SUMINDU S.A.

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Misión

Ser la mejor empresa del país en la distribución de aceros especiales, inoxidables y materiales no ferrosos, suministrando productos y servicios de primera calidad que les proporcionen a nuestros clientes ventajas comparativas y competitivas.

Visión

Comercializar aceros especiales, inoxidables y materiales no ferrosos de la más alta calidad, producidos por proveedores de trayectoria reconocida, con un personal cualificado e instalaciones y equipos adecuados para el manejo de los productos, con el apoyo de recursos tecnológicos que permiten satisfacer las necesidades y expectativas de nuestros clientes.

Objetivos

Comercializar aceros especiales, inoxidables y aleaciones no ferrosas; Asimismo, ofrecemos cortes de materiales y soldaduras especializadas a la sierra cinta de las máquinas de corte, y brindamos asesoría técnica basada en décadas de experiencia.

Es una empresa dedicada a la distribución de aceros especiales, inoxidables, aleaciones no ferrosas, orientada a satisfacer la demanda del sector industrial.

Certificaciones

  • Nuestros productos cuentan con el certificado de calidad de origen.

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(058) (212) 251-3721

BÁLTICO CONSULTORES

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Prestar servicios de consultoría, operación y gestión empresarial aportando soluciones confiables e innovadoras que fortalezcan al cliente para el logro de sus objetivos.

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Ser la empresa consultora de servicios integrales que ofrezca las mejores soluciones a los clientes.

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Báltico Consultores busca mantener y desarrollar su actividad con fundamento en sus valores esenciales, como lo son: Compromiso, Servicio y Confiabilidad.

Somos la nueva generación de Báltico Consultores, heredamos el compromiso, la confiabilidad y la pasión por el servicio para dedicarnos a optimizar las gestiones de nuestros clientes, ayudándoles a crecer, innovar y posicionarse; con resultados que son valiosos para todos, incluyendo nuestros colaboradores.

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Boletín – Volumen 131

Boletín – Volumen 131

BOLETINES

Boletín – Volumen 131

Sinopsis

Por: Dr. Jorge Bracho

     Para esta fecha, 1 de octubre de 1924, se inicia este número con “Situación mercantil” en la que se anotó lo siguiente: “No hemos de decir propiamente que en el mes de setiembre hubiese paralización, pero en él las negociaciones no fueron tan animadas como presagiaba la animación en julio y agosto” (Pp. 2572-2575).

     En “A propósito de la exposición flotante italiana” se hizo un balance favorable de la visita de la Real Nave Italia y su exposición itinerante “(Pp. 2576-2577).

     En la carilla 2577 se editó “Los males del papel moneda” en que se destacó los trastornos producidos por la depreciación y la devaluación monetaria.

     Entre las páginas 2577 y 2578 se presentó “El peligro de la inmigración de color” que trata sobre la producción de algodón y la necesidad de braceros. En este sentido, en esta breve nota se advertía del peligro de traer personas de “raza negra” de las Antillas o de los Estados Unidos porque se constituirían en inmigrantes. Lo cierto es que en la breve nota se pedía tener cuidado porque el propósito era “blanquear la población hasta donde sea posible”.

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     En la carilla 2578 se publicó una circular dirigida a los productores de cacao de Carúpano para mejorar la calidad del mismo. La comunicación fue preparada por parte de las casas comerciales encargadas de distribuir dicho fruto. Lleva por título “Medidas para la mejor preparación del cacao carupanero”.

     En esta misma página se editó “Necesidad de asociaciones de agricultores” comunicación de la que se expresó que un amigo, desde Europa, instaba a la creación de un gremio que organizara encuentros que sirvieran para mejorar y defender los intereses de los cafeteros.

     “Acerca del deterioro del cacao venezolano. Lo que sobre el asunto se pensaba en 1831” ocupa las carillas 2579 a la 2583. Presenta una nota introductoria de Henri Pittier y las memorias de la Sociedad de Amigos del País de la Venezuela de entonces.

     A partir de la página 2584 hasta la 2593 se incluyó “Del sistema seguido por España en el comercio de sus colonias y del comercio en la parte oriental de Tierra Firme”. Ya en un número anterior del año 1921 se había publicado el capítulo IX del Viaje a la parte oriental de Tierra Firme en la América Meridional cuyo autor fue el francés Francisco Depons. Para esta oportunidad se publicó el capítulo VIII.

     Le sigue el último informe estructurado por la dirección del Banco de Venezuela a la asamblea de accionistas el 15 de septiembre (Pp. 2593-2594). De inmediato, se puede leer el capítulo IV de “Los bucaneros de la Indias Occidentales en el siglo XVII” de C. H. Haring (Pp. 2595-2600).

     Luego vienen “Noticias de Colombia” con información del departamento Santander, “Noticias del Ecuador”, “Italia Económica” donde se destaca los comienzos de una nueva etapa en este país europeo, “El coeficiente de depreciación de la moneda extranjera en España”, “Por la mejora del café de los Andes”, “Sección de correspondencia”, “Participaciones” ((Pp. 2600-2605).

     Cierran la edición los cuadros: “Comercio de café en Maracaibo en agosto de 1924”, “Café y cacao exportados por La Guaira en agosto de 1924”, “Precios de productos diversos de Venezuela en agosto de 1924”, “Tipos de cambio en Caracas en septiembre de 1924” y “Valores de las bolsas de Caracas y Maracaibo en septiembre de 1924” (Pp. 2605-2608).

Más boletines

Boletín – Volumen 115

Al inicio de esta edición se lee “La crisis ganadera y la circular del General J. V. Gómez”.

Boletín – Volumen 88

La situación mercantil y los cambios

Boletín – Volumen 114

Inicialmente, “Situación mercantil”. En sus primeras líneas se lee: “En abril los negocios en general estuvieron más animados.

Camilo José Cela afirma: “La Catira” es venezolana

Camilo José Cela afirma: “La Catira” es venezolana

El gran escritor español, en entrevista exclusiva para Élite, explica por qué escribió la novela venezolana que después de caída la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, le ganó infinidad de ataques. Y ratifica su amistad con Laureano Vallenilla Lanz. Los textos son el periodista Francisco “Paco” Ortega

Camilo José Cela (1916-2002) fue un vigoroso intelectual español, autor de La Catira, controversial novela encargada por la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez.

Camilo José Cela (1916-2002) fue un vigoroso intelectual español, autor de La Catira, controversial novela encargada por la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez.

     “Camilo José Cela es un vigoroso escritor contradictorio en toda su humanidad impresionante. Ante todo, es español y como tal, piensa, habla y escribe. Para un intelectual de la talla de este gallego de fina sensibilidad y exquisita pluma, a veces amargo en el concepto, pero sincero y ancho de corazón, los pensamientos íntimos son revelados en una confesión desnuda sin recovecos oscuros ni veladas diatribas que pretenden disfrazarse de lisonja. A un escritor no se le puede pedir parcialidad, puede naturalmente no ajustarse a una exacta realidad de las cosas y estar más o menos equivocado, pero en el fondo la trayectoria de un sentimiento expresado con absoluta sinceridad, es loable, honrado y hasta ejemplar. Cela no es mercenario de una pluma que se vende. El soberbio poeta que existe en “Pisando la dudosa luz del día” nos lo descubre de manera total, desnudo de artificios presuntuosos, ajeno al juicio gratuito de los “consagrados” y exhibiendo su formidable solidez intelectual en una auténtica revelación de las letras contemporáneas de España.

     Resulta pueril intentar restarle méritos como escritor y como investigador del alma. Nadie como él ha narrado sus deliciosas andanzas por los campos de Castilla. 

     Respira míticamente en las noches segovianas pulsando el latido íntimo en las tierras fecundas, en el surco profundo del sentir hispano y se extasía como Gustavo Adolfo pegado a los muros avileños, o acaso como lo hiciera Teresa de Jesús, Camilo José Cela cuya fama universal la alcanzó hace 24 años con su novela laureada “La familia de Pascual Duarte”, respira sinceridad y late al unísono de las cosas bellas. Capta los sentimientos y escribe la verdad sin deslavarla con detergentes comprados a bajo costo en los mercados de la adulación y la especulación mercantil. Esto, para un país donde el trust intelectual está dirigido por los ricos clientes de las Editoriales, resulta un poco raro y hasta confuso. El tiempo se encarga de situar la razón de los incomprendidos en ese sitial donde se habla de tú a la historia y las costumbres, y de “usted” muy respetuosamente a quienes todavía no han salido del burgo provinciano.

     El autor de “La Colmena” debiera ser un exiliado de España. 

     “Pascual Duarte” lo enjuicia y la antes mencionada novela lo condena. Ambas son antiespañolas, ambas critican, ambas se confiesan a un soberbio árbitro de la verdad. Camilo José Cela ni es un exiliado ni un resentido. Es sencillamente un escritor. Ha recogido fielmente unos sentimientos y una confesión, esa espontánea revelación que vive en el ambiente de las cosas, pero que muy pocos saben aprovechar íntimamente y sobre todo exponerla con exactitud. España lo debería repudiar. Ha puesto el dedo en la llaga y hurga, hurga profundo con el escalpelo de su acerada pluma, hasta hacerla sangrar profundamente. Las heridas del alma las curan los nuevos sentimientos, que son el movimiento que causan en ella los motivos espirituales. Si Camilo José Cela no viviera esos emotivos espirituales, su alma sangraría en una agonía infinita de odio, desesperación e impotencia. Pero aprendió a cantar a la vida desde muy joven, allá en las brumosas tierras de su Iria-Flavia curuñesa y en una terca negativa galaica destruyó esta trilogía funesta, para exigir de ella lo bueno que se la pueda extraer, proclamándose trovador de la realidad y heraldo de las cosas que capta su fina sensibilidad de escritor, Sus millones de lectores incansablemente lo leen y esos mismos millones de seres lo critican. ¿Cabe mayor satisfacción para un intelectual confesor de almas?

Cuando Cela escribió La Catira, la prensa llegó hasta el propio baño para entrevistarlo. Aquel baño tibio se transformó luego en un baño de agua helada.

Cuando Cela escribió La Catira, la prensa llegó hasta el propio baño para entrevistarlo. Aquel baño tibio se transformó luego en un baño de agua helada.

Junto al Mare-Nostrum

     Camilo José Cela vive recoletamente en su quinta asomada a las aguas del Mediterráneo. Lo rodea el buen gusto, una inmensa colección de buenas firmas sobre el óleo chorreando de arte, el maravilloso sol de Palma de Mallorca y el almendro en flor que golpea su ventana en el estudio que se asoma al Mare-Nostrum de Don Vicente Blasco-Ibáñez.

     Cuando lo entrevistamos está trabajando. Cela no ha dejado de trabajar desde que le publicaron su primer cuento en un diario provinciano de La Coruña. De esto hace ya 35 años. Desde su enorme altura sonríe a medias. Impresiona y desconcierta. Extiende una mano, ancha, vigorosa, enérgica. No sé por qué me recuerda de inmediato a ese patricio de nuestras letras e inolvidable venezolano que se llamó Rufino Blanco Fombona.  Después su sonrisa se extiende, se hace más humana, más cordial. Ya no es el Camilo José Cela que hemos descubierto de improviso, como el objeto desdibujado a través de la niebla. El rostro de duras facciones se anima, su voz es potente y agradable y su trato el de un acogedor hidalgo. Habla seguro. De manera normal, parece examinarlo a uno. Y sabe mágicamente deshacer la incertidumbre y sobre todo la impaciencia o la incomodidad para iniciar la entrevista que sólo tiene un objeto: hablar de Venezuela y de “La Catira”. Para nadie es un secreto la enorme controversia que originó esta novela, años atrás y en ocasión de gobernar a Venezuela el General Marcos Pérez Jiménez. No vamos nosotros a enjuiciarla en este reportaje. Ya lo han hecho voces autorizadas, pero sí vamos a aclarar ciertos aspectos de aquella pugna literaria que en su debido momento nadie criticó e incluso fue elogiada por una buena parte de “nuestros consagrados”.

     –“Ni la Asociación de Escritores –señala Cela– ni las más preclaras plumas de la literatura venezolana se opusieron a un trabajo que exclusivamente confiado a un extranjero.

El escritor español, Premio Nobel de Literatura en 1989, no tuvo empacho alguno en reconocer públicamente que fue contratado con la condición de que la obra discurriese en Venezuela, bien fuera novela, libro de viajes o de ensayos.

El escritor español, Premio Nobel de Literatura en 1989, no tuvo empacho alguno en reconocer públicamente que fue contratado con la condición de que la obra discurriese en Venezuela, bien fuera novela, libro de viajes o de ensayos.

     Cuando le recordamos ciertos comentarios ligados a la persona del doctor Laureano Vallenilla Lanz en relación con el libro, nos dice rotundamente:

     –“Ni el doctor Laureano Vallenilla ni yo somos bobos, ni a mí se me pasó siquiera por la imaginación el pretender crear un inexistente problema al genio de Don Rómulo Gallegos, a quien admiro profundamente como inigualable escritor y ejemplar venezolano. Ese menosprecio nació de un fruto amargo que jamás debió tomarse en cuenta, entre elementos de muy pesada digestión. Estimo que las novelas deben encajar en su justo lugar y no desplazarlas con denuestos; deben orientar al lector, no predisponerlo taimadamente.

     Yo fui contratado con la condición de que la obra discurriese en Venezuela, bien fuera novela, libro de viajes o de ensayos. Yo fui, repito, un escritor contratado, de ninguna manera un oportunista y estos acuerdos pertenecen al libre cambio. ¿Qué se me puede criticar? Recogí mis notas y la escribí, aquí en Palma. Su nombre brotó de manera espontánea. “La Catira” vive en mi alma de manera entrañable como las maravillosas tierras donde se desarrolla la acción de la novela. ¡Seis meses para escribirla y tantos años para criticarla!”

     Al tocar este tema de la crítica, nos dice: “Pascual Duarte” y “La Colmena” chocan abiertamente con el medio español, son casi anti españolas.

     Yo, efectivamente, debiera vivir exiliado. Esto no quiere decir que establezca paralelos entre España y Venezuela ¡de ninguna manera! –insiste– Sin embargo, dados el momento, la circunstancia y el motivo, tuve que servir de chivo expiatorio o de cabeza de turco, como mejor se interprete. Para la oposición representaba un soberbio argumento contra el General Marcos Pérez Jiménez, donde el “despilfarro y la ausencia de patriotismo” le hacían confiar a un extranjero una obra que no fue precisamente la de “El Escorial”, pero que sí manifiesto con mi modesta opinión es una apología de la mujer y la tierra venezolanas.

“La Catira” primero fue alabada, luego silenciada y más tarde atacada frontalmente.

“La Catira” primero fue alabada, luego silenciada y más tarde atacada frontalmente.

Una denuncia

–“Sin ánimos de polémica pienso publicar el vocabulario que ya con anterioridad, fue debidamente autorizado –diríamos por los escritores de Venezuela. Como escritor, si se me forzara a falsear la idiosincrasia de un pueblo, alterando sus valores espirituales, no sólo me negaría de manera rotunda, sino que despreciaría toda mi vida a eso conglomerado estúpido que tan bien sabe especular la ignorancia. ¡Jamás me prestaré a tan vil juego! ¡No puedo avalar un disparate que altere la realidad de los hechos! “La Catira” primero fue alabada, luego silenciada y más tarde atacada frontalmente. Fui blanco –repite– de un determinado grupo político y estoy plenamente convencido de esta maniobra, hasta el extremo de que la encuesta realizada en “El Nacional”, donde figuraron destacadas figuras, fue absurdamente adulterada. Personas que ya han fallecido y otras que aún viven para la política y la literatura me manifestaron su descontento o desaprobación por tan pobre procedimiento, abonando el interés de ese sector político que pretendió hundir malamente lo que ya había sido juzgado con sano criterio y justísima apreciación imparcial. Quiero recalcar de nuevo que, tengo pruebas de que fueron mentiras y falsedades las que aparecieron en aquella oportunidad en la famosa encuesta del mencionado diario. El doctor Laureano Vallenilla Lanz pudo parar esta campaña y si no lo hizo sus poderosas razones tendría.  No trato ahora de justificar nada porque si me contratara el propio Ho-Chi-Min, volvería al Vietnam, siempre que no se me obligara a escribir falsedades. Llegué a Venezuela invitado para dictar una serie de conferencias sobre temas literarios, marginado de la política, porque sobre ese particular tengo mis propias convicciones y mis puntos de vista. El resto ya lo sabe todo el mundo y lo que no ha sucedido ya lo han inventado”.

     –“Valga el momento –prosigue el notable escritor para manifestar al pueblo de Venezuela, por medio de la prestigiosa Revista Élite, que el medio político no cuenta en el profundo cariño y la más alta estima que siento por todos los venezolanos. Ni la detracción, ni siquiera el insulto directo mermaron jamás este cariño. Recuerdo siempre aquella gratísima época que viví entre ustedes y esta misma época que aludo creo que será igualmente añorada por todos los venezolanos. En esto sí están todos de acuerdo conmigo”.

     amilo José Cela sonríe plenamente y ha silenciado su charla. Piensa y observa con un aire de tristeza descansando su mirada lejos, muy lejos entre la bruma madrugadora de un día pleno de sol mediterráneo. Nosotros sabemos en qué está pensando. El escritor nos lo confirma:

     –“Deseo la prosperidad y paz, mucha paz a esa Venezuela que todos los venezolanos y yo conocimos años atrás. Sencillamente la admiro, como admiro el arrogante e hidalgo origen de la lucha por la libertad. Los venezolanos tienen todos los derechos a ser felices, prósperos y libres. Lamento un estado de cosas que no pueden estructurar hoy, ese monumento que yo quisiera para la Patria del Libertador, procera y soberbia cuna de gloriosos soldados y extraordinarios prosistas universalmente conocidos. Vaya mi ofrenda a ellos como reconocimiento sincero de un profundo admirador que venera la patria de Simón Bolívar con el cariño que todos los españoles sentimos por Hispanoamérica”.

FUENTE CONSULTADA

  • Revista Élite. Caracas, 23 de abril de 1966.

Boletín – Volumen 130

Boletín – Volumen 130

BOLETINES

Boletín – Volumen 130

Sinopsis

Por: Dr. Jorge Bracho

     “Situación mercantil” abre esta edición que tiene como fecha 1 de septiembre de 1924. En la misma se puede leer: “En el mes de agosto hubo movimiento mercantil y mayor animación que en meses anteriores: llegaron en el mes a diferentes casas de comercio de esta plaza órdenes del interior y algunos clientes a hacer sus compras”, se agregó, al final, que las ventas a plazo tendían a disminuir con lo que se evitarían que muchos agricultores empeñaran sus cosechas y condenar sus ganancias (Pp. 2534-2536).

     “Noticias sobre vías de comunicación” en que se destacó que pronto se abriría un camino ferrocarrilero que uniría al ferrocarril del Táchira con Cúcuta. En “Carretera de Mérida a El Vigía” se informó que esta carretera tenía en funcionamiento hasta el kilómetro 52, mientras los trabajos de construcción iban por el 61. En lo que respecta a otro ramal de la carretera de los Andes que iba de Mérida a Mucuchíes y a Timotes proseguían “con la actividad con que fueron comenzados” (Pp. 2536-2537).

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     A partir de la carilla 2537 hasta la 2540 se puso a la vista del lector “Conferencia del cacao en Londres” que tuvo como propósito lograr un acuerdo entre productores para recuperar los precios en el mercado internacional y cuyo empuje provino de las colonias inglesas del momento. Entre su contenido destaca el informe del encuentro, una lista de firmantes del acuerdo, un cuadro estadístico, así como unas notas explicativas acerca de la necesidad de recuperar los precios de este fruto y un estimado del precio mínimo a ofertar.

     Le sigue el resultado de un estudio realizado por el doctor Núñez Tovar sobre el zancudo que transmite el Gusano de Monte al ganado en “Notas de historia natural y médica” (P. 2540). En este mismo orden de ideas, bajo el título “Estudios presentados por el Dr. Iturbe en la Conferencia de Kingston” (Pp. 2541-2546) se incluyeron dos estudios realizados por el doctor Juan Iturbe sobre enfermedades tropicales: “Derrengadera. Ciclo vital del Trypanosoma Venezuelense” y “Algunos datos del ciclo vital del Schistosoma mansoni. Distribución y profilaxia de la Schistosomiasis en Caracas”.

     Respecto a la industria del café y su crecimiento en Colombia en comparación con Venezuela y otros productores de cafés suaves, es decir los que no son originarios del Brasil, se lee en “La producción de café en Venezuela” (Pp. 2546-2547).

     En “La iniciativa inglesa y los trópicos” se reflejan las prácticas que ha impuesto el imperio británico en sus colonias de África y la India para un mejor aprovechamiento de lo producido por la agricultura (Pp. 2547-2549).

     De seguidas, se presenta un estudio expuesto en el Colegio de Ingenieros titulado “El ferrocarril al Yuruari” (Pp. 2549-2551) y adjudicado al ingeniero Abraham Tirado y con fecha julio de 1915. En “El turbio y la causa de fenómenos semejantes” se hace referencia a este fenómeno natural observado en el lado oriental de Venezuela (Pp. 2551-2553).

     Las páginas 2553 a la 2555 están dedicadas a “El crédito al comercio de exportación español” que se refiere al intercambio comercial de España con sus antiguas colonias, preparado por Manuel Durán. Alrededor de un tema similar a éste se incluyó “Ineficacia actual del convenio entre España y el Brasil” (P. 2555) ofrecido, en especial, a los exportadores de café venezolanos.

     Del capítulo III: Conquista de Jamaica se da a conocer para el lector del texto de C. H. Haring “Los bucaneros de la Indias Occidentales en el siglo XVII” (Pp. 2556-2562).

     En “F.C.S., C.& F. y C.I.F” se ofreció información respecto a estas abreviaturas de uso común entre los exportadores americanos en la correspondencia extranjera y en los contratos (Pp. 2562-2563).

     En las restantes páginas aparecen los siguientes contenidos: “Sección de correspondencia”, “Comercio de café en el mundo desde 1850 hasta 1924”, “Comercio de café en Maracaibo en julio de 1924”, “Café y cacao exportados por La Guaira en julio de 1924”, “Tipos de cambio en Caracas en agosto de 1924”, “Precios de productos en diversos lugares de Venezuela en julio de 1924”, “Valores de las bolsas de Caracas y Maracaibo en agosto de 1924” y “Datos sobre la producción del trigo en Mérida” (Pp. 2563-2569).

Más boletines

Boletín – Volumen 120

Situación mercantil

Boletín – Volumen 168

La paralización de los primeros diez días de octubre se fue atenuando luego con la llegada de algunos compradores de Apure.

Boletín – Volumen 80

Aceptaciones comerciales y bancarias.

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