El 24 de octubre de aquel año apareció el primer número de la Gazeta de Caracas, en el que se ponderó la importancia y la excelencia del nuevo arte y el valor para la provincia. En la Capitanía se instalaría otra imprenta en Cumaná. El licenciado Miguel José Sanz recomendó para que se instalara otra imprenta en Caracas. Para octubre de 1810 inició actividades de impresión la de Baillío y Delpech. Esta sociedad sólo duró un año y prosiguió sólo con Juan Baillío. Simón Bolívar y José Tovar habían traído una imprenta que se instaló en Caracas. Para febrero de 1812 se colocó un taller de impresión en Valencia, a cargo de Juan Gutiérrez Díaz.
A decir verdad, fueron muy pocos los talleres de impresión que se instalaron en territorio venezolano. La mayoría de impresos fueron de talante político. De estos talleres salieron periódicos, semanarios, hojas sueltas, folletos y libros de interés para la historia política de Venezuela. Los temas variaron en la puja por el control de la provincia de Caracas entre patriotas y realistas. También en ellos se encuentran las argumentaciones y reflexiones alrededor de la Independencia frente a las pretensiones de la corona española.
El 6 de agosto de 1811 la Gazeta de Caracas incluyó el texto de la Ley de Imprenta, sancionada por la Sección Legislativa de Caracas, en la que se subrayó que la imprenta era el instrumento más fiable para comunicar las luces del conocimiento, y la facultad individual de los ciudadanos para hacer públicas sus ideas políticas y reflexiones. Con esta aseveración se refrendaba uno de los propósitos del liberalismo político como lo era la libertad de opinión, y con la que se podría hacer frente a todo tipo de arbitrariedad de los gobernantes. Se agregó, además, que el producto de la imprenta era imprescindible para ilustrar a los pueblos en sus derechos y el único camino para alcanzar el conocimiento de la verdadera opinión pública.
Los que dirigieron los asuntos propios de la Primera República participaron de modo entusiasta en todo lo que se produjo en los talleres de Caracas, Cumaná y Valencia. Fueron varias las publicaciones en forma de libro o folleto a iniciativa de ellos. Quizá, fueron los periódicos donde aparecieron la mayor cantidad de argumentaciones políticas que sirvieron de base a las realizaciones políticas. La hoja suelta sirvió para dar a conocer información que debía circular de manera presurosa y superar demoras que con equipos de técnica deficiente retrasaban la impresión de los periódicos.
El único medio impreso que existía en el mes de abril de 1810 en la Capitanía era la Gazeta de Caracas, en cuya página principal aparecía un lema escrito en latín y que rezaba: “la salud del pueblo es la suprema ley”. La edición del 25 de abril corrió a cargo de quienes desconocieron la regencia como gestora de la política en Venezuela. Un fragmento de los razonamientos esgrimidos fue que la Gazeta de Caracas había estado destinada a propósitos que ya no estaban de acuerdo con el espíritu público de los habitantes de Caracas. Ello sirvió para indicar que el espíritu que se iba a restituir era el carácter de franqueza y sinceridad que debía tener, para que el pueblo y el gobierno lograra con ella los benéficos designios que han “producido nuestra pacífica transformación”.
Junto con este escrito apareció el primer artículo de talante doctrinal cuyo título fue: “Sin virtud no hay felicidad pública, ni individual”. En un número anterior Vicente Emparan y Orbe publicó un “Manifiesto”, con fecha 7 de abril, donde intentó calmar los ánimos de los habitantes de la comarca, en virtud de los fracasos de las tropas españolas contra los franceses, y con la exhortación de continuar bajo los auspicios de la legislación colonial. Ya en números precedentes se habían incorporado los donativos que, a instancias del marqués Casa – León, debían recabarse para ayudar a la península en su lucha contra el “usurpador universal”, tal como se calificaba a Napoleón por estas tierras.
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