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El Nazareno de San Pablo y la soledad de San Francisco
De las añejas y generosas conmemoraciones religiosas coloniales apenas sobreviven las que el pueblo le dedica al Nazareno de San Pablo y a la virgen de la Soledad del templo de San Francisco, ambas despiertan un gran fervor entre los caraqueños.
El historiador Mario Briceño-Iragorry afirma que el tradicionalismo religioso de la capital ha quedado reducido a la devoción entusiasta e ingenua que hasta los “incrédulos” rinden al viejo Nazareno de San Pablo y a la Soledad de San Francisco, en los días Miércoles y Viernes de la Semana Mayor.
El Nazareno
El primero recibió culto en la antigua iglesia de San Pablo Ermitaño, destruida por orden del presidente de la República, general Antonio Guzmán Blanco, para edificar en su lugar el Teatro que llevaba su nombre, posteriormente llamado Municipal. Divulgóse la leyenda de que la noche de la inauguración de éste, el Ilustre Americano sintió interrumpido su sueño por suaves toques al balcón del dormitorio presidencial. Puesto de pies, se dirigió a abrir las alas de aquél, y con asombro y terror hallóse ante el doliente Nazareno que le preguntaba: “¿Qué hiciste de mi templo?”. Consecuencia de este encuentro fue la inmediata edificación, en la esquina del viejo Oratorio de San Felipe Neri, del hermoso templo de Santa Ana y Santa Teresa, con que quiso honrar a las santas cuyos nombres llevaba con orgullo Doña Ana Teresa Ibarra de Guzmán Blanco, su esposa. Desde entonces reposa en ese templo, con su cruz a cuestas, el venerado Nazareno.
En una de las capillas de la basílica se venera la secular imagen del Nazareno, motivo de espectaculares cultos el Miércoles Santo y objeto de veneración muy especial de parte de la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen y Jesús Nazareno, fundada en 1666, en virtud de patente otorgada por el Provincial del Convento de Carmelitas descalzos de la Provincia de Nueva España, con aprobación del Ilustrísimo Obispo de Caracas Fray Alonso Briceño. Tenía obligación esta cofradía, además del culto y procesión de la Semana Mayor, de dedicarle fiesta solemne el día 4 de mayo.
La Soledad
La Soledad es centro del señaladísimo culto en la iglesia del antiguo Convento de Religiosos del Orden de San Francisco (Hoy Iglesia de San Francisco). La hermosa imagen que tanto venera el pueblo de Caracas, fue adquirida el año 1654, por el piadoso hacendado de Naiguatá, Don Juan del Corro, quien prometió ofrendarla con motivo de grave enfermedad de su esposa Doña Felipa de Ponte y Villena. Cuéntase que la nave que traía la imagen naufragó en el Caribe y que la caja llegó por sí sola a las playas de Naiguatá, donde posteriormente fue reconocida por el armador Don Sancho de Paredes. El cabello que luce es la propia cabellera de Doña Felipa. Esta imagen es copia de la famosa Soledad del convento madrileño de La Victoria, el cual fue destruido durante la rebelión de 1936. Pedro de Répide, cronista de Madrid, hizo hacer una réplica de la imagen de San Francisco para ser llevada a España.
Hermosa imagen de las Virgen de la Soledad, venerada por el pueblo de Caracas
Miércoles y Viernes Santos
De las antiguas y espléndidas conmemoraciones coloniales, apenas sobreviven las que el pueblo dedica a estas viejas devociones, mantenidas con fervoroso respeto a través de todas las inquietudes de la ciudad. Miércoles y Viernes Santos son días en que se vuelca la vieja conciencia religiosa del pueblo, y grandes y pequeños, crédulos e “incrédulos”, se encaminan a Santa Teresa y a San Francisco para quemar candelas y dirigir oraciones a las imágenes amadas. Laurel, romero, manzanilla y aroma, son ofrecidos, con estampas y escapularios, por los “rameros” y “santeros” que hacen lonja de las puertas sagradas, como en los propios días de la Colonia. En el primero, ponen su nota violácea los penitentes, vestidos de la hopa nazarena, que en años pasados fue atavío exhibido aun por encumbrados señores, a quienes hiciera algún milagro la venerada imagen. (Se recuerda haber salido “de Nazareno” en Miércoles Santo, el ilustre médico Dr. Guillermo Michelena, después de abjuradas sus viejas ideas heréticas). De la Soledad se hace procesión, con el Sepulcro, en la tarde del Viernes Santo.
Han decaído las vistosas fiestas patronales de las Parroquias y las que prometió celebrar ad perpetuam el propio Municipio, para recuerdo de una epidemia o de un terremoto. Las fiestas de tabla han perdido también su antiguo apogeo; apenas el viejo Nazareno de San Pablo y la primorosa Soledad de San Francisco mantienen el lazo que nos une con la liturgia colonial. Ante dichas imágenes, la propia fe individual, sintiéndose añeja de siglos y ancha de contornos, comprende el valor de la tradición que perfila el carácter y da distinción a los pueblos.
Nazareno y Soledad son valores que mantienen el relieve de una historia que hoy intentan adulterar modas extrañas e intereses disolventes.
Pareciese que hubiese empeño por arrancar de cuajo el sabor de la tradición donde toman alimento las raíces de la Patria, del mismo modo como el progreso del asfalto y del concreto desgarró ayer el viejo limonero del Señor, cantando y perpetuado por la musa egregia de Andrés Eloy Blanco.
La Sampablera
También quedó para la posteridad, debido a un hecho político que se suscitó en 1859, en la plaza adyacente a la ermita que resguardaba la figura del Nazareno, el término Sampablera, expresión que ha pasado a constituir un venezolanismo aplicado a situaciones que se caracterizan por la confusión y el desorden.
Plaza y ermita de San Pablo El Ermitaño
En la basílica de Santa Teresa reposa, con su cruz a cuestas, el venerado Nazareno de San Pablo
De la iglesia de San Francisco sale en procesión la Virgen de Soledad, la tarde de cada Viernes Santo
FUENTES CONSULTADAS
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Briceño-Iragorry, Mario. El Nazareno y la Soledad. Crónica de Caracas. Febrero-Marzo 1951 Nos 2 y 3.
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El Nazareno de San Pablo. El Heraldo. Caracas, 20 de abril de 1951.
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La Virgen de la Soledad. La Esfera. Caracas, 11 de abril de 1947.