POR AQUÍ PASARON

La figura de Boves Saqueador

     De acuerdo con lo estudiado y examinado por Germán Carrera Damas en “Boves. Aspectos socioeconómicos de la Independencia” (1964), una de las modalidades para alcanzar recursos y sostener la guerra por la emancipación, frente a la monarquía española y entre quienes defendían la causa del rey, fue la expropiación y el saqueo contra el enemigo. La historiografía venezolana, en gran proporción, ha caracterizado las acciones del asturiano José Tomás Boves concentradas en el saqueo, el robo y la violación. Carrera ha expresado, en este orden, que la figura de Boves saqueador ha servido para mostrar una semblanza de odio, rencor e intereses viles representados por los realistas de Venezuela frente a la justificada lucha en pro de la libertad de los patricios criollos.

     El mismo historiador venezolano propuso la necesidad de ubicar al asturiano en un contexto inteligible de actuación, dentro del cual se pusiera de relieve su disposición a la confrontación a la luz del Decreto de Guerra a Muerte. El conjunto de reflexiones que presentaré, en este marco de ideas, las reduplicaré de la segunda edición de este texto reproducido por Monte Ávila Editores en el año de 1991. La orientación historiográfica que se ha generalizado, desde el 1800, fue de talante patriótico y nacionalista. Por lo general, los asuntos relacionados con la lucha por la emancipación se enmarcan en la demostración de logros positivos alcanzados con la ruptura del nexo colonial español.

José Tomás Boves, figura controvertida de la historia de Venezuela

     Esta opción historiográfica no ha dejado de estar presente, en especial, cuando se hace referencia a las acciones llevadas a cabo por parte de quienes defendían la monarquía. Es de hacer notar que el propósito por exponer los resultados de la Independencia como un logro positivo desdibujan lo que los hechos brutos y los testimonios a este respecto indican. La imagen de “Boves saqueador” ha servido para mostrar la cara contraria de la bonhomía e ideales con los que se ha asociado y asocia a quienes se tiene como baluarte de un logro positivo. Bajo esta intención la más relevante asociación que se ha arraigado de él es la del saqueo como una brutal y directa forma de apropiación, “el más claro atentado al derecho a propiedad y la más expedita fuente de recursos de que pueda disponer un guerrero”.

     Esta equivalencia se ha extendido junto con la tesis acerca de la estructuración de un sistema de expropiación tolerado y acicateado por Boves. Carrera destaca los atributos que se han sumado de testimonios proporcionados por parte de sus contemporáneos, y de aquellos que han hecho referencia a sus emprendimientos en tiempos posteriores. Así, se le ha adjudicado que hizo uso del saqueo como un incentivo entre sus seguidores. En este sentido, la idea de mayor aceptación es la que indica que atrajo a los llaneros con el atractivo del pillaje, con lo que se ha desplegado la idea según la cual este último fue una práctica común entre quienes le seguían y, en continuidad con esta aseveración, que el mismo formó parte de un sistema de acumulación.

     Para una ostensible demostración de esta disposición testimonial, Carrera tomó en consideración alegatos proporcionados por algunos de quienes participaron en la contienda como defensores de los intereses de la corona española. Uno de estos alegatos lo reproduce a partir de lo expresado por el Mariscal de Campo Juan Manuel de Cajigal. Según Carrera, Cajigal había establecido que Boves atraía a sus seguidores llaneros con la promesa del saqueo a las propiedades de peninsulares y criollos sin discriminar entre unos y otros. Otras informaciones ofrecidas por Carrera las encontró en Pablo Morillo quien no se ahorró sentencias poco favorables para el asturiano. Así, para un poblador de Calabozo de nombre Rafael Delgado quien, en una carta publicada en la Gaceta de Caracas, calificó a las tropas bajo su mando como facinerosos y ladrones que incursionaban en territorios de la comarca para adueñarse de los bienes de otros. Como ejemplo de una percepción que se había convertido en versión predominante, Carrera recordó la descripción tramada por Daniel Florencio O`Leary respecto al mismo personaje a pesar de haberla redactado en 1818.

     Lo interesante de las líneas trazadas por Carrera resulta de las fuentes a las que recurrió para presentar una primera semblanza de Boves. En su relato recordó lo delineado por el regente José Francisco Heredia para quien Boves se hizo acompañar de “gente de color” en un afán por destruir a la “casta dominante”. De igual manera, el obispo Narciso Coll y Prat, también citado por Carrera, Boves había habituado a sus tropas al pillaje y a los horrores más que a la obediencia y la disciplina militar. Lo propio haría Salvador de Madariaga al hacer referencia al mismo personaje a quien asimiló pasiones abyectas como la codicia y el odio racial.

     Otros contemporáneos como el caso del presbítero José Ambrosio Llamozas atribuyó a Boves más que motivaciones de adueñarse de los bienes de otros, la fuerte inclinación del asturiano por exterminar a los blancos y que los bienes de éstos debían pasar a manos de los pardos. Manuel Palacio Fajardo se encargó de atribuir a Boves su disposición por prometer a la “escoria del pueblo” las fortunas de blancos adinerados. Funcionarios que tuvieron que lidiar con este último no dejarían de anotar que él se hacía acompañar de nuevos combatientes para sus filas, con la promesa de aprovechar las riquezas de los blancos. José Manuel Restrepo agregó que a los llaneros que le acompañaron les atraía la esperanza del robo, del saqueo y de la licencia por Boves ofrecida para llevar a cabo todo tipo de excesos.

     En su indagación Carrera destacó que un rasgo predominante de la historiografía venezolana se había encargado de ofrecer, de forma uniforme, el estímulo del saqueo como el verdadero móvil de los actos de los soldados de Boves. En este orden de ideas, asentó que tal apreciación apenas permitía discernir dos posiciones generales, que escasamente diferían en el alcance reconocido al saqueo como incitación, pues algunos mostraron plena aceptación de esta tesis, como los casos de Caracciolo Parra – Pérez, Ángel Pérez o Acisclo Valdivieso Montaño, Laureano Vallenilla Lanz agregaría otro elemento, aunque circunscrito al incentivo aceptado.

     Vallenilla Lanz no sólo hizo referencia a las acciones de los llaneros al lado de Boves y de los que defendían la monarquía. Cuando escribió acerca de “La insurrección popular”, inserta en su conocido texto Cesarismo democrático, subrayó que los llaneros pasaron de ser “degolladores” a convertirse en “héroes leyendarios”, y que cómo al servicio de los caudillos patriotas actuarían con la misma energía, el mismo vigor y similar ferocidad, arrastrados por el mismo entusiasmo emocional y fanático de cuando se agruparon alrededor de la figura de José Tomás Boves. De acuerdo con las líneas citadas por Carrera Damas aquel dejó sentado que los llaneros contribuyeron a la distinguida empresa de “crear naciones recorriendo en triunfo medio continente desde el Orinoco, hasta las márgenes mismas del Río de la Plata”.

     Carrera Damas confronta ciertos convencimientos contemplados por algunos historiadores venezolanos alrededor del tema de los saqueos y la tolerancia representada por Boves. Carrera se interroga acerca del origen de esta tolerancia, más allá de la simplista explicación basada en la “condición infernal del asturiano”. Condición que se ha supuesto como la base axial para la explicación de las acciones plagadas de desmanes atribuidas a él. En este orden, Carrera consideró que la confrontación de la idea de tolerancia cómplice con la de tolerancia resignada posibilitaría una postura intermedia que él denominó “tolerancia activa” la cual fue expuesta de modo ostensible por el historiador venezolano Rafael María Baralt. 

     Ratificó, en esta ocasión, que el testimonio de Cajigal acerca de la manera cómo se llevó a cabo el saqueo de Valencia en 1814, introdujo un nuevo elemento al estudio de una nueva fase del saqueo practicado por las tropas de Boves. Carrera lo designó con la frase “el saqueo como un acto del servicio”, a diferencia de la designación como un “saqueador vocacional” que le adjudicaban otras fuentes como la Gaceta de Caracas. Agregó que la concepción del saqueo como acto del servicio habría sido la que se presentó durante el sitio de Valencia, donde previno a los valencianos a entregar sus posesiones para resguardarlos del saqueo, aunque permitió este junto con la entrega voluntaria de los habitantes de la ciudad. 

     La historia patria y nacionalista ha sido la encargada de difundir una imagen generalizada de Boves como un vil representante del saqueo y la expropiación, sin que falten algunos, en estos últimos tiempos, de asociar sus acciones con una forma de democracia distributiva. Carrera escribió que Boves y sus seguidores habían llevado a cabo saqueos desde que pasaron por Oriente, Barcelona y Cumaná, Calabozo, los valles de Aragua y Valencia. Llama la atención lo que sucedió en Caracas cuando alcanzó la capital y lo que se esperaba de sus tropas en tierras caraqueñas. Desde las páginas de la Gaceta de Caracas se difundieron noticias que informaban de lo que había realizado Boves y los suyos antes de alcanzar Caracas, hasta el punto de estimular una evacuación plagada de pánico que dejó casi despoblada la comarca. 

     Con el uso de una diversidad de fuentes Carrera anotó que ante la propaganda acerca de una desbordante violencia contra los integrantes de la comarca, éstos se encontraron con la publicación de un conjunto de proclamas que contemplaban la seguridad de las personas, las vidas y propiedades de los caraqueños. Ante esta situación Carrera se interrogó acerca de lo expresado por historiadores y la falta de consenso respecto a la narración de lo sucedido en este lugar. De importancia resulta ser el testimonio ofrecido por el obispo Coll y Prat quien achacó los desmanes a zambos y negros, fuesen o no llaneros. De las consideraciones de este último Carrera destacó que el saqueo de Caracas había sido limitado y perpetrado por pardos y esclavos, aunque ellos se llevaron a cabo en los alrededores de la ciudad y durante los primeros días de ocupación. También subrayó que fueron las tropas de Ramón González, integradas por negros, pardos y esclavos, las que refrenaron a los que pretendían desplegar los saqueos. Se presentó así a un Boves que acicateó el saqueo a otro que los limitó.

     En un intento de sistematización Carrera enumeró cuatro explicaciones en torno a Boves y su accionar en Caracas. Acisclo Valdivieso Montaño asoció este giro al eco que se produjo en el partido realista por el recibimiento señorial ofrendado a Boves. Su ingreso estuvo acompañado con fuegos artificiales, música y repique de campanas de las iglesias, al lado del acompañamiento de comisionados reales que lo escoltaron a la catedral, donde fue recibido por el arzobispo Coll y Prat y luego sería alojado en el Palacio Arzobispal. Valdivieso agregó otra elucidación en que destacó que la actitud de Boves en Valencia estuvo precedida por diecinueve días de rudos combates. En contraste con Caracas que fue ocupada sin largos y cruentos enfrentamientos, en combinación con los indultos y proclamas propiciadas por Quero y Chepito González.

     Una tercera explicación que Carrera califica de “curiosa factura” la ofreció Juan Uslar Pietri en Historia de la rebelión popular de 1814. Este último afirmó que los comandos que llegaron a Caracas tuvieron algunas diferencias en lo que respecta al dominio de la ciudad, una de ellas provino de la vanguardia al mando de Ramón González, quien no aceptó saqueos en actitud de agradecimiento hacia los patriotas a los que había servido durante la Primera República, versión bastante simple para Carrera. Una última versión la proporcionó Ramón Hernández de Armas para quien Boves había aceptado la promesa de serle entregado una considerable suma en un lugar que se encontraba en “extrema miseria”. Ante estos testimonios Carrera señaló el requerimiento de estudiar una práctica común durante la lucha por la Independencia de la que no fue ajena el caso de Boves.

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