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El Palacio de Misia Jacinta

     El terreno, comprado en 1833 por Petronila Madrid en 500 pesos, fue adquirido por Joaquín Crespo en 1884 por Bs. 36.000. Años más tarde, en 1911, el Palacio de Miraflores fue obtenido por medio millón de bolívares en una subasta pública por el gobierno del general Juan Vicente  Gómez. Cipriano Castro fue el primer presidente que habitó y despachó desde Miraflores 

     La primera centuria de vida republicana no contaba con una residencia presidencial, propiamente dicha. El primer presidente de Venezuela, José Antonio Páez, despachaba en la vieja casona de “La Viñeta”. El presidente José María Vargas tuvo sus oficinas de trabajo en una casa alquilada, próxima a la esquina de Camejo. En la ya desaparecida Plaza de San Pablo, José Tadeo Monagas, en casa adquirida por él mismo, ejercía sus funciones presidenciales. Antonio Guzmán Blanco dividía su quehacer gubernamental entre su casa caraqueña y su residencia de descanso, en Antímano. Desde Juan Pablo Rojas Paúl hasta Cipriano Castro, el despacho del Jefe del Estado se ubicó en la Casa Amarilla, frente a la Plaza Bolívar, la cual, a decir del propio Rojas Paul, no era lo suficientemente digna para un primer magistrado, encontrándose “harto puerca”. El general Cipriano Castro fue el primer mandatario que utilizó el Palacio de Miraflores como residencia presidencial.

Foto postal Palacio Miraflores

Una casa familiar para Crespo

     Queriendo perpetuar uno de sus hechos de guerra, el general Joaquín Crespo construyó en el sector de Caño Amarillo una vieja casona denominada “Santa Inés”. No contento con ella e instado por doña Jacinta, Crespo pensó construir un palacio en “La Trilla”, hermoso lugar ubicado en un pequeño montículo frente a El Calvario.

     Según consta en los archivos públicos de Caracas, la finca “La Trilla” pertenecía en 1833 a Petronila Madrid. Años más tarde, pasaba a poder de Manuel Pompa y Encarnación Magallanes. En 1843 Jahn y Wassmann, negociantes en compra-venta de lotes de terrenos, compran “La Trilla” para asiento de una empresa de maquinaria y fundición. En el año 1882, Ernesto Stein adquirió el lote y dos años después se lo vendió a Joaquín Crespo, quien inició la construcción allí de su residencia particular. Los terrenos que habían costado a Petronila Madrid la suma de 500 pesos, eran pagados por Crespo en Bs. 36.000.

     En el mismo año de 1884 se iniciaron los trabajos de construcción del Palacio de Miraflores, bajo la dirección del constructor italiano Giuseppe Orsi de Mombello. Las obras fueron suspendidas por algunos años y continuadas por el arquitecto catalán Juan Bautista Sales, quien contrató a tallistas, escultores, decoradores y maestros de obra para elaborar finas piezas destinadas a la decoración del Palacio. El ingeniero Juan Hurtado Manrique, junto con el pintor español Julián Oñate, tuvieron mucho que ver con la decoración inicial del imperio francés que se le quiso dar a la mansión. Para fines de siglo, ya el Palacio estaba concluido. “La célebre revista caraqueña, El Cojo Ilustrado, en su edición del primero de junio de 1899, consideró entonces a esta casa “como el edificio más vasto, costoso y magnífico fabricado en el país para residencia privada”.

     Muchas de las obras de arte serían más tarde despojadas de galones y muros, convirtiéndose Miraflores en un adefesio interior en el que no predominaba estilo alguno. Muchos de los muebles, enterrados en el sótano, fueron devueltos a la luz por Helenita Chapellín y rescatados para la actual casa presidencial de “La Casona”.

     Asesinado Crespo, Misia Jacinta Parejo, pasó a ocupar la casa en la que nunca había habitado su marido, pero numerosos líos le llevaron a rematar el entonces suntuoso palacio.

     Así, el 13 de mayo de 1911, el general Félix Galavís obtuvo el inmueble llamado Miraflores, por la suma de quinientos mil bolívares. El remate de la casa se efectuó ante el Juzgado de Primera Instancia en lo civil y en el juicio seguido por el general Vicente S. Mestre contra la sucesión del general Joaquín Crespo.

     Castro anduvo tras de Misia Jacinta para que le alquilara el Palacio, ilusionado con la noticia de que dentro de la mansión se había construido una habitación antisísmica, en la cual él podría dormir tranquilo, sin recurrir a carreras o lanzamientos desde ventanales, como le ocurrió durante el terremoto de 1900, cuando se lanzó desde uno de los balcones de la Casa Amarilla, lujándose un pie.

     Fue el propio hijo de Crespo, Gonzalo, quien era coronel y edecán de la presidencia, quien le contó a Castro las bondades de Miraflores.

     Pero la demanda de Mestre mató los ensueños de Castro. La demanda se basaba en un pedimento de Br. 111.000 o la restitución de la obra inédita “Proyecto de Código Militar”, escrita a mano en siete volúmenes. La demanda culminó, con el remate. Castro habitó muy poco tiempo en Miraflores.

     Fue el propio Castro quien propuso a la nación la compra del inmueble, la cual sólo se pudo realizar en el año 1911, cuando Juan Vicente Gómez comunicara oficialmente al Congreso Nacional que “la Casa de Miraflores quedaba como de propiedad nacional, destinada a la residencia de los Presidentes de la República”. Gómez la compró a Galavís por la misma suma que este pagó en el remate: medio millón

Cipriano Castro fue el primer presidente que habitó y despachó desde Miraflores

Los despachos en Miraflores

     Antes de pertenecer al patrimonio nacional, despachó en Miraflores el general Cipriano Castro ̶ después del terremoto de 1900 ̶ y luego el general Juan Vicente Gómez, cuando éste quedaba encargado de la presidencia.

     En la madrugada del 22 de junio de 1923, en una de las piezas de la galería situada al este del edificio, fue asesinado de 7 puñaladas, el general Juan Crisóstomo Gómez, hermano del presidente de la República.

     El hecho se consumó en el propio lecho de la víctima y la reacción del Mandatario fue feroz, desatándose en el interior del Palacio de Miraflores sanguinarias venganzas en las personas de la servidumbre y encarcelamientos de personas enemigas del régimen, entre ellas, el poeta Francisco Pimentel “Job Pim” y el caricaturista Leoncio Martínez “Leo”. Hasta los años cincuenta, existían aún los sótanos en donde se torturaba y encadenaba a los prisioneros.

     Muy cerca de ellos se encontraba la hemeroteca, con prodigiosa colección de periódicos, la cual, es muy poco visitada, dadas las medidas de seguridad que son tomadas dentro del Palacio de Miraflores.

     De 1911 en adelante, ya convertida la mansión en Despacho Presidencial, actuaron en ella los presidentes Juan Vicente Gómez, Victorino Márquez Bustillos, Juan Bautista Pérez, Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita, Rómulo Betancourt, Rómulo Gallegos, Carlos Delgado Chalbaud, Germán Suárez Flamerich, Marcos Pérez Jiménez, el propio Betancourt nuevamente, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campíns, Jaime Lusinchi, Pérez otra vez, Ramón J. Velásquez,  Caldera de nuevo, y Hugo Chávez  y el actual presidente Nicolás Maduro.

     El contralmirante Wolfgang Larrazábal y el doctor Edgar Sanabria, actuaron en el Palacio Blanco, construido al frente de Miraflores.

Los sucesos en Miraflores

     Durante el gobierno gomecista y a raíz del asesinato del hermano del presidente, Miraflores fue escenario de no pocos crímenes y torturas.

     El 18 de octubre de 1945, al caer el gobierno presidido por el general Isaías Medina Angarita, se instaló en Miraflores la Junta Revolucionaria de Gobierno que presidió Rómulo Betancourt.

     El 24 de noviembre de 1948, el movimiento subversivo que derrocó al presidente constitucional Rómulo Gallegos tuvo su epílogo en Miraflores, al instalarse en el Palacio la Junta Militar, bajo la presidencia de Carlos Delgado Chalbaud, e igual cosa sucedió a raíz de su muerte (1950), cuando se reformó la Junta, bajo la presidencia del doctor Germán Suárez Flamerich.

     Años más tarde, en 1992, una intentona golpista, dirigida por el teniente coronel Hugo Chávez, asaltó violentamente al Palacio, pretendiendo derrocar al entonces presidente Carlos Andrés Pérez.

     Los sucesos del movimiento del 23 de enero de 1958, que derribó del poder al general Marcos Pérez Jiménez, se escenificaron en el Palacio Blanco.

Palacio de Miraflores

Miraflores por dentro

     Durante el gobierno de Pérez Jiménez se quiso convertir a Miraflores en una casa de estilo colonial. De esta forma se hicieron desaparecer los mosaicos de los pisos con el monograma de Joaquín Crespo, gran parte del artesonado de los techos, los medallones de los dueños de la mansión que estaban en la parte alta de las columnas de los corredores del jardín, los nombres de las batallas ganadas por el caudillo liberal, los cuadros del pintor Arturo Michelena y otros detalles originales. De esta forma, Miraflores se convirtió en una mezcolanza rara de estilos.

     Queda su entrada, el Salón llamado de los Espejos, el del Sol del Perú, el Salón Boyacá y el Salón del Despacho Presidencial. Tanto al este como al oeste, se hallan dos galerías en la primera de las cuales funcionan las oficinas de la Casa Militar de Palacio y en la otra, al oeste, las oficinas de la Secretaría General de la Presidencia. Mediante la supresión del cuartel “Motoblindado” que existiera en la parte norte del Palacio, se han construido locales modernos para Salón de Consejo de Ministros, Oficina de Prensa y otras dependencias.

     Aún perduran algunas manifestaciones del estilo Imperio francés, tales como lámparas de cristal colgantes, cuatro estatuas de los dioses de la mitología griega y algunas alegorías artísticas.

     Se conservan además varias obras de arte, entre ellas cuadros de Tito Salas, de Martín Tovar y Tovar y de Arturo Michelena, alusivos a acontecimientos históricos.

     En la planta baja, a la derecha de la entrada de la parte sureste, está una pequeña y artística capilla para el culto católico, provista de todo lo necesario y antecedida por el Salón llamado de Embajadores

No se puede ver ni fotografiar

     Actualmente, por medidas de seguridad, el Palacio de Miraflores está considerado como “Casa Militar”, por lo tanto sus dependencias íntimas no se pueden fotografiar, ni visitar. Tampoco es posible tomar gráficas de sus patios, salones y corredores, sin previo permiso de los altos mandos militares.

     Hay un segundo piso en Miraflores que muy pocas personas conocen. Es la suite presidencial con una hermosa terraza y un jardín estilo japonés. Pocos presidentes han dormido en esta suite, ya que la mayoría de ellos han preferido vivir fuera del Palacio de Miraflores.

     Después del atentado al presidente Rómulo Betancourt, en 1960, éste permaneció varios días en Miraflores reponiéndose de las heridas. También Gonzalo Barrios, durante su suplencia a Leoni, durmió en la suite Presidencial. Otros presidentes como Jaime Lusinchi y Hugo Chávez disfrutaron esta alcoba. Dicen que Nicolás Maduro también habita ese aposento.

     En Miraflores se han ofrecido elegantes recepciones y fiestas señoriales, pero estas han escaseado en los últimos tiempos.

     Miraflores mantiene su antiguo esplendor. Continúa sirviendo para funciones oficiales.

     Guarda este palacio de Misia Jacinta, como muchos lo llaman, un mundo de leyendas misteriosas, entre las cuales figura la existencia de un túnel hasta Caño Amarillo, construido por Crespo. Dicen que en las noches se oyen lamentos en los sótanos y risas en los corredores. Afirman muchos, haber visto fantasmas y escuchado ruidos tenebrosos, hacia la medianoche.

     Nadie puede hoy comprobar esto. En Miraflores nunca se habla de Miraflores, ni se descorre el telón de su misterio. Ya en Miraflores no se ofrecen datos sobre su vida, ni se permite tomar fotografías. Miraflores se está convirtiendo en una Esfinge.

FUENTES CONSULTADAS

  • Catálogo del Boletín del Archivo Histórico de Miraflores. Caracas, 1982
  • El Palacio de Miraflores. El Nacional. Caracas, 3 de marzo de 1967; Pág. D-10
  • Palacio de Miraflores: historia y curiosidades. El Heraldo. Caracas, 27 de abril de 1956
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