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Caracas, una percepción entre el siglo XIX y el XX

Para 1810 residían en Caracas cerca de 50.000 almas

     A lo largo de la historia, la ciudad ha sido objeto de distintas consideraciones, en especial su papel en el desarrollo de una nueva forma de acumulación, distribución e intercambio basada en el modelo capitalista. Por lo general, se tiende a confundir este importante escenario de la era y mundo moderno porque, por lo general, muchos creen que ella surgió en la modernidad o con el capitalismo. Sin embargo, la ciudad es de larga data y su papel dentro de las comunidades humanas ha cambiado en conjunto con las esferas económica, social, política, económica y cultural.

     En el texto Fábrica de ciudadanos. La construcción de la sensibilidad urbana (Caracas 1870-1980) su autor, Rafael Cartay (Barinas, 1941) le dedica un aparte, de unas treinta páginas, que vale la pena rememorar y que me permite disertar acerca de la ciudad y sus inherencias caraqueñas. Este historiador venezolano inició su disertación al poner en evidencia que una gama de especialistas, en temas dedicados a la ciudad, no han logrado llegar a conclusiones definitivas respecto a su verdadera significación histórica.

     Cita un ejemplo, de hecho, el dominante y divulgado por quienes se asumen legatarios del marxismo, la de oponer al “campo”, o la oposición rural – urbano. Durante las décadas del sesenta al ochenta fue una preocupación entre universitarios, en especial geógrafos.

     Cartay prefirió un enfoque más actual según el cual la ciudad guarda en su seno lo rural, es decir, si se pretende una aproximación a su rol en la historia, debe ser asumido su estudio bajo un lente plagado de heterogeneidad, pluralidad, cruces e intersecciones. En todo caso, lo recomendable es extender un estudio donde se destaque la multiplicidad y la variedad de los intercambios humanos de los que ella ha sido escenario. El autor subraya la necesidad de estudiar el proceso histórico en el que se contextualiza su conformación moderna. De igual manera, reveló la necesidad de un acercamiento a las redes económicas, las formas de intercambio de bienes y servicios que ayudan a satisfacer las necesidades de sus pobladores como de otros más allá de sus linderos.

     Una de las primeras consideraciones que hace este historiador acerca de este tema es que, el proceso de urbanización en el país “ha sido tardío pero explosivo”. Esto se evidencia con los cambios que comenzó a experimentar Venezuela en el siglo XX. Hablar de una ciudad moderna antes de esta centuria resultaría arriesgado puesto que el territorio venezolano fue teatro de cambios importantes, en lo concerniente a su urbanismo, en la década del treinta del 1900. Cartay tomó algunas cifras de un estudio hecho por CORDIPLAN en 1968. Según se estimó en este año para 1936 un 66 por ciento de la población era rural y el resto, un 34,7 por ciento, ocupaba espacios urbanos.

     El cambio fue rápido porque para 1961 el 67,5 por ciento de la población era urbana y un 32,5 por ciento rural. Para la década del noventa cerca de un ochenta por ciento de la población había devenido urbana. Se debe agregar que este vertiginoso giro no fue un atributo venezolano, también en otras porciones territoriales del orbe sucedió algo similar. Cartay adjudicó estas transformaciones al aporte de las migraciones externas y por medio del despliegue de las políticas de salud pública. Por supuesto, estos cambios concitaron otras situaciones al interior de las ciudades, en especial, en lo que refiere a los inmigrantes internos y externos. Distintos estudios señalan que Caracas, en la primera década del 1900, no superaba los noventa mil habitantes. La capital de la república no mostraba grandes contrastes con respecto a su estructura durante el 1800, con calles estrechas, pavimentadas en el Centro, pocas aceras, casas de un solo piso, con ventanales que sobresalían e impedían un tránsito fluido por las aceras, las casas de mampostería las poseían quienes tenían recursos económicos. Era la Caracas de los techos rojos a las que Pérez Bonalde dedicó algunos de sus poemas y Núñez sus eruditas crónicas.

Caracas, hacia 1920 contaba con 118.000 pobladores, y treinta años más tarde, superaba el millón de personas

    Cartay resume en pocas palabras lo que Picón Salas y García Sánchez escribieron acerca de una Caracas decimonónica en pleno siglo XX. Quienes venían de La Guaira se encontraban con Caño Amarillo adonde se asentaban familias en casuchas de barro y techos de zinc, pulperías regentadas por isleños y las lavanderías administradas por chinos, coches halados por caballos, mulas con las que se trasladaban mercancías, pensiones miserables y burdeles de mala reputación.

     Caracas continuaba siendo una ciudad con pocas atracciones, salvo las retretas y tertulias de la Plaza Bolívar o las visitas a la iglesia, con dos salas de cine y un solo hotel con algunas comodidades, el Klindt. Una ciudad en la que aún se veían restos del sismo de 1812 y merodeadores sin calzado y trajes harapientos.

     La fundación de Caracas fue tardía respecto a otras ciudades del orbe. Después de sesenta y nueve años de haber desembarcado los primeros contingentes españoles, en 1567 fue fundada a instancias de Diego de Losada, luego de la fundación de El Tocuyo, Coro y Cumaná. Para 1810 residían en ella cerca de 50.000 almas. Hacia 1920 contaba con 118.000 pobladores, en 1956 superó el millón de personas, dos millones para 1965 y los tres millones para 1990. Cartay recuerda que para 1965 albergaba una quinta parte de la población del país, “pero en ella se cometía más de la mitad de todos los delitos registrados en el país”.

     Ya para este año se cifran en un número de 400.000 familias habitando en ella y que llevaban su existencia diaria en ranchos que no contaban con servicios básicos. Una población que fue sembrando en su aparato psíquico la desesperanza, el abandono y el resentimiento. La ciudad comenzó a extenderse hacia el lado sur del río Guaire, con un puente y un tranvía, abriendo paso a la urbanización El Paraíso. Luego de la década de 1930 se desplegó hacia el lado este. Cartay estableció que, la ciudad comenzó a alejarse de sus atributos “y se vuelve anárquica y policéntrica, sin principio ordenador y sin reglas, continuamente en transición hacia un modelo que nadie conoce ni regula”.

     El autor califica al año de 1920 como el de la transición de una comarca meramente rural a una de predominio urbano. En este año la capital de la república contaba con algunos servicios públicos rudimentarios, como electricidad, teléfonos, acueductos y cloacas. Una ciudad aldeana con matices afrancesados heredados de los tiempos de Guzmán Blanco desde la década de 1870. Para este año de 1920 había 13.476 viviendas, cifra no muy distinta a la de 1890 que fue de 13.419 viviendas. Los caraqueños vivían en insalubres “corralones” o casas de vecindad, con un solo baño. Caracas comienza a cambiar su fisonomía después del fallecimiento de Juan Vicente Gómez, en diciembre de 1935.

     La ciudad que se comienza a transformar en este tiempo vio alentado el ímpetu modernizador a la luz de los ingresos petroleros. En 1938 se creó la Dirección de Urbanismo. Quienes la encabezaron buscaron asesoría de ingenieros franceses para elaborar un plan de urbanismo en correspondencia a lo que ya se venía realizando en ciudades como Buenos Aires, La Habana, Santiago de Chile y Bogotá. Bajo esta iniciativa se estableció el Plan Rotival (1940). Aunque no fue generalizado lo que desde sus propuestas se llevó a cabo se construyó la avenida Bolívar, inaugurada el 31 de diciembre de 1949 y se reorganizó el barrio El Silencio que, anteriormente, amparó en su seno prostíbulos, bares con mala reputación y la concomitante miseria.

Panorama de Caracas, Venezuela circa 1900.

     Quizás, las mayores evocaciones relacionadas con el cambio de la ciudad sean la fundación de la urbanización El Paraíso, mediante un decreto de Andueza Palacio en 1891, con lo que lugares como El Calvario, Antímano y Los Chorros fueron desplazados como sitios de esparcimiento, y la aparición del tranvía eléctrico en 1905, cuyo recorrido era Caño Amarillo y Sabana Grande. Escribió Cartay que la urbanización El Paraíso fue el primer urbanismo moderno de la ciudad.

     Su prístino nombre fue Ciudad Nueva. Se estableció en los antiguos terrenos de la hacienda de los Echezuría, adquiridos en 1890 por la Compañía de Tranvías de Caracas. Luego de cuatro años se establecieron las primeras viviendas cuyos primeros ocupantes fueron las familias Boulton, Eraso,Torres Cárdenas, Francia, Zuloaga y Pacanins.

     Para 1906 el Jockey Club adquirió unos terrenos donde se construyó el hipódromo, inaugurado en 1908. Cuando la urbanización se extendió lo hizo en correspondencia con la avenida 19 de Diciembre. 

     Durante los primeros treinta años del 1900 fue un lugar de distracción porque concentraba un hipódromo, una gallera, un campo de atletismo propiedad de alemanes, el estadio de béisbol Los Samanes, una amplia laguna, el parque de La República y las plazas Petión y Madariaga. A finales del 1800 se construyó un edificio, sede de la primera exposición industrial de Venezuela (1895), el que luego serviría para labores educativas que lleva por nombre San José de Tarbes.

     Los más desafortunados fueron extendiendo la ciudad hacia el lado oeste. Asentamientos como Barrio Obrero, San Agustín del Sur, Agua Salud, Catia, Los Jardines del Valle se constituyeron en las primeras décadas del 1900. En los primeros veinte años de esta centuria la ciudad se expandió hacia el este. Primero fueron Los Chorros, a los que le seguirían, La Florida, Las Delicias de Sabana Grande, Campo Alegre, el Country Club, Altamira, La Castellana y Los Palos Grandes, entre otros. Las primeras edificaciones para los sectores de menores recursos se llevaron a cabo en la década de 1950 e inspiradas en construcciones francesas.

     En palabras de este historiador barinés, las restricciones topográficas del estrecho valle caraqueño que acota el área habitable y utilizable por las actividades económicas, administrativas, políticas, sociales y de esparcimiento, contribuyó a que los espacios territoriales incrementaran su valor. Ello contribuyó, en gran proporción, a que los pobladores de escasos recursos recurrieran a invadir las colinas aledañas. Los sectores más pudientes llevaron a la ciudad un patrón lineal y alargado, “disperso y de altos costos”. Mientras los más pobres ocuparon terrenos poco estables y en el lecho de quebradas. La denominada clase media que comenzó a crecer a mediados del 1900, “se ubicó dentro de un patrón de alta densidad, conocida como de ‘propiedad horizontal’, en diversas localizaciones”.

     Lo que denomina Cartay “patrón segregacionista” responde a la misma forma como se encuentra estructurada la comunidad nacional y la sociedad venezolana. También, esta segregación se puede apreciar en otras grandes capitales de los distintos países latinoamericanos. De acuerdo con él, ha sido la concentración de la burocracia estatal e industrial las que han contribuido con la segmentación de la población. Cartay ofreció algunas cifras ilustrativas en lo concerniente a este asunto. Para 1967, en la ciudad capital se concentraba el 46 por ciento del personal contratado por la industria y la mayor parte de los empleados del Estado. Años después, en 1980, las cifras se mantenían o se habían elevado, puesto que el 66 por ciento de los establecimientos industriales del país se localizaban en las regiones capital y central, “con más del 45 por ciento del capital fijo y más del 70 por ciento del personal empleado en el parque industrial del país”.

     En términos generales, Caracas rememora el cerro El Ávila, también su viabilidad a la que las autoridades han prestado mayor atención. Una característica les acompaña a las distintas edificaciones en ella asentadas, ventanas y puertas tras rejas de seguridad, un deteriorado sistema de transporte público, con escasos lugares de esparcimiento, pero sí con una variedad de centros comerciales y ventas callejera de comidas. En fin, lo que se puede apreciar en la vía pública expresa lo que un desarrollo inarmónico y anárquico ha hecho de la capital venezolana.

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