Funcionarios Públicos, Celebraciones y encuentros religiosos

Funcionarios Públicos, Celebraciones y encuentros religiosos

José Gil Fortoul (1861-1943) fue uno de los más importantes historiados de la Venezuela de finales del siglo XIX y principios del XX
El militar estadounidense Richard Bache dejó sus impresiones de un viaje por Colombia y Venezuela entre 1822 y 1823, en un curioso libro traducido al español y reditado por el Instituto Nacional de Hipódromos, en 1982

     En una anterior oportunidad, desde este espacio, he hecho referencia al militar estadounidense Richard Bache (1784-1848) quien visitó la República de Colombia y quien estuvo en Venezuela durante 1822 y 1823. Sus impresiones de viaje en el libro La República de Colombia en los años 1822-23. Notas de viaje. Con el itinerario de la ruta entre Caracas y Bogotá y un apéndice por un oficial del ejército de los Estados Unidos, el que fue publicado por el Instituto Nacional de Hipódromos en el año de 1982, mientras en Filadelfia vio la luz en 1826. En el Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar se hace referencia a Bache en los siguientes términos: las impresiones de Bache y sus descripciones constituyen un valioso documento para el estudio de la época, donde destacan su minuciosidad y precisión en los acontecimientos observados.

     En esta oportunidad destacaré lo que redactó en el capítulo III en que hizo referencia a sus primeras visitas en la ciudad, lo que observó en el día de San Simón, los bailes que presenció, sus impresiones acerca del señor Blandín y lo que vio en una plantación de café. Por otra parte, un importante detalle resulta de su escrito el cual redactó como si fuese un diario.

     Escribió que el día 22 de octubre había sido presentado al Intendente General, Carlos Soublette a quien describió como un hombre imponente, atractivo y agraciado. Contó que, al pasar frente al Santísimo Sacramento y no haber hecho la reverencia debida, un centinela armado con su bayoneta le había llamado la atención, situación a partir de la cual escribió que su actitud fue por desconocimiento del sentido que tenía el acto litúrgico y la actitud que debía asumir de acuerdo con las costumbres locales. “Las circunstancias se presentaban para perder un tanto los estribos; y en este estado de ánimo llegué a la conclusión de que uno está en el deber de desaprobar estas ceremonias humillantes para un ser racional, absolutamente extemporáneas”. Agregó que obligar a reverencias con la bayoneta no tenía nada que ver con veneración. Por tanto, en lo sucesivo “siempre me hice el indiferente ante tales ceremonias, o procuré evitar el encuentro con la Custodia, cada vez que podía hacerlo discretamente”.

     La preocupación e incomodidad de Bache tuvo que ver con su adhesión protestante. Escribió, respecto a la situación descrita, que su actitud no sería la más correcta por encontrarse en un país extranjero y que requería de colaboración de sus naturales. “Sin embargo, continúo sosteniendo la opinión de que aquellos funcionarios públicos nuestros que residan en países católicos, si deben oponerse vigorosamente a cualquier arbitrariedad que pretenda imponérseles a sus derechos en materia de opinión religiosa, tanto por la degradación que ello implica, como con la finalidad de ir acostumbrando al público a una mayor tolerancia”. Según su apreciación, se mostró convencido que por medio del ejemplo de personas apreciadas y distinguidas se pudiera alcanzar la tolerancia frente a creencias religiosas distintas. Terminó expresando que el influjo clerical en Caracas se ha “reducido apenas en grado muy insignificante”.

     Su escrito fue redactado en forma de memoria de viaje con rasgos de un diario de vivencias. En un aparte con fecha octubre 23 relató haber ido de visita a casa de un general. En casa de éste llamó su atención su joven hija de nombre Conchita. Contó que ella había residido un tiempo en Filadelfia, cuando su padre debió exiliarse debido a problemas políticos. Según narró, Conchita había expresado su impresión al ver que en aquella ciudad estadounidense observó que edificaban una casa de ladrillos de tres pisos en pocas semanas, mientras en Caracas, aunque fuesen de un solo piso, tardaban años.

José Gil Fortoul (1861-1943) fue uno de los más importantes historiados de la Venezuela de finales del siglo XIX y principios del XX
Bache describió al entonces Intendente General, Carlos Soublette, como un hombre imponente, atractivo y agraciado

     Refirió, para la misma fecha, haber conocido a oficiales ingleses que integraban el Estado Mayor del general Soublette y Páez y corroboró “en todos ellos cierta decepción” por la situación que habían experimentado en el país por no haber alcanzado lo que esperaban como legión extranjera. Por otro lado, indicó que había encontrado una distracción con una ceremonia denominada el Rosario. A la que describió como sigue. Al frente de la procesión marchaban jóvenes negros harapientos con faroles, colocados en la punta de una vara, luego venía un hombre con una gran cruz y otro con un pabellón que representaba a la Virgen. A ellos les seguían sacerdotes, una banda musical con violines y cantantes varones con instrumentos variados. A su vez, estaban acompañados con una música que, a intervalos, se vocalizaba con cánticos en latín. Son oportunidades, anotó, para que algunas personas hicieran una cuestación o colecta. Indicó que la música entonada le pareció agradable y la ceremonia la juzgó como llena de solemnidad.

     En otro párrafo con fecha 24 de octubre describió que había visitado una casa, situada al frente de la plaza, donde escuchaban a unas damas ejecutando melodías con el piano. De inmediato, fueron invitados para presenciar la ejecución de un indio acusado de haber cometido un asesinato. Tal ejecución del reo lo indujo a redactar algunas líneas en las que no dejó de mostrar repulsión. Refirió que el reo había sido amarrado a un poste y fusilado por un pelotón de soldados. 

     “Aquel fúnebre espectáculo parecía despertar muy poca curiosidad, pues no habría más de trescientas personas entre el público, principalmente mujeres, circunstancia que puede explicarse por la gran desproporción de sexos existentes en Caracas”.

     Esta última apreciación le sirvió a Bache para hacer una consideración acerca de la población caraqueña. Expresó que la presencia de mujeres en actos y aglomeraciones era mayor que la de hombres y, que se estimaba, que por cada cuatro o cinco mujeres había un hombre. “Esta desproporción se atribuye a los efectos de la guerra a muerte”. Para el mismo día había ido de visita a casa de una persona de nombre Francisco, de quien hizo referencia de manera condescendiente y al que adjudicó tener un gran afecto por la persona que acompañaba a Bache por la ciudad. Ya en la despedida le ofrecieron como hospedaje la casa del señor Francisco y lo trataron con gran cordialidad. “Al despedirme, hizo un expresivo gesto hasta entonces desconocido para mí: me apretó la mano contra su corazón, como en testimonio de la sinceridad de sus expresiones”.

     Para octubre 26 dejó escrito que había sido presentado a varios ciudadanos del país. Entre las personas que conoció, en medio de un almuerzo, estaban un doctor y un coronel quienes viajarían a Bogotá, en unos días, y le ofrecieron detalles que le servirían para el trayecto que él tenía como propósito visitar. Sumó, haber notado a un grupo de infantería, frente a la casa donde había almorzado, entre quienes vio a los oficiales montados en caballos, seguidos, a su vez, por unos soldados que iban descalzos, a excepción de unos pocos que llevaban una “especie de sandalias”.

José Gil Fortoul (1861-1943) fue uno de los más importantes historiados de la Venezuela de finales del siglo XIX y principios del XX
El militar estadounidense Richard Bache expresó en su libro que la presencia de mujeres en actos y aglomeraciones era mayor que la de hombres

     A esto incorporó la impresión que le causaba “constantemente la conducta amable y cortés de todos los eclesiásticos, quienes nunca dejaban de saludar, quitándose el sombrero, a todos los que pasaban a su lado”. Lamentó no haber podido determinar si se trataba de una actitud habitual o sólo lo era por las circunstancias de conciliarse con la opinión pública luego de los conflictos con España. Se quejó de no haberse adelantado en el saludo y con ello demostrar una actitud de urbanidad frente a los miembros del clero.

     Con fecha 27 de octubre anotó que después de un almuerzo recorrió a caballo una hacienda de un general, junto con otras personas que se unieron al paseo. Alabó las monturas y a quienes fungían de jinetes que llevaban “los caballos más gallardos y briosos que había contemplado en mi vida”. Describió que el camino que transitaron estaba muy bien empedrado y que, ante su vista, apreció “los paisajes más seductores, que variaban constantemente”. La esposa del general, contó Bache, fue la encargada de mostrar la gran extensión territorial que atendía en los momentos cuando su esposo se ausentaba por asuntos militares.

     Luego de este, según su percepción, reconfortante encuentro se dirigió al centro de Caracas, la cual lucía orlada e iluminada en honor al onomástico de Simón Bolívar, “el día de San Simón”. Con fecha 28 de octubre, “día de San Simón”, reseñó que las ceremonias habían iniciado con un desfile de funcionarios civiles y militares quienes se dirigían hacia la Catedral para la misa mayor. También observó cuerpos de infantería a los que comparó con algunos existentes en su país, “marchaban con muy buen compás, al son de una excelente banda”.

     Expresó que había ido de visita al despacho del general Soublette porque la misma era “ley en días santos” y que cualquier omisión en este orden era expresión de ruptura social. Contó que a las cuatro de la tarde fueron para una corrida de toros que le decepcionó, aunque “asistían alrededor de diez mil personas”. Según relato, los animales eran muy mansos y debían ser estimulados con pinchazos de garrocha. Añadió que las calles estaban “hermosamente ornamentadas con colgaduras de damasco, en las que se advertían los colores de la bandera”.  

José Gil Fortoul (1861-1943) fue uno de los más importantes historiados de la Venezuela de finales del siglo XIX y principios del XX
El 28 de octubre de 1822, los alredeores de la Catedral lucían adornados e iluminados en honor al onomástico de Simón Bolívar (Día de San Simón)

     Expresó que en horas de la noche se había presentado un “espléndido sarao conmemorativo”. La cena a la que fue invitado, a la luz de este acto, había sido “suntuosa” y la “música me cautivó no sólo por lo peculiar de su ritmo, sino también por el estilo del baile”. En comparación con algunos bailes franceses y estadounidenses, estimó que la danza que observó era “suave y gentil”. En general le pareció un baile representativo de cadencia y equilibrio. Sin embargo, en un momento del desarrollo de la fiesta hubo una interrupción. Una dama lloraba con gran desconsuelo porque “su esposo se había excedido en atenciones con otra beldad”. Consideró que tal forma de manifestar un descontento en una reunión festiva debió haber sido “irrefrenable”. “La compadecía muy sinceramente, sobre todo a su hija, quien llena de confusión salió en compañía de la madre”.

     Del general Soublette indicó: “ocupaba un asiento privilegiado en el testero del salón, repantigado con graciosa indiferencia, y parecía contemplar el regocijo de sus gobernados con indulgente satisfacción”. 

     También observó a las espaldas del general, a un par de graciosas hermanas, “cuyas rollizas mejillas e irreprochable frente delataban que jamás habían sido afectadas por las fatigas del pensamiento”. Dijo al respecto que divertían a los presentes por dormir plácidamente, “mientras en su torno resonaban la algazara y el ajetreo de la numerosa concurrencia”. Las que denominó “bellas durmientes” eran objeto de “admiración general”. Luego de describir esta situación, inusual para él, afirmó que con seguridad nunca el par de jóvenes había sido objeto de tan prolongada atención. Terminó este aparte de su relato con un comentario acerca del gobernador de la ciudad, “de quien se decía que había tenido que vivir oculto en un sótano durante cuatro años para escapar de las persecuciones de sus enemigos”.

Entrevista Leonardo Palacios – SoloConThaelman

Entrevista Leonardo Palacios – SoloConThaelman

     El martes 5 de abril nuestro presidente, Leonardo Palacios Márquez, aceptó la invitación del espacio «Solo con Thaelman» para exponer sus primeras impresiones sobre la implementación de la reforma del Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras. Si quieres escuchar la entrevista completa click

Caracas en 1898: Calles y paseos

Caracas en 1898: Calles y paseos

CRÓNICAS DE LA CIUDAD

Caracas en 1898: Calles y paseos

José Gil Fortoul (1861-1943) fue uno de los más importantes historiados de la Venezuela de finales del siglo XIX y principios del XX
José Gil Fortoul (1861-1943) fue uno de los más importantes historiados de la Venezuela de finales del siglo XIX y principios del XX

     Hacia 1898, de regreso de una de sus misiones diplomáticas, el historiador larense José Gil Fortoul colabora en diarios y revistas de Caracas, en los que narra la vida cotidiana en calles, plazas y paseos de la capital venezolana.

      Se ha dicho de la Plaza Bolívar, que es un salón. Agregamos, para que el símil no parezca estrambótico: ̶ en las noches de retreta.

     Allí se da cita en las noches del domingo y del jueves lo más culto y elegante de Caracas.

     Allí hacen gala nuestras damas, de tocados y trajes parisienses, y atraen miradas y corazones con su airoso trapío. Allí se estrena la levita flamante, el sombrero de aterciopelados reflejos y la corbata subyugadora. Allí se conversa, Sobre todo, allí se pasea con placer. Con placer, porque el piso es bueno. No se corre allí el peligro de tropezar con una piedra suelta, o sumirse en un atolladero, o dar un paso en falso en un zanjón, como sucede, por desgracia, cuando usted se echa a andar por esas benditas calles de Caracas.

     No hablamos en guasa, ni pertenecemos a la clase de los ‘inconformes’. Estos no hallan en la tierra nada bueno. A nosotros nos parece óptimo el paseo de la Plaza Bolívar. Pero las calles son pésimas y es preciso decirlo y gritarlo, a ver si se convierten pronto en calles de capital civilizada.

     Ni damos palos de ciego. El ministro de Obras Públicas, es un caraqueño joven y amigo del progreso. Tiene que desear, por consiguiente, que la capital merezca su nombre y sea digna de su categoría. Sabemos también que no se cansa de arbitrar los medios de lograrlo, y emplea útilmente la parte del tesoro que a su Ministerio corresponde. Pero debemos observar que tal parte es insuficiente, y que, si vamos a seguir a pasitos como ahora, no tendremos calles transitables ni de aquí a diez años.

     ¿La crisis fiscal? Si, ya lo sabemos. La crisis fiscal se ve y se siente. Lo que no se ve es su solución. Y ya es tiempo de que los señores ministros nos digan cuándo la veremos.

     Uno de nuestros colaboradores que sí es guasón, e interrumpe a cada instante su artículo para leer estas cuartillas, nos dice mordiéndose los bigotes: “La solución del problema de las calles no puede ser sino la consecuencia lógica de la solución del problema autonomista. Espere, compañero, y ya verá”. Dios lo oiga, porque si el proverbio no marra, vale más tarde que nunca.

     Entre tanto, echemos a volar la fantasía, y preveamos el Caracas del porvenir. No bien baja usted de la Plaza Bolívar a la esquina de las Gradillas o sube a la de la Torre, se va hasta el Guaire o hasta la estación de Petare por calles bien adoquinadas, barridas y regadas.

     Si va a pie, las aceras le invitan a caminar a paso rítmico, como lo exige el clima, sin preocuparse con tropezar en imprevistos estorbos. Se va usted atento a los ojos que fulguran detrás de las misteriosas celosías, y cuando no hay tales fulgores se apacienta usted mirando las fachadas. Ya no están barnizadas de chocolate ni mamey, ni se desconchan como aquellas de remotos tiempos que parecían enfermas de exótica erupción. Son blancas como las de Andalucía y Argelia, o sonríen (perdone usted el tropo) con el suavísimo primer verdor de las hojas primaverales.

     Si es un carruaje, oye usted el golpear acompasado de las herraduras y siente girar veloces las ruedas de caucho sobre un suelo liso y duro. Ya los caballos no cojean sobre adoquines sueltos, ni van los carruajes dando tumbos.

La Plaza Bolívar de Caracas es el lugar de encuentro de venezolanos y extranjeros
La Plaza Bolívar de Caracas es el lugar de encuentro de venezolanos y extranjeros
Caracas es la metrópoli; la casa principal de la familia venezolana, y el salón de recibo de la casa
Caracas es la metrópoli; la casa principal de la familia venezolana, y el salón de recibo de la casa

Interacción con la audiencia

     Varios lectores se han apresurado a escribirnos acerca de nuestro artículo del sábado. Nos dicen que los caraqueños han visto con placer que “El Pregonero” tome tanto interés en el porvenir de la capital, y nos animan a insistir prometiéndonos una buena cosecha de aplausos. Gracias; insistiremos.

     Pero nuestra correspondencia de ayer nos trae también otras cosas, que no son flores, y a las cuales debemos consagrar hoy unas cuartillas. Vamos por partes, y empecemos por las cosas menudas.

     Dice un lector, que cuando mencionamos el Arco de la Federación, que adorna el paseo de la Independencia, lo hicimos de un modo ambiguo como si mostrásemos una punta de oreja goda. No hay tal, caro lector. En primer lugar, este humilde servidor suyo es un federalista convencido que ha escrito hasta un libro en favor de la práctica sincera del sistema federal: de suerte que la estocadita de usted ha “pasado”, como dicen los espadachines.

     Además, el ser o no ser partidario de la federación no tiene nada que ver con la estética. Y de eso se trata. El Arco de la Federación nada adorna allí donde está, y es un ataque indirecto a la arquitectura y al buen gusto. Cuando se le contempla con ojos de artista, más parece monumento anunciador de ruina, que un arco triunfal; y si el paseo se convierte en lo que debe ser, en un lugar de recreo donde no se vean sino cosas bellas, no hay duda de que el arco se le mandará a pasear por otros sitios.

     Como se mandará también a servir en otra parte al célebre viaducto, que no es vía, porque allí no pasa nadie ni nada, a no ser el viento de Catia.

     Otro lector, o lectora (debe ser lectora y guapa por el papel perfumado que gasta, por la letra menudita y nerviosa, y por el estilo salado y donairoso) se preocupa por las fachadas de las casas y dice que, aun cuando los matices del chocolate y del mamey le gustan mucho, no peleará por ellos; pero que las fachadas blancas, como las de Andalucía y Argelia, resultarían aquí una atrocidad, porque serían reflectores de nuestro implacable sol, y deslumbrarían, y quedarían como ascuas.

      ¡Cara lectora! Así como tiene usted la amabilidad de no discutir sobre el barniz del color del mamey y chocolate, le abandonaremos el campo y le rendiremos parias a la defensa de las fachadas blancas. Sólo que, debemos recordarle a usted, que recomendamos también el “suavísimo primer verdor de las hojas primaverales”. Trátase de buscar un matiz que regocije los ojos, contente el buen gusto y no nos haga rabiar con esos desconchamientos horrorosos que hoy vemos a cada paso. Usted debe ser, sobre guapa y donairosa, mujer de fino gusto en el arte de armonizar colores y matices, supuesto que en tocados y vestidos más parecen las caraqueñas hermanas de las hijas del Sena que no nietecitas de las beldades del Guadalquivir. ¿Querrá usted revelarnos las letras de su nombre y las señas de su casa? Iríamos al punto de interviewarla (perdone el barbarismo) para dar debida solución a este dificilísimo problema.

El Arco de la Federación, cuando se le contempla con ojos de artista, más parece monumento anunciador de ruina, que un arco triunfal
El Arco de la Federación, cuando se le contempla con ojos de artista, más parece monumento anunciador de ruina, que un arco triunfal

     Por último, un lector que debe ser viejo y economista, o viejo economista, nos objeta, que para transformar a Caracas del modo que dijimos se necesitan millones que debieran gastarse proporcionalmente en embellecer todas las ciudades de la República, queremos malgastarlos (así dice) en hacer de Caracas un París chico.

     ¿Qué se requieren millones? Ya sabríamos buscarlos donde los hay. ¿Qué sería malgastarlos? Eso no. Caracas es la metrópoli; como dijéramos la casa principal de la familia venezolana, y el salón de recibo de la casa. Bella, sería el lugar de delicias: grande y rica, motivo de orgullo de todos los venezolanos.

     Además, señor economista, los dineros gastados en calles limpias, plazas hermosas, paseos deleitosos, hoteles confortables, obras de higiene y obras de arte, se los devolvería a usted Caracas multiplicados por mil y más. Los provincianos vendrían a gozar de su capital y los extranjeros llegarían a comprarnos con haces de billetes el aroma de nuestras flores, el encanto de nuestro clima y los rayos de nuestro sol. Y cuando regresasen éstos a sus tierras frías y oscuras, dirían a los amigos, que a pie del Ávila existe una ciudad culta y bella donde vale la pena gastar los cuartos y pasar los meses del invierno.

     Afluirían turistas como, a Argel y al Cairo. También mercaderes, con telas y máquinas, inventos y artefactos. Vendrían artistas a buscar inspiraciones y a dejar obras hermosas. Correrían por esas calles el oro y el ingenio. Caracas sería un centro intelectual y mercantil.

     Sería, en suma, capital civilizada, porque la civilización es eso: calles y paseos, plazas y hoteles, agua sin microbios, casas confortables, muchos árboles que den sombra, muchas flores que alegran los ojos y perfuman el aire, teatros espaciosos, avenidas en que hormigueen caballos y carruajes. . .

     ¿Qué todo ese rumbo será para los ricos solamente? No, ¡pardiez! Para los pobres también, los cuales más que los ricos necesitan parques umbríos para descansar de sus faenas y distracciones de balde para olvidar alguna vez sus infortunios y miserias.

     En resolución, una capital se civiliza cuando emplea muchos dineros en embellecerse, y la belleza de una capital equivale a vida sana, agradable y fecunda.

Fuentes consultadas:

  • Gil Fortoul, José. La Caracas de 1898. Revista Crónicas de Caracas. Caracas, enero-junio, 1961

“Chivita” Lezama, patrimonio del béisbol venezolano

“Chivita” Lezama, patrimonio del béisbol venezolano

OCURRIÓ AQUÍ

“Chivita” Lezama, patrimonio del béisbol venezolano

Desde 1944, Lezama anima la tribuna izquierda ocupada por los seguidores del conjunto caraquista, bien como Cervecería o bien como Leones
Desde 1944, Lezama anima la tribuna izquierda ocupada por los seguidores del conjunto caraquista, bien como Cervecería o bien como Leones

     El conocido animador de los Leones del Caracas que en febrero de 2022 cumplió 103 años, sigue al equipo desde que se estrenó como Cervecería Caracas en el legendario Estadio de San Agustín, en el certamen amateur capitalino de 1942

     Cuando en mayo de 1942 el equipo Cervecería Caracas reemplazó al club Princesa de Maiquetía en la pelota de segunda división, Jesús Alejandro Lezama contaba con 23 años de edad y tenía seis años que había fijado residencia en Caracas tras llegar en el año 1936 de su nativa Tucupita.

     Lezama se convirtió tempranamente en seguidor del naciente conjunto cervecero, pues en sus filas militaban varios integrantes de la selección nacional que había ganado el campeonato mundial de beisbol amateur en la capital cubana, en 1941

Todavía faltaban un par de años para que hiciera el grado como primer animador del conjunto lupuloso, pero ya despuntaba, en las tribunas de madera del legendario Estadio San Agustín como el aficionado que a muy corto plazo sería el partidario más fiel de la divisa de mayor tradición ganadora en la historia de la pelota venezolana.

     Hoy en su residencia de la parroquia San Juan, al lado de sus familiares más cercanos, guardando todas las recomendaciones que imponen los protocolos de bioseguridad en tiempos de pandemia, “Chivita” conmemora 103 años de su nacimiento. Llegó a este mundo en la capital de Delta Amacuro, la mañana del domingo 9 de febrero de 1919.

     Aunque para este 103 onomástico, Lezama no empleará la misma petición que mantuvo por más de treinta años, de exigir que le pagaran sus prestaciones sociales después de pasar toda una vida prestando servicios en el Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS) como cobrador, gracias a la mediación que en enero de 2022 le prestó el ex pelotero y presidente del Instituto Nacional de Hipódromos (INH) Antonio “Potro” Álvarez. Sus deseos se orientan hacia que la directiva de los Leones del Caracas se esfuerce por armar un equipo que sea capaz de ganar.

     Afirma que tiene esperanzas de festejar el 21° título de los Leones en la temporada 2022-23 porque no soporta la sequía récord de una docena de campañas consecutivas sin alzar el trofeo de campeones.

     A sus 103 años, Lezama goza de una envidiable memoria. En septiembre de 2021, recordaba, en entrevista con el periodista Gerardo Blanco, que hasta finales de los años setenta, pagaba su pasaje para acompañar al equipo cuando jugaban en el interior. Fue a partir de 1977, bajo la gerencia de Francisco Rivero (yerno del “Negro” Prieto), que lo integraron oficialmente a las giras del club. “Me daban viático y habitación, pero jamás cobré un sueldo”, rememoró.

A sus 103 años, Lezama tiene esperanzas de festejar el 21° título de los Leones en temporada 2022-23
A sus 103 años, Lezama tiene esperanzas de festejar el 21° título de los Leones en temporada 2022-23
La longevidad y energía de Jesús Alejandro Lezama son cualidades dignas de admiración de este singular personaje del deporte venezolano
La longevidad y energía de Jesús Alejandro Lezama son cualidades dignas de admiración de este singular personaje del deporte venezolano
“Chivita” ha sido testigo presencial de los 20 campeonatos que ha ganado el Caracas y las dos veces campeón de la Serie del Caribe
“Chivita” ha sido testigo presencial de los 20 campeonatos que ha ganado el Caracas y las dos veces campeón de la Serie del Caribe

     Lezama ha sido testigo presencial de los 20 campeonatos que ha ganado el Caracas en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP) y ha estado en la cueva del club que se ha proclamado campeón de la Serie del Caribe en Hermosillo, México- en 1982, y en Maracay-Valencia- en 2006.

     Como una suerte de ñapa a su resumen curricular pueden agregarse otras cuatro coronas que elevan a 26 su palmarés y el del club. Son la de segunda división que ganó el Cervecería en el año 1942, las dos copas de campeón de primera división que alzó el conjunto lupuloso en las ediciones 1942-43 y 1945 y el gallardete que conquistaron en la Serie Interamericana de 1950.

     Su longevidad y energía son, sin lugar a dudas, cualidades dignas de admiración de este singular personaje del deporte venezolano. Difícilmente en el ambiente deportivo de Venezuela otro equipo puede lucir entre sus seguidores una figura tan emblemática y querida como la tienen los Leones.

     ¡Salud!, “Chivita” y que esa celebración de los primeros 103 años se complemente con el fin de la sequía.

Loading
Abrir chat
1
Contacta a nuestro equipo.
Escanea el código
Contacta a nuestro equipo para aclarar tus dudas o solicitar información.