Empresariado venezolano está expuesto a “irracionalidad tributaria”

Empresariado venezolano está expuesto a “irracionalidad tributaria”

Empresariado venezolano está expuesto a “irracionalidad tributaria”

Por: Marian Carmona

     Tommy Céfalo, abogado y contador público compartió su visión en torno a la irracionalidad de la tributación -al que está expuesto el empresario hoy en día- , enfrentando y padeciendo cada vez más los distintos escenarios de la pandemia por la Covid-19.

     Aseguró que el gobierno “nada en contra corriente” generando una serie de problemas colaterales, con relación al pago de los tributos, en lugar de facilitar soluciones a los conflictos organizacionales.

     “Veo la dispersión que hay por un lado del ente de la relación jurídica tributaria, no escuchan ni se dejan asesorar, y por el lado del empresariado -que me preocupa- es que no hay unidad; y cada quien está en modo sobreviviente, velando solo por su propia parcela”.

     El especialista en derecho tributario indicó que de esta manera el empresariado no va a lograr tener la fuerza necesaria para mantenerse a flote en tan grave situación.

     También mencionó que en definitiva las autoridades del ente contralor no mantienen armonía en sus decisiones ni sistematización en el plan verificador y legislativo.

“El empresario está ahogado por distintas normas instrumentales desde el punto de vista jurídico que no lo dejan dedicarse a lo que es fomentar la riqueza”, expresó Céfalo.

     Durante entrevista con Leonardo Palacios en el programa “Tributos y Algo Más”, el abogado dijo «que el Ejecutivo Nacional debería focalizar su oído y escuchar al gremio empresarial, estudiar una conexión que incluso a simple vista es necesaria»

     “Debe haber una serie de propuestas a nivel tributario, empezando por escuchar las necesidades del gremio, y dejar de suspender impuestos que se requieren”, agregó.

Escuche el audio completo aquí:

Armonización Tributaria Municipal. Reformas ordenanzas municipio Libertador

Armonización Tributaria Municipal. Reformas ordenanzas municipio Libertador

Armonización Tributaria Municipal. Reformas ordenanzas municipio Libertador

Cambios e implicaciones de reformas tributarias del municipio Libertador

 

Como parte del interés de nuestra institución de trabajar en el logro de la armonización tributaria municipal, nuestro Comité de Finanzas e Impuestos realizó una videoconferencia con la Superintendencia Municipal de Administración y Recaudación, SUMAR, para la presentación de las reformas a las ordenanzas a las actividades económicas, a inmuebles urbanos y aseo urbano.

     Leonardo Palacios, presidente de La Cámara de Caracas, considera esencial mantener una discusión constante y abierta alrededor de la armonización y coordinación tributaria,  porque existe una necesidad impostergable, de entender que no puede esperarse recuperación y crecimiento económico si existe una forma desorbitada e irracional de tributación, que desconoce la capacidad económica y disponibilidad de rentabilidad del empresario para hacer frente a las necesidades públicas. “La armonización para evitar solapamientos, como una forma de establecer mecanismos razonables de coexistencia impositiva, evitando lesiones de derecho de propiedad, u obstaculización a la libertad económica y al emprendimiento.  Y la coordinación esencial de la gestión del tributo, que permita la eficiencia y eficacia recaudatoria, para lo cual  son importantes sistemas de simplificación de las ordenanzas impositivas. La Cámara tiene la voluntad de seguir los acercamientos con todas las instituciones y órganos del Poder Público que tienen incidencia en el Área Metropolitana para establecer interacción conveniente y necesaria  entre estos entes y los empresarios, sirviendo además de escenario propiciante para que los organismos públicos propugnen por la armonización entre sus ordenamientos y la coordinación en su gestión en beneficio de la ciudad, los empresarios y el ciudadano”.

     Destacó que la Cámara de Caracas ha presentado las inquietudes en materia impositiva de los empresarios ante las autoridades del municipio Libertador, y reiteró la disposición de nuestra institución de servir de como una instancia de discusión y coordinación en materia tributaria entre los 5 municipios que coinciden en Caracas.

     Rodrigo Rodríguez, Presidente del Comité de Finanzas e Impuestos, reiteró que desde la cámara se seguirá trabajando en establecer relaciones institucionales, con el objetivo de discutir, compartir y revisar temas trascendentes para sector empresarial y la actividad económica de la región capital.

     Karla D Vivo, Socia legal de KPMG, al hacer una introducción general al tema, repasó el debate surgido a raíz de la sentencia de julio 2020, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia que ordenó al poder ejecutivo realizar una mesa técnica con gobernadores y alcaldes, para definir cómo ejercerán su potestad tributaria. Sin restar importancia a las críticas a las consecuencias de la sentencia, considera que sirvió para poner en la mesa la armonización y la coordinación, con el fin de buscar mayor claridad para los contribuyentes.

     Miguel Carreño, Jefe del gabinete económico de Alcaldía de Caracas, explicó cómo ha sido el inicio de la adecuación de la ordenanza de la actividad económica del municipio, y la puesta en marcha del Registro Único de Caracas, RUC, que es la identidad de los agentes económicos en su relación con las distintas instituciones del municipio para la generación digital de trámites, permisos, impuestos “con simplicidad, celeridad y atacando a gestoría y atacando acciones de  corrupción”. Precisó que a partir de la puesta en marcha del RUC, hay una nueva codificación de la actividad económica, y serán emitidas nuevas licencias, quedando sin vigencia las anteriores a partir del próximo 01 de febrero.

     Maria Gabriela Briceño, Superintendente Municipal de Administración y Recaudación, detalló la política de incentivos al cumplimiento tributario, que contempla una serie de beneficios fiscales tanto para empresas que tengan deudas como para aquellas que están al día y que podrán solicitar rebajas de los pagos de los tres primeros meses de 2021.

     Los invitamos a ver la videoconferencia sobre “Armonización tributaria municipal, cambios e implicaciones de las reformas de ordenanzas en el municipio Libertador” en nuestro canal de Youtube.

Un negociante inglés por Caracas

Un negociante inglés por Caracas

POR AQUÍ PASARON

Un negociante inglés por Caracas

     Entre los meses de julio y octubre de 1864 Edward Eastwick (1814-1883) viajó a Venezuela, en calidad de Comisionado de General Credit Company de Londres institución con la que Antonio Guzmán Blanco había acordado un empréstito para el gobierno federal, cuyo ejercicio estaba en manos de Juan Crisóstomo Falcón. Fue un hombre versado en asuntos diplomáticos y había cursado estudios universitarios en Inglaterra. Durante su estadía conoció y describió aspectos relacionados con La Guaira, Caracas, Valencia y Puerto Cabello. Sus impresiones de viaje fueron publicadas en la revista londinense All the year Round entre 1865 y 1866. Para 1868 se publicarían en forma de libro y para 1959 aparecería una versión en castellano de trescientas cuarenta y cinco páginas.

Para Eastwick, La Guaira era uno de los parajes más “pintorescos del mundo”

     Su inicial referencia acerca de Venezuela fue la sentencia de que el nombre otorgado por los españoles a esta comarca era inapropiado, porque el paisaje, por él visualizado, no mostraba semejanza con la Venecia que sirvió de referencia para tal denominación. Sin embargo, apeló a Humboldt para reafirmar que La Guaira era uno de los parajes más “pintorescos del mundo”. Para Eastwick resultaba ser una localidad en la que se podía constatar la grandiosidad de la naturaleza frente a la pequeñez humana. En su paso por ella no dejó de mostrar su desagrado al cruzar frente a “oscuras edificaciones” que impedían una ostensible contemplación de las montañas a su derredor. Expresó que lo que mayor incomodidad le produjo fue la que denominó atmósfera sofocante e impregnada del “mefítico aroma” del pescado en descomposición y otros “perfumes aún peores”. A este comentario, plagado de animosidad, agregó que los venezolanos deberían preocuparse más por crear condiciones higiénicas y pulcras en un lugar que era lo que, primeramente, apreciaba todo turista. Comparó esta situación con Colombia en la que el viajero era recibido con “fragancias de muy diferente calidad”, hizo notar.

     De las comidas destacó que usaban en demasía el ajo y acotó, muy impresionado, que aún no fuese emblema o símbolo nacional del país. No dejó de destacar los nombres de las personas que calificó de extraños y cómicos, como el de una dama llamada Dolores Fuertes de Barriga. Igualmente, el aguacate le pareció combinado de sabores entre calabaza, melón y queso “Stilton muy rancio”.

     En el trayecto, desde La Guaira hasta Caracas, reveló el encuentro con “venta – hosterías” de “ínfima clase” donde los arrieros, carreteros y cocheros hacían parada para proveerse de un trago de aguardiente. Bajo este mismo marco de ideas indicó que al suramericano (denominación que utiliza, indistintamente, para hacer referencia a Venezuela) no le pasaba por su mente el de llevar a cabo acciones en beneficio de los demás, aseveración que estuvo acompañada de la observación de animales muertos en plena vía cuando, muy bien agregó, pudieran ser arrojados por los abismos y así evitar nubes de moscas y zamuros a su alrededor, así como alejar los malos olores.

     Durante su estadía se alojó en el hotel Saint Amande del que dejó escrito que el conserje era un negro que bien pudo haber sido un empleado de la aduana. Lo describió como un hombre corpulento y gordo, cuya obesidad “obstruía la puerta de entrada”. La servidumbre del hotel constaba de dos camareras indias y un mozo de “raza” mulata. Acerca de la cocinera dijo que era “enormemente” gorda. Eastwick comentó su satisfacción de sólo haberse cruzado con ella en contadas ocasiones, de lo contrario si hubiese tenido otro trato nunca hallaría gustosos los alimentos por esta persona elaborados.

     Expresó que la habitación que ocupó se encontraba muy bien decorada, además, algo que le sorprendió, estaba “bastante limpia”. Relató que, en una oportunidad, a eso de las tres de la madrugada, escuchó ruidos de gente y tañido de campanas que lo llevó a pensar, de manera inmediata, en una revuelta, terremoto o incendio. El repique venía acompañado de cohetes y descargas de mosquetes. Aclarado el día se enteró que tal alharaca era la fiesta de los isleños o nativos de Islas Canarias, quienes formaban en Caracas “toda una colonia” y celebraban un encuentro de su santo patrono. Recordó que durante su estadía pudo presenciar otros actos litúrgicos, fiestas y ayunos. Respecto a estas concentraciones se preguntó porque razón no eran practicadas en horas menos perturbadoras tal como lo haría “cualquier humano sensato”.

     De las mujeres dejó estampado que era posible que, en otras partes de Europa hubiese mejillas más sonrosadas y tez más blanca, pero nunca los rasgados ojos negros, dientes de tan alucinante blancura, talles tan esbeltos, pies y tobillos de tanta perfección como los que posee la mujer venezolana. Respecto a la presencia de ellas en las iglesias y su devoción, Eastwick puso en duda su misticismo. Esto porque, de acuerdo con su caracterización, las mujeres salían a la calle para que las miraran y los hombres se reunían en grupo dentro de las iglesias para contemplarlas.

     Fue testigo de fiestas y procesiones que, según su percepción, tenían un origen común con los de la India. Las mismas, adujo, constituían el desahogo de un “pueblo perezoso” que servían para justificar la ostentación de lujosas vestimentas, holgazanear y entregarse al juego y al amor. Subrayó que tales encuentros eran los días de mayor ajetreo en la “estafeta de cupido”.

     Tal como lo revelaron otros viajeros, no dejó de destacar las secuelas del terremoto de 1812. Recordó que practicó una excursión hacia el lado norte de la ciudad, hasta alcanzar el cerro El Ávila. Describió que la ciudad se veía similar al de un gran cuadrado con largas calles paralelas que la cruzaban de norte a sur, con la plaza principal del mercado en el centro. Narró su gran asombro al observar la destrucción causada por el movimiento telúrico del doce, en especial hacia el lado norte de la ciudad. Anotó que logró corroborar las secuelas de este movimiento, al confirmar la versión compartida por un antiguo funcionario que aún se encontraba entre los vivos. Éste le narró que, por haber sido aquel fatídico día jueves santo, las iglesias estaban repletas de personas, mujeres en su mayoría y “vistosamente engalanadas”. Ese jueves había un calor intenso y habían pasado varios días sin caer gotas de lluvia. Además, por ser día festivo las calles estaban colmadas de gentes. Anotó que, en cuestión de segundos el temblor causó destrozos a una ciudad de cincuenta mil habitantes. Los muertos que hubo fue porque resultaron aplastados por las estructuras edificadas y de las que no lograron escapar a tiempo. Una de las consecuencias de él fue que algunas parejas, que todavía vivían en concubinato, fuesen presurosas a formalizar su relación por medio del matrimonio y que quienes habían perpetrado fraudes “restituyeran lo mal habido”.

     Hizo notar que, desde El Ávila, observó varias casas de las que resaltó, por su altura, la del representante consular de Holanda. De igual modo, refirió que en la parte “inferior” de la ciudad se estaba a la mira de una propiedad territorial denominada Paraíso que había pertenecido a un representante consular inglés y quien la había transferido a una “famosa beldad criolla”. Sin embargo, indicó que lo más interesante era el cementerio católico, el más “hermoso de Suramérica” y por tal motivo merecía una visita. Su primera impresión fue que el mismo estaba situado en un terreno elevado y que desde él se apreciaba un “espléndido panorama”. Su excepcionalidad estribaba en la distribución de una “especie de casillero” gigantesco, en el que cada compartimiento servía para el depósito de ataúdes. Acotó que, todo aquel que pudiera cancelar treinta y cinco pesos tenía el derecho de colocar la urna, del pariente muerto, durante tres años. El féretro podía ser retirado, si así lo deseaban los deudos, luego de un tiempo, y que en cada cripta se estampaba el nombre del fallecido. Las personas de escasos recursos, así como aquellos que no escogían esta modalidad, depositaban sus parientes muertos en otro lugar del cementerio. Acentuó la impresión que le causó ver las fosas comunes, adonde descansaban los cadáveres de las víctimas del cólera que fueron numerosas. En contraste con el cementerio católico, los camposantos inglés y alemán estaban hacia el lado sur de la ciudad. Los mismos lucían descuidados ya que la hierba y la maleza no permitían apreciar las tumbas. Reseñó haber visto una capilla con una inscripción en que se identificaba como su diseñador a Robert Ker Porter. En este sentido, agregó que le había llamado la atención que alguna otra persona como él hubiese llegado desde las “Puertas Caspias” a este remoto país occidental.

     Entre sus anotaciones sumó que, a no ser por los terremotos, las epidemias, las plagas de insectos, las revoluciones “cada tres años” y los repiques de campana, “pocos lugares” reunían buenas condiciones para residenciarse en ellos tal como lo exhibía Caracas. Si destacó el caso de Caracas para fijar residencia, no dejó de hacer notar lo costoso que, en términos económicos, significaba vivir en ella. En efecto, contó que, al revisar las cuentas e inversión que había erogado mientras permaneció en ella, llegó a la conclusión según la cual “todo está por las nubes en esta tierra de la libertad”. En este marco, colocó como ejemplo los precios de unos productos alimenticios a propósito de un ágape que ofreció a trece personas, por los que había gastado la no poca cifra de veintitrés libras esterlinas. El mismo gasto, recordó, en Londres hubiese bastado para “regodearse con tortuga auténtica”, variedad de platos y unas diez clases de pescado diferentes. En esta comarca lo ofrecido por él, durante esta ocasión como anfitrión, no resultó muy distinto a lo que usualmente consumía en el hotel, salvo por la inclusión de un pavo.

Eastwick realizó una excursión hacia el lado norte de la ciudad, hasta alcanzar el cerro El Ávila

     Asimismo, refirió lo que su sirviente temporal, de nombre Juan quien le servía como una suerte de mayordomo, le había expresado en contestación a sus quejas por lo invertido en productos alimenticios. Juan le dijo que todas las personas sabían que él era un comisionado financiero que había llegado al puerto de La Guaira con dos cajas de oro. Contó lo que este le había referido acerca del escaso interés que implicaba ser justos o equilibrados a la hora de cobros excesivos porque “nadie sale ganando con ello”. Todos pensaban, según Juan, que del oro trasladado a esta comarca él debía quedarse, de modo fraudulento, con una parte y por tal razón debía dejar algo en beneficio del país. Por eso sentenció que acá no valía la pena mostrar demasiada honradez.

     En lo que se refiere a las actividades cotidianas o domésticas en las que debería colaborar el mencionado Juan, Eastwick no se mostró muy satisfecho. Contó que, en cierta ocasión había “abandonado” sus diligencias domésticas para ir a reunirse con sus amigos, y volvió en horas de la noche, solo rápidamente, y luego “no lo volví a ver hasta el día siguiente”. Escribió molesto acerca de esta manera de prestar servicio y agregó que era común en Venezuela, a la que llamó “paraíso de los sirvientes” porque aquellos que se dedicaban a ofrecer asistencia, a quienes la requerían, la practicaban con desgano y solo para obtener dinero y comprar ropa. No sucedía de igual forma cuando conversaban sobre el teatro y, en especial, de la política nacional a la que podían dedicar varias horas. Justificó esta actitud al ser este un país en el que en cosa de días cualquiera podía llegar a ser general o presidente. Llegó a escribir que en Venezuela se practicaba la “perfecta igualdad” con lo que intentó significar la intromisión de sirvientes y harapientos en prácticas domésticas como conversaciones, juegos, bailes y fiestas. Con desdén refirió el caso de funcionarios y personas, de nivel acomodado y no acomodado, quienes ejercían sus oficios o se presentaban a reuniones con un tabaco en la boca. En una parte de su escrito no dejó de señalar que, el criollo exhibía excelentes cualidades, pero sentía aversión por “todo esfuerzo físico” y que, por tal circunstancia las haciendas producían gracias al trabajo de indios y mestizos.

Ezio Angelini: «la entidad zuliana está llena de retos»

Ezio Angelini: «la entidad zuliana está llena de retos»

Ezio Angelini: «la entidad zuliana está llena de retos»

Por: Marian Carmona

     El presidente de la Cámara de Comercio de Maracaibo (CCM), Ezio Angelini, manifestó que la entidad zuliana está llena de retos y mantiene contratiempos a diario que sin duda afectan a la población.

     Aseguró que los problemas de combustible, saqueos en los anaqueles, desabastecimiento comercial, servicios públicos, entre otros, persisten con mayor regularidad, pero que él se mantiene trabajado por solventarlos.

     “El año y medio que llevo presidiendo la Cámara ha sido un tiempo de muchos retos, pero -que he asumido- porque me gustan los retos y porque los considero una motivación para surgir”

     Asimismo, el gremialista sostuvo que están luchando por mejorar la situación dentro del estado, y que han dialogado con el gobierno como labor correspondiente del ente gremial.

“EL PROBLEMA FISCAL ES ANIMALESCO, ASÍ PODRÍAMOS DEFINIRLO YA”

     Angelini también mencionó que la Cámara ha estado buscando acercamiento con los gobiernos municipales para trabajar sobre los inconvenientes y negativas que son las ordenanzas actuales, sobre todo en medio de la pandemia.

     De acuerdo con el presidente de la CCM, la voracidad fiscal llama a la «informalización» del pequeño empresario y sus emprendimientos.

     «Para prevenir exabruptos, hemos logrado dialogar y llegar al convenio de bajar en un 40 a 60% las unidades tributarias»

     Agregó que los pagos de impuestos son anuales y que en la entidad estaban cobrando todo el tiempo sin ningún tipo de justificación, lo que consideró una problemática muy fuerte.

     «Esto necesitaba ser resuelto, y hemos logrado revertir algunas cosas, no todas pero sí muchas»

«YO SIENTO QUE NO HEMOS OBTENIDO NADA DE LA PANDEMIA»

     Así lo expresó Angelini durante una entrevista con Leonardo Palacios en el programa «Tributos y Algo Más».

Escuche el audio completo aquí:

Crónica 1895 New York Herald – Parte II

Crónica 1895 New York Herald – Parte II

CRÓNICAS DE LA CIUDAD

Crónica 1895 New York Herald – Parte II

Póker y beisbol

     Los venezolanos asimilan muy bien los juegos nacionales norteamericanos de póquer y beisbol. Sin embargo, tienen sus propias reglas para el juego de cartas que le parecen muy extrañas a un neoyorquino. En el Casino Caracas, escenario favorito de la capital, el póquer divide honores con la baraja y en el número de jugadores es un poco menos común que el juego español. Un comodín es sacado de cada bote por un empleado del Casino, quien observa el juego para decidir todas las preguntas discutidas, cuando él mismo no tiene ganas de tomar una mano. La primera peculiaridad que noté fue que las cartas se repartían de derecha a izquierda, no de izquierda a derecha, como se hace en Estados Unidos. El hombre a la izquierda del distribuidor tiene, en consecuencia, que cortar. La primera mano que vi convenció de que algo andaba mal con el paquete. Había siete jugadores, cada uno de los cuales recibió cinco cartas, pero cinco permanecieron en la baraja.

     Lo que más me sorprendió es que los jugadores pueden preguntar a los hombres contra quién están apostando, en cualquier etapa del juego, cuántas cartas tomaron. A mi objeción a esta práctica, un oficial del ejército venezolano respondió, encogiéndose de hombros:

     «Es tan justo para unos como para otros, cuando todos pueden hacerlo».

     «De ningún modo». Regresé, «porque un hombre que presta atención al juego no tiene ventaja».

     No se utilizan fichas en el Casino Caracas. Todo el mundo aquí tiene que llevar un bolsillo lleno de plata y oro, y el dinero es lo que más gusta sobre la mesa. Los jugadores pueden entrar en cualquier momento y retirarse sin esperar a comprar ni cobrar ninguna ficha. Los tipos de cambio regulares están permitidos en el cambio de piezas de oro. Se permite un bono del cuatro por ciento en las águilas y águilas dobles de los Estados Unidos, un premio de diez centavos en el antiguo cuarto de onza español, oro francés a la par, etc. La dama prevaleciente es de diez centavos de ante, cuatro reales, un límite de cuarenta centavos y todos los botes.

El beisbol se introdujo mucho después del cricket, pero resultó ser un éxito inmediato

     El beisbol es una novedad aquí. Cricket está relativamente bien establecido y tiene la ventaja del patrocinio de moda.

     Los campos de cricket están en buenas condiciones y siempre que se celebran partidos en ellos, la sociedad caraqueña está bien representada en la gran tribuna y se sirven almuerzos ligeros, incluidos cócteles, una institución estadounidense de enorme popularidad. El beisbol se introdujo mucho después del cricket, pero resultó ser un éxito inmediato y los juegos cuentan con una buena asistencia.

En esta sala del Hospital Vargas recuperó su salud el aviador Charles Wolcott, en 1895

     Berkeley Balch, vicepresidente de Yaracuy Navigation Company, es ahora el árbitro del juego regular de los domingos y está teniendo el mayor interés en instruir a los venezolanos en los tecnicismos. A este atlético juego le están dedicando ahora mucho tiempo y energías sobrantes.

     El único juego nacional que he visto se práctica en una taberna rural con grandes piedras redondas o bolas, y es de una manera tosca muy parecido al de los diez pines. El objeto del juego es un golpe que la bola originalmente rodó. En todos los lugares para beber se ven hombres jugando dominó y dados, siendo las cartas la excepción.

Les gusta beber

     Se bebe mucho en Caracas y el licor es excepcionalmente malo. El salón de la esquina promedio en Nueva York es un palacio en comparación con los lugares aquí, y la calidad de las bebidas que se venden en ellos no soportará comparación. El brandy es la bebida favorita y solo se vende la más barata. El ron es barato y muy popular. El whisky es un lujo que no se encuentra comúnmente.

     Las cervecerías se han establecido recientemente y están demostrando ser enormemente rentables, pero la mayoría de las tabernas mantienen la cerveza casi tibia, y si hay una queja, el barman se ofrece a mejorarla poniendo un trozo de hielo en su vaso. El hielo es, por cierto, fabricado por la Cervecería Nacional aquí, y es muy caro y, con mucho, el peor que he visto en mi vida. Parece nieve sucia congelada después de un deshielo y se derrite con una rapidez fenomenal.

     Los “refrescos” no tienen una gran demanda. Se puede tomar ginger alemanes en algunas tabernas importantes, y la mayoría de los lugares tienen una especie de jarabe de frutas que es bastante diferente de cualquier cosa que haya probado en el norte. 

      Aunque este es un país productor de limón, las tabernas suelen hacer limonada con sirope de limón, y no conservan la fruta en absoluto. El azúcar no es parte de las existencias del tabernero en un comercio, y para endulzar bebidas usa un compuesto similar a la melaza. Varios de los grandes establecimientos de confitería tienen salones en la parte trasera.

     El gobierno venezolano está obligado a proteger sus industrias incipientes, y donde no existen, darles vida. Aquí hay abundancia de caña de azúcar, y por todas partes se ven hombres y niños chupando grandes trozos. Sin embargo, se desconoce el azúcar completamente refinado. El grado que se usa universalmente es el que, según creo, las bodegas de Nueva York, B y C, de color amarillo, y de la consistencia de la arena húmeda. Debe ser muy económico, ya que una pequeña cantidad funciona muy bien. Para incentivar la construcción de una refinería, los legisladores han prohibido positivamente la importación de azúcar refinada, de la que los venezolanos tienen que prescindir.

Las corridas de toros eran una de las mayores diversiones de los caraqueños del siglo XIX

     El único terrón blanco de azúcar que he visto desde mi llegada estaba sobre la mesa de la señora Almeida y Vasconcellos, esposa del ministro brasileño, con quien desayuné en El Valle, un lugar de campo en el nicho de las montañas, a una altura considerablemente más alta que Caracas. A los diplomáticos se les permite importar los lujos que se niegan al rebaño común, y el azúcar en terrones es algo que el dinero no puede comprar. Mi anfitriona está al frente de la Sociedad para la Prevención de la Crueldad Animal en Venezuela, y ha hecho muchos esfuerzos para frenar las corridas de toros y aliviar el sufrimiento de otras bestias. Me dice que el estado del ganado que se lleva a Caracas para el matadero es horrible y que con frecuencia se lo deja durante varios días sin comida ni bebida.

El perro una institución

     El trabajo de la sociedad ha sido en gran parte con iglesias que no tienen perreros, aunque parecen ser necesarios. Fui a la iglesia de Santa Teresa el domingo pasado y vi a tres perros vagando entre los entonces trabajadores y esquivando a los hombres que estaban orando de rodillas.

No eran pocos los estudiantes que, en 1895, asistían a la universidad con un revólver en la cintura

     Los diminutos caballitos de Caracas son principalmente pura piel y huesos, y los conductores, como sus prototipos en todo el mundo, les muestran muy poca consideración, la señora Vasconcellos ha distribuido entre los conductores ejemplares de la traducción española de un libro americano llamado “Black Beauty” (Belleza Negra), biografía de un caballo. Además de los pequeños caballos autóctonos, se ven en las calles muchos caballos peruanos, que son de un tamaño más grandes y son excelentes para montar, y grandes caballos americanos en carruajes. Los burros superan en número a los caballos y las mulas son muy comunes.

     Se utilizan yuntas de bueyes para arrastrar los carros pesados, y los lecheros conducen las vacas de puerta en puerta, con los terneros a los lados. A la mayoría de los terneros se les ata el hocico con trapos para evitar que obtengan leche antes de que se haya abastecido a todos los clientes. También es común ver a un niño conduciendo una bandada de pavos por las calles principales, generalmente en dirección a los mercados. En los corrales suele haber muchos animales vivos, que han sido traídos del campo y puestos a la venta ―cerdos y jabalíes― en su mayoría.

     En el mercado se guardan las pieles de enormes serpientes y animales salvajes, por los que se pide un precio extravagante, si están en buenas condiciones. El pelaje más bonito es el del leopardo: aquí lo llaman tigre. El tigre es muy feroz y es temido por todos los que tienen ocasión de viajar. El puma, que se dignifica con el nombre de león, es mucho menos común y casi igualmente peligroso de encontrar.

     La cantidad de aves que se ven alrededor de Caracas es sorprendentemente pequeña. Es cierto que la ciudad está muy alta en las montañas, pero uno podría imaginarse que el clima sería perfecto para los pequeños cantores emplumados. Uno se pasa un día entero conduciendo por la ciudad sin ver media docena de pájaros de cualquier tipo, grandes o pequeños. Estoy convencido de que el Valle del Orinoco tiene abundancia en aves, pero esa parte del país es muy lejos de aquí y es radicalmente diferente en todos los sentidos.

     Las cabras prosperan en Venezuela, y su carne es un alimento favorito, aunque con los extraños se disfraza bajo el título de cordero. Estoy seguro de que el astuto mercader cose la altura tupida de una oveja al cadáver de una cabra, de manera que el observador casual imagina que realmente creció allí y que a menudo compra bajo ese malentendido.

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