Etapas del alumbrado eléctrico y de la electricidad en Venezuela

15 Sep 2023 | Ocurrió aquí

Por Héctor Pérez Marchelli

Alejandro de Humboldt y Amadeo Bonpland se asombraron cuando en la población de Calabozo, estado Guárico, consiguieron una máquina eléctrica construida por Carlos del Pozo, habitante de esa localidad.

Alejandro de Humboldt y Amadeo Bonpland se asombraron cuando en la población de Calabozo, estado Guárico, consiguieron una máquina eléctrica construida por Carlos del Pozo, habitante de esa localidad.

     “Durante nuestro siglo diecinueve, en medio del fragor de las batallas, luchas políticas, epidemias, catástrofes, plagas, el esfuerzo de ciertas individualidades marcan las etapas de un lento, pero inevitable progreso, más patente si seguimos las huellas de quienes hicieron por iluminar la oscuridad, tanto física como espiritual, de los venezolanos. En efecto, quienes tuvieron que ver con la iluminación, el alumbrado y la electricidad, demuestra capacidades y empeño a través de su vida y obra. Del tizón al candil del sebo de ganado, de la luz de aceite a la lámpara de kerosene, del mechero de gas al foco eléctrico, señalan las distintas etapas de una historia que, aunque paralela, no se encuentra entre los relatos de escaramuzas, guerras, vidas de militares y políticos, y el recuento de las pequeñas y grandes rencillas de las distintas facciones nacionales. La historia de la iluminación y luego de la industria que genera industrias, la luz y la energía motriz, tiene para todos nosotros una enseñanza, porque es prueba de estudios, dedicación, constancia, planificación y sostenimiento. La preocupación por mejorar el alumbrado, es incentivo para el desarrollo de la electricidad, y la aplicación del fluido, desplazará inevitablemente a la máquina de vapor y la utilización del gas como iluminación, hasta cambiará las costumbres.

     Pretendemos recorrer en rápidas secuencias las actividades de ciertos hombres y determinados acontecimientos, que nos dan una imagen diferente del convulsionado siglo XIX venezolano. En los llanos de Calabozo se realizaron los primeros experimentos eléctricos de Venezuela.

     Cuando Alejandro de Humboldt y Amadeo Bonpland realizaron su expedición al interior de Venezuela, en marzo de 1800, a través de los llanos hasta llegar al Orinoco, cargados de un importante material de laboratorio, además de poseer los últimos conocimientos científicos, se sorprendieron de las actividades de un habitante de Calabozo, sub-delegado del Estanco del Tabaco, antiguo Visitador de la Real Hacienda, empleado de Intendencia, Juez y Teniente de Justicia Mayor Interino. Era don Carlos del Pozo y Sucre, hijo de un noble siciliano casado con una cumanesa, doña Isabel de Sucre y Trejo. Uno de sus cinco hermanos, el ingeniero militar José del Pozo Sucre y Trejo (1742-1819), tuvo destacada figuración en los servicios de la Corona española.

     Humboldt y Bonpland, atizados por la idea de buscar peces portadores de electricidad, el Gimnotus o Electrophorus eléctricus, llamado comúnmente Temblador, viajan a Calabozo y en sus cercanías, en el Caño Vera, logran obtener varios ejemplares. Hasta se someten a la acción de fuertes descargas. Mientras realizan estas investigaciones hacen amistad con don Carlos del Pozo, quien con anterioridad había experimentado del mismo modo que el viajero doctor Schilling en Guayana en 1770, comprobando que el Temblador aproximaba involuntariamente al imán. Carlos del Pozo –según el testimonio de Humboldt en su Viaje a las regiones equinocciales del nuevo Continente–poseía una máquina eléctrica de grandes discos electróforos, baterías, electrómeros y, además, en su biblioteca se encontraban las obras de Sigaud de La Fond y las Memorias de Banjamín Franklin. Hasta llegó a construir con materiales traídos por barcos provenientes de Filadelfia, “platillos para una máquina de discos y obtener efectos más considerables de la electricidad”. Los aparatos de precisión que llevaba Humboldt a lomo de bestias por los llanos y en débiles embarcaciones por los ríos, eran muy similares a los que poseía del Pozo. Electrómeros de paja, de bolilla de sauco y de hojas de oro laminado, una botella de Leyden, sorprendieron a del Pozo por la similitud con aquellos con que experimentaba. Con absoluta seguridad Humboldt transmitió al sabio venezolano, en las dos semanas de su permanencia por los llanos de Calabozo, los adelantos alcanzados por Volta, Gay Lussac, Galvani e Ingenhousz. De Pozo acompaña a la expedición científica hasta San Fernando de Apure y, según el sabio alemán, allí tomó “buenas observaciones termométricas”.

     Humboldt, cinco meses más tarde, el 20 de agosto, se dirige al Capitán General de la entonces Provincia de Venezuela, don Manuel de Guevara Vasconcelos, en los siguientes términos:

En 1873, el ingeniero químico venezolano, Vicente Marcano, elaboró aparatos de luz eléctrica para iluminación de algunas calles de Caracas.

En 1873, el ingeniero químico venezolano, Vicente Marcano, elaboró aparatos de luz eléctrica para iluminación de algunas calles de Caracas.

     “En Calabozo vive un sujeto de poca fortuna, pero de gran talento mecánico y de bastante instrucción en la física experimental, el subdelegado de la renta de tabaco don Carlos del Pozo y Sucre. Con sus mismas manos y sin haber nunca visto cosa semejante, ha construido en Calabozo una máquina eléctrica, que se puede comparar con las mejores que he visto en España y en Francia. No tengo nada que añadir sobre este talento porque ya sé que Usted lo honra con su protección”.

     Poco después, en 1801, el Ayuntamiento de Caracas designa para el proyecto de poner techo al Coliseo a Carlos del Pozo, quien a la sazón se encontraba en la capital, pero ya él, recién, se había marchado a la villa de Calabozo. Y en 1803 es propuesto por la Junta de Caracas para el cargo de Director de las obras.

     La huella de Carlos del Pozo y Sucre se pierde durante la guerra de independencia, diciéndose apenas que fue prisionero de Antoñanzas y libertado por Monteverde.
Sin embargo, Sir Robert Ker Porter, representante diplomático del gobierno inglés, en su viaje a los llanos como invitado del General José Antonio Páez, anota en su diario:

     “Martes 6 de noviembre de 1832. Cabalgamos desde las primeras horas de la mañana para ver algunos parajes refrescantes llamados “los Baños”, situados entre algunos bosques en la Mesa de Calabozo, no muy lejos de una de sus Misiones. Por nuestro camino observamos un pararrayos, levantado por el científico de quien hablara Humboldt, Señor Carlos del Pozo, hace mucho tiempo reunido con sus padres, que queda como un provechoso Monumento del conocimiento filosófico. No más allá de una milla de distancia de allí, en la llanura [Don Ramón Palacio, Gobernador Civil de Calabozo] erigió un conductor eléctrico similar.

     Hoy en día, en el sitio denominado El Vicario, a un lado del aeropuerto de Calabozo, se levanta una lápida que recuerda los trabajos de del Pozo.

 

Precursores del sistema de alumbrado y de la luz eléctrica en nuestro país

     Los trabajos de Humboldt y de del Pozo no hallaron émulos en nuestro país hasta bien entrado el siglo diecinueve. En la Universidad, los estudios tradicionales de Ingeniería, Derecho y Medicina, no se ocupaban de los adelantos que se realizaban en materia de electricidad. Lo mismo ocurría con otras ciencias experimentales, entre ellas la Química. Así, durante mucho tiempo se continuará usando para el alumbrado público de calles, teatros, salones oficiales y casas: candiles, lámparas, quinqués, fanales, luminarias y arañas, y según la categoría del consumidor, se usará como combustible el aceite de coco, sebo de ganado, aceite de cerdo o manteca, aceite de ballena y velas de esperma y de cera.

     Según Manuel Landaeta Rosales, en 1850, el doctor Alejandro Ibarra, físico notable, preparó un aparato de gas para alumbrado que utilizó en su casa, pero no se extendió al público. En 1853 el doctor Gonzalo Antonio Ruiz introdujo 116 faroles de gas hidrógeno en el sistema de alumbrado de Caracas.

     Al fin, el 29 de mayo de 1856, se rompe la larga demora del progreso y se va a utilizar una de las aplicaciones de la electricidad. Durante la presidencia del general José Tadeo Monagas, se inaugura la línea telegráfica entre La Guaira y Caracas, instalada por el español don Manuel de Montúfar. Ese mismo año la capital sufre una epidemia de cólera, pero también inaugura el Teatro Caracas, iluminado por un gasómetro de mil doscientos sesenta pies cúbicos de gas para un alumbrado a gas. Y hubo que demostrar por la prensa que el alumbrado de este género era más barato que el de aceite.

     A partir de 1860, Venezuela es inundada, como todos los mercados del mundo, por lámparas de petróleo, es decir, kerosene. La línea de vapores americanos, la Red D Line, se ocupa de hacer llegar a todos nuestros puertos el combustible extraído de los pozos petroleros de los Estados Unidos. A partir de ese entonces se entabla una competencia entre los expendedores de gas y de kerosene.

     Tímidamente se realizan instalaciones de gasómetros, con largas interrupciones en sus servicios. En 1863, los señores Antonio María Ros, José María Larrazábal y Servadio, Monsanto y Cía., inauguraron uno en Caracas.

     En abril de 1872, el ingeniero químico Vicente Marcano, poseedor de una extraordinaria facilidad en el diseño y construcción de aparatos mecánicos, es llamado para realizar las reparaciones necesarias en el gasómetro de la ciudad. Un año más tarde, para las fiestas nacionales del 28 de octubre de 1873, el mismo Marcano prepara aparatos de luz eléctrica para la iluminación de algunas calles.

     A finales de 1873 en la sección “Ecos de Caracas”, del diario La Opinión Nacional, leemos:

“Una gran noticia. Nuestro teatro se está lavando la cara, y poniendo parches en la cabeza que le disimularán en lo posible los agujeros de marras. El alumbrado estará también modificado. En lugar de candiles habrá lámparas, en vez de humo luz, y en cambio de caballerizas tendremos salón para señoras”.

     Toca al farmacéutico Roberto Jahnke y al célebre botánico y naturalista alemán doctor Adolfo Ernst hacer los preparativos para la iluminación eléctrica de la estatua del Libertador erigida en la Plaza Mayor en noviembre de 1874. En esa misma oportunidad los señores Colomb y Sosa colocan frente a su tienda luces producidas por un aparato de electricidad traído expresamente de Europa.

En 1897, el ingeniero caraqueño Ricardo Zuloaga (1867-1932) construyó la estación El Encantado, primera central hidroeléctrica que suministro energía eléctrica a la ciudad de Caracas.

En 1897, el ingeniero caraqueño Ricardo Zuloaga (1867-1932) construyó la estación El Encantado, primera central hidroeléctrica que suministro energía eléctrica a la ciudad de Caracas.

     El aparato de Jahnke es nuevamente puesto a funcionar durante la conmemoración del 5 de julio de 1875. Después será vendido al Gobierno Nacional por 909 venezolanos, siendo destinado al gabinete de física de la Universidad Central.

     Pero aún continuará la lucha de la electricidad por imponerse. En 1876, el ministro de Obras Públicas, ingeniero Roberto García, ordena instalar en el Teatro Guzmán Blanco, que él mismo diseñó, “un gasógeno moderno “Patent” o máquina con todos sus adherentes para fabricar gas con el fluido denominado gasolina, suficiente para doscientas luces durante cinco horas”.

     Ya a finales del año, noviembre de 1876, hasta abril de 1877, un joven médico alemán, el doctor Carl Sachs, especializado en fisiología experimental, realizó un viaje al interior de Venezuela especialmente para estudiar al Temblador. En Calabozo, con un completo laboratorio electro-fisiológico, se dedicó al estudio de este pez.

     Desde julio de 1880, Venezuela pudo comunicarse con el exterior por medio del cable que estableció la Sociedad Francesa de Telégrafos Submarinos. Gerardo M. Borges, “telegrafista de vastos conocimientos como electricista y práctico en el manejo de los aparatos, nos representa en el primer Congreso de Electricidad, celebrado en París el 15 de septiembre de 1881”.

     En la noche del 23 de julio de 1883 –según Manuel Landaeta Rosales y López de Ceballos– Carlos G. Palacios inauguró la luz eléctrica en Caracas, pero sólo surtía a la Plaza Bolívar, los Boulevares del Capitolio y la estatua de Guzmán Blanco en El Calvario, iluminándolos con lámparas Jablochkoff. A partir de septiembre, la maquinaria que se había instalado expresamente para el Centenario de Simón Bolívar, fue utilizada para la exclusiva iluminación del Teatro Municipal.

     El servicio telefónico –aparatos de Bell a base de baterías– fue organizado e instalado por primera vez en agosto del mismo año, por la Intercontinental, comunicando a Caracas, La Guaira, Valencia y Puerto Cabello. Más tarde, otra compañía de teléfonos, The American Company, se estableció en la misma ciudad en 1888.

     El 26 de octubre de 1884 se inaugura la Compañía de Gas, para la iluminación de Caracas. El general Antonio Guzmán Blanco es su promotor y socio. El capital de la compañía sobrepasará el millón de bolívares y será, adentrada la primera década del mil novecientos, cuando desaparecerá.

     Con motivo del centenario del General Rafael Urdaneta se estableció el alumbrado eléctrico en las principales calles de Maracaibo. El 24 de octubre de 1888, Jaime F. Carrillo instaló las maquinarias en apenas ocho días. Posteriormente la empresa se denominó The Maracaibo Electric Light Co. Las maquinarias, calderas, dinamos procedían en su mayor parte de la firma Thomson Houston.

     El norteamericano Miguel F. Dooley logra establecer el 22 de septiembre de 1889 el alumbrado eléctrico de la capital del Estado Carabobo. Muchos años después, la empras de alumbrado que alimentaba sus calderas con leña y carbón, fue adquirida por Carlos Stelling, quien la transformó en hidroeléctrica.

El 5 de julio de 1889 se instalan en Caracas doce relojes eléctricos. El 14 de febrero de 1893, se contrató con el señor Emilio J. Maury el alumbrado por luz eléctrica para la Casa Amarilla, el Salón Municipal, el Palacio Federal y la Plaza interior del Capitolio de Caracas. El ingeniero Carlos Alberto Lares Paredes montó en 1895 la primera planta eléctrica de Mérida, la que iniciaron los señores don Caracciolo Parra Picón y don Obdulio Picón. Pero la aplicación de la electricidad, a un costo mínimo y bajo los últimos avances técnicos, le toca a un joven ingeniero realizarla.

 

Ricardo Zuloaga

     Desde Carlos del Pozo a Ricardo Zuloaga transcurre todo un largo siglo. Al último le toca el mérito de dar el paso definitivo para la utilización de la electricidad no solo para la iluminación de calles y habitaciones, sino también como energía eléctrica que va a desplazar al motor de vapor y que va a impulsar a la industria. Utiliza la energía de los volúmenes de agua para producir corriente alterna. En fin, va a ser factor importante en la modernización del país.

     Terminados sus estudios en el Colegio Roscio, dirigido por el licenciado Agustín Aveledo, obtiene en 1883 el título de Agrimensor, expedido por la Universidad Central, y allí mismo, cinco años más tarde, después de cursar matemáticas, geometría analítica, cálculo diferencial, dibujo lineal, cálculo integral y mecánica racional, geodesia y arte de construir, astronomía práctica y caminos, orotomía, arquitectura, ferrocarriles y aplicaciones de mecánica, botánica y zoología, mineralogía y geología, se gradúa de ingeniero. Entre sus profesores estaban Adolfo Ernst, Roberto García, Jesús Muñoz Tébar, Vicente G. Guánchez. Perteneció al grupo de amigos de Vicente Marcano, al lado de Carlos A. Villanueva, José Antonio Mosquera y Adolfo Frydensberg.

     Después de ejercer su profesión en la instalación de una fábrica de hielo en Puerto Cabello en 1887, realizó un viaje a Europa para estudiar el perfeccionamiento de los quemadores de gas del alumbrado y la posibilidad de utilizar corriente alterna producida por generadores hidráulicos. A su regreso funda la Compañía Anónima la Electricidad de Caracas, con el exiguo capital de medio millón de bolívares, para sus avanzados proyectos. El 8 de agosto de 1897 inaugura la Compañía. Los duros años del comienzo no le restaron valor para hacer surgir la empresa, acrecentándola cada vez más a la par del incremento de las necesidades de la ciudad. “Esa planta –como dijo El Universal al día siguiente de la muerte del ingeniero Ricardo Zuloaga, acaecida el 15 de diciembre de 1932– fue una de las primeras instaladas en el mundo para producción de energía hidroeléctrica para ser llevada a distancia”.

     El 22 de septiembre, día de su nacimiento ocurrido en 1865, es celebrado como Día del Electricista.

FUENTES CONSULTADAS

  • Para la realización de este reportaje se consultaron numerosas obras, en especial trabajos de Manuel Landaeta Rosales, Enrique Bernardo Núñez, Bartolomé López de Ceballos, Ángel Grisanti, Ramón Díaz Sánchez, Marisa Vannini de Gerulewicz, Benito Fernández Machado, Juan y Eduardo Röhl; de don Walter Dupouy su guía y el importante dato en su edición del diario de Sir Robert Ker Porter, y, por último, se utilizó La Opinión Nacional, El Zulia Ilustrado y El Universal.

  • Revista Líneas. Caracas, N° 137, septiembre de 1968

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