Coliseo de Caracas, primer teatro
El alemán Alejandro Humboldt y su asistente, el francés Aimé Bonpland, conocieron el Coliseo de Caracas, antes de ser destruido por el terremoto de 1812, aseguraron que era un recinto “satisfactorio” para las artes.
La gran mayoría de los viajeros o visitantes que llegaron a Venezuela durante el siglo XIX adquirieron las referencias acerca del país a través de los escritos de Alejandro von Humboldt (1769-1859), un aristócrata alemán, quien inició un viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente en 1799. Su bitácora era precisa y prestablecida y sus cartas de viajero indicaban la ciudad de La Habana como destino y de allí a Veracruz, al Virreinato de la Nueva España.
Humboldt y su asistente, el francés Aimé Bonpland (1773-1858), habían zarpado desde La Coruña a bordo de El Pizarro. Cerca de las costas de Venezuela, la muerte de un pasajero a bordo, víctima del vómito negro de la fiebre amarilla, no les permitió a los viajeros continuar su destino inicial hasta el puerto de La Habana y desembarcaron en la primogénita Cumaná para pisar el continente americano por vez primera.
Llegaron a Cumaná el 16 de julio de 1799 y permanecieron allí hasta el 24 de noviembre de 1800, cuando zarparon hacia Cuba. Durante su estancia, recorrieron extensamente la región, efectuaron numerosas observaciones científicas y vivieron innumerables peripecias y aventuras.
En lo referente a uno de las impresiones que Humboldt escribió de Caracas fue: «Creo que hay una marcada tendencia al estudio profundo de las ciencias en México y Santa Fe de Bogotá; mayor estudio de la literatura y tanto como una imaginación ardiente y activa puede disfrutar en Quito y Lima; más comprensión sobre las relaciones políticas de las naciones, visiones más amplias sobre el estado de las colonias y ciudades, en La Habana y Caracas».
También destacó el ambiente europeo de Caracas. En las líneas trazadas por Humboldt se puede leer: «A pesar del aumento de la población negra, La Habana y Caracas parecen estar más cerca de Cádiz y los Estados Unidos que cualquier otra parte del Nuevo Mundo». Palabras usuales entre algunos visitantes de Venezuela durante el 1800: el aire europeo de Caracas, con su excepcional sentido metropolitano.
Alexander von Humboldt hizo numerosos descubrimientos y observaciones durante su estancia en Venezuela. Entre los que se pueden destacar los efectos del cambio climático: Humboldt hizo la primera anotación conocida sobre los efectos de la acción humana en el clima, documentando las consecuencias de las prácticas agrícolas coloniales en el Lago de Valencia. También expuso una teoría de los equivalentes naturales, es decir, puso a la vista de sus lectores una teoría de los equivalentes naturales que se convertiría en la primera filosofía ambiental global, viendo el planeta como un todo.
De igual manera, en Cumaná, Humboldt y Bonpland observaron un eclipse de sol, experimentaron un terremoto, se deslumbraron con una lluvia de estrellas y asombraron a los habitantes de la ciudad con sus instrumentos. Durante su estadía en Cumaná, Humboldt y Bonpland aprovecharon para dirigirse al pueblo de Caripe, ubicado en el estado Monagas. En su escrito expusieron la impresión que les causó la Cueva del Guácharo. Los llanos y la electricidad: Humboldt realizó observaciones importantes sobre los llanos y la electricidad. También exploró el río Orinoco.
El periodista estadounidense, William Duane, también visitó el Coliseo de Caracas, pero después de haber sido afectado por el terremoto de 1812. Para entonces, el establecimiento no poseía techo.
En lo referente a William Duane (1760-1835) resulta importante recordar que fue un periodista y editor estadounidense que visitó Venezuela y Colombia entre los años de 1822 y 1823. Durante su visita, elaboró un texto titulado Viaje a la Gran Colombia en los años 1822-1823, que fue impreso en Filadelfia en 1826.
Duane había defendido con afán la causa suramericana desde las páginas del periódico Aurora. En su libro, Duane escribió que había venido a Venezuela con la tarea de encontrar solución a notas de crédito que se encontraban insolventes desde los tiempos de la guerra. Sin embargo, le dio mayor relieve al deseo que abrigaba, desde hacía unos treinta años, de conocer a quienes había acompañado espiritualmente en su lucha.
En la última sesión del primer Congreso General de Colombia, celebrada el día 14 de octubre de 1821 en la Villa del Rosario de Cúcuta, se tomaron 6 acuerdos de reconocimiento en favor de 6 personalidades de otros países, como signo de agradecimiento de la República de Colombia (Gran Colombia, de acuerdo con los historiadores) ideada por Bolívar junto con otros próceres de la Independencia, entre ellos el de William Duane. Es importante mencionar que Duane también visitó Barquisimeto y apuntó en sus crónicas: “Las calles tendrían alrededor de veinte pies de anchura (5,40 metros), bien adoquinadas y aun cuando la fundación y edificación de la ciudad sólo databa desde la época del terremoto de 1812 ya presentaba, sin embargo, un aspecto de mayor antigüedad”.
En el capítulo VI de su texto hizo referencia a la visita del teatro que Humboldt había descrito “satisfactoriamente”. Duane escribió que había decidido ir solo a la función teatral que en el recinto se ofrecía. Contó que canceló por la entrada un real. Decidió ocupar un asiento en la parte alta del teatro porque le informaron que el patio era “un sitio a la intemperie”. La localidad que ocupó fue un ala transversal, paralela al escenario y situada enfrente de éste. “Otros palcos en serie, que rebosaban de público, especialmente de damas, ocupaban ambos lados del paralelogramo, el piso bajo, es decir, el suelo puro y simple, servía de patio, y en cuanto a la techumbre, sólo se contaba con la serena, azul y estrellada bóveda celeste”.
En su descripción puso de relieve que el proscenio o tablado medía unos veinticinco pies de ancho. El telón, cuya caída indicaba los diferentes actos, representaba una suerte de cuadro pastoral que, según Duane, era muy parecido a los que hacía un siglo utilizaban de manera corriente en las diferentes obras de ficción de los escritores sentimentales. A medida que se alzaba, para mostrar un nuevo acto, aparecían en perspectiva figuras, pintadas en cartón, que hacían alusión a elementos naturales, un campamento, la cámara de un palacio o un naufragio, “todo lo cual iba apareciendo en progresión dramática”.
Por dificultades para entender la lengua nativa atinó a decir que sólo entendió fragmentos del diálogo y de la temática de la obra. Aunque, comentó que ésta mostraba un argumento, cuyos personajes del drama o las máscaras de la acción eran un Aquiles de faldellín o enaguas, acompañado de personajes como Patroclo, Héctor y otros griegos y troyanos. De igual manera, aparecían también Andrómaca y Briseida, por último, menciono un personaje que “siempre interviene en los dramas hispanos: un bufón”, quien era el encargado de convertir en serias las escenas hilarantes y en graciosas a las trágicas.
En este sentido ofreció un ejemplo de una de las escenas que observó en la obra que, aunque no lo menciona, debe estar circunscrita a Aquiles, Héctor y Patroclo como personajes prominentes en la Ilíada, una antigua epopeya griega atribuida a Homero. En la Ilíada, Aquiles y Patroclo son camaradas cercanos en la guerra contra los troyanos. Patroclo, después de convencer a Aquiles, lidera al ejército de Mirmidón en la batalla llevando puesta la armadura de Aquiles. Patroclo logra hacer retroceder a las fuerzas troyanas, pero Héctor lo mata durante la batalla. Aquiles, sumido en un profundo dolor por la muerte de Patroclo, regresa al campo de batalla con el único objetivo de vengar la muerte de Patroclo matando a Héctor.
En su redacción estampó algunos recuerdos de este drama. De su rememoración anotó que Héctor frente a uno de los griegos era muy distinto a lo que vio en la oportunidad que comentaba. También agregó otros anacronismos presentes en la exposición teatral como, por ejemplo, el mar debía estar calmado mientras las alegorías presentadas, en esta oportunidad, lo mostraban agitado. Sin embargo, agregó que el bufón, que aparecía en esta escena, le pareció divertido.
De la obra en general concluyó: “Aunque la imitación de la realidad era ciertamente abominable, en un drama más adecuado habría obtenido cuando menos tantos aplausos como los que recibió, a lo que no hubiera podido aspirar para sí Héctor o Andrómaca. Después de todo, los defectos que haya podido tener la pieza son atribuibles a España, de donde proviene esta especia de drama, formado por no sé cuántos actos”. Por lo visto, Duane no estuvo muy satisfecho de lo visto en esta ocasión y además por haber presenciado una pieza teatral que inició a las seis de la tarde, él se marchó seis horas después sin ver el final, porque a las doce de la noche no había terminado.
Contó, al final de esta larga descripción, haberse topado con el general Soublette cuando entró al Coliseo de Caracas, cuya construcción se llevó a cabo en las postrimerías del 1700. De este encuentro señaló que el general le había hecho varias preguntas. Una de ellas fue su opinión acerca de lo que había visto hacía un instante. Duane escribió que le había contestado con toda franqueza y que Soublette había estado de acuerdo con su percepción. De este militar y prócer de la Independencia anotó que vestía como un ciudadano común y corriente, quien se había presentado sin guardias ni ayudantes, “en su condición de magistrado republicano”.
Culminó esta parte de su escrito con el siguiente comentario: “me fue grato verle y tuve oportunidad de observar, en la manera risueña y cordial con que se dirigía a personas de diferentes categorías, lo adecuadamente que cumplía sus funciones”.
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