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Orígenes del Cementero General del Sur en Caracas 1875-1904

     El 5 de julio de 1876, se inauguró el cementerio en presencia del presidente de la República, general Antonio Guzmán Blanco; diez días más tarde, se sepultó en ese camposanto el primer cadáver. En 1889, se adquirió un lote de terreno para realizar la primera ampliación del cementerio. El investigador histórico Manuel Landaeta Rosales realiza en este trabajo una minuciosa recopilación de los primero 30 años este singular recinto

     El caraqueño Manuel Landaeta Rosales (1847-1920) fue un militar durante su juventud, pasando luego a desempeñar importantes cargos en la administración pública hasta 1889, cuando se dedicó con ahínco a la investigación histórica. Realizó importantes trabajos de acopio, resguardo y divulgación de documentos históricos. El mencionado año de 1889 fue designado director de la oficina responsable de la edición y publicación de la Gran recopilación geográfica, estadística e histórica de Venezuela, labor que llevó a cabo con una encomiable minucia. Entre sus numerosas obras, en las que destacan publicaciones, manuscritos y compendios sobre los periodos de gobierno de Antonio Guzmán Blanco, Juan Pablo Rojas Paúl, Joaquín Crespo, Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, está la historia del Cementerio General Sur, desde su creación, en 1875, hasta 1904; allí demuestra su insuperable y valioso trabajo.

Mausoleo del ex presidente de la República, general Joauqín Crespo, 1898

Así nació el Cementerio General del Sur

     “Al regresar el general Antonio Guzmán Blanco, presidente de la República, de la campaña de Coro, en marzo de 1875, se ocupó de la necesidad que tenía Caracas de un cementerio adecuado para su población que llenara las condiciones de capacidad, decencia e higiene necesarias. Al efecto comisionó al gobernador del Distrito Federal, general Lino Duarte Level, para localizar el terreno conveniente para tal objeto. Este, acompañado de su secretario, el doctor Miguel Caballero, recorrieron los alrededores de Caracas y se fijaron en el Rincón de El Valle en un terreno que llamaban Tierra de Jugo (diz que por el apellido de uno de sus antiguos dueños), terreno que forma una planicie inclinada suavemente y rodeada de colinas a su espalda. El general Guzmán Blanco, acompañado del mismo Duarte Level, del ingeniero Jesús Muñoz Tébar, Ministro de Obras Públicas, y de otras personas más, vio el terreno y lo creyó apropiado a su objeto.

     El 13 de julio de aquel mismo año de 1875, se dictó una resolución a través del Ministerio de Obras Públicas, mandando construir el cementerio en el lugar referido.

     El plano y presupuesto para la obra lo levantó el citado ingeniero Muñoz Tébar, quien dirigió los trabajos.

     La Junta de Fomento para la obra la compusieron los señores Carlos Arvelo, Juan Bautista Picard y Guillermo Espino.

     El 3 de julio de 1876, el general Guzmán Blanco dictó un decreto declarando abierto al público aquel cementerio, el 10 del mismo mes y año, y prohibiendo enterrar en los otros existentes, que eran “Los Hijos de Dios”, “Las Mercedes”, “San Simón”, “Los Canónigos”, el de “Los Ingleses” y el de “Los Alemanes” y en los Templos, Capillas y otros lugares.

     El mismo 3 de julio dictó el Concejo Municipal el Reglamento del Cementerio, siendo presidente de aquel cuerpo el general Francisco Tosta García, gobernador del Distrito Federal, y secretario del Concejo el señor Carlos Blanco Aranda.

     El 5 del mismo mes de julio, se inauguró solemnemente el cementerio en presencia del general Guzmán Blanco, que fue allí acompañado por muchos empleados de la nación y del municipio, fuera del gran número de ciudadanos que concurrieron al acto. Entre los circunstantes se hallaba el señor Roque Cocchia, delegado Apostólico de Su Santidad Pío IX y el Cuerpo Diplomático. El señor Carlos Arvelo, presidente de la Junta de Fomento del Cementerio, hizo entrega de la obra al Ministro de Obras Públicas, ingeniero Muñoz Tébar, después de un discurso análogo al solemne acto, y éste se dirigió al gobernador Tosta García poniéndolo bajo la égida del Concejo Municipal que éste presidía. El administrador del cementerio, general Salvador Quintero, hizo constar todo en un libro titulado Anales del Cementerio General del Sur.

     El costo de la obra hasta su inauguración, inclusive el mobiliario del edificio de la Administración, alcanzó a los 45.753, 78 venezolanos, o sea 228.768,90 bolívares.

Marmolería Riversi, 1904

Primer entierro

     El primer cadáver que se sepultó en el Cementerio General del Sur, el 10 de julio de 1876, fue el de Bonifacio Flores, de Valencia, miembro de la banda de música de Caracas. También se enterraron allí el mismo día, al general Guillermo Goiticoa, de Caracas, y a José Conrado Olivares, de Guayana, todos adultos.

     El 7 de febrero de 1877, se extendió hasta el Registro Público de esta capital, la escritura del terreno del cementerio, comprado a varias personas. Consta de 117 hectáreas y 6.818 metros siendo su importe de 2.400 venezolanos o sea 12.000 bolívares. El tesoro municipal erogó la suma.

     A petición de muchas personas de Caracas, el Concejo Municipal facultó el 12 de julio de 1877 al gobernador del Distrito Federal, para que hiciera abrir al público los cementerios que estaban clausurados desde el 10 de julio del año anterior; y aquél, que lo era entonces el general Rafael Carabaño, así lo ordenó por resolución del día siguiente, quedando el Cementerio General del Sur clausurado por entonces.

     Triunfante la Revolución llamada de la Reivindicación en febrero de 1879, vino de Europa el general Guzmán Blanco a ponerse a la cabeza de ella con el carácter de Supremo Director, y uno de sus primeros actos fue hacer poner en actividad nuevamente el Cementerio General del Sur y clausurar los otros, como se ve en la resolución del gobernador interino del Distrito Federal, doctor José María Manrique, de fecha 4 de marzo siguiente.

     El señor José Félix Blanco celebró con el gobernador del Distrito Federal el 20 de mayo de 1884, un contrato para establecer una Empresa Funeraria y Cerería estilo americana, y para la construcción de bóvedas subterráneas de mampostería o metal, pero no se llevó a cabo tal contrato.

     El 1 de agosto de 1887, el general Guzmán Blanco dictó un decreto mandando abrir una cortada en las colinas del Portachuelo de El Valle, para prolongar la calle Sur 5 y acortar la distancia al Cementerio General del Sur.

     Al fin de aquella cortada iría una capilla donde se rezarían los oficios a los difuntos. La Junta de Fomento de estos trabajos la compusieron los señores Guillermo Espino, Bonifacio Coronado Millán y Luis R. González y el ingeniero director Juan de Dios Monserrate, y fueron inspectores, el general Gregorio Cedeño Colón, primero, y después, David Montiel. Los trabajos de la cortada que nunca se llevó a cabo completamente, alcanzaron el valor de Bs. 241.348,77 y los de la Capilla Bs. 40.855,50. Esta última no se concluyó tampoco y fue demolida más después de 1893.

     El agua potable se condujo al cementerio por un contrato con el ingeniero Juan de Dios Monserrate, en 1888, pues los trabajos y el riego de los árboles y arbustos se hacían con el agua de una acequia del señor Guillermo Espino que corre cerca de allí.

Ampliación del cementerio

     El 15 de noviembre de 1889, se compró el segundo lote de terreno para ensanchar el cementerio. Su extensión alcanza 51.154 metros y su precio fue de Bs. 10.000, que pagó la nación. Esta escritura fue registrada en esta ciudad, hallándose inserta, como la del terreno primitivo, en la memoria que el gobernador del Distrito presentó al Congreso de 1899. Los linderos son los siguientes: El del primer terreno comprado en 1876, así: por el Norte, Sur y Oeste, las filas de los cerros, cuyas vertientes caen al terreno plano del Cementerio; y por el Este, la portada y paredones allí construidos.

     Los comprados en 1889, éstos: por el Norte, el cementerio general del Sur, camino llamado de la pica con terrenos de Antonio Pulido, Isidoro Obregón e Hipólito Molina; por el Naciente, terrenos del propio vendedor José de jesús González; y por el Poniente, la fila del cerro conocida con el nombre de Guarataro.

     Las primeras aceras del interior del cementerio se hicieron por un contrato entre Eloy Escobar Llamozas y el gobernador, trabajos que corrieron en 1890 por cuenta del Ministerio de Obras Públicas, costando Bs. 24.650.

     Por resolución de la Gobernación del Distrito Federal, de fecha 24 de septiembre de 1891, se nombró una Junta de Fomento para el cuido, mejora y conservación del cementerio, la cual la compusieron los señores Guillermo Espino, Luis R. González, Manuel Oramas y Guillermo Anderson.

 

     El 15 de diciembre de 1892 el señor A. M. Jelambi dirigió unas proposiciones al gobernador del Distrito Federal para empedrados monolíticos y aceras de concreto romano dentro del cementerio y principió los trabajos el 10 de febrero de 1893 y se suspendieron el 10 de noviembre siguiente, después de un gasto de Bs. 111.638,40.

     El boulevard que conduce de El Rincón de El Valle al cementerio, se hizo de 1893 a 1896, durante el gobierno del general Joaquín Crespo. Las aceras y camellón por varios encargados y contratistas y los árboles lo mismo.

     Los señores Enrique Fánger y Fernando Morales, formaron en 1893 una “Agencia Sepulcral”, para asear, cuidar y conservar las tumbas y para construir catafalcos en el cementerio, la cual duraría como ocho meses en actividad. 

     El señor Nicolás Arturo Díaz estableció en 1894 la Agencia “Cruces-marcas”, para las sepulturas. Después de muerto aquél, siguió su esposa en la misma agencia, hasta que muerta aquélla también, siguió el mismo negocio su hermano Manuel Camacho.

     El señor Adolfo Ruiz hizo un contrato por cinco años con el gobernador del Distrito el 11 de mayo de 1895, para construir bóvedas portátiles de concreto romano para sepultar en el cementerio General del Sur. El Concejo Municipal lo aprobó el 15 de julio siguiente, pero para principios de noviembre de 1898 terminó.

     El tranvía al cementerio que parte de la línea férrea de Caracas a El Valle, se inauguró a mediados de noviembre de 1895.

     El Concejo Municipal del Distrito Federal dictó otra Ordenanza sobre cementerios el 11 de julio de 1897 y derogó la del 3 de abril de 1876.

     El primer cuadro demográfico que se ha formado en Caracas fue del año 1897, que hizo el general Carlos Márquez García, siendo administrador del cementerio, por primera vez, cuadro que se insertó en el diario El Derecho, número 394, de 10 de enero de 1898. Además adelantó el trabajo de otros años anteriores para formar la demografía de Caracas desde 1876 en adelante.

El 5 de julio de 1876, se inauguró el cementerio en presencia del presidente de la República, general Antonio Guzmán Blanco

     El señor Julio Carrera hizo un contrato con el Concejo Municipal de Caracas para construir a su costa una capilla funeraria que llamaría “Cruz de María”, para depósito de restos humanos, la cual se levantaría frente al cementerio. A los veinte años pasaría a ser propiedad municipal. El contrato se firmó el 23 de junio de 1898, pero no se llevó a cabo.

     El gobernador del Distrito Federal, por resolución de 2 de noviembre de 1898, nombró una Junta administradora del cementerio, compuesta de los siguientes ciudadanos; Federico Alcalá, Miguel R. Ruiz, Pedro Pablo Azpúrua Huizi, Juan Bautista Egaña y Eduardo Montauban. Dicha junta fue eliminada el 10 de marzo de 1900, pero el tesorero Montauban había renunciado días antes y en su lugar estaba el señor Pablo S. Guerra. Esta junta hizo arreglar los registros de defunciones en forma estadística: reglamentó la construcción de bóvedas y fosas, construyó 13 aceras de concreto romano con 843 metros de longitud todas, como se ve del informe que pasó el 12 de noviembre de 1899, que corre inserto en la Gaceta Oficial número 7.785 del 24 del mismo mes y año.

     Los entierros se efectúan en Caracas en carros fúnebres desde 1868, y todavía muchos acostumbran hacerlo en lo que llaman Andas y a la mano de párvulos.

     El servicio se hace desde hace más de 40 años por “Agencias Funerarias” montadas al estilo moderno y más adelantado. También el “Tributo a los Pobres”, asociación benéfica fundada el 1° de junio de 1880, ha prestado y presta sus valiosos servicios a la parte desvalida.

     El precio por metro cuadrado de terreno a perpetuidad que se le dio por decreto del general Guzmán Blanco, el 3 de julio de 1876, fue de diez venezolanos, y dos venezolanos por derecho de sepultura.

     El gobernador del Distrito Federal, general Emilio Fernández, por resolución de 10 de marzo de 1900, dividió el terreno del cementerio en seis cuadros o cuarteles, fijando los siguientes precios 

  •          cuartel……………… 60 bolívares
  •          cuartel……………… 50 bolívares
  •          cuartel……………… 40 bolívares
  •          cuartel……………… 30 bolívares
  •          cuartel……………… 20 bolívares
  •          cuartel……………… 10 bolívares
El Cementerio el Día de los Difuntos

     El 18 de junio de 1904, el gobernador del Distrito Federal, general Ramón Tello Mendoza, dictó una ordenanza para el Cementerio General del Sur en ciertos puntos.

     Los artículos 27 y 28 de aquella ordenanza dicen así:
     Art. 27. El Cementerio General se divide en seis cuerpos o cuarteles de ciento cincuenta metros lineales de longitud, por el ancho que actualmente tienen, y sus valores son los siguientes:

  • Primer cuerpo o cuartel del centro, de derecha a izquierda, cincuenta bolívares (Bs. 50), el metro cuadrado.
  • Segundo cuerpo o cuartel, en la misma forma, cuarenta bolívares (Bs. 40).
  • Tercer cuerpo o cuartel , treinta y cinco bolívares (Bs. 35).
  • Cuarto cuerpo o cuartel , treinta bolívares (Bs. 30).
  • Quinto cuerpo o cuartel , diez y seis bolívares (Bs. 16).
  • Sexto cuerpo o cuartel, ocho bolívares (Bs. 8).

Art. 28. El nuevo ensanche del Cementerio General, según el plano levantado por el Ingeniero Municipal, se divide en la forma que sigue:

  • Primer cuerpo o cuartel, situado en frente del edificio, de Norte a Sur, que corresponde a primer cuerpo o cuartel central, cincuenta bolívares (Bs. 50) el metro cuadrado.
  • Segundo cuerpo o cuartel, en la misma situación, y que corresponde al segundo cuerpo central, cuarenta bolívares (Bs. 40)
  • Tercer cuerpo o cuartel, en igual situación a los anteriores, que corresponde también al tercero del central, treinta y cinco bolívares (Bs. 35).
  • El cuarto cuerpo o cuartel, se considera por su situación topográfica, como un cuerpo o cuartel “Especial” y su valor es de ocho bolívares (Bs 8).

     El 21 de junio de 1904, el mismo gobernador, general Ramón Tello Mendoza, dictó una resolución nombrando una Junta de Fomento, para que corriera con la administración del Cementerio, compuesta aquella del mismo gobernador como presidente, de Federico Alcalá como primer vicepresidente, de P. P. Azpúrua Huizi como segundo vicepresidente, y de Alcides Ayala como tesorero.

     El Artículo de aquella Resolución dice así:

     5° El Administrador General de rentas Municipales llevará en cuenta, por separado, el producto de los ingresos del cementerio, tales como “Terrenos a perpetuidad”, “Derechos de inhumación”, “Derechos de bóvedas”, etc., etc., para con ellos atender, la expresada Junta, a los gastos de empleados y de Fomento y Ornato de la Necrópolis.

     El 4 de julio del mismo 1904 se instaló aquella Junta, entrando en lugar del señor Azpúrua, que se encontraba enfermo, el señor Tomás Reina, y aquella Junta ha mantenido en el mayor aseo el cementerio y atendido debidamente a sus obligaciones.

     El valor de los monumentos, estatuas, capillas, mausoleos, túmulos y demás objetos de arte, colocados en el Cementerio General del Sur, montan a más de 4.000.000 de bolívares, fuera del costo de él, que no bajará de otro millón de bolívares como hemos visto.

  •      Actualmente existen en Caracas las marmolerías siguientes:
    Emilio Aagaard, lapidario
    Eusebio Chellini, fabricante de piedra artificial
    Julio Roversi, comerciante en estatuas, túmulos, monumentos, etc., para cementerios
    E. Marré y Ca., ídem, ídem, ídem.
    E. Gariboldi, ídem, ídem, ídem y fabricante de ellos.
    Francisco Pigna, marmolista

     Los mejores monumentos que hay en el cementerio han sido traídos de Italia y de otras naciones de Europa.

FUENTES CONSULTADAS

  • Landaeta Rosales, Manuel. Los Cementerios de Venezuela desde 1567 hasta 1906: Tipografía Herrera Irigoyen, 1906

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