Los “aparecidos” y “espantos” de la Caracas de antaño

Los “aparecidos” y “espantos” de la Caracas de antaño

Por Omar Vera López

La “mula maniá”, Es la mujer cuya curiosidad le llevó a ser transformada en mula y que acecha a los trasnochadores caraqueños de la ciudad de mil y pico.

La “mula maniá”, Es la mujer cuya curiosidad le llevó a ser transformada en mula y que acecha a los trasnochadores caraqueños de la ciudad de mil y pico.

     “La luna es un farol vagabundo que recorre el cielo libre de sus amarras. Montada muy alto, tan alto que a veces siente vértigos, mira hacia la tierra que se arropa en su propia oscuridad, sin que su mirada curiosa alcance a producir más que penumbra y juegos de luces. La tierra, allá abajo, siente frío. A veces hasta se molesta de la incesante curiosidad de ese ojo solitario siempre abierto, siempre vigilante. Ese farol navega por el cielo sin importarle que la tierra, allá abajo, tiene cientos y cientos de lunas amarradas al pavimento. Lunas cómodas que se encienden y apagan pro la voluntad del hombre. Lunas menos románticas pero mil veces más prácticas.

     La luna ha visto muchas cosas. Tantas que ya ni recuerda. Pero, aunque la memoria le falle como una vieja achacosa cualquiera, a veces sonríe pensando en las cosas que ha visto. No las recuerda en absoluto, pero sabe que sonreiría igualmente si se acordara, Cosas tristes, alegres, trágicas, misteriosas. . . Esta noche la luna se siente poseída por los espíritus del Más Allá. . . y su sonrisa se ha hecho más oscura, más callada. Como esa sonrisa retorcida de los gatos negros cuando se les pasa la mano por el lomo arqueado. . .

     Noche cualquiera. Santiago de León de Caracas dormita su somnolencia colonial, ahogando bostezos de techos rojos y calles empedradas. La Catedral yergue su juventud coronada por la faz redonda de su reloj que canta las horas con voz abaritonada. Las calles solitarias con las aceras medrosamente recostadas de las paredes recuerdan que se acerca la media noche. Y a las nueve y media el toque de queda barrió con los trasnochadores y silenció las serenatas. Todos se cobijan detrás de las fuertes puertas de madera donde las palmas benditas puestas en cruz y clavadas en lo alto, forman la barrera invisible que coloca la Fe.

     Todos duermen o rezan en la ciudad. . . Es decir, ¡todos no! Prendido a los barrotes de una ventana, tejiendo sueños y hablando silencios, el amor no sabe de toque de queda. . . no usa relojes ni calendarios. Mide las horas en lágrimas y los minutos en suspiros.

     De pronto el amante descuidado se ha puesto pálido. Sus manos ancladas a los barrotes los aferran con más fuerza. La dueña de sus desvelos es una mancha blanca en la oscuridad de la ventana. Y al volver la cabeza, distingue en el fondo de la calle, sacando chispas del empedrado pavimento, una mula, enorme y oscura, que avanza alocadamente. Una pata trabada por las riendas que arrastran por el suelo dificulta sus movimientos. Va sembrando coces y corcovos, extrañamente luminosos los ojos muy grandes, como si llevara un candil encendido muy adentro.

     Toda la oscuridad se va borrando a su paso dejando en su lugar una luz lechosa que hace daño a los ojos. . . Es la “mula maniá”. Es la mujer cuya curiosidad le llevó a ser transformada en mula y que acecha a los trasnochadores caraqueños de la ciudad de mil y pico. Con un suspiro la damisela se ha desmayado y el valeroso galán, sin la interesada espectadora, no ha vacilado en seguir sus pasos. . .

 

Superstición. Tiempo de monsergas y cuentos de camino.

     De espantos y de aparecidos que consideraban su deber principal amargarle la vida al prójimo temeroso que se pusiera en su camino. Cadenas y gemidos, sábanas y azufre, botijuelas donde cantaba su canción dorada la morocota rubia y codiciada. Golpes en las paredes y voces temblorosas de los buscadores de tesoros que cubrían el miedo con la ambición. “Siga tres pasos hacia el norte donde la vieja ceiba dobla la espalda contra el muro” . . . Espantos, muertos y apariciones.

     Cuando los gallos comienzan a mirar al reloj previniendo la aurora, la oscuridad se hace más impenetrable que nunca. Es quizá el momento crucial, sagrado, cuando la mañana, al fin mujer, se da los toques sabios de su “toilette” para aparecer fresca y rozagante a los ojos del sol que se levanta. En ese momento con una velocidad de espanto, traqueteando, chirriando y dando tumbos por las estrechas callejas, aparecía un carretón viejo y polvoriento. Desde el sitio donde hoy está el Panteón Nacional hasta dos o tres cuadras al sur del Puente Trinidad o desde Dos Pilitas hasta la Plaza de la Pastora, el siniestro carretón va llenando de ruidos y de temores los corazones caraqueños.

El Carretón de la Trinidad, ruidoso carretón que iba guiado por un rojo cochero.

El Carretón de la Trinidad, ruidoso carretón que iba guiado por un rojo cochero.

     Era el Carretón de la Trinidad, el ruidoso carretón que iba guiado por un rojo cochero, haciendo cabriolas en el pescante, con dos espantosos cuernos señalando al cielo en la frente arrugada. El conductor agitaba el látigo y golpeaba el aire, porque el carretón llevaba las varas vacías, aumentaba la velocidad cada vez más sin que se vieran los caballos que piafaban y galopaban acuciados por el látigo. . . Y no faltaba quien sintiera nacer entremetido con sus medrosos pensamientos la seguridad de que la “mula maniá” se había escapado de las varas del misterioso carretón.

     Época oscura de cuentos narrados a la luz temblona de la vela. Sombras que trepaban las paredes y se deslizaban por el techo de cañas como esperando el momento para abalanzarse sobre el desprevenido mortal que sentía el corazón arrugado y chiquito como una naranja vieja. Caracas, la vieja Caracas, era un aquelarre poblado de brujas, aparecidos y duendes apenas el sol escondía la nariz enrojecida detrás de los cerros. La “dientona” mostrando a todos el tamaño descomunal de su dentadura, largos sables afilados y amarillos, apenas se atrevían a escuchar las once campanadas en la calle. El “enano de la Torre de Catedral”, un minúsculo hombrecillo que se podía encontrar por las noches parado bajo la Torre y que se estiraba, se estiraba, hasta mirar la esfera del reloj cuando algún desprevenido le preguntaba la hora.

   El “rosario de las ánimas” con su blanca fila de figuras, envueltas en los amplios pliegues de las sábanas, portando el hachón encendido y rezando en voz alta un escalofriante rosario. Tradición y superstición de la Caracas que se fue encaramada en sus edificios de veinte pisos y enarbolando la sonrisa blanca de la luz del neón.

     Pero también había los que sabían aprovechar la superstición para sus propios fines. En noches tenebrosas, cuando el viento se retorcía por las callejuelas como si alguien le apretara la garganta, aparecía “la sayona” . . .  Con un larguísimo sayal, más negro que la misma noche, mostrando en el cráneo pelado el resplandor rojizo de las cuencas vacías y con un ominoso entre chocar de huesos al caminar iba apretando con la mano fría del miedo el corazón de todos los caraqueños. En las casas, reunidos en una habitación cualquiera, todos los habitantes oían ansiosos la voz del jefe de la familia que rezaba con voz temblorosa pidiendo al cielo la merced de alejar la siniestra dama de los alrededores. . . Al poco rato, al conjuro de rezos y peticiones, se dejaba de oír el lamento de la enlutada aparición y regresaba la calma al seno del hogar. Una persona, sin embargo, entre ruborosa y asustada, podía aclarar el misterio de la aparición de la temida “sayona”, esa sayona que ocultaba tras la negrura de la sábana apresuradamente teñida al galán audaz que desafiaba la fuerza poderosa de la superstición para robar un beso de los labios de la amada, Una medida forzada por el inabordable cerco que en esa época de rigidez conventual separaba a los galantes caballeros flechados por Cupido de la dulce compañía de las Julietas de entonces.

     A veces ya no era la sayona sino el “Hermano Penitente” . . . Vestido de blanco, con un rosario de cuentas de madera al pecho, una cruz en la mano izquierda y un látigo en la derecha, iba pregonando a grandes gritos sus horribles pecados mientras se propinaba sonoros latigazos en las espaldas curvadas. Excusado es decir que los avisados mozos de entonces utilizaban largas tiras de cartón para los temibles látigos, que producían un ruido seco e impresionante sin lastimar sus pecadoras espaldas.

La vieja Caracas era un aquelarre poblado de brujas, aparecidos y duendes.

La vieja Caracas era un aquelarre poblado de brujas, aparecidos y duendes.

     Este “Hermano Penitente” como si fuera poco el acompañamiento lúgubre de los latigazos y los gritos, también tenía su cohorte de adeptos. Sus devotos que apoyados en la tremenda influencia del “Hermano”, hacen y deshacen a su sabor, sin miedo ni temor para los peligros terrenales.

     La ceremonia durante la cual el “devoto” hace su pacto con el terrorífico “Hermano” puede ponerle los pelos de punta al más valiente. Con una gallina negra, descabezada, en la mano, el iniciado se dirige al Cementerio, dejando a su paso un sendero punteado de sangre. Allí, cuando la tempestad, que es requisito indispensable para la aparición del “Hermano” éste en su apogeo, invoca su aparición. Aparecido éste, si nuestro audaz “devoto” conserva suficientes redaños para ello, se realiza el pacto que le conferirá poderes especiales al aspirante.

     El “devoto” despide a su tenebroso asociado rezándole la oración de “San Juan Retornado”, y debe retirarse después sin osar tornar los ojos ya que el espectáculo del “Hermano Penitente” envuelto en llamaradas, descabezado, con los írganos abdominales colgando y profiriendo espantosos lamentos, son para desequilibrar a cualquiera. Menos mal que como contraparte, los “devotos” del “Hermano Penitente” adquieren poderes sobrenaturales para prevenirse de peligros y para salir con bien de las más enrevesadas aventuras. Tal diríase de estos devotos del espectral hermano que solo son protagonistas de los “films” de aventuras, en los cuales siempre salen incólumes las primeras figuras cuando ya parecía que tenían listo el pasaje a otro mundo.

     El culto a lo desconocido no siempre tiene esas fases terroríficas en sus invocaciones. Casi podríamos encontrarle un significado poético a la invocación al “Anima Sola”, por ejemplo. Ya no se trata del osado que desea arrostrar peligros precisamente sin peligro, sino del romántico galán un poco maltratado por la suerte y que desea reponer su prestigio amoroso con las doncellas del lugar. Entonces no tiene más que dirigirse a un bosque en horas de la noche y allí invoca a la “Solitaria Dama” que se especializa en asuntos sentimentales. Una vez conseguidos los favores del “Ánima Sola”, el “devoto” podrá emprender la conquista amorosa más difícil con la seguridad de que pronto la victoria será suya diciendo tan solo. . . “Ven. . . ven… Te llama el Anima Sola y yo también”.

     El Ánima Sola no se presenta en forma desagradable sino más bien en forma de mujer cubierta con blancas y vaporosas vestiduras. Dicen otros sin embargo que en las ocasiones en que los curiosos han pretendido presenciar la ceremonia de la iniciación, la Solitaria Dama se les ha aparecido en forma de mujer que arrastra un cuerpo de yegua.

     El Ánima Sola, sin embargo, como todo lo relacionado con el amor, pide fidelidad absoluta. El iniciado no puede nunca abandonar su culto so pena de terminar loco el resto de sus días ante la persecución implacable de su antigua aliada.

     Caminos de tradición sembrados en el corazón del pueblo. Retorcidos caminos que nacieron en la encrucijada de una noche cualquiera al amor de un buen fuego, en los labios del viejo abuelo que recordaba las cosas que había visto, las cosas que había oído y aún, las cosas que había imaginado montado en el potro de una imaginación afiebrada acuciada por el temor a lo desconocido.

En noches tenebrosas, cuando el viento se retorcía por las callejuelas como si alguien le apretara la garganta, aparecía “La Sayona”.

En noches tenebrosas, cuando el viento se retorcía por las callejuelas como si alguien le apretara la garganta, aparecía “La Sayona”.

Un momento culminante fue cuando padre e hijo se unieron en un abrazo tras casi 14 días de suspenso y angustia.
Un momento culminante fue cuando padre e hijo se unieron en un abrazo tras casi 14 días de suspenso y angustia.

     Oscuras creencias mitad religiosas mitad paganas. A lo largo y ancho de Venezuela las ánimas han puesto su nota de superstición y de ambición. Tesoros enterrados, relucientes morocotas que guarda un “ánima” en espera del audaz mortal que se decida a tomarlas. El ánima Palo Negro, el ánima de La Yaguara, la del Tirano Aguirre, la de la Vuelta del Fraile, el ánima en pena que fueron tema de medrosas conversaciones en la Caracas de calles empedradas y faroles de gas. Ánimas que ahora debe ser muy difícil hallar, ahuyentadas por las luces de mercurio y por la picota incansable que derriba viejos edificios con la misma rapidez con que vuelven a levantarse convertidos en modernos rascacielos o amplias avenidas.

     Hoy, bajo las luces brillantes de la ciudad que vive muy de prisa, no hay tiempo para supersticiones. El “carretón de la Trinidad” se perdería en medio de tantas canalizaciones, el “ánima sola” ha perdido su influjo amatorio y aún el “Hermano Penitente”, nos parece, a la claridad de nuestra concepción moderna, más que un espectral aparecido de tiempos idos, el remoquete de luchador de moda. Ya los grandes no creen en cuentos de brujas y los chicos, si llegaran a oír en labios del viejo abuelo las cosas que vio, que escuchó o que imaginó, solo atinarán a sonreír escépticamente, preguntándose: ¿Qué culebrón habrá estado oyendo el abuelo en la radio. . .? Ya como que le está pegando el calendario. . .”

No hubo culpable del secuestro de Domínguez

No hubo culpable del secuestro de Domínguez

El primero de junio de 1972, fue secuestrado en Caracas, por un comando guerrillero, el empresario Carlos Domínguez, Originalmente se planificó secuestrar al hijo, pero, por una confusión, se llevaron al “Rey de la hojalata”, como se le conocía a Domínguez por sus fábricas de envases de metal; más de un millón de dólares pidieron por su liberación. Primer secuestro en Venezuela por el que se solicitó rescate.

Carlos Domínguez Chávez fue secuestrado en Caracas, el primero de junio de 1972, por un comando guerrillero, por el cual se pediría, por primera vez, rescate en Venezuela. El empresario era conocido como el Rey de la Hojalata por sus fábricas de envases de metal.
Carlos Domínguez Chávez fue secuestrado en Caracas, el primero de junio de 1972, por un comando guerrillero, por el cual se pediría, por primera vez, rescate en Venezuela. El empresario era conocido como el Rey de la Hojalata por sus fábricas de envases de metal.

     Durante casi dos semanas, a principios de junio de 1972, estuvo en manos de una organización criminal, aparentemente vinculada con movimientos guerrilleros, el empresario Carlos Domínguez Chávez.

     Conocido como uno de los secuestros más costosos en la historia del país, los familiares del industrial se vieron obligados a reunir cinco millones de bolívares (más de un millón de dólares al cambio de la época) para conseguir su liberación.

     El caso del “Rey de la Hojalata”, así llamaron al empresario, dueño de la fábrica de envases metálicos más importante de Venezuela, movilizó a todos los cuerpos policiales del país y obligó a crear por primera vez el denominado Comando Unificado –Policía Técnica Judicial (PTJ), Dirección de Servicios de Inteligencia Policial (DISIP), Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (SIFA) y Policía Metropolitana (PM), así como a los diversos medios de comunicación que dieron cobertura permanente al secuestro.

     Por 13 días continuos, los periódicos capitalinos y de provincia, así como estaciones de radio y TV dedicaron amplio espacio y segmentos para informar sobre el secuestro y el curso que seguían las investigaciones. Cada día aparecían noticias contradictorias, manteniendo el suspenso, como en las series de misterio, donde cada nuevo capítulo trae un desenlace diferente, acelerando el ritmo cardíaco de los espectadores.

     El 15 de junio de 1972, Domínguez fue liberado. En horas de la madrugada llegó en un taxi a su residencia en la urbanización El Paraíso. Los secuestradores lo liberaron después de cobrar el rescate, un millón de dólares en billetes y el resto en papel moneda nacional, totalizando el monto exigido. Y luego se salieron con la suya porque, pese al enorme operativo de investigación y gran despliegue policial, jamás fueron capturados los autores del hecho. 

     Con cierta frecuencia se especuló que las investigaciones estaban a punto de dar con la captura de los culpables, pero nunca se dio a conocer la identidad de los secuestradores.

     En la edición del 16 de junio de 1972 de la revista Élite, en reportaje del periodista Humberto J., González, titulado Domínguez: El Secuestro más caro de Venezuela, se ofrecen interesantísimos detalles del caso: “El viernes 2 de junio, dos periodistas conversaban parsimoniosamente en uno de los bancos de la plaza interior del Congreso Nacional. La mañana había amanecido fresca y a excepción del caso del estudiante Mervin Marín Sánchez, quien el día anterior había sido gravemente herido por una bomba lacrimógena que le estallara en la cabeza, y cuya vida se le iba escapando irremediablemente, los periodistas parecían haberse encontrado con uno de esos terriblemente vacíos días en los que nada ocurre: “no hay noticias”.

     Poco antes del mediodía comenzó a difundirse un rumor: “el industrial Carlos Domínguez, uno de los hombres más ricos de Venezuela, fue secuestrado en La Victoria, Estado Aragua”.

     Al principio muy pocos periodistas prestaron atención al rumor. Nadie se imaginaba que en pocas horas esta “bola” llegaría a convertirse en el caso de secuestro más increíble y sensacional de su tipo cometido hasta el presente en el país. Y el más caro también.

     A medida que el rumor se fue afianzando, comenzó a tomar cuerpo como noticia. Dos emisoras de radio lanzaron la información al aire. En la tarde un vespertino dio una información bastante detallada, señalando que una organización de guerrillas urbanas había realizado el secuestro, el cual habría ocurrido en la población antes mencionada. La información se había originado en Caracas como una noticia local. En posteriores ediciones del mismo diario, la misma tarde, fue corregida y se indicó que la acción había tenido lugar en Caracas. Una organización guerrillera, “Bandera Roja”, en llamada telefónica al vespertino “El Mundo”, se atribuyó la acción y dijo que se debió en protesta contra el atentado policial del miércoles en la UCV, en el cual resultó herido de muerte el estudiante Marín Sánchez.

      Para entonces, ya se había puesto en funcionamiento, en medio de una increíble cantidad de informaciones, desinformaciones, contra-informaciones y presuntas indiscreciones calculadas, todo el aparato periodístico y policial que haría del secuestro del industrial Carlos Domínguez Chávez uno de los casos más extraños de su naturaleza que jamás hayan ocurrido en Venezuela.

     Para el momento de cerrar esta edición de Elite, una semana y dos días después de ocurrido el secuestro, tanto las policías integradas por el “comando anti-secuestro”, como los familiares y la prensa, no habían avanzado más que en la formulación de absurdas y contradictorias hipótesis, que de ninguna manera ayudaban a aclarar las sombrías perspectivas del caso.

     No obstante, el análisis de la inmensa cantidad de datos presentados por la prensa, así como informaciones estrictamente confidenciales logradas en diversas fuentes por el equipo investigativo de ELITE, ha permitido establecer con cierta precisión algunos detalles del caso.

Domínguez apareció en su casa tan repentinamente como había desaparecido hacía 13 días y nueve horas. Desde la reja gritó en varias oportunidades: “Ey… ¡Los de la casa! Abran la puerta”.
Domínguez apareció en su casa tan repentinamente como había desaparecido hacía 13 días y nueve horas. Desde la reja gritó en varias oportunidades: “Ey… ¡Los de la casa! Abran la puerta”.

El secuestro

     De acuerdo con las informaciones obtenidas por Elite, el secuestro del industrial Domínguez obedece a un plan maestro en el cual están incluidos altos personeros del país, así como algunos de sus más inmediatos allegados.

     En este caso particular, el objetivo fundamental no era Carlos Domínguez, padre, sino Carlos Domínguez, hijo. Este, quien regularmente viaja a La Victoria a supervisar la producción de la fábrica, debía haber sido interceptado a su regreso y secuestrado, con el fin de exigir el rescate de los cinco millones de bolívares a su padre.

     La lógica del plan era sencilla: secuestrar al hijo con el fin de lograr que el padre, que es quien posee el dinero, pudiera pagar el rescate inmediatamente. Los secuestradores tenían, además, un plan alterno que debía llevarse a cabo en caso de que el primero fallara: secuestrar al industria|l Domínguez en Caracas. Los secuestradores conocían perfectamente todas las posibles alternativas que pudieran presentarse, y es probable que hubieran emplazado comandos tácticos en los, lugares más frecuentados por ambos.

     Aunque no fue posible establecerlo de manera absoluta, pudo saberse que la noche en que Carlitos Domínguez debía haber permanecido en La Victoria, junto con un primo suyo, decidió regresar antes a Caracas, por lo que el secuestro no pudo realizarse tal como estaba previsto. Esto hizo entrar en acción al plan alterno.

     El jueves a las 7 de la noche, el Sr. Domínguez salió de su casa para visitar algunas amistades suyas. A las 8:45 pm salió de la quinta “Eurídice”, donde había estado conversando con su amigo Bernardo Fernández, a quien pocos minutos antes había dicho que se iba porque sentía un fuerte dolor en el pecho. 

     Inmediatamente se embarcó en su Cadillac para dirigirse a su residencia, la quinta “Anacar”, en la Avenida Páez, situada a unas ocho cuadras de distancia. El comando lo estaba esperando en el angosto callejón a la salida de las residencias “Edén”. Al efectuar la curva para tomar la avenida principal, frente a la escuela de enfermeras “María de Almenar”, en el Callejón Miranda, los secuestradores le salieron al paso y con sus pistolas preparadas para cualquier emergencia, lo conminaron a entregarse. El automóvil placas 1A-52-22 fue encontrado después en la urbanización “Los Laureles”, entre la Universidad Santa María y la Cota 905, el viernes al mediodía.

     El mismo jueves, a las 11:30 de la noche, el teléfono de la quinta “Anacar” repicó insistentemente. Una voz que no se identificó dio un conciso mensaje. El Sr. Domínguez había sido secuestrado por un grupo guerrillero que exigía como condición para devolverlo sano y salvo la entrega inmediata de cinco millones de bolívares. Él se encontraba bien atendido y todas las precauciones habían sido tomadas para evitar que sufriera el menor daño. Sin embargo, y en esto la voz fue muy enfática, era necesario mantener toda la prudencia posible, evitando informar a la policía y a la prensa. Los familiares trataron de lograr mayores detalles, pero la persona que llamaba dijo que muy pronto volverían a entrar en contacto con ellos. Les recordó nuevamente guardar la mayor discreción para evitar peligros innecesarios y colgó.

 

La policía entra en acción

     A las tres de la mañana del viernes 2 de junio, una llamada telefónica alertó a la PTJ de lo que estaba ocurriendo. Inmediatamente el cuerpo trató de establecer contacto con la familia Domínguez.

     Aunque se ha sugerido la posibilidad de que algún familiar preocupado fuera quien dio la

información a la PTJ, esta hipótesis se ha desvirtuado un poco debido a la resistencia mostrada por la familia o que el organismo policial interviniera directamente en el caso, llegándose incluso al extremo de que se hubiera impedido la conexión de un grabador con el teléfono de la quinta “Anacar”.

     El viernes por la mañana la noticia que se “filtró” a la prensa y dos estaciones de radio la dieron disputándose la primicia. En horas de la tarde, un vespertino la terminó de hacer pública, con detalles que revelaban un íntimo conocimiento de cómo se iba a realizar la operación.

    Aun no se ha podido establecer de dónde surgió la información. Se ha especulado que alguno de los organismos policiales que ahora integran el llamado “comando de rescate” tuviera información confidencial acerca del plan operativo que la semana pasada fuera descubierto en Los Teques, y que de alguna manera esta información hubiera sido “filtrada” a los medios de comunicación, de manera que cuando el secuestro ocurrió, el organismo hubiera pensado que el plan se había ejecutado como estaba previsto, antes que se descubriera el carro abandonado con una nota en el volante en la que se exigían los cinco millones de bolívares. Los analistas piensan que esta hipótesis no debe ser totalmente abandonada hasta que se sepa cómo habiendo ocurrido el secuestro en Caracas, los medios transmitieron la información correcta de acuerdo con el plan principal.

Casa del industrial Carlos Domínguez, ubicada en el callejón Monteverde de la Urbanización El Paraíso, en Caracas.
Casa del industrial Carlos Domínguez, ubicada en el callejón Monteverde de la Urbanización El Paraíso, en Caracas.

Punto Cero

     Desde altas horas de la noche del jueves, decenas de periodistas y centenares de curiosos se habían aglomerado frente a la quinta “Anacar”, con el fin de obtener la mayor información posible acerca del secuestro. El viernes por la mañana, la familia Domínguez dio a conocer que los cinco millones ya habían sido retirados de un banco local y que solo esperaban las instrucciones de los secuestradores para establecer contacto y entregar el dinero, después de lo cual, unas 72 horas más tarde, según lo exigían los raptores, el Sr. Domínguez sería puesto en libertad.

     Mientras tanto, el comando unificado de rescate había delegado en la PTJ la investigación básica del suceso. Esta había comenzado en la llamada “Curva Siete Machos”, cerca de La Victoria, donde tres personas que se desplazaban en un automóvil Hillman, color verde, habían sido observadas en actitudes sospechosas, cerca de la Plaza Bolívar, el jueves primero, pasadas las diez de la noche. Evidentemente, ellos integraban el comando que tenía como objetivo secuestrar al joven Domínguez, cosa que como ya sabemos no se pudo lograr.

    Aparentemente en La Victoria y las zonas adyacentes estaba operando más de un comando de intercepción, puesto que también fue observado un Oldsmobile gris el viernes 3 a eso de las 7:30 de la mañana, también en forma que despertó sospechas más tarde cuando comenzaron las investigaciones. A las dos de la tarde del viernes ocurrió un incidente que haría cambiar el rumbo de las averiguaciones que el “comando unificado de rescate” estaba realizando. Justo frente a la quinta “Anacar”, en el edificio donde está ubicada la sucursal del Banco del Centro Consolidado, ocurrió una balacera en la que resultaron muertos los dos ocupantes de un Hillman placas 2D-5683, en todo semejante al observado con anterioridad en La Victoria.

     A pesar de que la acción ocurrió delante de los asombrados ojos de los periodistas y reporteros gráficos, muchos de los cuales lograron captar en sus placas fotográficas los relampagueantes eventos que se desarrollaban ante ellos, todo ocurrió con una rapidez tan vertiginosa que es muy difícil dar un detallado recuento de la secuencia de sucesos.

     Los dos ocupantes del vehículo fueron identificados como Ramón Antonio Álvarez y Rafael Botini Marín. Ambos tenían un amplio prontuario como guerrilleros en los organismos policiales. El primero fungía como jefe de un grupo guerrillero, y el segundo como segundo jefe del mismo grupo que entonces se llegó a conocer era la organización llamada “Punto Cero”.

     Parece ser –a pesar de que los organismos policiales han tratado de demostrar que no existe ninguna vinculación lógica entre ellos y el secuestro del industrial Domínguez– que ellos eran los encargados de establecer el primer contacto con la familia del secuestrado.

     De acuerdo con algunas informaciones obtenidas confidencialmente, Álvarez y Botini debían haber establecido un contacto en la autopista Caracas-Valencia para deshacerse de las armas y poder penetrar sin peligro en la capital. Ese contacto, por cualquier motivo, no se realizó y en algún momento fueron avistados por los integrantes de una patrulla de la DISIP quienes inmediatamente se lanzaron detrás de ellos. Los guerrilleros fueron alcanzados probablemente sin que hasta ese momento se hubieran dado cuenta de que los estaban siguiendo, cuando llegaron a su destino, o sea, frente a la quinta del industrial secuestrado.

     En cuanto a lo que pasó después, existen varias versiones, entre las que predomina la versión oficial: los guerrilleros resistieron la voz de alto e intentaron hacer uso de sus poderosas armas que traían guardadas en un maletín. La versión oficial señala que traían sus pistolas automáticas listas para disparar y varias cacerinas en sus bolsillos. Sin embargo, es curioso comprobar que las fotografías que fueron tomadas por los reporteros gráficos de los diferentes diarios, en cada una de ellas las posiciones de los brazos y del cuerpo son ligeramente diferentes y por lo menos en una de ellas (publicada por El Nacional en su última página) no puede apreciarse ni la pistola ni el abultamiento producido por ella.

     Otro detalle que se suma a los anteriores para establecer una vinculación entre Álvarez y Botini, por una parte y el industrial Domínguez, es el hecho de que en una residencia ubicada en la urbanización “El Trigal”, en Los Teques, donde residía Carlos Rafael Botini Marín junto con su esposa y la cual fue allanada por las autoridades, se encontró un plan operacional en el que había una lista de personalidades que iban a ser secuestradas en el mes de junio, y en el que se especificaban los hábitos de las potenciales víctimas, sus rutas, nexos de amistad y de familia, etc.

Un momento culminante fue cuando padre e hijo se unieron en un abrazo tras casi 14 días de suspenso y angustia.
Un momento culminante fue cuando padre e hijo se unieron en un abrazo tras casi 14 días de suspenso y angustia.

     Parece ser bastante obvio que la misión de los jefes de “Punto Cero” –que, dicho sea de paso, el término implica un objeto o persona sobre el cual se centraliza una acción, tal como las coordenadas de la mirilla de un rifle telescópico– era esencialmente de contacto, más que de ataque. De otra manera hubieran venido mejor preparados, y no tan al descubierto como se presentaron, justamente para caer en la “boca del lobo”.

     El hecho de que hubieran caído tan inocentemente en manos de las autoridades ha despistado, aparentemente a las mismas, que basan su explicación en que no existe vinculación alguna entre ellos y el secuestro en que sabiendo como sabían cuán buscados eran por las diferentes policías del país, parece absurdo pensar que fueron tan cándidos como para arriesgarse en una operación de tal naturaleza. Esta presunción de las autoridades tiene bastante peso, pero, de todas maneras, la evidencia parece apuntar en el sentido contrario.

Los guerrilleros de La Victoria

     Mientras tanto, las averiguaciones del “comando unificado” habían llevado a los investigadores a La Victoria, donde se descubrió un pequeño nido de guerrilleros, el cual –después de sufrir un ataque de varias horas– dio como resultado cuatro guerrilleros muertos, tres detectives heridos y el incautamiento de una cantidad de armas y literatura de izquierda. En esta acción participó además el batallón de “cazadores” del ejército. La DISIP dio a conocer que, aunque pertenecían a “Punto Cero”, no estaban envueltos de ninguna manera en el secuestro.

5 millones de rescate

     Mientras que por la prensa y la opinión pública esperaban la liberación del industrial Domínguez, a cambio de los 5 millones de bolívares que, supuestamente, habían sido entregados en dos maletas, una de 35 kilos de peso y la otra de 40 kilos, por uno de los hijos naturales del señor Domínguez, en un sitio no especificado de Caracas, entre las 11 y las 12 de la noche, los organismos policiales especulaban si el secuestro había sido organizado por el hampa internacional, por el hampa común o por las guerrillas urbanas. 

     Las especulaciones periodísticas iban en aumento también y a ellas se agregaban los contactos que los guerrilleros o tal vez otros grupos también interesados en los cinco millones, establecían con los diferentes medios de comunicación.

     Los secuestradores hicieron saber que necesitaban saber el nombre de los medicamentos que necesitaba el señor Domínguez. La estación de televisión del gobierno hizo un pequeño trabajo documental explicando cuáles eran esos medicamentos y cómo se usaban.

     La idea de que los secuestradores liberarían al industrial desapareció cuando la prensa comenzó a sospechar que la entrega del dinero jamás había ocurrido. En primer lugar, una expresión atribuida a Carlitos Domínguez –“si no lo sueltan hoy no hay dinero”– que después fue presentada también en boca de su esposa, y después una carta escrita en tono bastante grave y firmada por “Júpiter”, en la que alertaba a los familiares de que habían violado todos los convenios establecidos, descubrieron la realidad de las cosas.

     Después, el hijo del industrial explicó que la persona que iba a actuar como contacto se había negado. El señor Gásperi, quien hubiera realizado tal operación, devolvió los cinco millones, y Carlitos Domínguez pidió a los secuestradores que aceptaran lo involuntario de la situación. El joven propuso buscar otro mediador y hacer de lo ocurrido “borrón y cuenta nueva”.

 

La historia se repite

     Será necesario volver a comenzar desde el principio. Para la policía significa un margen relativamente grande, pero parece ser que los secuestradores se sienten bastante seguros. Aunque no han dado ninguna señal acerca de la seguridad personal del industrial Domínguez, se nota como un cierto interés en resguardarle su vida, porque de ello dependerá que se cobren los cinco millones de bolívares. Por otra parte, la policía parece haber descubierto un escape en su sistema de comunicaciones y ya se han señalado a dos presuntos implicados, Francisco Antonio Peña Salazar y Juan Alberto Agreda, quienes hasta hace unos pocos meses estuvieron empleados como técnicos de comunicaciones de un organismo de seguridad.

     También se ha señalado que mientras que la policía se ha abstenido por lo menos parcialmente de perseguir a los secuestradores, ya se está planificando ante el Ministerio de Justicia y la PTJ la inmediata acción a seguir una vez que el industrial sea liberado. En la edición de la revista Élite del 23 de junio, el reportero Humberto González elabora una crónica ilustrada con gráficas de la liberación de Domínguez con gráficas exclusivas de José Luis Blasco.

     “A las cinco y media de la mañana aproximadamente, un auto color crema pasó frente a la residencia. El auto hizo unos movimientos que parecieron extraños y Freddy Urbina pensó que la larga espera llegaba a su fin. Rápidamente sacó su libreta de notas y escribió el número de la placa. El carro desapareció velozmente. Poco después, mientras Freddy llamaba a la PTJ para comunicar lo que había visto, se acercó otro carro a la residencia. Era un auto de alquiler. Un anciano de cabellos plateados se bajó, se metió la mano en el bolsillo para pagar. Le faltaba un real. El chofer lo dejó así. El anciano tembloroso seguramente por la debilidad y por el frío de la mañana, se dirigió a la quinta “Anacar”.

Repentinamente los periodistas despertaron y alguien gritó: “¡Es Domínguez!” y todos corrieron a su encuentro. La larga espera había terminado”.

 

¡Ey! los de casa ¡abran!

–¿Es usted el señor Domínguez? – preguntaron los reporteros.

–Si. Soy yo.

     El industrial secuestrado había aparecido tan repentinamente como había desaparecido hacía 13 días y nueve horas. Se acercó a la verja de su mansión. Mientras los reporteros trataban de interrogarle, los fotógrafos disparaban sus cámaras tomando las fotografías del caso más sensacional ocurrido en los últimos diez años.

     ¡Ey! los de casa ¡Abran la puerta! El millonario quería entrar a su casa, pero a esa hora todos dormían. Entretanto, los periodistas trataban de sacarle alguna información acerca del secuestro de que fuera víctima.

     Domínguez relató con palabras entrecortadas, cómo fue dejado en libertad. Los secuestradores le vendaron los ojos y por aproximadamente dos horas lo condujeron en un vehículo hasta un lugar cerca de Los Chaguaramos. Antes de salir del refugio donde estuvo prisionero le aplicaron una inyección en el muslo de la pierna derecha con el fin de adormecerlo.

     Después, aparentemente, perdió el conocimiento. Transcurrido cierto tiempo, al despertar de su letargo, se encontró en el lugar mencionado, tendido en el suelo, con una cobija que lo protegía del frío. El industrial relató que un desconocido lo había auxiliado y le había ayudado a encontrar un carro de alquiler en el cual se había trasladado hasta su residencia.

Pacto de Punto Fijo

Pacto de Punto Fijo

El viernes 31 de octubre de 1958, diez meses después del derrocamiento de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, se firmó el histórico “Pacto de Punto Fijo”, mediante el cual el liderazgo político de la época pretendió y posteriormente logró darle viabilidad y gobernabilidad a la naciente democracia, además de enterrar los demonios del militarismo que azotaban al país desde el siglo XIX. El compromiso lo suscriben los partidos políticos URD, COPEI y AD. El acuerdo se firmó en la residencia de Rafael Caldera llamada “Punto Fijo”, ubicada en la urbanización Las Delicias de Sabana Grande, en Caracas.

Jóvito Villalba firmando el documento que luego se conocería con el nombre de “Pacto de Punto Fijo”; observan Rafael Caldera y Rómulo Betancourt.

Jóvito Villalba firmando el documento que luego se conocería con el nombre de “Pacto de Punto Fijo”; observan Rafael Caldera y Rómulo Betancourt.

     Los partidos Acción Democrática, Social Cristiano Copei y Unión Republicana Democrática, previa detenida y ponderada consideración de todos los elementos que integran la realidad histórica nacional y la problemática electoral del país, y ante la responsabilidad de orientar la opinión pública para la consolidación de los principios democráticos, han llegado a un pleno acuerdo de unidad y cooperación sobre las bases y mediante las consideraciones siguientes:

    1ra Como es del conocimiento público, durante varios meses las distintas fuerzas políticas que han participado en las acciones unitarias para la defensa del régimen democrático han mantenido conversaciones destinadas a asegurar la inteligencia, mutuo respeto y cooperación entre ellas, interesadas por igual en la consolidación de la unidad y la garantía, de la tregua política, sin perjuicio de la autonomía organizativa y caracterización ideológica de cada uno, conforme se declaró expresamente en el acta de ampliación de la Junta Patriótica firmada el 25 de Enero de 1958 por los partidos políticos que la integraban inicialmente. El resultado obtenido es favorable, toda vez que las naturales divergencias entre 198 partidos, tan distintas de uno mismo impuesto por el despotismo, se han canalizado dentro de pautas de convivencia que hoy más que nunca es menester ampliar y garantizar. 

     El análisis cabal de los antecedentes, de las características actuales y de las perspectivas de nuestro movimiento democrático; la ponderación comprensiva de los intereses legítimamente representados por los partidos a nombre de los centenares de miles de sus militantes; el reconocimiento de la existencia de amplios sectores independientes que constituyen factor importante de la vida nacional; el respaldo de las Fuerzas Armadas al proceso de afirmación de la República como elemento institucional del Estado sometido al control de las autoridades constitucionales, y el firme propósito de auspiciar la unión de todas las fuerzas ciudadanas en el esfuerzo de lograr organización de la Nación venezolana, han estado presentes en el estudio de las diferentes fórmulas propuestas. La sincera definición y defensa de los derechos que asisten a los partidos como representantes de grandes núcleos nacionales y la preocupación común de atender en conjunto a los intereses perdurables de la Nación, si bien han podido en forma ocasional provocar la generosa impaciencia de calificados valores de la opinión, son la garantía de que las deliberaciones han respondido a un serio y responsable enfoque de las urgencias del país.

2da Las minuciosas y largas conversaciones han servido para comprometer a las organizaciones unitarias en una política nacional de largo alcance, cuyos dos polos podemos definir así:

     a) Seguridad de que el proceso electoral y los Poderes Públicos que de él van a surgir respondan a las pautas democráticas de la libertad del sufragio.

     b) Garantía de que el proceso electoral no solamente evite la ruptura del frente unitario, sino que la fortalezca mediante la prolongación de la tregua política, la despersonalización del debate, la erradicación de la violencia interpartidista y la definición de normas que faciliten la formación del Gobierno y de los cuerpos deliberantes de modo que ambos agrupen equitativamente a todos los sectores de la sociedad venezolana interesados en la estabilidad de la República como sistema popular de Gobierno.

El acuerdo se firmó en la residencia de Rafael Caldera llamada “Punto Fijo”, ubicada en la urbanización Las Delicias de Sabana Grande, en Caracas. En la gráfica, Caldera junto a Rómulo Betancourt y Jóvito Villaba.

El acuerdo se firmó en la residencia de Rafael Caldera llamada “Punto Fijo”, ubicada en la urbanización Las Delicias de Sabana Grande, en Caracas. En la gráfica, Caldera junto a Rómulo Betancourt y Jóvito Villaba.

     3ra Establecidos esos principios de carácter general, COPEI, AD Y URD comprometen su acción y responsabilidad en los términos siguientes:

     a) Defensa de la Constitucionalidad del derecho a gobernar conforme al resultado electoral. Las elecciones determinarán la responsabilidad en el ejercicio de los Poderes Públicos, durante el período constitucional 1959- 1964; intervención de la Fuerza contra las autoridades surgidas de las votaciones es delito contra la patria. Todas las organizaciones políticas están obligadas a actuar en defensa de las autoridades constitucionales en caso de intentarse o producirse un golpe de Estado, aun cuando durante el transcurso de los cinco años las circunstancias de la autonomía que se reservan dichas organizaciones hayan podido colocar a cualquiera de ellas en la oposición legal y democrática al Gobierno. Se declara el cumplimiento de un deber patriótico la resistencia permanente contra cualquier situación de fuerza que pudiese surgir de un hecho subversivo y su colaboración con ella también como delito de lesa patria.

     b) Gobierno de Unidad Nacional. Si bien el ejercicio del Poder por un partido es consecuencia legítima de una mayoría electoral, la suerte de la democracia venezolana y la estabilidad del Estado de derecho entre nosotros imponen convertir la unidad popular defensiva en gobierno unitario cuando menos por tanto tiempo como perduren los factores que amenazan el ensayo republicano iniciado el 23 de enero; el gobierno de Unidad Nacional es el camino para canalizar las energías partidistas y evitar una. oposición sistemática que debilitarla el movimiento democrático. Se deja claramente sentado que ninguna de las organizaciones signatarias aspira ni acepta hegemonía en el Gabinete Ejecutivo, en el cual deben estar representadas las corrientes políticas nacionales y los sectores independientes del país, mediante una leal selección de capacidades.

     c) Programa mínimo común. Para facilitar la cooperación entre las organizaciones políticas durante el proceso electoral y su colaboración en el Gobierno Constitucional los partidos signatarios acuerdan concurrir a dicho proceso sosteniendo un programa mínimo común, cuya ejecución sea el punto de partida de una administración nacional patriótica y del afianzamiento de la democracia como sistema. Dicho programa se redactará por separado, sobre las bases generales, ya convenidas, y se considerará un anexo del presente acuerdo como este programa no excluye el derecho de las organizaciones políticas a defender otros puntos no comprendidos en él, se acuerda para estos casos la norma siguiente: Ningún partido unitario incluirá partido unitario incluirá en su programa particular puntos contrarios a los comunes del programa mínimo y, en todo caso, la discusión pública en los puntos no comunes se mantendrá dentro de los límites de tolerancia y del mutuo respeto a que obligan los intereses superiores de la unidad popular y de la tregua política. 

De izq. a der., los dirigentes políticos Raúl Leoni, Pedro del Corral, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Rafael Caldera y Lorenzo Fernández, todos firmantes del Pacto de Punto Fijo.

De izq. a der., los dirigentes políticos Raúl Leoni, Pedro del Corral, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Rafael Caldera y Lorenzo Fernández, todos firmantes del Pacto de Punto Fijo.

     4ta El ideal de la unidad como instrumento de lucha contra la tiranía y contra las fuerzas en aptitud de reagruparse para auspiciar otra aventura despótica, sería la selección de un candidato presidencial democrático único, la formación de planchas únicas para los cuerpos colegiados y la formación de un frente único a base de un solo programa integral de Gobierno. En la práctica había evidenciado que diversos factores reales contradicen esa perspectiva Histórica, más, Afortunadamente, hay otros medios idóneos de preservar la Unidad Nacional por consiguiente, lejos de considerar comprometida la unidad por la comprobación de naturales contradicciones interpartidistas que se corresponden con la esencia de la actividad democrática, las organizaciones signatarias después de confrontar sus distintas opiniones entre sí y con las emitidas por voceros independientes autorizados, de la prensa y de otros factores nacionales define:

1) Los requerimientos de la unidad son compatibles con la eventualidad de diversas candidaturas y planchas legislativas.

     2) Para que la presentación de varias candidaturas presidenciales y diversas planchas legislativas pueda verificarse sin menoscabo de la unidad y sin ruptura de la tregua interpartidista, es indispensable fortalecer el sentimiento de común interés patriótico y la tolerancia y mutilo respeto entre las fuerzas unitarias, base de lo cual debe ser la sincera y solemne adhesión de todas las fuerzas democráticas a los puntos contenidos en esta declaración y al espíritu que la anima, tal como hoy se consagra con la firma de este documento.

     3) Para garantizar la tregua política y la tregua política y la convivencia unitaria de las organizaciones democráticas, se crea una Comisión Interpartidista de Unidad encargada de vigilar el cumplimiento de este acuerdo. Dicha Comisión estará encargada de orientar la convivencia interpartidista, de conocer las quejas que se produzcan contra las desviaciones personalistas o sectarias en la campaña electoral y de diligenciar ante cualquiera de los signatarios, y a nombre de todos, la morigeración y control en lo que pudiera comprometer la convivencia democrática.

     5ta Para garantizar que varias postulaciones presidenciales y varias planchas legislativas sean en todo momento expresiones de la voluntad nacional de celebrar elecciones que en definitiva se traduzcan en fortalecimiento de la democracia, se proclama:

     I. Cada organización queda en libertad de sustentar su propio candidato presidencial y sus propias planchas para los cuerpos colegidos dentro del concepto de unidad aquí consagrado y en el sentido de que garanticen la tolerancia mutua durante la campaña y el cumplimiento de los compromisos generales convenidos en esta declaración cualquiera que sea la candidatura o plancha que obtuviera mayor número de votos.

     II. Todos los votos emitidos a favor de las diversas candidaturas democráticas, serán considerados como votos unitarios y la suma de los votos por los distintos colores como una afirmación de la voluntad popular a favor del régimen constitucional y de la consolidación del Estado de derecho.

     III. La postulación de los candidatos presidenciales y de las planchas legislativas es de la responsabilidad de cada partido o coalición. Será el pueblo elector a quien le corresponda calificar con el voto cualquier postulación. Los partidos que suscriben este documento garantizan la adhesión de los principios y normas aquí consagrados de sus respectivos candidatos a la Presidencia de la República.

     IV. Los partidos signatarios se comprometen a realizar una campaña positiva de afirmación de sus candidatos y programas dentro del espíritu de la unidad, evitando planteamientos y discusiones que pueden precipitar la pugna interpartidista, la desviación personalista del debate y divisiones profundas que luego pudieran comprometer la formación del Gobierno de Unidad Nacional.

     V. Después de publicado el resultado oficial de las elecciones, tendrá lugar en Caracas un gran acto popular encargado de ratificar los siguientes principios:

     a) Pública adhesión de todas las organizaciones y candidatos participantes al resultado de las elecciones, como expresión de la soberana voluntad popular.

     b) Ratificación por parte de las organizaciones signatarias de su sincero propósito de respaldar al Gobierno de Unidad Nacional, al cual prestarán leal y democrática colaboración. Consideran las organizaciones signatarias que la adhesión de todas las fuerzas políticas a los principios y puntos fijados en esta declaración es una garantía eficaz para el ejercicio del derecho electoral democrático dentro de un clima de unidad. La cooperación de los organismos profesionales gremiales, cívicos y culturales, de la prensa y de personalidades independientes, con los fines así precisados, consolidarán la convivencia nacional y permitirán el desarrollo de una constitucionalidad estable que tenga en sus bases la sinceridad política, el equilibrio democrático, la honestidad administrativa y la norma institucional que son la esencia de la voluntad patriótica del pueblo venezolano. Como este acuerdo no fija principio o condición contrarios al derecho de las otras organizaciones existentes en el país, y su leal cumplimiento no limita ni condiciona el natural ejercicio por ellas de cuantas facultades pueden y quieren poner al servicio de las altas finalidades perseguidas, se invita a todos los organismos democráticos a respaldar, sin perjuicio de sus concepciones específicas, el esfuerzo comprometido en pro de la celebración del proceso electoral en un clima que demuestre la aptitud de Venezuela para la práctica ordenada y pacífica de la democracia.

Caracas, viernes 31 de octubre de 1958

(Firmado)
Por Unión Republicana Democrática: Jóvito Villalba, Ignacio Luis Arcaya y Manuel López Rivas

(Firmado)
Por Partido Social Cristiano COPEI: Rafael Caldera, Pedro del Corral y Lorenzo Fernández

(Firmado)
Por Acción Democrática: Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Gonzalo Barrios

Cuando El Guaire azotaba a los caraqueños

Cuando El Guaire azotaba a los caraqueños

Severos daños por inundaciones sufrieron diversos sectores de la capital en noviembre de 1949, cuando se produjo uno de los más terribles desbordamientos del río capitalino. Una de las infraestructuras más afectadas por el desbordamiento fue el Hipódromo Nacional de El Paraíso. A partir de entonces, la canalización del Guaire se impuso como una necesidad que había que atender con urgencia, para evitar una nueva calamidad social.

Agua y lodo en los Flores de Puente Hierro, una de las zonas de Caracas más afectadas por la inundación.

Agua y lodo en los Flores de Puente Hierro, una de las zonas de Caracas más afectadas por la inundación.

     Mucho antes que se iniciara el proceso de canalización del río Guaire con proyectos que implementaron el Ministerio de Obras Públicas (MOP) y el Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS) en varias etapas entre los años 1950 y 1980, la población caraqueña padeció diversas calamidades producto de las inundaciones que ocurrían en épocas de lluvia.

     Mucha gente recuerda todavía la tragedia que afectó el suroeste de la ciudad a principios de noviembre de 1949, cuando el río se desbordó y arrasó con edificaciones en zonas de San Agustín, El Conde, Santa Rosalía, Quinta Crespo, El Paraíso y la parroquia San Juan.

    Miles de viviendas fueron arrasadas por la corriente. En el sector Las Flores de Puente Hierro, por ejemplo, la inundación causó estragos en las viviendas de los periodistas Herman “Chiquitín” Ettedgui y Abelardo Raidi, quienes perdieron sus colecciones de trofeos e importantísimas piezas de documentación, fotografías y películas de la historia del deporte venezolano.

     En la edición del 12 de noviembre de 1949, de la revista Elite, el periodista Pedro M. Layatorres, ofreció una interesante crónica del suceso, la cual tituló: “Trágico despertar del Guaire”.

“     Las aguas del río Guaire, desviadas de su cauce, inundaron el viernes 4 de noviembre de 1949 la parte sur de la capital, arrastrando impetuosas todo cuanto hallaron a su paso y poniendo nota de dolor y miseria en la parte más sensible de nuestra sociedad: las clases humildes. El balance de esta inundación –la más grande que se haya registrado en Caracas– es de varios muertos, numerosas casas destruidas, empresas arruinadas, sementeras (siembras) perdidas y el dolor que cae vertical sobre los hogares humildes de aquel sector citadino.

     La inundación fue precedida de un torrencial aguacero desatado en las cabeceras del Guaire. La lluvia se acentuó en Caracas en horas del mediodía. Nadie pudo imaginarse que habría de suceder este desenlace, pues durante la semana había llovido en la ciudad quizás con mayor intensidad que ese día. Las señales de crecida del rio comenzaron a notarse poco antes de las cuatro de la tarde, cuando el hilillo de agua turbia fue invadiendo las riberas en un anticipo de la cuantiosa tragedia.

     Cuando eran las seis de la tarde, toda Caracas vivía una hora de consternación. Las sirenas de las ambulancias cruzaban ágiles las avenidas de la ciudad; aires de preocupación invadieron los ánimos; y todas las instituciones oficiales de seguridad y beneficencia pública desplegaron sus actividades de salvamento. En la región sur de la capital centenares de hogares estaban amenazados de muerte y hundidos en la miseria.

Los depósitos del Ministerio de Educación, en San Martín, fueron arrasados por las aguas, alcanzando pérdidas de más de 40 mil bolívares.

Los depósitos del Ministerio de Educación, en San Martín, fueron arrasados por las aguas, alcanzando pérdidas de más de 40 mil bolívares.

     En un comienzo, las noticias fueron contradictorias y alarmantes. Se hablaba de millares de muertos, derrumbes y estrago total. En medio de este ambiente tormentoso, el Cuerpo de Bomberos, el tren de Radiopatrullas policiales y Militares, el servicio motorizado de la Junta de Beneficencia y elementos particulares, comenzaban la labor de rescate de damnificados, mientras en los hospitales se preparaba la recepción urgente de todos los casos que llegaban.

     Una ligera visita a la zona afectada por la acción de las aguas, permite informar que el Guaire –furioso, tempestuoso– intentaba destrozar aquella parte de Caracas. Una de las zonas más afectadas fue la de El Conde, donde el agua en crecida alcanzó más de cuatro metros de altura. En el Hipódromo Nacional los estragos de la creciente ocasionaron innumerables pérdidas: las cabellerizas fueron destruidas y varios ejemplares hípicos sufrieron serios daños que les inutilizarán para el futuro. La pista fue considerablemente dañada, interrumpiendo la continuación de la presente temporada.

     En la urbanización “Los Molinos” hubo familias que perdieron todas sus pertenencias, igual ocurrió con habitantes de “Las Fuentes”. 

     La Casa de Maternidad “Concepción Palacios” gravemente amenazada, lo mismo que todos los edificios y casas de habitación que quedan situados en línea paralela al rio Guaire en la parte septentrional de la ciudad. Uno de los sitios en donde se registraron mayores destrozos fue el de Puente Restaurador: las pérdidas que ocasionaron a la Línea de Transporte A.R.C. son incalculables. Las aguas derribaron las defensas de los talleres mecánicos, destruyendo numerosos vehículos.

     Mientras las aguas encrespadas corrían veloces, los habitantes de la zona huían despavoridos. Otros contemplaban con dramático gesto cómo la corriente poderosa envolvía animales, árboles y muebles, arrancaba ranchos y ponía tintes de miseria sobre las clases más castigadas de nuestra colectividad.

     Hubo quienes, en un esfuerzo desesperado, trataron de rescatar de las aguas algunas pertenencias; estos fueron presas de la creciente y sufrieron algunos aporreos; otros murieron. Se registraron pérdidas por valor de 40 millones de bolívares.

     El Cuerpo de Bomberos continúa en la labor de rescate de cadáveres sepultados bajo las ruinas, peñascales y matorrales de los sectores afectados por la inundación. Hasta el presente se ha verificado el hallazgo de cuatro personas muertas. Por su parte, las autoridades sanitarias despliegan una gran actividad en cuanto se refiere a la vacunación y aplicación de las medidas preventivas contra cualquier riesgo epidémico. Los Comités de Auxilio trabajan en las labores de recuperación de los hogares desvalidos y toda la ciudadanía ha hecho suyo el dolor que aflige a este gran número de compatriotas sobre cuya existencia recae –riguroso, implacable– el peso de un mal inesperado.

Portada del diario capitalino Últimas Noticias, domingo 6 de noviembre de 1949.

Portada del diario capitalino Últimas Noticias, domingo 6 de noviembre de 1949.

     El Guaire –apacible, inofensivo– que antaño fuera glorificado por la inspiración de más de un poeta romántico, ha recogido su furia. Sus riberas están hoy contemplando la amplitud que proporcionó el destrozo. Ya no figuran a lo largo de su orilla pestilente las casas de cartón y tabla, las cobachas miserables, el dolor de la pobreza, que es signo irónico, que es pestilencia moral sobre el panorama de esta ciudad capital del dólar y del petróleo. El Guaire ha recogido su furia; se ha encargado de acabar en una hora con la miseria que se enseñoreó en sus playas durante muchos años. recorriendo la zona atormentada por la inundación surge una interrogante implacable, violenta: ¿Se pueden exigir responsabilidades?”

     En medio de toda esta confusión y tragedia, no faltaron los que siempre están al acechó de lo ajeno. Los mayores actos vandálicos se registraron en El Paraíso, pero, afortunadamente, las autoridades intervinieron a tiempo para evitar males mayores y poner orden.

Mientras el dolor y la tragedia azotaban a centenares de hogares capitalinos, dos chiquillos aprovechaban la oportunidad para nadar en las aguas turbias de la inundación.

Mientras el dolor y la tragedia azotaban a centenares de hogares capitalinos, dos chiquillos aprovechaban la oportunidad para nadar en las aguas turbias de la inundación.

Contingencia hípica

     Una de las actividades cotidianas que se vieron seriamente afectadas por las inundaciones del año 1949 fueron las carreras de caballos, uno de los entretenimientos favoritos de los caraqueños.

      La crecida del río Guaire convirtió en una inmensa laguna los terrenos del Hipódromo Nacional de El Paraíso. La fuerte corriente se llevó a más de un centenar de ejemplares equinos alojados en las diferentes caballerizas, los cuales fueron apareciendo en diferentes sectores de la ciudad.

     El periodista Alberto “Tapatapa” Hidalgo, especialista en la fuente de hipismo, publicó amena crónica en la edición dominical del 6 de noviembre de 1949 del diario “Últimas Noticias”, de la cual reproducimos los aspectos más interesantes, bajo el título: “Confusión y Tragedia en el Hipódromo”.

     “Caimán, el campeón de la temporada, no sufrió ningún daño. Baedo, el caballo que más dinero ha ganado en la historia de nuestra hípica, estuvo a punto de perecer – Sufrió fuerte golpe en una de sus patas – Alrededor de nueve millones de bolívares en caballos estuvieron a punto de perderse­ – En el cuartel “Ambrosio Plaza” fueron alojados la mayoría de los purasangres.

Las enfurecidas aguas del rio Guaire arrasaron con todo a su paso.

Las enfurecidas aguas del rio Guaire arrasaron con todo a su paso.

     Las viejas caballerizas ubicadas en la parte sur, corrientemente conocidas como la de Los Pinos, en las cuales se hallan los ejemplares pertenecientes al señor Manuel Fonseca y también a los hermanos Neri y algunos otros purasangres como Bonnieblue, Trébol, etc., que cuida el preparador Arturo Muñoz, no sufrieron ningún daño.

     También las otras cuadras adyacentes al paddock, y que limitan con la salida de los 1.400 metros, donde se encuentran los ejemplares de los hermanos París, del doctor Stelling, Rafael Peraza Alemán, Juan Franco, Federico de la Madriz y otros, tampoco sufrieron en absoluto, ya que como es sabido, se encuentran bastante alejadas de la ribera del río.

     Alrededor de nueve millones de bolívares, que es el promedio del capital invertido en caballos finasangres, corrieron el grave riesgo de perderse en la violenta inundación.
Muchos preparadores y encargados de “cuadras” empezaron desde temprano a tomar medidas de precaución cuand vieron que el crecimiento de las aguas comenzó a desbordarse del cauce normal.

     Pero de manera violenta, en un periquete, sin dar tiempo de nada, las aguas penetraron violentamente en las caballerizas alcanzando un nivel alarmante. Apenas hubo tiempo de abrir las puertas de los “boxs” y soltar a los caballos en pleno campo; otros fueron arrollados por la fuerte corriente, creando un estado de alarma y confusión espantosos. Muchos peones estuvieron a punto de perecer ahogados; despavoridos apenas tuvieron tiempo de acordarse de los animales bajo sus cuidos.

     Caimán fue uno de los que menos daños sufrió, ya que fue puesto a salvo desde temprano; primero estuvo alojado en los jardines de la Asociación Hípica de Propietarios, junto con otros, después fue trasladado a la caballeriza de “La Cochera”.

     El caballo que más dinero ha ganado en el Hipódromo Nacional, el gran Haedo, sufrió fuertes golpes en la pata izquierda trasera, y se teme por su futuro como corredor activo.

     Buen Amigo apareció en las calles de San Agustín en la mañana del día siguiente. Igualmente se notificó que en la Jefatura de San Agustín se encontraban dos ejemplares y en El Peaje transitaban por las calles otros.

     Entre las personas que mejor contribuyeron a las tareas de salvamento, se mencionaban al jinete Perfecto Antonio Chapellín y el señor Jorge Escobar, quienes, a riesgo de sus propias vidas, no regatearon su aporte en las actividades que exigían las circunstancias.

El cojo ilustrado

El cojo ilustrado

Considerada como la mejor revista cultural latinoamericana de su época, El Cojo Ilustrado marcó una etapa en la vida literaria y artística de Venezuela; fue característica suya una impecable presentación gráfica. Fue la primera publicación del país, donde se utilizaba un taller de fotograbado mecánico en su reproducción. Circuló entre 1892 y 1915.

Por Hermann Garmendia*

Jesús María Herrera Irigoyen, empresario, socio de Manuel Echezuria en la fábrica de cigarrillos El Cojo (1882), funda en 1892, junto con Echezuria, la revista El Cojo Ilustrado, cuya dirección asume desde el primer número hasta la desaparición de la revista el 1 de abril de 1915.

Jesús María Herrera Irigoyen, empresario, socio de Manuel Echezuria en la fábrica de cigarrillos El Cojo (1882), funda en 1892, junto con Echezuria, la revista El Cojo Ilustrado, cuya dirección asume desde el primer número hasta la desaparición de la revista el 1 de abril de 1915.

     Quizás sean escasos los venezolanos que no hayan escuchado referencias de “El Cojo Ilustrado” y de su significación en la historia de nuestras letras. La publicación, recargada de ilustraciones retorcidas, quizás sea la única manifestación de fin de siglo que no halla inspirado diatribas humorísticas entre los contemporáneos. Casi todas las expresiones del siglo pasado han sido inventariadas, irreverentemente. Los bigotazos mosqueteriles de sus poetas, la palidez de las damas, los juegos de salón, los gestos de los políticos y toda esa moda rococó que el general Antonio Guzmán Blanco puso en boga en Caracas copiada de la Francia del Segundo Imperio y de la Inglaterra victoriana, han dado tópico para más de una risueña invectiva. Pero “El Cojo Ilustrado”, inspira las respetuosas apreciaciones que sugieren las instituciones útiles que le dieron brillo al país.

     “El Cojo Ilustrado”, llevando sus mensajes a los pueblos más extraviados de Venezuela, duró poco menos de un cuarto de siglo (1892-1915), con una vida próspera y feliz. No afrontó momentos de adversidad, ni crisis económica, ni desajustes en los comandos de la dirección. Casi todas las revistas que surgieron paralelas a su existencia, tuvieron un destino común: el del meteoro que brilla momentáneamente, deja una huella luminosa y luego se extinguen en el vacío. Tal “Cosmópolis”, donde puso su empeño constructivo Pedro Emilio Coll. Nacían de un lírico y momentáneo impulso desinteresado, del seno de algunos escritores afines en tendencias, dispuestos a propagar sus credos literarios. Como de una consunción vital moría prematuramente la publicación como siguiendo aquella ley de que la llama que arde de prisa es la primera en apagarse.

     Según don Santiago Key Ayala, “El Cojo Ilustrado” vino al mundo publicitario por un procedimiento inverso al de las otras revistas de su misma índole. Justamente aquí radicó la clave de su éxito. Su cuna fue humildísima, como la de cualquier arrapiezo callejero. En efecto: nació como la humilde flor publicitaria de una fábrica de cigarrillos criollos que estaban humeando por la boca de todos los caraqueños. El dueño de la popular fábrica –el señor Manuel María Echezuria– andaba por las calles de Caracas repartiendo saludos y simpatías. Los pitillos empezaron a llamarse espontáneamente “Cigarrillos el Cojo”.

     El suceso de la aparición de “El Cojo Ilustrado” lo ubica Key Ayala en 1881: periodiquillo de cuatro páginas, en papel satinado, lleno de fáciles conseciones al gusto del público en chascarrillos y amenidades de fin de siglo. Un poeta bohemio, al redactarlo ganaba lo suficiente para su ración de roncitos en los tarantines de su predilección, recitando versos románticos.

     Hubo un tiempo en que la Empresa Cigarrillera floreció en buenos dividendos y se transformó pomposamente en la firma comercial de J. M. Irigoyen & Compañía y entonces, el periodiquillo travieso y burlón, pronto adquirió gran tamaño. Sentado en su mesa de dirección Manuel Revenga, hombre de saludable sensibilidad literaria le comunicó los primeros impulsos.

El Cojo Ilustrado circuló entre 1892 y 1915, con frecuencia quincenal. Es considerada la mejor revista cultural latinoamericana de su época. Fue la primera publicación del país, donde se utilizaba un taller de fotograbado mecánico en su reproducción.

El Cojo Ilustrado circuló entre 1892 y 1915, con frecuencia quincenal. Es considerada la mejor revista cultural latinoamericana de su época. Fue la primera publicación del país, donde se utilizaba un taller de fotograbado mecánico en su reproducción.

     Es, durante aquel tiempo, cuando se opera un curioso fenómeno en el siempre contradictorio mundo de las letras. Toda la efervecencia literaria del momento corre, en busca de su cauce, hacia aquel delta anchuroso, donde desembocaban, confundiéndose en una sola aspiración de cultura, las más disímiles corrientes del pensamiento en la persona de los escritores más notables de la época. Coexistían en aquellas columnas los viejos académicos del general Guzmán Blanco –ya calvos y abuelos– y quienes, jóvenes, expresaban ideas de renovación literaria, contrarias a la tradición expresada por los abizcochados académicos. Tal ciscunstacia liberal le imprimia animación a las páginas de “El Cojo Ilustrado”, imparcial y acogedor, con gran sentido de selección en la discriminación del material. Ya orientados firmemente en la vida literaria, espigaban José Gil Fortoul, Lisandro Alvarado, Pedro Emilio Coll, la novísima generación por la que empezaba a sentir debilidades su director Revenga.

     Ante el éxito de la publicación, ante su interna armonía, cabría preguntarse: ¿Qué voluntad, cuál carácter vigilaba la dinámica por encima de aquella gran empresa de cultura nacional? Según los conocedores de las íntimas palpitaciones de “El Cojo”, quien realizó tal milagro de estabilidad fue Don Jesús María Herrera Irigoyen. No fue un accidente en la Revista: fue su nervadura central. El milagro lo realizó la circunstancia de un gran carácter. Don Jesús María poseía un temperamento emoliente pero firme para evitar las rozaduras entre colaboradores de espíritu opuesto y personificaba un meticuloso orden de boticario. Por lecturas y referencias que tenemos a mano, la primera condición que reunía el director de la Empresa era su mística por no desajustar el orden del ambiente, por no contribuir con complacencias al descrédito de la revista. De ahí surge un pintoresco anecdotario. Porque una voluntad regida por normas tan concluyentes, tenía que chocar con el desorden de los poetas y escritores que formaban el cortejo de colaboración.

     La mística por el orden y la responsabilidad de Don Jesús María envolvió hasta los humildes cajistas de la imprenta. 

     Sabían los obreros acordarse oportunamente de la ortografía que olvidaban los grandes literatos o los empinados funcionarios del gobierno que expedían sus comunicados oficiales. Los cajistas desde sus componedores se sentían identificados con el prestigio de la revista como abejas unánimes en defender las excelencias del panal. En este tiempo de acelerados linotipos y superficial corrección de pruebas, cuesta trabajo creer que la omisión de una simple coma, provocara en los Talleres una serie de complicadas averiguaciones para ubicar al responsable del error y multarlo.

     Porque la corrección de pruebas alcanzaba la solemnidad de un rito: la responsabilidad de un sacerdocio irreprochable. Don Jesús María era el más alto tribunal. En el orden de sus archivos guardaba todas las etapas de la corrección con el fin de deslindar responsabilidades en caso de un error.

Manuel María Echezuria fue uno de los accionistas fundadores de la revista; su condición física (era cojo) dio parte del nombre a la revista y lo de Ilustrado se debió a las excelentes y llamativas imágenes que se presentaban en la publicación.

Manuel María Echezuria fue uno de los accionistas fundadores de la revista; su condición física (era cojo) dio parte del nombre a la revista y lo de Ilustrado se debió a las excelentes y llamativas imágenes que se presentaban en la publicación.

     Si como comentan los biógrafos de Balzac, alguna vez los cajistas de París se negaron a parar sus originales por lo que solía añadirle o quitarle, los tipógrafos de “El Cojo Ilustrado” veían con suma complacencia los “destrozos que algunos escritores hacen de sus pruebas”.

     Pensaban los obreros que el autor, al mejorar su texto, contribuía al realce de la revista. ¿No tiene todo esto un plácido sabor de edad de oro?

     Don Felipe Tejera, desde su severidad académica, motejó a don Jesús María de “Tirano” en sentido juguetón. Pero el director era un psicólogo. Tanto para desvirtuar la tesis de su “tiranía” como para abrir la espita del humorismo entre sus agudos colaboradores, tuvo una pintoresca idea original. Organizó un álbum para que allí escribieran sus colaboradores todo “lo malo que pensaran de él”.

     Le debemos a don Eduardo Carreño haber salvado para la posteridad algunas de esas pintorescas invectivas. Pedro Emilio Coll dejó estampado allí: “Sospecho que el señor Herrera oculta bajo su calva comercial un germen de chifladura literaria; aún más, creo que en el mayor secreto escribe poemas decadentes.

     Acaso su más grande ideal es ser colaborador de “El Cojo Ilustrado”; desgraciadamente, el severo director no quiere aceptarle sus versos. . . porque son muy malos”. Y Francisco de Sales Pérez:

Si ponéis en infusión
una libra de quinina,
un caribe, un escorpión,
una garra de león,
un colmillo de pantera,
y un frasco de ají chirel,
la suegra más dura y fiera,
tendréis un retrato fiel
de la sonrisa de Herrera

     Y, Alejandro Fernández García, “Este álbum es una nueva demostración de la vanidad del señor Herrera Irigoyen, quien, cansado como las viejas coquetas del rumor de las alabanzas, quiere escuchar ahora la voluptuosa acrimonia de los dicterios”.

FUENTES CONSULTADAS

  • Elite. Caracas, 2 de agosto de 1958; Página 50
La extraña muerte del cantante Genaro Salinas

La extraña muerte del cantante Genaro Salinas

Después de sesenta y cinco años de su violenta desaparición física, el caso del cantante mexicano Genaro Salinas, quien fue hallado severamente lesionado en una calle caraqueña, la noche del 28 de abril de 1957, y murió poco después de ingresar a un centro asistencial, sigue despertando dudas, sin que se conozca lo que en realidad ocurrió.

La noche del domingo 28 de abril de 1957, Genaro Salinas fue encontrado agonizando en el pavimento del túnel que une la avenida Victoria con Los Chaguaramos, en Caracas.

La noche del domingo 28 de abril de 1957, Genaro Salinas fue encontrado agonizando en el pavimento del túnel que une la avenida Victoria con Los Chaguaramos, en Caracas.

     Salinas fue uno de los primeros intérpretes sobresalientes musicales del medio local, que pasaron de ser noticia en la fuente de entretenimiento, a ocupar espacio destacado en los titulares de sucesos, víctima, al parecer, de la violencia de aquella época de dictadura militar en Venezuela. El periodista y escritor Óscar Yanes, en su libro “Amores de última página”, hace una descripción pormenorizada del hecho:

     “El domingo 28 de abril de 1957, a las siete y cuarenta y cinco de la noche, Genaro Salinas fue encontrado agonizando, con el cráneo fracturado y en un pozo de sangre, en el pavimento del túnel que une la avenida Victoria con la Urbanización Los Chaguaramos, en Caracas. Una patrulla policial lo recogió y lo llevó al puesto de emergencia de Coche, en donde murió hora y media después, sin pronunciar palabra, pero tratando de decir algo. Varios esbirros (torturadores) de la Seguridad Nacional, al parecer, lo esperaron en lo alto del puente, por donde debía pasar a pie para ir a su alojamiento en la casa de Graciela Naranjo, lo tiraron de lo alto y le pasaron un carro por encima”.

Censura en tiempos de dictadura

     La noticia de la muerte de Salinas recibió un tratamiento sesgado en los distintos medios impresos del país debido a intrigas de carácter pasional, pues al cantante se le vinculaba con Zoe Ducós, con quien había mantenido un romance en Argentina. Para el momento, la actriz de televisión estaba casada con Miguel Silvio Sanz, uno de los jefes de la policía política del dictador Marcos Pérez Jiménez.

     Desde que se conoció la forma como murió Salinas, se ventiló en algunas redacciones de prensa como un posible asesinato ordenado desde las oficinas de la Seguridad Nacional.

     Como ejemplo de la censura que se practicaba en los diarios capitalinos de aquella época, es preciso señalar que tres días después de la muerte de Salinas fue que apareció la información en Últimas Noticias. “El detectivismo de Seguridad Nacional trata de establecer las causas de la muerte del conocido cantante mejicano Genaro Salinas, quien fue encontrado en estado agónico el domingo por la noche”, destacó el periódico en su edición del martes 30 de abril de 1958. Presentaba fractura abierta del cráneo y sus ropas se encontraban bañadas de sangre. En el codo izquierdo le fue apreciada otra herida de cierta consideración, aunque, de acuerdo con la experticia practicada en el cadáver, no presentaba signos de haber sostenido lucha, como para presumir un crimen. No obstante, el detectivismo se ocupa activamente del caso y durante las 24 horas del día de ayer fueron interrogadas numerosas personas que conocieron al artista en sus últimas actuaciones en Caracas, desde el mes de septiembre cuando llegó, procedente de Colombia, para trabajar en programas de radio y televisión en Radio Caracas.

La noticia de la muerte de Salinas recibió un tratamiento sesgado en los distintos medios impresos del país debido a intrigas de carácter pasional.

La noticia de la muerte de Salinas recibió un tratamiento sesgado en los distintos medios impresos del país debido a intrigas de carácter pasional.

     Al principio se comentó en la prensa que Salinas había sufrido un accidente al ser atropellado por un automóvil dentro del túnel, y que el conductor se dio a la fuga. Después se manejó una versión, según la cual un estudiante lo había visto deambular borracho, se sentó al borde del puente de la Avenida Victoria, desde donde cayó. Este relato fue descartado debido al hallazgo del cuerpo dentro del túnel. Una tercera especulación tuvo que ver con la posibilidad de suicidio ante los apuros económicos por los que en ese momento atravesaba el cantante.

     En Venezuela, Salinas tuvo oportunidad de reencontrarse con Zoe Ducós, con quien había mantenido un romance en 1946, mientras vivía en Buenos Aires, relación que arruinó su matrimonio con la cantante Malena de Toledo.

     Al parecer, Salinas intentó por esos días fin de año de 1956 acercarse a Ducós, quien se había casado con Sanz, principal cabecilla de los temibles programas de tortura y asesinatos a los que sometían a los opositores durante el régimen perejimenizta.

     Al entrar en conocimiento de que Salinas merodeaba los estudios de Radio Caracas TV, donde laboraba Ducós, Sanz se sintió ofendido y dio órdenes a funcionarios de la Seguridad Nacional para que lo amedrentaran.

     Al parecer, los esbirros lo interceptaron aquel domingo y le propinaron una golpiza brutal. La idea era asustarlo, pero se excedieron al lanzarlo desde el puente. Luego lo remataron al pasarle el automóvil por encima y lo dejaron agonizante en el pavimento.

     Nueve meses después de la muerte de Salinas, tras la caída de la dictadora, a principios de 1958, la Asociación de Artistas de Venezuela exigió ante los tribunales que se investigara el asesinato de Genaro Salinas por parte de la Seguridad Nacional por motivos de intriga pasional.

La “Voz de Oro de México”

     Nacido en Tampico, Tamaulipas, México, el 19 de septiembre de 1918, Salinas tenía 38 años cuando murió. Su carrera como cantante profesional la inició muy joven, a la edad de 23 años, en 1941. Se dio a conocer desde temprano como intérprete de canciones líricas y así, después de ganar cierta fama en su propio país, empezó a viajar por el resto del Continente, llegando a equipararse con artistas de renombre como Pedro Vargas, durante los años comprendidos entre 1940 y 1945.

     Graba varios temas con la empresa RCA en la capital mexicana, acompañado de las orquestas Rafael de Paz, Miguel Ángel Pazos y Absalón Pérez, y logra buena aceptación en el mercado por la calidad de temas como “La número cien”, “Aquella tarde”, “Volverás”, “Callecita” y “Años Siboney”, entre otros éxitos del género bolero ranchero.

Salinas era un famoso cantante mexicano nacido en 1918. Entre sus numerosos éxitos destacan temas del género bolero ranchero como “La número cien”, “Aquella tarde”, “Volverás”, “Callecita” y “Años Siboney”.

Salinas era un famoso cantante mexicano nacido en 1918. Entre sus numerosos éxitos destacan temas del género bolero ranchero como “La número cien”, “Aquella tarde”, “Volverás”, “Callecita” y “Años Siboney”.

La primera vez que Salinas estuvo en Venezuela fue en el año 1945, contratado para trabajar en Radio Caracas en el programa de la “Caravana Camel”.

La primera vez que Salinas estuvo en Venezuela fue en el año 1945, contratado para trabajar en Radio Caracas en el programa de la “Caravana Camel”.

Tres visitas a Venezuela

     La primera vez que Salinas estuvo en Venezuela fue en el año 1945, contratado para trabajar en Radio Caracas en el programa de la “Caravana Camel”. Luego, en el año 1952, volvió para trabajar en Radio Continente, en un programa con Aldemaro Romero.

     Y la tercera vez vino contratado por Benito Silva, en septiembre de 1956. En esa ocasión hizo sus primeras presentaciones en Radio Caracas en el programa de la Media Jarra Caracas, con Luis Alfonso Larrain. Luego trató de obtener oportunidad de trabajo en Radio Continente, pero al parecer hubo cierto impedimento debido al contenido de las cláusulas del contrato por el que vino a Venezuela.

     Ante una situación económica difícil, pues tenía deudas con el hotel donde se encontraba alojado en Caracas y la empresa que lo contrato no cumplió lo prometido, Salinas atravesó por problemas de depresión.

     La cantante venezolana Graciela Naranjo le tendió una mano y lo llevó a vivir a su residencia en la Avenida Victoria, a escasas cuadras del lugar donde fue hallado agonizante, cuando a finales de 1956 se vio obligado a salir del Hotel Comercio. Durante los carnavales de 1957, Salinas y Naranjo emprendieron gira por emisoras radiales y locales nocturnos de Ciudad Bolívar y Puerto la Cruz.

     No hubo mejoría en la condición económica del cantante que por esos días también esperaba viajar a Puerto Rico o Santo Domingo. La última vez que Naranjo vio al cantante mexicano, según lo que reveló a Últimas Noticias fue el sábado 27 de abril, en horas del mediodía.

–Se despidió de mi–expresa la mujer entristecida–pero no me dijo para dónde iba. Él acostumbraba entretenerse con sus amigos en sitios cercanos, pero yo nunca llegué a preguntarle con quiénes se reunía.

     La residencia de Naranjo estaba ubicada a unas cuatro cuadras del lugar donde fue encontrado el cuerpo de Salinas.

–Yo no le conocía enemigos porque él era muy pacífico y cariñoso, indicó Naranjo.

     Genaro Salinas era un hombre de 1.68 metros de estatura, de color moreno, contextura gruesa, ojos negros, pelo negro y cara redonda. Algunos de sus amigos dijeron que a veces tenía predisposición por el licor, y aun cuando se reconocía en él un carácter apacible, denotaba un comportamiento brusco en ciertas oportunidades, indicó la crónica del tabloide caraqueño.

 

Solidaridad del gremio artístico

     Sería polémica protagonizaron los sindicatos de artistas de Venezuela y México a la hora de definir cómo se haría el traslado del cadáver del cantante Genaro Salinas a Tampico, México o a Buenos Aires, Argentina, donde residían sus hijos y ex esposa.

     La Asociación de Artistas Mexicanos no prestó la colaboración que se esperaba, mientras que la representación diplomática argentina cooperó con la compra del ataúd.

     Por más de una semana permaneció en capilla ardiente el cuerpo de Salinas en la Funeraria Coromoto, en la esquina de Tienda Honda. Millares de personas desfilaron ante el féretro, ante el que montaron guardia muchos artistas.

     El 5 de mayo, durante el séptimo día de velatorio, ocurrió un hecho insólito, reseñado en diferentes medios. El artista quedó con los ojos abiertos, cosa que impresionaba. Víctor Morillo, conocido declamador, reveló que mientras hacía guardia junto al féretro, se presentó el conocido cantante puertorriqueño Daniel Santos, quien sacó de sus bolsillos un puñal, lo colocó en la frente de Salinas, y para asombro de la concurrencia se cerraron los ojos del malogrado cantante. Santos se acercó y besó la frente de Salinas, en una suerte de tributo final al amigo.

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