados nación modernos. Fue una tratativa mundial en que se combinó el origen histórico con lo que la naturaleza ofrecía como potencialidad. El posibilismo fue una de las bases fundamentales para alcanzar el progreso y la civilización entre quienes reflexionaron y actuaron desde espacios postcoloniales. También la celebración de centenarios sirvió de pretexto para imaginar la memoria histórica, porque se pensó que ella era un eslabón necesario para crear similitudes y rasgos comunes pensados como propios de toda comunidad nacional.

«COVID-19 no es una enfermedad ocupacional per se»

«COVID-19 no es una enfermedad ocupacional per se»

«COVID-19 no es una enfermedad ocupacional per se»

Actualización y aplicabilidad de la Providencia Administrativa 060 del Inpsasel

Comité de Gestión del Talento y Relaciones Laborales

 

     La clasificación de la COVID-19 como una enfermedad ocupacional o no, la responsabilidad de los empleadores en la prevención de contagios y qué criterios deben las empresas tomar en cuenta para la elaboración de sus programas de bioseguridad, fueron los temas analizados durante la videoconferencia “Actualización y aplicabilidad de la Providencia Administrativa 060 del Inpsasel para la prevención de SARS-COV2 (COVID-19)”. Esta actividad realizada por nuestro Comité de Gestión del Talento y Relaciones Laborales, tuvo como ponente a Francisco Casanova, Socio de Ponte, Andrade & Casanova  y contó con la moderación Nelson Martínez Ubieda, vicepresidente de nuestro comité. 

     Para dejar claro que la COVID-19 no es una enfermedad ocupacional, Casanova parte de la definición hecha por la Organización Mundial de la Salud, en cuanto a que es una enfermedad respiratoria e infecciosa causada por el coronavirus. “No es una enfermedad ocupacional per se”.

     El especialista en salud y prevención laboral, en su exposición advierte sobre los aspectos contradictorios de la Providencia 060 de Inpsasel, que aún no está publicada en Gaceta Oficial. Razón por la cual considera importante que las empresas revisen los criterios establecidos en esa providencia, otras normas que han sido dictadas, la LOPCYMAT y la Resolución 090 del Ministerio de Salud, para la puesta en práctica de los protocolos de prevención y su divulgación entre los trabajadores, siendo esa la forma de cumplir sus responsabilidades, lograr la certificación y evitar cualquier tipo de llamado de corrección por parte del Inpsasel. “Si el empleador aplica esos protocolos y aún así el trabajador contrae COVID-19 habría una responsabilidad objetiva pero no subjetiva”.

     Compartió la información que maneja sobre cuáles serían los pasos para la certificación y acreditación del programa de bioseguridad, que hará la Comisión científico-técnica del Inpsasel. “La empresa interesada deberá presentar una copia física a la Geresat de su jurisdicción, que entregará un recibo”. Ese recibo podrá ser presentado a los inspectores de Inpsasel, como prueba de la consignación del programa de bioseguridad para su consideración a la correspondiente Gerencia Estadal de Salud de los Trabajadores.

     Para conocer más los invitamos a ver la videoconferencia completa “Actualización y aplicabilidad de la Providencia Administrativa 060 del Inpsasel” en nuestro canal de Youtube: Cámara de Caracas.

Hablando con el arquitecto Carlos Raúl Villanueva (Parte II)

Hablando con el arquitecto Carlos Raúl Villanueva (Parte II)

CRÓNICAS DE LA CIUDAD

Hablando con el arquitecto Carlos Raúl Villanueva (Parte II)

Por Valentín Frontado,

Cosas de Caracas

En el futuro la ciudad será parte de un armonioso todo

     “El mundo marcha con demasiada rapidez” … Las palabras de Don Carlos Raúl me quedaron danzando en el cerebro. ¿Y porque no utiliza esa rapidez en el dominio de los recursos, para hacerse cada vez más feliz, sino que, al contrario, emplea todos sus inventos y todos sus descubrimientos en la empresa tétrica, estúpida, de aumentar su dolor?…

      Esto pensé, y no pude menos de expresarlo. Mi interlocutor, por toda respuesta, tomó el lápiz, lo fijó entre el pulgar y el índice, y velozmente trazó sobre el bloque de notas la silueta del mapa de Venezuela. Después, como quien pincha pasapalos con el escarbadientes, fue punteando aquí y allá, para indicar las capitales de estados. Finalmente, clavando la punta metálica de un compás en el sitio que correspondía a Caracas, trazó un amplio radio sobre la superficie territorial del país…

     La lección era tan gráfica, que no pude menos de entenderla; ella quería decir que la capital de la República tiene una razón para estar allí en ese punto: el rasgo descrito por el compás pasaba muy cerca de todas las capitales de estado. Observé:

     ― Un jueguito curioso, voy a recomendarlo a los lectores…

     ― Curioso y elocuente. Pero eso no es todo. Vea…

     Y me llevó ante un mapa-mundi. Guiado por su índice relacionó a Caracas, situada casi en la costa, sobre el Atlántico, con las costas europeas, situadas, como si dijéramos, “en la acera de enfrente”. Comenté:

     De modo que nuestra capital no solo responde a exigencias geográficas domésticas, sino internacionales también…

Carlos Raúl Villanueva (1909-1975), es considerado el arquitecto más influyente en la Venezuela del siglo XX

     ― Y así lo será por mucho tiempo, al menos mientras no se invente un sistema de comunicaciones que elimine el Atlántico con cauce del tránsito comercial y cultural entre los dos grandes Continentes…

     Aquí comenté para mis adentros:

     “! ¡Quién sabe si ya llegó ese día! ¡El mundo marcha tan rápido! ¿No se ha hablado de una ruta estratosférica por encima del Polo?” … Don Carlos Raúl prosigue:

La Ciudad Universitaria es la obra cumbre de Villanueva

     ― Con todo eso he querido mostrarle que las ciudades no son, o no deben ser, islotes humanos divorciados de la vida que se desarrolla más allá de sus linderos. La ubicación de una ciudad se ha inspirado siempre en una serie de relaciones más o menos próximas, más o menos lejanas. Pero estas razones estratégicas simples se complicarán en el futuro, tomando un sentido profundamente humano. Quiero decir que la ciudad, la región, el país, y en último término, los países entre sí formarán una trama de vinculaciones materiales que hará del mundo un todo homogéneo y fraternal. La ciudad irá al campo, y el campo vendrá a la ciudad. Los campesinos disfrutarán de los bienes de la ciudad, y los habitantes urbanos gozarán del ambiente campestre dentro de la propia ciudad…

     Para llegar allá es necesario organizar, compulsar, poner en juego esa ciencia que es más bien la reunión de todas las ciencias y que tiende a humanizar lo más profundamente la vida: el urbanismo. Y hace falta igualmente legislar, y esperar que lo legislado surta sus efectos…

     Para llegar allá es necesario organizar, compulsar, poner en juego esa ciencia que es más bien la reunión de todas las ciencias y que tiende a humanizar lo más profundamente la vida: el urbanismo. Y hace falta igualmente legislar, y esperar que lo legislado surta sus efectos…

     Cuando estreché la mano de don Carlos Raúl, ya era de noche. En la calle, una muchedumbre apresurada, angustiada, me lanzaba de aquí para allá, me empujaba, me confundía a cada instante entre las espirales de sus remolinos. Yo iba abstraído, meditando en las cosas que me dijera el artista. Y me decía maquinalmente: “¡Quizá llegaremos a esos días serenos en los que el obrero no sea una mera cabeza de ganado confundido en la muchedumbre de sus semejantes, arreado por el pito de la fábrica, espoleado por el rítmico e irremediable traquetear de las máquinas!…

     ¡Quizá llegará el día en que cambie este torturante espectáculo de cemento armado, y pueda aparecer ante nuestros ojos irritados, la generosa perspectiva del bosque y del riachuelo!” …

     Andando, andando llegué hasta la parte sur de la ciudad, y en un claro respetado hasta ahora por la marejada de la mampostería me detuve, porque al fin tenía ante mí, imponente, magnífica, la lejanía…

La moderna Escuela Gran Colombia de Caracas, fue diseñada por Villanueva en 1939

     Allá abajo, con todo el aparato de una decoración teatral, aparecían las faldas avileñas, teñidas por los últimos destellos solares con tonalidades de musgo, con matices de nácar, con transparentes coloraciones de violeta.

Tomado de la revista Élite. Caracas, N° 1.043, 29 de septiembre de 1945; Páginas 6-7, 34-35

Una mirada a los Decretos de Exoneración de los Derechos de importación y sus implicaciones

Una mirada a los Decretos de Exoneración de los Derechos de importación y sus implicaciones

Una mirada a los Decretos de Exoneración de los Derechos de importación y sus implicaciones

Exoneraciones a las importaciones y sus implicaciones

Comité de Comercio Exterior

 

     El 01 de enero 2021 entró en vigencia el Decreto 4.412 que establece las exoneraciones de impuestos de importación, Impuesto al Valor Agregado IVA y tasa por determinación del régimen aduanero a las mercancías y sectores determinadas por el ejecutivo nacional. Analizamos las nuevas normas en “Una mirada a los decretos de exoneración a los derechos de importación y sus implicaciones”, videoconferencia realizada por nuestro Comité de Comercio Exterior, que preside Manuel Marin., y en la que participaron como ponentes Pedro Mojica, Director de Bresan Aduanas, y Giorgio Cunto, Economista y Científico de Datos.

     Pedro Mojica, Director de Bresan Aduanas, recomienda ser cuidadoso en el cumplimiento estricto de las normas en el nuevo decreto, utilizando un criterio de evaluación conservador, tradicional y con toda la información que el caso amerite. Hizo hincapié en que los importadores deben presentar en el tiempo previsto la declaración aduanera acogiéndose a la exoneración, porque de acuerdo al artículo 66 de la Ley de Aduanas, de no hacerlo se entiende como una renuncia tácita del beneficio. Al hacer un análisis de las medidas tomadas alrededor de las importaciones, considera oportuno hacer una propuesta para la liberación de los bienes de capital de las exoneraciones del IVA, de acuerdo a las particulares necesidades de cada importador.

     Durante el encuentro se revisaron las distintas fechas establecidas para la vigencia de las exoneraciones. Los conferencistas destacaron que la intención de flexibilizar trámites de permisos y autorizaciones choca con lo que sucede en la práctica. Manuel Marin resaltó que los tiempos de logística no alcanzan cuando hay que evaluar puntos como la pandemia y el esquema de cuarentena 7+7 en Venezuela, “un barco no puede pararse una semana”. Para Mojica la fijación de estos plazos tan cortos (Ver archivo adjunto Decreto 4.412. Apéndice I) hace que las operaciones entren en una incertidumbre muy grande.

     Giorgio Cunto considera que el grado de incertidumbre, la consistencia de las regulaciones, el que las normas puedan o no ser aplicadas, impactan las estrategias de comercialización y operaciones de las empresas para finalmente trasladarse a los precios. Cunto presentó el “Entorno externo venezolano” en el que están inmersas las exoneraciones, analizó éstas dentro de una recaudación no petrolera y comentó la existencia de “tibios intentos de anclar la recaudación al mercado cambiario”.

Concluyó diciendo que en una economía como la venezolana, más pequeña, menos productiva, el sector privado tiene que operar bajo su propio músculo financiero y técnico de cara al futuro.

     Los invitamos a ver este completo análisis del decreto 4,412 y las actuales condiciones de la economía venezolana en nuestro canal de Youtube: Cámara de Caracas.

Pueden visualizar el documento completo en el siguiente enlace

Loading
Abrir chat
1
Contacta a nuestro equipo.
Escanea el código
Contacta a nuestro equipo para aclarar tus dudas o solicitar información.