Boletín de la Cámara de Caracas

Boletín de la Cámara de Caracas

     La Cámara de Comercio Industria y Servicios, La Cámara de Caracas, arribó el pasado 23 de noviembre 128 años de fundada; casi trece décadas siendo semillero de empresarialidad, observatorio calificado de la actividad económica e institucionalidad del país, veeduría de los derechos fundamentales de los empresarios y, por consiguiente, del venezolano.

     Es una institución fundamental dentro de la organización gremial, germinador de otras instituciones y expresión legítima de la representación del empresariado, manteniendo una actitud proactiva frente a los retos que impone el entorno, máximo en los últimos 30 años, proceso que no debe verse como iniciado en 1998 sino que debe ubicarse a partir del año de 1992, en el cual comenzaron a florecer movimientos que venían estructurándose y conformándose de manera subterránea para arremeter contra el régimen democrático, lo que en la historiografía se denomina «la segunda República liberal democrática », entendida, a juicio de Guillermo Tell Aveledo, como “el conjunto de instituciones y reglas que se legitima a través de la soberanía expresado en la participación política regular y razonable de millones de individuos como el «demos», para la selección de los miembros del Poder Público por medio de elecciones regulares, plurales y competitivas”.

Boletín – Volumen 81

Boletín – Volumen 81

BOLETINES

Boletín – Volumen 81

Sinopsis

Por: Dr. Jorge Bracho

     Para este número 81, correspondiente al 15 de agosto de 1920, apareció en las primeras páginas, entre la 787 y la 789, “Aceptaciones bancarias” suscrita por el profesor Guillermo A. Sherwell. Algunas de las cuestiones tratadas por él se centraron en las aceptaciones bancarias. Según su apreciación, éstas, a diferencia de las aceptaciones comerciales, eran de gran utilidad para el comercio con países extranjeros. Por tanto, mientras mayores fuesen las importaciones y las exportaciones las aceptaciones bancarias cobraban mayor importancia. La aceptación bancaria la definió como una libranza o letra de cambio, cuyo aceptante era un banco, compañía, persona o razón social y que el negocio consistiera en conceder créditos en forma de aceptaciones.

     Un texto tomado de la Memoria de Obras Públicas (1917) que llevó como título “Explotación de la Salina de Araya” y suscrito por Germán Jiménez, expuesto entre las páginas 789 y 798, mostró los dos procesos distintos que se desarrollaban en esta salina. Uno, tenía que ver con la extracción de la sal y su almacenamiento en empaques. Otro, el transporte desde la salina hasta el lugar donde estaban fondeados los barcos que trasladarían la mercancía. 

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     Al final de su exposición hizo varias recomendaciones, entre las que se puede anotar lo siguiente: liberar de impuestos la exportación de la sal, menos para el Departamento de Santander, en Colombia, sustituir el envasado del producto por otro diferente a los sacos, debería ser exportada a granel y a lugares donde produciría utilidades como Uruguay, Argentina y Cuba.

     A estas informaciones se sumó “La depreciación de la peseta”. Entre las razones de esta situación se refirieron las siguientes: las grandes compras de trigo realizadas en el mismo territorio español como en Argentina y la inflación propia de la post guerra en toda Europa. Seguidamente, se adicionó “Remates de deuda interna” en referencia a Venezuela. En este breve escrito destacaron los editores la disminución de deudas gracias a las gestiones del gobierno de Juan Vicente Gómez, así como por los tenedores y compradores de deuda interna.

     Un tema reiterado fue el asociado con “El Inalámbrico en Venezuela”. Asunto que proponían los editores fuese asumido por el Gobierno Nacional al que consideraban con competencia en él. A estas consideraciones se sumaron tres estudios realizados por distintos representantes de compañías constructoras con experiencias internacionales. Los datos suministrados para lo expuesto en el Boletín fueron facilitados por los mismos actores que buscaban participación en la instalación de la red inalámbrica, que abracaría toda la América Latina, los Estados Unidos y Europa. Se trató de exponer la calidad de los instrumentos, técnicas y tecnología para su instalación y la experiencia de cada una de las Compañías en este orden. Las Empresas ofertantes fueron: Compañía Eléctrica Internacional de Westinghouse, la Federal Telegraph situada en San Francisco y la Radio Corporation of América.

     Más adelante fue editado un texto, traducido de una publicación neoyorkina, denominado “Terrenos petrolíferos de Venezuela y Colombia”. En el mismo se señaló, en párrafo introductorio, que para el año de 1919 llamó la atención del público en general el crecimiento que habían alcanzado los campos de “aceite” en Venezuela y Colombia, debido al alza de los valores de la General Company and Caribe Syndicate. La presencia de aceites petrolíferos ya venía siendo anunciado por geólogos, ingenieros y negociantes desde años atrás, según lo escrito en este aparte. En este sentido, se reseñó la producción de aceites pesados en Trinidad, el oriente y occidente de Venezuela y algunas zonas de Colombia.

     Entre las páginas 805 y 807 se incorporó un artículo preparado desde un órgano periodístico editado en Bruselas. El título fue “La industria petrolífera en Venezuela”. Más adelante se incorporó “El petróleo en México”, corta nota en que se ratificaba la nacionalización constitucional de las minas de petróleo en el país centroamericano. Seguidamente, se presentó una corta nota, “Noticias de los Estados Unidos” en que se informaba acerca de las posibilidades de exportación de carbón desde los Estados Unidos, las cosechas de algodón en Alabama y el Misisipi, así como las potencialidades existentes de comercialización del oro.

     La “Sección de Correspondencias”, bastante sobria en esta edición, reveló interés de negociantes de Berlín y de Managua. Mientras lo proporcionado por el aparte “Consulado americano” se relacionó con mercaderías venezolanas como café, cacao, cueros de res, pieles de chivo y venado, carboyas de hierro, cebadilla, cobre viejo, azúcar y, un nuevo agregado, caucho crudo. A esta relación se le sumó un cuadro, en bolívares, de las exportaciones hacia los Estados Unidos entre 1912 y 1920.

     La Cámara de Comercio de Caracas había dirigido una comunicación a los Presidentes de los Estados para obtener información estadística sobre el número de ganado vacuno, el nombre de los hatos y de sus dueños y el valor de la tierra para la cría, lo fuese con riego o no. Los editores publicaron lo que hasta el momento habían recibido de información al respecto. De ahí, que publicaran lo recibido de San Fernando de Apure, Bolívar y Cojedes, con la promesa de seguir dando a conocer lo que recibieran.

     Entre las páginas 812 y 813 apareció “Industrias y producciones de Bobare en el estado Lara”. Fue un fragmento reproducido de un “Diario de viajes de Alfredo Jahn”. Se destaca en él la pobreza y miseria de este poblado larense, aunque producían aguardiente de cocuy, había cría de chivos, cultivos de café y siembras de caña de azúcar. Luego se agregó una “Opinión sobre la baja del café” basada en una información proveniente de Havre, Francia, relacionada con el declive del café en los mercados internacionales. Entre algunos factores que provocaron esta situación se anotaron los siguientes: completa abstención de los consumidores, numerosas reventas a plazo, baja en el mercado americano, abundante cosecha en San Salvador, Santos y Sao Paulo.

     Al final se agregó “Notas editoriales” en que se rememoró que el estudio de los centrales azucareros de Maracaibo, en el número 80 del Boletín, había sido preparado por un asiduo colaborador a partir de información proporcionada por José Manuel Benítez, agente del Banco de Venezuela. Asimismo, se informó que Fernando Arroyo Parejo, quien había sido jefe de oficina en el Banco de Venezuela, se separó de esta institución para dedicarse a administrar una importante casa de comercio. Al final se agregó un cuadro con información sobre el “Movimiento de Valores Públicos en la Bolsa de Caracas durante el mes de julio de 1920.

Más boletines

Boletín – Volumen 133

Con fecha 1 de octubre de 1924 se dio a conocer un nuevo número del Boletín que inició con “Homenaje al Centenario de la Batalla de Ayacucho”.

Boletín – Volumen 97

Para este número 97, fechado diciembre 1 de 1921, apareció en primer lugar “Situación mercantil”.

Boletín – Volumen 115

Al inicio de esta edición se lee “La crisis ganadera y la circular del General J. V. Gómez”.

Una “fría” en El Donzella, parte de la historia caraqueña

Una “fría” en El Donzella, parte de la historia caraqueña

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Una “fría” en El Donzella, parte de la historia caraqueña

En la primera mitad de siglo XX, la Cervecería Donzella, ubicada en el centro de la ciudad, se convirtió en el destino favorito de los caraqueños de todas las clases sociales

     A la famosa cervecería del centro capitalino acudían a refrescarse los más diversos personajes de las décadas de 1920, 1930, 19 40 y 1950. En ese local nació la célebre “Lisa”

     En la primera mitad del siglo XX, un local del centro caraqueño se convirtió en el destino favorito de los parroquianos de todas las clases sociales que acudían a disfrutar de una cerveza bien fría y a divertirse con los cuentos y anécdotas de personajes legendarios de las más diversas profesiones.

     Ubicado al norte de la Plaza Bolívar, entre las esquinas de Torre a Principal, abrió sus puertas por iniciativa del alemán Gustavo Strich, quien lo denominó Cervecería Strich. En la barra atendía un caraqueño descendiente de italianos, José J. Donzella, también conocido como el “Catire” Donzella o “Pepe” Donzella, quien terminó comprándole el negocio a Strich y le cambió el nombre por “Cervecería Donzella”, nombre con el que alcanzó mayor fama y se llenó de historia porque entre sus asiduos clientes figuraban las mentes más brillantes de la época.

     Entre cosas que formaban parte substancial de una Caracas añorada y singular, el recuerdo de los que andamos la treintena siempre tiene especiales menciones o favoritas nostalgias. 

     Así iremos evocando. . . ¡Plazas como la de “El Venezolano” ̶̶̶ hoy convertida en el espacio gris y seco de un estacionamiento ̶ cuyo colorido y algarabía se iniciaba con la venta de pájaros y bastones en San Jacinto! Granjerías como las conservas de “La Cojita”, tan sencillas, ¡pero tan dominantes como los azafates! ¡Vehículos como el tranvía! El amable “morrocoy”, que presumía de “tardío pero seguro” y también de su cabal reivindicación cuando la escasez de cauchos motivada por la II Guerra Mundial. Botiquines como la “Cervecería Donzella”, caraqueñísimo rincón que derramó sus sifones, abrió sus botellas y fue para tres generaciones de venezolanos ̶̶̶ además de refugio ̶̶̶ oficina de negocios, tertulia, redacción, estafeta de correos, banco y hasta casa de préstamo y empeños. La pluma “hereje” y “el reloj en bruto” quedaron en rehenes de copas mal administradas, aunque la casi anti-comercial amabilidad del “Catire” Donzella ̶̶̶ y después la de sus hijos ̶̶̶ era más propicia a aceptar “la firma del vale”, operación que con “los de la casa”, los “clientes de confianza” que formaban legión, llegaba a extremos tan insólitos como el que de seguidas se narra.

     Cierta vez un poeta del que puedo acordarme, pero cuyo nombre no es imprescindible para la veracidad de la anécdota, le dijo a Donzella:

̶̶̶ Mira Pepe, te voy a firmar un vale. . .

̶̶̶ Como no, chico ̶̶̶ le dio el “Catire”, ofreciéndole hasta la pluma.

     Pero el poeta no iba a firmar copas sino un dinero que pedía en efectivo. Como algo normal con determinados clientes, Donzella le entregó un reluciente verdín al poeta, que se despidió.

     Poco después, Donzella salió hasta la acera de su negocio a coger fresco y como divisó al poeta en la fuente de soda de enfrente, lo llamó a voces y le dijo:

̶̶̶ ¡Cónfiro, chico, cuando pidas unos reales en efectivo a la caja, siquiera gástartelos aquí. . .

     Pero se lo dijo en tono comprensivo, pues bien sabía el “Catire” Donzella que si el hombre estaba enfrente sería por algún compromiso de esos ineludibles que se le aparecen de repente al venezolano. Y la “Cervecería Donzella” estaba instalada en Caracas no solamente para “dar de beber al sediento”, sino para hacer infinidad de favores. Gama de favores que iba desde recoger para un entierro, recomendar un libro, conseguirle puesto a un “candidato” con altos funcionarios que frecuentaban la “Cervecería”, hasta recibir la correspondencia de sus parroquianos y prestarle el teléfono a todo el mundo que entraba por un rato o por un día a aquella especie de plaza cerrada cuyo techo decoraba un inmenso ventilador que se parecía a las hélices del avión de Lindbergh.

Última foto del “Catire” Donzella (el de lentes). Se la tomó durante la Serie del Caribe de 1949; lo acompañan Heriberto Herrera, Jaime Vivas (dueño de un célebre restaurante) y Antonio Legorburu

Génesis de la lisa

     La Cervecería Donzella tuvo su origen en la Cervecería Strich, donde J. J. Donzella se inició en el rito de la espuma lupulosa como hombre de confianza de Gustavo Strich. Alternaba con sus clientes en tarros, conversación y cachito, mientras Donzella, como segundo de abordo, estaba atento al negocio de su compadre y amigo.

     Hijo de italianos ̶̶̶ el genovés Antonio José Donzella y Magdalena Zanella, de San Remo ̶̶̶ Pepe Donzella nació, vivió y murió en Caracas, como ciudadano muy del patio. Había nacido en 1883 en la esquina de La Aurora y entre otras esquinas pastoreñas ̶̶̶ Toro a Dr. González ̶̶̶ murió en 1949 a raíz de un ataque cardíaco que le sobrevino al regresar de la primera Serie del Caribe de béisbol, jugada en La Habana, en febrero de 1949. Huérfano a los trece años, el muchacho se puso a trabajar en una renombrada panadería que quedaba en la esquina de San Pablo y después de la entrada de las tropas de Cipriano Castro a Caracas, en 1899, se empleó en La India, donde atendiendo la “selecta clientela”, de la cual se enorgullecía este negocio, iba a empezar a relacionarse con “todo el mundo” en Caracas.

     Cuadra y media más arriba, es decir, en plena esquina de La Torre ̶̶̶ un permanente chorro de cerveza y otro de cordialidad lo harían intimar con literatos, comerciantes, actores de teatro, músicos, toreros, agentes viajeros. . Porque “tutilimundi” pasaba tarde o temprano por la “Cervecería Strich”, la que le daría nombre a la “lisa”. El asunto fue así. . . En la primera guerra mundial empezaron a escasear los grandes tarros de cerveza bautizados por los caraqueños como “pumpás”, así como los chicos llamados “camaritas”, en honor a muchos sombreros de la época.

     Como proseguía la guerra ya quedaban pocos “pumpás” y “camaritas”, cuya importación de Alemania se dificultaba, Strich tuvo que poner en uso unos tarros lisos, es decir, sin los cortes y adornos ̶ ni las tapas ̶ de los tarros alemanes. Mucha gente que prefería el cristal más delgado de los nuevos vasos empezó a diferenciar al pedir su cerveza a los mesoneros:

̶ Mira, Lupercio: dame una bien fría en vaso liso.

O pegándole “chapa” y grito al veteranísimo Romero:

̶ ¡Ah, Cochino: la mía en uno de esos bichos lisos!

Y así, poco a poco, se fue imponiendo el femenino de esa catira con alba melena que es la cerveza:

̶ ¡Viejo Soto: dame una lisa!

    Quedaba bautizado en venezolano el vaso sifonero de cerveza. El ambiente de la Cervecería Donzella fue tema de muchas publicaciones, cuyos caricaturistas, reporteros, columnistas y colaboradores eran asiduos visitantes del local. Algunos de esos genios del ingenio criollo le dedicaron en Élite este soneto para ilustrar una caricatura, con el título: “El Rey de la Cerveza”

Esta que veis, genial caricatura
que nadie, en mi opinión,
mejor la haría es la de un buen señor que cada día
impone en nuestra vida su figura.

¿Quién, en efecto, tras la brega dura
no va a la popular cervecería
a buscar la beatifica alegría
que la virtud de los “pumpás” procura”?

 

 

Tiene en su nombre Don, Pepe Donzella
y don de gentes además revela
en su trato cordial y en su largueza;
y yo, en elogio de tan buen sujeto
quisiera hacerle un singular soneto
con catorce cacharros de cerveza

De izq. a der., el fotógrafo Marcelino Ramírez, Rafael Otazo, José Benigno Hernández (hermano del Dr. José Gregorio Hernández) y el propietario de la Cervecería, Pepe Donzella

La infinidad de los habituales

     De otros versos también estaba muy orgulloso el “Catire” Donzella; no a él dedicados, pero sí escritos a lápiz en el mármol de una mesa de la Cervecería en momentos de inspiración y turbulencia por el padre Carlos Borges (1875-1932). Desde este notable poeta y eminente orador sagradoh asta un Alfredo Sadel de voz adolescente pasaron por aquellas mesas. Novelistas como José Rafael Pocaterra y Andrés Mariño Palacios, para englobar varias épocas. Poetas como Sergio Medina, Andrés Eloy Blanco, Pedro Sotillo, Ángel Miguel Queremel, Luis Pastori y de más recientes promociones. Cuentistas como Joaquín González Eiris y Ramón Hurtado. Saineteros como Rafael Otazo. Dramaturgos como Alejandro Fuenmayor. Actores como Antonio Saavedra, Celestino Riera, Roberto Hernández, hasta Chuchín Marcano que lucía en graciosos cuentos cuando ni soñaba en actuar en televisión. Músicos como un venezolano que ahora es mundialmente conocido como director de orquesta y triunfa en Inglaterra, Edmundo Ríos.

     Un cordialísimo militar que llegaría a la Presidencia de la República: Isaías Medina Angarita. Ministros en ejercicio como los titulares de Obras Públicas, Tomás Pacanins, Enrique Jorge Aguerrevere y Edgard Pardo Stolk. Y abogados, médicos, ingenieros, billeteros de clientela fija que la tenían allí, vendedoras de arepitas como Emiliana, periodistas, empleados públicos.

  ̶ ¡Infinidad de “habitués”!  ̶ como recuerda Gustavo Donzella.

 

La escala zoológica

     Y si del MOP iban los ministros de Relaciones Exteriores iba el Ministerio en pleno, acostumbrado a la buena vecindad de la Cervecería, así como muchos de nuestros diplomáticos que allí se saturaban de venezolanidad cuando pasaban una temporada en el país. Entre tan heterogéneos grupos resaltaban los apodos que el ingenio caraqueño ha puesto a muchos ciudadanos.  Apodos que solamente en el aspecto zoológico y a guisa de unos cuantos ejemplos van de seguidas como retumbaban en los saludos o exclamaciones de la Cervecería:

̶ ¡Mira Guaquita: dile al Mono que lo llama el Conejo por la cabuya!

Eran   ̶ y aquí van ̶   la Guaquita (Oswaldo Rodríguez), el Conejo Ávila, el Mono Aguilar, el Pelícano Almenara, Cucaracha Cabrera, Caballito del Diablo Marcano, el Bisonte Todd (Guillermo), el Cochino Todd (Roberto), el Avestruz Todd (Jimmy), la Guaca Estévez, las otras Guacas   ̶ los Rodríguez ̶ catalogadas como Guaca Mayor, la Guaquita y la Guaca intermedia (Alberto), el Guaro Aguirre, el Macho Lugo, el Chivo Jiménez y tantos otros de diversas épocas.

Recordando todo esto con Gustavo Donzella, él agrega:    

̶ Bueno y todos los “toros” de apellido, que eran bastantes y por asociación de ideas:  

Antonio José Legórburu, “Car’e Ganao”, sin olvidar a mi hermano Tony que era el Búho, yo que era la Foca, e incluyendo (aunque no corresponda a esta escala zoológica) un alias tan sonoro como el de “Pichagua” Jaime y el de aquel Mayor que le gustaba tanto “la noble y vieja” que allá mismo lo bautizaron como el “Mayor de Licores. . .”

 

¡Mira donzella: que nos aparte una mesa. . .!

     Poniendo en juego nuevamente la maquinita esa de la asociación de ideas vienen en tropel rostros, sucesos, chistes, situaciones y a través de todo se memorizan clientes como el coronel Becerra que según Gustavo “se ponía bravo cuando no abrían a las nueve, ya que la Cervecería tenía mucho de oficina para él y allá establecía muchos contactos personales y telefónicos”. Y así como el coronel, “que fue de los que vino con el siglo y con Castro”, un hombre del 28 como Raúl Leoni, un Gobernador como Alberto López Gallegos, un clientazo como “Arepa” Vásquez y aquellos grupos de las colonias extranjeras que desde el viejo Vollmer (cuando cogía el tranvía en la avenida que hoy lleva su nombre para ir a la Cervecería) hasta los inmancables de la Shell, tenían “mesa fija”, o la apartaban por teléfono. Apartado que consistía en encaramarles las sillas a las mesas. Abuelos alemanes, franceses, italianos, ingleses, tuvieron en la Cervecería de Strich o de Donzella sus peñas; y más recientemente ciudadanos menos integrados pero que trabajan¿bnan en el país  ̶ como esos “musiúes” de la Caribbean: Kingsmill, Millar, Kane, Weller, Teasdale ̶  tenían su bien refugió allí con la “beatífica alegría que la virtud de los “pumpás” procura…”

     El imperio de la cordialidad en la Cervecería ̶ donde el viejo Donzella era samario, es decir, furibundo partidario del team guaireño “Santa Marta” ̶ lograba que se entendieran bien royones y magallaneros, como lo habían hecho fanáticos del “Samanes” y del “Independencia” y como lo harían gente apasionada por Julio Mendoza o por “Rubito”. Era un clima de camaradería, de verdadera y cordialísima unidad. Esto permitía, con el sin par igualitarismo criollo, que alternaran un ministro y un billetero. Ni siquiera los odios políticos y los rencores que se sembraron a partir de 1945 alteraron este clima tan especial e inolvidable. Por otra parte: aunque la última dictadura afectó notablemente al negocio y a los sucesores del viejo Donzella allí ̶ lugar con buenas antenas de sensibilidad y negocio de caras conocidas ̶ cualquier sicario o “auditor” por más listo que fuese pasaba más trabajos que un ciego prendiendo un cohete. . .

Caricatura de J. J. Donzella elaborada por el célebre humorista Leoncio Martínez

“Una amable cerveza a tu memoria”

     En medio siglo la Cervecería, que primero fue de Strich y después de Donzella y siempre fue de todo el mundo, hasta del famoso perro “Cenizo” que allí se metía todos los días.  La Cervecería pulsaba la alegría y conjugaba el dolor de la ciudad. Allí se ampliaba la noticia del momento, nacía el chiste, crecía el rumor, se ideaba el ensayo, el capítulo de una novela o brotaba la inspiración de algunos versos.  Y se celebraban grados universitarios, grandes faenas taurinas o triunfos deportivos, como el alcanzado por el equipo venezolano al titularse campeón mundial de béisbol amateur en La Habana en 1941. Entonces se tiró la casa por la ventana y el viejo Donzella llamó a Benito Canónico ̶ padre del “Chino” Daniel héroe desde la lomita de La Tropical habanera ̶ para que con su conjunto y su desquiciante “Totumo de Guarenas” amenizara la desbordante alegría en el local de la Cervecería . 

     Este local de Principal a Santa Capilla vio también la fiesta que con sus señoras dieron los médicos de la promoción de 1920 para celebrar sus bodas de plata en 1945. 

     Veinticinco años atrás estos médicos habían celebrado el grado en la Cervecería. Entre una y otra celebración solo una baja ̶ el Dr. Arístides Tello Olavarría ̶ había sufrido este grupo, integrado por los doctores y clientes Antonio José Castillo, Julio García Álvarez, Pedro del Corral, José Ignacio Baldó, Pedro Blanco Gásperi, Bernardo Gómez h., Pedro González Rincones, Pedro Antonio Gutiérrez Alfaro, Andrés F. Gutiérrez Solís, Guillermo Hernández Zozaya, Héctor Landaeta Payares, Gustavo H. Machado, Pedro Rodríguez Ortiz y Martín Vegas.

     Todos quedaron contentos, pero mucho más el “Catire” Donzella al constatar con gestos como este que el aprecio hacia su negocio no lo borraban ni los años, y que incluso se transmitía de padres a hijos y a través de promociones de tan diversos profesionales que formaban su clientela. Esa clientela, esas amistades, con gran sentimiento lloraron un 3 de marzo de 1949 la muerte del “viejo bregador de Strich”, del gran “Catire” Donzella, a quien otro as del humorismo caraqueño y finísimo poeta, Aquiles Nazoa, despidió desde la primera página de “El Morrocoy Azul” con estos versos:

También tú te nos marchas buen Donzella

te vas de esta Caracas tuya y mía

que bebió en tus sifones la alegría

de los tiempos del coche y la zarzuela

“Todo se está acabando en Venezuela”

me dijiste en la Torre cierto día

recordando unos versos al tranvía

en que yo hablé de “tu mejor clientela”

Y dijiste verdad: feliz testigo

de un tiempo que pasó junto contigo

se muere un poco de local historia

Descansa, pues, en paz, mientras sin llanto

bajo el cielo de marzo yo levanto

una amable cerveza a tu memoria

FUENTES CONSULTADAS

  • Misle, Carlos Eduardo. La Cervecería Donzella, allí nació la lisa. Elite. Caracas, julio de 1967.
  • Fantoches. Caracas, abril de 1923.
  • El Universal. Caracas, 3 de marzo de 1949
Boletín – Volumen 80

Boletín – Volumen 80

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Boletín – Volumen 80

Sinopsis

Por: Dr. Jorge Bracho

     En este número ochenta, correspondiente al 15 de julio de 1920, se inicia con un escrito suscrito por el profesor Guillermo A. Sherwell titulado “Aceptaciones comerciales y bancarias”. Se trata de una forma de pago acordada entre un vendedor y comprador de una mercancía o bien de uso, diferente a un pagaré, pero tan efectivo como éste. De acuerdo con la información suministrada por el autor ella venía aumentando en los Estados Unidos del Norte. Destacó su presencia en países como Inglaterra y Canadá.

     Le sigue a esta información “Orígenes del 30% adicional”. El mismo está referido a una propuesta realizada por Santos Michelena a la Cámara de Representantes durante el año de 1826. La propuesta se centró en la necesidad de desarrollar un plan para uniformar la legislación aduanera y con ella combatir el contrabando. Aunque, esto último no parecía ser la intención cimera sino la creación de una marina nacional y lo que meditaba Bolívar respecto a Cuba y Puerto Rico que, como se sabe, el Libertador creyó necesario propiciar la Independencia de estos espacios insulares y así salvaguardar la emancipación americana. A esta disertación de Michelena se anexó lo contemplado en el prospecto o propuesta hecha al Senado de la República de Colombia para aquel año.

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     En este mismo orden de ideas se hizo referencia al Central “La Gran Vía” que se había puesto en funcionamiento durante mayo de 1920. La base a partir de la cual se conformó provino de una primera inversión ejecutada por Boscán y Matos. En la reseña se expresó que su producción era pequeña en comparación con sus potencialidades territoriales. Asimismo, se hizo referencia al Central azucarero del Zulia “Sucre”. Para el momento se había constituido con la participación de H. L. Boulton y la firma Calcavechia.

     Luego se presentó “Sección undécima de la Ley Orgánica del Servicio Consular”. Se trata de la parte correspondiente de los derechos consulares, cuyo conocimiento se tenía de gran interés para los tratos comerciales. Los editores consideraron su publicación para que fuese examinada con profundidad.

     Entre las páginas 765 y 780 apareció la continuación del artículo redactado por C. H. Haring cuyo título fue “La producción americana de oro y plata en la primera mitad del siglo XVI”. En el mismo, su autor se detuvo en los siguientes aspectos; inexactitud y exageración de los cálculos antes del siglo XIX, respecto a su extracción y exportación, lo redactado por Alejandro de Humboldt (1769-1859), Adolf Soetbeer (1814-1892) y Guillermo Lexis (1837-1914) sobre este aspecto, las nuevas fuentes de información, las antiguas riquezas de México, el Perú y sus tres divisiones: Perú, Alto Perú y Chile, Nueva Granada y los nuevos tesoreros de la conquista, Antillas y Tierra Firme, Sevilla: ingresos de la Casa de Contratación, importaciones particulares del metal en barras confiscadas por la Corona, España como distribuidora de metales preciosos en Europa y un Apéndice con los valores monetarios de la América española en la primera mitad del siglo XVI.

     Le sigue “La circulación fiduciaria y las deudas en Inglaterra” en el que se trata el asunto de la circulación de billetes y su respaldo en oro en este país europeo. En la misma página, la 780, se agregó “Séptima Convención Nacional de Comercio Exterior” en la que se informó de la invitación extendida desde San Francisco a esta convención, la que era auspiciada por el Consejo Nacional de Comercio Exterior de los Estados Unidos. La misma era convocada anualmente y tenía por objeto discutir cuestiones propias relacionadas con el comercio de Estados Unidos con otros países. Para la última Convención la Cámara de Comercio de Caracas nombró al señor W. Fisher, Cónsul de Venezuela en San Francisco.

     De seguida se publicó una invitación para participar en la primera exhibición de Arte Industrial que se llevaría a cabo en Londres. En la página 781 se editó un cuadro: “Rentas de Venezuela” en que se mostraban los ingresos y egresos de Venezuela entre los años de 1917 a 1919. En esta misma página se publicó “Comunicaciones marítimas entre Jaksonville (Estados Unidos y Venezuela)”. Fue este un artículo en que su autor, Jórgen Jórgensen, quien había sido designado por la Cámara de Comercio de Jaksonville, Florida, para lograr un acuerdo con el que se alcanzara un intercambio comercial de envergadura, con el uso de vapores o embarcaciones de vela, y así unir puertos situados al sur de los Estados Unidos con los de Venezuela. Uno de los puntos de mayor importancia tratado por él fue el de la posibilidad que desde Venezuela se pudieran obtener embarcaciones para este intercambio.

     En “Participaciones” se informó del establecimiento de una sociedad mercantil en la ciudad de Caracas, la puesta en funcionamiento de una compañía anónima llamada “La Tabacalera” y que Travieso y hermanos habían constituido como su factor mercantil al señor Rafael Travieso, hijo. En “Sección de Correspondencia” se publicaron peticiones para importadores venezolanos desde Roma, Nueva York, Texas, Milano, Torino, Londres y otros lugares de Europa. Los productos ofertados eran cigarrillos, bombonas, dulces, almendras, automóviles, camiones y alimentos en general. El Consulado americano ofrecía información de exportadores de medicinas, motores, filtros industriales, pescado y frutas en lata.

     En las dos últimas páginas, 784 y 785, se presentó un cuadro con datos concernientes al “Movimiento de valores públicos en la Bolsa de Caracas durante el mes de junio de 1920”.

Más boletines

Boletín – Volumen 105

Situación mercantil.

Boletín – Volumen 132

“La primera quincena de octubre presentó alguna animación que fue decayendo al fin del mes, sobre todo en lo que se refiere a la circulación de numerario.

Boletín – Volumen 108

La Barra de Maracaibo. Importancia de Venezuela. Necesidad de la apertura de la Barra

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