POR AQUÍ PASARON
Caracas deliró con visita de Gardel
Un par de meses antes de morir en un accidente de aviación, a la edad de 44 años, Carlos Gardel cumplió varias presentaciones en Caracas y otras ciudades de Venezuela, que todavía recuerdan muchos abuelitos por el inmenso entusiasmo que despertó entre el público que admiraba su talento como cantante y compositor de tangos, además de sus estupendas facultades como actor de cine.
Reconocido como uno de los cantantes más destacados de la música popular de habla hispana durante la primera mitad del siglo XX, Gardel fue el intérprete que más discos vendió en su época, como lo hacen en la actualidad artistas distinguidos con los premios Emmy o, un poco más atrás, exitosos ídolos del espectáculo como Elvis Presley o Michael Jackson, por nombrar a dos grandes figuras de los géneros rock y pop, vendedores de millones de copias.
Gardel, quien entre 1917 y el año de su desaparición intervino en más de novecientas grabaciones de tangos y otros estilos musicales en español, inglés y francés, estuvo en Venezuela en 1935 como parte de un tour por varias capitales latinoamericanas que inició a finales de marzo, partiendo desde la ciudad de Nueva York. La primera parada fue en San Juan, Puerto Rico, el 1° de abril. Venezuela, país sobre el que confesó tenía mucho interés en visitar porque su madre, de niña, estuvo radicada en Caracas, mientras su abuelo trabajaba en la compañía ferrocarrilera, fue el segundo punto de la gira.
Tomando en cuenta que para 1935 Venezuela contaba con unos 3 millones y medio de habitantes y que, según el primer censo que se realizó en el país en 1941, la población de Caracas no llegaba a 400 mil personas, que unas quince mil almas se hayan dado cita en las ocho funciones que se celebraron en el Teatro Principal, indica que era un ídolo de gran atracción para la audiencia. Entre el 25 de abril y el 22 de mayo estuvo Gardel en Venezuela.
Multitud incontrolable
Más de tres mil personas se dieron cita para recibirlo en el Puerto de La Guaira la mañana del jueves 25 de abril. Crónicas de prensa de la época indican que la presencia policial ordenada para la custodia fue escasa, por lo que resultó difícil controlar a la muchedumbre una vez que el cantante bajó del vapor americano “Lara” en el que llegó desde Puerto Rico, mientras que en el muelle lo esperaba su compatriota el periodista, Luis Plácido Pisarello, quien fue el empresario que organizó el evento en nuestro país.
Del terminal marítimo, Gardel y sus acompañantes, el compositor Alfredo Le Pera y los guitarristas José María Aguilar, Guillermo Desiderio Barberi y Domingo Riverol, para evitar el acoso de la gente, hicieron una parada de refugio en las oficinas del empresario Jesús Corao, en la Fábrica de Vidrios de Maiquetía. Luego se dirigieron al hermoso Hotel Miramar, para almorzar y descansar un poco, antes de abordar el tren que los llevaría a la ciudad de Caracas.
En el Miramar, ante la sorpresa de los organizadores, es recibido por unas cien mujeres que lo empujan y los pellizcan hasta que Pisarello, Edgar Anzola, director de la emisora Broadcasting Caracas, y el conocido narrador de carreras de caballos Eloy Pérez Alfonso (Míster Chips), junto con varios empleados del hotel, logran ponerlo a buen resguardo. Gardel es llevado a la terraza del famoso hospedaje donde están algunos representantes de la prensa.
Breve Interviú
En la antesala del almuerzo, en el restaurante del lujoso alojamiento de Macuto, el afamado artista fue abordado por el reportero Manssur Dekash, quien le realizó una breve entrevista para el diario caraqueño El Heraldo:
MD: – ¿Cuándo nació en usted la afición al tango?
CG: – Eso fue en Buenos Aires. Usted lo sabe, surge en los muchachos al nacer. Lo mismo que en Sevilla no hay muchacho que no toree con la toalla a un toro imaginario, allá no hay quien no cante tangos. Profesionalmente comencé a cantar en los teatros, a fijarme en la gente que tenía un estilo propio y adquirí fama en mi país.
MD: – ¿Cuál de sus películas le gusta más?
CG: -De las hechas hasta ahora “Melodía de Arrabal”, pero tengo puestas todas mis esperanzas en “El Día que me Quieras”. Es una gran película de gran emoción sentimental y de un acierto formidable en la música.
MD: – Pues aquí, gustó más “El Tango en Broadway”. El público lo encontró más logrado, más definitivo, más, como si dijéramos, encontrándose a sí mismo como actor que en las otras películas.
CG: – Es posible. Usted sabe que los artistas somos unos pésimos jueces de nosotros mismos. Casi nunca coinciden nuestros juicios con los del público. Y como el público es quien forma nuestra fama, no cabe duda de que es él el que tiene razón.
MD: – ¿Y de sus tangos cuál le gusta más?
CG: -A eso sí que no puedo contestarle. Me gustan unos u otros según el estado de ánimo en que me encuentro en ese día. Por eso yo nunca hago programas de mis actuaciones anticipadamente. Voy cantando lo que me siento con ganas de cantar.
A la capital en tren
A eso de la una de la tarde, el astro del tango y sus músicos partieron desde el Hotel Miramar hasta la estación del ferrocarril, cercana a la oficina de la aduana de La Guaira, donde abordaron el tren que los condujo a Caracas en el viaje que duraba un par de horas.
La mayor parte del trayecto lo paso Gardel mirando por la ventana del vagón de huéspedes especiales. Estaba asombrado con lo hermoso del paisaje y el cambio de temperatura en la medida en la que se aproximaba a la ciudad capital. No dejaba de comentar su sorpresa por la magnífica obra de ingeniería que permitió construir una vía férrea en tan intrincadas montañas.
Cuando el tren arribó a la estación de Caño Amarillo, Gardel asomó la cabeza por una de las ventanas del vagón y pudo apreciar la admiración que los caraqueños sentían por él. Una sonora ovación le dio la bienvenida, mientras que la multitud se aproximaba al vehículo Chevrolet, descapotable, último modelo, que la agencia Siso Planchart & Cía facilitó a los organizadores de la gira, el cual era conducido por el futuro umpire del beisbol profesional Roberto “Tarzán” Olivo.
Pero la avalancha de admiradores del cantante hizo tanta presión y generó tal alboroto en la estación, que Gardel optó por hacer el recorrido a pie entre la iglesia de Pagüita y las cercanías del Teatro Municipal, donde estaba ubicado el lujoso Hotel Majestic, lugar en el que se fijó el alojamiento.
El recibimiento en Caracas fue apoteósico. El gentío que se acercó para ver de cerca al ídolo del momento fue increíble. El cronista del diario La Esfera aseguró, de manera exagerada, que más de la mitad de los habitantes de la ciudad fueron al encuentro con Gardel.
Agenda capitalina
De los 28 días y 27 noches que pasó en Venezuela Carlos Gardel entre el 25 de abril y el 22 de mayo de 1935, veintidós transcurrieron en Caracas.
“Fueron unos días estupendos los que pasé con ellos. En las tardes los acompañaba a pasear y en las noches a cenar, luego de las funciones en el Teatro Principal o en el Rialto. Después me iba por toda Caracas con los guitarristas a dar serenatas que se prolongaban hasta las dos o tres de la mañana”, rememoró Roberto Olivo en su biografía, Playball, publicada por el Fondo Editorial Cárdenas Lares, en 1991.
Una docena de presentaciones cumplió el famoso cantante en escenarios de Caracas, todas con el papel agotado. Nueve veces se presentó en el Principal, dos en el Rialto y una en los estudios de la emisora Broadcasting Caracas, fundada en 1930, que a finales de ese año 1935 pasó a llamarse Radio Caracas.
Antes de la visita de Gardel a Caracas, los organizadores realizaron una amplia campaña publicitaria de prensa y radio para vender los boletos. Los precios de estos en las localidades del Principal fueron: seis bolívares (patio), cuatro bolívares (balcón) y dos bolívares (galería).
A pesar del torrencial aguacero que caía sobre Caracas, el viernes 26 de abril, a las 9 y 45 de la noche, después que se colocaron en pantalla “El Perro Robado”, corto metraje de Walt Disney, y “Por Partida Cuádruple”, una película cómica protagonizada por Charlie Chase, se produjo el ansiado debut de Gardel en la escena venezolana.
“Cobardía”, con ritmo de Charlo y letra de Amadori, compuesto en 1932, fue el primer tema que interpretó el célebre cantante. Luego siguieron “Carnaval”, “El Carretero”, “Insomnio”, “Tomo y Obligo”, “Por una Cabeza” y “Mi Buenos Aires Querido”. Posteriormente, ante los emotivos y atronadores aplausos y gritos de la audiencia, entonó otras melodías para complacer a sus admiradores.
El cambio de clima afectó la garganta del ídolo argentino, por lo que debió ser atendido por el doctor Pedro Gonzalez Rincones, en la moderna “Policlínica Caracas”, situada entre las esquinas de Velásquez y Santa Rosalía.
Luego de un corto reposo, Gardel reaparece el domingo 5 de mayo en una magistral presentación en el Teatro Principal, donde interpretó de “Mano a Mano”, con el consecuente triunfo de dimensiones abrumadoras.
Luego del rotundo éxito de sus actuaciones en el Principal, Gardel exigió a los organizadores de su visita a Caracas rebajar en cincuenta por ciento la localidad más económica para su última función del jueves 9 de mayo, para que el pueblo de más bajos ingresos pudiera asistir a su espectáculo, cancelando un bolívar por el boleto de galería.
En el Teatro Rialto realizó sus últimas dos funciones públicas en la capital venezolana los lunes 13 y martes 14 de mayo.
El miércoles 15 de mayo se despidió del público capitalino con una presentación desde los estudios de la emisora Broadcasting Caracas YV1BC, a lado de la sede del Almacén Americano, entre las esquinas de Pajaritos y La Palma, en pleno centro de la ciudad. En esa oportunidad interpretó una selección de temas que fueron escogidos durante más de una semana por los oyentes.
Luego se presentó en ciudades del interior: La Guaira (16 de mayo), Valencia (17 de mayo), Maracay (18 de mayo), Cabimas (20 de mayo) y Maracaibo (22 de mayo).
El 23 de mayo partió hacia la isla de Curazao y de allí viajó a Aruba el día 28. El 2 de junio arribó a la costa colombiana por la ciudad de Barranquilla y realizó gira por las ciudades de Cartagena, Medellín y Bogotá. El 24 de julio falleció junto a Le Pera y el guitarrista Barberi en un choque de dos aviones, en la pista del aeropuerto “Las Playas” de Medellín.
En homenaje a su visita a Caracas, en 1983 se construyó, en las cercanías de la estación del Metro de Caño Amarillo, primer lugar de Caracas que conoció y donde el público le demostró el fervor que sentía por él, la Plaza Carlos Gardel, en donde se erigió un monumento en su memoria. La escultura de bronce fue elaborada por la prestigiosa artista franco-venezolana Marisol Escobar.