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Felipe Larrazábal: Un biógrafo conspirador

Felipe Larrazábal fue uno de los primeros en recopilar los escritos de Simón Bolívar

     Si se busca en los registros de google quien fue Felipe Larrazábal (1816-1873) seguro se encontrará información acerca de él como la siguiente: fue un músico, abogado y político venezolano. Hombre de letras y cultivador de las bellas artes, destacado por su labor musical en Venezuela y su participación para lograr la libertad de imprenta. Fue un representante del romanticismo venezolano y uno de los primeros en recopilar los escritos de Simón Bolívar.

     Sin embargo, tuvo una activa vida política, al lado de sus inclinaciones como publicista y un letrado preocupado por el porvenir político de Venezuela. En 1871 salió de territorio venezolano para refugiarse en la isla de Curazao. Durante su permanencia en ella no dejó de conspirar, junto con Matías Salazar (1828-1872), un connotado representante del liberalismo venezolano, contra el gobierno del Autócrata Civilizador, Antonio Guzmán Blanco. El gobierno de éste les había proveído de recursos económicos para aliviar su situación de exiliados. Sin embargo, invirtieron esos recursos en la compra de armamento para invadir Venezuela y derrocar al gobierno.

     Mientras Larrazábal permaneció en la isla de Curazao, ya sin recursos económicos, Matías Salazar emprendió camino a perpetrar la invasión y, junto con ella, derrocar a Guzmán Blanco. No obstante, las cosas no le salieron como las había ideado en su plan. Salazar fue capturado y luego sería fusilado en el mes de mayo de 1872.

     Aunque Larrazábal conservó bajo su protección tres mil cartas inéditas del Libertador y un manuscrito dedicado a una biografía acerca del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre. Además, tenía una ventaja representada en el manejo de las artes musicales y los bailes de los que supo sacar ventaja.

     No dejó de pensar en llevar a cabo una publicación en la que las misivas de Simón Bolívar se dieran a conocer. Pensaba Larrazábal que el preciso y fiel conocimiento de la vida y obra del Libertador se encontraba en su correspondencia. 

     En la parte introductoria de La vida y correspondencia general del Libertador Simón Bolívar (1863) escribió Larrazábal que no se podían perder de mengua, “los datos y noticias más exactas; las apreciaciones más interesantes, que están en nuestras manos”. Durante su exilio se propuso como meta hacer llegar al público lo que él consideraba testimonios cruciales y así dar a conocer lo que en vida había se cristalizado con las acciones del Libertador.

     Desde Curazao emprendió la marcha hacia otros rumbos, donde pudiese encontrar el impresor adecuado para la tarea impuesta. Desde esta isla se trasladó a la ciudad de Nueva York, en donde permaneció una corta temporada para de ahí dirigirse a Francia, donde se llevaría a cabo la impresión de las cartas de Bolívar y la biografía preparada acerca de Sucre. El año de 1873 se embarcó en el bajel Ville du Havre. Sin embargo, la embarcación chocó en Alta Mar con otra nave y se hundieron en sus aguas las cartas que desde joven se dedicó a coleccionar y con ellas la vida de Larrazábal. Esto sucedió el 23 de noviembre de aquel año.

     Cuando se habla de letrados y publicistas venezolanos del 1800, se recuerdan los casos emblemáticos de Francisco Javier Yanes, Rafael María Baralt, Juan Vicente González y el propio de Felipe Larrazábal. Como sucedió en el decimonono la biografía se convirtió en la narrativa predilecta de quienes se dedicaron a la historia en tiempos de edificación republicana. Durante este período la biografía jugó un importante papel en la creación de una conciencia histórica, cuya mejor característica fue la exaltación heroica y el enaltecimiento de la gloria y el honor. Se pensaba, en este tiempo, que la historia sería el baluarte fundamental para fortalecer el denominado carácter nacional del venezolano.

     Lo que se suele destacar de Larrazábal fue su actitud combativa en la querella política, un destacado músico y un dedicado jurista. Sus progenitores eran originarios de Bilbao, España. Por circunstancias que se presentaron entre los años de 1814 y 1816 en Venezuela, los padres de Larrazábal decidieron volver a España, donde de Cádiz pasaron a Madrid y fijaron residencia en la capital española. En esta ciudad Felipe Larrazábal, al lado de sus hermanos, Juan Manuel y Juan Antonio comenzaron sus estudios de música. De vuelta en Venezuela, para 1830, continuarían sus estudios musicales bajo la orientación de Atanasio Bello, quien fue uno de los fundadores, junto con José María Izaza, de la Sociedad Filarmónica en 1831 a petición de José Antonio Páez. Felipe Larrazábal también fue discípulo de un laureado flautista, Juan Meserón, al igual que de Juan José Tovar en el Colegio de la Independencia cuyo diseñador fue Feliciano Montenegro Colón.

     Junto con sus hermanos tocaba en la Orquesta Filarmónica de Caracas, bajo la batuta de Toribio Segura. En conjunto con la actividad musical, Felipe Larrazábal ejecutaba trabajos de traducción de libros porque conocía el latín, el griego, el inglés, el francés y el italiano. Entretanto, estudiaba derecho en la Universidad Central y redactaba artículos de prensa para el periódico La Bandera Nacional. En 1842 recibió el título de Doctor en Derecho y pronto comenzó a ejercer su profesión en la ciudad de Caracas. También ejercicio la docencia en el Colegio de la Independencia donde dictó clases en la cátedra de Derecho Natural, a la cual se ofreció a impartir sin compensación económica.

     Larrazábal figuró entre los fundadores de la agrupación política denominada La sociedad Liberal, creada en 1840. Uno de los propósitos de esta organización fue enfrentar a quienes propulsaron la Ley de abril de 1834. Como varios de sus coetáneos abrazó algunas propuestas del credo liberal en su vertiente política, aunque las combinó con ideas provenientes del cristianismo, en especial, lo relacionado con la fraternidad y la igualdad natural de los seres humanos. En lo referente al liberalismo político rechazó varios de sus principios.

Felipe Larrazábal conservó bajo su protección más de tres mil cartas inéditas del Libertador

     Sus mayores argumentaciones, en este orden de ideas, las esbozo frente a la Ley del 10 de abril. La consideró una ley que estimulaba la usura, además de provenir de argumentos trazados por parte de economistas y enciclopedistas del siglo XVIII y quienes se habían apropiado de estas ideas en Venezuela, pretendían convencer a los venezolanos que la tasa de interés representaba una descarada violación de la propiedad. Bajo estos conceptos alcanzó a anotar que los pensadores del siglo XVIII mostraron una disposición destructora frente a las bondades que el cristianismo proponía como beneficios perdurables en las potestades civiles.

     Entre sus textos de examen respecto a la situación política en Venezuela, lo ofreció en su estudio titulado Ojeada histórico – política sobre Venezuela en los catorce años de su administración constitucional, cuyo año de aparición fue en 1844 en El Venezolano.

     Entre las reflexiones en él presentadas señaló que la oligarquía venezolana se había originado en el año de 1836. Fue a partir de este año que este grupo se dio a la tarea de monopolizar todos los cargos públicos en detrimento de las libertades civiles y la aplicación de las leyes. Como ejemplos citó el caso del Código de Imprenta, con el que se estableció la censura ejercida por el impresor, en 1839, y para 1841 se instituyó el Banco Nacional, “compuesto en su mayor parte de extranjeros, y hasta su dirección está a cargo, en mengua de nacionales, de William Smith, ciudadano inglés”.

     A los treinta años de edad llegó a ser diputado por Caracas. Junto con sus hermanos, Salvador y Juan Manuel, fundaron un impreso, opuesto al gobierno, que llevó por nombre El Patriota. Fue un órgano periodístico que promovió la candidatura por la carrera presidencial de Antonio Leocadio Guzmán. Fue a raíz de esta iniciativa que se enemistó con Juan Vicente González adversario, para ese entonces, de la candidatura a la presidencia de Guzmán. Para 1845 la publicación de El Venezolano dejó de circular. Sin embargo, surgieron otros impresos promovidos por los liberales como El Patriota y que también se editaban en la imprenta de Guzmán, entre ellos se encontraban El Trabuco, Las Avispas, El Sin Camisa y La Centella.

     Durante la campaña electoral de 1846 la prensa escrita sirvió para desplegar razonamientos en el contexto de la querella política del momento. Larrazábal fue un entusiasta defensor de la candidatura guzmancista porque asoció a Guzmán con la creación del liberalismo en Venezuela y como el segundo Bolívar, la elección recayó en José Tadeo Monagas, candidato al que Páez le dio aval, aunque mostrara arrepentimiento tiempo después. Al poco rato, Larrazábal llegó al convencimiento de que la candidatura que el favoreció no llegó a calar en todo el territorio nacional y que la misma estuvo concentrada en la región central de Venezuela.

     El ventajismo de quienes tenían en sus manos las decisiones públicas rebasó toda posible concordia frente a los liberales de Guzmán. Desde el poder presidencial y desde el Parlamento se idearon distintas artimañas para sacar del ruedo electoral a Guzmán. Incluso en pleno conteo de votos se le birlaron votos a favor, acciones a las que hicieron frente Guzmán y Larrazábal. Bajo este contexto, el primero de septiembre de 1846 un grupo de seguidores de Guzmán se levantaron en armas al grito de “mueran los oligarcas”. Ya para octubre, momento cuando se llevaron a cabo las elecciones, la rebelión había sido sometida. La elección le fue favorable al candidato paecista: José Tadeo Monagas.

     Debido a este caldeado ambiente Felipe Larrazábal había emprendido el camino, junto con Blas Bruzual, del exilio hacia Curazao. Sin embargo, Monagas extendió un indulto, el 8 de junio de 1847, y Larrazábal logró regresar al país. No siguió el camino de la oposición y se plegó al nuevo gobierno, por tal razón, se le encargó de la redacción del nuevo órgano informativo titulado El Constitucional. Para este entonces la escena política venezolana se mostró con una mayor disposición autoritaria en la relación gobernantes – gobernados. La impronta de los eventos del 24 de enero de 1848 marcaría la pauta del autoritarismo y el irrespeto al pacto constitucional.

     Larrazábal llegó a ocupar altos cargos durante el periodo de los Monagas. Gracias a una resolución proveniente de la vicepresidencia de la república se ordenó que los jueces de primera instancia, jefes políticos y administradores de rentas públicas de Caracas tenían que cesar sus funciones y, por tanto, proceder al nombramiento de nuevos representantes de los cargos cesantes. De este modo Larrazábal llegó a ocupar el cargo de juez de primera instancia en sustitución de Pedro R. Peraza. También ocupó otras plazas en la administración de los Monagas: diputado al congreso de 1849, por Caracas, miembro principal de la Dirección General de Instrucción Pública, oficial mayor de rentas públicas y agente confidencial en Holanda. Dentro de la administración pública se destacó como uno de los promotores por la abolición de la esclavitud.

     En 1869, a raíz de la creación de Unión Liberal, promovida por Antonio Guzmán Blanco y su padre, Antonio Leocadio Guzmán, Felipe Larrazábal los acompañó como miembro fundador. Para este momento Venezuela continuaba siendo pasto de rencillas políticas que se dirimían por la vía de las armas. Existía un grupo denominado Los Lincheros, promovido por personas cercanas a los Monagas y que sembraban temor y zozobra entre los que consideraban sus opositores.

     Tiempos mejores pensó Felipe Larrazábal vendrían con la toma del poder por parte de Antonio Guzmán Blanco. Con seguridad llegó a corroborar como algunos utilizan las ideologías políticas para provecho personal y de sus acólitos. De nuevo el credo liberal sirvió para legitimar el autoritarismo. Se le presentó otra oportunidad para la conspiración en contra de quien creyó llevaría a Venezuela por el camino de la magnanimidad, se equivocó otra vez y recurrió a lo que en ese momento se presentaba como única oportunidad de cambio, la conspiración armada. Aunque sin olvidar su pasión por la historia que cultivó hasta el día de su infausta muerte.

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