Abril de 1968

Abril de 1968

REVISTA PRODUCCIÓN

Abril de 1968

Sinopsis

Por: Esther Mobilia

     La edición está dedicada al estudio de las condiciones de la industria química y farmacéutica. Inicia con la presentación de las Gacetas Oficiales de carácter económico publicadas en la legislación venezolana. La edición dedica un espacio para honrar la figura del empresario venezolano Santiago Alfonzo Rivas luego de su reciente fallecimiento. La Cámara de Industriales publica un artículo sobre la zonificación industrial que fue previamente presentado en el II congreso de Ingeniería Sanitaria. Nuevamente, la Cámara ratifica que el sector industrial teme efectos adversos de una desgravación acelerada en el marco de la negociación del pacto subregional.

     Oscar Pérez Mijares, expresidente de la Cámara Farmacéutica Venezolana plantea algunos interrogantes en relación con el pacto subregional que se vinculan con las condiciones de la industria farmacéutica. El director de Cordiplán, Héctor Hurtado, plantea algunos puntos iniciales sobre el proyecto de acuerdo subregional. Se recopilan algunas declaraciones sobre el XX período de sesiones del Instituto Latinoamericano del Fierro y del Acero (ILAFA), resaltando la importancia de la industria siderúrgica. Se presenta un balance del segundo semestre de la empresa Electricidad de Caracas en el marco de la asamblea de accionistas de marzo de 1968. José Antonio Mayobre expresa la estabilidad económica de Venezuela y su idoneidad para el desarrollo de negocios.

     En el Congreso Latinoamericano de Industriales celebrado en México en 1968, se publica la posición presentada por los países de la región, delimitando su estrategia para el desarrollo económico. Se registran fotografías de los actos de inauguración de la recolección de fondos de la Cruz Roja, del acto en honor al excanciller de Alemania, Ludwig Ehrard, entre otros. El presidente de la Asociación de Fabricantes de Productos Químicos (ASOQUIM), Pedro Pick, realiza un balance de la industria química venezolana y de sus vínculos con la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC)

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     Se presenta un artículo acerca de la responsabilidad social del empresario y su relación con el desarrollo económico latinoamericano. Se informa acerca de la VII convención de Barquisimeto, específicamente en relación con la preocupación de los industriales farmacéuticos y el acuerdo subregional. John Phelps explica las principales características del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICYP). Marcelo Barquin analiza el rol de Venezuela en el mercado de Centroamérica y el Caribe. El Secretario General de Fedecámaras, Vicencio Báez Finol, presenta algunas dudas de carácter jurídico en el marco del acuerdo subregional. Leonardo Montiel, miembro de la industria farmacéutica explica por qué el sector es uno de los pilares más importantes de la política industrial del país. En la sección de noticias breves se presentan informaciones sobre adelantos tecnológicos en diversos procesos productivos. Posteriormente se publica un artículo que explica por qué la coyuntura actual resulta favorable para Venezuela. El periodista J. Sanjuán escribe un artículo de opinión en el que hace un balance de la economía venezolana a lo largo del mes transcurrido. La Corporación Venezolana de Fomento informa sobre el monto total de créditos que fueron aprobados en 1967 para el desarrollo del sector manufacturero. La Asociación de Industriales Metalúrgicos, en una Asamblea General Ordinaria se pronunció acerca de la necesidad que tiene el país de revisar su política minera, en especial la relacionada con el hierro. En temas de carácter demográfico se explica el papel del crecimiento de la población y la fecundidad diferencial en América Latina. En la sección Misceláneas se publican noticias variadas sobre en mundo empresarial. Culmina la edición con las direcciones y los contactos de los asociados a la Cámara de Industriales de Caracas.

Más revistas

Agosto de 1968

Esta edición está dedicada a los sectores transporte y turismo.

Abril de 1968

La edición está dedicada al estudio de las condiciones de la industria química y farmacéutica.

Enero de 2002

La edición está dedicada a la solicitud hecha por parte de los empresarios de que se concreten avances en seguridad social.

Boletín – Volumen 98

Boletín – Volumen 98

BOLETINES

Boletín – Volumen 98

Sinopsis

Por: Dr. Jorge Bracho

     Para este número con fecha enero 1 de 1922, la página 1381 abre con “1922” en que desean un buen año y reiteran el compromiso de la Cámara para seguir editando el Boletín, con los cambios que se le hicieron desde el año 1921. En “Situación comercial” hacen referencia a la difícil situación del intercambio comercial en Venezuela (Pp. 1381-1382). En “Éxodo de oro de Venezuela” se presenta el valor en moneda extranjera del oro que va a Nueva York. A pedido de V. Lecuna. R. S. García envió un artículo titulado “Fomento” donde aborda asuntos relacionados con la agricultura y sus potencialidades en Venezuela (Pp. 1383-1384).

     “Conferencia del doctor Georges Rouma” está referida a las palabras dirigidas por uno de los delegados de la delegación belga que visitara el país en diciembre del año anterior (Pp. 1384-1388). De seguidas, “Comercio cubano – venezolano” en el que se hace referencia a la importancia del comercio entre Cuba y Venezuela, en el mismo se argumenta esta necesidad porque el comercio con Europa “todavía no nos ha reportado ningún extraordinario bien” (Pp. 1388-1393).

Boletín 92

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     El general Pedro Ducharme, presidente constitucional del estado Monagas, presentó “Informe sobre el comercio del estado Monagas” en que su autor refiere que entre 1865 y 1870 había casas comerciales francesas, inglesas, españolas, alemanas y venezolanas en Maturín que comerciaban con el algodón. Sin embargo, para 1922 sólo sobrevivían algunas venezolanas y sirias. Adjudicó este declive a la caída del precio del algodón y las dificultades que derivaban de apropiadas vías de comunicación (Pp. 1393-1396). Le sigue, “Estudio relativo al comercio e industrias del estado Trujillo” preparado por Julio Sánchez – Vegas. Su autor anotó como de gran importancia el intercambio que mantenía Trujillo con zonas aledañas del Zulia, Mérida, Lara y Portuguesa y que la podría convertir en un lugar importante de eje comercial (Pp. 1396-1399).

     En la página 1399 se insertó “Proyecto de construcción de un ferrocarril de Cúcuta al Magdalena, en Colombia”. Más adelante, fue incluido “La Bélgica industrial” que resulta ser un comentario de un folleto relacionado con las industrias de este país europeo (P. 1399). A continuación, continúan los apartes del historiador estadounidense C. H. Haring que para esta oportunidad ofrece un capítulo titulado “Comercio. El monopolio español” (Pp. 1400-1413). En “La pandemia en Tumeremo” se da a conocer los estragos causados por ella en esta localidad del sur de Venezuela (P.1413).

     En la misma página aparece un cuadro “Entradas de cacao por La Guaira en los años de 1920 a 1921” e, igualmente, “Aumento de precio” en el que se informa que el Boletín tendrá un costo de dos bolívares en vez de 1,50, a partir del número 99. En “Sección de correspondencia” se ofrecen intercambios desde Gutenberg, Palermo, Gáldar y Asteen. Al final de la página 1413 se incluyó “Primer Congreso de agricultores, ganaderos, industriales y comerciantes”, una nota de agradecimiento para el Comité de los Concursos La Hacienda por el obsequio de un libro bajo aquella denominación y cuya edición fue comentada de manera favorable desde el Boletín.

     En la página 1414-1415 se incluyó un cuadro: “Estadística relativa a ganado vacuno del estado Anzoátegui”. A partir de la página 1416 hasta la 1419 se insertaron un conjunto de cuadros relativos a la comercialización del café, del cacao, los tipos de cambio en Caracas para diciembre de 1921 y los precios de productos en varios lugares de Venezuela para esta misma fecha. En la página 1420 fue publicado “El café” en que se advirtió la situación de su comercialización en el mundo, en especial, Brasil. En “Crónica azucarera” se presentó un balance del intercambio de este producto en varios países del mundo, en especial la producción en tierras de Europa.

     Al final, carilla 1421, el cuadro “Movimiento de valores públicos en la Bolsa de Caracas y en la de Maracaibo en diciembre de 1921”.

Más boletines

Boletín – Volumen 117

Esta edición de agosto de 1923 presenta al comienzo “Situación mercantil”.

Boletín – Volumen 113

En primer lugar, “Situación mercantil” donde se lee: “En marzo hubo alguna animación comercial; nos referimos especialmente al ramo de telas.

Boletín – Volumen 122

Para esta edición correspondiente al primero de enero de 1924 sus editores presentaron una salutación por el nuevo año que recién iniciaba.

Carlos del Pozo, primer electricista venezolano

Carlos del Pozo, primer electricista venezolano

Científico e inventor autodidacta, sobre quien muy poco se ha escrito. Se presume, sin prueba documental alguna, que era guariqueño (c1743-c1813). Alejandro de Humboldt, al visitar Calabozo en 1800, se asombra de encontrar baterías, electrómetros, electróforos, etc., hechos por este ilustre venezolano.

Por Guillermo S. García

A comienzos del siglo XIX, Carlos del Pozo inventó un mecanismo que le proveía electricidad a su pequeña vivienda situada a unos doce kilómetros de la ciudad de Calabozo

A comienzos del siglo XIX, Carlos del Pozo inventó un mecanismo que le proveía electricidad a su pequeña vivienda situada a unos doce kilómetros de la ciudad de Calabozo.

     “El hecho de que subsista la ignorancia para unas cuatro o cinco generaciones de venezolanos, sobre quién fue nuestro primer electricista, inclusive para los que se han dedicado al estudio teórico de la electricidad, y hasta para los que han alcanzado el grado de ingeniero electrónico, se debe más que todo a falta de interés o apatía de carácter investigativo, de quienes en su oportunidad han debido ilustrar nuestros anales patrios, muy especialmente cuando se trata de valores humanos.

     Por esta razón hoy en día se hace difícil lograr fuentes donde encontrar la información que pueda proporcionar el cómo confeccionar un trabajo que permita, con el mayor número de características biográficas, delinear la figura de este ignorado sabio guariqueño, que prestigia la nacionalidad venezolana. Sin embargo, haremos por satisfacer un deseo propio cual es el de bosquejar, en lo posible, con los pocos datos con que contamos, la personalidad de quien es un orgullo para todos los venezolanos y quien debiera de ser hoy en los centros universitarios, símbolo y paradigma para los estudios de la electrónica.

     La clave del descubrimiento del primer electricista venezolano parte desde el 16 de julio de 1799, con el arribo a Cumaná –para entonces capital de Nueva Andalucía– del navío “Pizarro”, el que traía a bordo a las dos más insignes figuras que hayan visitado las colonias españolas a fines del siglo XVII: Alejandro de Humboldt, filósofo, naturalista, astrónomo, físico, sociólogo, geógrafo e historiador alemán, y Aimé Bonpland, médico y naturalista francés. Ambos venían cumpliendo fervorosos deseos de explorar científicamente a la América Latina, y como dijera el libertador Bolívar, le hicieron más bien a la América con su saber que todos los conquistadores. Y decimos que parte de esa fecha el descubrimiento del electricista Carlos del Pozo, porque si a estos cienítficos exploradores no se les hubiera ocurrido visitar a Venezuela, nuestro primer electricista hubiera permanecido ignorado de ese título que como tal le corresponde en la historia.

     Allá en su lar nativo, en el pueblo de Todos los Santos, hoy ciudad de Calabozo del estado Guárico, vivía Carlos del Pozo con la admiración y aprecio de sus coterráneos, cosa que le granjeaba su condición de hombre reposado, de modales cordiales, de múltiples capacidades y sobresaliente inteligencia. Su contextura anatómica semejaba la del célebre hidalgo don Quijote de la Mancha: alto, delgado y de piernas largas, pero con rasgos fisionómicos finos: tez blanca pálida y lampiño.

     Tenía un fundo agrícola y un pequeño rebaño de ganado en la posesión denominada “Gálvis”, a una distancia aproximada de doce kilómetros al suroeste de la ciudad de Calabozo. Estos eran todos sus bienes, con los que vivió modestamente.

     Pero he aquí que aquel hombre, aparte de sus condiciones de agricultor y honrado trabajador, tenía inquietudes de investigador, especialmente en el campo de la física, y con preferencia en los fenómenos de la electricidad, por lo que con pasión escudriñaba sus secretos, aun en pañales para su época. En su casa tenía un cuarto especial, convertido en todo un laberinto de aparatos raros, ideados por su propia imaginación lo que para los legos en la materia que le visitaban y le veían acucioso con tan desconocidos artefactos, le creían de excéntrico espíritu, embebido en extrañas brujerías. No así ocurría para otros que más o menos le entendían sus peroraciones científicas y le vieron colocar, bajo su dirección hacia el Este, Sureste y Suroeste de Calabozo, varios pararrayos para librar a esta ciudad suya de los estragos que todos los años se producían con las tempestades atmosféricas. Igualmente le respetaron, cuando fue él quien dio la idea al Cabildo de la entonces Villa de Todos los Santos, de hacer abrir un canal o zanja por el Este, Sur y Oeste, obra que se realizó por su empeño para salvar a la ciudad de las inundaciones anuales que le ocasionaba las estaciones lluviosas.

     Andando Humboldt en sus exploraciones por la Guayana, en regiones ajenas al movimiento intelectual del mundo civilizado, se sorprende al encontrar salvajes que producían electricidad. “Con gran sorpresa mía –decía el sabio Barón– he podido reconocer que los salvajes de las orillas del Orinoco, una de las razas más degradadas de la Tierra, saben producir electricidad por frotamiento: los chiquillos de esas tribus se divierten en frotar los simientes aplastadas, secas y brillantes, con una especie de planta trepadora hasta que atraen las partículas de algodón o de hoja de caña”. Pero mayormente se soprende cuando llega a Calabozo. Lo primero que le llama su atención es ver protegida la ciudad con una red de pararrayos. Se asombra de que pueda haber nativos tan expertos en electricidad como los estudiosos de ultramar. Se interesa sobremanera en conocer al señor del Pozo, de quien ya le han dado importantes referencias.

Humboldt se asombró con los inventos del venezolano Carlos del Pozo

Humboldt se asombró con los inventos del venezolano Carlos del Pozo.

Visita de Humboldt

     Al enterarse Carlos del Pozo de que el sabio Humboldt le va a visitar, le prepara una de las más inesperadas sorpresas que el físico alemán recibiera en Venezuela: formó un circuito con la carga eléctrica de un Gimnoto o “Temblador”, como vulgarmente llaman a este pez lleno de misterioso fluido, circuito con el que –elaborado con su propia técnica– electrizó la puerta de su casa, la que Humboldr tocaría al llegar a visitarle. Ese fue el saludo de presentación de nuestro ingenioso criollo para admiración del inmortal autor de “Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente” para quien por primera vez en su vida experimentaba en su propio cuerpo el fenomenológico fluido de la electricidad, y como posteriormente él mismo se expresó: “Jamás habré recibido una conmoción tan terrible como la experimentada al poner imprudentemente los pies encima de un Gimnoto acabado de sacar del agua, habiendo padecido todo el día un dolor agudo en las rodillas y en casi todas las articulaciones”.

     Como era lógico, al conocer y tratar Humboldt a Carlos del Pozo, e investigarle sus trabajos, comprobó que indiscutiblemente había dado con uno de sus más valiososo hallazgos en estas aisladas tierras, lo que posteriormente dejó escrito como testimonio de ese descubrimiento que hizo en sus andanzas explorativas por los vericuetos de este hemisferio. He aquí sus testimoniales conceptos:

    “En medio de los Llanos, es decir, en la ciudad de Calabozo, encontramos una máquina eléctrica de discos grandes, electróforos, baterías electrómetros, y una colección de instrumentos, casi tan completa como la de uno de nuestros físicos europeos. No habían venido todos estos objetos de los Estados Unidos: eran obra de un hombre que jamás había visto ningún instrumento, que no podía consultar a nadie, y que no conocía los fenómenos de la electricidad sino por la lectura del Tratado de Sigand y de las Memorias de Franklin. El señor Carlos del Pozo, que así se llamaba aquel hombre estimable e ingenioso, había comenzado a hacer máquinas eléctricas de cilindro, sirviéndose de unos grandes frascos de vidrio, a los cuales había cortado el cuello. Nuestra mansión en Calabozo le fue de la mayor satisfacción; y es natural que la tuviese en recibir los sufragios de dos viajeros que podían comparar sus instrumentos a los que se hacen en Europa”.

    “Yo llevaba conmigo electrómetros de paja de bola de sauco y de hojas de oro batido, y aun una botellita de Leyden, que se podía cargar según el método de Ingerbonss, y que me servía para las experiencias fisiológicas. El señor Pozo no cabía de gozo al ver por la primera vez unos instrumentos que él no había hecho y que parecían copiados sobre los suyos. Nosotros le hicimos ver el efecto del contacto de los metales heterogéneos en los nervios de las ranas. Los nombres de Galvani y de Volta no habían llegado todavía a aquellas vastas coledades”.

     Después de las máquinas eléctricas elaboradas por la industriosa sagacidad de los habitantes de los Llanos, nada podía ya fijar nuestra curiosidad en Calabozo, sino en los torpedos y gimnotos, que son otras tantas máquinas eléctricas animadas”.

     Naturalmente, es cierto, que este descubrimiento de Humboldt no se supo acá en Venezuela sino muchos años después, cuando se conoció la nota en referencia, incluida en las narraciones de sus viajes. Para la fecha en que se leen las obras de Humboldt, ya del Pozo hacía tiempo había muerto. A esto se agrega los tantos años que ocuparon toda la atención de los venezolanos con la guerra de la emancipación, y los posteriores vividos en intrigas políticas, que privaban toda acción de investigaciones históricas de nuestros valores humanos, y si las hacían, le daban mayor preferencia a los hechos ocurridos en nuestra contienda independentista.

El merideño Tulio Febres Cordero, tras conocer los hallazgos de Humboldt, fue uno de los primeros historiadores que se ocupó de divulgar los inventos de Carlos del Pozo

El merideño Tulio Febres Cordero, tras conocer los hallazgos de Humboldt, fue uno de los primeros historiadores que se ocupó de divulgar los inventos de Carlos del Pozo.

Febres Cordero y del Pozo

   El primer historiador nativo que se ocupa de Carlos del Pozo, luego de haber conocido el testimonio de Humboldt, es nuestro insigne Tulio Febres Cordero, quien en el periódico El Lápiz del año de 1891, publicó un breve opúsculo titulado “Un Telegrafista del Siglo Pasado”, donde además de hacer resaltar los comentarios del notable físico guariqueño, descubierto por Humboldt y Bonpland, trata de las observaciones y experiencias realizadas por estos sabios con el pez eléctrico Gimnoto, propio de nuestros ríos. Tal vez Tulio Febres Cordero denominó a del Pozo como telegrafista, porque la electricidad donde vino a dar sus primeros frutos fue con los sistemas de aparatos telegráficos, que se inventaron aprovechando la electricidad estática por frotamiento, como fueron los sistemas del escocés Marshall, del ginebrino Lesage y del español Salvá a mediados y fines del Siglo XVIII, no tuvieron alcance positivo, más aún cuando, los aparatos eléctricos ideados por del Pozo, distaban mucho de los sistemas telegráficos aludidos, y para cuando tuvieron éxito los sistemas telegráficos con el triunfo del descubrimiento de la electricidad dinámica, ya Carlos del Pozo no existía.

     Después, en 1910, Luis Antonio Díaz publicó en el periódico El Bazar un artículo sobre la personalidad de Carlos del Pozo, donde además de citar los comentarios de Humboldt, dice que, aun cuando se ignora por completo las fechas de nacimiento y muerte de tan ilustre guariqueño , es muy probable que haya nacido por los años de 1750 a 1775, y su muerte haya acaecido a fines del primer cuarto del siglo XIX, pero lo que sí se sabía con certeza era de que descendía de los primitivos pobladores del entonces pueblo de Todos los Santos, hoy Calabozo, y de donde era oriundo. Además, informa Díaz que, “en el año de 1810, fue Teniente Justicia y Mayor Corregidor del pueblo de Camaguán según aparece de una certificación que con tal carácter expidió ahí en aquella fecha”.

     Respecto a este último dato, Carlos del Pozo fue colaborador del gobierno real, pues Enrique Bernardo Núñez, también lo afirma, cuando en relación a su obra de “Calles y Esquinas de Caracas”, en 1949 escribió una nota que trataba sobre las construcciones de los antiguos teatros den Caracas y nuestro primer electricista aparece destacado al decir Núñez:

     “. . . El proyecto de poner techo al Coliseo forma larguísimo expediente y por ellos se ve pasar la figura escurridiza de Carlos del Pozo, subdelegado de la Real Hacienda de la Villa de Calabozo, el mismo que sorprende a Humboldt con sus máquinas eléctricas y le hace sentir la experiencia de los peces tembladores. En noviembre de 1805 se hace nuevo reconocimiento, pues no estaba aún comenzado el techo. Parreño se hallaba ausente. Francisco Jacot se disculpa en virtud de cierto artículo del Reglamento del real Cuerpo de Ingenieros. El ayuntamiento designa a Carlos del Pozo “por cuyos notorios conocimientos espera se realice aquella operación”. Pero del Pozo se había marchado a su Villa de Calabozo. Otro guariqueño, don Luis Corrales, preocupado en 1911 en recopilar datos de sus ilustres coterráneos, indagó, escudriñó archivos e hizo todo a su alcance por lograr una fotografía del notable físico Carlos del Pozo y lo único que apenas pudo adquirir fue, solamente, la información de que una honorable matrona calaboceña dijo haber visto un retrato de tan célebre personaje así: “casaca negra, chaleco morado mapuey, pantalón azul ajustado a la pierna bajo la rodilla con medias blancas y zapatos bajos, traje que se usaba en aquella época, como lo vemos en antiguos retratos y en el cuadro de nuestra independencia”. Además, logró don Luis Corrales los otros datos de ser “alto, de cuerpo delgado, de largas piernas, etc., y de algo tan valioso, como el único recuerdo de la existencia de este ilustrísimo venezolano, como es un facsímil de su firma, que publicamos en este trabajo”.

     Concluyendo hacia un análisis de lo que para el mundo civilizado constituyen los precursores de la electricidad desde sus orígenes en la época de filósofo Tales de Mileto, en donde en cada país o región del globo terráqueo se vanagloria de haber sido cuna de aquellos genios de la humanidad, como de ellos Inglaterra engalana las páginas de su historia con Guillermo Gilber, Roberto Boyle, Esteban  Garay, Guillermo Watson y Miguel Faraday; como Holanda se hace eco con su catedrático Muschanbroek; Italia se siente complacida con el aporte con sus dos predilectos hijos, célebres en la materia: Galvani y Volta; como igualmente a Dinamarca se le reconoce la fecunda imaginación de su Profesor Juan Cristian Oerste; Francia se asoma orgullosa por este ventanal de la ciencia con su extraordinario Andrés María Ampere; y Alemania con sus tantos físicos y químicos de renombre contribuye con el mayor de los teóricos de las corrientes eléctricas: Jorge Simón Ohm.

     Y así como Norte América expande su nombre a través de los tiempos, con la singular figura de Benjamín Franklin, que le robó al cielo los rayos eléctricos mediante su ingenioso cometa asimismo, se hayan o no se haya divulgado ante el mundo, América Latina también tiene su timbre de orgulloso, su puesto honroso en la galería de las grandes celebridades de la electricidad ya no con el instinto travieso de los indios de las orillas del Orinoco, sino con el nombre propio e ilustre de Carlos del Pozo, eminente físico venezolano que como electricista avanzado en su época, Humboldt y Bonpland no encontraron en sus célebres viajes otro igual en parte alguna de Oriente a Occidente”.

FUENTES CONSULTADAS

  • Pérez Marchelli, Héctor. Carlos del Pozo y Sucre. En: Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas: fundación Polar, 1989

  • Díaz, Luis Antonio. Don Carlos del Pozo. En: Revista Telegráfica de Venezuela. Caracas, 5 de julio de 1911

  • Elite. Caracas, núm. 2064, 17 de abril de 1964; págs. 30-32

Abril de 1968

Abril – Mayo de 1992

REVISTA PRODUCCIÓN

Abril – Mayo de 1992

Sinopsis

Por: Esther Mobilia

     El titular de la edición reseña el tema del contrabando y el ilícito aduanero. En el editorial se hace una presentación sobre los temas a tratar: integración con Colombia y el delito aduanero. En la sección Vínculos se reseñan noticias breves sobre el mundo de los negocios a nivel global.

     Se publica un artículo acerca de las nuevas estrategias a desarrollar en el marco del proyecto de integración con Colombia. Continuando con el tema, se analizan las potencialidades del mercado colombiano a través de la óptica venezolana. El empresario Ernesto Navarro explica el enfoque de calidad total y cómo puede impulsar el desarrollo del país.

     Con respecto al tema del contrabando, se analizan las consecuencias del ilícito aduanero para la economía venezolana a partir de testimonios de diversos empresarios. En temas de exportación se desarrolla un artículo acerca de las claves del éxito a partir de las categorías de infraestructura y mentalidad. En la sección Encuentros se reseñan diversos eventos en el sector de producción y negocios desarrollados a nivel mundial.

     Diversos empresarios y economistas reflexionan acerca del año 1992 y las proyecciones a futuro sobre el posible despegue económico del país. Se publica un artículo relacionado con el proceso de automatización de la industria venezolana. Leandro Cantó explica cuál es la verdadera función del empresario: producir, competir e innovar. Se reseña la agenda para las próximas semanas. La edición termina con las direcciones y contactos de diversos miembros de la Cámara.

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Agosto de 1968

Esta edición está dedicada a los sectores transporte y turismo.

Enero de 2002

La edición está dedicada a la solicitud hecha por parte de los empresarios de que se concreten avances en seguridad social.

Septiembre de 1969

El número está dedicado a los sectores textil, confección, joyería y relojería.

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