Caraqueños, comerciantes, misas y fiestas

Caraqueños, comerciantes, misas y fiestas

Testimonios recogidos en la obra “La República de Colombia en los años 1822-23”, cuyo autor es el viajero estadounidense Richard Bache

El viajero estadounidense Richard Bache dejó para la posteridad la obra: “La República de Colombia en los años 1822-23”, donde relata costumbres de los caraqueños de entonces
El viajero estadounidense Richard Bache dejó para la posteridad la obra: “La República de Colombia en los años 1822-23”, donde relata costumbres de los caraqueños de entonces

     Bache describió a los hombres que vio en Caracas como personas de baja estatura, menor a la corriente según sus propias palabras. Respecto al tono de su piel la calificó como cetrina, amarillenta obscura, de pelos y ojos negros y “bien conformada contextura”.

     En lo que respecta al comercio por mayor y de quienes lo administraban, en las ciudades más pobladas e importantes, eran comerciantes provenientes de Inglaterra, Francia y Alemania.

     En las calles principales se encontraban establecidos los comercios regentados por negociantes provenientes de estos países. Eran almacenes surtidos con una variedad de artículos europeos de lujo, “y las mercancías están convenientemente colocadas para exhibirlas al público”. Las tiendas que surtían al detal eran administradas por algunos criollos, “y en ellas pueden conseguirse mercaderías extranjeras de menor precio, así como los tejidos del país”.

     En expendios de “menor categoría”, administrados por oriundos del país, se podía conseguir aguardiente, chicha y guarapo. De estas dos últimas, Bache escribió que eran de sabor agradable, “se parecen a la sidra y a la cerveza floja, y que se fabrican con maíz fermentado y papelón”. En cuanto a la chicha puso a la vista del lector que era muy común encontrarla en cualquier paraje del camino, “y constituye una bebida de sabor muy grato para el fatigado viajero”. Añadió que en estos expendios reposaban abundantes y diversos víveres, así como carnes preparadas, salchichas, frutas y legumbres. También se conseguía pan, tabaco y otros productos “en surtido tan heterogéneo como el que puede hallarse en las abacerías campestres norteamericanas”. Las horas más idóneas para los negocios, observó, eran las de la mañana, “a causa del calor que hace después del mediodía”. 

     A partir del amanecer, incluso antes, vio que los más devotos se dirigían a los templos, mientras las gestiones de compra y venta que debían hacerse en la calle eran realizadas antes de la hora del desayuno, “después la mayoría de los habitantes se dedican a las gestiones que pueden realizarse en el interior de comercios y edificios públicos hasta el mediodía, cuando se hace el almuerzo”. Luego de esta hora, comenzaba la siesta.

     Mientras las personas hacían la siesta expuso que las calles permanecían desiertas y las tiendas estaban cerradas, “sin verse alma viviente, salvo algún curioso extranjero dotado de infatigable espíritu de investigación, quien confiado en el ´vigor de sus músculos’ y en la robustez de su no debilitada constitución septentrional, se aventura a desafiar los rayos verticales del sol”.

     Indicó que esta costumbre de los “forasteros” había dado lugar a un proverbio muy usado entre los criollos, para él más caracterizado por la verdad que por la cortesía, y que decía que en las horas postmeridianas sólo se veían circular por las calles los perros y los ingleses, “denominación esta última que abarca a todos los extranjeros”. Según su indagación este uso indiscriminado de la palabra ingleses “puede atribuirse a la circunstancia de haber sido ellos los primeros que llegaron al país en número considerable, comerciantes en su mayor parte u oficiales al servicio de las armas de la República”. De acuerdo con Bache, regados “por todos los sectores sociales, no se han mostrado cortos ni perezosos para hacer uso de sus influencias”. En este sentido subrayó, no sin enfado, que constantemente se referían a Inglaterra, “poniendo por las nubes su poderío y su riqueza”, y denominando inglesa a todo producto que llegara a ultramar independientemente que fueran de origen francés, alemán u oriental, “han logrado hacer arraigar la convicción, entre los criollos mal informados, de que todo lo que no es español debe ser necesariamente británico”.

Los principales comercios de la Caracas de comienzos del siglo XIX, estaban regentados por negociantes provenientes de Inglaterra, Francia y Alemania
Los principales comercios de la Caracas de comienzos del siglo XIX, estaban regentados por negociantes provenientes de Inglaterra, Francia y Alemania

     La consecuencia de esta creencia era que cuando los originarios de “Colombia” se topaban con alguna persona que no hablara bien el español, considerada entre los nativos signo y expresión de supina ignorancia, no dudaban en ningún momento de adjetivarlo como inglés.

     Según llegó a observar, el pueblo caraqueño mostraba “gran inclinación por las formas externas de la religión. Menudean las festividades litúrgicas, con cauda de gastos, pompa y dispendio de tiempo”. De acuerdo con sus pesquisas recogió la versión según la cual, al año, ocupaban ciento cuarenta y cinco días de sus vidas, sin contar los días domingo, “de modo, que, si se incluyen los otros días de descanso, resulta que más de la mitad del año es tiempo perdido para la industria”.

     Agregó que las ceremonias religiosas, junto con los bailes y la música, formaban parte de las distracciones y diversiones públicas, de las que, para Bache, los “colombianos” mostraban gran afición y pasión. En lo que se debe leer que al hacer alusión a los colombianos era realmente a los caraqueños que se refería.

     Anotó que los días feriados se abrían las puertas de un teatro “con capacidad para ochocientos espectadores aproximadamente, y que se llena de bote en bote, a pesar de la baja calidad de la representación”. 

     En este orden hizo referencia al anterior teatro que se había derrumbado con el terremoto de 1812, y que era de un aforo mayor, para alrededor de 2000 espectadores. En lo referente al teatro que él presenció, cuya construcción se le había comunicado era provisional, los palcos estaban separados unos de otros a la usanza de estos establecimientos. Anotó que las familias que concurrían a los espectáculos debían traer sillas u otros asientos porque la edificación carecía de ellos. “El patio no tiene techo y el piso es la tierra monda y lironda”. En cuanto al costo de las entradas ascendía a veinticuatro centavos, “y la policía del espectáculo consiste en seis o siete soldados, al mando de un oficial, apostados cerca del local y armados de arcabuces”.

     Refirió que la declamación de los actores era pomposa, aparatosa, presuntuosa y afectada, “totalmente desprovistos de gracia o naturalidad”. Describió que, en el desarrollo de la función, un bufón se apoderaba prácticamente del escenario. El mismo hacía grandes esfuerzos para apoderarse de la atención total de los asistentes lo cual hacía con zafias y toscas muecas junto con chocarrerías o chistes, “y la asombrosa cantidad de pliegues que le va dando a su chambergo”.

     Puso a la vista del lector que los que deseaban divertirse concurrían, de forma mayoritaria, a los salones de billar. Agregó, en este sentido, que los “colombianos” dedicaban demasiado tiempo a los juegos y que para él no eran nada beneficiosos. De acuerdo con su percepción la inclinación lúdica ejercía “una extremada atracción sobre todas las clases sociales, y que pueden ser imparcialmente considerados como el más dañino de los vicios que poseen los colombianos, afortunadamente compensado por virtudes como la sobriedad y la templanza”.

     Le causó extrañeza que en Caracas sólo hubiese dos hoteles, “uno pertenece a un francés y el otro a un criollo de las islas”. Sus huéspedes eran en especial de origen inglés. Eran oficiales, según precisó, que ofrecían sus servicios al ejército colombiano. “Las costumbres domésticas de los españoles, y su espíritu de economía y moderación, hacen que les resulte muy ingrata la estancia en un bullicioso hotel, a los que sólo acuden en caso de extrema necesidad”.

En su obra, Bache advierte que, en raras oportunidades, a las damas se le ve en las calles caraqueñas
En su obra, Bache advierte que, en raras oportunidades, a las damas se le ve en las calles caraqueñas

     Observó la existencia de cerca de seis u ocho lugares donde se desarrollaban actividades de tipo mercantil en la ciudad de Caracas. Había unos pocos administrados por franceses y ciudadanos de otras nacionalidades. Añadió que existían dos casas comerciales regentadas por estadounidenses, quienes gozaban de alta estima en la ciudad, según pudo constatar.

     Describió la existencia de algunos históricos aristócratas que “aún continúan ennobleciendo a la sociedad de Caracas son objeto de mayores distinciones que las que pueda conferirles un simple riband, pues el amor y la confianza de sus paisanos es la mejor recompensa por su desinteresada consagración a los intereses de la patria”. De inmediato, hizo referencia a algunos de estos aristócratas. Del Conde de Tovar recordó que había votado, en la primera asamblea constituyente, por la erradicación de los títulos nobiliarios. El Marqués del Toro fue uno de los primeros en renunciar a su título en los inicios de la revolución. De este último expresó que había invertido una fortuna principesca en beneficio de la república. “podemos formarnos una idea de la regia magnitud de la heredad del Marqués del Toro antes de la revolución, con solo señalar el hecho de que en sus dehesas pastaban a un tiempo alrededor de mil corceles de raza; y en cuanto a su ilimitada generosidad de anfitrión, baste mencionar un célebre festín con que agasajó a un numeroso grupo de invitados, el cual duró veinte días, estimándose el gasto diario en un millar de pesos”.

     En lo referente a las damas advirtió que en raras oportunidades se les veía en las calles caraqueñas. Salvo a horas muy tempranas del día, cuando se dirigían a misa. Las observó que siempre iban en compañía de parientes y por criadas que cargaban con las alfombras que les servirían para arrodillarse en la iglesia. 

La chicha es una de las bebidas por excelencia de los caraqueños; su sabor es muy grato, apunta Bache en su libro
La chicha es una de las bebidas por excelencia de los caraqueños; su sabor es muy grato, apunta Bache en su libro

     “Como las iglesias carecen de bancos o reclinatorios… el elegante tapete constituye un elemento indispensable en el tren litúrgico de una delicada devota, pues sin él – aparte de la extrema incomodidad de la posición adoptada, si se prolonga en exceso – probablemente su salud podría resentirse a causa de la humedad del frío pavimento de mármol o ladrillos”.

     Acerca del traje que lucían las damas para cuando iban a la misa matutina “no contribuye ciertamente a realzar su belleza, pues consta únicamente de velo y falda negros”. Anotó que en un tiempo anterior se había hecho obligatorio que la indumentaria debía estar elaborada en “tela barata y de la misma calidad para todas las clases sociales”. Esto se hacía, según sus palabras, para recordar a las damas ricas la igualdad que tienen todas las categorías sociales “en presencia del Creador”. Pero con el pasar de los años el atuendo se había ido haciendo cada vez más costoso al ser diseñado con seda, terciopelos y encajes. 

     “También existe un vivo sentimiento de rivalidad en materia de trajes; y las que carecen de recursos para hacer el gasto respectivo se someten a toda clase de privaciones y sacrificios para igualar el magnífico atavío de quienes disfrutan de mayor prosperidad económica”.

     Dejó escrito que la belleza de las féminas resaltaba mejor en el seno de los hogares, ya lo fuese en banquetes o fiestas que se llevaban a cabo en las noches, cuando exhibían sus indumentarias a la usanza europea. “Aunque su tez no es tan blanca como en los climas septentrionales, es bastante clara para producir grata impresión en quienes las contemplan”. Admiró el color oscuro de sus cabellos y el suave y húmedo color negro de sus ojos. De seguida, adjudicó la carencia de una idónea formación cultural de las nuevas generaciones femeninas, así como de los integrantes de la comarca, a la guerra a muerte que se había presentado en el país durante períodos anteriores a su visita. No obstante, testificó haber conocido a varias mujeres “que poseen algunos conocimientos de inglés, y muchas más saben hablar francés, aunados estos méritos a los modales más amables y cautivadores y a otras prendas femeninas”.

     De acuerdo con lo que evidenció, los bailes, la música, la religión y el tocador absorbían la mayor parte del tiempo de las caraqueñas. “Su educación es completamente femenina”. Para él era evidente que las damas de otros países superaban a las caraqueñas en el cultivo de la inteligencia, “también lo es que las criollas las aventajan a su vez en las gracias y encantos que son gala típicamente de su sexo”.

Agosto de 1969

Agosto de 1969

REVISTA PRODUCCIÓN

Agosto de 1969

Sinopsis

Por: Esther Mobilia

     Esta edición está dedicada a la industria eléctrica y electrónica en Venezuela. Inicia con la presentación de las Gacetas Oficiales de carácter económico publicadas en la legislación venezolana. Se presenta una nota conmemorando el viaje del hombre a la luna con la misión Apolo 11. En el editorial se presentan las líneas estratégicas de trabajo del sector para los próximos meses. Se reseña la reunión del director de Cordiplán con los representantes de la Cámara de Industriales de Caracas. El presidente de la Cámara de Industriales de Caracas pronunció una conferencia sobre el Pacto Sub-Regional en el Rotary Club de Caracas, se presenta un artículo al respecto. En el marco de la Asamblea de la CIPC en Lisboa, se reseñan los aportes vinculados con las conservas y los proyectos. Se publica un artículo en el que el ingeniero Roberto Salas Capriles analiza el funcionamiento y meta de la Cámara Venezolana de Fabricantes de Artefactos Domésticos y de la Industria Eléctrica y Electrónica (CAFADAE). El ejecutivo de Phillips, José Hernández, explica las metas a futuro de la industria electrónica en el país. Alfredo

     Mayorca reflexiona acerca del porvenir de la industria electrónica venezolana. El gerente de Indelec, C.A., Arturo Creenovich afirma que el 75% de componentes incorpora la industria electrónica de televisores de Venezuela, aspecto que nos habla del crecimiento del sector en la economía nacional. Según el ejecutivo de General Electric, Georges Diamantes, el tamaño del mercado afecta las características de la industria electrónica. Se presentan estadísticas relacionadas con la producción de energía eléctrica en Venezuela entre los años 1964-1967. Marcel Aitzondo explica la importancia del transistor. Charles G. Reynold analiza la relevancia del planning y el control de la producción para el mantenimiento del equilibrio en la empresa. Gregorio Ascain explora los adelantos electrónicos de la computadora. Xabi de Gazteiz escribe cómo ha sido la evolución de la tecnología desde la vieja radio a la nueva televisión. Se presentan imágenes de la planta de ensamblaje de equipos de la empresa Phillips en Maracay, estado Aragua. El periodista J. Sanjuán escribe un artículo de opinión en el que hace un balance de la economía venezolana a lo largo del mes transcurrido.

Si desea visualizar o descargar esta revista puede hacer clic en el siguiente botón

     Pierre Camusat presenta un artículo sobre la normalización como precepto industrial. El control presupuestario en la industria manufacturera es analizado por F. Jonio. Herbert Simon, en temas de administración, analiza las nuevas técnicas de la decisión programada. En noticias breves, Richard Felver escribe sobre el diseño del producto en la organización industrial y posteriormente se presenta la nueva junta directiva de la Sociedad Venezolana de Ingenieros de Minas y Metalúrgicos. Dinki Donibane – Loit zu explica las aplicaciones de la electrónica en la actualidad. Culmina la edición con las direcciones y los contactos de los asociados a la Cámara de Industriales de Caracas.

Más revistas

Abril de 1969

La edición está dedicada a la industria automotriz venezolana.

Noviembre – Diciembre de 1992

El número inicia con el editorial, en donde se precisan las actividades de formación realizadas por la Cámara de Industriales de Caracas.

Mayo de 1968 – N192

Esta edición está dedicada a la Asamblea de Fedecámaras y la industria de los alimentos.

Boletín – Volumen 95

Boletín – Volumen 95

BOLETINES

Boletín – Volumen 95

Sinopsis

Por: Dr. Jorge Bracho

     En esta nueva edición correspondiente al mes de octubre de 1921, principia con “Situación mercantil” (Pp. 1253-1254) en la que se examina la situación económica mundial que, para el momento, continuaba mostrando escasa recuperación. Le sigue, carillas 1254 a 1257, “Del boletín del National City Bank” en que se examina la situación comercial, algunos síntomas de mejoramiento en este orden, el desmejoramiento de los valores de los productos ofertados en el mercado, la desigualdad de los ingresos entre los trabajadores, tenido como uno de los más lamentables males, aunque la industria textil había mostrado una mejoría gracias a la demanda de indumentaria propia del verano. De igual manera, se destacó el caso de los aguaceros y como habían perjudicado la industria del algodón, así como la circulación del oro había mejorado y los bancos contaban con recursos para préstamos y, por último, se decía en este escrito, que la amenaza socialista rusa había disminuido debido a que distintos dirigentes obreros estaban convencidos del fracaso de Rusia y sus fórmulas políticas para con los sectores obreros y campesinos.

Boletín 95

Si desea visualizar o descargar este boletín puede hacer clic en el siguiente botón

     Entre las páginas 1258 y 1259 ocupa el espacio “Del informe del Banco de Venezuela a la Asamblea General de 10 de setiembre de 1921”. En este aparte se informó sobre la circulación monetaria, la emisión de billetes, la acuñación de plata como equivalente general y la existencia del oro acuñado en el país. De un corresponsal en suelo europeo se publicó “Situación europea” (Pp. 1259-1260) donde se informa que la situación económica europea apenas mostraba recuperación.

     De seguida, se incluyó “Sobre la necesidad del hábito de hervir el agua” (Pp.1260-1261). El escrito fue preparado por Luís Razetti, como contestación de un trabajo publicado en el número anterior, bajo el mismo título. En él, Razetti, agregó que si todos los habitantes de Caracas filtraran el agua y evitaran las moscas la mortalidad disminuyera notablemente. En “Los ferrocarriles de Venezuela” (Pp. 1261-1267) se presentó algunos asuntos relacionados con las vías férreas en el país, así como un cuadro demostrativo con kilómetros de extensión existentes, los kilómetros cuadrados y la cantidad de habitantes respecto al funcionamiento del ferrocarril.

     De la página 1267 a la 1268 se insertó “Las extensiones del Puerto de Londres”, en donde se dio a conocer la construcción de un nuevo “dock” con lo que el acomodo de barcos en el puerto londinense se amplió. Le sigue, “La ciencia de los Negocios” (Pp. 1268- 1269), escrito por E. Arroyo Lameda, en el cual se destaca la importancia de superar la inveterada disposición según la cual los negocios y el comercio no forman parte de la ciencia moderna. En la página 1269 destaca un breve escrito que lleva por título “Sobre acercamiento Ibero – Americano” (P. 1269), en el que se hizo pública una carta dirigida a la Cámara de Comercio de Caracas, cuyo propósito era una invitación a la conmemoración del día de la Raza, auspiciada por la Unión Iberoamericana.

     Le sigue “Mensaje a los hombres de negocios de Caracas” (Pp.1269-1270). Se trata de una invitación a profundizar relaciones comerciales entre Venezuela y Boston. Luego, “Vigilancia de la salud del ganado en el Estado Zamora” (Pp. 1270-1271) redactado por el gobernador de este estado, general Isilio Febres Cordero y en que éste aborda el contenido de un decreto a propósito de la actinomicosis, afección que ataca a los animales. De la página 1271 a la 1274 el espacio es ocupado por un texto donde se hace una breve semblanza de empresas petroleras que se encontraban instaladas en el país en “Sobre compañías petroleras”.

     A continuación (Pp. 1274-1275) en “La crisis del caucho y su valuación” se hace un análisis de la depreciación del caucho en el mercado internacional y las pérdidas económicas que sufren algunas fábricas que no pueden competir en el mercado. De una publicación francesa se reprodujo “El café” (P. 1275) para mostrar el intercambio de este producto en Europa y América. En esta edición continuaron los estudios históricos de C. H. Haring con “El comercio y la navegación entre España y las Indias en época de los Habsburgo” (Pp. 1275-1280).

     En la página 1280 se incluyó “Notas editoriales” adonde se destacó la propuesta de unión entre las repúblicas centroamericanas, una nota informativa acerca de una estadística recibida respecto al café en Maracaibo, una fe de errata correspondiente al número 94 y una sucinta nota en la que se da a conocer la adquisición de un multígrafo por parte de un agente de una importante firma fabricante de estas máquinas de imprimir.

     Entre las carillas 1281 y 1291 se insertaron una serie de cuadros estadísticos referidos al ganado vacuno en Anzoátegui, exportación e importación de café desde Puerto Cabello para agosto de 1921, el café exportado y recibido desde Maracaibo para la misma fecha, datos de exportación por la aduana de Cúcuta, cacao y café exportados desde la Guaira, el cuadro “Tipos de cambio en Caracas sobre el exterior en setiembre de 1921”, “Precios de productos en diversos lugares de Venezuela en setiembre de 1921”. En “Noticias del exterior” se dan a conocer detalles de asuntos económicos en Francia, Italia, Alemania, América (P. 1292). Finaliza con “Movimiento de valores públicos en la Bolsa de Caracas y en la de Maracaibo en setiembre de 1921”.

Más boletines

Boletín – Volumen 104

El juramento presidencial.

Boletín – Volumen 95

Situación mercantil

Boletín – Volumen 72

Apuntes sobre la riqueza mineralógica de Venezuela.

Arevalo Cedeño, último caudillo guerrillero

Arevalo Cedeño, último caudillo guerrillero

Comerciante, telegrafista y destacado opositor al régimen del general Juan Vicente Gómez.

“El general Emilio Arévalo Cedeño murió el 19 de mayo de 1965, cuando se cumplían exactamente 51 años desde que se alzó por primera vez en Cazorla, en 1914. El caudillo guariqueño que había nacido en Valle de la Pascua, 1882, se alzó contra Gómez en 1914 y durante 21 años invadió 7 veces el país y nunca lo pudieron hacer prisionero. Su aventura más conocida fue la tercera expedición, en 1921, cuando llegó hasta San Fernando de Atabapo y fusiló a Tomás de Funes, que llevaba 8 años como dictador de la selva. 

Por Víctor Manuel Reinoso

Emilio Arévalo Cedeño se alzó contra Gómez en 1914 y durante 21 años invadió 7 veces el país y nunca lo pudieron hacer prisionero
Emilio Arévalo Cedeño se alzó contra Gómez en 1914 y durante 21 años invadió 7 veces el país y nunca lo pudieron hacer prisionero

     “El general Emilio Arévalo Cedeño murió el 19 de mayo de 1965, cuando se cumplían exactamente 51 años desde que se alzó por primera vez en Cazorla, en 1914. El caudillo guariqueño que había nacido en Valle de la Pascua, 1882, se alzó contra Juan Vicente Gómez en 1914 y durante 21 años invadió 7 veces el país y nunca lo pudieron hacer prisionero. Su aventura más conocida fue la tercera expedición, en 1921, cuando llegó hasta San Fernando de Atabapo y fusiló a Tomás de Funes, que llevaba 8 años como dictador de la selva. 

     “El miércoles 19 de mayo, cuando Venezuela estaba pendiente de las noticias de Valencia, donde había sido muerto el “Negro Antonio”, en Valle de la Pascua dejaba de existir un viejito pequeño de 83 años, cuyo nombre, en otro tiempo, estuvo en los labios de todo el país. Este viejito arrugado de un metro 50, que terminó de morir el mismo día en que era acribillado el delincuente más famoso de Venezuela, se llamaba Emilio Arévalo Cedeño.

     Desde hace unos cuatro años estaba sumido en la semiinconsciencia y hablaba más con los árboles que con su familia. Pero en otro tiempo este hombre de poco físico, fue el temible general Arévalo Cedeño. El 19 de mayo se cumplían 51 años desde que él, en compañía de 40 jinetes, gritó en Cazorla, estado Guárico, “¡Muera el tirano! ¡Viva la libertad!”.

     Desde ese día no descansó jamás durante 21 años. Dirigió guerrillas en los llanos y cada vez que se vio en apuros, salió al exilio, viviendo mil aventuras para volver a regresar.

     Mientras los caudillos enemigos de Gómez se ponían achacosos en diversas capitales de América y Europa, Arévalo Cedeño siempre volvió. Por eso sus expediciones, que a veces duraban un año entero, con los ejércitos de Gómez detrás, fueron 7. De todas estas expediciones de Arévalo Cedeño, la más famosa es la tercera, que realizó en 1921. Como era su costumbre, esa vez volvió a ingresar a territorio venezolano por el lado del Arauca.

     Con sus hombres bajó desde Colombia por el Meta y al llegar al Orinoco, sus embarcaciones remontaron el río hasta San Fernando de Atabapo. Allí había un dictador de bolsillo que tiranizaba a todo el Territorio Amazonas. Arévalo Cedeño, abanderado de la libertad, se había propuesto librar a ese territorio de ese gobernador tiránico, acusado de haber cometido 480 crímenes en 8 años de salvaje reinado. El general Arévalo Cedeño logró su cometido el 21 de enero de 1921. Funes fue fusilado y la historia alcanzó caracteres de leyenda. Un poeta colombiano, José Eustasio Rivera, que por ese tiempo trabajaba en una comisión de límites, recogió esa historia en su célebre novela “La Vorágine”. Arévalo, 25 días después de ajusticiar a Funes y a su lugarteniente Luciano López, avanzó hacia el centro del país. Sus intenciones eran acabar en Apure con el terrible Soto y después llegar hasta el centro para enfrentarse al mismo Gómez.

     Pero la oposición venezolana –para variar– no era todo lo unida como para dejar de lado las ambiciones personales. Y Arévalo, después de un año de campaña, debió hacer mutis al extranjero una vez más. En esta salida, como en otras, Arévalo fue a distintos países de América y a Europa, Volvió 4 veces más, pero Gómez resistiría siempre.

     Arévalo estaba en Nueva York, en diciembre de 1935, cuando murió Gómez, su gran enemigo. Recién pudo volver y reunirse con Pepita Zamora Arévalo, su prima y esposa, con quien se había casado en 1913, quien lo esperaba con un hijo de 21 años.

     El presidente Eleazar López Contreras, deseoso de ganar amigos entre los más encarnizados opositores del “Hombre de la Mulera”, nombró al general Arévalo Cedeño presidente del estado Guárico. El guerrillero más famoso que ha tenido Venezuela en este siglo, como buen Quijote, al no encontrar molinos en San Juan de los Morros, se dedicó a levantarlos. Tiempo después fue diputado al Congreso Nacional. Pero él, un hombre que ya pasaba de los 50 años, ya había hecho lo fundamental de su vida. El mismo lo comprendió así y en 1936 concluyó un libro de más de 400 páginas, donde cuenta todas sus aventuras, a veces tan fantásticas, como cualquier novela de Julio Verne.

     Ese tomo de memorias se llama “El libro de mis luchas” y ha servido de referencia a cuantos han escrito sobre la encarnizada oposición que los enemigos de la dictadura le hacían a Gómez. Arévalo dedicó su libro a sus viejos compañeros y en especial a su hijo, que nació el 16 de junio de 1914, el mismo día que él era derrotado en “Caño del Medio”; por eso la dedicatoria dice: “Con el deseo de que siempre sea digno y libre como yo”.

El caudillo guariqueño Arévalo Cedeño, nació en Valle de la Pascua en 1882, y falleció en esa población, 83 años después, en 1965
El caudillo guariqueño Arévalo Cedeño, nació en Valle de la Pascua en 1882, y falleció en esa población, 83 años después, en 1965

 Lo que decidió

     Emilio Arévalo Cedeño nació en Valle de La Pascua, el 2 de diciembre de 1882. Su padre, el general Pedro Arévalo Oropeza, había sido una víctima no solo de Antonio Guzmán Blanco, sino también de Joaquín Crespo e Ignacio Andrade. Su madre, Dionisia Cedeño, era bisnieta de Manuel Cedeño, uno de los héroes de la Batalla de Carabobo. El muchacho estudió en Altagracia de Orituco y después aprendió un poco de inglés y otro de francés por su cuenta. Ya convertido en pequeño comerciante se asoció en una tipografía y fundó El Titán, un periódico que solo pudo salir 8 veces. Arévalo volvió a la bodega y cuando esta se le quemó, levantó otra. Comerciante viajero, en San José de Río Chico, fundó otro periódico: Helios, que tuvo menos suerte que el anterior. Pero Emilio Arévalo, además de interesarse por la literatura, era un rebelde, lo llevaba en la sangre. En 1905, en uno de esos actos del llano, cuando le tocó hablar, no se calló lo que pensaba de ese dictador atrabiliario llamado Cipriano Castro. Tres años después, cuando el viaje de Castro fue saludado como una liberación del país, Arévalo estaba en Caracas y fue uno de los que corrió hacia El Constitucionalista, el diario que se había hecho odioso apoyando al caudillo tachirense. A fines del año siguiente, sin tener nada mejor de que ocuparse, ocupó el puesto vacante de telegrafista que había dejado un hermano suyo. Estuvo en varios pueblos de oriente.

     En 1910 estaba en Caicara de Maturín, siempre de telegrafista, cuando se casó con Antonia Ledezma Guzmán. Pero su esposa falleció a los 9 meses. Arévalo, desencantado, dejó el telégrafo y volvió al comercio de animales. En 1913, en Apure, se casaba con su prima Pepita. Pero los caminos de Arévalo se iban cerrando. Juan Vicente Gómez estaba resultando peor que Castro. Todo lo quería para él y sus testaferros. El mismo 1913, una operación comercial de Arévalo iba a decidir el cambio definitivo de su vida. Él pensaba hacer un buen negocio con 200 caballos en Apure, pero nadie se los quiso comprar. Gómez ya había resuelto que esos caballos solo podría comprarlos su hombre de confianza, el general Eulogio Moros. Arévalo tuvo que rendirse a la evidencia. 

     Cuando llegó al hato La Candelaria, Moros lo recibió amablemente, pero debió esperar 8 días para saber que Moros le iba a pagar 30 pesos por cada caballo que a él le había costado 60. Y no solo eso. Moros le pagaría los caballos con toros avaluados a 12 pesos cada uno. Arévalo sabía que esos toros eran vendidos a 6 pesos cada uno, pero ya su suerte estaba echada. Sino le vendía los caballos a Moros sería tomado preso. Cerró el negocio, pero ya había decidido irse a la guerra. Comenzó a prepararse. En mayo de 1914 pasó grandes angustias cuando un burro, que llevaba para Valle de la Pascua, cargado con 80 mil pesos para comprar mil novillos, se le perdió. Pero el animal apareció. Hizo el negocio y cumplió con su socio.

 

Arévalo y Funes

     El 19 de mayo de ese año lanzó en Cazorla el grito de libertad. Desde ese momento comenzó su gran aventura. Un día era el guerrillero triunfante que tomaba un pueblo y al día siguiente el que tenía que salir huyendo sobre curiaras por los caños de los ríos del llano para escapar de los hombres de Gómez. Después de tomar los pueblos más importantes del Guárico debe salir huyendo, solo, hacia Trinidad, engañando a jefes civiles a quienes les decía que era enviado del gobierno. En Trinidad encontró a varios exilados de nota, entre ellos a los generales José Manuel Hernández y Cipriano Castro. Castro decía tener 1.200 fusiles en Barbados, pero decía que solo se los daría a quien reconociera a él como jefe de la revolución. Arévalo no aceptó eso y después de intentar hacerse a la mar con 30 fusiles y ser descubierto, no le quedó más remedio que esperar hasta 1915, ir a Cartagena y seguir al Arauca, donde el doctor Carmelo París le entregará 87 fusiles y 10 mil tiros.

     Horacio Ducharne se está batiendo en el Oriente. Arévalo pretende encender la guerra por el llano. Toma Caicara y otros pueblos y avanza hacia Valle de la Pascua. Los generales de Gómez, sorprendidos, n o alcanzan a prepararse, tienen que huir mientras telegrafían a Maracay que ya están derrotando al faccioso. Arévalo, que halla estos telegramas, se burla de Gómez, poniéndole otros telegramas donde le dice que ya tiene al ladrón Arévalo en su poder y quiere saber qué debe hacer con él. Cuando se tropieza con gente de Ducharne sabe que ya no puede hacer nada. En 3 meses ha tomado 4 estados. Pero quedarse mientras las demás fuerzas se dispersan, es suicidarse. Y Arévalo sale por segunda vez al exilio, esta vez por Colombia.

     Conseguir dinero para nuevas aventuras lleva tiempo. Arévalo tiene que viajar por Centro América y después a Europa. Solo está en condiciones de volver a entrar a Venezuela a fines de 1920. Esta vez Arévalo quiere librar al Territorio Amazonas de Funes, el hombre que aterroriza a los caucheros desde 1913. Piensa que será un buen golpe de propaganda. Funes, que ha gobernado asesinando, cobra impuestos prohibitivos y elimina a los que bajan por los ríos con alguna carga de consideración. Arévalo, de nuevo desde Colombia, ahora con casi 200 hombres, baja por el Meta en curiaras y falcas hasta Puerto Carreño. Allí apresa al tesorero de Funes y requisa 375 fardos de balatá. La expedición ha comenzado el 30 de diciembre de 1920, pero no es ningún paseo. Hasta naufragios ha habido y después quedan los raudales que hacen imposible la navegación del Orinoco en 60 km.

     Hambrientos, con sus embarcaciones a la rastra, pasan muchas penurias hasta la madrugada del 17 de enero, cuando llegan a la confluencia de los ríos Guaviare y Atabapo. Pasan el pueblo hasta Tití y después comienza el ataque a San Fernando de Atabapo. La batalla se prolonga 28 horas, pero Arévalo se impone. Funes ofrece dinero, Luciano López, su lugarteniente, también, pero Arévalo quiere hacer las cosas en forma. Un Consejo de Guerra delibera y el dictador de la selva y su brazo derecho son fusilados en la plaza del pueblo a las 10 de la mañana del 21 de enero. Después de eso, los oficiales que acompañan a Arévalo lo quieren nombrar jefe único de la revolución, pero él no acepta eso para que los opositores de Gómez no sigan separándose más. Sin embargo, el divisionismo y la ambición saldrán adelante poco más tarde cuando aparece el general Roberto Vargas, dándose títulos de jefe. Las esperanzas de vencer al presidente de Apure se esfuman. Arévalo, antes de regresar a Colombia ordena la captura de los generales Vargas y Alfredo Franco para someterlos a Consejo de Guerra.

El gobierno del general Juan Vicente Gómez nunca pudo atrapar al legendario caudillo guariqueño
El gobierno del general Juan Vicente Gómez nunca pudo atrapar al legendario caudillo guariqueño

Otras expediciones

 

    Los hombres que siguen a Arévalo son 400, pero no todos están dispuestos a volver a esas caminatas de día y de noche. Unos se quedan en el otro lado de la frontera, pero Arévalo vuelve a cumplir con su cuarta campaña, donde obtiene un éxito tras otro hasta llegar en septiembre a Valle de la Pascua, su pueblo natal. Arévalo avanza hacia el centro antes de devolverse por la Pascua para buscar la costa para ofrecerle batalla al ejército que avanza en su búsqueda. Arévalo sigue avanzando, siempre con éxito; se pasea por los Estados costeños y alcanza hasta el mismo Estado Miranda, a las puertas de Caracas. Cuando ocupó El Guapo el jefe gomecista local se suicida. Vuelve al llano. Del Guárico pasa a Cojedes. Lanza proclamas. Le dirige mensajes a Gómez a propósito del pedido de libertad hecho por USA. Sigue adelante. Es aclamado en 7 Estados antes de recogerse hacia la frontera.

     Arévalo sale en 1922 hacia Panamá y Nueva York. Se reúne con los viejos caudillos, pero estos, aunque tienen fondos, se niegan a proporcionarlos si no les prometen de antemano que ellos serán los amos del país. Arévalo grita, se molesta, pero no se desanima. Concurre a hablarle de la revolución a otros grupos. Pero después de los aplausos hay muy poco más.

     El hondureño Marco Aurelio Herradora, todo un agente de la United Fruit, le dice a Arévalo que la bananera que ha conseguido contratos increíbles en varios países del Caribe, le podría financiar una expedición, pero con el compromiso de que, derrocado Gómez, le dejará entrar al país como lo habían dejado entrar en los pequeños países del Itsmo. Arévalo, naturalmente, no puede aceptar eso. Recibe cartas. Sabe de ofertas. Se hablan de miles de dólares que pondría Leopoldo Baptista o cualquier otro exilado. Pero al final, nada. Cuando vuelve a Colombia ya es el comienzo de 1924. Arévalo vuelve a entrar a Venezuela, esta vez con 87 hombres. De nuevo los ríos, la toma de los pequeños pueblos y subir hasta San Fernando de Atabapo. Vence al nuevo gobernador de allí, coronel Domingo Aponte. Se ha apoderado de un extenso pedazo de Venezuela. De allí podría seguir tomando otros estados, con la ayuda de los enemigos de Gómez, pero los enemigos no quieren arriesgarse demasiado si no son ellos las vedettes. Arévalo se pasa 6 meses en eso, pero la ayuda no viene. A fines del año 24, Arévalo y su gente tienen que darse a la fuga hacia Brasil, porque el gomecismo se las ha arreglado para pedir permiso a Colombia para pasar su ejército para vencer al caudillo guerrillero.

     Después de esa aventura, Arévalo una vez más se aleja por los caminos del exilio. Ya es demasiado conocido como para pasar sin dificultades en los países e islas, más cercanas a Venezuela. Tiene que ir a USA y Europa. A comienzos de 1929 está de nuevo en el Arauca para comenzar su sexta invasión. Arévalo sueña con libertar a una serie de jóvenes prisioneros que están en los trabajos forzados de la carretera de El Palenque, pero cuando llega a este punto, los prisioneros han sido trasladados. Arévalo avanza una vez más hacia el Guárico y Anzoátegui. Los presidentes de Apure, Bolívar, Anzoátegui, Gupárico y Monagas corren detrás de él. Antes de que Arévalo y su gente logren salir del oriente son derrotados en Anzoátegui por el general Lino Díaz. La causa de la oposición no ve una. Las expediciones fracasan. Fracasa Gabaldón en su hacienda Santo Cristo. Fracasa Román Delgado Chalbaud en Cumaná. Arévalo, después de dos meses de caminata, logra llegar al Arauca.  

     Arévalo intenta su séptima invasión en 1931. Con 80 hombres se oculta de los aviones por Apure y por Bolívar desde marzo hasta agosto. Los revolucionarios le hacen frente al vapor Arauca, que lleva soldados de Gómez. Una derrota. Muertos. De nuevo la fuga hacia la frontera.

     Después de esta aventura, Arévalo vuelve a recorrer los países de Latinoamérica. Pero Gómez, gobernante infernal, solo será derrotado por la muerte. Arévalo, a comienzos de 1936, toma el barco hacia Venezuela. López Contreras le dice en un telegrama que será bienvenido. Ya en el país, se le tributará un gran recibimiento, se le llamará héroe y se le rendirán honores. El tiempo se encargó de sumirlo en las sombras.

FUENTES CONSULTADAS

  • Arévalo Cedeño, Emilio. “Viva Arévalo Cedeño: el libro de mis luchas”. Caracas: Seleven, 1979
  • García Arriechi, Guillermo. Emilio Arévalo Cedeño. En: Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas: Fundación Polar, 1989 
  • Rivera, José Eustasio. La Vorágine. Colombia, 1924
  • Elite. Caracas, 29 de mayo de 1965
Loading
Abrir chat
1
Contacta a nuestro equipo.
Escanea el código
Contacta a nuestro equipo para aclarar tus dudas o solicitar información.