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Biografía del Club Paraíso

De la Quinta Monte Elena, del barrio El Paraíso a los Samanes-Las crónicas sociales de antes de las dos guerras-Cuando los automóviles “hacían ruido”

El club Paraíso fue fundado en 1908 por el general Alejandro Ibarra, pariente cercano del edecán del Libertador, Diego Ibarra

     El Club Paraíso, fundado en 1908, es el más antiguo de los Clubs caraqueños, ya que el que le sigue, el Venezuela, sólo data de 1910.

     Fue fundado por el general Alejandro Ibarra, pariente cercano del Edecán más querido del Libertador, Diego Ibarra. Tuvo por objeto agrupar y proporcionar sitio de reunión y esparcimiento a la gente de la época en un sitio tranquilo, bello y elegante, como lo era el naciente barrio (no se decía “urbanización”) de El Paraíso. Su primera sede fue una pequeña casa, al lado de la quinta Monte Elena, residencia de la familia Ibarra, con una linda y espaciosa terraza que daba a la Plaza de la República. Al principio la avenida era de tierra, sombreada de grandes árboles, y por allí pasaba, cada media hora un tranvía tirado por dos caballos y conducido por Norberto, teniendo por colector a Fuentes. Tanto Norberto como Fuentes eran personajes muy útiles para todas las dueñas de casa de El Paraíso que pedían por teléfono a “La Mejor” y casa de Vicente Turco lo que necesitaban para su mesa y desde allá les avisaban que su pedido les iba por el tranvía de tal hora, y entonces los muchachos de la casa (Los Álamo, los Ybarra, los Zuloaga) iban a recibirlo.
En retorno de tal servicio, también ellos ayudaban a Norberto, cuando el tranvía se salía de sus rieles o los caballos se les resbalaban.

     Los domingos en la tarde y en las tempranas horas de la noche, se reunían grupos, a veces formados por el general Ibarra, Don Juan Casanova, Don Pedro Paúl y los doctores Ángel Álamo Herrera. Elías Rodríguez, Nicomédes Zuloaga, Emilio Ochoa, José Gil Fortoul… a comentar tópicos políticos y sociales.

     Se hablaba de las bravatas del Kaiser Guillermo II, de la presencia de la cañonera “Panther” en aguas de Agadir, de la visita del Zar Nicolás a Inglaterra, de la semana trágica de Barcelona, del asesinato de la Reina Draga y del rey Milano de Serbia, de las crónicas que escribía la reina rumana que firmaba Carmen Sylvia, de las tandas de Leicibabaza en el teatro Caracas, y de las óperas de Antón en el Municipal.

     El grupo juvenil de entonces estaba formado por unas muchachas muy lindas, de las cuales recordamos a Leonor Ibarra, las Guevarita, María Teresa y Mercedes, que llamaban las “Pichú”, Lola Méndez, Sofía Valentiner, Elisa Paúl, Albertina Lugo, Isabelina Álamo, Ana Teresa Ybarra, Josefina Casanova, Isabel y Mercedes Palacios, Belén Borges Uztáriz, Mercedes y Corina Tello, Emilia Núñez, Auristela Herrera, Carolina Herrera Uslar, María Velutini, y por los jóvenes: Alejandrito Ybarra, Luis Felipe Guevara, Oscar y Nicomédes Zuloaga, Henrique Tejera (que entonces no tenía chiva), Gustavito Sanabria, Robertico Ybarra, los Vollmer, Federico, Alfredo. Albert y Leopoldo, que jugaban mucho tenis, lo mismo que Ángel y Vicente Álamo Ybarra, los Castro Cárdenas, los Guzmán, Bernardo, Roberto y Diego, los Olavarría, José Antonio y Luis, Manuel Rodríguez Llamozas… Era campeón de tenis el diplomático mejicano Guzmán, entonces Secretario de Embajada y después Ministro de su país entre nosotros. Años después se casó con una muchacha venezolana, Elena Jiménez.

     Todo el mundo salía a pasear los domingos por la tarde en coche descubierto tirado por briosas parejas americanas, y desfilaban delante de la terraza del Club Paraíso. Muchos se apeaban allí y entraban las señoras recogiéndose la cola del traje, y luciendo sus boas de plumas necesarias para defenderse del relente al caer de la tarde.

     Más tarde comenzaron a desfilar por la avenida los primeros automóviles, artefactos ruidosos y peligrosos (cosa que siguen siendo), que no tenían la elegancia de los coches.

     Diez y seis años estuvo el Club Paraíso en la Terraza frente a la Plaza de la República. Y llegó el momento que tuvo que pensar en ocupar un local que le permitiera desarrollar mejor sus actividades, que habían cambiado y aumentado con el transcurso de los años.

     Escogió para su nueva sede el bellísimo parque de Los Samanes, propiedad de la familia Zuloaga, recordado con cariño por toda la chiquillería de la época que iba todas las mañanas allí.

     El edificio fue proyectado y construido por el recordado arquitecto Ricardo Razetti y fue inaugurado en los primeros días de enero de 1924, bajo la Presidencia de José Antonio Olavarría Matos, con un suntuoso baile, el que, según los cronistas, “constituyó el máximo acontecimiento social de estos últimos años”.

     Bajo la presidencia de “Totón” Olavarria, la segunda, pues ya la había ejercido anteriormente, el Club conoció una de sus mejores épocas. Música todas las tardes de los domingos después de las carreras, cuando bailaban las “pollas” y “pollos” de las “cuerditas de Reducto y Socarrás”. Bailes para conmemorar todos los eventos sociales de importancia, entre los que descuella el celebrado en honor de Lindbergh cuando el Águila Solitaria visitó Venezuela y llegó retrasado a Caracas por haber perdido el rumbo, mirando interesado las montañas y llanos de nuestro país. Fue también una época dorada para el tenis cuando los campeones eran Chicharra Machado, el gordo Ibarra, Guillermo Zuloaga.

     Vamos a insertar una pequeña crónica deportiva, reseñando uno de los eventos:

Copa Henríquez

     Invitado galantemente por la Junta Directiva del Club Paraíso a los matchs de tenis entre este importante Centro de Sport Club de Curazao, me encaminé el domingo en la tarde a presenciar el primer juego del Campeonato, un single entre Dick Capriles y Guillermo Zuloaga.

     A las 4 p.m., hora señalada para la iniciación del match, había alrededor del court un numeroso grupo de la más selecta sociedad caraqueña. A una señal dada por el juez E. Peñaloza, Guillermo da comienzo a la lucha esgrimiendo su raqueta, pálido el rostro, firme en la diestra su arma inofensiva, y satisfecho por haber sido elegido para iniciar el torneo.

     Desde el comienzo note que Dick estaba muy nervioso, y que sus formidables drives iban a incrustarse en las alambradas que cercan el court. A medida que avanzó el juego aumentó el predominio de Zuloaga, y tanto fue el desconcierto de Capriles que llegó al extremo de dar dos doubles en un mismo game.
Sin embargo, el servicio de Capriles es inmejorable y el score final, 6-1, 6-4, 6-2, no revela con exactitud la calidad y destreza de los competidores, aunque a decir verdad, Zuloaga tuvo el domingo una de sus mejores actuaciones.

 

Segundo single

     Deseoso de saber si era fácil cortarle un pelito a mi “gordo” (pueda de que Eloy me conceda otro) llegué al Paraíso cuando ya el segundo single había comenzado. Carlos Ibara y Donald Capriles luchaban muy desigualmente, a pesar de que éste tiene una defensa formidable, pero su servicio es muy deficiente, suave y sin seguridad.

     En Carlitos todo va en razón directa con su volumen: servicio desconcertante, drives imparables, maestro en el “cortado” y en las “colocaciones” incontestables, serenidad absoluta, y el buen gusto de aplaudir risueñamente con la raqueta al brazo las acertadas jugadas de su contendor. El score 6-1, 6-2, 6-4, prueba que Donald mejoró mucho, sobre todo en el último set, en el que, con bastante habilidad, pudo contrarrestar el ataque tenaz y continuado de Ybarra y colocarle varias pelotas con gran estilo.

     Al entregar estas notas al linotipista (el Carnaval lo perturba todo) no he sabido el resultado del doublé, pero según lo dicho por los singles, el triunfo será, sin duda, favorable a nuestros sportmen.

     El Club estuvo en el local de los Samanes hasta los primeros años de la década del 30, cuando se trasladó al moderno local que hoy ocupa, construido especialmente, y donde ha seguido manteniendo su categoría de club social. Tradicionales son, en Caracas, el gran baile de Año Nuevo y el baile de Carnaval del Club Paraíso, por la animación, belleza y señorío que los caracterizan, como también la Fiesta de reyes, el 6 de enero, para los niños.

     El club cuenta hoy con una magnífica piscina, canchas de tenis y de bowling, también salones de masaje, de gimnasia y baños de vapor atendidos por una experta. Se celebran quincenalmente juegos de canasta, bridge, rummy y panquinge, torneos internos de tenis, natación y bowling, y hay música varias veces por mes. También se celebran en sus salones actos como banquetes, tés y bailes benéficos, exposiciones, certámenes, cocktails diplomáticos y oficiales, etc. Tal vez dentro de unos años, cuando se quiera saber la trayectoria social de Caracas, habrá que recurrir a los archivos del Club Paraíso.

     Y como es un club con suerte, siempre está lleno de muchachas bonitas, como Leonor Vallenilla, Bibpi Miranda Benedetti, Morella Álamo, Evelyn Branger, Consuelito y Alicia Azpúrua, Ismenioa y Lía Márquez, Luisa Guardia Machado, Jennie Sucre, Hilda y Sonia Santaella, Beatríz DEerlón Baidó, Antonieta y Mariucha Pérez Quequeta Lauría, Marinpes y Aura Lesseur, Lucía Cristina Gómez, Cocó y Chichita Benedetti, Belén Guzmán, Ileana Camejo Arreaza, Luisa Elena Valery,inpes Margarita y María de los Ángeles Osío, Mercedes Aguilera, Mariela Mellior Díaz, Cecilia de La Cova.

 

Fuente: Revista Gente Nuestra. Caracas, número 4, agosto de 1954; Págs. 9-11
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