Feliz coincidencia de fechas obraba en el ánimo del Ayuntamiento, al pedir cuanto dejamos escrito; y era que Santa Rosalía abogada de la peste, venerada en Caracas desde 1.696, en que se le dedicó un templo por haber salvado la población de la capital, era celebrada por la Iglesia católica el 4 de setiembre. En 4 de setiembre de 1.591 fue concedido un sello de armas, por Felipe II, a la ciudad de Caracas; y, últimamente, en 4 de setiembre de 1.759, Carlos III se ciñó por primera vez la corona de España. Estas y otras razones influyeron poderosamente en el ánimo del Ayuntamiento, para suplicar al Monarca que le concediera la orla mencionada, con el lema siguiente; Ave María Santísima de la Luz, sin pecado concebida.
El nombre de Mariana, dado a la ciudad de Caracas antes de 1.763, época en la cual lo decretaron ambos cabildos, data desde la llegada a Caracas del Obispo Diez Madroñero, acaecida a mediados de 1.757, Partidario decidido y entusiasta por el culto a María se mostró desde el principio aquel virtuoso prelado, que desde 1.760 fechaba sus comunicaciones en la Ciudad Mariana de Santiago de León de Caracas, según consta de documentos que hemos visto y estudiado detenidamente.
Por real cédula de Carlos III fechada en San Lorenzo a 6 de noviembre de 1.763, y que encontramos en las actas del Ayuntamiento de 1.764: “Su Majestad se digna manifestar a la ciudad de Caracas, haber diferido a sus instancias sobre que juren, los que ejerzan empleos públicos, la pureza original de María Santísima; que puede poner la orla que se expresa en su escudo, y erigir oratorio en las casas capitulares, sacándose del caudal de propios el que se necesite para su fábrica, aseo y permanencia”.
Los señores del Ayuntamiento dijeron, en sesión de 22 de enero de 1.764: “que celebrando, como celebran, la nueva honra que debe a S. M. esta ciudad, y principalmente el que, para gloria del culto y veneración de la Inmaculada y Santísima Madre de la Luz, pues, desde aquí en adelante, con nuevo título, ser y llamarse Mariana esta misma ciudad, tan obligada a su piedad, y tan reconocida a sus inmensas misericordias, a la que confiesa deber cuantos progresos ha logrado y de la que los espera en adelante mucho mayores, constituida con nueva, honrosa y distinguida marca, y el más ilustre blasón por su virtuoso pueblo…”
“Desde hoy en adelante —agrega el Ayuntamiento— deberá la ciudad titularse, y se titulará así: Ciudad Mariana de Santiago de León de Caracas.»
Ya en diciembre de 1.763, el mismo Ayuntamiento, al acusar recibo de la real cédula de 6 de noviembre del mismo año, había dicho: “La amantísima ciudad de Caracas tiene ya, con razón, nuevo título, y con orgullo se llama Ciudad Mariana, por haberla dedicado con tamaña honra V. M.…” Y a tal grado llegaron el entusiasmo, la humildad y la adulación de los miembros del Ayuntamiento, que, en uno de tantos oficios dirigidos por ésta al Monarca, llegaron a decirle, que S. M. poseía un mariano corazón.
Después de dar a Carlos III las más expresivas gracias con frases más o menos parecidas a las últimas copiadas, el Ayuntamiento pidió al Gobernador y Capitán general de la Provincia, en vista de la real cédula y de las actas del Cuerpo, se sirviera dictar las providencias que tuviese por convenientes, para la más devota publicidad de las nuevas obligaciones, que, para con la gran Madre de Dios, contraía esta su Mariana ciudad.
En 27 de enero de 1.764, el Ayuntamiento presenta al cabildo eclesiástico la real cédula de Carlos III, que fue acogida con señales de satisfacción. Ofrecieron los señores del capítulo el sacrificio de sus personas a la Majestad divina, “por la continuación del augusto patrocinio de la Madre Santísima de la Luz sobre esta su Mariana ciudad». Y a nombre del Rector y Claustro del Real Colegio Seminario y de la Real y Pontificia Universidad de Santa Rosa, de esta ciudad Mariana de Caracas, “ofrece celebrar las nuevas honras que ha recibido esta misma Mariana ciudad’’. En los propios términos se expresaron al siguiente día todas las comunidades religiosas existentes en Caracas. (1)
(1) Véanse las actas del Ayuntamiento y del cabildo eclesiástico, correspondientes a los años de 1763 y 1764.
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