Varias personalidades propusieron que el Parque del Este llevara por nombre “Manuel Díaz Rodríguez”, en homenaje a este célebre escritor mirandino, pero nunca esta propuesta fue tomada en cuenta
Desde su apertura en el año 1961, el emblemático espacio capitalino de esparcimiento de la ciudadanía en el cual se crio el escritor mirandino Manuel Díaz Rodríguez (1871-1927), cuando era la Hacienda “San José”, ha sido nombrado y renombrado en tres ocasiones, pero nunca se ha tomado en cuenta el nombre del autor de ídolos Rotos
Bajo la gestión de la junta militar de gobierno integrada por Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez, según decreto N° 443, de mayo de 1950, se ordena el proyecto del Parque del Este de Caracas bajo el diseño urbanístico y paisajístico del brasileño Roberto Burle Marx; y el botánico venezolano Leandro Aristiguieta.
Casi once años más tarde se materializa la idea de darle a Caracas un lugar de esparcimiento con fastuosos bosques y jardines en los que queda representada, a través de más de 130 especies, la flora nacional, más una variada cantidad de animales, ubicados en espacios de cautiverio y otros en estado libre que pueden interactuar con los visitantes.
El 19 de enero de 1961, el entonces presidente de la República, Rómulo Betancourt, corta la cinta tricolor que deja inaugurado el espacio ecológico más importante de la ciudad capital, que cuenta con amplios espacios de caminerías y ocupa los terrenos de la antigua hacienda San José, en un área de 82 hectáreas, con lugares emblemáticos como la laguna artificial, el serpentario, la concha acústica y el Planetario Humboldt.
Este inmenso parque con caminarías de diseño orgánico serpenteado, propuesto por Burle Marx, fue delineado para recibir unos 6.000 visitantes al mes, sin embargo, en la actualidad sobrepasan las 30.000.
Múltiples nombres
En sus más de sesenta años de operaciones el Parque del Este ha llevado varios nombres. Al principio fue llamado parque “Rómulo Gallegos”. A partir de 1983 le cambiaron el nombre a “Rómulo Betancourt”, en homenaje póstumo al ex mandatario que falleció el 28 de febrero de 1981. Pero desde 2002 pasó a denominarse Parque Generalísimo “Francisco de Miranda”, en tributo a la memoria del prócer de la Independencia de Venezuela.
Antes de que el parque fuera abierto al público, varias personalidades propusieron que el Parque del Este llevara por nombre “Manuel Díaz Rodríguez”, en honor al escritor nacido en Chacao, el 28 de febrero de 1871, quien se crio en la Hacienda “San José” y se inspiró en ese espacio para escribir allí, entre otras de sus grandes obras, la novela “Peregrina”.
A continuación, presentamos un interesante artículo de Augusto Germán Orihuela, publicado el 24 de agosto de 1960, en el diario El Nacional, en el cual expone sus razones para que el parque caraqueño rinda honor a la memoria del escritor que falleció en 1927, a la edad de 56 años.
“En tierras que fueron de su propiedad ̶ Hacienda “San José” ̶ frente a los montes que tanto amó y en el ambiente en que escribiera, entre muchas obras más, su novela “Peregrina” está fomentando el Ministerio de Obras Pública un gran parque nacional que bien podría llevar su nombre: Manuel Díaz Rodríguez.
En 1950, se ordenó el proyecto del Parque del Este de Caracas bajo el diseño urbanístico y paisajístico del brasileño Roberto Burle Marx; y el botánico venezolano Leandro Aristiguieta
En 1961, se inaugura el Parque del Este, un lugar de esparcimiento con fastuosos bosques y jardines, más de 130 especies de la flora nacional y una variada cantidad de animales
Vista actual del hermoso Parque del Este
Dentro de la generación “modernista” que dominó el panorama literario nacional durante los años que van de 1892 a 1925, más o menos, Manuel Díaz Rodríguez descolló principalmente por la maestría de su prosa, la variedad de géneros que cultivó y un profundo amor por la tierra venezolana.
Hijo de isleños, nacido en la hacienda paterna “Las Dolores”, donde hoy está emplazada la urbanización “Altamira”, graduado en medicina, iniciado en las letras casi por azar y por orgullo, como él mismo cuenta en una bella página de “Sermones Líricos”, viajero por diversas latitudes, prestado a la política de un régimen dictatorial que aspiraba a prestigiarse con su nombre y su presencia y por el cual pasó sin desmedro de su dignidad y de su crédito, hasta ir a morir en Nueva York, víctima del flagelo terrible del cáncer, en 1927, Manuel Díaz Rodríguez, el que tiene lugar distinguido para siempre entre los grandes prosistas de nuestro país, al igual que José Enrique Rodó por la donosura del estilo, el primero que levantó el dedo acusador contra las huestes famélicas que por ineptitud de gobiernos anteriores incapaces de incorporar esa región al desarrollo nacional, vinieron a la “conquista” de la capital a mano de un hombre pequeñín y ambicioso, “a quien los doctores valencianos y caraqueños ayudarían a corromper”, ese mismo escritor de “Ídolos Rotos”, que calificar de insigne no resulta ni cursi no exagerado, bien merece dar su nombre a ese parque que con tanto entusiasmo se está incrementando y por el cual, y otros tantos como ése, clama la población atosigada por los gases de los automóviles de esta Caracas cosmopolita, a ratos incómoda e inhospitalaria que nos ha tocado vivir. Tan lejana y tan distinta de la que conoció el autor de “¡Música bárbara!”. Aunque desde luego, ya intuida en ese cuento magistral en todo lo que supone mecanización de la vida venezolana de nuestros días.
Dar a ese parque nacional el nombre de Manuel Díaz Rodríguez, a mi modo de ver el más alto exponente del modernismo literario venezolano, sería acto de justicia y de interés para las generaciones venideras. Por más de un motivo sería decisión que mantendría incólume el recuerdo a una figura de las letras nacionales que bien merece, despertaría el interés por su obra y enaltecería al Gobierno”.
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