Intento de magnicidio contra Rómulo Betancourt – Parte I

Intento de magnicidio contra Rómulo Betancourt – Parte I

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Intento de magnicidio contra Rómulo Betancourt – Parte I

El presidente Betancourt fue atendido en el Hospital Universitario de Caracas

     Poco más de un año llevaba Rómulo Betancourt como el 34° presidente de la República de Venezuela cuando fue objeto de un intento de magnicidio en Caracas, ordenado por el dictador dominicano Rafael Leonidas “Chapita” Trujillo y sectores vinculados al tirano Marcos Pérez Jiménez, derrocado del poder en Venezuela en enero de 1958.

     La mañana del viernes 24 de junio de 1960, un año, cuatro meses y once días después de asumir el cargo como primer mandatario de la era democrática venezolana, se produjo el frustrado atentado contra la vida de Betancourt, el cual causó conmoción en toda la nación. Hubo dos muertos: el jefe de la Casa Militar, coronel Ramón Armas Pérez, y Luis Elpidio Rodríguez, un estudiante que transitaba por el lugar al momento de la repudiada acción terrorista.

     Habían pasado las nueve de la mañana cuando el presidente y su comitiva se dirigían hacia la explanada de la Academia Militar, para asistir al desfile militar en conmemoración del 139° aniversario de la Batalla de Carabobo y Día del Ejército. Cuando la caravana oficial formada por tres vehículos Cadillac transitaba metros después del cruce del puente La Nacionalidad, en el paseo de Los Próceres, hizo explosión el material colocado dentro de un vehículo Oldsmobile color verde, estacionado en la vía.

     Dicha bomba fue accionada a control remoto, en el preciso instante en que pasaba el carro que llevaba a Betancourt, al ministro de la Defensa, general Josué López Henríquez y a su señora esposa, Dora de López, y al jefe de la Casa Militar.

     En enero de 2021, a la edad de 93 años, don Manuel Pichardo, quien conducía uno de los vehículos de la caravana presidencial, rememoró interesantes detalles del atentado al primer mandatario.

     “Desde principios de junio el señor presidente guardaba reposo por recomendación médica, por lo que por esos días el equipo de seguridad y escoltas teníamos poca actividad. Para ese día estaba en agenda la parada y desfile militar, pero no se sabía si el presidente asistiría a ese acto”, afirma Pichardo en su anecdotario familiar, facilitado por su sobrino, Rafael García Pichardo, denominado Remembranzas de una vivencia.

     “A eso de las ocho y media de la mañana ordenaron que preparáramos los carros, que el presidente iba a salir y como a las nueve partimos desde la quinta Los Núñez, residencia presidencial situada en la parte alta de la urbanización Altamira. Tomamos ruta hacia el Country Club, luego bajamos por Chacaíto y de allí hacia Las Mercedes. A la altura del puente de Las Mercedes cruzamos a la derecha, bordeando el río Guaire por Bello Monte, hasta que llegamos a la tienda Sears y de allí seguimos hasta el final de la avenida principal de Santa Mónica, donde cruzamos a la derecha para conectar con la avenida Los Próceres y girar hacia la izquierda antes del puente de La Nacionalidad. Como a media cuadra después de hacer ese cruce, ocurrió la explosión de un vehículo que estaba estacionado a la derecha, exactamente cuando nosotros pasábamos”.

     “El carro que yo manejaba era un Cadillac con placas de la Casa Militar, asignado a los edecanes, que siempre iba detrás del carro presidencial. Recuerdo que la guardia de ese día correspondía al capitán Porras, de la Marina, y el capitán Alí Araque Angulo, de la Aviación, que también era uno de los pilotos del presidente. A mi lado iba el doctor Francisco Pinto Salinas, médico del presidente. La escolta estaba conformada por dos motorizados, una camioneta donde iba el comandante de patrulla con cuatro efectivos de la Guardia de Honor, detrás iba el carro presidencial. Luego venía el vehículo de los edecanes que yo conducía. Seguían dos patrullas con ocho efectivos militares y una última camioneta con cinco escoltas civiles, comandada por un hombre de confianza del presidente que se llamaba Héctor del Moral. Todos estos vehículos se comunicaban entre sí por radio transmisores”, evocó Manuel Pichardo pasado un poco más de sesenta años del atentado al presidente Betancourt.

     “Tanto el presidente como los esposos López Henríquez resultaron lesionados, así como el conductor del auto, Azael Valero, el médico personal del presidente, doctor Pinto Salinas, quien viajaba en otro vehículo, y Félix Acosta, motorizado de la comitiva”, reseñó el diario El Nacional.

     El periódico Últimas Noticias publicó en la edición del sábado 25 de junio de 1960, la versión oficial del suceso, revelada por la Oficina de Prensa de la Presidencia:

     “Hoy, a las 9:20 de la mañana, a la altura de la avenida Los Ilustres, cuando el señor Presidente de la República, don Rómulo Betancourt, acompañado del Ministro de la Defensa, General Josué López Henríquez y su esposa, y del Jefe de la Casa Militar, Coronel Ramón Armas Pérez, se dirigía al acto que se celebraba con motivo del día del Ejército, un vehículo que se hallaba estacionado a la parte derecha de la vía estalló por explosión de una carga de gran poder.

     La explosión ocurrida en el automóvil que allí se hallaba abandonado, alcanzó al vehículo donde se encontraba el señor Presidente de la República y sus acompañantes. Así mismo, los de la escolta militar del presidente y el vehículo de la Casa a Militar.

     El estallido produjo un incendio en el auto del señor Presidente, y fragmentos de granada alcanzaron al vigilante motorizado que guiaba los vehículos, y a los autos de la escolta militar y de la Casa Militar.

     La explosión y el incendio provocaron el cierre de las puertas delanteras del automóvil donde viajaba el señor Presidente, impidiendo que los que viajaban en esta parte del vehículo, Coronel Ramón Armas Pérez, Jefe de la Casa Militar, y el chofer del auto, pudieran escapar del incendio.

     Entretanto, el señor Presidente y el Ministro de la defensa y su esposa, pudieron abandonar el auto después de gran esfuerzo, debido a que también las puertas traseras habían sufrido con el impacto”.

     El presidente de la República sufrió leves quemaduras en las manos y su estado de salud se señala en el presente boletín emitido por los médicos que le atienden en el Hospital de la Ciudad Universitaria, donde se encuentra:

     “El señor Presidente de la República se encuentra hospitalizado bajo cuidados médicos por haber sufrido en la mañana de hoy quemaduras de primer grado en manos y cabeza. Sus lesiones no son de gravedad. Su estado general es satisfactorio. Caracas, 24 de junio de 1960.- Víctor Brito, Joel Valencia Parpacén, Carlos Gil Yépez, José Ochoa, Álvaro Benzecry”.

El Cadillac presidencial que transportaba al presidente Rómulo Betancourt

     En cuanto al señor Ministro de la Defensa y su esposa, sufrieron quemaduras leves y se encuentran también hospitalizados en el Hospital de la Ciudad Universitaria.

     Es de lamentar que en el atentado pereciera el coronel Ramón Armas Pérez, quien sufrió gravísimas quemaduras en todo el cuerpo, al producirse el incendio del automóvil del señor Presidente por explosión de la carga que se encontraba dentro del vehículo que estaba estacionado en la vía.

     Desde las once de esta mañana hasta las doce y cuarenta y cinco minutos del mediodía se celebró una reunión del Gabinete Ejecutivo con el Jefe del Estado Mayor Conjunto, general Régulo Pacheco Vivas; el Comandante general del Ejército, General Pedro José Quevedo, y el Contralmirante Ricardo Sosa Ríos, en representación de la Marina. No estuvieron en la reunión el general Antonio Briceño Linares, quien se encuentra en la base aérea de Maracay y el coronel Carlos Luis Araque, quien se encuentra al frente de su comando en las Fuerzas Armadas de Cooperación.

      Estuvieron además en la reunión el Procurador General de la Nación, doctor Pablo Ruggeri Parra, y el Contralor General de la Nación, doctor Luis A. Pietri; los dirigentes políticos doctor Raúl Leoni, presidente del Congreso Nacional y presidente del partido Acción Democrática; doctor Rafael Caldera, vicepresidente del Congreso Nacional y secretario general del partido Social Cristiano Copei; el doctor Jóvito Villalba, secretario general del partido Unión Republicana Democrática, y el señor José González Navarro, presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela.

     Fueron discutidos aspectos generales de la situación y se acordó que una comisión integrada por los doctores Juan Pablo Pérez Alfonso, Ministro de Minas e Hidrocarburos; Lorenzo Fernández, Ministro de Fomento e Ignacio Luis Arcaya, Ministro de Relaciones Exteriores, sostuvieran una entrevista con el señor Presidente de la República en el Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria, para someterle a su consideración las medidas acordadas en principio en esta reunión.

     La mencionada comisión se encuentra reunida con el señor Presidente en el Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria y dentro de poco tiempo se informará al país sobre dichas medidas.

El presidente habló con los medios de comunicación

     El presidente Betancourt fue atendido en el Hospital Universitario de Caracas y allí mismo cumplió el proceso de observación por varias horas. Antes de recibir autorización médica al final de la tarde, atendió varios periodistas, destacó El Nacional en su portada del 25 de junio.

     “Tras las curas de rigor, manifestó deseos de hablar con los periodistas. Virginia Betancourt, su hija, llamó a Miraflores y acompañados por Ramón J. Velásquez, Secretario General de la Presidencia y por el Jefe de Prensa señor Carcavale, más de veinte reporteros pasaron en dos grupos hasta la habitación ocupada por el Jefe de Estado. El presidente había recibido primero la visita de dos periodistas y sonriendo dijo:

      ̶  Así no vale. Yo quiero ver a todos los periodistas.

     El presidente tiene algo hinchada la cara y más pronunciada la hinchazón en el labio superior. Una herida cicatrizada en la mejilla derecha aparece al descubierto. En la sien derecha el pelo que fue quemado aparece cortado. Las dos manos con vendajes que le cubren hasta las muñecas. Está acostado en su cama y una sábana blanca cubre el cuerpo. A su lado permanece constantemente su esposa doña Carmen y su hija Virginia. Fuera, en el pasillo, docenas de personas, guardianes y personal del hospital.

     ̶  ¿Cómo están ustedes?, saludó el presidente antes de que los periodistas hablaran. Ya ven que yo estoy relativamente bien. No tengo afortunadamente lesión orgánica alguna y por mis propios pies salí del carro.

     Hizo una pausa y los periodistas aprovecharon para expresarle sus mejores sentimientos. Henríquez Alvarenga, en nombre de la AVP y del Sindicato de Prensa, dijo al presidente que todos los profesionales de la prensa hacían votos por su pronto restablecimiento y pidió al presidente que creyera en la sinceridad de su apoyo decidido.

     ̶  Gracias, muchas gracias. Yo sé que son sinceros y espero que pronto estaré bien. Si no hubiera sido por esto, el lunes habría vuelto a Miraflores. Pero aun después de lo sucedido pronto me recuperaré.

     El presidente había hablado tres veces con los periodistas y en las tres ocasiones manifestó que sentía mucho las lesiones sufridas por el Ministro de la Defensa y su esposa, algo más delicadas que las suyas sin ser de gravedad.

     ̶  El más grave los heridos es el jefe de mi Casa Militar, coronel Armas Pérez, pero afortunadamente y según me informan los médicos, se está recuperando satisfactoriamente.

     Todos sabían que no debía mostrarse sorpresa ante esta afirmación del presidente. Por prescripción facultativa se ha ocultado al presidente la muerte del coronel Armas Pérez. No se desea en modo alguno que pueda subirle la tensión una noticia de tal naturaleza.

     El presidente llamó por sus nombres a la mayoría de los periodistas. Tenía diferentes anteojos a los que usa normalmente y se supo que habían sido encargados dos pares mientras dormía, por haber quedado mal los que llevaba en la mañana.

     Tremendamente afectada aparecía la primera dama doña Carmen de Betancourt y con ánimo resuelto su hija Virginia.

     El presidente mueve los brazos fuera de la sábana y acciona pausadamente por efecto de los vendajes. Habla pausado, Quizás habló más de lo que habían previsto los médicos quienes esperaban que la visita de los periodistas se limitara a constatar la realidad del estado del Primer Magistrado.

     En resumen el presidente estaba anoche a las diez y cuarto, al recibir a los periodistas, bajo los efectos de la tremenda explosión, pero denotaba toda la entereza de su carácter.

     Según determinaron las experticias practicadas por la Policía Técnica Judicial (PTJ) con asesoría del famoso cuerpo de investigaciones británico Scotland Yard, en el Oldsmobile color verde con matrícula HK-6-ARI, fueron colocados poco más de sesenta kilogramos de dinamita, una mortal carga que fue accionada a control remoto, vía microonda, por Luis Cabrera Sifontes, una vez que Manuel Vicente Yánez Bustamante le transmitiera la señal para detonar, al quitarse el sombrero al momento que pasara la caravana presidencial.

     Cuatro días después del atentado el diario Últimas Noticias publicó que técnicos de PTJ y de la policía inglesa se trasladaron al lugar de los hechos la madrugada del 27 de junio y realizaron la reconstrucción del atentado.

El desembarco de Machurucuto (Parte II)

El desembarco de Machurucuto (Parte II)

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El desembarco de Machurucuto (Parte II)

Por Víctor Manuel Reinoso

Briones fue enterrado el viernes

 

     De cómo fue ubicado y muerto  Antonio  Briones Montoto, no hubo nadie que contara la historia. Los efectivos del Batallón de Cazadores Páez N° 1 tenían órdenes de detener a todos los indocumentados, pero no de dar informaciones.

      La balsa de goma había sido localizada en las playas de la hacienda Miramar y por las informaciones de los prisioneros el teniente Pico se había ahogado. Briones Montoto había ganado la playa. Tal vez fue éste a quien efectivos del destacamento antiguerrillero, acantonado en Cúpira, detuvieron el martes 9 de mayo.

Helicópteros de la FAN sobrevolaron Machurucuto y otros poblados aledaños en búsqueda de los guerrilleros

    Juan Francisco Managua, comisario de Machurucuto, dijo a los reporteros que la noche del pasado 9 de mayo se le había acercado un desconocido que venía de la playa con las ropas mojadas. Le preguntó cómo debía llegar a la carretera principal. A Managua le pareció sospechoso el hombre. “Espéreme un momento”, le dijo y se puso a llamar al destacamento de Cúpira. El desconocido esperó, porque Managua se cuidó de decirle que él era el comisario de la zona. Un momento después tomaban un vehículo que los llevaba a la carretera principal. Por el camino se encontraron con una patrulla militar. Managua entregó al hombre.

¿Era Briones Montoto este deconocido?

 

     La gente de Machurucuto no recuerda haber oído disparos entre las 9 y 10 de la mañana del lunes 8 de mayo, cuando Briones Montoto ―según la versión oficial― habría perdido la vida. Las personas que hablaron con los reporteros y pidieron no ser fotografiadas, dijeron que habían oído disparos al mediodía del jueves 11 de mayo.

     Esta versión dice que Briones Montoto habría sostenido una lucha cuerpo a cuerpo con los guardias que lo sorprendieron detrás de unos cocoteros. Este cubano habría muerto de dos tiros en la cabeza.

En Machurucuto, fue capturado un bote de desembarco provisto de un motor silencioso, tipo Johnson Súper de 75 caballos de fuerza

    Los habitantes de Machurucuto informaron a los reporteros que un guerrillero de unos 30 años había sido enterrado el viernes 12 de mayo por la tarde, después que una comisión le tomó muestras de las manos y de los pies. Ramón Travieso, Teobaldo Romero y otros dos hombres se encargaron de cavar la tumba para el desconocido.

      Ramón Travieso ha contado que la mañana del viernes 12 de mayo estaba trabajando con otros campesinos cerca del cementerio. Entonces llegaron varios soldados y les dijeron que se marcharan porque corrían peligro. “Por la tarde regresé al poblado y me encontré con que había mucha gente ―ha contado Travieso―. Luego el comisario Juan Francisco Managua me señaló a mi y a otros 3 y nos dijo que teníamos que cavar una tumba. Entonces fuimos al cementerio.

      Travieso ha agregado que los soldados llegaron con una urna de dos tonos al cementerio y ellos comenzaron a cavar: “comenzamos a hacer el hoyo, después los mismos soldados agarraron la urna y la metieron en la fosa; luego nosotros tapamos la fosa y los soldados nos dijeron que nos marcháramos y que habían enterrado a un guerrillero”. 

     El reportero que interrogó al campesino le preguntó si él o sus compañeros había cargado la urna para decir que había alguien en su interior. “Bueno, la verdad la verdad, es que todo lo que yo hice fue ayudar a abrir el hueco y taparlo, más nada. No le puedo decir si había o no cadáver”, contestó Travieso, agregando que la operación había terminado cuando estaba oscureciendo.

     El sábado 13 de mayo cuando los reporteros estuvieron en Machurucuto, los soldados vigilaban esta tumba que está en el cementerio junto a la playa.

     Las autoridades militares no confirmaron que Briones Montoto era el sepultado. La urna de madera no tiene nombre.

     Del teniente Pico, que habría perecido ahogado la madrugada del lunes 8, no se ha vuelto a saber nada más. Como el cadáver no ha sido encontrado a lo largo de la playa, se rumoró que Pico se habría salvado y subido a las montañas  junto a los 9 guerrilleros venezolanos.

La delegación de la CEPAL

 

     En Caracas, mientras tanto, personeros de todos los partidos políticos se manfiestan contrarios a toda intromisión extranjera. Gonzalo Barrios dijo en Mérida antes de que la noticia de Machurucuto se conociera oficialmente: “Creo que el gobierno de Fidel Castro merecería ser derrocado de cualquier manera. Internacionalmente las sanciones que se pueden esperar son simplemente de orden general. No creo que se pueda ir tan lejos, pues la situación internacional no permite otro tipo de intervenciones”. Fedecámaras antes de retirarse de Porlamar acordó solidarizarse con el gobierno.

      La espectación estaba creada y los reporteros corrían tras los ministros de Relaciones Interiores y Relacione Exteriores que el día sábado 13° se reunían en la Cancillería a mediodía para coordinar la acción de Venezuela ante los organismos internacionales.

     Del exterior, comenzando por Estados Unidos, comenzaron a llegar las noticias en el sentido de apoyo de estos países a la actitud de Venezuela.

     La salida del país hacia México de una delegación cubana presidida por Carlos Rafael Rodríguez también se agregaba a las conjeturas del caso Machurucuto. Rodriguez  iba a declarar después en México que no había sido obligado a salir del país; que la delegación cubana no había asistido ni a la inauguración ni a la clausura de la reunión de la CEPAL, donde intervenían personeros del régimen con el cual Cuba no tenía  relaciones. Rodríguez dijo que cuando había tenido noticias, denuncias de que podía ser agredido se lo había dicho al presidente de la reunión.

Que se reúna la OEA

 

     El lunes y el martes de la semana pasada fueron de intensa actividad en los despachos ministeriales. Se informó que en El Clavo, una población de Barlovento, habían sido detenidos algunos de los guerrilleros la tarde del viernes 12 y habían sido trasladados a Caracas.

     Extraoficialmente se dijo que en el mapa incautado a los guerrilleros había señales en rojo de las plantas eléctricas y puentes, de lo que se supuso que esos eran objetivos para futuras operaciones terroristas. Mientras los otros ministros seguían reunidos, el general Gómez hacía lo mismo con el Estado Mayor Conjunto. Los diarios y emisoras llegaron a decir que Venezuela se preparaba para contestar la agresión cubana con una acción armada.

     El lunes, cuando los reporteros esperaban nuevas noticias, José González Navarro, presidente de la CTV, acudió a ofrecer su apoyo a las gestiones del gobierno. El embajador en la OEA, Pedro Paris Montesinos, llegó el lunes y estuvo reunido con el presidente Leoni y los ministros de Relaciones Interiores y la Defensa.

― ¿Cuáles son las medidas que tomará su gobierno, Presidente?

― No pasarán muchas horas antes de que los venezolanos conozcan las medidas que se tomarán contra la agresión del gobierno cubano ― contestó el presidente Leoni.

     El martes de la semana pasada muchos reporteros acudieron a la reunión de gabinete para saber de una vez cuáles eran estas medidas. Pero el suspenso siguió hasta las 7 de la tarde.

     En toda la reunión de gabinete el desembarco de Machurucuto y sus implicaciones fue el tema principal. Por la tarde, el presidente de la República se reunió con los secretarios generales de los partidos de oposición: Rafael Caldera, Arturo Uslar Pietri y Jorge Dáger. A todos ellos, en reuniones separadas, les informó las medidas que tomaría el gobierno. Los líderes contestaron que las estudiarían con sus técnicos.

     A las 7 de la noche del martes 16 de mayo el canciller Iribarren Borges no se dirigió en cadena de radio y televisión, como la mayoría esperaba, sino que llamó a una rueda de prensa, donde anunció que el gobierno venezolano acusaría al de Cuba ante la OEA.

En rueda de prensa, el ministro de la Defensa de Venezuela informa sobre los sucesos de Machurucuto

     El comunicado que leyó el canciller decía: “En relación con la situación creada por la persistente intervención de Cuba en los asuntos internos de varios de los países latinoamericanos y los constantes actos de agresión contra la integridad del territorio y la soberanía de Venezuela, el presidente de la República dispuso se convoque a una reunión de consulta de ministros de Relaciones Exteriores de la Organización de los Estados Americanos, para que conozca de esa grave situación que perjudica notablemente el continente latinoamericano, y estudie las medidas que se consideren aplicables para ponerle cese. La cancillería ha dado instrucciones al embajador venezolano en la OEA en este sentido. Razonablemente puede esperarse que otros países hermanos copatrocinarán la solicitud de convocatoria”.

     Aunque el embajador de Venezuerla ante la ONU, Manuel Pérez Guerrero, era esperado la noche de este martes, el gobierno no había pensado recurrir a la ONU todavía.

Algunas dudas

 

     El martes 16 se supo que una partida de campesinos de Lara había dado muerte a 4 guerrilleros, entre ellos a un cubano de apellido Williams. Y en Barcelona, el piloto italiano Spalazzi, que iba a la avioneta YVT-MTB de Maiquetía a Margarita, dijo haber visto un submarino frente a las costas de Higuerote. Spalazzi dijo que había visto el submarino a unas 4 millas de Río Chico, pero que se sumergió cuando bajó para observarlo más cerca.

      El jefe de la Digepol de Barcelona, Mortimer Rondón, sobrevoló la zona en una avioneta. El submarino no se volvió a ver.

      Como el gobierno seguía sin dejar entrevistar a los prisioneros cubanos, políticos y comentaristas de prensa hicieron públicas algunas dudas. Varios dijeron que el gobieno había utilizado el caso de Machurucuto políticamente en su favor, en la misma semana que la Asamblea de Fedecámaras volvía a criticar su política económica. Algunos parlamentarios como César Rondón Lovera, que al principio se había mostrado indignado con la intromisión cubana, después habló de sus dudas cuando las fracciones parlamentarias del gobierno no accedieron a que una comisión de diputados entrevistara a los prisioneros. El canciller y el ministro de Relaciones Interiores concurrieron el miércoles al Congreso para informar sobre el caso.

Cuba se responsabiliza

 

     El suspenso con respecto a Cuba se acabó el jueves 18 de mayo, cuando el Partido Comunista Cubano (PCC), después de una reunión que duró hasta la madrugada, dio a conocer un comunicado de 17 cuartillas, solidarizándose con los guerrilleros detenidos. Lo que sí negó el comunicado del PCC fue que Gil Castellanos, Cabrera Torres y el muerto Briones Montoto fueran del ejército regular de Cuba.

     El comunicado califica la actitud de Venezuela de “una campaña histórica de violencia, agresión y guerra”. Y agrega: “Se habla en términos verdaderamente desvergonzados de bloqueo naval y aéreo, ultimatum, ataque armado, es decir, se amenaza y se pretende intimidar a nuestro país en la forma más grosera”. Más adelante agrega el comunicado : “Lo curioso es que esos santos varones, cuando hablan de guerra contra Cuba, piensan en una guerra que debe librar el ejército, la escuadra y la aviación yanqui”.

     Hablando de que ninguno de los 3 cubanos pertenecen al ejército de Cuba, el comunicado del gobierno dice: “Antonio Briones Montoto: 27 años, siendo casi adolescente participó en la lucha clandestina contra Fulgencio Batista; prestó después sus servicios en diversos campos de la revolución pero nunca perteneció al ejército regular de Cuba”.

     “Manuel Gil Castellanos: 25 años; por razón de su edad no pudo participar en la lucha guerrillera y no figuró nunca en el ejército regular de Cuba. Al igual que Briones, prestó sus servicios en otras actividaders revolucionarias”.

     “Pedro Cabrera Torres: 29 años; de procedencia campesina, figuró en las filas del ejécito algo más de un año, entre 1961 y 1963, en que dejó de pertenecer al mismo”.

     El documento del PCC dice igualmente que es falso que en Venezuela hayan encontrado un fusil ruso. Los comunistas no eluden sus responsabilidades. Al efecto afirman: “Nuestro partido y nuestro pueblo, por lo tanto, no eluden sus responsabilidad revolucionaria ante el mundo, ni rehuirán el combate con sus consecuencias y sacrificios en cualquier forma y en cualqueir campo que el imperialismo decida entablar contra nosotros”.

     “Nos acusan de querer subvertir el orden en este Continente y nosotros, efectivamente, proclamamos la necesidad histórica de que los pueblos subviertan el orden establecido por el imperialismo en América Latina y en el resto del mundo”.

     Después de otras consideraciones contra “todos los gobiernos oligárquicos de gorilas con uniformes o sin uniformes”, el documento indica: “Si fuera cierta la noticia de que el joven Antonio Briones Montoto cayó de dos balazos en la cabeza y yace a 60 metros de la playa en el cementerio de Machurucuto, por ayudar a los revolucionarios venezolanos, nuestro partido y nuestro pueblo se solidarizan profundamente con su gesto altruista, revolucinario, internacionalista y heroico. Dar la vida por servir a la revolución venezolana no solo está dentro de la más pura concepción marxista―leninista sino también  acorde con la más hermosa tradición de Bolívar y la nación venezolana, cuyos hijos lucharon y murieron por la independencia de muchos otros pueblos hermanos del continente”.

     En Venezuela, mientras hacía su jira por Guarenas, el presidente Leoni comentó: “Si no tenemos éxito en la OEA, los venezolanos veremos como solucionamos este problema”.

     Ese mismo jueves confirmaban en San Fernado de El Guapo que el día anterior había sido encontrado muerto un guerrillero que tenía botas con esta inscripción: “Ejército libre de Cuba”. Se afirmó que era el guerrillero que se ahogó en el mar.

 

Información tomada de: Revista Elite. Caracas, Nº 2.174, 27 de mayo de 1967; Páginas 26-31

El desembarco de Machurucuto (Parte I)

El desembarco de Machurucuto (Parte I)

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El desembarco de Machurucuto (Parte I)

Por Víctor Manuel Reinoso

     El viernes 12 de mayo de 1967 subió la temperatura política cuando el gobierno del presidente Raúl Leoni anunció que el lunes 8 de mayo había capturado a 2 guerrilleros cubanos, informó la muerte de un tercero y dijo que un cuarto se había ahogado. Con los cuatro cubanos vinieron 9 guerrilleros venezolanos que subieron al cerro El Bachiller, en el oriente del país. La gente de la población de Machurucuto confirmó haber visto a los dos cubanos presentados a la prensa la mañana del jueves 11 de mayo. El teniente cubano Antonio Briones Montoto fue enterrado el viernes 12 en el cementerio del pueblo de Machurucuto, a la misma hora que en Caracas se daba la rueda de prensa.

Invasión cubana a Venezuela

      De querellarse internacionalmente contra Cuba, se hablaba en Venezuela desde los primeros días de marzo de 1967, al aparecer asesinado el ex director de los Seguros Sociales Julio Iribarren Borges. Pero fue el viernes 12 de mayo, cuando el gobierno reveló lo de Machurucuto. Los reporteros que cubren la fuente del Palacio de Miraflores comenzaron a oler un golpe frustrado.

La frustrada incursión cubana. Portada del diario El Nacional, mayo 1967

     El ministro de Relaciones Interiores, Reinaldo Leandro Mora, el Secretario de la presidencia de la República, Manuel Mantilla, el director de política y el consultor jurídico del MRI, Faustino Pulgar Grüber y David Morales Bello, respectivamente, visitaron el edificio del Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (SIFA), que está frente al Palacio de Miraflores. Un rato después regresaron acompañados por el ministro de la Defensa, general Ramón Florencio Gómez y el director del SIFA, general Martín Márquez Añez. El grupo salió a la una de la tarde para La Casona, a reunirse con el presidente Leoni.

     “¿Qué sucede, ministro? ” ¿Qué pasa, general?, preguntaron los periodistas. El general Gómez mantuvo el suspenso: “Estén pendientes”, fue lo único que dijo. Los reporteros llamaron a sus redacciones para que desde allí comenzaran las averiguaciones con los amigos importantes. Después se dirigieron a La Casona. Esperaron casi hasta las 3 de la tarde. Entonces supieron que a las 6 de la tarde habría una rueda de prensa.

     El presidente Leoni se quedó un rato más dándole los últimos toques al discurso que más tarde leería en la sesión de clausura de Fedecámaras, que estaba reunida en la isla de Margarita. Tomó el avión casi a las 5 de la tarde y llegó a Porlamar cerca de las 6. Casi enseguida comenzó su discurso.

     Habló de la economía y del proceso industrial del país y de las grandes perspectivas: “Y viviríamos y trabajaríamos en paz si no fuera por los continuados actos de intervención y agresión del gobierno de Cuba contra la soberanía y la paz interna de Venezuela”, dijo e hizo historia de todos los problemas que los gobiernos de Betancourt y el suyo habían tenido con el regimen de Fidel Castro. Cuando hubo leído dos cuartillas entró a la parte central de su disertación: “Esta interminable cadena de los actos de agresión del gobierno de Cuba acaba de culminar con el fracasado intento de infiltración del territorio venezolano por fuerzas pertenecientes al Ejército Regular de ese país, ocurrido el pasado lunes 8 de mayo”.

La noche del lunes 8

      Los que a esa hora tenían encendidos sus televisores y radios escucharon esto: “En la noche del mencionado día, frente a las costas del estado Miranda, en el sitio denominado Machurucuto, fue apresado un bote de desembarco provisto de un motor silencioso, tipo Johnson Súper de 75 caballos de fuerza, dentro del cual se encontraron 3 completos equipos de campaña”.

     “Este suceso alertó al Ministerio de la Defensa, el cual de inmediato ordenó redoblar la vigilancia e intensificar el patrullaje sobre este sector mirandino, en previsión de una infiltración de bandoleros, provenientes desde el extranjero. Como consecuencia de esta vigilancia, las patrullas militares tuvieron un encuentro y detuvieron en Mango de Ocoita, entre El Guapo y Juan Díaz, jurisdicción del Estado Miranda, al segundo teniente del ejército regular de Cuba, Manuel Gil Castellanos, y al miliciano cubano Pedro Cabrera, a los que se les decomisó un fusil de fabricación soviética, marca AK-47, calibre 7.62. ”

     Los asambleístas de Fedecámaras estaban de una pieza. El presidente Leoni siguió leyendo: “De las declaraciones rendidas por uno de los detenidos se desprende que se trataba de una expedición de comando, con la misión de infiltrarse en territorio venezolano para apoyar con hombres, armas y equipos militares a los bandoleros acorralados en la zona de El Bachiller, compuesta por un número indeterminado de venezolanos y cubanos. Esta misma tarde, los ministros de Relaciones Interiores y de la Defensa, presentarán en rueda de prensa, frente a corresponsales nacionales y extranjeros, a los dos prisioneros pertenecientes al ejército regular de Cuba”.

     El presidente de la República agregó que su gobierno había tomado las providencias necesarias y aceleraría los trámites para presentar una acusación en la Organización de Estados Americanos (OEA), “con la advertencia  de que la paciencia nacional está llegando al límite ”. Las palabras finales del discurso fueron: “Y queda en las manos de ustedes, señores asambleístas, decir ahora la palabra responsable y patriótica del sector empresarial venezolano”.

     Los delegados de Fedecámaras, que habían estado toda una semana criticando la mayoría de las veces la política económica de gobierno, y, sobre todo, la política petrolera, aplaudieron al presidente Leoni, quien asistió al coctel y al anochecer regresó a Caracas.

La Rueda de Prensa

     En Caracas, mientras tanto, la anunciada conferencia de prensa se había retardado un poco. Los periodistas que comenzaron a llegar al Palacio Blanco a las 5 de la tarde tuvieron que esperar hasta las 6 y 50 minutos para saber de qué se trataba. A las 6 de la tarde los había hecho pasar Guido Grosscors, subsecretario de la Presidencia, pero no había soltado prenda. Casi a las 7 de la noche fue  Faustino Pulgar Grüber, el director de política del MRI, quien dio comienzo a la esperada rueda de prensa.

― Los hemos convocado para informarles de un hecho que reviste características excepcionales ―dijo Pulgar―. Vamos a presentarles a dos efectivos del ejército cubano que han formado parte de un grupo que ha desembarcado en nuestras costas.

     Agregó que por cuestiones de orden procesal solo se darían detalles que no ofrecieran peligros para la investigación.

― En otra oportunidad se dará acceso a los periodistas a las personas mencionadas, pero no ahora, éstas solo responderán preguntas que les hará un funcionario  de la Oficina Central de Información (OCI).

Patrullas militares detuvieron a varios guerrilleros

      Los camarógrafos se atropellaban, faltaban dos minutos para las 7 de la noche cuando se abrió la puerta N° 17 del salón y salió un hombre delgado de piel blanca que vestía una camisa deportiva de dos colores y un pantalón kaki. Una cicatriz en el cuello, como si hubiera intentado ahorcarse, fue lo que más llamó la atención en él. Tenía unos 30 años y el andar de un hombre que sufre de gran depresión. El funcionario de la OCI comenzó a interrogarlo.

― Diga para la prensa venezolana su nombre y apellido.

― Manuel Gil Castellanos  ―, dijo el prisionero con acento cubano que había sido sentado frente a los periodistas.

― ¿Nacionalidad?

― Cubano

― ¿Cuál es su grado?

― Segundo teniente del ejército con cuatro años de servicio.

― ¿De donde partió y en qué misión?

― Salí de un puerto de Cuba. Vine a transportar unos ciudadanos venezolanos.

Gil Castellanos parecía hacer un gran esfuerzo para que no le bailaran de nervios sus  ojos verdes. No le hicieron más preguntas, fue sacado del salón. Entonces fue cuando entró el segundo prisionero. Era un hombre grueso, trigueño que vestía una camisa deportiva por encima del pantalón verde oliva.

 El funcinario de la OCI le hizo las mismas preguntas  que al anterior.

― ¿Cuál es su nombre y nacionalidad?

― Pedro Cabrera Torres, cubano

― ¿Cuál es su grado?

― Soy miliciano, tengo 4 años de servicio.

― ¿De donde partió y en qué misión?

― Santiago de Cuba. Venía a traer una infiltración de guerrilleros a Venezuela.

Lo que contó el general Gómez

     Los reporteros intentaronn hacer preguntas. Le hicieron señas al prisionero de que no respondiera y lo sacaron de la sala.

     Para quitarle el desencanto a los reporteros, Pulgar Grüber dijo que la segunda parte de la rueda de prensa estaría a cargo de los ministros de Relaciones Interiores y de la Defensa, quienes darían detalles complementarios. La presentación de los prisioneros no había durado cinco minutos y los reporteros y camarógrafos debieron esperar otros 5 minutos para que aparecieran  los ministros. El general Gómez hizo su entrada en compañía del general Soto Tamayo, director de gabinete del Ministerio de la Defensa, y el general Heraclio Anzola, jefe del departamento de logística. El secretario de la Presidencia, Manuel Mantilla, también entró con el grupo. El ministro Leandro Mora no hizo delaraciones sino que entregó un texto de 3 cuartillas.

     El ministro de la Defensa dio algunos detalles, pero no tantos, porque cualquiera indiscreción podría hacer fracasar el caso que aun no había terminado de investigarse.

― Esta es una chaqueta para operación en misión, de fabricación norteamericana, cacerina para ese fusil MK―47, calibre 7.62 que ustedes están viendo es de fabricación rusa ― explicó el general Gómez, que también llevaba una lista de material capturado a los prisioneros y a los que habían logrado subir a las montañas.

     Los reporteros le pidieron más detalles de la expedición.

― La expedición la formaban 4 cubanos y  9 venezolanos ― informó el ministro de la Defensa. En alta mar, frente a las costas venezolanas, la nave matriz desembarcó al grupo. En una barcaza transbordaron a los bandoleros y en la otra a los cubanos. La de los guerrilleros venezolanos logró llegar a tierra con éxito y sus ocupantes se internaron en la montaña. Pero la otra embarcación, donde venían los 4 cubanos, naufragó. Un primer teniente pereció y los tres tripulantes nadaron hasta conseguir tierra en las playas de Machurucuto.

     El general Gómez continuó el relato: ― El lunes en la madrugada, cuando el Ministerio de Defensa tuvo la información del desembarco, ordenamos montar una operación. Cuando nuestros hombres hicieron contacto con los militares cubanos, en las inmediaciones de El Guapo, cerca de Juan Díaz ―que fue a las 9 y 10 de la mañana del lunes 8 de mayo― se produjo un encuentro en el que resultó muerto el primer teniente del ejército regular cubano Antonio Briones Montoto, comandante de la operación subversiva, mientras que sus compañeros se entregaron con las manos en alto.

Desembarco de Machurucuto, fallida invasión cubana

     El ministro de la Defensa sacó un fajo de dólares y agregó:

― A este oficial se le encontraron estos 9.700 dólares

― Y estos 760 bolívares en billetes venezolanos ― dijo el general Anzola, mostrando otro puñado de builletes.

     El ministro de la Defensa dijo después que el ejército venezolano no había sufrido bajas. Y volviendo sobre la investigación y las declaraciones de los prisioneros, informó que el naufragio se había producido por la ruptura de una guaya. El teniente cubano de apellido Pico trató de evitar el naufragio, pero cayó al mar y sus compañeros no lo vieron más. Todo indica que se ahogó.

Los objetos incautados

     El general Ramón Florencio Gómez mostró una foto de la lancha capturada y entregó una lista de 55 objetos encontrados en ella y en poder de los dos prisioneros.

     Esta es la lista: 1 lancha de dos tubos de goma Neupren con 4 compartimientos cada tubo; 1 motor fuera de borda marca Johnson Super Quiet; 1 salvavidas, 1 radio transmisor marca National Panasonic, 1 mono impermeable para desembarco compuesto de un par de botas, un par de cobertores para botas, un pantalón, una chaqueta, una furnitura, una brújula, una bolsa con proyectiles, un par de medias; 6 fulminantes eléctricos; 1 detonador aneléctrico; 2 cápsulas detonantes aneléctrico; 1 tanque de gasolina; 1 compresor; 3 hamacas plásticas de color verde con mosquitero; 3 bolsas del equipo color verde con sus arneses; 2 cantimploras completas con forro y tarro; 1 carga impermeable; 1 mapa de la región de El Bachiller, 1 boína, 2 cacerinas, 1 suéter color azul con cierre, 1 bota plástica color verde, 307 proyectiles calibre 7.11, una bolsa de lona estilo de campaña, un par de medias de hilo color verde, un pañuelo a rayas, un interior blanco, un pañuelo de algodón rojo, 6 bolsitas plásticas para proyectiles, 14 parchers, 7 frascos de suero antibiótico, 15 Alka-Seltzer, 8 ampollas de agua destilada de 10 ml., 10 tabletas de Percodan, 6 tabletas de pastillas antidiarréicas, 2 paquetes de gasas, 1 frasco de emulsión Scott, 1 sobre de pastillas de vitamina C, 2 paquetes de gasas, 1 estuche con cepillo y pasta dental, 1 estuche de suero antiofídico, 4 frascos de vitramina Visyneral, 2 paquetes de salchichón, 2 linternas portátiles marca McMurdo, 1 batería para linterna 1,5 v de fabricación china, 2 potes de aceite, 2 sobres de azúcar, 2 cajetillas de fósforos, 4 frascos de yodo, 3 frasco de agua oxigenada, 1 frasco de pastillas para purificar agua, 1 frasco de pastillas Pfizer, 1 frasco de pastillas Pro-Banthine, 2 frascos de ungüento, 1 rollo de mecate de nylon, 1 rollo de guaral.  

―El gobierno quiere llamar la atención acerca del hecho real de la presencia de miembros del ejército de una potencia extranjera, Cuba. Quienes de alguna u otra manera colaboren con estos elementos, son traidores a la Patria.

¿Fueron detenidos el jueves 12? 

     Como en Caracas el gobierno no quería dejar entrevistar a los cubanos capturados para que contaran su aventura, los reporteros se dirigieron a Machurucuto, que es una población de un millar de habitantes, a 150 kilómetros al noreste de Caracas. Machurucuto es un caserío playero, que está entre la Laguna de Tacarigua y Boca de Uchire, y a unos 3 kilómetros de la carretera de Oriente

     El sábado 13 de mayo, Machurucuto y sus alrededores estaban más vigilados por los soldados que de costumbre, los helicópteros sobrevolaban los cocotales y platanales, principal medio de sustento de la gente de la región.

     Lo que contaron los barloventeños difiere un poco de la versión gubernamental. Según ésta, el Ministerio de la Defensa supo lo del desembarco la madrugada del lunes y entre 9 y 10 de la mañana capturó a los guerrilleros cubanos.

     Lo que cuentan los trabajadores de la hacienda Miramar, donde apareció la balsa, es distinto. Santiago Rojas, Luis Medina y Luis Campos estaban entre los que vieron en la playa la mañana del lunes a la embarcación. Al comienzo no les llamó la atención porque pensaron que se trataba de alguien que pescaba, pero cuando pasaron las horas y el dueño de la lancha no se divisaba, el capataz del grupo resolvió dar aviso al destacamento antiguerrillero de Cúpira. Un campesino salió a las 11 de la mañana con ese recado y regresó a las 3 de la tarde con un camión lleno de soldados. De ahí para adelante los soldados cuidaron la embarcación varada en la playa y se la llevaron por la noche. 

     Por su parte, José Ribas, dueño del abasto “La Lucha”, y Bernardo Ruiz, dependiente del abasto “Santa Rosalía”, que atiende esos negocios cerca de la playa de Boca de Uchire, dijeron que habían visto a los cubanos Manuel Gil Castellanos y Pedro Cabrera Torres, presentados a la prensa la mañana del jueves 11 de mayo.

     Estos cubanos habrían desembarcado cerca de Boca de Uchire, que queda a más de 20 kilómetros al este de Machurucuto. El comerciante José Ribas los vio llegar a su negocio, cerca de la playa, a las 6 de la mañana del jueves 11 y le vendió dos pares de zapatos negros con planta de goma acanalada. No le extrañó que le compraran zapatos a esa hora, pero sí el acento de sus clientes.

     Bernardo Ortiz, dependiente del abasto “Santa Rosalía”, que queda no lejos del de Ribas, dijo que el teniente y el miliciano cubanos habían entrado poco después al negocio de Víctor Castellanos atendido por él. Allí adquirieron dos pantalones talla 34, dos camisas del número 28, crema de afeitar, un paquete de hojillas y un frasco de alcohol. A Ortiz le extrañó un poco que le preguntaran qué marca de hojillas tenía. Vio que uno de los hombres tenía la cara rasguñada, como si las olas lo hubieran lanzado sobre rocas o hubiera caminado entre las breñas.

Manuel Gil Castellanos fue uno de los guerrilleros cubanos apresados en Machurucuto

     Después de esto los desconocidos tomaron un bus y dentro de él fueron sorprendidos por una patrulla de la Guardia Nacional.

 

Información tomada de: Revista Elite. Caracas, Nº 2.174, 27 de mayo de 1967; Páginas 26-31

Secuestro y asesinato de Julio Iribarren Borges (Parte II)

Secuestro y asesinato de Julio Iribarren Borges (Parte II)

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Secuestro y asesinato de Julio Iribarren Borges (Parte II)

Tras el macabro hallazgo, bomberos y policías trasladan a la morgue los restos de Iribarren Borges

El jueves apareció el carro

     Las centrales de policía recibieron llamadas, pero eran imprecisas. Las patrullas corrían tras ellas en busca de una pista. Los allanamientos estaban a la orden del día. El jueves a las 3 y media de la tarde, cuando ya habían pasado 31 horas de la desaparición del doctor Julio Iribarren Borges, el 80, número de la Policía Municipal de Caracas, recibió un llamado: “El Cadillac que ustedes tanto buscan está en Coche, no lejos del liceo Pedro Emilio Coll”. El operador quiso conseguir más detalles, pero el que llamaba ya había colgado.

     Inmediatamente se dio la nueva a las patrullas. Las 5 que andaban por el sector no tardaron en confirmar que el que había llamado no había mentido. A 300 metros del liceo de Coche se hallaba el Cadillac que Iribarren Borges manejaba en el momento en que desapareció. No tenía las placas B7-18-22 sino las A3-74-33, que cuando se revisó los libros de la Dirección Nacional de Tránsito, también estaban a nombre de Julio Iribarren Borges. Y entonces se aclaró un error. Las placas señaladas el día anterior pertenecían a un Mercedes Benz de la familia, que con el nerviosismo, habían sido dadas a la policía.

     El carro fue remolcado hasta el estacionamiento de la PTJ con todos los cuidados para no perder detalles y huellas que los secuestradores pudieron dejar. En la guantera no encontraron ningún objeto que les señalara una pista. Solo un mapa de Caracas. Pero había una posibilidad. Algunos datos dados por teléfono decían que los secuestradores estaban por el lado sur de la ciudad de Caracas. El que hubieran dejado el carro abandonado por allí significa que los datos no eran peregrinos del todo. Había que seguir con los allanamientos.

     Cuando, los reporteros  les preguntaban a los funcionarios policiales cuántos habían hecho hasta esa tarde, contestaban: “Yo  creo que pasan de 400”. Pero Iribarren Borges seguía sin aparecer. Su hermano, el Canciller, Ignacio iribarren Borges, despues de asistir a la Conferencia de Cancilleres celebrada en  Buenos Aires, estaba en Brasil y allí se había enterado de la ingrata noticia. Tenía proyectado permanecer varios días en el país carioca, pero ahora cuando su hermano había desaparecido, adelantó su regreso para el viernes 3 de marzo.

     Personalidades de todos los sectores seguían acudiendo a la quinta “San Judas Tadeo”, donde Julito no dejaba de llorar, de dar mensajes para los secuestradores de su padre pedir que no le hicieran nada. Entre los visitantes de la señora Chichí de Iribarren estuvo el Cardenal Humberto Quintero. Cuando los reporteros le preguntaron su opinión sobre el secuestro, dijo: “Quiero aprovechar la visita a la familia del doctor Iribarren Borges para hacer un llamado a los secuestradores a fin de que procuren ponerle fin a la inmensa angustia en que se encuentra la mamá, señora honorable y de avanzada edad, así como también su esposa”. Y agregó: “En nombre de Dios hago este llamado con tono paternal, puesto que, como arzobispo de Caracas, soy padre espiritual de la familia venezolana y de los secuestradores”.

     Pero los secuestradores que en otro tiempo dejaron en libertad al futbolista Di Stefano y a los coroneles Smolen y Chenault, esta vez buscaban otro propósito. En los anteriores secuestros, todo había sido publicidad. Ahora el secuestro había sido para producir terror

 

El hallazgo macabro

 

     El viernes 3 de marzo las cosas no habían cambiado demasiado. La policía, como siempre, decía que a través de las huellas encontradas en el vehículo esperaban llegar hasta los secuestradores, a dos de los cuales ya tenían identificados. Incluso se habló de un oficial que, hace unos años, se fugó del Cuartel San Carlos.

     Pero pistas concretas no había. Las llamadas a la misma casa del secuestrado decían que sería puesto en libertad en el curso de la tarde. Esas llamadas decían que los que habían llevado a cabo el secuestro eran las Unidades Tácticas Urbanas, y que Máximo Canales (Paul del Rio) no había intervenido en ellas.

     Las llamadas comenzaron a ser precisas a las 5 y media de la tarde del viernes. A los diarios y a las radios llamaban diciendo que si querían encontrar al doctor Iribarren Borges que lo buscaran en una quebrada cerca de la entrada de Pipe, al borde de la carretera Panamericana. Los periodistas recibieron las llamadas y corrieron hacia el sitio señalado. Los policías también habían recibido llamadas en el mismo sentido y cuando llegaron al lugar, la primera patrulla de la Digepol ya había llegado.

     Desde ese momento se llevó a cabo una búsqueda que las sombras de la  tarde, y luego la oscuridad de la noche, hicieron más sigilosa. Policías y periodistas buscaban entre los matorrales y, cuando la claridad desapareció, debieron alumbrarse el camino con linternas.

     Lo único que sabían era que el doctor Iribarren Borges estaba en una quebrada, cerca de la entrada a Pipe. Las quebradas eran examinadas y los ranchos también. Los campesinos que hallaban eran detenidos preventivamente. Los agentes de la Digepol avanzaban con demasiadas precauciones. Temían una emboscada y, para evitar sorpresas, hasta se habían puesto de acuerdo en un santo y seña.

     La búsqueda duró unas dos horas y media. Y fue un chofer de un diario el que divisó, más allá de una brecha entre la maleza, una pantufla. Cuando se acercó vio el cuerpo sin vida de Julio Iribarren Borges.

     El espanto y el horror fueron las primeras reacciones de esos hombres, acostumbrados a las escenas terribles. Antes de tocar el cuerpo del abogado que había sido muerto a tiros, llamaron a un especialista en desmontaje de bombas para evitar sorpresas. Ese funcionario se encargó de revisar los bolsillos de Iribarren Borges. Este fue quien le halló sus anteojos en uno de los bolsillos interiotres de la chaqueta. Y el que le soltó las manos, que tenía entrelazadas sobre el pecho.

Todos condenan el crimen

 

     Desde que se confirmó la noticia de que Iribarren Borges había sido asesinado por sus captores, el ambiente de Caracas volvió a enrarecerse. Todas las personas entrevistadas por los reporteros de radios y diarios decían que se trataba de algo terrible y cobarde. Iribarren Borges no había sido un hombre de partido, ni siquiera era líder de su calle. Era un hombre independiente que había sido funcionario del gobierno y que había tenido sus inconvenientes como todo el mundo por mantenerse firme en sus ideas.

El presidente Raúl Leoni llora la muerte de su entrañable amigo Julio Iribarren Borges

     El canciller Ignacio Iribarren Borges habían regresado al país poco después de las 5 de la tarde. Había ido inmediatamente a saludar a su afligida cuñada. Horas después debía volver a darle el pésame.

     Cuando las noticias ya no dejaron lugar a dudas, líderes políticos de todos los partidos fueron a la casa de Iribarren Borges a darle el pésame a su viuda y sus familiares. El presidente Leoni también fue una vez más a la quinta de la Avenida principal del Country Club.

     Las radios emitían noticias hasta después de la media noche. A esa hora desde la Televisora Nacional, se produjo una transmisión en cadena. Habló el ministro de Relaciones Interiores, Reinaldo Leandro Mora. Muchas radios que esperaban hacer cadena con Radio Nacional se quedaron esperando y cuando supieron que el ministro de había dirigido al país desde otra emisora, su comunicado había terminado. Leandro Mira dijo que cerca del cadáver de Iribarren Borges habían sido halladas hojas de propaganda del FALN, donde decían que desatarían una ola de terror. “Por cada hombre que nos maten ultimaremos 3 del gobierno”, habían dicho esos comunicados en noviembre del año pasado. El ministro del Interior terminó su alocución con estas palabras: “El Gobierno quiere advertir claramente que realizará todos los esfuerzos posibles para que los asesinos del doctor Iribarren Borges sean castigados con todo el peso de la Ley, y al mismo tiempo hace un llamado sereno y firme, a todos los sectores que forman parte de la colectividad de que es hora de definiciones terminantes en beneficio de la República que todos anhelamos construir”.

     Una interminable caravana de automóviles acompañó a Iribarren Borges a su última morada el sábado 11 de marzo de 1967. A esa hora los policías y los periodistas seguían examinando el sitio donde había sido cobardemente asesinado el ex Director de los Seguros Sociales. Cuando los reporteros de “Élite” volvieron al lugar, los policías ya había limpiado el sitio de maleza y no querían que nadie se acercara. Esperaban conseguir la bala que había ultimado al médico valenciano.

     Los diarios de la tarde iban a publicar lo que el presidente Leoni y sus ministros habían acordado de una a 3 de la mañana, en La Casona: Las garantías, recién restituidas, volvieron a ser suspendidas, parcialmente. El ministro Leandro Mora llevó los decretos el sábado por la tarde.

 

Información tomada de la revista Élite. Caracas, N° 2.164 18, marzo de 1967; Separata de 8 páginas

Secuestro y asesinato de Julio Iribarren Borges (Parte I)

Secuestro y asesinato de Julio Iribarren Borges (Parte I)

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Secuestro y asesinato de Julio Iribarren Borges (Parte I)

     El viernes 3 de marzo de 1967 fue hallado en las inmediaciones de una quebrada cercana a la carretera Panamericana, el cuerpo del médico Julio Iribarren Borges, ex director del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, quien fue secuestrado por integrantes del movimiento guerrillero Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) en la urbanización caraqueña de los Palos Grandes, la mañana del miércoles 1 de marzo.

     Desde La Habana, Cuba, el 4 de marzo, Elías Manuitt Camero, un ex capitán del ejército venezolano, convertido en comandante guerrillero de las FALN, emitió declaraciones atribuyéndole el vil asesinato a su organización como “aplicación de justicia revolucionaria sobre un alto personero del gobierno, cómplice de engaño, de los desafueros que se cometen con los obreros venezolanos a través del Seguro Social Obligatorio, que hasta hace pocos días él dirigió, donde además realizó labor de espionaje y delación en favor de la DIGEPOL”. 

     Fidel Castro, gobernante comunista cubano, negó vínculos con el asesinato, mientras la plana mayor del movimiento subversivo-terrorista venezolano anunció que tomaría medidas contra los autores del crimen, que provocó que el gobierno nacional dictara una nueva medida de suspensión de garantías.

      La revista caraqueña Élite, en su edición del 18 de marzo, presentó una detallada crónica del secuestro y asesinato del doctor Julio Irribarren Borges, hermano de Ignacio Iribarren Borges, quien para entonces era el canciller de la República, la cual transcribimos a continuación:

El día anterior secuestraron a un comerciante al confundirlo con Iribarren

     El abogado Julio Iribarren Borges desapareció la mañana del miércoles 1° de marzo, mientras su esposa hacía las compras en un mercado del este de la ciudad. Pero la historia espeluznante había comenzado en realidad el día anterior. El martes 28 de febrero, poco antes de las 8 de la mañana, un hombre alto, de unos 50 años y de rostro arrugado, detuvo su Chevy II de color azul frente al edificio Saint-Morris, en el cruce de la calle Andrés Bello con la Segunda transversal de los Palos Grandes. El conductor esperaba distraído a uno de los hombres que trabaja con él en la firma Fitzer en Los Ruices. Entonces se le acercaron dos muchachos, que no querían preguntarle la hora, precisamente: “¡Córrase hacia el centro!”, le dijeron mientras uno le mostraba un revólver. Joaquín M. Portas, que así se llamaba el asaltado, no tuvo más que obedecer. Inmediatamente le pasaron unos anteojos que tenían adhesivos negros por dentro. Le colocaron esparadrapo en los ojos y le dijeron: “Póngase los anteojos”. Y como si eso no bastara, enseguida le pasaron un periódico: “Lea”. Y Portas tuvo que sujetar el diario en sus manos, como si la noticia que miraba lo tuviera muy entretenido, porque sentía el cañón del arma en sus costillas.

     Portas ha contado que lo llevaron por un lugar donde el tráfico estaba muy congestionado. Luego sintió el aire en su cara y el sonido de los cauchos, señal inequívoca de que iban por una autopista, a gran velocidad. Después metieron el carro por un campo tortuoso que lo hacía saltar en el asiento. Lo hicieron bajar, lo tomaron de un brazo y caminaron con él a través de un cerro. Cuando bajaron a una quebrada, lo registraron. Hallaron sus papeles. Portas oyó que uno decía: ¡” Qué broma”! Este no es el doctor Iribarren Borges. Eso, sin embargo, no cambió la situación de Portas. Permaneció en la quebrada como hasta las 3 de la tarde. Habían pasado 7 horas que a él le parecían más largas que todos los años que había vivido. Uno de los secuestradores le dijo entonces que lo iban a dejar libre, que no intentara salir antes de 20 minutos, porque le podía pesar. Portas dijo que no podía saber cuánto tiempo permaneció allí, porque le habían quitado no solo los documentos, sino también el reloj. Le contestaron: “Sus cosas se las dejaremos en la guantera de su carro. Para que no se cree problemas, cuente sin apuro, hasta 500, y entonces se saca la venda”. Portas dijo que haría eso. Cuando pasaron unos minutos se sacó el adhesivo de sus ojos y en el primer instante creyó que no podía ver. Después se dio cuenta de que estaba en una quebrada. Un sendero lo condujo hacia la carretera. Estaba cerca de Los Teques; Se aproximó allí y puso la denuncia.

     La policía no alcanzó a investigar ni a prevenir. A las 8 de la mañana del día siguiente fue secuestrado Julio Iribarren Borges.

Secuestrado el Dr. Iribarren Borges

 

     Julio Iribarren Borges, después de la larga batalla que dio por la ley del Seguro, había quedado agotado. Cuando nombraron una nueva directiva del IVSS, decidió descansar un tiempo antes de aceptar un nuevo cargo público o volver a su profesión de médico. Había pensado viajar a España por 3 meses. La noche del martes 28 de febrero salió a buscar distracción. Estuvo en el night club donde José Feliciano arrancaba aplausos. Por eso se acostó tarde. La mañana del miércoles se hubiera quedado en la cama hasta tarde, de no haber tenido que llevar a Julito y Cristina, sus hijos de 9 y 8 años, a sus colegios. Miguel Nai, el chofer de la familia, podía haber hecho eso, pero él se había acostumbrado a ello, y además, después de las 7 de la mañana jamás podía dormir. Su esposa, Chichí Sucre de Iribarren, decidió ir con él y pasar por un mercado. Julio Iribarren Borges no pensaba bajarse de su Cadillac modelo 1954 y por eso no se puso zapatos. Para no llamar la atención se puso un flux gris claro sobre el piyama con flores, y salió en pantuflas a ponerse al volante de su automóvil.

     De su residencia, la quinta “San Juda Tadeo”, ubicada en la avenida principal del Country Club, la familia salió poco antes de las 8 de la mañana del miércoles 1° de marzo de 1967. En el asiento delantero iba el matrimonio y, atrás, los dos hijos, y Juanita, una muchachita de uno de los servicios de la casa. Los niños iban a ser dejados en los colegios San Juan Bautista y San Ignacio de Loyola. Julito, sin dejar de moverse en el asiento trasero, vio que 3 hombres jóvenes los seguían en un auto deportivo rojo: “Los dos que iban en los asientos delanteros me parecieron bien jóvenes; el que iba atrás, en cambio, me pareció más viejo. Yo le dije a papá que esos hombres parecían estarnos siguiendo. Él me contestó que no me dejara influenciar por la televisión”. El muchacho dice que los del auto los siguieron siempre, que él los vio, hasta que se bajó en el Colegio San Ignacio de Loyola. “El carro tenía una parrilla, y sobre ella, los hombres llevaban una bolsa de papel. Tal vez allí llevaban sus pistolas y la cuerdas para atar a mi padre. Pero, ¿por qué lo hicieron?” Y el muchacho que cursa tercer grado volvió a sollozar.

     Después de haber dejado a los colegiales, el matrimonio Iribarren-Sucre se dirigió a Los Palos Grandes. Iribarren Borges detuvo su carro frente a los edificios “Lassie” y “Pinale”, en la esquina de la Primera Avenida y Primera Calle de Los Palos Grandes. La señora Chichí de Iribarren se bajó para hacer unas compras en el supermercado “La  Lucha”. Su marido se quedó en el auto, sentado al volante.

     Unos 20 minutos después, cuando salió con su bolsa de víveres, por la que había pagado 51 bolívares y 15 céntimos al cajero José Rodríguez, no vio el carro donde había quedado estacionado. Aunque a esa hora, por allí no había tanto tráfico, pensó que su marido se había aburrido esperándola y estaba dándole vuelta a la manzana para entretenerse. Lo esperó en la esquina más de 5 minutos y cuando el Cadillac negro no apareció, comenzó a impacientarse. Recordó que, a raíz de la ley del Seguro Social, su esposo había sido amenazado por voces anónimas, más de una vez. Recordó también que el 24 de diciembre del año pasado, entre los presentes mandados a su marido había una vela de regular tamaño con una tarjeta fúnebre que decía: “Tus días están contados”. Doña Chichí Sucre de Iribarren  regresó al supermercado y preguntó si su marido había pasado buscándola. Le dijeron que no. Ella llamó entonces a su casa y de allí le contestaron que el señor no había regresado.

El Cadillac negro que conducía Iribarren Borges al momento de su secuestro

     Después de esperar unos minutos más, ella volvió a su casa en un taxi y cuando había pasado más de una hora y su marido no la llamaba, ella llamó a la policía. Si él hubiera salido vestido, su desaparición lo habría extrañado menos. Pero así, con pantuflas, y el piyama asomándosele por debajo del pantalón, no podía ir a ninguna parte. Era posible que hubiera sido asaltado.

     Desde ese mismo momento las policías de Caracas, bajo un comando unificado, comenzaron a buscar al ex Director de los Seguros Sociales. Buscaban un Cadillac negro, placas B7-18-22.

     A las diez de la mañana, la presunción se había convertido en una certeza y la esposa de Iribarren, víctima de una gran crisis nerviosa, no podía atender a los policías y periodistas.

     Mientras las patrullas recorrían la ciudad de Caracas y sus alrededores y eran visitados los estacionamientos, a la quinta “San Judas Tadeo” comenzaron a llegar los amigos de la familia. A la una y media de la tarde del miércoles, llegó a la quinta el presidente Leoni y su esposa. La señora de Iribarren Borges, sollozando, les dijo: “Estoy loca con esto que está pasando”. El presidente Leoni la consoló. Toda la policía buscaba a su marido. Quienes lo tuvieran secuestrado lo pondrían luego en libertad, cuando supieran que detectives y guardias nacionales les pisaban los talones.

      Pero el miércoles terminó sin que la policía tuviera la menor pista. En otras oportunidades, los secuestradores, miembros de una  organización clandestina, se habían apresurado a llamar a las radios, dando la nueva. Esta vez no. En otras oportunidades los policías habían conseguido luego el carro utilizado en la operación. Esta vez el Cadillac tampoco aparecía.

 

Información tomada de la revista Élite. Caracas, N° 2.164 18, marzo de 1967; Separata de 8 páginas

La tragedia de Santa Teresa

La tragedia de Santa Teresa

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La tragedia de Santa Teresa

Portada edicion extra del diario El Nacional 10 de abril de 1952

    Casualidad o castigo divino, no lo sabemos, pero el Miércoles Santo no ha sido un día de buenos recuerdos en la historia de la Basílica de Santa Teresa, iglesia caraqueña construida en 1870, bajo el mandato del entonces presidente de la República Antonio Guzmán Blanco e inaugurada con el nombre de Santa Ana, en recuerdo de su esposa Ana Teresa, nombre que perduró hasta 1876, cuando fue cambiado por el de Santa Teresa. El templo, ubicado entre las esquinas de La Palma y Santa Teresa, fue diseñado por el arquitecto venezolano Juan Hurtado Manrique (1837-1896).

     El 26 de marzo de 1902, Miércoles Santo, ocurrió en esta iglesia una tragedia, pero de menor proporción a la que padeció 50 años más tarde.

     La mañana de ese 26 de marzo, la Basílica de Santa Teresa se encontraba plena de feligreses, quienes escuchaban con atención la Santa Misa. De repente se escuchó un grito: “¡Misericordia, temblor!”. La muchedumbre comenzó a correr de un lado para otro, presa de pánico, todos querían salir al mismo tiempo. Minutos más tarde, no quedó nadie en el templo, (…) “sólo quedó el altozano alfombrado de paraguas y sombrillas, faldas y zapatos, carrieles y andaluzas e infinidad de cosas”, tal y como lo relató José García de La Concha en su admirable libro “Reminiscencias: Vida y costumbres de la vieja Caracas”.

     La prensa de la época calculó en unos 30 los heridos y algunos medios hablaron de dos mujeres fallecidas. Oficialmente nunca hubo cifras de lesionados ni muertos. Lo que si resaltó en los periódicos de entonces fue el nerviosismo que aun persistía en la mayor parte de la población, luego del terremoto que azotó a la ciudad dos años antes, el 29 de octubre de 1900. El diario La Religión insinuó, en más de una ocasión, que lo ocurrido el Miércoles Santo del 26 de marzo de 1902 se debió al trauma que un padecía el caraqueño por el terrible sismo de 1900. “La población está aún muy alterada, muy nerviosa por el inolvidable movimiento telúrico que causó terror y muchas muertes”.

El grito trágico de 1952 

 

    La madrugada del 9 de abril de 1952, Miércoles Santo, una multitud estaba aglomerada en las puertas de la Iglesia Santa Teresa, en pleno centro de Caracas, esperando a que abrieran las puertas para entrar y cumplirle una promesa al Nazareno de San Pablo o rendirle espontáneo homenaje a este Cristo milagroso de túnica morada.

     También había un gentío en torno a los puestos de venta de velas, yerbas e imágenes colocados en diversas partes de la plazoleta contigua a la basílica. Sobre cajones volteados se estableció un pequeño comercio que constituye parte de la tradición.

     El fluir de fieles es constante. Figuras heladas por el frío, envueltas en abrigos negros, arrastrando un niño; ancianos de paso lento; jóvenes de ojos hinchados por el reciente esfuerzo de vencer el sueño, madres con su hijo dormido en brazos, pequeños nazarenos inocentes vestidos de morado; señores impecables acompañados de sus esposas; familias enteras en grupo estrecho para no extraviarse, todos vienen desembocando frente a Santa Teresa unidos por el mismo llamado de la fe. Unos traen su velita en la mano; otros se apresuran a comprarla en la bulliciosa plazoleta o en todos los puestos establecidos alrededor del templo, que aún sigue cerrado.

Nazareno de San Pablo

El templo abre sus puertas 

 

     El encendido de las luces del interior de la iglesia parece ejercer una atracción misteriosa. La multitud se amontona en la puerta principal, que a las 2 de la madrugada abrió sus gigantescos portones lentamente. Poco después la plazoleta quedó vacía, con papeles regados como restos de una merienda en el campo, y esparcidos, los cajones de mercancía escoltados por sus dueños.

Los feligreses en la misa del tragico Miercoles Santo

     Continúan llegando los fieles ordenadamente, compran su velita en el puesto elegido, y la iglesia de Santa Teresa se va llenando poco a poco hasta los topes, hasta que no haya lugar para uno más; pero seguirá entrando más gente.

     El templo estaba completamente lleno. Lleno de fieles y velitas encendidas.

     Todo se desarrollaba normalmente. A las 4:30 de la mañana, el padre Hortensio Carrillo inició la misa desde lo más alto del púlpito, al tiempo que algunos regresaban ya a sus hogares después de la ofrenda de su devoción; otros llegaban para rendir su homenaje al Nazareno. Como todos los años, el flujo y reflujo silencioso de fieles era constante. Moverse de un lugar a otro dentro para encender una vela prometida se hace muy difícil. La capacidad del templo ha quedado reducida este año. La nave lateral derecha fue clausurada por normas de seguridad. La puerta que da acceso a esa nave fue cerrada. El movimiento de entrada y salida se realizaba con mucha dificultad.

     La apacible muchedumbre se encontraba apretujaba. Había mucho humo producto de las velas encendidas. El rumor de plegarias y conversaciones en voz baja, movimientos de bancos, toses y lloriqueos de niños se confundían por momentos con las palabras del padre Carrillo.

     De pronto, una voz agria y masculina grito FUEGO. Al principio hubo un instante de incertidumbre y confusión, pero de inmediato se precipitó el pánico.

     El padre Carrillo reclamaba serenidad, pero no lo escuchaban. En incontrolable estampida, provocada por un terror irracional, la multitud se atropellaba en búsqueda de alguna salida o vía de escape. Oponiéndose a ese terrible oleaje humano que no tenía otro objetivo que huir de ese recinto, otra ola pugnaba por entrar en el templo, queriendo averiguar la razón de aquel espantoso tumulto. Al pie de ese choque brutal fueron quedando los más débiles: niños, mujeres, ancianos, enfermos y discapacitados, muchos asfixiados, con los cráneos rotos, los pechos hundidos, rostros ensangrentados, inmóviles, sin vida.

     La policía rompió los paneles de la puerta lateral derecha, y grupos de personas alocadas salieron disparadas del templo, llenando de sollozos, gritos y heridos la plazoleta. El precio de este pánico colectivo fue horrible. La Iglesia Santa Teresa y sus alrededores quedaron sembrados de cuerpos sin vida envueltos en sus túnicas moradas.

     Los medios de socorro se movilizaron de inmediato. Los heridos recibieron atención inmediata. Los muertos fueron trasladados al Hospital Vargas y al Puesto de Socorro, en la esquina de Salas, justo donde hoy se encuentra el edificio sede principal del Ministerio de Educación. 

     Muchos niños perdieron a sus padres y lloraban desconsoladamente en algún rincón del templo o de una de las oficinas de la comandancia de policía, cercana al lugar de la tragedia.

     Dentro del templo y fuera de él se recogieron un montón de piezas de calzado, peinetas, dentaduras postizas, carteras, lentes y pañoletas, entre otras muchas cosas.

     El tétrico balance arrojó 49 muertos, entre ellos 24 menores, y más de un centenar de heridos. La Junta de Gobierno, presidida entonces por el doctor German Suárez Flamerich, decretó tres días de duelo nacional.

Heridos siendo trasladados al Hospital Vargas

Las causas de la tragedia

 

     Todo el mundo hizo conjeturas en torno al origen de la tragedia. El padre Carrillo atribuyó al hecho un propósito criminal: “Se oyó un grito, un grito lanzado con propósitos criminales: ¡Incendio!”. A su juicio, el grito salió de un lugar de la nave izquierda. No hubo, sin embargo, ningún incendio.

     La policía interrogó a más de 100 feligreses, a sacerdotes y monaguillos. También indagaron entre los vendedores ambulantes que estaban en la plazoleta.

     Nunca se pudo averiguar con plena certeza que fue lo que motivo la estampida de los feligreses, o en todo caso, jamás se supo de quien fue la voz que grito fuego o incendio.

El padre Hortensio Carrillo

     No obstante, la dictadura culpó a la oposición de haber organizado un ataque terrorista. Y el entonces recién nombrado director de la Seguridad Nacional, Pedro Estrada, comenzó una cacería de brujas. Acusó a los dirigentes de Acción Democrática Alberto Carnevalli y Leonardo Ruiz Pineda de haber diseñado un plan terrorista que incluía el asesinato del ministro de la Defensa, coronel Marcos Pérez Jiménez.

     Designó a Aníbal Rojas, jefe de la Brigada de Homicidios de la Seguridad Nacional, para que, al frente de un centenar de hombres, esclareciera los hechos. El presidente Suárez Flamerich, por su parte, se dedicó a visitar a los heridos en los puestos asistenciales y ordenó el pago de una indemnización vía beneficencia pública a aquellas sobrevivientes que hubiesen perdido a sus esposos en la tragedia.

     Semanas más tarde, Rojas reveló que la tragedia de la Iglesia Santa Teresa se produjo cuando una devota, de avanzada edad, rozó con el velo que llevaba en la cabeza una de las velas, incendiándose este, provocando una fugaz llamarada que indujo a que alguien creyera que se propagaba un incendio y diera la voz de alarma, generando toda la lamentable confusión y el pánico colectivo. Con esta versión de los hechos, se cerró el expediente de uno de los sucesos más lamentables en la historia de la Venezuela del siglo XX.

Fuentes consultadas

 

Elite. Caracas, N.º 1384, sábado 19 de abril de 1952
La Esfera. Caracas, sábado 12 de abril de 1952

García de La Concha, José. Reminiscencias: Vida y costumbres de la vieja Caracas. Caracas: Grafos, 1962

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