Ante su perfecta actitud de circunspección, siempre de gentleman, nos damos a recordar para nuestros adentros sus innumerables aventuras, como aquella de 1927 cuando jugaba contra el club de José Vicente Gómez, “29 de Julio Militar”. Jesús Corao bateaba y de repente le pidió “time” al umpire, quien se lo concedió, sin saber que era para agarrarse con alguien que lo tenía molesto con sus rechiflas. Y los cabezazos no tardaron en hacerse sentir.
El hombre que no era partidario de su equipo y que se congraciaba tal vez con los Gómez cayó al suelo. Y nada hubo que lamentar porque nuestro personaje siguió bateando.
Jesús Corao prefiere extenderse sobre los recuerdos de su vibrante juventud beisbolera, haciendo de paso la historia del béisbol en Venezuela. El primer club a fines del siglo XIX, bajo el nombre de “Caracas” y el segundo con el mote de “San Bernardino”. Por entonces se jugaba en la placita de la República, donde está hoy la estatua del general José Antonio Páez, en El Paraíso. Pero en ese entonces Corao era un joven estudiante de primaria en Curazao.
Fue en 1914 cuando surgió fuertemente su afición al deporte, que habría de marcar época. Porque en todos los principales eventos deportivos y siempre que Caracas ha disfrutado del espectáculo de buenos jugadores, se lo ha debido en parte a Jesús Corao, que los ha traído. No tenemos más que recordar a los cubanos Manuel “Cocaína” García y a Pelayo Chacón. Pero por ahora contemplaremos a nuestro joven iniciado en luchas peloteriles en “Los Samanes”. Corao se entusiasma recordando nombres: los Zuloaga (Nicomedes, padre y Nicomedes, hijo), Juan Antonio Pérez, Ramón Feo, Eugenio Méndez, Alfredo Romero, Martín Feo Calcaño, Alberto Machado, Francisco Larrazábal, Alejandrito Ibarra y él. Entonces el equipo se componía de nueve jugadores cuando ahora es de 20, Nicomedes Zuloaga los entrenaba y fue el primero que inició en Caracas la difícil jugada “squeeze play”: cuando hay un hombre en tercera da la señal tocando la bola y el de tercera corre al home plate. (Naturalmente que es difícil imaginarse al acaudalado Zuloaga, que le suministra luz a toda Caracas, haciendo un squeeze play, como no sea para aligerar la marcha de sus negocios)
Luego surgió el “Independencia” con Francisco José Fernández, José Fernández, el cubano Lázaro Quesada, Pedro Maury, Juan Pérez, Rodolfo Wilhem, Simón Meneses, Cotorra Pellicer y Rafael Brunicardi. Quesada era el catcher, José Fernández el pitcher. Los entrenaba Fernando Pacheco, un entrenador muy popular en Caracas.
Nuestro personaje no tarda en combinar las brillantes tardes de béisbol con el elemento femenino de primera que asistía a las desbordantes tribunas.
̶ Nunca he visto tanta muchacha junta. Recuerdo a Elisa Elvira Zuloaga. Asistían todas las muchachas de El Paraíso. La entrada era gratis. Y los tranvías tenían que multiplicarse para llevar a tanta gente a los terrenos de “Los Samanes” para presenciar el juego contra el “Independencia”.
Ya para ese tiempo Jesús Corao se había pasado al “Independencia”, por considerarlo más popular.
̶ Era como la democracia contra la aristocracia y naturalmente nosotros teníamos más de pueblo.
El fanático del deporte está ya metido en su elemento y sigue hablando sobre el arte de batear donde se precisa tan buena vista como habilidad. Según él, es un deporte que hace a la gente más buena. No tarda en surgir el recuerdo del inolvidable “Royal Criollos” que él formó en 1921 con el Catire Maal, Balbino Inojosa, Nieves Rendón, el zurdo Alvarado, Pablo Rodríguez y otros, prolongándose su existencia hasta 1935. En Caracas no se hablaba sino de jonrones. Le preguntamos cuál ha sido el mejor jugador que ha venido por estas tierras y no tarda en responder: “Sin duda alguna que fue ‘Cocaína’ García. ¡Qué gran bate, qué gran fielder, qué gran pitcher! ¡Todo lo hacía bien!”
Y añade que estrellas como “Cocaína” y Pelayo Chacón, ambos cubanos, tienen como sucesores a sus propios hijos: Pelayito y Elio Chacón.
Jesús Corao suspira por la Caracas de entonces y hace una sorpresiva advertencia: Me gustaba más porque todo era más difícil. Ahora todo se encuentra a la vuelta de la esquina. Figúrese que, en esa época de 1932 de lo mejor del béisbol venezolano, surgió también la primera piscina en Caracas: la del club Altamira.
Por aquella época el personaje se va a Maiquetía a fundar una empresa que ha respondido a su éxito en el correr de los tiempos: su célebre fábrica de Vidrio y la Cervecería. Pero el hombre llevaba el deporte en la sangre y no tardó en formar, en unión de Eduardo Marturet, el célebre equipo “Caribe”, que peleaba contra el “Concordia” de Gonzalo Gómez, en La Victoria. Ese año ganaron el campeonato.
Fue realmente un año célebre ese de 1932. Jesús Corao fundó también el “Princesa” que pasó a ser luego “Cervecería Caracas”. En 1941 varios integrantes del “Princesa” formaron parte de la selección venezolana que ganó el Mundial en La Habana. Corao decía que cuando fue a pedirle permiso al general Isaías Medina para llevar el equipo a Cuba, el presidente le respondió: “Yo te doy permiso, Jesús, pero siempre que no vayas a dar cabezazos a nadie en La Habana”.
Desde 1956 Jesús Corao se retiró de fundar teams. Los últimos fueron el “Vargas” con Víctor Trujillo y el “Santa Marta” con Julio Trujillo.
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