CRÓNICAS DE LA CIUDAD

Villanueva y la reurbanización del Silencio

     Carlos Raúl Villanueva (1900-1975), considerado el más importante e influyente arquitecto venezolano del siglo XX, fue el autor de un ambicioso proyecto de transformación de Caracas. Durante el gobierno del general Isaías Medina Angarita, entre 1942 y 1945,  desarrolló lo que se conoce como la reurbanización de El Silencio, que comenzó por derribar el barrio insalubre asentado en el centro capitalino, donde proliferaban la delincuencia y los prostíbulos, y construir lo que hoy es uno de los íconos arquitectónicos de la ciudad. Aquí le presentamos uno de los trabajos más perspicaces sobre esta emblemática obra, escrito por el ingeniero Ricardo De Sola

     “Mi arquitectura, yo no sé. . .  Nunca he tratado de hacer arquitectura. La arquitectura traduce un problema que se ha planteado, traduce un contenido, de qué se trata, qué es, … es la llamada parte analítica, fría, que clasifica y ordena, piensa en las posibilidades del problema que se va a traducir.

     Luego viene la parte sintética, la cual traduce la solución del análisis del problema. Cuando se tienen diversas soluciones se cae en el problema de escoger la mejor y esto es lo difícil. Al desarrollar un proyecto se debe equilibrar el tiempo entre ambas partes, pues cuando se estudian una parte más que otra, entonces la solución es mala, deficiente y no resuelve el problema. Busco la manera de plantear el problema de una manera fría y luego como consecuencia del análisis encuentro la solución y sobre todo busco el equilibrio entre la parte funcional y técnica y luego la parte formal.

     La arquitectura vive del espacio interior, uno debe limitar el espacio, entonces hace la forma, la cual necesita ser construida, hay que saber escoger los materiales, estudiar la circulación, visibilidad, etc.”

     Respuesta de Carlos Raúl Villanueva durante la entrevista realizada el 24 de abril de 1969 por la estudiante Valentina De Sola M.

 

Dirección de urbanismo

     Para el año 1938, en que se crea la Dirección de Urbanismo, ésta se abocó principalmente al estudio de la transformación del casco central de la ciudad de Caracas.

     La Caracas de entonces no llegaba a 300.000 habitantes, estimándose con base a los datos estadísticos que sobre su crecimiento se tenían, que su población llegaría para el año 2.000, al millón de habitantes, estimaciones éstas excesivamente conservadoras ya que para el año de 1955, en octubre, la población del Área Metropolitana de Caracas había alcanzado dicha cifra.  

     En aquel entonces la ciudad empezaba a crecer hacia el Este, en donde se encontraban grandes terrenos libres que formaron las antiguas haciendas que la rodeaban. Era necesario, por lo tanto, crear condiciones para evitar que la vieja ciudad fuese abandonada, de no procederse de inmediato a tomar las medidas tendentes a mejorar el urbanismo de la misma.

      El primer plan de urbanismo para la ciudad de Caracas presentado a la consideración del Concejo Municipal el año 1939 y entre las recomendaciones de mayor importancia se indicaba: “Construir una Avenida Central de treinta metros de ancho que parta de El Calvario y concluya en Los Caobos, comprendiendo la unión de tres plazas de carácter monumental: El Calvario, Santa Teresa y Ño Pastor”, indicándose a la vez que la Plaza El Calvario estará conectada mediante dos diagonales a la carretera a Catia (hoy Avenida Sucre) y a la carretera de Antímano por medio de la Avenida San Martín.

      La zona de El Silencio, donde convergen esas tres grandes vías, de intenso tráfico, sería destinada al desarrollo de un Centro Político-Administrativo.

Barrio El Silencio

     Para el año de 1942, cuando el Gobierno Nacional presidido por el general Isaías Medina Angarita, toma la decisión de destinar los terrenos ocupados por el Barrio El Silencio para el desarrollo de un programa de viviendas y no para el uso del Plan de Urbanismo que se había acordado, se estimó que, dadas las condiciones reinantes en aquel momento, no se justificaba efectuar una gran inversión para la ejecución de una obra que podía ser considerada, si no suntuaria, ciertamente no esencial.

La urbanización de El Silencio consta de 779 apartamentos y 201 locales comerciales

     Este hecho que puede ser considerado de gran significación social y humanística, podría ser cuestionado desde el punto de vista urbanístico, pues si bien es cierto que si cambio el uso de la tierra, no así fue modificada la vialidad trazada.

     Esta situación presentaba para el arquitecto Villanueva un gran reto, que fue resuelto por él mediante una solución arquitectónica que podríamos catalogar de genial, y que originó grandes cambios en la vida de la ciudad al eliminarse un barrio que era vergüenza para Caracas, dadas las condiciones infrahumanas, tenebrosas e insalubres en que vivían sus tres mil cien habitantes, presos de la más mortal miseria, inadaptados a la sociedad y del ejercicio de la prostitución más repugnante. Un sesenta y cinco por ciento de esos habitantes padecían de sífilis y otras enfermedades venéreas y un quince por ciento de tuberculosis. Se le encomendó al Banco Obrero el llevar adelante el desarrollo del proyecto. Este instituto preparó unas bases generales que sirvieron de guía a los arquitectos llamados a Concurso. Este programa fue nuevamente ampliado por la Comisión que fue nombrada a los fines de estudiar los proyectos y escoger el más conveniente.

     El programa se componía de catorce puntos entre los que se establecía que el proyecto a ejecutarse debía tener no más de mil unidades entre apartamentos y locales comerciales, destinándose la planta baja de los edificios a los locales comerciales y los pisos siguientes a vivienda, divididos así: veinte por ciento a viviendas de dos habitaciones; cincuenta por ciento a viviendas de tres habitaciones y treinta por ciento a viviendas de cuatro habitaciones. Esta exigencia correspondía al hecho de que en la clase media en Venezuela la familia era numerosa.

     Así mismo se especificaba que un treinta por ciento del área a urbanizarse debería ser destinada a calles y avenidas, un treinta por ciento a espacios libres y un cuarenta por ciento a las construcciones.

     Se recomendaba una ventilación directa a todas las dependencias de los departamentos y que los edificios no tuvieran más de cuatro pisos sin ascensor, y en caso de alguno de más de cuatro pisos debían instalarse ascensores. 

     El proyecto escogido fue el presentado por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva. Es de advertir que el primer proyecto presentado por Villanueva, el desarrollo se componía de ocho bloques, no se contemplaba la Plaza Urdaneta y la Avenida Bolívar se trazaba ampliando la avenida Oeste-Este 8.

     En el segundo proyecto, Villanueva diseña la Plaza Urdaneta, punto de convergencia de las tres avenidas: Catia, San Martín y Bolívar y traza la Avenida Bolívar tal como fue recomendada en el Plan de Urbanismo de 1939, o sea en el centro de las manzanas comprendidas entre las Avenidas Oeste-Este 6 y Oeste-Este 8.

Postal del croquis de la Reurbanizacion de El Silencio

Proyecto Villanueva

     El segundo proyecto de Villanueva contempla siete bloques de apartamentos multifamiliares, seis de ellos de cuatro plantas y uno de siete plantas. La planta baja en la mayoría de los casos se destina a locales comerciales y los restantes a viviendas. Los edificios de cuatro plantas, servidos solamente por escaleras y el de siete plantas contaba además con ascensor. Cada escalera daba acceso a dos apartamentos por planta en los bloques 4, 5, 6 y 7. Para los bloques 1, 2 y 3, cada escalera sirve a cuatro apartamentos por planta.

     Todas las dependencias tenían iluminación y ventilación directa, y el arquitecto en su diseño le dio una gran amplitud a las zonas destinadas al trabajo del hogar, como fueron: la cocina, el lavadero y el corredor, pues estimó que ciertas actividades productivas pudieran efectuarse en la casa por otra parte, esta zona de trabajo (corredor y balcón) daba su frente a los jardines interiores a los fines de que las madres pudieran tener vigilancia permanente sobre sus hijos, cuando éstos se encontraban en sus actividades recreativas en los parques y jardines del edificio.

     Villanueva, al diseñar el conjunto arquitectónico de El Silencio, y tomando en cuenta el clima y las costumbres de Caracas, optó por el estilo llamado Colonial, de portales, arcadas, rejas, molduras y en concordancia con ellos los espacios verdes que predominan en los patios y jardines interiores de cada grupo de viviendas y en las venidas. El arquitecto proyecta al Oeste de la Avenida Bolívar y frente a la Plaza Monumental (Plaza Urdaneta con sus dos grandes fuentes, obra del escultor Francisco Narváez), un edificio de gran masa, el bloque 1, hoy Carlos Villanueva, cuya parte central tiene siete pisos y los laterales cuatro. Al Sur y al Norte de la Avenida Bolívar los bloques 2 y 3 con cuatro pisos cada uno, con la posibilidad de aumentar su altura si fuese necesario.

     La mayor altura del bloque 1 tenía por objeto hacer un fondo decorativo a la avenida principal, armonizando con la plaza. Se diseñaron espacios libres de tres tipos diferentes, divididos así: 

  1. Los propios de cada bloque destinados a parques infantiles y zonas de descanso, lejos de todo tráfico y del ruido de la calle.
  2. El espacio libre al Oeste del bloque 1, destinado a centro de deportes para adultos, así como también espacio para los niños.
  3. La Plaza Miranda, adyacente al bloque 7 y la plaza principal, Plaza Urdaneta (hoy Plaza O’Leary).

     Al adoptar el sistema de patios abiertos se facilita la renovación del aire, cosa que no ocurre con los pequeños patios cerrados difíciles de ventilar. La arquitectura como ya dijimos, es del estilo Colonial, y en la construcción se optó el tipo mixto: estructura de concreto armado y espacios intermedios de ladrillos tubulares o algún otro material liviano aislante del calor.

     Villanueva, al diseñar el conjunto arquitectónico de El Silencio, y tomando en cuenta el clima y las costumbres de Caracas, optó por el estilo llamado Colonial, de portales, arcadas, rejas, molduras y en concordancia con ellos los espacios verdes que predominan en los patios y jardines interiores de cada grupo de viviendas y en las venidas. El arquitecto proyecta al Oeste de la Avenida Bolívar y frente a la Plaza Monumental (Plaza Urdaneta con sus dos grandes fuentes, obra del escultor Francisco Narváez), un edificio de gran masa, el bloque 1, hoy Carlos Villanueva, cuya parte central tiene siete pisos y los laterales cuatro. Al Sur y al Norte de la Avenida Bolívar los bloques 2 y 3 con cuatro pisos cada uno, con la posibilidad de aumentar su altura si fuese necesario.

Descripción de la obra

     El proyecto definitivo constó de un total de 779 apartamentos y 201 locales comerciales. Los 779 apartamentos se distribuyeron así: 29 de una habitación (3.72%), 389 de dos habitaciones (49.94%), 260 de tres habitaciones (33.38%), 89 de cuatro habitaciones (11.42%) y 12 de cinco habitaciones (1.54%). El área ocupada por los edificios, incluidos los jardines interiores, es de 55.074,65m2, o sea el 54.97% del área de la reurbanización.

     Ese primer gran proyecto que se desarrolló trajo consigo la organización de las primeras grandes empresas de ingeniería constructora del país y a la vez quedó demostrada la capacidad técnica de la ingeniería venezolana. Tan es así que la construcción total de la reurbanización El Silencio, iniciada el 4 de enero de 1942, quedó totalmente terminada e inaugurada el 20 de agosto de 1945, o sea que la obra fue realizada en 32 meses a un costo de total de 54.927.537,88 bolívares, incluidas las inversiones en la adquisición de los inmuebles, demoliciones, obras de urbanismo y construcción de edificios.

     Se trabajó a un ritmo acelerado a pesar de la situación reinante en aquel entonces, en que había dificultades para la adquisición de los equipos y materiales de construcción, a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial que estaba en pleno desarrollo. 

     Deseo para terminar citar un párrafo de Juan Pedro Posani en su obra “Arquitectura de Villanueva”, por compartir totalmente lo que en él se anota: “Para Carlos Raúl Villanueva la arquitectura, el diseño, representaron algo mucho más amplio que la simple actividad enmarcada en la rutina profesional. Para él, diseñar y construir eran la actividad humana por excelencia. Con una coherencia cabal, con una adherencia perfecta a su carácter, sus sentimientos y preferencias anímicas y sensoriales, Villanueva concebía la acción de delimitar el espacio, de organizarlo y entregarlo a la vida de los demás, como la acción suprema, dotada de todo el valor simbólico del constructor, el ser más positivo”.

 

Fuentes consultadas:

Historia de la Construcción en Venezuela. Caracas: Enzo Papi Editor, 1994

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