El emisario francés entregó a la autoridad provincial documentación referida al nuevo estatus político – administrativo de España y su reino bajo el mando de Bonaparte. Los ingleses, en cambio, pedían a las autoridades de la Capitanía no ceder a las pretensiones napoleónicas y garantías de protección a sus intereses, como aliados de la monarquía española y de los españoles que libraban una guerra contra el invasor francés.
Escribió Rojas que, para el 15 de julio la población caraqueña ya estaba enterada de la llegada del bergantín francés “Le Serpent”, en el que venía el portador de información enviada desde el Viejo Continente. Un comisionado francés entregó al coronel Casas información acerca del nuevo estatus político y administrativo de España y de ultramar. De manera inmediata algunos miembros de la comisión napoleónica se combinaron con los pobladores de la comarca. Rojas anotó que uno de ellos, Mr. Lemanois, quien se hallaba alojado en la posada del Ángel, procedió a difundir y leer informaciones acerca de los sucesos de Bayona extraídas de las Gacetas francesas. Narró Rojas que, hubo algunos curiosos que escucharon con atención la lectura que llevó a cabo un comisionado francés. Sin embargo, uno de los que oía, el oficial ingeniero Diego Jalón, mostró su indignación con modales poco corteses y con señalamientos acusatorios contra el gobierno francés.
Según Rojas la polémica se fue extendiendo a otros oficiales en apoyo a Jalón convirtiendo la posada en recinto de querella. Entre las frases utilizadas por los oficiales de la comarca fue: “Viva Fernando VII y muera Napoleón con todos sus franceses”. En cuestión de minutos, indicó Rojas, un numeroso grupo de personas se encontraba frente al palacio de gobierno a la vez que vociferaban consignas a favor del rey depuesto y en contra de los franceses y su emperador. Fue bajo este contexto que se reunió el Cabildo en que se acordó tributar fidelidad a Fernando VII y no a José Bonaparte. De esta reunión salió una comisión para exigir al capitán general que emitiera una declaración en la que mostrara la obediencia debida al primogénito de Carlos IV. Se sabe que Juan de Casas y sus inmediatos colaboradores se mostraron recelosos de la difusión de la información de los comisionados franceses. No obstante, al saber el propósito de la inusual visita no tardaron en aparecer expresiones de descontento y adhesión a ella.
Ante la conmoción, los franceses, quienes se encontraban degustando un almuerzo en la casa del comerciante Joaquín García Jove, mostraron una inquietante actitud ante lo que acontecía en las afueras, provocada por su presencia en la comarca. Ante tal situación se comunicaron de forma inmediata con el gobernador Casas, éste respondió por medio de su secretario, Andrés Bello, quien fue recibido con la siguiente petición: “Sírvase usted decir a su excelencia que ponga a nuestra disposición media docena de hombres, y no tenga cuidado por lo que pueda hacerme la turba que está vociferando en la calle”. Aunque este pedimento fue recibido, los franceses debieron salir de modo presuroso y escoltados por soldados enviados por el gobernador.
Coincidió con este evento el arribo a puerto venezolano de la fragata inglesa denominada Acasta. Su capitán, y tripulación que le acompañaba, había sido comisionado por el gobierno de Inglaterra para que informara a los venezolanos que los pueblos de la península se encontraban en guerra contra los ocupantes franceses en su territorio. Mientras los franceses transitaban hacia el puerto de La Guaira y escudados por un grupo de hombres bien pertrechados, los ingleses llegaron a Caracas donde fueron recibidos con poco entusiasmo por parte de las autoridades reales y con alborozo por parte de algunas familias de la comarca.
Dejó asentado Rojas que lo presenciado hacia 1808, en Caracas, avizoraba lo que acontecería desde el año de 1810. No le faltaron razones al cronista venezolano para referir lo narrado como precedente del 19 de abril de 1810. Los historiadores han hablado de un último acto de fidelidad a Fernando durante 1808, también del proceso judicial del que fueron objeto por las exigencias que hicieron al capitán general ante lo acontecido en Bayona. Lo cierto del caso es que los argumentos esgrimidos durante abril de 1810, muestran hoy el temor existente frente a un nuevo colonialismo protagonizado por el emperador de los franceses. De igual manera, la desconfianza que despertó el consejo de regencia, avalado por el consejo de España y América, por su asociación con la ocupación francesa, por una parte, y, por otra, por haber sido propuesto por las autoridades inglesas por medio de Wellington.
Escribió Rojas que el capitán inglés Beaver, antes de abandonar Caracas, mostró sus intenciones por apoderarse de la embarcación francesa Le Serpent. Casas se adelantó a los planes del inglés y le hizo frente al amenazarle de abrir fuego contra el barco por él capitaneado si llegare a atacar el barco francés. Al no contar con protección y apoyo para sus intenciones Beaver se dirigió a La Guaira para emprender su regreso a tierra inglesa. Unos días después el capitán general mandó a salir a los soldados franceses, para ello los dividió en dos grupos. Los integrantes de las tropas que habían llegado desde Guadalupe en 1806, y que habían sido apostados en Puerto Cabello, fueron los primeros en iniciar su regreso a la isla antillana, habían partido cuando la tripulación del Le Serpent era objeto del ataque inglés bajo el mando de Beaver en el mar océano.
Rojas no dejó de destacar que lo que cronistas e historiadores venezolanos observaron y difundieron como un ataque filibustero a la ciudad de Caracas, era parte de una confusión proveniente del nombre de un espacio geográfico y utilizado para otros lugares de la Capitanía General de Venezuela. Resulta interesante observar cómo Rojas abordó el examen de tradiciones, mitos y leyendas que habían nutrido las narraciones históricas hasta, al menos, el 1800 venezolano. Sus narraciones y relatos no sólo fueron tramadas como búsqueda por aclarar confusiones sino de mostrar y mostrarse dentro del ámbito historiográfico. El ejemplo que mostró con las denominaciones utilizadas para identificar personas, así como los nombres utilizados para hacer referencia a lugares geográficos deben ser necesariamente revisados para encontrar un origen y una autenticidad que se supone se encuentran en las huellas del pasado. En términos generales, Rojas ejercitó un tipo de crítica histórica de gran relevancia, aunque muy marcada por el ambiente historiográfico de su tiempo.
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