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Magnicidio en el Palacio
De los millares de asesinatos que se cometieron durante la dictadura del general Juan Vicente Gómez (1908-1935), uno de los más sonados afectó directamente al presidente venezolano.
En la madrugada del 30 de junio de 1923, hallaron muerto de 27 puñaladas a un hermano suyo, el general Juan Crisóstomo Gómez, de 63 años, en su habitación del Palacio de Miraflores.
“Juancho” o “Juanchito” Gómez, como se le conocía, ocupaba el segundo cargo más importante en la línea de mando de aquella Venezuela de hace casi un siglo.
Un año antes, gracias a una enmienda a la constitución, aprobada por el Congreso Nacional, había sido designado como primer vicepresidente de la nación para el período 1922-29, al tiempo que conservaba el cargo de gobernador del Distrito Federal, en tanto que el general José Vicente Gómez, hijo mayor del opresor, fue designado como segundo vicepresidente y se mantuvo como inspector general del ejército.
Palacio de Miraflores
El escándalo por el magnicidio de Juancho Gómez en la mansión presidencial fue silenciado en los medios impresos que existían en la época. El Nuevo Diario, periódico oficial, apenas reseñó el suceso que calificó de “cobarde asesinato” y se desbordó en elogios con un amplio perfil de la víctima, describiéndolo como un honorable ciudadano tachirense que había nacido en 1860, en una aldea conocida como “La Mulera”, muy cerca de la población de San Antonio del Táchira, y que inició su brillante trayectoria política una vez que su hermano desplazó del poder al también general tachirense, Cipriano Castro, el 19 de diciembre de 1908”. Entonces, Juancho, de 49 años, ocupó su primer alto cargo de su trayectoria política, como gobernador del estado Miranda. Más adelante, en 1915, fue nombrado gobernador de Caracas.
Una vez enterado del asesinato de su hermano, el general Gómez ordenó que ese mismo día se celebraran las exequias, sin cumplir el protocolo forense de rigor, de practicarle la autopsia a la víctima. Tras una breve ceremonia religiosa en el salón Sol del Perú, muy cerca de la habitación en la que fue masacrado, el cuerpo de “Juancho” Gómez fue conducido en cortejo fúnebre desde Miraflores hasta el Cementerio General del Sur.
Juan Crisóstomo Gómez (Juancho Gómez)
Se comentó entonces, que fue alguien de la absoluta confianza de Juancho Gómez, pues, de otra manera no se explica cómo pudo llegar un extraño hasta las habitaciones del Palacio. Sin embargo, ese mismo día, el presidente Gómez acusó a los líderes opositores en el exilio como autores intelectuales del crimen, y dio instrucciones para que se iniciara una ola de persecución contra quienes él consideraba como enemigos del gobierno. Entre los primeros arrestados figuraron el poeta Francisco Pimentel (Job Pim) y caricaturista Leoncio Martínez (Leo). Durante mucho tiempo se vivió en Caracas bajo el terror producido por las consecuencias de esa misteriosa muerte.
Pese a todas las medidas represivas y al férreo control y censura de prensa, ante la importancia del personaje asesinado, en muchos sectores de la sociedad caraqueña se ventilaron rumores en torno a las causas del asesinato de “Juancho” Gómez.
Desde finales de 1921, comenzó a hablarse de posibles sucesores del general Juan Vicente Gómez, cuando la salud del dictador se deterioró debido a molestias en la próstata y un probable contagio de fiebre tifoidea.
Una versión sostuvo que el “muerto de Miraflores” fue un crimen familiar relacionado con los aspirantes a la sucesión de la dinastía Gómez. Entonces, el ambiente político del régimen estaba dividido entre los “juanchistas” que apoyaban a Juan Crisóstomo, y “vicentistas”, cuyo respaldo se orientaba hacia José Vicente.
Otro elemento que se manejó fue el de la intervención de la madre de José Vicente, Dionisia Bello, primera concubina del general Gómez. Al parecer “Juancho” se opuso a que su primo, Santos Matute Gómez, se casara Margarita Torres Bello, hija mayor de Dionisia. Poco después de conocerse la decisión de Matute de romper el compromiso, Margarita se suicidó y la madre juró vengarse.
Lo cierto del caso es que después de algunas investigaciones, de las cuales nunca se revelaron los resultados, fue acusado el capitán Isidro Barrientos, miembro de la guardia de Miraflores, como autor del asesinato. Aquí entró en juego una tercera versión, relacionada con rumores acerca de las preferencias sexuales de la víctima. También fue acusado del asesinato como colaborador, Encarnación Mujica, primo de Barrientos. Ambos fueron condenados a 20 años de prisión, pero pocas semanas después de anunciarse la sentencia, salieron inexplicablemente de la cárcel de La Rotunda y fueron asesinados por la policía.
A finales de abril de 1924, casi un año después del asesinato, y de la desaparición física de varios de los acusados de cometer el crimen, en su mensaje anual al Congreso Nacional, el general Gómez se refirió al homicidio de su hermano y expuso su particular verdad, en palabras que reprodujo el periodista Simón Alberto Consalvi, en la biografía que escribió del dictador, editada por El Nacional en 2014:
“La luz de la verdad y la justicia ha venido disipando las sombras del misterio para destacar en toda su fealdad los caracteres de delitos conexos de asesinato y de calumnia, llevados a cabo con fines políticos siniestros, de que rara vez da muestra la perversidad humana aguijoneada por el ansia de lucro y de mando; de modo que puedo anunciaros hoy que el agente inmediato de que se valieron para la ejecución del torpe crimen fue Isidro Barrientos, quien lo llevó a cabo por orden de Rafael Andara, Juan Araguainano, Custodio Prieto y Encarnación Mujica, todos los cuales se encuentran detenidos a la disposición de los tribunales de justicia que harán caer sobre ellos y sobre sus investigadores y cómplices todo el peso de las Leyes”.
El vicepresidente José Vicente Gómez Bello y su esposa Josefina Revenga Sosa
Cuando se acababan de celebrar dos años de la muerte de “Juancho” Gómez, el 24 de junio de 1925, el dictador pidió al Congreso eliminar el cargo de primer vicepresidente que había tenido su hermano y al poco tiempo también “despachó” a su hijo de la segunda vicepresidencia, al nombrarlo agregado militar en la embajada de Venezuela en Francia.
En Europa, José Vicente se unió a su madre, Dionisia Bello, quien se había sido obligada a salir del país poco después del asesinato, radicándose en un castillo muy cerca de la capital francesa, donde pasó el resto de su vida. El hijo mayor de Gómez falleció de tuberculosis en Leysin, Suiza, el 3 de febrero de 1930.
Casi cien años después de aquel horrendo crimen, todavía no se sabe a ciencia cierta la verdad. Hoy las hipótesis son numerosas: intrigas palaciegas, ambiciones, desordenadas pasiones carnales, corrupción, celos, venganza, traición y muerte.