POR AQUÍ PASARON

Francisco Javier Yanes

El cubano Francisco J. Yanes fue integrante de la Sociedad Patriótica y uno de los más entusiastas partidarios a favor de la Independencia de Ve

     Francisco Javier Yanes y Socarrás (1776-1846) era oriundo de Cuba y con un origen social de alcurnia. Llegó a Venezuela en 1802 y fue recibido por un tío materno de nombre Francisco Javier Socarrás. Fue éste quien le costeó sus estudios en leyes que cursó en la Universidad de Caracas. En 1810 contrajo matrimonio con una prima, Ana María Socarrás, de cuya unión nacieron tres hijos varones. Desde este año se incorporó a la agitada vida política que se experimentaba en ultramar, en virtud de la reclusión de las autoridades regias en Bayona, de manos de Napoleón Bonaparte y los suyos.

     Una de las primeras tareas que se le encomendó de manos de las autoridades de la Junta Suprema fue la de convencer a los integrantes del pueblo de la villa de Araure para que se unieran a la causa de la Junta de Caracas. Justo en este momento se temía que los representantes de Araure siguieran los pasos dados por Coro, al igual que establecer una Junta como la de Caracas. Yanes examinó la situación y llegó a informar que no existían incoherencias entre los vecinos y el Ayuntamiento. Adjudicó el desentendido a rencillas personales y no por diferencias políticas, así como que tampoco tenían la intención de abandonar a Caracas en su lucha.

     Su actitud mediadora le ayudó a conseguir trescientos hombres para que integraran la tropa comandada por el marqués del Toro, que se hallaba establecida en Carora. Estos trescientos voluntarios fueron equipados por las propias familias del lugar. Su actitud conciliadora le ayudó para que el Partido Capitular de Araure lo nombrara como su representante para el Congreso Constituyente de 1811. Se destacó también como integrante de la Sociedad Patriótica y fue uno de los más fuertes partidarios a favor de la Independencia de Venezuela, tal como lo demostró en el Congreso general de la Provincias Unidas de Venezuela.

     En El Publicista de Venezuela se pueden leer sus intervenciones a favor de la Independencia absoluta de España. Fue de los que creyó que con ella la situación de Venezuela mejoraría en todos los órdenes. Entre sus razonamientos destacó que ya para el 19 de abril de 1810 se había sellado el rumbo de la felicidad de los integrantes de Venezuela, es decir la Independencia de la Corona española. Al igual que otros tribunos, Yanes pensaba que la Independencia, por sí misma, conduciría a la mejora en todos los aspectos de la sociedad. No tardarían en corroborar, Yanes y otros como él, que la ruptura del nexo colonial no era apreciada de la misma manera por parte de quienes integraban la antigua Capitanía General de Venezuela.

     Después de haberse declarado la Independencia en 1811, Yanes continuó asistiendo a las sesiones del Congreso que había decidido tomar el rumbo de la soberanía y la representación popular. Una de las discusiones que se presentó en el seno del Congreso fue ¿cuál sería la suerte y condición de los pardos en la Venezuela independiente? Ante la discusión a este respecto, Yanes emitió una opinión según la cual este era un asunto que debería ser de competencia de un Congreso General y no Provincial, tal como algunos diputados requerían.

     Yanes adujo que había cuestiones que sólo eran de competencia general debido a su fuerte impacto social, tal como sucedía con los pardos y las castas. Por eso era necesario su discusión en un Congreso general y sancionado por la pluralidad de los pueblos. Fue partidario de un poder intermedio desde el que emanara una relación entre gobernantes y gobernados, a través de pactos, acuerdos y una ley fundamental. En consecuencia, la forma de gobierno, la división del estado, los deberes y derechos de los ciudadanos, las normas y reglamentos, deberían emanar de un ente centralizado como el Congreso general, de lo contrario se dejaría al libre albedrío la sanción de leyes que, con seguridad, interferirían unas con otras y entre una provincia y otra. Así, se mostró partidario de la uniformidad del sistema como base de unión individual porque aquí se encontraba la base de “nuestra felicidad”.

     Resulta de gran interés una aproximación a sus razonamientos relacionados con una forma de gobierno republicana, en que todas las provincias estuviesen bajo una misma autoridad y en condiciones de igualdad unas ante otras. Hasta el momento no es posible asegurar que pugnara por un gobierno centralista en un ambiente cuando el federalismo republicano contaba con las simpatías mayoritarias de las elites políticas del momento. Lucía Raynero, autora de Clío frente al espejo (2007), libro editado por la Academia Nacional de la Historia, expresó que Yanes, ante el temor existente ante las castas y los pardos en Venezuela, propuso se les tratase con justicia y humanidad a “esta clase atropellada a lo largo de los siglos”.

     Por la cantidad de pardos, morenos y negros concentrados en la antigua provincia de Caracas, no dejó de estar en las mentes de venezolanos y de quienes observaban expectantes, desde el exterior, la situación política de la Capitanía General, que en Venezuela se presentaran situaciones similares a lo sucedido en el Guarico o Santo Domingo francés. Así que el temor ante una posible revuelta de estos sectores sociales sería inminente si no se la enfrentaba con vistas a su solución.

     Fue quizá uno de los pocos que entendió esta situación en Venezuela. Lo fue también de los escasos que trataron de manera objetiva, o así lo intentó, la insurrección de Valencia del 11 de julio de 1811 que él adjudicó a la indiferencia con la que había sido tratada la población agrupada alrededor de negros, pardos y morenos. Sin embargo, por lo acontecido posteriormente en la provincia de Caracas no parece haber sido acompañado en esta opinión acerca de las dificultades que acarreaban estos grupos para la estabilidad política y social que se pretendía instaurar.

     No estaba de acuerdo con que en Caracas se tomara partido en este orden contra una agrupación humana que no tenía la culpa de sus males. En este sentido, afirmó que, al enfrentar una situación como la señalada con las armas, “sólo por consideraciones de clases y nacimiento”, sería proceder contra los principios que ya se habían proclamado y asumido de hecho y de derecho. En Caracas, sus autoridades habían sancionado que la Ley debía ser igual para todos, con la cual se intentaba erradicar los vicios y premiar la virtud, “sin admitir distinción de nacimiento, ni poder hereditario”. Agregó, en este orden, que era público y notorio el cumplimiento de este cometido. De acuerdo con su disertación todas las provincias debían seguir el ejemplo caraqueño en aras de la felicidad de los integrantes de la sociedad.

     Luego de su argumentación fue electo, por mayoría, presidente del Congreso, cargo que ocupó por un mes tal como estaba estipulado en la normativa de la asamblea. De igual manera, fue presidente de la Legislatura de Caracas, integrada por diputados de la provincia de Caracas al Congreso, la que funcionaba de manera paralela con éste, pero sesionando de modo separado. Por esto, le incumbió firmar la Declaración de los Derechos del Pueblo y la primera ley de imprenta establecida en Venezuela, el primero de julio de 1811.

     Este preciso año fue escogido como examinador del Publicista de Venezuela, que era un órgano encargado de difundir información emanada del Congreso y fungía como su vocero. Igualmente, fue comisionado para llevar ante el Supremo Poder Ejecutivo un mensaje dirigido a indicar la opinión del Congreso acerca de las medidas de seguridad que debían tomarse frente a los europeos sospechosos. Fue también encargado para la redacción de una ley que eximía a los estudiantes del servicio militar obligatorio.

     Su formación liberal lo llevó para ser propuesto como integrante de una comisión a fin de discutir las propuestas legales acerca de los derechos del hombre, concentradas en la inviolabilidad del hogar y las circunstancias en las que éste podía ser allanado. Además, debía ser llevada a discusión una propuesta de Yanes en lo atinente al respeto de la inviolabilidad de papeles privados y la correspondencia oficial.

     Luego del terremoto del 26 de marzo de 1812, la oposición frente a la República recién instaurada se acrecentó. Tres meses después Francisco de Miranda ordenó el arresto y el secuestro de bienes del arzobispo Narciso Coll y Prat. Para tal acción se encomendó al deán José Cortés de Madariaga y a Francisco Javier Yanes. No obstante, esta resolución no se llevó a cabo por las argumentaciones legales que expuso Yanes ante Miranda y frente al gobernador militar, coronel José Félix Ribas, debido a las consecuencias políticas que tal acción pudiera afectar al orden establecido.

     Al caer la Segunda República Yanes huyó a las Antillas, pero para 1816 ingresó a los llanos de Casanare y Apure, donde ocupó el cargo de auditor de guerra. En el transcurso del año 1818 fue nombrado diputado suplente de la provincia de Casanare para representarla en el Congreso de Angostura. El 24 de febrero de 1819 lo eligieron, por la mayoría de los representantes agrupados en el Congreso de Angostura, integrante del Proyecto del Poder Judicial, al lado del diputado Juan Martínez. Al culminar la batalla de Carabobo, algunos realistas se atrincheraron en Puerto Cabello y lograron sostenerse con los auxilios financieros provenientes de la isla de Curazao, donde se había refugiado un contingente de personas contrarias a las propuestas republicanas. Como presidente de la Corte de Almirantazgo, recomendó a Carlos Soublette, vicepresidente de Venezuela, un bloqueo de Puerto Cabello con lo que logró neutralizar aquel fuerte controlado por algunos realistas.

     Para 1826, se creó en Bogotá la Academia Nacional de Colombia de la que Yanes formó parte como uno de sus integrantes. Simón Bolívar lo comisionó, junto con José María Vargas y Felipe Fermín Paúl para instituir un proyecto de policía urbana y rural que había sido ideado por Yanes. En el mismo año de 1827 fue escogido por el gobierno de Colombia para que dirigiera los Estudios Generales en el departamento de Venezuela, en compañía de Andrés Narvarte y Felipe Fermín Paúl.

     Con la creación de la Sociedad Económica de Amigos del País, decretada en octubre de 1829, Yanes pasó a formar parte de ella con vistas al fomento del desarrollo económico y social de la república. En la nueva República, instaurada en 1830, Yanes llegó a ser diputado, así como consejero de gobierno y magistrado del Poder Judicial. Al lado de la actividad pública se concentró en el cuidado de sus propiedades dedicadas al café en los perímetros de Caracas. De igual manera, continuó dictando sus cursos acerca de ciencias y teoría política.

     Francisco Javier Yanes dejó varios escritos no sólo dedicados a la historia reciente de Venezuela. También elaboró un texto bajo el seudónimo Un venezolano, que llevaría por título Manual político del venezolano. Texto en el cual desplegaría una serie de consideraciones acerca de los conceptos libertad, igualdad, seguridad, propiedad y felicidad, entre otros. Dichos conceptos indican una lectura del credo liberal bastante extendido en estos tiempos de edificación republicana. Es cierto que algunas argumentaciones políticas se concentraron en la vertiente liberal del pensamiento, aunque también se añadieron consideraciones dentro de la dimensión política propuestas del humanismo cívico y del republicanismo, como principio cardinal para alcanzar la felicidad. Concepto éste que abarcó una serie de aspectos de la vida social contextuados en la virtud o, mejor, la magnanimidad.

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