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Intento de magnicidio contra Rómulo Betancourt – Parte I

El presidente Betancourt fue atendido en el Hospital Universitario de Caracas

     Poco más de un año llevaba Rómulo Betancourt como el 34° presidente de la República de Venezuela cuando fue objeto de un intento de magnicidio en Caracas, ordenado por el dictador dominicano Rafael Leonidas “Chapita” Trujillo y sectores vinculados al tirano Marcos Pérez Jiménez, derrocado del poder en Venezuela en enero de 1958.

     La mañana del viernes 24 de junio de 1960, un año, cuatro meses y once días después de asumir el cargo como primer mandatario de la era democrática venezolana, se produjo el frustrado atentado contra la vida de Betancourt, el cual causó conmoción en toda la nación. Hubo dos muertos: el jefe de la Casa Militar, coronel Ramón Armas Pérez, y Luis Elpidio Rodríguez, un estudiante que transitaba por el lugar al momento de la repudiada acción terrorista.

     Habían pasado las nueve de la mañana cuando el presidente y su comitiva se dirigían hacia la explanada de la Academia Militar, para asistir al desfile militar en conmemoración del 139° aniversario de la Batalla de Carabobo y Día del Ejército. Cuando la caravana oficial formada por tres vehículos Cadillac transitaba metros después del cruce del puente La Nacionalidad, en el paseo de Los Próceres, hizo explosión el material colocado dentro de un vehículo Oldsmobile color verde, estacionado en la vía.

     Dicha bomba fue accionada a control remoto, en el preciso instante en que pasaba el carro que llevaba a Betancourt, al ministro de la Defensa, general Josué López Henríquez y a su señora esposa, Dora de López, y al jefe de la Casa Militar.

     En enero de 2021, a la edad de 93 años, don Manuel Pichardo, quien conducía uno de los vehículos de la caravana presidencial, rememoró interesantes detalles del atentado al primer mandatario.

     “Desde principios de junio el señor presidente guardaba reposo por recomendación médica, por lo que por esos días el equipo de seguridad y escoltas teníamos poca actividad. Para ese día estaba en agenda la parada y desfile militar, pero no se sabía si el presidente asistiría a ese acto”, afirma Pichardo en su anecdotario familiar, facilitado por su sobrino, Rafael García Pichardo, denominado Remembranzas de una vivencia.

     “A eso de las ocho y media de la mañana ordenaron que preparáramos los carros, que el presidente iba a salir y como a las nueve partimos desde la quinta Los Núñez, residencia presidencial situada en la parte alta de la urbanización Altamira. Tomamos ruta hacia el Country Club, luego bajamos por Chacaíto y de allí hacia Las Mercedes. A la altura del puente de Las Mercedes cruzamos a la derecha, bordeando el río Guaire por Bello Monte, hasta que llegamos a la tienda Sears y de allí seguimos hasta el final de la avenida principal de Santa Mónica, donde cruzamos a la derecha para conectar con la avenida Los Próceres y girar hacia la izquierda antes del puente de La Nacionalidad. Como a media cuadra después de hacer ese cruce, ocurrió la explosión de un vehículo que estaba estacionado a la derecha, exactamente cuando nosotros pasábamos”.

     “El carro que yo manejaba era un Cadillac con placas de la Casa Militar, asignado a los edecanes, que siempre iba detrás del carro presidencial. Recuerdo que la guardia de ese día correspondía al capitán Porras, de la Marina, y el capitán Alí Araque Angulo, de la Aviación, que también era uno de los pilotos del presidente. A mi lado iba el doctor Francisco Pinto Salinas, médico del presidente. La escolta estaba conformada por dos motorizados, una camioneta donde iba el comandante de patrulla con cuatro efectivos de la Guardia de Honor, detrás iba el carro presidencial. Luego venía el vehículo de los edecanes que yo conducía. Seguían dos patrullas con ocho efectivos militares y una última camioneta con cinco escoltas civiles, comandada por un hombre de confianza del presidente que se llamaba Héctor del Moral. Todos estos vehículos se comunicaban entre sí por radio transmisores”, evocó Manuel Pichardo pasado un poco más de sesenta años del atentado al presidente Betancourt.

     “Tanto el presidente como los esposos López Henríquez resultaron lesionados, así como el conductor del auto, Azael Valero, el médico personal del presidente, doctor Pinto Salinas, quien viajaba en otro vehículo, y Félix Acosta, motorizado de la comitiva”, reseñó el diario El Nacional.

     El periódico Últimas Noticias publicó en la edición del sábado 25 de junio de 1960, la versión oficial del suceso, revelada por la Oficina de Prensa de la Presidencia:

     “Hoy, a las 9:20 de la mañana, a la altura de la avenida Los Ilustres, cuando el señor Presidente de la República, don Rómulo Betancourt, acompañado del Ministro de la Defensa, General Josué López Henríquez y su esposa, y del Jefe de la Casa Militar, Coronel Ramón Armas Pérez, se dirigía al acto que se celebraba con motivo del día del Ejército, un vehículo que se hallaba estacionado a la parte derecha de la vía estalló por explosión de una carga de gran poder.

     La explosión ocurrida en el automóvil que allí se hallaba abandonado, alcanzó al vehículo donde se encontraba el señor Presidente de la República y sus acompañantes. Así mismo, los de la escolta militar del presidente y el vehículo de la Casa a Militar.

     El estallido produjo un incendio en el auto del señor Presidente, y fragmentos de granada alcanzaron al vigilante motorizado que guiaba los vehículos, y a los autos de la escolta militar y de la Casa Militar.

     La explosión y el incendio provocaron el cierre de las puertas delanteras del automóvil donde viajaba el señor Presidente, impidiendo que los que viajaban en esta parte del vehículo, Coronel Ramón Armas Pérez, Jefe de la Casa Militar, y el chofer del auto, pudieran escapar del incendio.

     Entretanto, el señor Presidente y el Ministro de la defensa y su esposa, pudieron abandonar el auto después de gran esfuerzo, debido a que también las puertas traseras habían sufrido con el impacto”.

     El presidente de la República sufrió leves quemaduras en las manos y su estado de salud se señala en el presente boletín emitido por los médicos que le atienden en el Hospital de la Ciudad Universitaria, donde se encuentra:

     “El señor Presidente de la República se encuentra hospitalizado bajo cuidados médicos por haber sufrido en la mañana de hoy quemaduras de primer grado en manos y cabeza. Sus lesiones no son de gravedad. Su estado general es satisfactorio. Caracas, 24 de junio de 1960.- Víctor Brito, Joel Valencia Parpacén, Carlos Gil Yépez, José Ochoa, Álvaro Benzecry”.

El Cadillac presidencial que transportaba al presidente Rómulo Betancourt

     En cuanto al señor Ministro de la Defensa y su esposa, sufrieron quemaduras leves y se encuentran también hospitalizados en el Hospital de la Ciudad Universitaria.

     Es de lamentar que en el atentado pereciera el coronel Ramón Armas Pérez, quien sufrió gravísimas quemaduras en todo el cuerpo, al producirse el incendio del automóvil del señor Presidente por explosión de la carga que se encontraba dentro del vehículo que estaba estacionado en la vía.

     Desde las once de esta mañana hasta las doce y cuarenta y cinco minutos del mediodía se celebró una reunión del Gabinete Ejecutivo con el Jefe del Estado Mayor Conjunto, general Régulo Pacheco Vivas; el Comandante general del Ejército, General Pedro José Quevedo, y el Contralmirante Ricardo Sosa Ríos, en representación de la Marina. No estuvieron en la reunión el general Antonio Briceño Linares, quien se encuentra en la base aérea de Maracay y el coronel Carlos Luis Araque, quien se encuentra al frente de su comando en las Fuerzas Armadas de Cooperación.

      Estuvieron además en la reunión el Procurador General de la Nación, doctor Pablo Ruggeri Parra, y el Contralor General de la Nación, doctor Luis A. Pietri; los dirigentes políticos doctor Raúl Leoni, presidente del Congreso Nacional y presidente del partido Acción Democrática; doctor Rafael Caldera, vicepresidente del Congreso Nacional y secretario general del partido Social Cristiano Copei; el doctor Jóvito Villalba, secretario general del partido Unión Republicana Democrática, y el señor José González Navarro, presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela.

     Fueron discutidos aspectos generales de la situación y se acordó que una comisión integrada por los doctores Juan Pablo Pérez Alfonso, Ministro de Minas e Hidrocarburos; Lorenzo Fernández, Ministro de Fomento e Ignacio Luis Arcaya, Ministro de Relaciones Exteriores, sostuvieran una entrevista con el señor Presidente de la República en el Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria, para someterle a su consideración las medidas acordadas en principio en esta reunión.

     La mencionada comisión se encuentra reunida con el señor Presidente en el Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria y dentro de poco tiempo se informará al país sobre dichas medidas.

El presidente habló con los medios de comunicación

     El presidente Betancourt fue atendido en el Hospital Universitario de Caracas y allí mismo cumplió el proceso de observación por varias horas. Antes de recibir autorización médica al final de la tarde, atendió varios periodistas, destacó El Nacional en su portada del 25 de junio.

     “Tras las curas de rigor, manifestó deseos de hablar con los periodistas. Virginia Betancourt, su hija, llamó a Miraflores y acompañados por Ramón J. Velásquez, Secretario General de la Presidencia y por el Jefe de Prensa señor Carcavale, más de veinte reporteros pasaron en dos grupos hasta la habitación ocupada por el Jefe de Estado. El presidente había recibido primero la visita de dos periodistas y sonriendo dijo:

      ̶  Así no vale. Yo quiero ver a todos los periodistas.

     El presidente tiene algo hinchada la cara y más pronunciada la hinchazón en el labio superior. Una herida cicatrizada en la mejilla derecha aparece al descubierto. En la sien derecha el pelo que fue quemado aparece cortado. Las dos manos con vendajes que le cubren hasta las muñecas. Está acostado en su cama y una sábana blanca cubre el cuerpo. A su lado permanece constantemente su esposa doña Carmen y su hija Virginia. Fuera, en el pasillo, docenas de personas, guardianes y personal del hospital.

     ̶  ¿Cómo están ustedes?, saludó el presidente antes de que los periodistas hablaran. Ya ven que yo estoy relativamente bien. No tengo afortunadamente lesión orgánica alguna y por mis propios pies salí del carro.

     Hizo una pausa y los periodistas aprovecharon para expresarle sus mejores sentimientos. Henríquez Alvarenga, en nombre de la AVP y del Sindicato de Prensa, dijo al presidente que todos los profesionales de la prensa hacían votos por su pronto restablecimiento y pidió al presidente que creyera en la sinceridad de su apoyo decidido.

     ̶  Gracias, muchas gracias. Yo sé que son sinceros y espero que pronto estaré bien. Si no hubiera sido por esto, el lunes habría vuelto a Miraflores. Pero aun después de lo sucedido pronto me recuperaré.

     El presidente había hablado tres veces con los periodistas y en las tres ocasiones manifestó que sentía mucho las lesiones sufridas por el Ministro de la Defensa y su esposa, algo más delicadas que las suyas sin ser de gravedad.

     ̶  El más grave los heridos es el jefe de mi Casa Militar, coronel Armas Pérez, pero afortunadamente y según me informan los médicos, se está recuperando satisfactoriamente.

     Todos sabían que no debía mostrarse sorpresa ante esta afirmación del presidente. Por prescripción facultativa se ha ocultado al presidente la muerte del coronel Armas Pérez. No se desea en modo alguno que pueda subirle la tensión una noticia de tal naturaleza.

     El presidente llamó por sus nombres a la mayoría de los periodistas. Tenía diferentes anteojos a los que usa normalmente y se supo que habían sido encargados dos pares mientras dormía, por haber quedado mal los que llevaba en la mañana.

     Tremendamente afectada aparecía la primera dama doña Carmen de Betancourt y con ánimo resuelto su hija Virginia.

     El presidente mueve los brazos fuera de la sábana y acciona pausadamente por efecto de los vendajes. Habla pausado, Quizás habló más de lo que habían previsto los médicos quienes esperaban que la visita de los periodistas se limitara a constatar la realidad del estado del Primer Magistrado.

     En resumen el presidente estaba anoche a las diez y cuarto, al recibir a los periodistas, bajo los efectos de la tremenda explosión, pero denotaba toda la entereza de su carácter.

     Según determinaron las experticias practicadas por la Policía Técnica Judicial (PTJ) con asesoría del famoso cuerpo de investigaciones británico Scotland Yard, en el Oldsmobile color verde con matrícula HK-6-ARI, fueron colocados poco más de sesenta kilogramos de dinamita, una mortal carga que fue accionada a control remoto, vía microonda, por Luis Cabrera Sifontes, una vez que Manuel Vicente Yánez Bustamante le transmitiera la señal para detonar, al quitarse el sombrero al momento que pasara la caravana presidencial.

     Cuatro días después del atentado el diario Últimas Noticias publicó que técnicos de PTJ y de la policía inglesa se trasladaron al lugar de los hechos la madrugada del 27 de junio y realizaron la reconstrucción del atentado.

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