Orígenes de la palabra caimanera

Orígenes de la palabra caimanera

CRÓNICAS DE LA CIUDAD

Orígenes de la palabra caimanera

     El vocablo «Caimanera» forma parte del léxico coloquial del venezolano. Su origen no guarda ninguna relación con el poblado pesquero del mismo nombre que está en las adyacencias de Guantánamo, Cuba. Tampoco tiene nada que ver con el término que se utiliza en Chile para mencionar a una persona lerda.

     En Venezuela la palabra «Caimanera» se relaciona con un juego de béisbol improvisado, en muchas ocasiones sin árbitros, en el que se escogen de forma espontánea a los jugadores, que por lo general se lleva a cabo en las calles, en los patios de los colegios o en algún terreno o campo deportivo. La mayoría de las veces en las caimaneras se juegan sin el número de peloteros reglamentarios (9) y con reglas adaptadas al terreno donde se vaya a realizar el partido.

     El término se ha extendido a todas las disciplinas deportivas e incluso a áreas que nada tienen que ver con el deporte. Hoy día, para los venezolanos caimanera también es sinónimo de desorden.

Vidal López y Alejandro 'Patón' Carrasquel fueron dos 'fiebruos' de las caimaneras

Origen de la palabra caimanera

     En las primeras dos décadas del siglo XX, los cronistas deportivos de los diarios caraqueños denominaban “caimán” a los juegos de béisbol con muchas carreras y errores. Así como también a los peloteros que jugaban muy mal. En general, el término caimán era utilizado entonces para referirse a la mala calidad de una cosa. Su significado tiene mucha relación o similitud con la palabra “chimbo” de hoy día.

     En la década de 1920, había entre los jóvenes caraqueños una gran pasión por el béisbol. Por lo general se jugaban partidas de pelota en Catia, Sarría, San José, El Paraíso, El Valle, Prado de María y el Cementerio. También había un notable furor por establecer equipos de béisbol. En esos años se fundaron centenares de clubes, la mayoría de vida muy efímera.

     Para entonces, Domingo Betancourt, uno de los muchachos más entusiastas del juego de los bates, guantes y pelotas, tenía gran fama dentro del mundo beisbolistico de Catia. No precisamente por sus habilidades para jugar este complicado deporte, por lo que sus compañeros lo llamaban “Caimán”, en franca alusión a lo desastroso que era fildeando y bateando. No obstante, su gran amor por el béisbol lo llevó a fundar un equipo, que según el periodista Simón B. Rodríguez (Mr Fly), saltó a la palestra el primero de enero de 1925, bajo el nombre de “La Caimanera”. Entre los organizadores de este club se encontraban, además, Jesús “Pollo Jabado” Peña y Manuel “Chivo” Capote, quien luego se convirtió en el mánager de nuestra primera selección nacional que participó en un Mundial de Beisbol Amateur (1940). También fue el primer estratega campeón del Cervecería Caracas (1942). Igualmente, dirigió al Magallanes.

     El club “La Caimanera” promovería durante muchos años partidas de pelota en los terrenos de El Yunque, en Catia, donde, además, por iniciativa del propio Betancourt, se hizo tradicional realizar un encuentro de beisbol, todos los 1° de enero, para darle la bienvenida al año nuevo. 

     Este encuentro era animado por un conjunto musical; al concluir el cotejo, jugadores y aficionados disfrutaban de un sancocho preparado por el propio “Caimán” Betancourt. quien para el oficio de cocinero sí contaba con extraordinaria habilidad.

     Con el tiempo, esas partidas fueron adquiriendo gran popularidad por la presencia de notables peloteros, vale mencionar a Marianito Bordón, conocido como el “Ángel de los Bosques” por su gran pericia para fildear la pelota, Manuel “Pollo” Malpica, Balbino Inojosa y los cubanos Lázaro Quesada, Pelayo Chacón y Manuel “Cocaína” García, entre muchos otros. Entonces la prensa se hacía eco anunciando el “Juego de Caimán” en el campo del Yunque en Los Flores de Catia.

Jugadores de Caimanera en el campo de La Araña. Allí figuran, entre otros, Manuel González, Balbino Inojosa y Chucho Ramos

     El primero de enero de 1938, para celebrar los diez años de la primera “Caimanera”, “Caimán” Betancourt invitó a participar en el ya célebre juego de año nuevo a los famosos peloteros Alejandro “Patón” Carrasquel y Vidal López. Ese día, El Yunque estuvo abarrotado de aficionados como nunca.

     Ya en la década de 1940, el término “Caimanera” era de uso común en el mundo del béisbol venezolano.

     En esa época, el equipo La Caimanera jugó un papel de primer orden en los entrenamientos de la selección nacional que nos representaría en la IV Serie Mundial de Béisbol Amateur que se disputaría en La Habana, Cuba, entre septiembre y octubre de 1941. Entonces se reforzó con jugadores de la talla de Vidal López, Alejandro Carrasquel y Luis Aparicio padre, entre otros, y realizó varios encuentros contra la novena criolla que, finalmente, se tituló campeona de ese importantísimo evento internacional.

     Desde esos años han sido numerosas las “Caimaneras” que se han jugado en Caracas y muchas otras partes del país. La “Caimanera” activa más antigua de la capital, y quizás del país, es la de los Profesores, que se juega todos los miércoles desde 1960 en el estadio Universitario. En tanto que, en Valencia, estado Carabobo, se realiza desde 1980, en el mes de diciembre, “La Caimanera de Ruyío”.

     Es de interés señalar que Ramón Corro también instituyó durante muchos años en Caracas, en ese mismo mes, una “Caimanera” a la que asistían muchos exjugadores profesionales, periodistas deportivos y distinguidas personalidades de la política, la televisión, industria, etc.

    Entre los grandes jugadores de “caimaneras” se recuerda a Vidal López, “Chucho” Ramos, “Patón” Carrasquel, Nicolás Berbesía, Luis Meza, César Tovar, Teodoro Obregón, Vitico Davalillo, Freddy Rivero, Víctor Colina, Ulises Urrieta, Robert Marcano, Oswaldo Blanco, “Chiquitín” Ettedgui, Joe Bikini, Francisco Gorrín, Jesús “Chuchú” Padrón y muchísimos otros amantes de la pelota.

     En Caracas, además de Catia y el Universitario, fueron célebres las “Caimaneras” del estadio San Agustín, La Rinconada, La Araña, el “Chato” Candela, MOP Zona 10, San Pablo en San Martín, La Guairita y La Planta, entre otras.

     Hoy día la palabra “Caimanera” tiene una connotación mucho más allá de un encuentro de béisbol o de alguna otra disciplina deportiva. Aunque para el venezolano el vocablo Caimanera continúa siendo sinónimo de una partida de béisbol, su utilización ha trascendido el terreno de juego para convertirse también en una expresión popular que simboliza desorden o improvisación.

Impuesto a los Grandes Patrimonios debe ser derogado

Impuesto a los Grandes Patrimonios debe ser derogado

Impuesto a los Grandes Patrimonios debe ser derogado

     El presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Caracas, La Cámara de Caracas, Leonardo Palacios, exige la derogatoria inmediata del Impuesto a los Grandes Patrimonios, por ser una exacción injusta, regresiva e inflacionaria, poco técnica y que constituye un óbice para la
inversión nacional y extranjera.

     Palacios, quien es además experto en materia tributaria, explica que una exacción es una exigencia coactiva, obligatoria, aprobada sin las formalidades y requisitos constitucionalmente establecidos, para dar estructura al sistema tributario, así como a las disposiciones del Código Tributario que
desarrollan esos principios. Tal es el caso del IGP que fue aprobado por la Asamblea Nacional Constituyente.

     “El Impuesto a los Grandes Patrimonios tiene, además del pecado original señalado, el de pretender gravar a supuestos contribuyentes especiales, que es una categoría registral y con carácter de mejorar y hacer más eficiente la gestión tributaria, que son designados por inflación y no por la esencia propia de ser contribuyentes que representan una capacidad económica que requiera de una especialidad en el tratamiento diferencial, para los efectos de una mejor y mayor fiscalización”.

     Asegura que esa distorsión, bajo un subterfugio nominal, ha llevado a que muchos venezolanos sin serlo, sean sujetos pasivos de este impuesto.

     Este tributo conlleva una doble imposición. Palacios explica que las personas que no tengan renta o tenga activos que no producen la renta necesaria, en virtud de las consecuencias de políticas fiscales y monetarias erráticas, se ven obligadas a imponer de la renta que deriva de los enriquecimientos o ingresos que obtienen con sus actividades económicas, para pagar un impuesto que no debe causarse. Además se someten activos, que por regulaciones administrativas de sectores especiales se encuentran afectados o congelados, al pago del IGP para garantizar obligaciones en materia de determinación financiera o de seguros, “lo cual por supuesto desdibuja la esencia de lo que es la propiedad”.

     Igualmente se establece el pago de contribuciones de excepción sin ningún tipo de armonización con la imposición municipal ni el Impuesto Sobre la Renta.

     Por todas estas razones, el dirigente gremial exhortó al gobierno, para que en correspondencia con lo que vienen proyectando los representantes de la Asamblea Nacional, se busque un ordenamiento jurídico proclive a la inversión nacional y extranjera, que haga posible la recuperación y el crecimiento económico.

     “Es necesario crear un escenario para la atracción de inversiones, lo cual supone necesariamente la inmediata derogatoria de este impuesto que en nada contribuye con las finanzas públicas, más por el contrario perjudica la atracción de inversiones que generen rentabilidad para que el estado participe de ella a través de los impuestos”.

     Reseña en medios de comunicación sobre solicitud derogación del Impuesto a los Grandes Patrimonios:

Reforma del Estado y creación de la COPRE

Reforma del Estado y creación de la COPRE

Reforma del Estado y creación de la COPRE

     En la Venezuela de comienzos de los 80 nació la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado con el propósito de lograr “un Estado democrático y eficiente”. Así lo recuerda Carlos Blanco, exministro para la Reforma del Estado e integrante del equipo fundador de la COPRE, creada por decreto presidencial el 17 de diciembre de 1984.

     En una sesión de nuestro Comité de Estudio y Divulgación Histórica, el economista, doctor en Ciencias Sociales, docente e investigador, brindó un recuento histórico de los antecedentes que llevaron al surgimiento de la COPRE, su conformación, sus estrategias de consulta, propuestas y los serios obstáculos que enfrentó. Blanco fue secretario ejecutivo de la COPRE desde 1984 hasta 1989, cuando asumió la presidencia de la comisión hasta 1992.

     Carlos Blanco afirmó que “El decreto que crea la comisión planteaba que nosotros debíamos hacer un proyecto de reforma integral del Estado, no solamente el tema de la administración pública, sino del Estado en su conjunto”.

     La COPRE estuvo integrada de forma plural, con representantes de los sectores políticos, económicos y de la sociedad civil. Su primer presidente fue el doctor Ramón J. Velásquez, y en sus distintas comisiones participaron Simón Alberto Consalvi, Reinaldo Cervini, Germán Carrera Damas, Arnoldo Gabaldón, Allan Brewer Carías, entre otros.

     En su exposición Blanco describió los períodos políticos durante los cuales la COPRE desarrolló su labor, que era respaldada por quienes la veían como la posibilidad de ofrecer soluciones a la creciente crisis socioeconómica, pero obstaculizada al mismo tiempo por quienes temían perder poder: “La reforma es un proceso político, donde unos ganan y otros pierden, y los que pierden se resisten”.

     En 1986, la COPRE comenzó a presentar propuestas. Algunas de ellas fueron el proyecto de descentralización, la modernización de la administración pública y de la formulación de las políticas públicas, así como la reforma de los poderes judicial y electoral.

     Uno de los cambios, que logró vencer resistencias políticas, fue la elección popular de gobernadores de estado y la creación de la figura de alcaldes, que finalmente se concretó en 1989, generando un nuevo espacio institucional con una mayor participación ciudadana.

     En un intento por avanzar, en diciembre de 1990, fue firmado el Pacto para la Reforma, con el compromiso de todos los partidos políticos de impulsar cambios inmediatos. El pacto fue incumplido totalmente en 1991, de acuerdo con lo planteado por el conferencista: “Creo que ahí se sembró, no diría exclusivamente porque eso está sometido a interpretaciones, pero este fue uno de los elementos que facilitó el ambiente para la revuelta del 92”.

     Blanco valora la experiencia de la COPRE, la cual dejó de funcionar en 1999. Al respecto señaló: ”No se entendió, a mi manera de ver, que la reforma es un proceso político, no es un proceso técnico fundamentalmente, sino político que implica una redistribución del poder en términos horizontales y verticales, y que requiere un extraordinario apoyo político para llevarse a cabo, y ese apoyo no puede venir sino en primer lugar de la opinión pública”.

     Leonardo Palacios, presidente de la Cámara de Caracas, quien hizo la introducción a la videoconferencia, está seguro de que de haberse oído y discutido las propuestas de la COPRE a plenitud por todos los sectores, específicamente por las élites política, económica y social, otra situación estaría viviendo el país. “La COPRE era el escenario y derrotero adecuado, no fue una instancia soberbia o excluyente, sino más por el contrario una instancia de reencuentro, discusión abierta, análisis para propiciar el debate con seriedad, en la cual estaban representadas todas las visiones del país y de las diferentes posiciones ideológicas”.

     Catalina Banko, Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia, fue la moderadora de la videoconferencia. Enfatizó la importancia de comprender la extraordinaria iniciativa que significó la COPRE a través de los comentarios de uno de sus protagonistas. Este organismo atendió temas muy diversos para la reforma del Estado en términos económicos y políticos, es decir, con un sentido integral.

     La ponencia de Carlos Blanco sobre la historia de la COPRE puede ser visualizada en nuestro canal de Youtube.

Trompeta de Louis Armstrong superó el racismo en Caracas

Trompeta de Louis Armstrong superó el racismo en Caracas

POR AQUÍ PASARON

Trompeta de Louis Armstrong superó el racismo en Caracas

Louis Armstrong se molestó por la poca asistencia de público a sus presentaciones en el Nuevo Circo de Caracas

     Louis Armstrong, virtuoso trompetista y cantante, considerado como una de las personalidades más carismáticas y de mayor creatividad en la historia del jazz, estuvo en Venezuela con su banda All-Stars a finales del año 1957, como parte de una gira de buena voluntad por varias capitales suramericanas.

     Por 140 mil bolívares (casi $42 mil dólares al cambio de la época de Bs. 3.35 por la divisa estadounidense) el empresario Roberto Allaz adquirió cinco fechas del tour del afamado músico nativo de New Orleans, según información aparecida en el diario Últimas Noticias el 17 de noviembre de 1957.

     La nota indicaba que se presentaría en el Teatro Municipal de Caracas, que el mencionado empresario estaba haciendo gestiones para que ofreciera una velada en la ciudad de Maracaibo y que una de las actuaciones en Caracas sería a beneficio de la Sociedad de Damas Bolivarianas.

     Armstrong, acompañado de su esposa Lucille y un trabuco siete de músicos llegaron a Maiquetía la mañana del viernes 29 de noviembre de 1957 con un voluminoso equipaje de 52 valijas. Unas tres mil personas se dieron cita en el aeropuerto para darle una cálida bienvenida a Venezuela.

Discriminación en el Tamanaco

En principio, el empresario contratante, contempló que Armstrong y su equipo se alojarían en el confortable Hotel Tamanaco de Las Mercedes. Pero los planes se trastocaron cuando los empleados estadounidenses del moderno hospedaje capitalino, en una actitud de discriminación racial, muy en boga por esos días en la nación norteña, manifestaron que no tenían habitaciones disponibles en ese momento, a pesar de que se habían hecho las reservaciones pertinentes, por lo que el estelar intérprete y su banda se vieron obligados a procurar alojamiento en otro lugar.

El célebre trompetista fue víctima de discriminación racial en el Hotel Tamanaco de Caracas

Rumbo al Waldorf

     Dieron media vuelta y partieron con su voluminoso equipaje hacia el centro de Caracas, donde fueron hospedados, con atención de primera categoría, en el Hotel Waldorf, situado entre las esquinas de Campo Elías a Puente Anauco, en la urbanización La Candelaria.

     Ese mismo día, pese al ajetreo de la llegada y el triste episodio que se experimentó en el Hotel del este caraqueño, Armstrong atendió a los representantes de los medios de comunicación.

     María Elena Páez, en crónica de Últimas Noticias, indicó que el artista, con un pañuelo en una mano y una pequeña cajita de crema en la otra, apareció ante los reporteros y se sentó pacientemente, dispuesto a satisfacer todas las curiosidades periodísticas, incluso las de su vida privada. Antes pidió que se le sirviera una copa de brandy con Benedictine, su bebida favorita.

     Mientras era acorralado por los reporteros, él, tranquilamente, guardó su pañuelo, abrió la caja de crema y procedió a darse una especie de masaje en los labios en los que se marca, claramente, la forma de la boquilla de la trompeta, después de 50 años de uso consecutivo.

     Una versión errada se mantiene en diferentes publicaciones y en redes sociales, la cual señala que Armstrong se alojó en el Hotel El Conde en una posterior actuación en Caracas. Pero no es cierto, jamás hizo una segunda visita a nuestro país.

Promovía la integración racial

     Antes de iniciar la conversación con los reporteros en un salón del hotel Waldorf, Armstrong aclaró que no quería referirse a la amarga experiencia vivida en el Tamanaco.

     Desde mediados de los años cincuenta, en plena efervescencia de la lucha por la integración racial en Estados Unidos, Armstrong asumió el papel de símbolo de la resistencia contra la segregación.

     Precisamente, en septiembre de 1957, tres meses antes de su llegada a Caracas, se negó a concretar una visita de buena voluntad a Rusia, promovida por el departamento de Estado, mientras no se resolviera un conflicto con estudiantes de color a los que le negaron la matriculación en una escuela secundaria en Arkansas.

     “¿Qué se supone que voy a decirle a los rusos cuando me pregunten por lo malo que está ocurriendo aquí?”, se preguntó Armstrong en una entrevista que le dio al reportero Larry Lubenow en un hotel de Dakota, para justificar su negativa a no viajar a territorio ruso, en plena época de la denominada Guerra Fría. En esa entrevista también criticó la falta de coraje del presidente Dwight Eisenhower por no emplear mano dura contra quienes se oponían a la integración racial en el conflicto racial de Arkansas.

     Algunas figuras artísticas de color como Sammy Davis Jr. criticaron la posición de Armstrong, mientras que otras personalidades que se identificaban con la lucha por los derechos civiles de los negros, como Jackie Robinson, Sugar Ray Robinson, Lena Horne, Eartha Kitt y Marian Anderson, lo apoyaron.

 La cita caraqueña

     Louis Armstrong y su banda Todos-Estrellas actuaron en varios escenarios caraqueños. El 29 de noviembre ofrecieron la primera presentación en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, luego el 1 y 2 de diciembre estuvieron en la Concha Acústica de Bello Monte, moderno recinto que había sido inaugurado a mediados de marzo de 1954. Luego se presentaron en el Hotel Ávila, en un programa de televisión de la planta Televisa, animado por Alberto Castillo Álvarez (el Inspector Nick) y finalmente hicieron dos audiencias en el Nuevo Circo, a precios populares, que no atrajeron mayor cantidad de público (se habló de menos de 100 personas) que provocaron tal molestia en el artista, quien prometió no volver más a Venezuela. 

La prensa de la época se hizo eco de la discriminación que fue objeto Louis Armstrong al llegar a Caracas

     No entendió que para el momento no existía en el país cultura por ese ritmo musical. A mediados de los años sesenta, Renny Ottolina trató de contratarlo para una de sus famosos magazines de la TV venezolana y Armstrong respondió que cumpliría su promesa de no volver a nuestro país.

     Cuando Louis Armstrong vino a Venezuela contaba 57 años de edad. Había nacido en New Orleans, Louisiana el 4 de agosto de 1900.

     A lo largo de su prolífica carrera apareció en más de cincuenta películas y grabó más de cincuenta discos. Uno de los temas que grabó que logró alcanzar mayor popularidad fue “What a Wonderful World”, el cual fue utilizado en 1987 en la película “Good Morning Vietnam”
Armstrong falleció a los 70 años, en Nueva York, el 6 de julio de 1971.

Un país sin empleados públicos

Un país sin empleados públicos

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Un país sin empleados públicos

     De este modo tituló uno de los capítulos del libro, denominado Fueros, civilización y ciudadanía (UCAB, 2006), configurado por Elias Pino Iturrieta (Maracaibo, 1944) quien se ha destacado en las letras venezolanas como escritor, profesor e historiador. Es individuo de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela, a la cual se incorporó el 27 de febrero de 1997 bajo el sillón N. Fue director del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Católica Andrés Bello desde 1999. Se graduó de la Universidad Central de Venezuela en 1962, y realizó el doctorado de El Colegio de México en 1969. Entre algunas de sus obras se pueden mencionar: La mentalidad venezolana de la Emancipación, Contra lujuria y castidad, País archipiélago y El divino Bolívar. Las líneas que siguen forman parte de una sinopsis de lo que Pino examinó respecto a la escasez de funcionarios públicos en los primeros tiempos de la república.

     En este aparte de su obra destacó algunas experiencias, en el contexto de los inicios republicanos, relacionadas con la ocupación de cargos públicos en los tiempos fundacionales de la república. Anotó que, algunas curiosas respuestas, ofrecidas por candidatos propuestos para cargos de cierta envergadura fuesen negativas, muchas de ellas llenas de jocosidad. Varias contestaciones fueron estudiadas y mostradas por Pino. Las mismas también dan cuenta del “agobio que significó la construcción del país” en tiempos cuando ni Fernando VII ni Bolívar los mandaren y ordenasen a cumplir con deberes de la patria. Muchas de las respuestas destacadas por este historiador venezolano se caracterizaron por la distancia, la apatía, por la ridiculez “y aún por la trampa, signar una relación gélida entre el sector público y los factores humanos que se requieren para la dirección y la atención de la sociedad”.

     Entre las variadas consideraciones que permite visualizar Pino, en este escrito, se encuentra aquella según la cual todo gobierno debía gobernar con las personas adecuadas. Requería de subalternos rectos y eficaces que con su empeño ayudasen a los respectivos gobiernos a desarrollar sus propósitos. Si se daba el caso de no encontrar servidores públicos idóneos quienes, si no aceptaban cargos por mandatos políticos o muestras de lealtad, “lo harán para conseguir el salario de las cajas oficiales”. En especial, en un país caracterizado por la bancarrota, la parálisis comercial y la falta de estabilidad en todos los ámbitos de la sociedad, “no cae mal el flaco emolumento ordenado por los poderes públicos”.

     En su examen, recordó que no era mal negocio mostrarse como “mandamás” en un país en que el personalismo estaba tan arraigado si quien ocupase un cargo público, en cualquiera de las instancias gubernamentales, le supiera sacar provecho a un trato caudillesco, muy propio de este período. 

     Mostró que, en los primeros momentos republicanos, la apatía, falta de compromiso y actitudes reactivas hace suponer que los asuntos propios del Estado no fueron fáciles de resolver, al menos, para tratos y aspectos administrativos requeridos de un personal adecuado. Por esto asentó la existencia de un “desinterés por el ejercicio de las funciones públicas es una constante en los primeros treinta años de autonomía”.

     Hizo notar en estas líneas los casos de Valencia y Mérida en los primeros días del mandato de José Antonio Páez. Agregó a esta consideración lo sucedido para 1837 cuando las asambleas habían elegido a los funcionarios dependientes del Concejo Municipal de Caracas, pero hubo una abultada respuesta de quienes intentaron desprenderse de las asignaciones otorgadas. Según su relato, basado en periódicos de la época, un licenciado de nombre José Rafael Blanco interpuso una “excusa legal” con la que justificó la no aceptación para ejercer la Alcaldía Primera de Altagracia porque recién había contraído matrimonio. Otro, Miguel Tejera se había excusado de aceptar el cargo para ejercer como Alcalde Primero de la parroquia San Pablo al mostrar certificación médica donde se constaba de una irritación pulmonar que le aquejaba. Don Francisco Ignacio Carreño había sido requerido para la Alcaldía Segunda de la parroquia San Juan, sin embargo, adujo que sufría de una oftalmía crónica y así se libró del incómodo nombramiento. 

     Pino rememoró que la prensa de la época hizo chanza con la cantidad de impedimentos que sirvieron de excusa para no aceptar los nombramientos oficiales. Una de ellas apareció en El Conciso, el 21 de enero de 1837, en el que se decía que en Caracas existía una especie de “Canciller de inválidos” de nombre Esculapio, que se beneficiaba con altos estipendios ante la cámara edilicia. No obstante, Pino reseñó el caso del abogado Felipe Fermín Paúl quien tomó en sus manos corregir las imposibilidades aludidas por parte de algunos ciudadanos que se negaban a cumplir su papel como administradores públicos. Este jurista aseguró que las solicitudes de rechazo resultaban irrelevantes y que se apoyaban en extravagantes leyes y antiguas como “las de Indias”. 

     Ante las desatenciones de los demandados para actividades administrativas, requeridas por un Estado que buscaba afianzarse, Pino se interrogó acerca de si estas negativas no tendrían que ver con objeciones de conciencia. En este mismo orden de ideas, también se preguntó si ellas no tendrían que ver con el libre albedrío en el que se amparaban como ciudadanos para no asumir imposiciones gubernamentales. No deja de ser objeto de curiosidad la negativa en distintos lugares del país, por parte de individuos que pudiera pensarse, según lo informado por cierta historiografía militante, deberían mostrar mayor compromiso con la república anhelada, en especial cuando esa historiografía insiste en que los procesos que llevaron a la emancipación fue obra de las “masas populares”, o, al menos, representan la edificación republicana como emanación de una sociedad integrada alrededor de la construcción republicana.

Por lo general, en los inicios republicanos, el venezolano rechazaba ocupar de cargos públicos

     Pino rememoró el caso expuesto en una comunicación oficial enviada a Monagas en 1857, que “incluye una elocuente estadística de indiferentes y renuentes”. De acuerdo con esta comunicación se habían presentado catorce justificaciones por matrimonio y dos por razones de salud, para rechazar el ejercicio de cargos concejiles en Caracas. Prosigue este historiador venezolano, en 1853 diez personas se habían mostrado reticentes a ejercer cargos como escribientes de tribunales situados en distintos lugares, debido a que “sufrían todas”, sin excepción, afecciones asmáticas que se agravarían con el contacto permanente de los papeles polvorientos que reposaban en los archivos. En 1854, seis jóvenes escogidos, según refiere Pino, para trabajar en los hospitales de Caracas y Valencia, se disculparon por la carga de numerosos achaques y dolencias, a pesar que ninguno superaba los veinte años de edad.

     Para 1855, nueve negativas se sustentaron en “enfermedades” como “torcedura de una pierna, pasmo barrigal, sarna y granos regados en cara y cuerpo, fueron razones suficientes para rechazar cargos de maestros de primeras letras. 

     Pino citó el caso de un informe, fechado en 1857, en que su redactor mostró sorpresa ante el caso de Julián Méndez quien se negó a aceptar el cargo de juez porque no tenía caballo, Mariano Solarte se negó a trabajar como aseador en la magistratura porque no tenía con quien dejar a su abuelita y el caso de Eloy Torres que se negó a tomar una vacante como administrador del correo porque le temía al invierno. Razonó, en este contexto, el de no contar con una bestia para su traslado. Quien había elaborado la Memoria, en la que se expusieron estos casos ante el gobernante de turno, el doctor Ángel Santos cerró el informe con las palabras siguientes: “En todos aparecen grandes irresponsabilidades y falta de ganas de trabajar, esperando instrucciones para corregir el grave mal”.

     Pino refirió otro caso, correspondiente al año de 1856, de un individuo llamado Juan de Dios Millán respecto al cargo de comandante de la policía que se le ofreció. En una comunicación firmada por Millán se puede leer cosas como las que siguen: ser policía no era equivalente a trabajar, “porque todos hacen lo que quieren y uno queda de adorno, como son adorno los jueces que se ganan la plata sin trabajar”. En la misma comunicación, con la que justificó su negativa para asumir el cargo policial, agregó Millán que los ladrones se mantenían en la cantina y que los secretarios de las dependencias públicas no hacían nada en los cargos que se les asignaba. De adorno acusó a los soldados que no poseían un sable para su defensa, también a los diputados que no sabían del sudor producido por el trabajo. “trabajar es lo que hago yo, escribiendo este oficio para no querer trabajar. Trabajar es poner un negocio, o cuidar una herencia, o arar en la hacienda, y eso lo hacen muy pocos en esta tierra amada y llena de maravillas, y mientras sigamos así, yo no trabajo en la policía”.

     En virtud de estas consideraciones, Pino trajo a colación la aceptación de las variadas excusas para desprenderse de compromisos nacionales. En este sentido, las numerosas vacantes que debió sortear la administración pública y la indiferencia de las autoridades para hacer cumplir los cargos asignados son expresiones que, para Pino, deben llamar la atención para cualquier persona que examine asuntos relacionados con los primeros tiempos de una república recién fundada. Bajo estas circunstancias, no se dio a conocer ninguna orden de amonestación para con los desobedientes, tampoco alguna fórmula para despertar su interés o para superar una tendencia tan perniciosa. “Hay testimonios de la búsqueda de empleados y de la reacción negativa de un funcionario por los prospectos que se esconden, pero nada más”.

     De acuerdo con este analista de la historia de Venezuela, las fuentes de información no registran la respuesta que pudieron haber tenido los representantes gubernamentales ante las negativas reseñadas, o de las razones aducidas por parte de quienes se negaron a cumplir con un deber para el que habían sido encomendados por autoridades nacionales. En este sentido, agregó la dificultad de asumir estas negaciones como una expresión de conciencia, en especial, por lo trivial de los razonamientos y por lo poco fiables de los mismos. Uno de los razonamientos que proporciona el autor a este respecto fue, quizás, el que los demandados para las actividades públicas no se sentían comprometidos con el país, es decir, no tenían arraigado un sentido de pertenencia que les constriñera a cumplir con exigencias nacionales.

     En este marco de análisis, agregó que el historiador solo podía verificar cómo una porción importante de venezolanos se desentendió de obligaciones con el Estado y el país, anteponiendo sus requerimientos y su bienestar individual entre 1830 y 1858. Estudios como el expuesto en estas cortas líneas ponen en evidencia la debilidad de los gobiernos representados por hombres recios, de acuerdo con los relatos de la historia de Venezuela, como José Antonio Páez y José Tadeo Monagas o institucionalistas como Carlos Soublette. Pino subrayó que estas desatenciones muestran unos gobernantes que no atraían “acólitos a su templo” si los invitaban a trabajar. Fueron hombres que no tuvieron respuestas claras ante la indiferencia de los gobernados. “Las versiones de un presidente lancero todopoderoso a quien siguen las multitudes y alaban los propietarios, o sobre unos autócratas venidos de oriente ante quienes se rinden los partidos políticos, quedan mal paradas”.

     Gracias a la exposición que ofrece Pino, en este relato, es dable un acercamiento a la historia olvidada del siglo XIX. Se ha hecho habitual la representación de la Emancipación como un hecho positivo y, por tal circunstancia, lo estructurado en su nombre se ha divulgado como compromiso generalizado. Una de las vías de interpretación de este tipo de historia ha sido cultivada por Pino quien con elegante prosa desmiente muchas de las fábulas construidas respecto a la historia de Venezuela, en los primeros tiempos de construcción republicana.

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