CRÓNICAS DE LA CIUDAD

Caracas en el bicentenario de Bolívar, 1883

      A propósito de los cien años del nacimiento del Libertador, Simón Bolívar, se llevó a cabo la Exposición Nacional de 1883 con la que se celebró y rememoró su fecha natalicia. En conjunto, se inauguraron obras públicas, obras de arte y estatuas. Fueron otorgados reconocimientos y premios literarios, se realizaron eventos culturales, se editaron distintas publicaciones, se elaboraron cuadros, se llevaron a cabo ceremonias, desfiles cívicos, elegías y recuerdos. Como acompañamiento, se montó una exposición, muy al estilo de las realizadas en Europa durante el siglo XIX. Fue una ocasión propicia para que el gobernante de turno, Antonio Guzmán Blanco (1829-1898), exhibiera un despliegue de su poder e influencia entre sus adeptos y detractores.

     La celebración del centenario del natalicio del Libertador sirvió de excusa para establecer lo que se denominó La Exposición Nacional de 1883. Fue un evento en el que se dieron cita una gran gama de expresiones, símbolos y emblemas relacionados con localidades y regiones de Venezuela. Sin duda, se trató de un encuentro de expresiones diversas, alrededor de la figura de Simón Bolívar y Guzmán Blanco como su mentor e insigne representante. Lo en ella expuesto sirvió de moldura para mostrar logros materiales y simbólicos del país, también para extender rasgos de lo que se consideraba como el carácter nacional de Venezuela.

     Entre el 2 de agosto y el 4 de septiembre de 1883 se desarrolló en Caracas, la Exposición Nacional de Venezuela en el marco de las actividades conmemorativas del centenario del natalicio de Bolívar. Ella se concibió como una gran oportunidad para exponer una imagen general del país en varios ángulos territoriales. El núcleo central de la celebración lo fue la exposición. El gobierno guzmancista no escatimó esfuerzos y grandes gastos para su financiamiento. Gracias a la actitud arrolladora de Guzmán Blanco quien se propuso, en esta oportunidad, ofrecer una idea, la más “exacta” posible, del estado actual de Venezuela y de un adelanto progresivo en sus distintas épocas el éxito de la empresa fue posible.

El actual Palacio de las Academias fue originalmente sede de la UCV

     Durante un mes fueron exhibidas producciones industriales, espirituales y culturales, hábitos, costumbres y la diversa gama de recursos naturales que el país guardaba en su superficie. Para su preparación, algunas representaciones gubernamentales habían estado en las exposiciones de Londres (1862), París (1867), Viena (1873), Bremen (1874), Santiago de Chile (1875), Filadelfia (1876), de nuevo París (1878) y Buenos Aires (1881). Aunque con una representación muy modesta, la asistencia a ellas sirvió como referencia para la que se hizo en Caracas. Sin embargo, la exposición de 1883 tuvo un talante nacional, con la presentación de algunas producciones provenientes de otras naciones. El objetivo fue mostrar las particularidades regionales y locales del país en lo atinente a sus recursos naturales, logros en el campo agrícola, alcances técnicos e industriales, así como realizaciones espirituales y de arte en general.

     La cifra de compradores de billetes alcanzó las 62.761 personas, más las 3.000 que se habían entregado como pase de cortesía, según lo informó Adolfo Ernst, curador de la exposición. Ella fue instalada en un edificio construido para la ocasión en el centro de la ciudad, al frente del Palacio Legislativo y al lado de la sede de la Universidad Central de Venezuela (UCV). La organización de la exposición fue responsabilidad de la Junta Directiva del Centenario, cuyo presidente fue Antonio Leocadio Guzmán (1801-1884), padre del presidente Guzmán Blanco. El encargado de la Exposición, el alemán Adolfo Ernst, redactó un texto en dos volúmenes en el que presentó el catálogo general con notas y sus respectivos comentarios acerca de los pormenores de ella, en el primer volumen. En el segundo, lo utilizó para publicar cartas y documentos relacionados con el evento de 1883. El título de estas notas fue La Exposición Nacional de Venezuela en 1883 y editada por el Ministerio de Fomento en 1884.

     En la parte introductoria de este texto, Ernst hizo referencia a las intenciones políticas del proyecto nacional del gobierno presidido por Guzmán Blanco, la conformación de la Junta Directiva, bajo cuya responsabilidad se llevó a cabo la Exposición y una escueta descripción del lugar en el que ella se dio a conocer al público. En otro aparte se presentó la enumeración de los diversos agrupamientos de los objetos mostrados en la Exposición Nacional del Centenario, ordenada según las localidades. En el texto se incorporó un escrito delineado por Ramón de la Plaza en el que éste destacó la exhibición de un grupo de obras pictóricas, realizadas para el evento y que resaltaban aspectos importantes de la historia patria. De igual manera, se agregó una colección de objetos científicos, en el que estaban objetos elaborados por algunos grupos aborígenes de Venezuela. En otra sección se llevó a cabo una descripción de los objetos que en vida fueron posesión de Simón Bolívar y las ofrendas con las que se honró su memoria.

     En la introducción, preparada por Adolfo Ernst, expresó que todo pueblo cumplía con un sagrado deber al brindar honores a favor de sus hijos, cuyos grandiosos hechos formaban parte de una historia “pletórica de glorias”. Por tanto, fue un imperativo, como ningún otro, celebrar el centenario del “más ilustre de sus varones” y a quien, con sobrado derecho, el pueblo nacional veneraba como Padre y Libertador. Por ser tal la honra alcanzada no debía ser menos la rememoración en su honor.

     El decreto con el que se selló la celebración fue dado en septiembre 3 de 1881, con el cual el “Ilustre Americano” declaró fiesta nacional el día 24 de julio de 1883, para rendir la primera de las grandes manifestaciones que a cada nuevo siglo se debe manifestar la gratitud de los pueblos americanos, a quien con su afán y empeño les brindó la libertad. Ernst dio a conocer que la idea de presentar una exposición fue ideada por Guzmán Blanco. A partir de allí, la Junta que, además estuvo integrada por Arístides Rojas, Agustín Aveledo, el general Andrés Aurelio Level, Fernando Bolívar y Manuel Vicente Díaz, fue la que dio cuerpo a la Exposición. Fue un objetivo cardinal de la Junta Directiva ofrecer la idea más cercana a los “hechos reales”, en torno a la situación presente en Venezuela y de su “adelanto progresivo en sus distintas épocas, desde el siglo pasado a la fecha”.

     Comentó, además, que denominaron “Feliz” la idea de cerrar el gran evento con una Exposición Nacional a la brillante serie de festividades del primer Centenario del Libertador, porque no sólo era oportuna y de estar en completa armonía con las tendencias de la época, con la que se correspondía de modo “perfecto” el carácter esencial de las fiestas del Centenario. 

     Así, la idea de la Exposición cabía en una verdadera ofrenda en la conmemoración de una figura “providencial”, a quien Venezuela, junto con varias de sus hermanas de América Latina, debía su existencia política y el lugar como países independientes. Insistió que, todo hijo agradecido estaba en la obligación de dedicar, con real gusto, a la venerada memoria de sus progenitores, las realizaciones de sus industrias y las creaciones de sus talentosos hijos. En efecto, Venezuela ofrendaría, a quien sacrificó todo lo que poseía y cuanto era como ser humano, los tesoros de su fértil suelo, las cosechas de sus ubérrimas campiñas, todos los adelantos de su industria, las obras de sus pensadores, artistas y hombres de Estado, “todo, todo lo había de traer al ara de su gratitud hacia el Padre de la Patria”.

     Traer a colación esta Exposición resulta de gran importancia porque requirió la movilización de todo el aparato estatal, con el cual reunir en un espacio bienes naturales, industriales, intelectuales y culturales. Estos fueron exhibidos para que pudiesen ser apreciados bajo una mirada de reconocimientos y con los que los venezolanos alcanzaran a identificarse. Se debe agregar que, en este orden, el guzmanato se caracterizó por la reformulación del Proyecto Nacional ideado desde los inicios republicanos. El acto conmemorativo, muy propio del 1800, fue de suyo mundial, es decir, sirvió de acompañamiento para forjar una conciencia nacional. Lo que en el decimonono se denominó carácter nacional no sólo implicó atributos y especificidades nacionales, también formó parte del uso de una serie de dispositivos con los cuales inventar un sentido de pertenencia con el despliegue de las academias de la lengua y de la historia, así como la generalización de publicaciones, para niños, bajo el título de historia patria.

Presidente de la República, Antonio Guzmán Blanco

     Antes de 1883 Venezuela había formado parte de delegaciones que hicieron acto de presencia en algunas exposiciones internacionales, con lo que ya se habían realizado inventarios respecto a objetos industriales existentes. Sin embargo, para esta oportunidad la muestra fue mayor en cantidad, al no dejar de lado ningún objeto que constituyera los recursos trabajados o por trabajar en el país. Al justificar la Exposición, Ernst explicó que las exposiciones, fuesen nacionales o internacionales, industriales, artísticas o científicas, formaban parte del progreso moderno. Entonces, resultó muy natural que Venezuela diera prueba del “sorprendente progreso” que eran característicos de las “épocas presidenciales del general Guzmán Blanco”, y que, luego de haber participado en varios de los grandes certámenes industriales, en distintos continentes, viese realizado en su capital un torneo del “progreso semejante a aquellas”, aunque circunscrito a las producciones del propio suelo y a las obras de sus propios hijos.

     A pesar del carácter de la Exposición, las pautas contenidas en el reglamento, con las que ella se estableció, permitía la participación de países extranjeros que solicitaran incorporación al evento. El Comité Organizador se rigió de acuerdo con un Sistema General de Clasificación a partir del cual se organizó en ocho secciones, siendo dos de estas denominadas secciones especiales, integrada por: animales domésticos, horticultura y floricultura. La primera sección la integraron los productos naturales y agrícolas, la segunda por máquinas y utensilios, la tercera por productos industriales, la cuarta sección por bellas artes, la quinta por publicaciones oficiales, obras científicas y literarias y la sexta por objetos que pertenecieron al Libertador.

     La concepción general de la Exposición fue dada a conocer por Antonio Leocadio Guzmán en carta fechada en julio 27 de 1882. En ella insistió que debía mostrarse todo lo que se tenía en las distintas localidades del territorio nacional en lo atingente a alimentos, vivienda, vestimenta, educación, instrucción, costumbres, industrias, recursos por explotar, acompañado de estudios especiales, monografías y memorias en las que se ofrecieron detalles explicativos de cada uno de estos componentes.

     En la misma fecha, el presidente de la república había enviado una misiva a los presidentes de cada uno de los estados federales de la república, invitando a la participación en la Exposición. Las palabras tramadas por Guzmán Blanco evocaron la figura del Libertador como referente de identificación y pertenencia, así como que el afán aglutinador fue su propósito axial. Expresó que la Exposición del Centenario, que él había decretado como la “más grande manifestación de la gratitud de la patria a la memoria de su libertador”, simbolizaba una de las más trascendentes aspiraciones del país, en el que estaban cifradas las esperanzas de un importante desarrollo de sus elementos de prosperidad. La idea de nación que se buscó generalizar, entre quienes militaban en las filas del Liberalismo Amarillo, tuvo como modelo de construcción nacional las realizaciones de algunos espacios territoriales europeos y los Estados Unidos de Norteamérica.

     A raíz de esta disposición el espíritu reinante de la Exposición fue el de divulgar elaboraciones concordantes con el progreso material y la concepción de lo moderno en boga. De igual manera, no debe ser olvidado que el 1800 fue el siglo de la edificación de los Estados nación modernos. Fue una tratativa mundial en que se combinó el origen histórico con lo que la naturaleza ofrecía como potencialidad. El posibilismo fue una de las bases fundamentales para alcanzar el progreso y la civilización entre quienes reflexionaron y actuaron desde espacios postcoloniales. También la celebración de centenarios sirvió de pretexto para imaginar la memoria histórica, porque se pensó que ella era un eslabón necesario para crear similitudes y rasgos comunes pensados como propios de toda comunidad nacional.

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