Entrega de reconocimiento por el 75° Aniversario de La Bolsa de Valores de Caracas

Entrega de reconocimiento por el 75° Aniversario de La Bolsa de Valores de Caracas

Entrega de reconocimiento por el 75° Aniversario de La Bolsa de Valores de Caracas

     El pasado 16 de marzo nuestro presidente Leonardo Palacios Márquez, en la sede de la Bolsa de Valores de Caracas, entregó reconocimiento al presidente de la Bolsa de Caracas Gustavo Pulido Medina, por la trayectoria y desempeño de esta institución bursátil durante sus setenta y cinco años. Esperamos que los triunfos y el compromiso vigente de la Bolsa sigan adelante.

Boletín – Volumen 87

Boletín – Volumen 87

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Boletín – Volumen 87

Sinopsis

Por: Dr. Jorge Bracho

     En esta edición número 87, correspondiente al 1 de febrero de 1921, comienza con un texto denominado “La crisis” (Pp. 955-956), en que se hace referencia al declive general del comercio y la industria, así como el convencimiento de que las distintas oscilaciones en el mundo de los negocios, tanto desfavorable como favorable, eran movimientos espontáneos, “fuera del alcance del poder individual humano”.

     De la página 956-960 se debe destacar “Situación Comercial” donde se trata lo relacionado con la declinación de los precios de los últimos meses de 1920 y lo que había transcurrido del 1921. Se rememoró lo escrito en ediciones anteriores respecto a una posible recuperación, pero en esta ocasión mostraban, con evidencias, como habían decaído los precios en un período tan corto a una tasa promedio de 33,5%.

     Entre las páginas 960 y 961 se presentó “Párrafos de una carta de un comerciante venezolano”. La misma fue enviada por un coterráneo que se encontraba en Manchester. Entre los fragmentos dados a conocer, por parte de los editores del Boletín, destacan los comentarios sobre las pérdidas de los comerciantes en esta ciudad británica, así como que los grandes consumidores de productos ingleses, chinos e indios “no compran nada”.

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     Una “Circular de la Casa G. Amsinck y Compañía” fue entregada al Banco de Venezuela y publicada en el Boletín (P. 961). En ella se comunicó que era urgente una disposición de cooperación por parte de los suramericanos para superar la crisis que agobiaba la economía internacional. Por eso se exhortaba a los clientes que solventaran sus giros y facturas “al vencimiento”.

     En “Causas que han motivado la baja de la moneda en casi todos los países de América” (Pp. 961-963) Guillermo A. Sherwell mostró la equivalencia del dólar con la moneda corriente de países de América del sur y de Centroamérica. Propuso que cada uno de los países debían reducir sus pedidos al extranjero y estimular la producción interna. Como ejemplos exitosos para salir de la crisis citó la salitrera de Chile y la austeridad asumida por el gobierno de Venezuela en este período de crisis. Citó que se habían reducido los sueldos de los empleados del gobierno, exportaron lo que se requería fuera de sus fronteras y se había estimulado la industria de tejidos y calzado en el país.

     En las páginas 963 y 964 continuó la polémica alrededor de las cuentas corrientes, tal como lo muestra “A propósito de ‘ideas sobre el sistema de cuentas corrientes de crédito” cuyo autor, M.D.B., expuso algunas observaciones a lo escrito por P. J. Eder y publicado en el número 86 del Boletín (Pp. 963-964). Le sigue “Operaciones de cuenta corriente en Francia” donde Pierre Hentsch, delegado del Banco Nacional francés del Comercio exterior, explicó el extendido y exitoso uso de la cuenta corriente en Francia (Pp. 964-965).

     De seguidas (Pp. 965-966) José Manuel Benítez expuso el potencial de la industria maderera en algunos municipios del Zulia en “Informe sobre maderas del estado Zulia”. A su vez, Emilio Guerra explicó el funcionamiento del comercio maderero en el distrito Silva del estado Falcón (P. 966) en “Información sobre el comercio de maderas del distrito Silva del estado Falcón. En este mismo orden, bajo la rúbrica de Pedro Elías Marcano se expuso una información relacionada con las industrias locales, las exportaciones e importaciones de distintos artículos de origen cumanés. El mismo tuvo como título “Información mercantil a propósito de Cumaná” (Pp. 966-967).

     Acerca de la situación mercantil y agrícola del estado Anzoátegui Ricardo Salvi los presentó en “Información mercantil y agrícola sobre la región oriental del estado Anzoátegui” (Pp. 967-968). Entre las páginas 968 y 971 fue editado un apartado de un libro publicado en francés y cuyo autor, J. A. Barral, especialista en cuestiones agrícolas había visitado Venezuela y había incluido un capítulo denominado: “Proyecto para un establecimiento agrícola en las costas de Venezuela entre Naiguatá y Cabo Codera”.

     En “Participaciones” los señores Víctor Rafael, Eduardo y Santiago Escobar participaban haber constituido una nueva sociedad mercantil (P. 971). En la página 972 aparece un cuadro: “Precios a los que una casa de Caracas ha comprado café durante los meses de noviembre y diciembre de 1920 y enero de 1921”. En “Sección de Correspondencia” se ofrecieron una gama de productos entre los cuales se ofertaban fuentes de beber, filtros de agua, tabaco, cigarrillos, sardinas en aceite y carnes conservadas, entre otras (972-973).

     En “Noticias del interior (P. 973) se dio a conocer los precios del cacao intermediario en Puerto Cabello y su cosecha en la costa de Güiria. Le siguen “Exportadores de cacao en Carúpano y Río Caribe en 1920” y “Exportadores de café trillado, cueros y pieles en Carúpano en 1920” (P. 973).

     En las páginas finales se puede ver: “Tipos de cambio en Caracas sobre el exterior en enero de 1921”, “Movimiento de valores públicos en la Bolsa de Caracas y en la de Maracaibo durante el mes de enero de 1921” (P. 974) y “Cuadros demostrativos de fundos pecuarios existentes en el estado Portuguesa” (Pp. 975-982).

Más boletines

Boletín – Volumen 75

Segunda época correspondiente al año IX

Boletín – Volumen 144

Por lo que respecta a las mercancías secas se ha sostenido el movimiento de venta en el mes de octubre.

Boletín – Volumen 140

Una sostenida paralización ha caracterizado este mes.

Boletín – Volumen 86

Boletín – Volumen 86

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Boletín – Volumen 86

Sinopsis

Por: Dr. Jorge Bracho

     Este primer número del año 1921 abrió con “Revista acerca de la situación mercantil actual” donde se ratificaban las dificultades económicas en el mundo, en especial por la escasa oferta y una fuerte demanda, aunada a la falta de mano de obra para las industrias. Uno de los factores se adjudicó a la guerra, pero en esta presentación también dan cuenta de una ola especulativa que alimentó más aún las dificultades en este orden.

     Entre las páginas 910 y 912 se publicó “Situación comercial” cuyo contenido está referido a la situación económica estadounidense. Entre los mayores problemas esbozados en este artículo, extraído de una publicación del Banco Nacional de la ciudad de Nueva York (noviembre, 1920), se encontraban: la caída de los precios al por mayor y la disminución de la demanda de productos de algodón y lana, entre otros. Sin embargo, en este escrito se concluyó que la recuperación estaba próxima a suceder, tal como lo mostraba la actividad agrícola en suelo estadounidense.

     En las páginas 912-913 se publicó “Ideas sobre el sistema de cuentas corrientes de crédito”. Se propuso en éste abandonar el sistema de cuentas corrientes bancarias y comerciales de su sistema financiero por otro más moderno.

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     El autor de esta nota, P. J. Eder, propuso la necesidad de otorgar créditos o préstamos a término fijo a quienes depositaban dinero en el banco prestamista, lo que fomentaría el ahorro por la vía del depósito. En la misma página 913 apareció “Observaciones al artículo anterior” en que los autores reconocieron las valiosas aportaciones de Eder, no se mostraban seguros de que el préstamo a término fijo funcionara en el país.

     Luego, entre las páginas 913 y 924, se insertó “El dique de Petaquire de la Compañía Anónima generadora de fuerza y luz eléctrica de Caracas”. Se trata de un escrito preparado por la Generadora de Fuerza y Luz Eléctrica de Caracas donde se informó sobre la construcción de un dique en el río Petaquire y que por ser el primero en el país resultaba necesario explicar detalles y pormenores del mismo. La de Petaquire vendría a acompañar la ya existente generadora de Mamo. Se utilizarían técnicas para almacenar agua en tiempos de lluvia para el mecanismo que se instalaría y que pudiera funcionar en tiempos de sequía. Viene acompañado de láminas explicativas y fotografías de diques existentes en Estados Unidos.

     Entre las páginas 924 y 927 fue publicado un artículo de Tulio Febres Cordero denominado “Sobre Criollismo, artes e industrias que fueron”. Se trata de un cuidado artículo en que su autor destacó algunas producciones manufactureras en tierras andinas durante la época colonial, la importancia de la producción de trigo desde el siglo XVI y su exportación a las Antillas, la producción de jamones que se exportaban durante el siglo XVI, inicialmente preparados por originarios de Extremadura, la fabricación de alfombras en Mérida y la producción de bocadillo y confitería en esta porción territorial. Destacó el mismo autor que en 1847 se había dado una producción de seda en Mérida, así como otras que allí tuvieron lugar como velas y jabones.

     “La pesca de perlas en Margarita” se dio a conocer entre las páginas 927 y 931. Su autor, Pedro M. Brito González, presentó una semblanza histórica de la extracción de perlas en Coche y otros lugares aledaños. Escribió que, en tiempo contemporáneo, 1902 a 1905, fue el momento de mayor esplendor de esta actividad y, según su percepción, Porlamar rememoró lo que en California se experimentó con el oro.

     Se reprodujo seguidamente “La industria del petróleo en México” (Pp. 931-941), artículo extraído de una publicación estadounidense. En él se señaló que la producción de petróleo no era suficiente para la creciente demanda y que el 40% de los campos petrolíferos estadounidenses estaban agotados. Por lo que México ofrecía buenas perspectivas por la producción para 1920 y la vecindad con los Estados Unidos.

     En “Sección de Correspondencia” (P. 941) desde Yokohama, Nueva York, Panamá, Nueva Orleans y Wien se ofrecían y demandaban intermediarios para la colocación de materias primas, así como oferta de equipos completos para hoteles, sedas, porcelanas y vidriera en general. En la misma página 941 hasta la 943, se presentó “Demostración de los ingresos y egresos de Venezuela en los diez años civiles corridos de 1910 a 1919, inclusive”. Le sigue (P.943-951) “Cuadros demostrativos de fundos agropecuarios existentes en el Estado Guarico”.

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Boletín – Volumen 104

El juramento presidencial.

Boletín – Volumen 166

Los negocios de agosto han estado a la par de los meses transcurridos, con tendencia pronunciada a la paralización.

Boletín – Volumen 106

Situación mercantil

Trayectoria del automovilismo en caracas

Trayectoria del automovilismo en caracas

CRÓNICAS DE LA CIUDAD

Trayectoria del automovilismo en caracas

En sus inicios el automóvil era solo para la gente pudiente
En sus inicios el automóvil era solo para la gente pudiente

     El general Taborda, viejo y taimado de Los Teques, expresaba “En mala hora llegaron a nuestras ciudades esos peroles, que no obstante el brillo deslumbrante en sus carrocerías, las circunstancias de ser impulsados por una fuerza extraña que llaman gasolina y el postín que se da el hombre que lo maneja, sucede que cuantas veces se accidenta el vehículo en vadear un río, o salvar una charca de las innumerables que ofrecen nuestros caminos, siempre tienen que apelar al par de ‘güeyes’ para que los empuje”. Así le oyeron decir a Taborda frente al primer automóvil que llegó a tierra caraqueña, traído de Europa por el señor Boulton, promediado el año de 1906.

     Aquel vehículo que causó expectativa en los círculos integrados por gentes adineradas, entre quienes, sin estarlo, laboraban para figurar con los ricos en lo referente a la vida arrastrada, era un carro color negro, tipo sedán, con el asiento del chofer colocado de manera tal que éste no escuchase lo que hablaban los señores. El tópico obligado era la política y el hombre de Capacho. Los aurigas lo mencionaban con el mote de “Yon Boulton”, apodo que le tenía sin cuidado al dueño, porque ni quebraba huesos ni dañaba la epidermis. Lo grave estaba en que cuando el automóvil se accidentaba los cocheros reían a más no poder, sin prestarle ayuda al conductor, dizque porque ese aparato venía a erradicarlos del mercado.

     Y así aconteció pues meses más tarde regresaron de París de una gira triunfal los Generales Manuel Corao y Román Delgado Chalbaud, trayendo un automóvil del mismo tipo que el anterior para la primera dama de la República, señora doña Zoila Rosa de Castro; naturalmente que cada nuevo coche de su naturaleza, venía con un conductor; pero cuando menos lo esperaba aprendió a maniobrar el volante Edgar J. Anzola y dejó de ser un mito la conducción de automóviles.

     Existía en ese mismo tiempo establecido en esta ciudad en ramo de óptica el itálico signore Vanzina, quien adquirió un carrito para explotar su físico, con tan mala suerte que el vehículo se accidentaba como el “mozo de la Zarzuela”, “El Pobre Valbuena”, que por entonces ocupaba la atención de los concurrentes a las tandas en el teatro Caracas.

     El pobre Vanzina se desmayaba en la cuesta de veinte y cinco grados que existía entre las esquinas del Hoyo y Los Cipreses. Vanzina descendía del carro y se entregaba a la meditación frente a la máquina, en espera de voluntarios que surgían cuando un billete de veinte bolívares estaba a la vista. Esa era la única manera de poder continuar el paseo, en su flamante automovilito.

     Antes de ser introducido en la ciudad el primer automóvil, suceso que ya hemos dicho que tuvo lugar en el mil novecientos seis, los elegantes y los pudientes eran poseedores de vehículos lujosamente tapizados, y tirados por pencos de bien maiceada presencia. Don Gumersindo Rivas, había adquirido para su mujer y su hija una lujosa victoria tiradas por dos hermosas yeguas americanas.

     Tiempos como eran aquellos en que quien no tenía un apodo podía ser considerado lo contrario de granito de oro, dio margen para que al cochero que guiaba el vehículo tirado por dos yeguas y en el interior del rodante dos elegantes damas, motejaron al auriga con el alias de “suplicio de Tántalo”, que le venía que ni de perlas.

     En 1911, importó Mister Phelps el primer “Ford” que, manejado diestramente por Anzola, fue el mejor señuelo para el gran negocio de automóviles que arrancó de aquella fecha. Al “Ford” de tablitas para ir de Caracas a Petare, había que llevar una perola con agua por si el motor recalentaba como ocurría de vez en siempre; le hicieron la mar de chistes, uno de ellos que causó más hilaridad circuló cuando un fordcito pisó una gallina en plena carretera; la plumífera se incorporó y al sacudir sus plumas exclamó enardecida:

̶ ¡Qué gallo tan bruto, miren como me puso!

     Con ser tan defectuoso el “Ford” de tablitas con la variedad de cambios que había que hacer para que entrase en marcha, se impuso y despertó la animación de Domingo Otatti, quien estableció el primer servicio de automóviles de alquiler. Al módico precio de 10 bolívares la hora. Un viaje a La Guaira costaba cien bolívares y hubo quien los pagó sin pestañear. 

El 1913, un grupo de la aristocracia caraqueña, fundó el Automovil Club, cuyo directiva estuvo presidida por el doctor Juan Iturbe
El 1913, un grupo de la aristocracia caraqueña, fundó el Automovil Club, cuyo directiva estuvo presidida por el doctor Juan Iturbe

     Los elegantes de Caracas creyeron llegado el momento de fundar el “Automóvil Club”, suceso que tuvo lugar en la Estancia La Floresta de Chacao, históricamente famosa por haber sido en sus dominios donde el padre Mohedano plantó el primer cafeto, de donde arrancaron los amigos de la música para fundar lo que filarmónicamente tenemos ahora tantas veces comentado como especialistas en el arte.

     De moda estaba el volante cuando promediado el 1913, se congregaron el doctor Juan Iturbe, Don Alfredo de la Sota, Eduardo Arturo Eraso, Santos Jurado López Méndez y además el Cronel Guillermo Behrens, Isaac Capriles, los hermanos Guzmán Blanco, John Boulton, Gustavo J. Sanabria, Federico Vollmer y otros caballeros amantes del deporte y de las mujeres bonitas. Trataron de la oportunidad que existía para fundar el “Automóvil Club” y quedó instalada la Directiva que presidió el doctor Iturbe, dueño del automóvil que prestigiaban las muchachas del gran mundo caraqueño, cuando a la caída de la tarde tripulaba el vehículo Juan, el chaufer y el precioso mastín traído de tierras nórdicas.
Los caraqueños, que para imponer un mote estaban que no el Padre Cura, hicieron suya la popularidad de que gozaba la columna dedicada a reseñar las cosas de la gente aristocrática en “El Universal” y asignáronle al automóvil de Iturbe el mote “Sociales y Personales”. 

     En la gráfica que ilustra esta crónica está el para entonces elegante automóvil con su perro ocupando el asiento trasero. En “La Floresta” de los Sosa, en los Palos Grandes, sesionaba la Junta; allí tenían lugar bailes, pic-nic, y suntuosas recepciones para homenajear a las personas de patrias lejanas porque entonces era un honor para el caraqueño de alto copete y cuello parado, sentarse al lado del Míster, aunque luego vinieran noticias de buena fuente, poniendo en tela de juicio al “musiú” con pelos y señales.

     La primera recepción dada por la Junta Directiva del “Automóvil Club” en “La Floresta” dejó para el recuerdo la gráfica en que aparecen los miembros de la Junta: el Doctor Juan Iturbe, Miguel Herrera Mendoza, San Jurado, Andrés Mata, director de “El Universal”, Eduardo Arturo Eraso, Panchito Azerm, Doctor Pedro Manuel Reyes y un ilustre desconocido. La nota más espectacular de automovilismo tuvo escenario en la Calle Real, cierta mañana septembrina cuando una dama del gran mundo conducía el automóvil movido por acumuladores, vehículo que era una monería por la pulimentación de sus piezas niqueladas y todo cuanto en él había volcado la técnica germana.

     Dama del mantuanismo tripulaba el rodante con tan mala suerte que los accidentes sufridos por el descargo de los acumuladores, daban motivo para la burla de los peatones y los cocheros enemigos de aquella novelería. Ello dio, como era natural, motivos para que el dueño restara su vehículo a la circulación.

Lucas Manzano (1884-1966), prolifero escritor, autor de numerosas crónicas de corte costumbrista sobre la historia caraqueña
Lucas Manzano (1884-1966), prolifero escritor, autor de numerosas crónicas de corte costumbrista sobre la historia caraqueña

     Un desaire a medias sufrió el “Automóvil Club de Venezuela” en sus primeros días. Esto ocurrió cuando el general Martínez Méndez, cuñado del Benemérito, se hizo precandidato del Club y los miembros alegaron que el propuesto no era deportista, ni general, no chicha ni limonada; por eso lo bolearon.

     Días más tarde le ofrecieron al general Gómez un cóctel en su honor, pero el presidente que no era deportista, expresó que aceptaría una fiestecita social siempre que fuese en Caracas, ya que, por la Constitución, el presidente no podía abandonar la Capital, sin dejar al Vice en ejercicio. Fue entonces cuando Don Alfredo y Doña Concha homenajearon al Benemérito, quien quedó satisfecho y abrumado por las atenciones recibidas.

     El más popular de los automóviles de la época, cuyo propietario fue el inolvidable Domingo Otatti, era un torpedo N° 11 de dos asientos pero que alojaba a cuatro; a bordo de aquel practicábamos visitas a los pueblos de Miranda, Valles de Aragua y otros lugares, los íntimos de Otatti, quien para atender su clientela estableció una Agencia de Carros de Alquiler, la que calzó el mote de “La Veloce”. 

     Seguramente que atraído por el éxito de Otatti, los Paúl importaron las Victorias, automóviles que le daban la vuelta al Paraíso, partiendo del lado este del Capitolio, y regresaban al mismo lugar por un solo bolívar. La actividad de los miembros del “Automóvil Club”, influyó en la compra de autobuses de pasajeros, el más desgraciado de los cuales fue el de la línea “La Vega”, cuyo dueño era Don Carlos Delfino. El vehículo se incendió, ocasionando el primer desastre que se recuerda. Esta vez la familia Carreño compuesta de tres señoritas, murieron incendiadas, debido a que el rodante no tenía puerta de escape para casos de accidentes.

     Un tal López trajo el primer “Packard”, reconstruido naturalmente. Habría hecho mejores negocios a no ser que se dejó ver la puerta, como se dice en criollo; y el Benemérito, a quien le vendió ese carro reformado, le retiró el exequatur y tuvo que ausentarse, creo que, sin maletas, por miedo a las consecuencias que el caso ocasionaría.

     Esteban Ballesté asumió la agencia del “Hudson” donde ganó dinero. Luego entraron a competir varias marcas y se fundó otro Club de Automovilistas, cuya presidencia confiaron al Doctor Alfredo Jahn. Estaban en la directiva, entre otros deportistas: Segundo González Jordán, Ángel G. Pinedo, Luis Álamo, Juan Simón Mendoza, Edgar J. Anzola, José Manuel Sarmiento, Gustavo J. Paúl, John Phelps, Alberto Reina, H. J. Brandt, Policarpo Mata Sifontes y Avelino Martínez, quien desempeñaba la Secretaría.

      Allí puede decirse que culminó la fiebre automovilística del viejo tiempo. Así transcurrieron los primeros años del automovilismo en Caracas, cuando era una proeza salirse del perímetro de la ciudad, porque los caminos desconocían el pavimento de concreto con que los dotó el Benemérito, muy acertadamente, por cierto”.

Fuentes consultadas:

  • Manzano, Lucas. Élite. Caracas, 27 de Abril de 1963

Jesús Corao llevaba el deporte en la sangre

Jesús Corao llevaba el deporte en la sangre

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Jesús Corao llevaba el deporte en la sangre

Jesús Corao (1900-1970), empresario, pionero del deporte organizado en la Caracas de las décadas de 1930 y 1940. Creador de la rivalidad Caracas-Magallanes
Jesús Corao (1900-1970), empresario, pionero del deporte organizado en la Caracas de las décadas de 1930 y 1940. Creador de la rivalidad Caracas-Magallanes

     Pionero del deporte organizado en la Caracas de los años treinta y cuarenta. Fue pelotero y gran promotor del béisbol, de las carreras de caballos y del boxeo; “inventor” del puro criollismo en el béisbol, jinete, empresario, estuvo preso durante la dictadura de Juan Vicente Gómez y llegó a ser hasta Prefecto de Caracas y presidente del Instituto Nacional del Deporte (IND)

     “Jesús Corao es uno de esos hombres civiles sembrado en el pueblo de Venezuela, pero olvidado por la historiografía tradicional, esa en la que solo existen héroes con charreteras y líderes políticos y mandatarios nacionales.

     Ante nuestro comentario él no se atreve a negarlo, sobre todo cuando se da a recordar sus momentos de lucha. Estas tienen diversas ramificaciones, desde empresario hasta deportista: primero jockey, luego pelotero, después campeón de dominó. Sin exceptuar tampoco el deporte del amor, hay quien habla de sus numerosas aventuras amorosas, asegurando que una vez entró por el techo de una casa para contemplar a su amada, lo cual nada tiene que ver con la “Operación Dulcinea”.

     Más, se diría ahora que estamos frente a un diplomático cuidadoso de la ética y estética de su vida. Y fuera de una luz lejana que a menudo hace brillar sus pupilas de hombre maduro, nada denota al hombre con fama de peleador y valiente, de cuyos tremendos “cabezazos” todavía se habla. 

     Ante su perfecta actitud de circunspección, siempre de gentleman, nos damos a recordar para nuestros adentros sus innumerables aventuras, como aquella de 1927 cuando jugaba contra el club de José Vicente Gómez, “29 de Julio Militar”. Jesús Corao bateaba y de repente le pidió “time” al umpire, quien se lo concedió, sin saber que era para agarrarse con alguien que lo tenía molesto con sus rechiflas. Y los cabezazos no tardaron en hacerse sentir.

     El hombre que no era partidario de su equipo y que se congraciaba tal vez con los Gómez cayó al suelo. Y nada hubo que lamentar porque nuestro personaje siguió bateando.

     Jesús Corao prefiere extenderse sobre los recuerdos de su vibrante juventud beisbolera, haciendo de paso la historia del béisbol en Venezuela. El primer club a fines del siglo XIX, bajo el nombre de “Caracas” y el segundo con el mote de “San Bernardino”. Por entonces se jugaba en la placita de la República, donde está hoy la estatua del general José Antonio Páez, en El Paraíso. Pero en ese entonces Corao era un joven estudiante de primaria en Curazao.

     Fue en 1914 cuando surgió fuertemente su afición al deporte, que habría de marcar época. Porque en todos los principales eventos deportivos y siempre que Caracas ha disfrutado del espectáculo de buenos jugadores, se lo ha debido en parte a Jesús Corao, que los ha traído. No tenemos más que recordar a los cubanos Manuel “Cocaína” García y a Pelayo Chacón. Pero por ahora contemplaremos a nuestro joven iniciado en luchas peloteriles en “Los Samanes”. Corao se entusiasma recordando nombres: los Zuloaga (Nicomedes, padre y Nicomedes, hijo), Juan Antonio Pérez, Ramón Feo, Eugenio Méndez, Alfredo Romero, Martín Feo Calcaño, Alberto Machado, Francisco Larrazábal, Alejandrito Ibarra y él. Entonces el equipo se componía de nueve jugadores cuando ahora es de 20, Nicomedes Zuloaga los entrenaba y fue el primero que inició en Caracas la difícil jugada “squeeze play”: cuando hay un hombre en tercera da la señal tocando la bola y el de tercera corre al home plate. (Naturalmente que es difícil imaginarse al acaudalado Zuloaga, que le suministra luz a toda Caracas, haciendo un squeeze play, como no sea para aligerar la marcha de sus negocios)

     Luego surgió el “Independencia” con Francisco José Fernández, José Fernández, el cubano Lázaro Quesada, Pedro Maury, Juan Pérez, Rodolfo Wilhem, Simón Meneses, Cotorra Pellicer y Rafael Brunicardi. Quesada era el catcher, José Fernández el pitcher. Los entrenaba Fernando Pacheco, un entrenador muy popular en Caracas.

     Nuestro personaje no tarda en combinar las brillantes tardes de béisbol con el elemento femenino de primera que asistía a las desbordantes tribunas.

̶ Nunca he visto tanta muchacha junta. Recuerdo a Elisa Elvira Zuloaga. Asistían todas las muchachas de El Paraíso. La entrada era gratis. Y los tranvías tenían que multiplicarse para llevar a tanta gente a los terrenos de “Los Samanes” para presenciar el juego contra el “Independencia”.

     Ya para ese tiempo Jesús Corao se había pasado al “Independencia”, por considerarlo más popular.

̶ Era como la democracia contra la aristocracia y naturalmente nosotros teníamos más de pueblo.

     El fanático del deporte está ya metido en su elemento y sigue hablando sobre el arte de batear donde se precisa tan buena vista como habilidad. Según él, es un deporte que hace a la gente más buena. No tarda en surgir el recuerdo del inolvidable “Royal Criollos” que él formó en 1921 con el Catire Maal, Balbino Inojosa, Nieves Rendón, el zurdo Alvarado, Pablo Rodríguez y otros, prolongándose su existencia hasta 1935. En Caracas no se hablaba sino de jonrones. Le preguntamos cuál ha sido el mejor jugador que ha venido por estas tierras y no tarda en responder: “Sin duda alguna que fue ‘Cocaína’ García. ¡Qué gran bate, qué gran fielder, qué gran pitcher! ¡Todo lo hacía bien!”

     Y añade que estrellas como “Cocaína” y Pelayo Chacón, ambos cubanos, tienen como sucesores a sus propios hijos: Pelayito y Elio Chacón.

     Jesús Corao suspira por la Caracas de entonces y hace una sorpresiva advertencia: Me gustaba más porque todo era más difícil. Ahora todo se encuentra a la vuelta de la esquina. Figúrese que, en esa época de 1932 de lo mejor del béisbol venezolano, surgió también la primera piscina en Caracas: la del club Altamira.

     Por aquella época el personaje se va a Maiquetía a fundar una empresa que ha respondido a su éxito en el correr de los tiempos: su célebre fábrica de Vidrio y la Cervecería. Pero el hombre llevaba el deporte en la sangre y no tardó en formar, en unión de Eduardo Marturet, el célebre equipo “Caribe”, que peleaba contra el “Concordia” de Gonzalo Gómez, en La Victoria. Ese año ganaron el campeonato.

     Fue realmente un año célebre ese de 1932. Jesús Corao fundó también el “Princesa” que pasó a ser luego “Cervecería Caracas”. En 1941 varios integrantes del “Princesa” formaron parte de la selección venezolana que ganó el Mundial en La Habana. Corao decía que cuando fue a pedirle permiso al general Isaías Medina para llevar el equipo a Cuba, el presidente le respondió: “Yo te doy permiso, Jesús, pero siempre que no vayas a dar cabezazos a nadie en La Habana”.

     Desde 1956 Jesús Corao se retiró de fundar teams. Los últimos fueron el “Vargas” con Víctor Trujillo y el “Santa Marta” con Julio Trujillo.

Jesús Corao acompañado del boxeador chileno Víctor Vásquez, quien vino a Venezuela para presentarse en el Circo Metropolitano, en 1933
Jesús Corao acompañado del boxeador chileno Víctor Vásquez, quien vino a Venezuela para presentarse en el Circo Metropolitano, en 1933

El político

     Jesús Corao ha tenido una vida tan agitada como Pancho Villa y aunque aparentemente parezca todo el tiempo dedicado al noble oficio de la pelota, fue varias veces a la cárcel, en época gomecista, lo que en conjunto suma siete años.

     En estos menesteres de “provocar incidentes en el 28”, como él mismo dice, no le valió su gran amistad con Gonzalo Gómez ni con los muchachos Gómez-Núñez. Con Gonzalo había sido compañero en el Hipódromo, cuando montó y ganó con el gran San Gabriel (pata de palo). Los jockeys lo llamaban entonces “gentleman rider”.

̶ El mejor caballo que ha tenido el hipódromo ha sido San Gabriel.

     Todo tiempo pasado fue mejor, Al regresar de la cárcel, o del hipódromo, encontraba siempre a los muchachos Gómez felicitándolo. . . Y la despedida en ambos casos era la misma: “¡Pórtate bien, chico!”

̶ Yo nunca he tenido rencores contra nadie.

     Tal vez fuera el deporte que los hace más puros o su reunión en el Castillo Libertador con Rafael Arévalo González, un verdadero apóstol de la democracia. Jesús Corao fue su compañero de calabozo y recibió sus lecciones. Enumera sus compañeros en la prisión: el general Elbano Mibelli, Rafael Ángel Camejo, Miguel Acosta Saignes, Gerardo Sansón, el Jobo Pimentel, Andrés Eloy Blanco, Raúl Carrasquel y Valverde, José Tadeo Arreaza Calatrava y otros.

̶ Por cierto que en la cárcel nació el primer brote comunista.

 

     Corao nos explica que los presos se dividieron en dos bandos: unos recibiendo lecciones comunistas de presos comunistas, otras lecciones democráticas de Arévalo González. Y ante nuestra sorpresa porque ha aludido de paso a Miguel Acosta Saignes, quien se apartó totalmente de la política para entregarse a investigaciones arqueológicas, añade:

̶ Si usted quiere saber algo más soy de derecha. He manejado en mi fábrica más de 100 obreros y ninguno de queja.

     El hombre de los múltiples recuerdos recoge anécdotas. Fue durante su prisión en La Rotunda. El poeta Arreaza Calatrrava sufría de una erupción y después de haberlo visitado todos sus compañeros, se quejaba de que el único que por allí no había aportado era el Jobo Pimentel. Un día hizo su entrada con estos versos: “Anomalías de la vida. ̶ erupción por aquí por aquí abajo y el volcán por allá arriba”.

     Jesús Corao fue testigo de uno de los acontecimientos que pasaron a la historia como fue la muerte del terrible Eustoquio Gómez. Por orden del gobernador Félix Galavís, Corao, hombre a quien el pueblo caraqueño quería entrañablemente, se fue a aplacar la cólera popular que brotaba en aquel momento contra todo gomecista.

     A su regreso para dar cuenta al gobernador, se encuentra a Eustoquio Gómez enfrascado en una discusión con Galavís. Corao, con su habitual entereza, señala a don Eustoquio, diciendo:  ̶ General Galavís, es imposible aplacar al pueblo de Caracas mientras por la calle anden hombres como éste.

     La temible fiera voltea y mirándole de arriba abajo, le increpa:

 ̶ ¿Quién eres tú?

 

̶ Un ciudadano de la República

 

̶ Pues sos un grosero.

     El aspirante a la Gobernación de Caracas se desata en improperios. El pueblo sigue enfurecido en la Plaza Bolívar. Eustoquio propone emplear la fuerza. Galavís se opone rotundamente, alegando que son otros tiempos, mientras Eustoquio le grita: “no te van a respetar”.

Jesús Corao con el uniforme del Royal, 1927
Jesús Corao con el uniforme del Royal, 1927

     Jesús Corao decide de nuevo salir a la calle. A la puerta de la Gobernación le avisa a un Guardia-teniente:

̶ ¡Suban, que Eustoquio está alzado allá arriba!

Poco después sonaron varios tiros.

̶ No eran dos ni tres, yo conté hasta catorce tiros.

¿Quién los disparó? No lo sabe, pero recalca varias veces ante la periodista:
̶ Galavís fue un hombre muy valiente. . . Nadie se ha detenido aún a analizar su coraje. Hay que ver lo que era parársele a Eustoquio Gómez.

     Y en verdad así fue. Galavís o quien fuera, había librado a Venezuela de otra dictadura aún peor, con la muerte del tirano ciento por ciento Eustoquio Gómez.

     En aquella selección de hombres que respondieron a los deseos populares, Jesús Corao fue nombrado Prefecto. Le tocó actuar en el 14 de febrero y en la huelga de junio del 36. De ello no hemos hablado. Un amigo de su confianza nos ha contado solamente uno de sus gustos cuando era Prefecto, como fue regenerar al célebre ladrón Petróleo Crudo.

     Jesús Corao, por entonces de treinta y pico de años (nació en la Caracas de 1900), con la paciencia más extraordinaria, se dio a convencer por las buenas a Petróleo. Le llevó una vitrola, le enseñó a bailar y sobre todo le mostró el camino del deporte, llevándole un bate.

Se complacía en decirle a los amigos:

̶ Tú verás que después que aprenda beisbol será otro hombre.

     Petróleo Crudo hasta llegó a casarse en la cárcel. Todo el mundo debe recordar que se hablaba de la regeneración del ladrón.

     Hasta que un día el Prefecto lo soltó. A los pocos días el presunto regenerado volvió a las andadas. Cometió un robo peor. Lo cual no habla sino del gran Jesús Corao que batea duro, pero posee un corazón blandito.

     Esa noche de nuestra entrevista, Jesús Corao, con toda la propaganda del abuelo que mira con delectación a su nieto de 14 años, Albertico Feo, campeón de natación, se encaminaba con ánimo juvenil al Stadium de la Ciudad Universitaria, donde se le había pedido servir de “umpire”, en el homenaje a Vidal López, en un juego de veteranos del Cervecería contra veteranos del Magallanes. Allí también estarían los grandes fanáticos de ayer y de hoy.

     Jesús Corao, hoy retirado de empresas deportivas, recordaría a solas los domingos de San Agustín, cuando toda Caracas no pensaba sino en el jonrón, aquellos maravillosos triunfos del Royal y del Cervecería.

     Y a solas también contemplando entre sus manos la pelota que le dio el mundialmente famoso Babe Ruth, murmuraría para sus adentros:

̶ ¡Sin duda alguna que aquellos tiempos eran mejores! Ahora soy apenas Campeón de Dominó.

     Y las tendidas son en el Club Paraíso, donde le ha ganado al doctor Álvarez, a Alfredo Gossen, al doctor Miguel Márquez. Sin un cabezazo”.

FUENTES CONSULTADAS

  • Ana Mercedes Pérez. Entrevista a Jesús Corao. En: Élite. Caracas, 11 de febrero de 1961; Págs. 6-9

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