Sembrar el petróleo

Sembrar el petróleo

CRÓNICAS DE LA CIUDAD

Sembrar el petróleo

El destino nos alcanzó 

     El martes 14 de julio de 1936, el diario caraqueño Ahora, en su primera página, publicó un editorial titulado «Sembrar el Petróleo», que plantea la necesidad de invertir los recursos provenientes de la renta petrolera en el sector no petrolero de la economía nacional, con miras al desarrollo integral del país. El autor del escrito es el entonces joven universitario de 30 años, Arturo Uslar Pietri

     El significado de la frase «Sembrar el petróleo» quizá se pueda resumir en este párrafo del editorial: 

     «Urge aprovechar la riqueza transitoria de la actual economía destructiva para crear las bases sanas y amplias y coordinadas de esa futura economía progresiva que será nuestra verdadera acta de independencia. Es menester sacar la mayor renta de las minas para invertirla totalmente en ayudas, facilidades y estímulos a la agricultura, la cría y las industrias nacionales. Que en lugar de ser el petróleo una maldición que haya de convertirnos en un pueblo parásito e inútil, sea la afortunada coyuntura que permita con su súbita riqueza acelerar y fortificar la evolución productora del pueblo venezolano en condiciones excepcionales.»

 

Sembrar el petróleo

Por Arturo Uslar Pietri

      “Cuando se considera con algún detenimiento el panorama económico y financiero de Venezuela se hace angustiosa la noción de la gran parte de economía destructiva que hay en la producción de nuestra riqueza, es decir, de aquella que consume sin preocuparse de mantener ni de reconstituir las cantidades existentes de materia y energía. En otras palabras, la economía destructiva es aquella que sacrifica el futuro al presente, la que llevando las cosas a los términos del fabulista se asemeja a la cigarra y no a la hormiga.

     En efecto, en un presupuesto de efectivos ingresos rentísticos de 180 millones, las minas figuran con 58 millones, o sea casi la tercera parte del ingreso total, sin numerosas formas hacer estimación de otras numerosas formas indirectas e importantes de contribución que pueden imputarse igualmente a las minas.

Editorial Sembrar El Petróleo, publicado en el diario caraqueño Ahora, el 14 de julio de 1936

     La riqueza pública venezolana reposa en la actualidad, en más de un tercio, sobre el aprovechamiento destructor de los yacimientos del subsuelo, cuya vida no es solamente limitada por razones naturales, sino cuya productividad depende por entero de factores y voluntades ajenos a la economía nacional. Esta gran proporción de riqueza de origen destructivo crecerá sin duda alguna el día en que los impuestos mineros se hagan más justos y remunerativos, hasta acercarse al sueño suicida de algunos ingenuos que ven como el ideal de la hacienda venezolana llegar a pagar la totalidad del Presupuesto con la sola renta de minas, lo que habría de traducir más simplemente así: llegar a hacer de Venezuela un país improductivo y ocioso, un inmenso parásito del petróleo, nadando en una abundancia momentánea y corruptora y abocado a una catástrofe inminente e inevitable.

     Pero no sólo llega a esta grave proporción el carácter destructivo de nuestra economía, sino que va aún más lejos alcanzando magnitud trágica. La riqueza del suelo entre nosotros no sólo no aumenta, sino tiende a desaparecer. Nuestra producción agrícola decae en cantidad y calidad de modo alarmante. Nuestros escasos frutos de exportación se han visto arrebatar el sitio en los mercados internacionales por competidores más activos y hábiles. Nuestra ganadería degenera y empobrece con las epizootias, la garrapata y la falta de cruce adecuado. Se esterilizan las tierras sin abonos, se cultiva con los métodos más anticuados, se destruyen bosques enormes sin replantarlos para ser convertidos en leña y carbón vegetal. De un libro recién publicado tomamos este dato ejemplar: «En la región del Cuyuní trabajaban más o menos tres mil hombres que tumbaban por término medio nueve mil árboles por día, que totalizaban en el mes 270 mil, y en los siete meses, inclusive los Nortes, un millón ochocientos noventa mil árboles. Multiplicando esta última suma por el número de años que se trabajó el balatá, se obtendrá una cantidad exorbitante de árboles derribados y se formará una idea de lo lejos que está el purguo». Estas frases son el brutal epitafio del balatá, que, bajo otros procedimientos, hubiera podido ser una de las mayores riquezas venezolanas.

     La lección de este cuadro amenazador es simple: urge crear sólidamente en Venezuela una economía reproductiva y progresiva. Urge aprovechar la riqueza transitoria de la actual economía destructiva para crear las bases sanas y amplias y coordinadas de esa futura economía progresiva que será nuestra verdadera acta de independencia. Es menester sacar la mayor renta de las minas para invertirla totalmente en ayudas, facilidades y estímulos a la agricultura, la cría y las industrias nacionales. Que en lugar de ser el petróleo una maldición que haya de convertirnos en un pueblo parásito e inútil sea la afortunada coyuntura que permita con su súbita riqueza acelerar y fortificar la evolución productora del pueblo venezolano en condiciones excepcionales.

     La parte que en nuestros presupuestos actuales se dedica a este verdadero fomento y creación de riquezas es todavía pequeña y acaso no pase de la séptima parte del monto total de los gastos. Es necesario que estos egresos destinados a crear y garantizar el desarrollo inicial de una economía progresiva alcance por lo menos hasta concurrencia de la renta minera.

     La única política económica sabia y salvadora que debemos practicar, es la de transformar la renta minera en crédito agrícola, estimular la agricultura científica y moderna, importar sementales y pastos, repoblar los bosques, construir todas las represas y canalizaciones necesarias para regularizar la irrigación y el defectuoso régimen de las aguas, mecanizar e industrializar el campo, crear cooperativas para ciertos cultivos y pequeños propietarios para otros.

     Esa sería la verdadera acción de construcción nacional, el verdadero aprovechamiento de la riqueza patria y tal debe ser el empeño de todos los venezolanos conscientes.

     Si hubiéramos de proponer una divisa para nuestra política económica lanzaríamos la siguiente, que nos parece resumir dramáticamente esa necesidad de invertir la riqueza producida por el sistema destructivo de la mina, en crear riqueza agrícola, reproductiva y progresiva: sembrar el petróleo”.

Arturo Uslar Pietri escribió el editorial Sembrar el Petróleo cuando apenas contaba con 30 años

Circo metropolitano escenario para el cine y boxeo – Parte II

Circo metropolitano escenario para el cine y boxeo – Parte II

CRÓNICAS DE LA CIUDAD

Circo metropolitano escenario para el cine y boxeo – Parte II

     En cuanto al “Metropolitano” agregaremos que como la temporada de toros no duraba sino algunos meses, en el intervalo era necesario no dar tregua al Circo a fin de lograr siquiera un módico rédito del capital invertido. Por ello, algún tiempo después de concluido el “Circo Metropolitano”, se acudió a la actividad cinematográfica bajo el comando de Carlos Badaracco, hermano de doña Matilde, la gentil esposa de D. Pedro Salas y, después de la muerte de éste, Marquesa de Lestan Parada.

     A impulsos de una intensa propaganda llevada a cabo en la prensa y en cartelones y programas impresos, en los cuales se indicaba no haber entradas de favor, y a los acordes de una pequeña orquesta que alternaba piezas clásicas con valses y sones de sabor criollísimo, desfilaban por la pantalla circense las siluetas de Francesca Bertini, de las hermanas Costanza y Norma Talmadge, Gabriela Robine, Tina Meniquelli, Mary Pickford, Gloria Swanson, Charlie Chaplin, Pola Negri, Perla White, Jacky Coogan y otros próceres del silente cine.

     Como las películas entonces eran de corta duración, la empresa pasaba otra en calidad de ñapa, generalmente cómica. La costumbre bien pronto se hizo ley y, así, al terminar la película anunciada en el programa, el público comenzaba a gritar entre palmas y rechiflas: “¡la cómica, Badaraco, Badaraquito!, ¡la cómica! la cómica!” Y el soberano era complacido a base de películas interpretadas por Polidoro, Max Linder, Charlie Chaplin y otros virtuosos de la risa.

     Posteriormente el “Metropolitano” fue tomado en arrendamiento para los mismos fines, por la “Sociedad de Cines y Espectáculos”, de la cual era propulsor, cerebro y nervio el caraqueñísimo Manuel Madriz.

     Con amigos en todos los sectores y con una amplia pupila respecto de aquella actividad, eran seguras las utilidades porque, ciertamente, para sus copartícipes, él constituía el negocio en realidad. Espíritu cultísimo y con un corazón abierto a todos los caminos del aprecio y de la simpatía, Manuel Madriz, como buen filósofo que es, ha sabido sacarle provecho espiritual a los mejores años de su vida. Entre la música, el amor y otros delicados sentimientos se han deslizado con altura por los predios del placer. ¿No lleva acaso por el lado materno el Travieso en su genealogía? Y, en realidad, ha sido bien travieso este vernáculo Epicuro! Como alto empleado de la Compañía Anónima Teléfonos de Venezuela rindió años más tarde una brillantísima labor, retirado definitivamente del cambiante mundo de los intereses materiales, hoy, entre los rascacielos neoyorquinos y el bullanguero ambiente caraqueño, goza de la paz interior a que dan derecho la rectitud y el patriotismo. Y si todavía se engalla ante una copa o una falda, no lo hace sino para que digan, porque a la verdad, pertenece todo entero a Hilda, su gentilísima consorte y a su hija la preciosa Luisa Helena, fin y razón de ser de su existencia.

     Por lo demás, con el tiempo, otro circo fue construido y el “Metropolitano” como centro taurino pasó a segundo término, si bien se efectuaban en él algunas corridas. Pero siguió siendo sede para la exhibición de películas y de otros espectáculos como los circos de caballitos y acrobacias; el famoso encuentro entre un rugiente tigre y un temible toro; y la función ideada por el recordado “gringo” Míster Simmerman a base de una lucha entre un caimán y un toro, después de la película de ley. Y es de hacer memoria de cómo por entonces el caimán estaba derrengado y medio muerto. Míster Simmerman, con mañas de prestidigitador, hacía mover al formidable saurio por medio de cordeles invisibles. No son muy claras las noticias que hemos logrado recoger en el particular, pero sospechamos que en la jugarreta metía también la mano don Manuel Madriz.

     Más tarde, el “ring” se instaló en el “Metropolitano”. Allí se dieron cita boxeadores de categorías diferentes y se combinaron halagadores encuentros. 

     Los días de la década comprendida entre 19390 y 1940 fueron épocas estelares para Armando Best , para Simón Chávez, El Pollo de la Palmita, para Enrique Chafardet y para otros boxeadores criollos enfrentados a rivales de cartel, como el terrible Peter Martin y tantos más que hemos olvidado.

     Si no estamos equivocados, en realidad el boxeo comenzó en el “Metropolitano” por allá en el año de 1925. Fueron los primeros empresarios los señores Alfredo de la Sota y Urbaneja y José Antonio Borges Villegas, cordialísimos amigos, incansables luchadores en el campo del trabajo y muy jóvenes para la época a que nos referimos.

     Ante la escasez de púgiles, comenzaron la tarea con bastante ingenio. En uno de los pocos garajes que por entonces existían en la ciudad, antecesores de las modernas y lujosas estaciones de servicio, de la Sota y Urbaneja y Borges Villegas localizaron a un mozo venezolano, color de ébano, lavador de carros, quien gozaba en exhibir su formidable musculatura cuando se daba a la faena de montar y desmontar neumáticos a los carros de los clientes del garaje.

     Enseguida los indicados empresarios, con el propósito de conquistarlo para las labores del “ring”, entraron en tratos con el criollo y musculoso atleta. Aceptada por éste la propuesta y después del consiguiente entrenamiento y de recibir algunas clases e instrucciones en el arte de dar y de recibir puñetazos con enguantada mano, se resolvió concertar una pelea para presentarlo en público. 

Aviso Boxeo en el Circo Metropolitano de Caracas

     Con el fin de imprimirle novedad al encuentro y atraer a los aficionados, la empresa urdió una novela o leyenda. En cartelones y programas presentaban al fornido compatriota con el nombre de Battling Hamley y lo anunciaban como el gran campeón antillano. La pelea la cazaron con el italiano Vittorio Carreta, quien a pesar de dárselas de experto boxeador, la noche del estreno fue víctima de los terribles puños del temible caraqueño, hasta el punto de quedar completamente destrozado.

     Animados por el éxito de taquilla alcanzado mediante la actuación del falsificado Battling Hamley, los  empresarios contrataron al conocido Armando Best, hombre laborioso y honesto. Era entonces joven, dotado de fuerte contextura y con bastantes conocimientos en las cuestiones y peripecias del “ring”. En aquellos días figuraba también entre los noveles púgiles, el señor Rafael Carabaño, dotado igualmente de vigorosa naturaleza física, fraguada en el  constante ejercitar en trapecios, argollas y paralelas; mozo de muchos amigos por su ingénita simpatía; de marcada vocación revolucionaria y peleador de barrio, actividad esa en la cual sobresalía por la agilidad con que lanzaba cabezazos al cuerpo del contrario.

     Se concertó la pelea entre Carabaño y Best. Si mal no recordamos, sirvió de “referee” Jesús Corao, veterano deportista, meritorio industrial, rebelde en política a los dictados de la fuerza y leal en la amistad, como lo fue también otro “referee” de aquellos días, el gran caballero Alexis Pietri Ibarra, infortunadamente desaparecido hoy. En medio de los gritos de los partidarios de uno y otro boxeador, la función se desarrolló en forma favorable para Armando best, quien desbarató a su contrario. De allí surgió el estribillo: Carabaño, mis golpes te han hecho daño, aprovechado por la empresa como eslogan  para su propaganda.

     Consagrado Armando Best, hubo que buscarle contendor en las plazas extranjeras y fue así importado el argentino Godin, para más señas, tuerto y agilísimo para el esguince y para el juego de cuerdas. La verdad es que Godin deterioró bastante el bien ganado prestigio del meritorio Armando Best, quien sufrió también el castigo de los terribles golpes del norteamericano Peter Martin, cuando ya la empresa estaba en otras manos con Roberto Santana Llamozas como principal capitalista.

     Por aquellos tiempos llegó a La Guaira un buque de guerra yanqui y entre la tripulación figuraba un joven y fornido “musiú” a quien conquistaron para el tablado del “Metropolitano”. Lamentablemente para el rubio “gringo”, Godin acabó con él la primera noche de su actuación, ante la sorpresa de sus compañeros de marinería. Nuevos púgiles aparecieron posteriormente en el horizonte caraqueño, entre ellos el chileno Víctor Vásquez y luego los boxeadores antillanos. Estos, en la punta de sus guantes, se llevaron enredada la fama del nombrado Vásquez, de Godin y de otros líderes del “ring” de entonces.

     Por lo demás, en el implacable discurrir del tiempo, los altibajos en la vida del “Metropolitano” desembocaron inevitablemente en su completa desaparición.

     La Compañía Anónima “Metropolitana”, constituida por los doctores Pablo y Emilio Fernández y por los señores Ilio Ulivi, Dionisio Bolívar y Cipriano Jiménez Macías, se encargó  ̶ hablando en términos taurinos ̶ de darle la puntilla.

     Pero después de haber sido límpido fanal que por varias décadas marcó el rumbo al entusiasmo caraqueño, él no podía morir oscuramente. Y fue así como el año de 1952, bajo el comando de aquellos distinguidos e importantes factores de la economía nacional, reforzados los primitivos cimientos sobre los cuales descansó el pesado casco o armadura, se levantó allí un amplio y lujoso teatro de arquitectura modernísima, más un edificio de ocho pisos, a un costo de ocho millones de bolívares, y en el cual están instaladas casi todas las empresas que trabajan en Caracas en el ramo de películas. Y para honrar, sin duda, la memoria del antiguo coso de D. Pedro Salas Camacho, al hermoso teatro se le dio el nombre de “TEATRO METROPOLITANO”.

     Pero recordemos que, desde 1919, otro circo había salido a disputarle al “Metropolitano” el afecto de los caraqueños.

     En efecto, primero bajo la dirección del arquitecto Luis Muñoz Tébar y luego bajo la del también arquitecto Alejandro Chataing, por haber fallecido aquél, víctima de la gripe española, se construyó el llamado “NUEVO CIRCO DE CARACAS”, más amplio que el “Metropolitano” y con estilo arquitectónico distinto.

 

Información tomada de: Parra Márquez, Héctor. Sitios, sucesos y personajes caraqueños. Caracas: Empresa El Cojo S.A., 1967; páginas 220-229

Circo metropolitano escenario para el deporte y la cultura – Parte I

Circo metropolitano escenario para el deporte y la cultura – Parte I

CRÓNICAS DE LA CIUDAD

Circo metropolitano escenario para el deporte y la cultura – Parte I

Por: Héctor Parra Márquez
En 1896 se inauguró el Circo Metropolitano, situado entre las esquinas de Miranda y Puerto Escondido, en el centro de Caracas

     [En 1894], “se acometió la tarea de edificar un verdadero coso en un terreno situado entre las esquinas de Miranda y Puerto Escondido, y apareció así el “CIRCO METROPOLITANO”. 

     Esta plaza de toros, aparte de que significó un adelanto material, porque dotaba a la capital de un inmueble para el fin al cual se destinaba, imprimió nuevos alicientes a la vida caraqueña y vino a satisfacer una vieja aspiración de los taurinos. La afición renació jubilosa, alentada por la donosa pluma de jacarandosos cronistas, quienes ensalzaban la estupenda idea de D. Pedro Salas Camacho, capitalista del moderno coso. 

     La administración de los trabajos fue encomendada al señor E. Franco López y de nada valieron para el avance de la obra los esfuerzos desplegados en contrario por la señora Adelaida Almeida de Crespo, esposa del Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Brasil y Presidenta de la famosa “Sociedad protectora de Animales”, empeñada en obtener de las autoridades la prohibición de las corridas de toros.

     Echadas las primeras bases en los años 1894 y 1895, y mientras avanzaba la edificación, se adelantaba por parte de los empresarios conocedores del negocio la tarea de estudiar las ganaderías en las cuales habría de seleccionar los animales de lidia, y de contratar en las más prestigiosas plazas taurinas, diestros de renombre, capaces de satisfacer el popular entusiasmo. Los resultados fueron singularmente halagüeños. 

     La plaza resultó con una capacidad para cuatro mil personas. En su estructura predominaba el hierro y el cemento. El ruedo medía treinta y seis metros de diámetro.

     Desde días antes de que el circo abriera al público sus puertas, las entradas se habían agotado totalmente y el entusiasmo retozaba visiblemente entre los aficionados.

Grandes figuras internacionales del toreo

     La inauguración tuvo lugar el 2 de febrero de 1896 con asistencia del gran caudillo llanero, General Joaquín Crespo, Presidente de la República. Entre los diestros actuaron los matadores gaditanos Manuel Hermosilla y Francisco Jiménez, Rebujina, en medio de la aprobación de los asistentes. Posteriormente, se dividió el redondel del “Metropolitano” en dos mitades, separadas por obstáculos y se soltaba un toro en cada una de ellas, de tal manera que, al igual de cómo se efectúa en algunas partes de Europa respecto de los circos de caballitos y de otros espectáculos, el público caraqueño pudo darse el lujo entonces de presenciar dos corridas a la misma hora. Más tarde se dotó al circo de una planta eléctrica y se dictó un Reglamento, al cual se le hicieron modificaciones posteriormente.

     En los tiempos subsiguientes el “Circo Metropolitano” gozó del más claro prestigio. El solaz de los caraqueños se regodeó allí con los intereses de D. Pedro Salas y de los empresarios, para quienes el éxito de taquilla y otras derivaciones del negocio se traducían en utilidades jugosas.

 

Esta plaza de toros imprimió nuevos alicientes a la vida caraqueña y vino a satisfacer una vieja aspiración de los taurinos

     Repletos de público los palcos, los tendidos y demás asientos, fueron muchas las tardes durante las cuales la afición logró presenciar lucidísimas faenas. Altas figuras internacionales del toreo de entonces recogieron allí los aplausos, los olé, los gritos de aprobación y otros homenajes que, puesta de pie, les tributaba aquella abigarrada multitud poseída de férvido entusiasmo.

     Hasta el último momento de su preclara existencia y como reminiscencia de aquellos días esplendorosos para él, el “Circo Metropolitano” lució en uno de sus muros la placa de mármol consagratoria del triunfo alcanzado allí en una rutilante tarde caraqueña por D. Juan Belmonte, el más grande torero de todos los tiempos y quien hizo historia en el toreo, y al igual del sin par “Manolete”, logró reunir con perfecto dominio las escuelas sevillana y rondeña.

     D. Juan Belmonte nació en Sevilla en abril de 1892 y murió de un síncope cardíaco en la misma ciudad el 8 de diciembre de 1962, o sea, a los setenta años. Algunos aseguran que se suicidó. Se inició en su carrera completamente pobre y a su muerte dejó una gran fortuna. Se retiró en 1927 después de haber actuado en primer plano en más de cuatrocientas corridas. Debutó en Elbas, Portugal. Fue el gran rival de José Ortega, “Joselito” y maestro de “Manolete”, otro gran genio del ruedo. Debido a su prestigio, se dice que la historia del toreo se divide en dos partes o épocas: antes y después de Belmonte.

     Contratado por Eloy Pérez, llegó Juan Belmonte a Caracas en 1918. Fueron días durante los cuales la afición vibró en todos los tonos en la capital de Venezuela. Desde diversos puntos del interior de la República muchas personas vinieron a Caracas a admirar al formidable diestro. Dio cuatro corridas en el “Metropolitano” y por ellas cobró cerca de noventa mil pesetas españolas. Para la primera corrida las entradas costaban: asiento de palco, cien bolívares; tendido de sombra, cuarenta y seis bolívares y tendido de sol, veintiocho bolívares. Tales precios disminuyeron en las subsiguientes funciones.

     Resultaría difícil, prolijo y en extremo tedioso, hacer una enumeración siquiera aproximada de los diestros que, además de Belmonte, actuaron en el “Metropolitano” a todo lo largo de su trayectoria.

     Los hubo de calidad mediocre, pero también de máximo cartel. Con ayuda de las fuentes consultadas y de nuestra propia memoria, recordaremos a los siguientes: “Potoco”; Vicente Ferrer; las toreras Laura López, la Sorianito, y Pepita y Finita; Fortuna; Saleri Segundo; Almanseño; Chiquito de Begoña; Calerito; Chicuelo (creador de la chicuelina); Cagancho; Manolete Segundo y el padre del infortunado Manolete; Machaquito de Sevilla; Sánchez Mejías (uno de los más espléndidos banderilleros de la época, quien practicó el toreo sentado contra la barrera al igual de como El Gallo lo hacía en una silla y lo hizo en el “Metropolitano”); el ya citado Vicente Mendoza, El Niño, quien no tenía gran estilo pero, en cambio, despachaba los toros de una sola estocada, en ocasiones admirable; Dominguín; Carnicerito de Málaga; el ya nombrado Rafael Gómez, El Gallo; Pablo Lalanda; Gaonita; el padre de los Bienvenida, alias El Papa Negro; Rubito; El Diamante Negro; y el famoso caraqueño Joaquín Briceño o El Trompa, infeliz y explotado histrión quien entró a la historia del toreo vernáculo en alas de sus payasadas y su audacia, en virtud de las cuales atraía numeroso público. De su popularidad quedó como recuerdo el refrán. Se zumbó como el Trompa, aplicable a los casos en los que una persona procede irreflexivamente o con gran temeridad. Porque ha de saberse que tan pronto salía el toro a la arena, nuestro inefable compatriota se lanzaba como loco y era él quien embestía. De ahí que su inmortal celebridad descanse sobre un pedestal de revolcones, topetazos y cornadas. 

     Por cierto, que El Trompa fue de los organizadores de una corrida de aficionados realizada en junio de 1906 en el “Metropolitano” y a la cual asistió el entonces Encargado de la Presidencia de la República, General J. V. Gómez, el futuro Benemérito, por invitación que, además de El Trompa, aparecía firmada por Rafael Aniceto, Sevillano; Luis Navarro, Giraldillo; Enrique Neun, Llaverito; S. Arias R., Poquito Pan; José Francisco Canelo, Canelo; Luis Olivo, El Simpático; Francisco Tovar, Carrillito; Juan B,. Arribillaga, El Bisojo y Esteban Flores, La Vieja. 

El éxito en traje de mujer

El éxito en traje de mujer

El éxito en traje de mujer

     En la Cámara de Caracas, marzo, es un mes para reconocer el papel que desempeña la mujer en la sociedad, su aporte de varias décadas en pro de la libertad, en pro de la búsqueda nuevamente cívica de su lucha reencuentro con la democracia, su institucionalidad y las libertades públicas en general. Estas fueron parte de las palabras de Leonardo Palacios durante el evento   “El éxito con traje de mujer” que realizamos el 10 de marzo. 

     Las protagonistas de esta videoconferencia, moderada por Diana Trías, directora ejecutiva del Centro de Arbitraje de la Cámara de Caracas, fueron exitosas profesionales en distintas áreas.  

“En el siglo XX las mujeres ocuparon la escena” 

     Inés Quintero, historiadora, Individuo de Número de la Academia de la Historia, hizo referencia a la historia de cambios irreversibles en el siglo XX cuando las mujeres ocuparon la escena, “da cuenta de la transformación tan importante en la valoración, en la concepción y en la consideración del lugar que debía ocupar la mujer en la sociedad”.   

     Destaca que este histórico cambio en Venezuela, con importantes logros educativos, profesionales y culturales, fue producto del esfuerzo colectivo de las mujeres, organizadas y movilizadas. Para la historiadora en los retos que se plantean en el siglo XXI lo más importante es que el proceso  de cambios no involucre solo a la mujer, sino a la sociedad en su conjunto.

Ciudad, mujer y ciudadanía 

     Zulma Bolívar, especialista en Planificación Estratégica Urbana, Desarrollo y Gestión Local, conversó sobre el derecho de las mujeres a la ciudad, que tiene un valor político, por la capacidad de transformar, y teórico, por la necesidad de construir argumentos y conocimientos para impulsar el accionar de la gestión pública. “Tenemos que volver al derecho a la ciudad pero desde el punto de vista del empoderamiento, de la gestión”. 

     Explicó que el derecho a la ciudad defiende los intereses de todos los ciudadanos “porque lo que es bueno para la mujeres es bueno para todos”. Invito a tomar liderazgo, para enfrentar los retos de desafiar estereotipos de género, impulsar la educación y competencias digitales, y el emprendimiento de mujeres .

¿Por qué contar con más mujeres en los espacios de toma de decisiones? 

     Patricia Valladares,  presidenta de la Cámara de Servicios de Telecomunicaciones,  inició su presentación comentando que la Cámara de Caracas, en sus 127 años de fundada, ha visto pasar todos los avances de la mujer venezolana “desde el divorcio, hasta que podamos estudiar las carreras que queramos”. Planteó que hay pocas mujeres en puestos en Juntas Directivas o Presidencias de las empresas, y citó un trabajo de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, que sostiene que entre 5% al 20% de las ganancias de una empresa se pueden incrementar nada más por tener 30% mujeres en la directiva.  

     Invitó a darle paso a las mujeres, que pueden incorporar nuevas ideas, pensamientos complementarios, agregando productividad y competitividad en los equipos diversos. “Cuando las mujeres avanzan nadie se queda atrás”. 

La mujer en los gremios  

     Adriana Borrego, directora ejecutiva de la Cámara de Comercio de Caracas, detalló en su ponencia las características del liderazgo femenino en universidades, empresas y espacios gremiales, con excepcional desarrollo de carreras profesionales y apoyo a las capacidades individuales de quienes las rodean. 

     Específicamente sobre el papel de la mujer en la actividad gremial,  hizo consideraciones sobre su aporte al rescate de la institucionalidad en el país. Recordó el destacado papel que tuvieron en la Presidencia de la Cámara de Caracas Diana Mayoral y Haydee Cisneros. Pidió a las mujeres reconocer sus propios éxitos, ser conscientes de sus logros, y reconoció el apoyo que dan los hombres a las mujeres que los acompañan en sus labores. 

Los invitamos a leer: Palabras Leonardo Palacios 

Videoconferencia “El éxito en traje de mujer” en nuestro canal de Youtube: Cámara de Caracas 

Cámara de Caracas ratifica su compromiso institucional con la inclusión de la mujer en todos los sectores de vida nacional; la reducción de las diferencias y la erradicación de la violencia de género.

Cámara de Caracas ratifica su compromiso institucional con la inclusión de la mujer en todos los sectores de vida nacional; la reducción de las diferencias y la erradicación de la violencia de género.

     Palabras del Presidente de la Cámara de Comercio, Industria y  Servicios, Leonardo Palacios Márquez en el evento “El éxito en traje de mujer”

     La celebración de fechas con un marcado sentido histórico como el “Día internacional de la mujer”, muchas veces responde a la simple observancia de una expresión protocolar o la justificación para la realización de una actividad que permita incrementar el balance de gestión de una institución. 

     El significado de esas celebraciones, que deberían estar marcado por la importancia de su existencia, se diluye sin reflejar la trascendencia que representan para la sociedad. Peor aún, no existe correspondencia con las causas que llevaron a su consagratoria. 

     La Cámara de Comercio, Industria y los Servicios, La Cámara de Caracas, ha querido que el «Día Internacional de la Mujer» se convierta y traduzca, en expresión continua de reconocimiento, asunción de responsabilidad y compromiso social en el sentido de llamar la atención, generar y desencadenar procesos en una sociedad convulsa, que viene enfrentando una profunda crisis, exhaustiva en todos los órdenes imaginables, que puede enfrentar un conglomerado. Crisis de un colectivo, que nos impulsa irremediablemente, a reencontrarnos con nuestros verdaderos orígenes; nos obliga a reconstruir nuestra identidad, afanosamente desdibujada por el régimen político actual, así como el urgente aprendizaje de lo que  significa y representa el republicanismo como expresión máxima de civilidad, desarrollo y premisa fundamental para la convivencia pacífica de todos los venezolanos y de los extranjeros, que han decidido hacer vida junto a nosotros en esta Tierra de Gracia, todavía de grandes oportunidades. 

     Este acto es más que un simple gesto de empatía, es un reconocimiento sublime, a nuestro alcance, del papel que desempeña la mujer y el aporte que viene realizando desde hace varias décadas en pro de la institucionalidad del país, en las luchas cívicas que se vienen efectuando para reencontrarnos con el sistema  de las libertades públicas, su institucionalidad, la vivencia propia del consenso constitucional y, en definitiva, retomar el sendero de la democracia, que sólo se logra sobre bases consensuales en las cuales la mujer, esencia de ciudadanía, proceso en que es mucho lo que pueden aportar para su configuración; su tesón, ideas y energías son esenciales para lograrlo.  

     La mayoría de las veces no se ve ese aporte, no se percibe ese sacrificio y no se pondera la importancia de sus ideas orientadoras en esas luchas. 

     Es un compromiso cívico, desencadenante de procesos importantes en nuestra sociedad, razón para llamar la atención de la necesidad del reconocimiento no solamente del rol de la mujer en el sostenimiento de la familia, en la que desde hace varias décadas se ha convertido en su centro motor, eje productivo y bases del núcleo familiar sino también para exigir a las autoridades y de las instituciones acerca de las conductas anómicas, que se vienen expresando en violencia género, y muy recientemente, en graves y angustiantes actos de feminicidio ,que viene aumentando en nuestro país en los últimos tiempos. 

     La comparación del Estado venezolano con una tipología aproximada a lo que se conoce como el «Estado fallido», para algunos, para otros Estado autoritario hegemónico, en los cuales son la violencia y el desconocimiento de los derechos fundamentales del ciudadano los medios para mantenerse en el ejercicio del poder, sin duda alguna, el gran esfuerzo para enervarlo y vencerlo, debe contemplar en las agendas necesarias para los diálogos, conversaciones y aproximaciones requeridas para lograr un entendimiento, que termine en un proceso de elección de renovación de las autoridades, la configuración de políticas públicas de inclusión de la mujer en todos los sectores de vida nacional; la reducción de las diferencias y la erradicación de la violencia de género, así como la búsqueda para que efectivamente, se asista a la mujer en el rol que desempeña frente a la paternidad irresponsable. 

     Hoy está conmemoración también es momento propicio para la reflexión y para relievar la importancia plausible del papel, que cada día ocupa la mujer en nuestra sociedad y en la institucionalidad democrática, agradeciendo al unísono,  el esfuerzo para consolidar,  desde el punto vista académico y gremial, las instituciones del ámbito no gubernamental. 

     Por eso el nombre de este evento “El éxito en traje de mujer”, no es un título vago con fines publicitarios o efectistas. Pretende reflejar, por lo menos, en esta Cámara de Caracas, que el éxito de la sociedad, en cualquier terreno, es el producto de  la mujer. 

     Hoy contamos con cinco grandes, queridas y admiradas  amigas, unas como ponentes y otra como moderadora. 

     Ellas son la representación y expresión, cada una en su área, de un conglomerado de mujeres que vienen destacando.

     A lo largo de la historia de Venezuela, de la Historia como disciplina y ciencia social, faro indispensable que alumbra el pasado para proyectar el futuro, la mujer ha tenido un rol fundamental, sin equívoco alguno, podemos afirmar, que injustamente no se ha puesto de relieve la importancia de participación y rol en la conformación de nuestro país. Este tema no es posible abordarlo, con miramiento al futuro sin la presencia de Inés Quintero, ex presidenta de la Academia Nacional de la Historia con una prolija obra que ha llevado al venezolano a interesarse por conocer y estudiar su historia, con sentido crítico y prospectivo. 

     Expresar nuestro afecto, arraigo, pasión y preocupación por nuestra hermosa y sorprendente Caracas, ámbito natural de actuación institucional de nuestra centenaria y señera Cámara, que tengo el honor de presidir, y no referirnos a la trayectoria y esfuerzo que desde hace muchísimo tiempo,  sin referirnos, sin duda a una de las mujeres que mayor preocupación, ocupación, dedicación y conocimiento tiene sobre nuestra ciudad, como es la urbanista Zulma Bolívar, la gran soñadora y proyectista de lo que debería y puede ser nuestro terruño.

     Venezuela siempre estuvo en la vanguardia de la innovación tecnológica en materia de telecomunicaciones, se sigue dando una batalla por mantener en pie el sector, a pesar de las circunstancias económicas adversas que atentan contra la calidad y extensión de los servicios, lucha denodada que encuentra en la vanguardia a Patricia Valladares, presidenta de la Cámara de los Servicios de las Telecomunicaciones (CASETEL), un bastión importante en la defensa y representación de los intereses de sus afiliados sin olvidar la  calidad y satisfacción del servicio, es decir, si preterir al usuario. 

     Finalmente, debemos poner de gran relieve el hecho que las instituciones gremiales, asociaciones, fundaciones sin fines de lucro y las organizaciones dedicada a aquellas actividades a las cuales el Estado no le presta atención, tiene deficiente actuación o simplemente acceden a la participación de los agentes económicos, los cuales con su agilidad, organización, eficacia y eficiencia, dependen para ello cada día más de su direcciones ejecutivas, motores esenciales de nuestra existencia institucional, en la gran mayoría de los casos, bajo la responsabilidad, de una mujer.

     Quién mejor para representar a todas esas mujeres que se desempeñan en los gremios, que nuestra Directora Ejecutiva Adriana Borrego, quien además es la expresión del éxito presencial de la mujer en la academia, a nivel docente e investigativo. 

     De esta manera, queremos celebrar con varias actividades de índole diversa, que comenzaron el día de ayer con una extraordinaria videoconferencia en materia de innovación y empresarialidad, que continúa con esta emotiva y significativa actividad y que culminará en los próximos días con un tema vinculado al desempeño exitoso de la mujer en el mundo del arbitraje y de más medios alternativos de resolución de conflictos., bajo la coordinación de la Directora Ejecutiva de nuestro Centro de Arbitraje, Dianas Trías Bertorelli, a la sazón la moderadora de hoy. 

     Agradeciendo la participación de todas ellas en este acto, ratificamos nuestro compromiso institucional para reconocer diariamente su labor pero sobre todo para propugnar por la definición y ejecución de políticas públicas destinadas aumentar su participación, evitar la exclusión, reducir la violencia de género, previsión y erradicación de las conductas anómicas que lamentablemente se han centrado sobre su existencia, que atentan, incluso, contra su vida. 

 

Caracas 10 de marzo de 2021. 

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