Dos meses después de la muerte del general Gómez, el diario El Heraldo, en su edición del 12 de febrero de 1936, reprodujo, tal y como aparece en la revista quincenal chilena “Ercila”, un reportaje acerca del actual momento venezolano. “No hemos querido enmendar ni una sílaba a esta página que, en cierto sentido, refleja lo que de nosotros se piensa en el exterior y a la cual hemos procurado conservar hasta su fisonomía tipográfica, indicó el mencionado diario caraqueño
En 1908, cuando Cipriano Castro se marchó a Berlín, para tratarse su delicado estado de salud, dejó a su compadre, Juan Vicente Gómez, al frente de la primera magistratura.
“El final de la tiranía de Juan Vicente Gómez, en Venezuela, por el medio natural de la muerte, ha puesto sobre el tapete el debatido tópico de la clase de su gobierno, y han vuelto a la memoria del público aspectos total o parcialmente olvidados de su paso por el poder.
A fuerza de leer informaciones oficiales, se había llegado a pensar que no era exacto el estado de fuerza de Venezuela, y que el número de desterrados, presos, perseguidos y muertos no era otra cosa que una ficción de escritores apasionados. Muchos periodistas cayeron en el garlito de encomiar la “labor nacionalista” de Gómez, el “desarrollo material” de Venezuela y otras cosas. La realidad permite, ahora, revaluarlo todo, y a eso se concreta este artículo objetivo, de mera información.
Ascenso y golpe
Juan Vicente Gómez pertenecía a los “andinos”. Cooperó activamente con Cipriano Castro y pronto se destacó entre sus tenientes más esforzados. Cipriano Castro era un presidente con ocurrencias de Roses, con respecto a los europeos. También a él lo atacaron las potencias y él solía sonreír de todo ello.
Tipo de neurótico, especia de Calígula tropical, se cuentan de Castro anécdotas innumerables. Su lascivia no conocía dique. Refieren que se hacía llevar a su habitación a las mujeres que eran de su agrado sin averiguar más. Un día que hubo un fuerte temblor de tierra en Caracas, saltó por el balcón de la Casa Amarilla (Ministerio de Relaciones Exteriores) y se quebró una pierna. Dicen que en plena “juma”, o sea, borrachera, se bañaba a veces desnudo en la fuente pública de una plaza caraqueña.
Promesas y halagos
El propio general Gómez refería que cuando subió al poder quiso dar un viraje a la política venezolana, pero que los “malucos” se lo impidieron. Uno de sus consejeros de entonces fue cierto político venezolano Bautista, con quien enseguida se peleó. El escritor Rufino Blanco Fombona corrió igual suerte. Quien desee pormenores de esta etapa de la vida venezolana puede recurrir al prólogo de los poemas de Fombona, a “Con la mitra en la mano”, o a “Judas Capitolino” de José María Vargas Vila. También puede recurrir a “Vidas oscuras” de José Rafael Pocaterra.
Un relato trágico
Fombona fue recluido en la cárcel. Refiere que tuvo ceñido al pie los grillos de sesenta kilos. Un compañero suyo permaneció unido por los grillos a su camarada de celda, quien había muerto, y así tuvo que soportar el hedor varios días.
Exasperado Fombona, mató con una varilla de catre a uno de sus guardianes. Más tarde, logró fugarse. Y anduvo por el mundo, ejerciendo diversos oficios, hasta llegar a París, y, luego, a Madrid.
“El hombre de oro” y “El hombre de hierro” encierran dos relatos gráficos de la situación venezolana de entonces.
Para disfrazar el estadazo de miseria en la que se encontraba el país, Gómez propugnó una política de reconstrucción material, sobre todo de carreteras, hechas, muchas de ellas, con trabajos forzados de los presos políticos.
La “inteligencia” gomecista
Naturalmente, hubo un gran sector de intelectuales que se sometieron a Gómez. Y escritores de primera fila, seducidos por el confort y atados por el temor, no trepidaron en prestarle sus servicios, aunque no siempre su elogio público. Entre ellos figuran, José Gil Fortoul, César Zumeta, Laureano Vallenilla Lanz, Pedro Manuel Arcaya, Diego Carbonell, Manuel Díaz Rodríguez, Vicente Lecuna y otros más.
El conductor de todo ello era Vallenilla Lanz, director de “El Nuevo Diario”, que acaba de ser destruido por el pueblo en represalia por la forma cómo apoyó y aún más, sugirió todos los desmanes de la tiranía. Vallenilla Lanz fue el autor de la teoría del “Gendarme necesario” en “Cesarismo Democrático”, teoría de la que se jacta Arcaya, que se la disputa a Vallenilla.
“El Universal”, otro diario caraqueño, dirigido por el poeta Andrés Mata, también se distinguió, aunque menos que el anterior, en el apoyo de Gómez. Mata murió en 1931, como Díaz Rodríguez, en 1927. En la intimidad, casi todos, excepto los más enconados, manifestaban su “descontento” espiritual con el régimen.
El caso de Tito Salas
Tito Salas es uno de los grandes pintores americanos. Premiado en París, muy joven y después de cosechar grandes triunfos, fue contratado por el gobierno de Gómez para decorar la Casa Natal del Libertador.
Ahí permaneció hasta hoy. En 1924, el gobierno de Perú le invitó, pero prácticamente no se le dejó salir porque se tenía la seguridad de que no volvería. Tito Salas ha vivido en cárcel de oro, sin pintar casi, muerto de hastío, quemándose en alcohol su genio evidente.
Y como Tito hay tantos con cárcel de oro.
La obra material
Para disfrazar este estado de cosas, Gómez propugnó una política de reconstrucción material y, sobre todo, la política vial, cuya clave es estratégica, a fin de facilitar el develamiento de cualquier sedición.
Los caminos fueron hechos con trabajos forzados de los presos políticos. Los estudiantes tenían que trabajar bajo el sol canicular permanente y sin salario o salario de hambre, sometidos al palo del caporal. Así se hicieron los caminos de Venezuela, pero no se incrementó su producción. La fortuna pública creció en cuantía y en monopolio. No se distribuyó nada. Unas cuantas familias fueron las dueñas de todo.
La fortuna personal de Gómez se calcula en más de 200 millones de dólares, o sea 1.000 millones de bolívares. Y al entrar al Gobierno, no tenía nada. Sus familiares poseen tierras, ganado, negocios enormes.
Se inició la explotación del petróleo, especialmente en Zulia. El origen del incremento de esta industria, está vinculado a México. Cuando este país, por medio de su legislación petrolera, redujo las liberalidades que se tenía para con el imperialismo, Venezuela abrió las puertas. El capital imperialista prefirió un país en el que no era controlado al contralor mexicano, y México pasó a ocupar un puesto inferior en la escala de producción petrolera, subiendo el de Venezuela.
El gobierno impresionó pagando la deuda externa, pero lo hizo sin previsión, cuando más alta era la moneda extranjera. Por otra parte, trató de cautivar a los ingenuos atesorando dinero improductivo en el Banco de la Nación. Cada año, el mensaje presidencial asentaba: tenemos tantos millones más guardados que el año anterior. Lo económico habría sido invertir esos millones en obras públicas, en las provincias, favorecer un gran adelanto agrícola, industrial, sanitario, levantar el standard de vida del ciudadano común. Pero eso no se hacía. Y se atesoraba en vez de invertir.
El general Eleazar López Contreras, ministro de Guerra y Marina, asumió el poder luego de la muerte de Gómez.
Año del colapso
En 1923, fue asesinado misteriosamente Juancho Gómez, hermano del dictador. Desde entonces, el Gobierno aumentó su severidad.
En 1927, los estudiantes insurgieron en manifestaciones públicas, pidiendo más libertad, ayudados por las damas de Caracas. Estudiantes y mujeres fueron a la cárcel, sufriendo mil torturas. Gonzalo Carnevali y Rómulo Betancourt han referido las que vieron y sufrieron: colgados de los órganos viriles sufrían interrogatorios y flagelamientos; se les bañaba a medianoche; se les sometía al suplicio de no dejarles dormir, interrumpiéndoles el sueño a cada rato; se les colgaba de los dedos; se les tenía atados a grillos pesados, sin permitirles aire ni ninguna comodidad humana. . .
Los desterrados
Quien haya viajado por el norte del continente, sabe cómo son de numerosos los desterrados venezolanos. En Barranquilla y en la frontera colombo venezolana hay varias decenas de millares. Hoy el cable habla de millares de desterrados que están en Barranquilla. En Panamá no bajan de varios centenares. En Ecuador igualmente. En Puerto Rico, Costa Rica, Santo Domingo. Curazao son numerosísimos. Los desterrados en Nueva York son una verdadera colonia.
Entre los desterrados han tratado de ejercer comando los generales Rafel Arévalo Cedeño y Simón Urbina, pero los grupos jóvenes tienen hoy predominio.
La herencia de Gómez
El general Eleazar López Contreras ha recogido la herencia de Gómez. El apresuramiento porque el Congreso elija antes de cumplirse el “período” de Juan Vicente Gómez, que es en abril de 1936, indica que se teme a la maduración democrática de cuatro meses.
Seguramente, Venezuela pide hoy elecciones populares en vez de la elección por el Congreso. Esta nueva etapa o nuevo aspecto de la conciencia ciudadana tendrá que conjurarlo el general López Contreras, tanto más difícilmente cuando que, habiendo salido los presos de las cárceles –y son varios militares– y regresando los desterrados, y perdido el temor los amordazados, resulta que un sector considerable de la ciudadanía venezolana se encuentra en situación beligerante y atenta a la política.
Los desórdenes en las petroleras de Maracaibo, indican que el movimiento antiimperialista es agudo. La fuga de los Gómez anuncia que el gobierno o no ha querido o no ha podido protegerlos contra la ira de sus víctimas de antaño.
En todo caso, la situación venezolana es una incógnita, y plantea una crisis más en la serie de crisis que aquejan al continente americano”.
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