Boletín – Volumen 68

Boletín – Volumen 68

BOLETINES

Boletín – Volumen 68

Sinopsis

Por: Dr. Jorge Bracho

     Los distintos boletines que se editaron desde el año de 1864, en conjunto con el establecimiento de la Cámara de Comercio de Caracas, instituida un año antes, constituyen un valioso testimonio de una época. La variedad de aspectos como el tratado en esta edición que lleva por número el 68 así lo evidencian. Con este número se reinició la publicación del Boletín de la Cámara de Comercio de Caracas cuyo receso se presentó debido a las dificultades que atravesó el país a principios del 1900. Quizás, una de las principales características de quienes se agruparon en esta Cámara fue la de no ser sólo comerciantes, en ella desde sus comienzos se dieron cita actores que tenían que ver con actividades económicas diversas.

     Por tal motivo, las distintas ediciones de esta publicación presentan una variada información de gran valor para la historia económica y para el estudio de las distintas actividades que generaban rentas a sus representantes e inversores en el país. Es de hacer notar que luego de la suspensión temporal del Boletín, en esta edición se dio a conocer un prospecto dentro del cual se hizo del conocimiento de los lectores el propósito del mismo, en la nueva etapa que comenzaba en 1919.

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     Como objetivos de importancia se resaltó la de ofrecer datos e informes acerca de las actividades comerciales de Venezuela, la publicación de lo concerniente al aumento y promoción de las relaciones mercantiles con el extranjero, difundir información acerca de los métodos comerciales que se venían realizando en el país y lo que pudiera ser de utilidad para los miembros de esta corporación. Al final exhortaban a los lectores para que enviaran escritos circunscritos en estos propósitos.

     Con fecha 19 de julio de 1919, en sus páginas se ofreció información sobre la actuación de la Cámara en los últimos tres meses. Los editores mostraron mucho optimismo en lo que respecta al porvenir de los intereses comerciales venezolanos. La junta directiva prometió trabajar en pro del desarrollo y la prosperidad de la riqueza del país. Para tal fin sus integrantes ofrecieron llevar a cabo un intercambio de ideas, así como prestar sus servicios y hacer del conocimiento al gobierno de las actividades económicas que podrían arrojar riquezas.

     De igual manera, se trazó como meta el intercambio de información con otras Cámaras existentes fuera de la geografía venezolana, realizar cambios en la junta directiva, estimular la reapertura de las Cámaras de Comercio que habían cerrado fuera de Caracas, buscar mayor acercamiento con los Estados Unidos de Norteamérica y proponer al Ministerio de Hacienda una Ley de Impuesto Nacional de Estampillas.

     Es importante destacar que en esta misma publicación se presentaron sendos escritos relacionados con las posibilidades de generación de riquezas en el territorio. Uno, dedicado a la existencia de oro en Venezuela y la necesidad de extender registros fiables a este respecto. Otro, relacionado con la telegrafía inalámbrica en Venezuela en el que se insistió que fuera el gobierno del país el responsable de su instalación, tal como estaba establecido en la Ley de Telégrafos y Teléfonos nacionales.

     En términos generales, se trata de una publicación de gran interés para el examen de algunas de las actividades económicas que se venían practicando para este año de 1919, así como las proyecciones ofrecidas por sus editores de la potencialidad que ofrecía el territorio nacional para incrementar la producción y, por ende, generar rentas beneficiosas para los integrantes de la comunidad nacional.

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El Palacio de Misia Jacinta

El Palacio de Misia Jacinta

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El Palacio de Misia Jacinta

     El terreno, comprado en 1833 por Petronila Madrid en 500 pesos, fue adquirido por Joaquín Crespo en 1884 por Bs. 36.000. Años más tarde, en 1911, el Palacio de Miraflores fue obtenido por medio millón de bolívares en una subasta pública por el gobierno del general Juan Vicente  Gómez. Cipriano Castro fue el primer presidente que habitó y despachó desde Miraflores 

     La primera centuria de vida republicana no contaba con una residencia presidencial, propiamente dicha. El primer presidente de Venezuela, José Antonio Páez, despachaba en la vieja casona de “La Viñeta”. El presidente José María Vargas tuvo sus oficinas de trabajo en una casa alquilada, próxima a la esquina de Camejo. En la ya desaparecida Plaza de San Pablo, José Tadeo Monagas, en casa adquirida por él mismo, ejercía sus funciones presidenciales. Antonio Guzmán Blanco dividía su quehacer gubernamental entre su casa caraqueña y su residencia de descanso, en Antímano. Desde Juan Pablo Rojas Paúl hasta Cipriano Castro, el despacho del Jefe del Estado se ubicó en la Casa Amarilla, frente a la Plaza Bolívar, la cual, a decir del propio Rojas Paul, no era lo suficientemente digna para un primer magistrado, encontrándose “harto puerca”. El general Cipriano Castro fue el primer mandatario que utilizó el Palacio de Miraflores como residencia presidencial.

Foto postal Palacio Miraflores

Una casa familiar para Crespo

     Queriendo perpetuar uno de sus hechos de guerra, el general Joaquín Crespo construyó en el sector de Caño Amarillo una vieja casona denominada “Santa Inés”. No contento con ella e instado por doña Jacinta, Crespo pensó construir un palacio en “La Trilla”, hermoso lugar ubicado en un pequeño montículo frente a El Calvario.

     Según consta en los archivos públicos de Caracas, la finca “La Trilla” pertenecía en 1833 a Petronila Madrid. Años más tarde, pasaba a poder de Manuel Pompa y Encarnación Magallanes. En 1843 Jahn y Wassmann, negociantes en compra-venta de lotes de terrenos, compran “La Trilla” para asiento de una empresa de maquinaria y fundición. En el año 1882, Ernesto Stein adquirió el lote y dos años después se lo vendió a Joaquín Crespo, quien inició la construcción allí de su residencia particular. Los terrenos que habían costado a Petronila Madrid la suma de 500 pesos, eran pagados por Crespo en Bs. 36.000.

     En el mismo año de 1884 se iniciaron los trabajos de construcción del Palacio de Miraflores, bajo la dirección del constructor italiano Giuseppe Orsi de Mombello. Las obras fueron suspendidas por algunos años y continuadas por el arquitecto catalán Juan Bautista Sales, quien contrató a tallistas, escultores, decoradores y maestros de obra para elaborar finas piezas destinadas a la decoración del Palacio. El ingeniero Juan Hurtado Manrique, junto con el pintor español Julián Oñate, tuvieron mucho que ver con la decoración inicial del imperio francés que se le quiso dar a la mansión. Para fines de siglo, ya el Palacio estaba concluido. “La célebre revista caraqueña, El Cojo Ilustrado, en su edición del primero de junio de 1899, consideró entonces a esta casa “como el edificio más vasto, costoso y magnífico fabricado en el país para residencia privada”.

     Muchas de las obras de arte serían más tarde despojadas de galones y muros, convirtiéndose Miraflores en un adefesio interior en el que no predominaba estilo alguno. Muchos de los muebles, enterrados en el sótano, fueron devueltos a la luz por Helenita Chapellín y rescatados para la actual casa presidencial de “La Casona”.

     Asesinado Crespo, Misia Jacinta Parejo, pasó a ocupar la casa en la que nunca había habitado su marido, pero numerosos líos le llevaron a rematar el entonces suntuoso palacio.

     Así, el 13 de mayo de 1911, el general Félix Galavís obtuvo el inmueble llamado Miraflores, por la suma de quinientos mil bolívares. El remate de la casa se efectuó ante el Juzgado de Primera Instancia en lo civil y en el juicio seguido por el general Vicente S. Mestre contra la sucesión del general Joaquín Crespo.

     Castro anduvo tras de Misia Jacinta para que le alquilara el Palacio, ilusionado con la noticia de que dentro de la mansión se había construido una habitación antisísmica, en la cual él podría dormir tranquilo, sin recurrir a carreras o lanzamientos desde ventanales, como le ocurrió durante el terremoto de 1900, cuando se lanzó desde uno de los balcones de la Casa Amarilla, lujándose un pie.

     Fue el propio hijo de Crespo, Gonzalo, quien era coronel y edecán de la presidencia, quien le contó a Castro las bondades de Miraflores.

     Pero la demanda de Mestre mató los ensueños de Castro. La demanda se basaba en un pedimento de Br. 111.000 o la restitución de la obra inédita “Proyecto de Código Militar”, escrita a mano en siete volúmenes. La demanda culminó, con el remate. Castro habitó muy poco tiempo en Miraflores.

     Fue el propio Castro quien propuso a la nación la compra del inmueble, la cual sólo se pudo realizar en el año 1911, cuando Juan Vicente Gómez comunicara oficialmente al Congreso Nacional que “la Casa de Miraflores quedaba como de propiedad nacional, destinada a la residencia de los Presidentes de la República”. Gómez la compró a Galavís por la misma suma que este pagó en el remate: medio millón

Cipriano Castro fue el primer presidente que habitó y despachó desde Miraflores

Los despachos en Miraflores

     Antes de pertenecer al patrimonio nacional, despachó en Miraflores el general Cipriano Castro ̶ después del terremoto de 1900 ̶ y luego el general Juan Vicente Gómez, cuando éste quedaba encargado de la presidencia.

     En la madrugada del 22 de junio de 1923, en una de las piezas de la galería situada al este del edificio, fue asesinado de 7 puñaladas, el general Juan Crisóstomo Gómez, hermano del presidente de la República.

     El hecho se consumó en el propio lecho de la víctima y la reacción del Mandatario fue feroz, desatándose en el interior del Palacio de Miraflores sanguinarias venganzas en las personas de la servidumbre y encarcelamientos de personas enemigas del régimen, entre ellas, el poeta Francisco Pimentel “Job Pim” y el caricaturista Leoncio Martínez “Leo”. Hasta los años cincuenta, existían aún los sótanos en donde se torturaba y encadenaba a los prisioneros.

     Muy cerca de ellos se encontraba la hemeroteca, con prodigiosa colección de periódicos, la cual, es muy poco visitada, dadas las medidas de seguridad que son tomadas dentro del Palacio de Miraflores.

     De 1911 en adelante, ya convertida la mansión en Despacho Presidencial, actuaron en ella los presidentes Juan Vicente Gómez, Victorino Márquez Bustillos, Juan Bautista Pérez, Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita, Rómulo Betancourt, Rómulo Gallegos, Carlos Delgado Chalbaud, Germán Suárez Flamerich, Marcos Pérez Jiménez, el propio Betancourt nuevamente, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campíns, Jaime Lusinchi, Pérez otra vez, Ramón J. Velásquez,  Caldera de nuevo, y Hugo Chávez  y el actual presidente Nicolás Maduro.

     El contralmirante Wolfgang Larrazábal y el doctor Edgar Sanabria, actuaron en el Palacio Blanco, construido al frente de Miraflores.

Los sucesos en Miraflores

     Durante el gobierno gomecista y a raíz del asesinato del hermano del presidente, Miraflores fue escenario de no pocos crímenes y torturas.

     El 18 de octubre de 1945, al caer el gobierno presidido por el general Isaías Medina Angarita, se instaló en Miraflores la Junta Revolucionaria de Gobierno que presidió Rómulo Betancourt.

     El 24 de noviembre de 1948, el movimiento subversivo que derrocó al presidente constitucional Rómulo Gallegos tuvo su epílogo en Miraflores, al instalarse en el Palacio la Junta Militar, bajo la presidencia de Carlos Delgado Chalbaud, e igual cosa sucedió a raíz de su muerte (1950), cuando se reformó la Junta, bajo la presidencia del doctor Germán Suárez Flamerich.

     Años más tarde, en 1992, una intentona golpista, dirigida por el teniente coronel Hugo Chávez, asaltó violentamente al Palacio, pretendiendo derrocar al entonces presidente Carlos Andrés Pérez.

     Los sucesos del movimiento del 23 de enero de 1958, que derribó del poder al general Marcos Pérez Jiménez, se escenificaron en el Palacio Blanco.

Palacio de Miraflores

Miraflores por dentro

     Durante el gobierno de Pérez Jiménez se quiso convertir a Miraflores en una casa de estilo colonial. De esta forma se hicieron desaparecer los mosaicos de los pisos con el monograma de Joaquín Crespo, gran parte del artesonado de los techos, los medallones de los dueños de la mansión que estaban en la parte alta de las columnas de los corredores del jardín, los nombres de las batallas ganadas por el caudillo liberal, los cuadros del pintor Arturo Michelena y otros detalles originales. De esta forma, Miraflores se convirtió en una mezcolanza rara de estilos.

     Queda su entrada, el Salón llamado de los Espejos, el del Sol del Perú, el Salón Boyacá y el Salón del Despacho Presidencial. Tanto al este como al oeste, se hallan dos galerías en la primera de las cuales funcionan las oficinas de la Casa Militar de Palacio y en la otra, al oeste, las oficinas de la Secretaría General de la Presidencia. Mediante la supresión del cuartel “Motoblindado” que existiera en la parte norte del Palacio, se han construido locales modernos para Salón de Consejo de Ministros, Oficina de Prensa y otras dependencias.

     Aún perduran algunas manifestaciones del estilo Imperio francés, tales como lámparas de cristal colgantes, cuatro estatuas de los dioses de la mitología griega y algunas alegorías artísticas.

     Se conservan además varias obras de arte, entre ellas cuadros de Tito Salas, de Martín Tovar y Tovar y de Arturo Michelena, alusivos a acontecimientos históricos.

     En la planta baja, a la derecha de la entrada de la parte sureste, está una pequeña y artística capilla para el culto católico, provista de todo lo necesario y antecedida por el Salón llamado de Embajadores

No se puede ver ni fotografiar

     Actualmente, por medidas de seguridad, el Palacio de Miraflores está considerado como “Casa Militar”, por lo tanto sus dependencias íntimas no se pueden fotografiar, ni visitar. Tampoco es posible tomar gráficas de sus patios, salones y corredores, sin previo permiso de los altos mandos militares.

     Hay un segundo piso en Miraflores que muy pocas personas conocen. Es la suite presidencial con una hermosa terraza y un jardín estilo japonés. Pocos presidentes han dormido en esta suite, ya que la mayoría de ellos han preferido vivir fuera del Palacio de Miraflores.

     Después del atentado al presidente Rómulo Betancourt, en 1960, éste permaneció varios días en Miraflores reponiéndose de las heridas. También Gonzalo Barrios, durante su suplencia a Leoni, durmió en la suite Presidencial. Otros presidentes como Jaime Lusinchi y Hugo Chávez disfrutaron esta alcoba. Dicen que Nicolás Maduro también habita ese aposento.

     En Miraflores se han ofrecido elegantes recepciones y fiestas señoriales, pero estas han escaseado en los últimos tiempos.

     Miraflores mantiene su antiguo esplendor. Continúa sirviendo para funciones oficiales.

     Guarda este palacio de Misia Jacinta, como muchos lo llaman, un mundo de leyendas misteriosas, entre las cuales figura la existencia de un túnel hasta Caño Amarillo, construido por Crespo. Dicen que en las noches se oyen lamentos en los sótanos y risas en los corredores. Afirman muchos, haber visto fantasmas y escuchado ruidos tenebrosos, hacia la medianoche.

     Nadie puede hoy comprobar esto. En Miraflores nunca se habla de Miraflores, ni se descorre el telón de su misterio. Ya en Miraflores no se ofrecen datos sobre su vida, ni se permite tomar fotografías. Miraflores se está convirtiendo en una Esfinge.

FUENTES CONSULTADAS

  • Catálogo del Boletín del Archivo Histórico de Miraflores. Caracas, 1982
  • El Palacio de Miraflores. El Nacional. Caracas, 3 de marzo de 1967; Pág. D-10
  • Palacio de Miraflores: historia y curiosidades. El Heraldo. Caracas, 27 de abril de 1956

Montenegro Colón: Entre la traición y la instrucción

Montenegro Colón: Entre la traición y la instrucción

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Montenegro Colón: Entre la traición y la instrucción

Feliciano Montenegro Colón

     Acusado de haber sustraído de la Secretaría de Guerra documentos clasificados, y de haberse apropiado de cierta cantidad de dinero, el caraqueño Feliciano Montenegro Colón fue el autor, en la década de 1840, de varias obras sobre temas educativos e históricos. A partir de la semblanza de Feliciano Montenegro Colón (1781-1853) que realizaron Napoleón Franceschi (1999) en El culto a los héroes y la formación de la nación venezolana y Lucía Raynero (2007) en Clío frente al espejo. La concepción de la historia en la historiografía venezolana (1830-1865), se puede alcanzar una aproximación a lo que este caraqueño protagonizó durante una porción del 1800 venezolano, en especial la fracción correspondiente a los primeros años de la edificación republicana.

     De acuerdo con lo señalado por estos estudiosos de la historiografía de Venezuela, la vida de Montenegro Colón estuvo marcada por la traición. Una acusación de felonía en su contra se debió a la extracción de unos papeles secretos pertenecientes a la Secretaría de Guerra en el año de la declaración de la Independencia, 1811. “A partir de entonces, su vida estará marcada por esa fecha y también se moldeará a raíz de aquel incidente”, escribió Raynero en el libro mencionado en el párrafo anterior.

     El mismo Montenegro Colón se había encargado de insertar una carta, dentro del texto Recuerdos históricos y curiosidades útiles dado a conocer en 1847, refrendada por Francisco Javier Yanes en la que éste expresó su reconocimiento, hacia Montenegro Colón, por la firme denuncia en contra de Morillo, Moxó, Aldama y Morales en la capital de España durante el conflicto bélico que libraban los españoles americanos contra la monarquía española. De igual modo, gracias a esta denuncia fue resaltada su posición favorable a la causa de la humanidad y con lo que mostró “su buen corazón”, al garantizar la vida de algunos personajes hechos prisioneros bajo el mando de tropas realistas, luego del derrumbe de la Primera República. Esta inserción tuvo como motivo mostrar su verdadero patriotismo, ratificado por una respetable figura de la Venezuela republicana como fue el caso de Yanes.

     Montenegro Colón provenía de una familia acomodada de la Provincia de Caracas. Ello le permitió gozar de privilegios como los de haber cursado la carrera de filosofía en la Universidad de Caracas, de donde se graduó a mediados del año 1797. Luego de 1830 se dio a la tarea de demostrar que había sido condiscípulo de Simón Bolívar y que estaba emparentado con él por medio de su ascendencia y parentesco con la familia Madriz. A pesar de mostrar un concepto muy alto de sí mismo era de disposición irascible porque se enemistó con uno de sus protectores, José María Vargas, al igual que lo hizo con Fermín Toro y Carlos Soublette.

     Montenegro Colón se había iniciado como integrante de la fuerza militar en 1798, cuando ingresó al Batallón Veterano de Caracas y para 1799 formó parte del Batallón del Regimiento de la Reina en el Cuartel San Carlos, en el que estuvo por cinco años. En 1803 se había dirigido a España para continuar sus estudios y formar parte del Batallón de Valencia. Sus vivencias en España las rememoró en una publicación de 1846, Manifestación documentada en justa defensa de Feliciano Montenegro Colón.

     Para el 24 de septiembre de 1810 se dieron cita las Cortes de Cádiz. Entre los integrantes de dicha convocatoria estaban entre veinte y treinta diputados elegidos como suplentes, quienes representaban a los españoles americanos. Por Caracas fueron escogidos Esteban Palacios y Fermín de Clemente, mientras que por Maracaibo se encargó a José Domingo Rus. A petición de las Cortes Clemente y Palacios comisionaron a Montenegro Colón para que trajera una comunicación dirigida al Ayuntamiento caraqueño. Lo cierto fue que en Caracas se calificó como “rara misión” la representada por Montenegro Colón. Una de las quejas fue por no haber dirigido la información que él traía consigo a la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII en Venezuela. Otra había sido que él fue comisionado por parte de dos personas que desconocieron el pronunciamiento del 19 de abril de 1810.

     Cuentan que Montenegro Colón, desde el mismo día de su llegada, había sido sometido a un minucioso interrogatorio por parte de los miembros de la Junta Suprema en Caracas. Debido a esta interpelación pudo corroborar que su papel como emisario había fracasado. Dos situaciones determinaron su circunstancia. Una, el desconocimiento de las credenciales que portaba como mensajero de las Cortes. La otra, porque el camino que llevaría a la ruptura del nexo Colonial ya llevaba un trayecto andado. A finales de enero de 1811 se dio a conocer una protesta contra las Cortes de Cádiz por considerarlas irritas e ilegales al igual que al Consejo de Regencia. En consecuencia, los actos de aquellos diputados suplentes no contaban con ningún tipo de legalidad y, por mampuesto, el rol de emisario de Montenegro Colón tampoco vino revestido de legalidad.

     Sin embargo, prefirió quedarse en Caracas. Instalado en esta ciudad se le encomendó el cargo de Oficial Mayor en la Secretaría de Guerra. Tiempo después se suscitaron los eventos que precedieron a la Independencia de 1811. Montenegro Colón se encontraba ocupado en su cargo de Oficial Mayor en la Secretaría de Guerra. Para 1831 reveló, en Conducta militar y política de Feliciano Montenegro durante su dependencia del gobierno español. Demostración de sus servicios a la causa americana bajo la protección de la República Mexicana, que había solicitado en los días 28 de mayo y 17 de junio de 1811 un pasaporte para dirigirse a los Estados Unidos. Entre los argumentos de su defensa estuvo centrado en lo que Cristóbal Mendoza notificó al Congreso respecto a la huida de Montenegro Colón, llevada a cabo el 29 de junio de 1811 luego del supuesto robo de unos papeles secretos.

     Desde este momento comenzaron a difundirse rumores acerca de la extracción de documentación de importancia estratégica y militar, y que había sido Montenegro Colón quien los había tomado, de manera subrepticia de la Secretaría de Guerra, junto con una cantidad de dinero. Seguidamente, se embarcó en el buque El Príncipe, lo que provocó una serie de rumores relacionados con el hurto junto a las distintas conspiraciones protagonizadas por los enemigos de la causa republicana. En su trayecto paró en Curazao, de donde se embarcó para Puerto Rico. En este lugar se reunió con el Comisionado Regio, Antonio Cortabarría, luego llegaría a Cádiz.

Feliciano Montenegro Colón fue el autor, en la década de 1840, de varias obras sobre temas educativos e históricos

     Bajo estas circunstancias Juan Germán Roscio acusó a Montenegro Colón de “oficial desertor”, aunque no lo llamó ladrón de documentos o traidor a la causa patriótica. En España se incorporó a la lucha a favor de la expulsión de las tropas napoleónicas. A inicios de 1816 regresó a Venezuela y las autoridades del momento, con Pablo Morillo a la cabeza, lo nombraron presidente del Consejo de Guerra. Cargo que aceptó, según sus propias palabras para proteger a los patriotas Garmendia y Juan de la Madriz, entre otros encausados. En 1847 se encargaría de describir su actuación ante quienes lo acusaban de godo y traidor. Señaló en esta ocasión que se había encargado de salvar muchas mujeres y otros acusados por las autoridades del momento. Estudiosos de esta cuestión han expresado que tanto Francisco Javier Yanes como Rafael María Baralt dieron fe de su actuación humanitaria, frente a lo que los realistas pretendieron someter a algunos pobladores de la Provincia.

     Quizá, las dos áreas donde tuvo destacada participación y por la que se le recuerda fueron sus escritos alrededor de la historia y geografía de Venezuela y la labor desplegada en la instrucción escolar en Caracas. El 19 de abril de 1836 instaló el Colegio de la Independencia. Fue una fecha emblemática porque rememoró “el inicio del imperio de la libertad y de las luces”, porque sin ellos era imposible desplegar el conocimiento y la instrucción. También le sirvió para ratificar su patriotismo y compromiso republicano. Uno de los propósitos de impartir un saber útil a los jóvenes se relacionaba con “abrir las puertas a la civilización”. El colegio se encargaría de disminuir la ignorancia como una de las causas de los trastornos de los que era presa el país. Hizo coincidir los objetivos del Colegio con los propios de la constitución de 1830, es decir, fomentar los principios de la libertad civil, la igualdad legal, de la soberanía e independencia de los pueblos.

     Fue el Colegio de la Independencia el segundo que se abrió en Venezuela siendo Feliciano Montenegro Colón su director.

     La subdirección quedó en manos del hijo de Francisco Javier Yanes. El local donde comenzó a funcionar era alquilado, cuyo pago fue por cuenta de José María Vargas. Al cabo de un tiempo, Manuel Felipe Tovar cedió, en calidad de préstamo, una edificación más amplia y otorgó a su director seis meses de gracia en el pago de alquiler.

     La matrícula inicial fue de dieciséis estudiantes que al cabo del mismo mes llegaría a veintidós. Se aceptó a cuatro cursantes de escasos recursos cuyos gastos los cubriría la dirección del Colegio. Para 1841, el Colegio albergaba a 160 participantes dirigidos por dieciséis profesores. El plan de estudio era fundamentos de religión católica, urbanidad, lectura y escritura, gramática francesa, castellana, latina e inglesa, aritmética, álgebra, geometría, geografía, elementos de historia, física básica y teneduría de libros.

     Montenegro Colón se encargó de escoger al personal que impartiría la enseñanza de estas materias. Durante sus ocho años de existencia pasaron por sus aulas distintas personalidades vinculadas con las artes y las letras de Caracas. Con la apertura de esta institución educativa su promotor fue objeto de encomiables comentarios. José Antonio Páez le felicitó por la apertura del recinto educativo y agregó que sería recordado con gratitud por los venezolanos.

     La casa cedida por Tovar resultó pequeña y por tal razón, en 1837, el gobierno le proporcionó la parte principal del convento de San Francisco. Como la edificación estaba en muy mal estado Montenegro Colón contrató a unos constructores para que se acondicionara el lugar con destino a la instrucción. La Secretaría del Interior le otorgó el local con la condición de que traspasara la institución a manos del Estado, sin indemnización alguna, al momento de fallecer. Igualmente, debió admitir a dos estudiantes pobres de las trece provincias de Venezuela. El Tesoro nacional le otorgó un préstamo de doce mil pesos y algunos padres adelantaron las mensualidades dedicadas para la educación de sus hijos.

     No faltaron quienes se opusieron a la cesión del convento de San Francisco para que funcionara el Colegio de la Independencia. Los diputados de Caracas pidieron al Congreso que ese espacio fuese ocupado por la Universidad de Caracas, otros recomendaron que se utilizara para establecer tribunales u oficinas, con cuyas rentas se podría mantener el Colegio. A pesar de estas objeciones su inauguración se llevó a cabo el 25 de abril de 1840. Una de las características de esta institución fue que, junto con la instrucción escolar, se hacía énfasis en educar a los jóvenes para que fuesen buenos ciudadanos, así como el cuidado del aseo y la higiene para prevenir enfermedades y epidemias.

     El Colegio de la Independencia tuvo una corta vida. Las deudas contraídas para la refacción del local y la crisis económica a principios de la década de 1840 formaron parte de la crisis que hizo desaparecer este proyecto educativo. A partir de 1837, Montenegro Colón había mostrado sus quejas por la manutención de los alumnos de escasos recursos. Señaló que para acondicionar el edificio se habían invertido cuarenta y un mil pesos y lo que pagaban los alumnos no cubrían los gastos y menos una renta para reinvertir en el mismo. Para 1842 el declive de la institución era evidente. Las razones del colapso fueron la crisis económica, la poca capacidad de reposición de los estudiantes que egresaban, las deudas contraídas, una fuerte demanda económica y la aparición de otros colegios que surgieron para la época con otras ofertas de instrucción.

El Nuevo Circo de Caracas

El Nuevo Circo de Caracas

CRÓNICAS DE LA CIUDAD

El Nuevo Circo de Caracas

El Nuevo Circo poco antes de su inauguración

     El 26 de enero de 1919 actuaron los toreros “Alé” y “Torquito” en el programa inaugural. El caraqueño “Meri” obtuvo la primera oreja y posteriormente resultó el primer torero herido de muerte. Por el coso agustino han pasado las más grandes figuras del toreo, campeones mundiales de boxeo, estrellas del “bel canto”, grandes atletas en disciplinas como baloncesto y tenis, espectáculos circenses, escrutinios electorales y líderes religiosos y de la política nacional e internacional. Este escenario capitalino también ha servido de mercado popular y de sala de cine

     La construcción del “Nuevo Circo” se llevó a cabo en virtud del contrato celebrado, el 16 de enero de 1916, entre el gobernador de Caracas, general Juan Crisóstomo Gómez, hermano del presidente de la República, Juan Vicente Gómez, y el también general Eduardo Guillermo Mancera. Dicho contrato fue aprobado por el Concejo Municipal, el 27 del referido enero.

     Conforme a la primera cláusula, el general Mancera quedaba autorizado para construir, en terrenos municipales situados al norte del antiguo Matadero capitalino, en la esquina de San Martín, un circo de mampostería, hierro y madera, para corridas de toros, espectáculos ecuestres y otras variedades. En las siguientes cláusulas se reglamentaban distintos aspectos del convenio y se le daba al contratista un plazo de 18 meses para llevar a cabo la obra.

     El citado general Mancera formó, con otros capitalistas aficionados a las corridas de toros, la Compañía Anónima Nuevo Circo de Caracas, los cuales encomendaron la construcción al arquitecto e ingeniero Luis Muñoz Tébar, quien murió antes de ver terminada la obra, víctima de la “peste española”, que cobró 15.000 muertos a la población de Caracas en el año 1918. El arquitecto Alejandro Chataing concluyó la edificación.

Plantado así el Nuevo Circo de Caracas en la portería de la extensa posesión de tierras, desde antaño llamada La Yerbera, propiedad de Antonio Guzmán Blanco, quien la cambió al Municipio por una casa cerca de la esquina de Carmelitas. Antes había sido de Francisco González Jordán, quien allí tenía un bello establo de cabras isleñas. 

     Posteriormente, esa zona se fue transformando gracias a constructores como Juan Bernardo Arismendi, Diego Nucete Sardi y otros adalides del progreso, quienes trazaron calles, y sembraron árboles y cloacas, y levantaron casas y fundaron la hoy populosa parroquia San Agustín.

 

Primera corrida

     Los diarios de la época señalan que “las gradas del Monumental Edificio del Nuevo Circo tienen la grandiosidad y resistencia de los Coliseos Romanos”.

     Por eso, mucho antes del estreno fueron colocados en los tendidos de “Sol” y “Sombra” cientos de sacos llenos de cemento para probar su resistencia antes de permitir la entrada del público.

     Antes de que se levantara el edificio se decidió llamarlo “Nuevo Circo de Caracas”, diferenciándolo del “Circo Metropolitano”, único inmueble taurino existente para aquella época, año de 1919.

El 26 de enero de 1919 se inauguró el Nuevo Circo de Caracas

     Su capacidad fue en principio de 8.500 espectadores, luego el aforo oficial del “Nuevo Circo” se elevó de 11.500 asientos, gracias a las reformas hechas en diferentes oportunidades.

     Arriba de la puerta de cuadrillas y de los toriles tenía el “Nuevo Circo” una especie de palco escénico donde se ubicaba la Presidencia. Allí mismo se colocaba una pantalla para proyecciones de cine mudo, y también desde allí presenciaba el Presidente de la República las corridas a las cuales asistía. 

     Ese palco sobre la puerta de cuadrillas fue derribado y ampliados los tendidos hasta unirlos, separados por una reja de hierro. El ruedo fue reducido como está en la actualidad y se añadieron localidades de barrera abajo de los palcos.

     En el plano original estaba previsto cubrir el redondel y, al efecto, fue encargado en Estados Unidos el techo de material de hierro; más, el despacho no se logró a consecuencias de las restricciones impuestas en aquel país durante la Primera Guerra Mundial.

     El 26 de enero de 1919 se efectuó la corrida inaugural, desfilando las cuadrillas dirigidas por los diestros españoles Serafín Vigiola “Torquito” y Alejandro Sáez “Alé”, se registró buena entrada sin llegar al lleno total. Las reses criollas salieron sin bravura, resultando el festejo gris, sin brillo.

     Es de hacer notar que en esa corrida un asiento de Palco de Sombra costaba 25 bolívares, un tendido de sol 5 bolívares. En los tendidos de ambas localidades había las llamadas “medias entradas” a mitad de precios para damas y niños.

     Al igual del Metropolitano, el Nuevo Circo de Caracas desde el principio fue utilizado también para otra clase de espectáculos. En efecto, como número complementario de los regocijos de la inauguración, se proyectó en la noche la película El Conde de Montecristo.

Primera oreja y primera tragedia

     Cronistas antiguos sostienen que el moreno diestro caraqueño Isaac Olivo “Meri”, recibió la primera oreja otorgada en el “Nuevo Circo”, el 26 de octubre de 1919, día que alternaba con Vicente Mendoza “El Niño” y Arequipeño. En la historia del “Nuevo Circo” cabe destacar el nombre olvidado de “Meri”, torero estilista nacido en Caracas a fines del siglo XIX, y de gran cartel ante los públicos de las plazas americanas.

     La mención obligatoria por haber sido “Meri” el primer toreo en alcanzar la gloria de recibir el apéndice inicial en el mencionado coso, y asimismo sufrir la fatalidad de haber sido el primero en salir del mismo ruedo herido de muerte, el 24 de agosto de 1920, alternando en corrida nocturna al lado de Próspero Herrera “Capita”.

    Uno de los novillos propinó fuerte “palotazo” a “Meri” en el pecho ̶ golpe de pitón sin penetrar ̶ produciéndole derrame interno, falleciendo el 5 de septiembre en su casa de habitación, situada entre las esquinas de San Juan y Angelitos, número 122.

Por el coso agustino han pasado las más grandes figuras del toreo
Programa inaugural

Obra de utilidad y de ornato público

     Así lo manifestó el gobernador Juan C. Gómez en la exposición anual del Concejo Municipal de Caracas en enero de 1918.

     Nadie llegó a imaginarse que la obra que con tanto orgullo se ponía al servicio aparte de lo taurino, llegaría a servir de sede de toda clase de actividades, entre ellas muchas que distan una enormidad de la tauromaquia.

     Entre los eventos presentados en el venerable coso de San Agustín se cuentan basquetbol, en sus tiempos primarios ̶ por falta de canchas ̶ acrobacias automovilísticas, rodeos, patinaje sobre hielo, boxeo, lucha libre, mítines políticos, concentraciones religiosas, circos de caballitos, coney island, escrutinios electorales, presentaciones artísticas y hasta sirvió de mercado libre.

Esas actividades han permitido que por el “Nuevo Circo” hayan desfilado afamadas personas nacionales e internacionales.

Citar todas las luminarias que han desfilado por allí resultaría interminable, por lo que nos limitaremos a mencionar algunas como todas las grandes figuras del toreo venezolano y extranjeras, desde “Torquito” y “Alé”, Arruza y “Manolete”, “Dominguín”, los Bienvenida, “El Cordobés” y César Girón.

Simón Chávez, Sixto Escobar, Ramón Arias, Pascual Pérez, Edder Jofre, Carlos “Morocho” Hernández, en boxeo.

Andrés Eloy Blanco, Rómulo Gallegos, Raúl Leoni, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Alirio Ugate Pelayo, Rafael Caldera, Luis Herrera Campíns, en política.

Algunos eventos, por la espectacularidad de los mismos, permanecen imborrables en la memoria de los capitalinos. 

     La representación años atrás de la ópera “Aída” y la puesta en escena de “Carmen” con la participación de grandes estrellas del arte lírico y la actuación de Curro Girón como “Escamillo”, lidiando un toro de “El Rocío”.

     La presentación de aquellas famosas “Estrellas sobre hielo” capitaneadas por Sonja Hennie, fabulosa Campeona Mundial de patinaje. También de personajes de la lucha libre como El Enmascarado de Plata, El Tigrito del Ring, Bernardino La Marca, así como El Chiclayano, Dr. Nelson, El Ciclón Venezolano, El Dragón Chino, Jorge y Bassil Battah, entre muchos otros

     Los encuentros internacionales de boxeo entre los cuales se cuenta el de Oscar Calles versus Phil Terranova, el combate por el título mundial mosca entre Pascual Pérez y Ramón Arias. Y uno por el título mundial welter Jr. disputado por “Morocho” Hernández y Eddie Perkins. Kid Chocolate y Sandy Saddler también brindaron emotivos combates.

     Célebres grupos musicales, artistas de la talla de Cantinflas, de músicos como Johnny Pacheco, Bobby Valentín, Ray Barreto, Santitos Colón, Roberto Roena, Yomo Toro, Cheo Feliciano, Ismael Miranda, Héctor Lavoe, Louis Armstrong, James Brown, y orquestas y grupos musicales como las de Xavier Cugat y la Billo´s Caracas Boys, la Fania All Stars -o las Estrellas de Fania, el grupo de rock Sangre, Sudor y Lágrimas, Los Dementes, Dimensión Latina, Los Melódicos, Sentimiento Muerto, Desorden Público y Zapato 3, entre muchas otros artistas.

Este escenario capitalino también ha servido de sala de cine

     En su época, el Nuevo Circo ocupó el primer lugar entre los locales de espectáculos públicos de la ciudad, seguido del “Teatro Municipal” y el “Teatro Nacional”, respectivamente.

     Su abandono y decadencia actual han sido consecuencia de muchos factores, entre ellos, la apertura del Poliedro, en 1974, y la prohibición de corridas de toro en julio de 2017.

Varios dueños

     Luego de la muerte del general Mancera, ocurrida en la capital, el 1 de octubre de 1927, el hijo del Benemérito Juan Vicente Gómez, Gonzalo Gómez logró adquirir los derechos y acciones de la Compañía Anónima Nuevo Circo, propietaria del coso caraqueño. Después de sucesivas ventas, el circo pasó a manos del empresario Luis Branger, hasta que, en 2005, el Cabildo Metropolitano lo expropia y la Alcaldía Mayor asume la propiedad. Se elaboró entonces un proyecto de restauración que nunca fue concluido. En 2008, el Nuevo Circo pasó a manos de la Alcaldía del Municipio Bolivariano Libertador.

En 1984, el Nuevo Circo había sido declarado Monumento Histórico Nacional por la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación. No obstante, la familia Branger demandó ante los tribunales la ilegalidad de esa medida, dejando sin validez la declaratoria de Monumento Histórico.

Una nueva ordenanza aprobada por la Municipalidad en 1987 promovió nuevamente su conservación. No obstante, esta medida también fue anulada por la Corte Suprema de Justicia, en 1998. Previendo la posibilidad de su demolición, ese mismo año el Instituto del Patrimonio Cultural lo declara “Bien de Interés Cultural”.

Fuentes consultadas:

  • Montefusco, Miguel. 50 años del Nuevo Circo. Élite. Caracas, 1 de febrero de 1969
  • Parra Márquez, Héctor. Sitios, sucesos y personajes caraqueños. Caracas: Empresa El Cojo, 1967; Págs. 229-240
  • Revista Actualidades. Caracas, enero/marzo 1919

II Jornadas de actualización profesional

II Jornadas de actualización profesional

II Jornadas de actualización profesional

     El futuro del comercio electrónico, de las organizaciones resilientes y de las ciudades inteligentes, fueron parte de los temas analizados durante las II Jornadas de actualización profesional que realizamos con la Universidad Católica Andrés Bello, como parte de las actividades en el mes de noviembre por los 128 años de la fundación de nuestra institución: la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Caracas, La Cámara de Caracas.

     Leonardo Palacios, presidente de la Cámara de Caracas, destacó el papel que desde sus espacios desempeñan instituciones como la Ucab y nuestra organización, en el reforzamiento de la educación, la formación cívica para el debate crítico, propositivo en pro de la reinstitucionalización del país.

     En las jornadas reconocidos especialistas brindaron una actualización en grandes temas organizacionales y también del nuevo tipo de relaciones contractuales y comerciales que han evolucionado gracias a la tecnología.

  • “Facturación digital y comercio electrónico – nuevas tecnologías en el derecho financiero y mercantil” – Alberto Benshimol y Albert Brewer
  • “Cultura de servicio” – Maria del Pilar Modroño
  • “Organizaciones resilientes” – Luis Maturén
  • “Regulación de la ciudad Inteligente” – Crismary Álvarez
  • “Empresa y buen gobierno corporativo” – Diego Castagnino y José Valentín González
  • “Contrato electrónico actualidad y tendencias” con los profesores Claudia Madrid y Luis Rodríguez.

     Los invitamos a ver las ponencias de los profesores invitados, con sus valiosos aportes, en nuestro canal de Youtube: Cámara de Caracas

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