Febrero de 1969

Febrero de 1969

REVISTA PRODUCCIÓN

Febrero de 1969

Sinopsis

Por: Esther Mobilia

     Esta edición está dedicada al 25 aniversario de la Asociación de Industriales de Artes Gráficas. Inicia con la presentación de las Gacetas Oficiales de carácter económico publicadas en la legislación venezolana. En el editorial se hace un balance cerca de la evolución del proceso de industrialización nacional.

     Posteriormente se publica la imagen del acta constitutiva de la Asociación de Industriales de las Artes Gráficas y luego se presenta un balance de lo que la industria de las artes gráficas espera del gobierno nacional de acuerdo con las palabras del presidente de la asociación. En la sección de testimonios de los empresarios del sector se presenta Juan de Guruceaga, el cual rememora los difíciles inicios de la Asociación. Aparece una breve nota acerca del VII Congreso de Ingeniería, el cual tuvo lugar en diciembre de 1968. Continuando con el tema central de la entrega, se presenta una nota de Hans Weisz escrita por Leandro González en la que se refuerza el espíritu de solidaridad entre los industriales de las artes gráficas de Caracas.

     César Sierra, secretario ejecutivo de la asociación manifiesta la eficiente organización de la misma en un artículo escrito por Leocadio Rivas. En una asamblea celebrada el 28 de enero de 1969, la Asociación de Artes Gráficas escogió una nueva directiva. Luego de ello se publican las fotos que registran la celebración por la despedida del año en la Cámara de Industriales de Caracas. En un artículo relacionado con el área de Administración de Empresas, Pastor Martínez Leal explica la importancia de la planificación como estrategia para reducir costos. Se presentan breves noticias del mundo empresarial internacional.

     En el marco de las iniciativas del Instituto Nacional de Capacitación y Educación (INCE), se presenta el programa nacional de aprendizaje. El periodista J. Sanjuán escribe un artículo de opinión en el que hace un balance de la economía venezolana a lo largo del mes transcurrido. En el área de finanzas, un grupo de expertos opinan sobre el rol del mercado de capitales para las empresas industriales.

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     Se entrevista a Oscar Machado Zuloaga, gerente general de la Electricidad de Caracas para que analice el estado de la industrialización del país. Francisco González explica en un artículo por qué el mal llamado “sacrificio fiscal” no representa una amenaza para la industrialización sino todo lo contrario. Los expertos J. Jonio y G. Plaindoux desarrollan un artículo sobre el control presupuestario de empresas industriales. Harry T. Schwan analiza el papel de la renovación de la maquinaria y equipos de empresas industriales. Culmina la edición con las direcciones y los contactos de los asociados a la Cámara de Industriales de Caracas

Más revistas

Abril – Mayo de 1992

El titular de la edición reseña el tema del contrabando y el ilícito aduanero.

Noviembre de 1969

El número está dedicado a la industria del mueble.

Agosto de 1968

Esta edición está dedicada a los sectores transporte y turismo.

Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria

Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria

La idea de crear esta institución surgió en 1943, por iniciativa del entonces presidente de la República, general Isaías Medina Angarita, quien en ese mismo año ordenó iniciar las obras con el diseño del arquitecto Carlos Raúl Villanueva y la asesoría de los norteamericanos Frank Mc Vey y Thomas Penton. El Hospital Clínico Universitario, como también se le conoce, fue inaugurado en diciembre de 1954, pero no fue sino año medio después cuando entró en pleno funcionamiento. Para entonces, era el centro médico especializado más grande del país, contando con 1.250 camas

El Hospital Clínico Universitario contaba con 1.250 camas cuando se inauguró en 1954; era el más grande centro médico del país.

El Hospital Clínico Universitario contaba con 1.250 camas cuando se inauguró en 1954; era el más grande centro médico del país.

     La prensa de la época de su inauguración, recoge amplia información sobre las características del Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria. La consideraban entonces la masa arquitectónica más imponente y compleja de Caracas. “Su estructura domina el conjunto de la urbe estudiantil y muestra el nuevo espíritu de la arquitectura funcional en la dinámica concepción de sus ángulos y en la policromada decoración de sus exteriores, en los cuales alternan y se equilibran franjas amarillas y azules de tonos vivos sobre grandes paneles blancos o grises. De este modo el pesado edificio de cemento armado, a pesar de su majestad, pone una nota alegre al fondo de las numerosas construcciones que forman parte del primer centro cultural de la República.

     Esta obra, inicialmente proyectada como hospital simplemente universitario con 450 camas, fue convertida en un centro-base de la asistencia y del seguro social para toda la metrópoli, elevando su capacidad a un total de 1.250 camas. Se concibió y se realizó en consecuencia, en un bloque de 14 pisos y dos entresuelos (para tuberías e instalaciones eléctricas), sobre un área de 45.000 metros cuadrados. Su composición tiene forma rectangular, con dos patios interiores. 

     Una red de pasillos intercomunica las salas y cuerpos del edificio, de 130 metros los laterales y de 60 metros los que van de Este a Oeste. En sus caras oriental y occidental ostenta cuatro salientes, en todos los pisos, que dan al conjunto un bello despliegue de formas. En estas salientes se han ubicado salas colectivas, en las cuales cada cama está colocada angularmente en tal disposición que no puede verse la una de la otra.

     La cocina y la lavandería del Hospital tienen excepcionales proporciones. La primera puede suministrar comidas para 3.500 personas al día, la segunda puede rotar diariamente el inmenso menaje de ropas, mantelería y juegos de cama que requiere una institución de esta clase. Posee, además, una planta eléctrica de emergencia de 350 KW, que mantendrá activa la mecánica del Hospital en cualquier interrupción do los servicios públicos. Porque este instituto, en su funcionamiento’ normal, ha de ser algo como una ciudad concentrada en un solo cuerpo estructural, que tiene 86.000 metros cuadrados de salones y corredores en todos sus pisos, y en los 1.658 cuartos que componen su masa celular. Para unir esas plantas tiene 10 ascensores, dos montacargas y cuatro rampas. Por allí circularán en forma incesante, sobre el silencioso material aislador y absorbente de los pisos, los carros térmicos de la cocina, las camillas rodantes de los enfermos, los médicos, sus enfermeras, el personal de servicio, en su ir y venir desde los salones a los grandes laboratorios y a las farmacias de cada planta, o a una cualquiera de sus 6 salas de cirugía. Estos quirófanos fueron hechos de acuerdo con todos los adelantos que ha logrado hoy la ciencia médica; instrumental finísimo y completo, mesas y equipos de toda clase, iluminación cenital y cúpulas de observación para médicos y estudiantes.

Una de las salas para partos prematuros; equipados con los más modernos equipos médicos de la época.

Una de las salas para partos prematuros; equipados con los más modernos equipos médicos de la época.

La policromada decoración de sus exteriores, en los cuales alternan y se equilibran franjas amarillas y azules de tonos vivos sobre grandes paneles blancos o grises.

La policromada decoración de sus exteriores, en los cuales alternan y se equilibran franjas amarillas y azules de tonos vivos sobre grandes paneles blancos o grises.

     Cada planta tiene, en efecto, sus servicios completos, para hacer más efectiva la funcionalidad de Hospital, desde sus salones de recibo hasta sus albergues para médicos residentes, internos y enfermeras.

     Una compleja instalación eléctrica presta las más variadas facilidades a la vida y al trabajo dentro de la gigantesca construcción: luminosidad indirecta, luces de señales, citófonos, teléfonos, aparatos de calefacción y de aire acondicionado, etc. La cafetería, la panadería y demás servicios similares cuentan con trenes y equipos ultramodernos que harán atractiva y ultrarrápida la presentación de las cosas. Las plantas de asepsia están con la última palabra en su género.

     Además de utilidad obran en el Hospital Clínico los factores de solidez, seguridad y belleza. Los 342.000 metros cúbicos de su masa están fundidos en concreto armado antisísmico; los 35.000 metros cuadrados de sus áreas libres se han convertido en jardines y estacionamientos. Todo aquí concurre al beneficio humano, a las finalidades docentes y al prestigio estético, no solo de la Ciudad Universitaria, sino de Caracas. El costo total de la obra fue de Bs. 100.000.000”.

FUENTES CONSULTADAS

  • El Heraldo. Caracas, diciembre de 1954 

  • Élite. Caracas, 4 de diciembre de 1954

Febrero de 1969

Abril de 1969

REVISTA PRODUCCIÓN

Abril de 1969

Sinopsis

Por: Esther Mobilia

     La edición está dedicada a la industria automotriz venezolana. Inicia con la presentación de las Gacetas Oficiales de carácter económico publicadas en la legislación venezolana. En el editorial se envían los saludos de fin de año. Se reseña la incorporación de Rafael Caldera al cargo de Presidente de la República. Se presenta igualmente el gabinete de gobierno. En el editorial se discute acerca de la importancia de la innovación y el control de calidad. Se publica una imagen de Haydée Castillo Trujillo, nueva ministra de Fomento. Luis Ríos Ch. hace un balance de la industria automotriz venezolana. Según el presidente de la Cámara de Industria de Vehículos Automotores (CIVA), E.B. Volgtlend, la capacidad de producción del sector es mayor que la demanda interna. Igualmente, Augusto Tarbes Loh, director de CIVA, informa se están prestos para proporcionar al gobierno una serie de recomendaciones, ya que es necesario la aplicación de una política automotriz para regular los precios. Pedro Concha, director de CIVA manifiesta que la industria constituye un interrogante debido a diversos factores que afectan su dinámica. Para Daniel Gámez-Calcaño, gerente de Asuntos Gubernamentales de Ford Motor de Venezuela, la industria ha superado las metas propuestas por el Estado. Luis E. Scarcioffo A., secretario ejecutivo de CIVA, explica por qué Venezuela es el país con el menor costo de vehículos en la región. El presidente de la Cámara de Fabricantes Venezolanos de Partes Automotrices (FAVENPA), declara que los precios de las autopartes han disminuido en el período 1962-1968. Según los distribuidores de automóviles, estos deben ser considerados como artículos de primera necesidad en el país. El periodista J. Sanjuán escribe un artículo de opinión en el que hace un balance de la economía venezolana a lo largo del mes transcurrido. Néstor Martínez-Leal, director general de ASESA, analiza el tema de la reducción de costos a partir de la planificación, operación y control. Se informa acerca del estado de la industria automotriz para el año 1969. Se publican las fotos correspondientes a un coctel de la empresa American Motors y de las reuniones de la Cámara de Industriales con representantes de la industria en cuestión. En el marco de los proyectos de exportación, se hace un balance del sector en la economía venezolana.

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     Antonio J. Fernández explica la alianza de la empresa Flex con organizaciones del sector venezolano para la aplicación de nuevos materiales en la construcción de automóviles. Se presentan los datos más relevantes de la fábrica de radiadores Agnelli y Ponte, C.A. (FRAPCA). Se presenta un balance de las empresas más importantes localizadas en el complejo industrial de Mariara, estado Carabobo. Nazario Delgado Pérez explica la importancia del principio de control de calidad. Rubén Camusat explora el tema del estudio de los movimientos y sus aplicaciones al proceso productivo. Culmina la edición con las direcciones y los contactos de los asociados a la Cámara de Industriales de Caracas.

Más revistas

Abril de 1969

La edición está dedicada a la industria automotriz venezolana.

Noviembre – Diciembre de 1992

El número inicia con el editorial, en donde se precisan las actividades de formación realizadas por la Cámara de Industriales de Caracas.

Septiembre de 1969

El número está dedicado a los sectores textil, confección, joyería y relojería.

Boletín – Volumen 99

Boletín – Volumen 99

BOLETINES

Boletín – Volumen 99

Sinopsis

Por: Dr. Jorge Bracho

     Este número 99, correspondiente a febrero de 1922, abre la edición con “Situación mercantil” (Pp. 1423-1424) adonde se expresó: “Repetimos hoy como siempre después que se inició la crisis mercantil, que si hay esperanzas de mejora en la situación comercial, ella no se presenta todavía franca y alentadora”.  En “Acuñación de plata” se puede leer que, por la escasez de numerario, en algunas partes del país, el gobierno había decidido “hacer una nueva acuñación de plata, para lo cual está ya procurando el metal necesario, y exportando la cantidad de oro indispensable para evitar el alza consiguiente del cambio” (P. 1424).

     En la página 1425 se incluyó “Resolución de una consulta relativa a inutilización de estampillas por líquidos productos de las cuentas ventas”. Entre las páginas 1425 y 1426 un artículo de R. Lomónaco, subdirector de la Escuela Nacional de Artes y Oficios de Caracas para varones, titulado “La preparación artificial del caucho”, en donde explica el proceso químico de su fabricación, aunque advirtió que su producción industrial estaba aún por hacerse realidad, “pero podemos afirmar que no se estará muy lejos de ellas”.

Boletín 92

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     En “Estudio relativo al río Apure” se hace referencia al encauzamiento de este río a instancias del general Pérez Soto, el cual se llevó a cabo con el sistema combinado de “estacadas” llevadas a cabo bajo la supervisión de Rafael Ruíz, propietario de tierras en este estado llanero (Pp.1426-1428). Le sigue, “Estudio relativo al comercio e industrias del estado Mérida”, suscrito por Julio Sánchez – Vegas, inspector del Banco de Venezuela, en que muestra potencialidades y recursos propios de zonas frías y cálidas (Pp. 1429-1431).

“Concesiones otorgadas por el gobierno de Venezuela en favor de algunas obras de interés nacional” en que se hace referencia a la buena pro para la instalación de ferrocarriles y muelles en el país (Pp.1431-1438). Continúan los apartes de C. H. Haring, en esta edición “Comercio. Los metales preciosos” (Pp. 1438-1448). En página 1449 se incluyó una información de un folleto enviado a la Cámara por parte de comerciantes de Nueva Orleans con una oferta de intercambio comercial.

De seguida, se presentan varios cuadros: “Arribos de cacao a Nueva York de enero 1 a diciembre 31 de 1921”, “Exportación de café por La Guaira en 1921”, café recibido y exportado de Maracaibo en 1921, café y cacao exportado de La Guaira en diciembre de 1921, “Tipos de cambio en Caracas en enero de 1922. En la página 1451 “Crónica azucarera” en la que se informa la producción de azúcar de remolacha en Francia, España, Italia y Alemania. En la 1452: “Precios de productos en diversos lugares de Venezuela en enero de 1922”. Luego, en la carilla 1454, “Movimiento de valores públicos en la Bolsa de Caracas y en la de Maracaibo en enero de 1922”. 

Más boletines

Boletín – Volumen 105

Situación mercantil.

Boletín – Volumen 125

En esta edición del 1 de abril de 1924 se publicó, en primer lugar, “Situación mercantil”.

Boletín – Volumen 99

Este número 99, correspondiente a febrero de 1922, abre la edición con “Situación mercantil”.

Costumbres caraqueñas de 1830

Costumbres caraqueñas de 1830

En su obraReminiscencias de Sudamérica”, el ingeniero inglés, John Hawkshaw, relata interesantes testimonios de la ciudad en la que vivió durante los primeros años de la década de 1830.

El ingeniero inglés, John Hawkshaw, relata interesantes testimonios de la ciudad en la que vivió durante los primeros años de la década de 1830.

El ingeniero inglés, John Hawkshaw, relata interesantes testimonios de la ciudad en la que vivió durante los primeros años de la década de 1830.

     Resulta interesante traer a colación lo que el inglés John Hawkshaw expresó de su visita a la ciudad de Valencia por las comparaciones que planteó respecto a la ciudad de Caracas. De ambas localidades observó que eran muy parecidas y que gran cantidad de la población había perecido con la “revolución”. A propósito de los lugares que servían de posada indicó que era usual encontrar los constantes “cuarticos en Sudamérica”. El pequeño espacio que le sirvió de morada lo describió como un lugar con pocos artículos de mobiliario, una cama o un catre, acompañados por un trozo de lona clavado a un bastidor de caballete. Sobre éste estaban ubicadas una sábana y una almohada junto con otra sábana plegada sobre la primera. Indicó que, en el lugar, que ocupó al inicio, no había mosquitos por lo que durmió placenteramente. Luego de una expedición por Valencia, Maracay, San Mateo, La Victoria y San Pedro regresó a Caracas. Al cruzar las montañas, camino a la ciudad capital, puso a la vista de los lectores una amarilidácea de nombre cocuiza de la que señaló que la había en abundancia y de ella se producían sacos para transportar café y cacao; “y de los jugos de esta planta se hace un licor espirituoso, que es consumido por los nativos. Lo he probado, y me pareció igual a otros licores ordinarios, antes de ser refinados por la destilación”.

     En su transito pasó por las Adjuntas de la que dijo que era una pequeña aldea. Contó que al regresar a Caracas la ciudad lucía más activa que de costumbre. “Varios oficiales que habían luchado por la independencia en la guerra revolucionaria, algunos americanos, y algunos ingleses, estaban en la ciudad, empeñados en obtener del gobierno dinero, a cambio de una especie de papel que habían recibido durante la guerra en vez de pago”. 

     Puso en evidencia que los que participaban en esta acción hacían referencia a una “conmoción”. Según su apreciación eran veteranos de guerra, nacionales y extranjeros, “viejos generales sin trabajo, quienes habían hallado la guerra más provechosa que la paz, o que habían adquirido hábitos ociosos y disolutos”. En este marco José Antonio Páez había preparado una cena de acuerdo con las costumbres llaneras, para Hawkshaw la misma formaba parte de razones políticas supuestamente, y en la que se ofrecerían uno o más novillos asados enteros, ágape en que “cada hombre iba a cortar la cantidad de carne que quisiera”. Adujo que por razones laborales debió abandonar la ciudad y no llegó a ver el desarrollo de tal acto.

     Entre las distintas reflexiones que plasmó en su libro, John Hawkshaw, las relacionadas con la religión fueron de gran proporción frente a otras consideraciones acerca de los caraqueños y los venezolanos que conoció en otros lugares que alcanzó a visitar. Dijo que, en la ciudad de Caracas, el catolicismo mostraba aún algunos rasgos de exposición como el de la imagen de la Virgen que era paseada en largas procesiones. “Pero es evidente, dondequiera, que el papado ha perdido el afecto del pueblo. Independientemente de la cuestión de dogmas, ¿qué otro efecto podría resultar de siglos de impiedad en sus ministros? ¿Qué respeto durable podría imbuirse en el corazón de un pueblo, por una religión, cuyo significado fundamental sus maestros abiertamente menospreciaban? ¿Quién iba a creer en sus doctrinas, cuando los que debían ponerlos en vigor, invitaban, con su propio ejemplo, a hacer todo lo contrario? ¿Cómo enseñar la santidad si los maestros no la conocían; ¿y en qué forma o manera podía inspirarse reverencia por aquello, que en las manos de estos falsos profesores se había vuelto hueco y carente de significación?”.

     Para dar fuerza a estas interrogantes asentó que el celibato era practicado por hombres que tenían amantes y numerosas familias. Además observó que se daba absolución o indulgencia a otros, por parte de sacerdotes “que estaban más necesitados de un proceso de limpieza”. De esta situación expresó que las ideas y dogmas de la Iglesia de Roma tenían poco atractivo para los pobladores del país. Quienes debían profesar su credo exhibían el escaso valor que daban a sus propias creencias, así como el rechazo de los habitantes de la comarca ante tales blasfemos actos.

     Generalizó que en Venezuela el catolicismo era tenido en baja estima, no porque hubiese sido sustituido por otras creencias religiosas que, para Hawkshaw, hubiese significado un alivio. “Están cansados de lo que era su religión nacional, simplemente porque sus corazones nunca han sido alcanzados por sus principios, o más bien por los que deberían haber sido sus principios”. Más adelante agregó que cuando fueron descubiertos, los para este momento venezolanos, “eran un pueblo salvaje; y el precio que tuvieron que pagar porque se les enseñara a hacer la señal de la cruz, fue exorbitante: tuvieron que entregar su patria”. Para él la ignorancia y la falta de “cultura” formaron parte de un aprendizaje de las Sagradas Escrituras ejercitado de memoria y que esto formaba parte del poco valor que profesaban por el catolicismo.

Según apreciación de Hawkshaw, para los años 30, nacionales y extranjeros que habían participado en la lucha independentista, estaban empeñados en obtener del gobierno dinero, a cambio de una especie de papel que habían recibido durante la guerra en vez de pago.

Según apreciación de Hawkshaw, para los años 30, nacionales y extranjeros que habían participado en la lucha independentista, estaban empeñados en obtener del gobierno dinero, a cambio de una especie de papel que habían recibido durante la guerra en vez de pago.

     Agregó otra queja, la falta de formalidad en las fiestas de guardar en las aldeas donde los pueblos estaban diseminados. Aún en las ciudades las cosas no parecían ser mejores en este sentido de acuerdo con sus argumentaciones, pero entre algunas personas observó el cumplimiento de algunas formalidades. Puso a la vista del lector que en Caracas se llevaban a cabo dos misas antes del mediodía, “una temprano en la mañana: los principales asistentes son mujeres y ancianos”. Escribió que las mujeres se trasladaban en pequeños grupos de dos o tres de, por lo general junto con ellas iban sus criadas que llevaban tapetes bordados para arrodillarse. Las iglesias no contaban con particiones para arrodillarse ni muebles para sentarse. Dijo que las ceremonias observadas en Venezuela eran parecidas a las que había visto en Europa, pero sin mayor brillantez ni esplendor. “Había señales evidentes de disminución de rentas en todo cuanto se hacía”.

    Indicó que por las tardes los habitantes de la ciudad iban a la corrida de toros y por las noches visitaban el teatro. Respecto a las corridas agregó que era muy apreciada por los ocupantes del país.

     “La principal hazaña en esta clase de exhibiciones es acercarse al enfurecido animal, y cuando está preparándose a atacar a la persona que lo está molestando, echarle un trozo de tela sobre la cabeza, lo cual da tiempo a su atormentador para escapar”. Sin duda, para Hawkshaw, estas prácticas eran nuevas para él, así como otra introducida desde los llanos: los toros coleados de la que destacó la maestría de José Antonio Páez en ella.

     De este último agregó que era una persona con sentido común. Además estaba aún muy “apegado” a sus costumbres llaneras, como la de ofrecer grandes comilonas y la de ser muy buen jinete. Informó haber escuchado que en algún momento Simón Bolívar había tenido la disposición de instaurar un sistema de corte monárquico. “Si así fue, en cuanto a Bolívar concierne, sólo puedo pensar que él contemplaba semejante acto por el consciente convencimiento de que tal forma de gobierno podría ser el más adecuado para un pueblo ignorante y desorganizado como eran entonces los venezolanos”. También rememoró que Páez, al saber de esta inclinación de Bolívar, habría expresado que si tal cosa sucediera el clavaría su puñal en el corazón de un nuevo rey.

     Alabó la gestión de gobierno de Páez y recordó que los soldados le guardaban aprecio porque en los combates y el trajinar diario compartía infortunios y alegrías con ellos. Como presidente había valorado la paz y haber hecho todo lo posible por mantenerla. Durante el año de 1836, anotó, se había presentado una pequeña revolución. Aunque no era el presidente actuó para sofocar la acción de quienes intentaron desarrollar otro conflicto armado. “Para mí, debo confesarlo, hay mucho que admirar en el carácter de este hombre; una admiración que debería rendirse a todos aquellos que, poseyendo grandes poderes, ejercen dichos poderes para mantener la tranquilidad de su patria”.

     Hawkshaw redactó que uno de los habitantes del país le había proporcionado una pereza, a la que mantuvo viva por un tiempo para estudiarla, luego la sacrificó para utilizar su esqueleto. “La posesión de éste me dio una oportunidad de hacer algunas observaciones sobre sus características, que pueden servir para ilustrar el inigualable designio del gran Creador de todas las cosas, y asignar a este animal su propio rango y posición entre los seres vivos”. Lejos de considerar sus apreciaciones acerca de este cuadrúpedo, resulta de gran interés una aproximación a una mentalidad encerrada en creencias propias de la cristiandad. Esta disposición llama la atención del estudioso del pasado porque permite visualizar la mentalidad dominante, aún en científicos y naturalistas, respecto a la creación de la vida animal y humana por parte de un ser supra terrenal. Además, ofrece la posibilidad de constatar una combinación de la práctica científica y un convencimiento arraigado en la práctica cultural durante el siglo XIX.

En la Caracas de comienzos de la década de 1830, el catolicismo mostraba aún algunos rasgos de exposición como el de la imagen de la Virgen que era paseada en largas procesiones.

En la Caracas de comienzos de la década de 1830, el catolicismo mostraba aún algunos rasgos de exposición como el de la imagen de la Virgen que era paseada en largas procesiones.

     Para culminar vale la pena traer a colación algunas consideraciones que estampó Hawkshaw en su escrito acerca de los trabajadores de las minas que conoció y le acompañaron en su trabajo. De éste redactó que rara vez permanecía por mucho tiempo en un solo lugar. Así pudo observar algunas características del trabajador venezolano que llamaron su atención. Ellos se sentían atraídos por los buenos salarios de las minas, pero otros se instalaban cerca de ellas y experimentaban con distintos oficios. Si no encontraban los ingresos deseados desaparecían y volvían a sus lugares de origen. Otros lograban acumular dinero y se dedicaban a los trabajos del campo, negociaban con animales o se hacían arrieros. De este modo fundaban localidades donde vivían con sus familias. Del venezolano en general dijo que eran más apáticos que perezosos, y “más descuidados que incapaces”. En labores a las que estaban habituados no mostraban cansancio con facilidad, “y en ocasiones extraordinarias podían soportar la fatiga, lo cual era notable, si se toma en cuenta su modo de vida”. 

     El alimento de mayor consumo era el plátano al igual que la papa para un irlandés, “aunque creo que es más nutritivo que ésta”. Respecto al consumo de bebidas alcohólicas señaló que los nativos eran sobrios, “y he conocido trescientos o cuatrocientos de ellos que han trabajado por dos o tres meses sin parar, viviendo de pan y carne, sin tomar otro líquido que agua”. No tuvo la misma impresión de aquellos trabajadores empleados en los puertos marítimos o con marineros porque se corrompían con facilidad, “pero la embriaguez no es un vicio característico”. Culminó señalando, en este orden, que los trabajadores no eran difíciles de “manejar” y que se adaptaban con facilidad al oficio que practicaban.

     Hizo una comparación de las casas donde habitaban los “salvajes y selváticos” con las edificadas en las ciudades como Caracas y otras localidades que conoció. De ellas expresó que mostraban un mejor aspecto exterior, por su forma más regular, mejor enyesadas o pintadas, pero en su interior no lucían de la mejor forma. Sus ocupantes utilizaban utensilios de barro no procesado y de muy mala calidad, de acuerdo con su experiencia de vida.

     En cuanto a las casas de familias con mayores ingresos económicos, eran más grandes y tenían un mobiliario proveniente de los Estados Unidos, “dorados y pintados de una variedad de colores”. De las familias que las habitaban señaló que comían temprano, “como necesaria consecuencia de su frugalidad; y sus principales lujos son dulces, cuyo sabor se pierde del todo por el exceso de azúcar”. De sus mujeres indicó que la principal diversión era tocar el arpa española o la guitarra, “pues sus mentes no han sido cultivadas, y quizás menos aún ahora que antes de la revolución”.

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